One-shot Demonología [Wadanohara and the Great Blue Sea]

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por Luncheon Ticket, 18 Junio 2020.

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    Luncheon Ticket

    Luncheon Ticket THE BE(a)ST

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    Escritor
    Título:
    Demonología [Wadanohara and the Great Blue Sea]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2046
    Demonología



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    La música que se escucha de fondo es bastante amena, una tonalidad discreta y relajante, producto de la delicada melodía proveniente de un piano; nada que perturbara los oídos, sino todo lo opuesto. El ambiente está cargado de una vívida serenidad, como si el mórbido peso de la parsimonia reinante se reposara sobre cada rincón del amplio recinto, que a su vez es verdaderamente acogedor. A esta hora no hay demasiada clientela. Oteando las mesas que nos rodean, puedo notar que la concurrencia es escasa; tanto así, que incluso sería capaz de contarlos con los dedos de una sola mano. Puede que este bar no sea tan reconocido, a pesar de que a grandes rasgos es muy elegante y vistoso.
    Mis labios sedientos saborean una vez más el suave líquido que en unos segundos refrescará mi garganta. Por esto, debo reconocer que el servicio de este sitio es de lo más eficiente. Sin embargo, la monotonía que abunda en el lugar sería mortal si no fuera porque afortunadamente estoy en buena compañía. Mis ojos revisan continuamente la entrada, como si desearan que mágicamente apareciera esa persona que debería llegar y que evidentemente se está demorando demasiado. Ese efecto se transfiere a una de mis manos, cuyos dedos golpetean suavemente la superficie de la mesa. La espera me pone un poco nerviosa. No es que sea detractora de la procrastinación, ni mucho menos.

    —Oye, ten paciencia. Él vendrá en cualquier momento.

    Laurentia, mi compañera de armas, es quien decide advertirme sobre mi aparente desasosiego. Ella se encuentra sentada frente a mí, mirándome con aquellas pupilas de formas extrañas, mientras también disfruta de su bebida. No suelo dejar que nadie me señale ese tipo de defectos, pero tratándose de ella, lo puedo dejar pasar. Son muy pocos los que tienen la capacidad de ganarse mi respeto y amistad. La guerrera de cabellos rosados y actitud impetuosa claramente pertenece a ese reducido grupo. Es que no es para menos, cuando uno ha tomado la temeraria decisión de ser un mercenario, ha de elegir cuidadosamente en manos de quién depositará su confianza. No se puede tomar ningún riesgo en este tipo de oficios, es imperante ser muy cuidadoso. La mesa es para tres, pero el tercer integrante es, obviamente, el que de momento se encuentra ausente. Frente al asiento desocupado, se halla el trago que le ordenáramos con antelación. Decido calmarme un poco, antes de responder.

    —Ya hace un par de horas que estamos aquí esperándolo —observo cómo la yema del dedo índice de Laurentia recorre la boca de su vaso, apoyándose sobre el borde circular, una y otra vez. Una prueba irrefutable de que también estaría aburriéndose—. Tanta tranquilidad terminará por sofocarme, ya no lo soporto.

    En ese instante ella cesó el movimiento, de forma abrupta. Entonces, su vista se encontró con la mía. Sus ojos parecían estar diciéndome que algo interesante estaba a punto de ocurrir. Algo que sin dudas nos distraería un poco de aquella espera y la consecuente monotonía que atenazara nuestra estadía en aquel lugar. Tantos años a su lado me otorgaron la capacidad de poder leer el idioma de su mirada, de interpretar correctamente sus reacciones. Tan poderosa era nuestra afinidad. En efecto, así fue. Un muchacho de andar decidido se acercó a nosotras. Percibimos su mano sobre la mesa, sin haber pedido permiso.

    —Tú, la chica de pelo corto —está claro, se refería a mí—, te llamas Ver Million, ¿no es así? Tengo entendido que lideras un grupo de demonios mercenarios que se encarga de llevar a cabo todo tipo de trabajos. He venido a solicitar tus servicios.

    Vi de quién se trataba y, por supuesto, no era la persona a la que esperábamos. Quien interrumpiera nuestra soporífera velada era un chico de vestimenta descuidada y rústica, pero que denotaba mucha rebeldía. Parecía ser alguien bastante vanidoso e insolente, una impresión que se potenciaba por el uso de aquellas gafas de sol, demasiado oscuras.
    No tardó mucho en reafirmar esa primera impresión sobre su persona, ya que, además de haberse acercado hasta nuestra mesa sin siquiera saludar, agarró el vaso que estaba reservado para quien se sumaría a la reunión y comenzó a bebérselo, sin importarle lo más mínimo nuestra opinión al respecto. Tal actitud irrespetuosa hizo que me atacara un sentimiento de ira descontrolada. Laurentia, en cambio, le miraba de soslayo, con una sonrisa pícara en su rostro. Esto sin dudas le divertía mucho, sabía perfectamente lo que iba a suceder. Me levanté de inmediato y, acercándome atropelladamente hacia él, lo tomé por la solapa de su chaqueta, dedicándole una mirada amenazante.

    —Escúchame bien, imbécil —el muchacho no parecía estar sorprendido por lo que pasaba, su semblante exhibía un gesto orgulloso y despreocupado—. En primer lugar, no aceptaría un encargo de tu parte ni aunque me pagaras con todo el dinero de este mundo. En segundo, ten la decencia de al menos decirme tu nombre, para saber qué inscripción llevará la lápida que mañana coronará tu tumba.

    Él seguía muy confiado, eso me molestaba aún más. Me percaté de las miradas expectantes de algunos parroquianos, ahora éramos el centro de atención en aquel bar. La tensión se intensificaba paulatinamente. Apreté la solapa con más fuerza, exigiendo una respuesta. Destacando su insensatez una vez más, el joven me tomó por la muñeca, como conminándome a soltarlo.

    —En primer lugar, mi nombre es Emalf —la entonación de su voz imitaba la particularidad imperante de la mía—. Y en segundo, no creo que sea buena idea lo que estás a punto de hacer, no me agradará a mí ni tampoco les agradará a ellas. Aprovecharé la ocasión para presentarte a Rieta y Poemi, mis compañeras.

    Apenas terminó de hablar, supe a qué se refería. No me había dado cuenta de que detrás de mí se encontraban otras dos personas. Ni siquiera pude sentir en qué momento se acercaron tanto, eran bastante hábiles. Una de ellas parecía ser una niña, de muy baja estatura y vestuario refinado, como si perteneciera a una familia noble. La otra, en cambio, era una muchacha de cabellera anaranjada, usaba un traje exótico de tonalidades rojizas y unas garras intimidantes en cada mano.

    —Eres muy ruda, no deberías tratar así a un potencial cliente. Especialmente cuando éste es el subalterno de un amo tan poderoso como el que servimos. Y no te pases de lista, como verás, estás en desventaja numérica.

    Así habló la muchacha de vestido rojo, con un gesto de vanidad. A su comentario, le siguió el de la pequeña demonio de porte delicado y grandes cuernos de color carmesí.

    —Exacto, si no quieres formar parte de los planes de mi papi, solo tienes que decirlo. En cambio, si tienes ganas de jugar con nosotras, pues aquí te esperamos.

    ¿Se supone que debería estar asustada por lo que dicen estas dos? Está bien, al aparecer me tomaron desprevenida de esa manera, se merecen un reconocimiento. Pero son muy ingenuas si piensan que podrán amenazarme así como así.

    —No me hagan reír —Laurentia se sumó a la charla, ocultando su risa tras la amplia manga de su traje, un hakama. Ella acostumbra hacer eso cuando algo le parece muy ridículo—. Si bien ambas pudieron rodear a mi camarada, me dejaron vía libre para poder realizar un eventual contrataque: tienen muchas aberturas que yo podría aprovechar si la situación lo demandara. Además, no nos subestimen con aquello de la “desventaja numérica”, porque “más” no siempre es “mejor”. Precisamente, nuestro trabajo consiste en encargarnos de sujetos como ustedes todo el tiempo. A eso nos dedicamos y, denlo por hecho, ya contamos con una muy amplia experiencia.

    Por eso mismo la tengo en alta estima. La capacidad de análisis de Laurentia es asombrosa cuando se lo propone. Más vale tenerla como aliada que como enemiga. Sus palabras ayudaron a equilibrar las cosas. Cinco demonios a punto de llevar a cabo una trifulca, muchos lo considerarían un espectáculo extremadamente interesante. Pero no, las aguas se calmaron. El muchacho de vestuario con motivos ígneos y conducta atrevida habló una vez más.

    —Está bien, lo entiendo —la tonalidad de su voz tenía un vestigio reconciliador—. Nada más queríamos contratarlos para llevar a cabo una invasión, un asedio en otro mundo, muy lejos de aquí. El objetivo era que comandaran parte de nuestro ejército, pero si se oponen o rechazan la propuesta, lo entendemos. Es una lástima, la paga es excelente. De cualquier modo, la oferta sigue en pie por si quieren reconsiderarlo. Solo pregunten por mí, sabrán cómo y dónde encontrarme, llegado el caso.

    Ya resuelto el contratiempo, lo solté. Al verse libre, él se acomodó la chaqueta y procedió a marcharse sin agregar nada a lo antedicho. Sus dos compañeras hicieron lo mismo.
    Cerré los ojos y suspiré, completamente hastiada. ¿Ese tipo de gente realmente puede alterarme tanto?

    —Hazte a un lado, muchacha.

    Alguien pasó cerca de mí en ese momento, con andar apresurado. Era una mujer misteriosa, de abundante cabellera plateada. Usaba un traje negro con una corbata de color escarlata, que exudaba mucha elocuencia y sobriedad. Tenía tres pares de alas y unos ojos rojos de mirada penetrante. ¿Acaso era también un demonio? Si lo fuera, debía poseer una fuerza descomunal. Solo me bastó un instante para darme cuenta. Ella salió del bar, detrás de aquellos tres demonios problemáticos. Puede que les siguiera de lejos.
    Algo muy extraño estaba sucediendo con esos desconocidos.

    Laurentia y yo volvimos a tomar asiento. Por mi parte, decidí sumirme en mis pensamientos. Era algo curioso, una invasión en otro mundo. O más bien, qué casualidad. Sorpresivamente, me sentí parte de un complicado y vasto mecanismo cuya función era fomentar el caos, expandir la destrucción. Me creí un pequeño engranaje en medio de todo ese entramado, un mísero componente esperando a cumplir con sus funciones. Quizá solo esté exagerando, no debería preocuparme más. O quizá sí, debía prestarle atención a mis corazonadas. Muy pronto lo descubriría, de seguro. Una invasión en otro mundo, un ataque de proporciones considerables: con ejércitos y comandantes incluidos. En serio, qué coincidencia.

    —Oigan ustedes dos, ¿podrían decirme quién se bebió mi trago especial? Muy gracioso, reservarme un vaso casi vacío.

    Aquella voz tan familiar. El pelo dorado y corto. La camisa blanca, los vendajes y el abrigo oscuro descansando sobre los hombros. Era él, finalmente.

    —Vendetto, enhorabuena —el saludo de Laurentia no se hizo esperar—. Te acabas de perder toda la diversión.

    Me puse de pie una vez más, luego de dedicarle un saludo al recién llegado.

    —En marcha, amigos. No tenemos tiempo que perder.

    Al oír mis palabras, Laurentia abandonó su asiento. Dejé unas monedas sobre la mesa como pago por las bebidas, frente a la mirada desconcertada de nuestro camarada.

    —Ey, esperen —ya estábamos encaminándonos a la salida, cuando Vendetto se propuso intervenir—. Acabo de llegar, ¿por qué tanta prisa? Asumo que ya tenemos una nueva misión, ¿o no? ¿Dónde realizaremos el próximo trabajo?

    —Eso aún no lo sabemos —confirmó Laurentia—. Primero debemos hablar sobre esos detalles con nuestro nuevo cliente.

    —¿Y de quién se trata? Díganme, odio que no me pongan al tanto —el muchacho rubio nos bloqueó el paso, con suma determinación—. Aunque sea, me merezco una breve explicación, ¿no?

    —Debemos ir hacia los dominios de la princesa Tosatsu, la hija de Artamos. Ella nos dirá qué debemos hacer. Algo me dice que allí se aclararán un par de dudas que ahora tengo.

    Vendetto asintió, dando a entender que se sentía satisfecho con esa aclaración. Entonces, reanudamos la marcha. Algo me decía que al llegar junto a la princesa se me aclararían algunas de mis dudas. Cómo sería participar en una invasión, qué beneficios obtendrían esas personas, además de conquistar un lugar tan distante. Puede que haya otro tipo de interés detrás de todo eso. Quizás podría conocer gente tan interesante como aquellos individuos, que son demasiado extraños. ¿Habrá alguna especie de conexión en todo este embrollo?
    Estoy entusiasmada, ya no puedo esperar más.



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