Demian y Sandra II

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Borealis Spiral, 21 Enero 2011.

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    Demian y Sandra II
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    No sabía cómo publicar la segunda temporada, si aquí o en el otro... espero no estar mal y si sí, pues ya qué, que hagan lo que tengan que hacer.

    Demian y Sandra II


    Capítulo 1

    El día era soleado y un tanto caluroso. Eran las dos de la tarde, por lo que la mayoría de las personas se preparaban para cerrar sus respectivos negocios, ir a casa a comer, descansar un rato y regresar a abrirlos. Hacia un año que Sandra y Demian habían tenido su pequeña aventura, donde el joven tuvo un accidente y quedó en coma; ahora, todo había quedado en el pasado.

    En ese momento, nuestros protagonistas se encontraban en una joyería. Sandra se mantenía de un lado del mostrador como vendedora, sí, vendedora de su nuevo trabajo y Demian se encontraba del otro lado del mostrador como “cliente”. Hablaban y reían. Todo era paz, hasta que el joven sintió un tremendo golpe en su espalda, seguido de un agudo dolor. La fuerza del golpe fue tal que Demian se inclinó un poco hacia adelante. Si no hubiera sido porque el mostrador lo detuvo, hubiese caído de lleno en el suelo. Con disgustó, se volvió para encontrarse con aquel que se atrevió a golpearlo. No le sorprendió nada quien era.

    — ¿Qué haces aquí, tonto?— inquirió Adriana con su mochila en la mano, no en la espalda. Ver esto, hizo que Demian sospechara que con la mochila lo había golpeado.

    —Adriana, ¿por qué tienes que ser siempre tan brusca?— preguntó ahora Sandra.

    — ¿Qué rayos cargas allí? Ese golpe me dolió mucho— se quejó el muchacho, tratando de alcanzarse la parte afectada y darle masaje.

    — ¡Calla tus reproches y responde mi pregunta! ¿Qué haces aquí?

    Demian no pudo responder, Sandra lo hizo por él.

    —Una tarde me lo encontré por la calle y me preguntó que me había hecho, que ya tenía tiempo buscándome por la casa y ni mis luces, así que le dije que una vez salí de la prepa, me puse a trabajar en una joyería. Le di la dirección y aquí está.

    — ¡¿Qué?!—Inquirió la morena haciendo a un lado a Demian sin consideración y dirigiéndose hacia su hermana—. ¡Sandra! ¿Tienes idea de lo mucho que tuve que aguantar y lidiar para no decirle dónde era tu nuevo trabajo a éste, para que tú nomás le des la dirección así cómo así?

    — ¿Así que te encargabas de eso?— preguntó Sandra con asombro.

    —Sí, para la próxima ni me molesto en preguntarle a ella— aseveró Demian

    —Sí no estás aquí para comprar nada, será mejor que te vayas— le dijo Adriana a Demian—. Si no, puedes meter a Sandra en un problema con su patrón.

    — ¿Y quién dice que no vengo por algo? Estoy buscando algo para una chica muy especial a quien quiero mucho y deseo que algún día reconsidere la idea de volver conmigo.

    Adriana, al escuchar esto, empezó a reírse como loca.

    — ¿De qué te ríes?— inquirió Demy sin entender la reacción de la morena.

    — Es que… es que ¿tú? ¿Gastando en algo para alguien? ¡Cómico!

    — ¿Y se puede saber para quién es el regalo?— inquirió Sandra muy interesada.

    —Pues… digamos que es alguien a quien tú y Adriana conocen muy, muy bien.

    —Susana…— nombró Adriana poniéndose seria.

    — ¿Susana? Por supuesto que no…

    —No idiota— lo interrumpió la morena—. Voltéate y mira de qué hablo.

    Demy le hizo caso, al igual que Sandra, descubriendo que detrás del chico estaba una joven de linda apariencia, cabello café claro, ojos verdes, tez blanca y que vestía de una manera que favorecía a su cuerpo.

    —Susana…— susurró el pelinegro sorprendido mirando a la recién llegada. Ella le regresaba la mirada.

    Adriana puso una mueca de disgusto al momento de tomar su mochila y decir con sequedad:

    —Me largo.

    — ¿Por qué?— alcanzó a preguntar Sandra.

    —El ambiente se ha puesto grotesco y desagradable, no lo soportaría— contestó la morena con frialdad saliendo del lugar dejando a su hermana muy preocupada, luego, recordó que tenía que cumplir con su trabajo y sonriendo, saludó a la clienta.

    —Buenas tardes, ¿puedo ayudarte?

    La joven dejó de prestar atención a Demy un momento para contestar:

    —Sí, buenas tardes. Mi padre pagó hace unos días este encargo, vengo por él— y le dio a Sandra un recibo.

    —Ah, sí, ya recuerdo. Está en la parte de atrás, en un momento vengo— y la castaña se retiró de allí, entrando por otra puerta, dejándolos solos.

    —Hola Demy— saludó la ojiverde con un sonrojo en sus mejillas.

    —Hola Susy— respondió el saludo tranquilamente.

    —Y… ¿Cómo has estado?

    —Pues… ya sabes, bien, supongo. ¿Y tú? ¿Cómo has estado?

    —También bien, gracias. Qué coincidencia que te encontrara aquí, ¿no crees?

    —Sí… una coincidencia— aseguró el chico sin darle importancia al asunto, mirando a otro lado.

    —Eh… Demy… yo… bueno… me preguntaba sí, no sé, en alguna ocasión podríamos, tú y yo, ya sabes… salir un día como en los viejos tiempos.

    El chico miró a la joven con seriedad al momento de darle la espalda y contestar:

    —Olvídalo, Susy. No puedo hacer eso. Si alguna vez hubo un nosotros ya se terminó, ¿no lo recuerdas?

    — ¡No!— gritó la joven con voz temblorosa, tratando de que las lágrimas no la traicionaran.

    — ¿No lo recuerdas?— inquirió Demy extrañado.

    —Si lo recuerdo; pero no quiero que esto acabe. ¿No te das cuenta? Podemos revivir el pasado.

    — ¡No hay nada que revivir! ¡No seas necia! Esto se acabo.

    — ¡No! ¿Es por ella verdad?— preguntó Susana sin poder retener las lágrimas. Demy ni se inmutó—. Te he visto, siempre andas detrás de ella. ¿Por qué? ¡¿Por qué ella?! ¿Qué tiene ella que no tenga yo?

    ¿Qué tenía Sandra que ella no? “Una hermana que quiere matarme” pensó el chico.

    Quedaron en un silencio incómodo y así los encontró Sandra.

    —Aquí tienes tus pendientes— le dijo a Susy con una sonrisa, entregándole la bolsa donde estaba la cajita con los pendientes.

    Susana miró a la joven que tenía frente a ella. Era bonita, sí, lo reconocía. Quizá lo único que la desfavorecía era que era un poco rellenita, si bien, no gorda, si rellenita. Además, esa sonrisa de oreja a oreja la favorecía mucho. Pero, aún así, ella era mucho más bonita que Sandra, ¿por qué Demian prefería a Sandra? Sin poder soportar más estar allí, tomó la bolsita y sin darle las gracias a Sandra, salió de allí, llorando. Demian suspiró de alivio.

    — ¿Eh? ¿Qué le pasaba a esa chica?— le preguntó la castaña, él sólo se limitó a encogerse de hombros—. Parecía ser que la conocías.

    —Sí… pero, no es importante, cosas del pasado.

    —Ya veo… pero, parece ser que Adriana también la conoce. Aunque, me preguntó por qué salió de esa manera cuando ella entró.

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    Ok, es todo por ahora. Sin más, me despido mandando saludos.
     
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    Perdón por la tardaza. El trabajo me absorbe... no quiero saber cuando regrese a la escuela este miércoles. Ah. Lamento el retraso, en serio. Bueno, les dejo la conti que sigue. ¡Disfruten!

    Capítulo 2

    —Ya conoces a Adriana. No es más que una loca, chiflada y desquiciada mujer que odia a todos.

    —No te expreses así de ella, Demy—lo reprendió Sandra—, vamos, ayúdame a cerrar.

    Demy asintió y la ayudó a cerrar, para después acompañarla a su casa.

    —Bueno, teníamos mucho que no hablábamos así— le dijo Sandra con una sonrisa—. Gracias por acompañarme.

    Sandra estuvo a punto de entrar a su casa; pero Demian, siendo más rápido que ella, la tomó por el brazo y en un ágil movimiento, la colocó frente a él, abrazándola. Ella se sorprendió por la acción de él.

    —Demy…— susurró confundida y él no pudo besarla como había planeado desde el principio, porque en ese momento escuchó como la puerta de la casa de Sandra se abría rápidamente, dejando ver a una Adriana con aires de muerte, una mirada asesina y un tenedor en mano. Él se apartó de ella retrocediendo unos pasos al ver a la morena que se dirigía a ellos como zombi.

    — ¿Sabes que con esto— señaló el tenedor— se le puede sacar un ojo a alguien?

    Demian se espantó mucho más. ¡No quería estar tuerto tan joven! Esa mujer tenía sus ojos siempre sobre él. Era como si ella fuera su paparazzi personal, pero para acabar con su vida. Rió nervioso al momento de decir:

    —Sandra yo… yo… es muy tarde, tengo cosas que hacer y… adiós— y como si fuera bala disparada, se fue.

    Sandra miró a Adriana, que mantenía su rostro serio, como siempre, y ajena a todo lo que pasó dijo:

    —A veces Demy es extraño.

    —Está loco— la apoyó Adriana y las dos entraron a la casa.

    Así, transcurrieron un par de horas hasta que se hicieron las cuatro con quince de la tarde, que era la hora en que Sandra tenía que volver al trabajo para abrir la joyería, hasta las ocho para cerrarla nuevamente.

    Poco después de abrir el negocio, llegó el que se había, prácticamente, vuelto su mejor amigo, Demian, y la acompañó todo lo que restaba de la tarde.

    —Muy pronto llega mi jefe— le informó Sandra a Demy—, antes de que cierre siempre viene a inspeccionar mi trabajo y bla, bla, bla, ya sabes, guardar las ganancias del día, etc. Yo tengo que entrar un momento al cuarto de atrás, ¿me cuidas aquí un rato?

    —Claro— dijo el chico gustoso. Así, Demian se quedó detrás del mostrador un momento.

    Mientras tanto, Sandra tomó las llaves que servían para abrir la puerta trasera y que se mantenían colgadas en un clavo a un lado de ésta. Y estas llaves eran necesarias porque la puerta no tenía, en ninguno de los lados, perilla o algo para abrirla manualmente, sólo con la llave. Así que haciendo uso de ellas, Sandra abrió la puerta, colocó las llaves donde mismo y entró al cuarto “secreto”. No obstante, en ese momento una ráfaga muy fuerte de viento cerró la puerta y ella quedó atrapada.

    —Ay, no. ¡Demian! ¡Demian!— gritó el nombre de su amigo. Éste la escuchó y se acercó a la puerta.

    — ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

    —Sí; pero la puerta se cerró y las llaves están afuera, ¿podrías abrirme?

    —Seguro— y con rapidez, siendo presa del pánico… aunque no tendría por qué serlo… agarró las llaves y trató de buscar la correcta lo que le llevó tiempo, lo que provocó que su desesperación creciera y cuando al fin encontró la indicada, le dio la vuelta al lado equivocado con fuerza y la llave se rompió, quedando una parte dentro de la cerradura— Oh no— susurró abatido.

    — ¿Qué pasa, Demy?— inquirió Sandra al escuchar el susurro, sintiendo como la claustrofobia se apoderaba de ella—. Demian, ¿Qué ocurre?

    —La llave… se rompió…

    — ¡¿Cómo que se rompió?! ¡No puede ser! ¡No me gusta estar encerrada!— ahora sí el pánico la asaltó a ella… lo que está justificado.

    —Descuida, las cerrajerías no deben estar cerradas, iré por alguien que nos ayude.

    —No, no podemos dejar la joyería sola, si se roban algo me echarán. Mejor llama a alguien, llama a mi casa, mi celular está en el mostrador.

    Demian acató las órdenes de la chica y tomando el celular de ella, marcó el número de su casa.

    — ¿Diga?— le contestó una voz por la otra línea. Una voz de… ¿una niña? El chico frunció el ceño extrañado. ¿Había marcado bien? Según él, ninguna niña habitaba en la casa de Sandra— ¿Diga?— volvió a repetir al voz y él salió de sus pensamientos.

    — ¿Eh? Yo… es… ¿allí vive Sandra?

    —Sí, ¿quién…?— estuvo a punto de preguntar, pero logró reconocer la voz y pronunció el nombre, arrastrándolo—. Demian…

    El chico se sorprendió al escuchar de esa manera su nombre. Fue pronunciado con un odio que… que sólo había una persona en el mundo que lo pronunciaría así.

    — ¿A…Adriana?— preguntó sorprendido; pero no podía ser ella. Ella no tenía la voz tan… dulce. ¿Dulce? ¡En qué rayos pensaba!

    — ¿Qué demonios quieres? Si no es importante colgaré— lo amenazó ella.

    —No espera, lo que sucede es que…— y le contó todo lo ocurrido y sabiendo lo que pasaría, se retiró el teléfono de la oreja.

    — ¡¿Qué hiciste qué?! ¡IDIOTA!— gritó a todo pulmón la morena con todo el desprecio del mundo, y sin embargo, a Demian le pareció que seguía sonando dulce—. Voy para allá.

    —Espera…— no lo esperó, Adriana colgó. Bueno, quizás tuviera una buena idea, eso esperaba. Ella era muy inteligente y seguro tenía un as bajo la manga—. Ya está— le avisó a Sandra—, Adriana viene en un momento.

    —UUFFF menos mal— suspiró la joven desde el otro lado de la puerta.

    —Amm… Sandra, ¿Adriana…? Es decir, ¿cómo es que…? ¿Por qué parecía una niña cuando hable con ella por teléfono?

    —Oh, te contestó ella. Pues, verás, ella tiene un timbre de voz muy lindo y cuando habla por un aparato que distorsione un poco la voz, la de ella suena más… tierna.

    —Entiendo— finalizó el chico con la conversación. Menos mal que ya era un poco tarde y a esas horas era muy poco probable que llegara gente a comparar algo. Unos minutos después llegó Adriana acompañada de un hombre, bajo y robusto, que comenzó su labor como profesional de cerrajería, tratando de las mil maneras de sacar a Sandra de aquel cuarto y mientras esto pasaba, Adriana no dejaba de insultar y mirar a Demian con rencor.

    Sin embargo, el patrón de Sandra llegó en el momento en que apenas el cerrajero había salvado a Sandra, quitando la chapa y exigiendo una explicación, la joven empleada se la dio y casi rogó, que no le quitaran su trabajo.

    —Muy bien, te perdono el trabajo porque al menos no robaron nada, pero tendrás que pagar los gastos que ocasionaste aquí y las visitas quedan prohibidas, ¿de acuerdo?

    Sandra asintió un poco triste y le pidió al cerrajero que le diera la cuenta, para saber cuánto pagaría. La cifra la asustó.

    — ¿Qué? ¿Tanto dinero? Ni con mis ahorros logro pagar esto.

    —Tendrás que encontrar la manera o estás despedida.

    —Descuide, se la traigo para mañana mismo— aseguró la castaña y luego se dirigió a Demian—. Demy, ¿sabes? En parte esto fue tu culpa, tú rompiste la llave, así que... ¿qué tal si pagamos la mitad cada quien?

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    Saludos
     
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    Capítulo 3

    — ¡¿Qué?! ¡Olvídalo! Es tu trabajo— contestó el tacaño a punto de salir de la joyería. Adriana sintió como la sangre le hervía. ¡Maldito! Y le lanzó la mirada más cargada de odio que jamás le había lanzado. Y Demian descubrió que no sólo había odio en esa mirada, había… ¿tristeza?

    —Descuida, Sandra— le dijo la morena—, seguro que si juntamos tus ahorros y los míos, alcanza a cubrir la cuenta y, en todo caso, si no fuera así, le pedimos dinero a nuestros padres, no faltaría mucho. ¿Señor, Sandra ya se puede retirar?— le preguntó Adriana al jefe de su hermana.

    —Sí, pero recuerda, mañana temprano el dinero y no más visitas.

    Las jóvenes asintieron y salieron de la joyería. En la esquina, Demy las esperaba.

    —Eh… yo…

    —Muérete— le dijo Adriana sin detenerse y evitando que Sandra se detuviera, dejando al chico abandonado, haciéndole notar un cargo de conciencia de que lo que hizo, había estado mal.

    Demian regresó a su casa, abatido por lo que acababa de pasar. Se echó sobre su cama, al entrar a su habitación y repitió la escena de antes, una y otra vez en su mente. Y lo que más recordaba, era aquella mirada que Adriana le había lanzado que llevaba algo de tristeza. Escondió su rostro en la almohada y golpeó su cabeza con sus manos. ¿Desde cuándo las miradas de esa psicópata lo preocupaban tanto? Pero sabía que mañana tendría que hacer lo correcto.

    Así que al día siguiente, esperando a que se hiciera la hora de que Sandra cerrara para ir a comer, la esperó frente a la joyería y una vez que ella cerró el negocio, se acercó a ella.

    — ¿Qué quieres, Demian?— en su voz se notaba un poco de resentimiento. Y eso lo lastimó. Pero sin retroceder, alargó una bolsa hacía ella. Ella pestañó sin entender, tomó la bolsa y la abrió descubriendo un par de sobres—. ¿Qué es esto?

    —Lamento lo de ayer— dijo quedamente—, así que, les regreso el dinero que invirtieron tú y Adriana.

    Sandra miró a Demian, boquiabierta y luego, sonrió a plenitud.

    —Eres muy amable. Bueno, tengo que irme.

    — ¿Quieres que te acompañe?

    —Mejor hazlo cuando salga en la noche, es más peligroso a esas horas. Adiós— y la chica se fue a comer a su casa y Demian sonrió al saber que había hecho un bien.

    Sandra estaba frente a la casa de su puerta, mirando los sobres de dinero y, se preparó mentalmente para lo que sabría que vendría.

    — ¡Regrésale su asqueroso dinero! No lo quiero— le dijo Adriana tajante cuando su hermana le explicó lo ocurrido.

    —Pero, lo hizo de buena gana— Sandra trató de convencerla.

    —No me interesa, de él no acepto nada. Así me esté muriendo de hambre no le acepto ni un taco.

    —De acuerdo, es tu decisión. Haz lo que quieras, entonces— y la castaña salió del cuarto de su hermana. A veces era imposible y toda una testaruda. No entendía, ¿cómo es que odiaba tanto a Demian?

    Sí, Sandra no lo entendía, pero Adriana si tenía sus razones y muy buenas razones. Ese día, lo recordó, cómo si hubiese sido ayer.

    Ella estaba en su casa, sola. Su mamá había salido llevándose a Pablo con ella como castigo al haberse portado mal y Sandra había salido con el avaro y tacaño de su novio. En ocasiones no lo soportaba. Escuchó que la puerta principal se abría y luego se cerraba y supuso que era Sandra pues, su mamá no volvía hasta más al rato. Salió de la cocina y se dirigió al cuarto de su hermana, pues había escuchado que hacia allá se había dirigido.

    Al entrar a la habitación, un mal presentimiento la embargó, al descubrir a su hermana echada en su cama, boca abajo.

    — ¿Sandra?— preguntó preocupada—. ¿Sandra, qué tienes?

    La castaña dejó ver su rosto y una profunda tristeza en sus ojos se reflejó y Adriana pudo descubrir que había estado llorando.

    — ¡Sandra! ¿Qué te hicieron? ¿Quién te hizo qué?

    —Demian…— susurró con voz quebrada.

    —Ah, ¿qué? ¿Siempre lo terminaste?— preguntó ella al recordar que en una ocasión le había dicho que pensaba terminar con él—. No te preocupes, ya encontraras a alguien mucho, mucho mejor.

    Sandra negó con la cabeza al momento de decir:

    —Él… él… él rompió conmigo, yo no lo rompí a él.

    — ¿Qué? ¿Por qué? ¿Te explicó por qué?— Adriana se preocupó mucho más. Nadie había terminado a Sandra nunca y, parecía ser que en verdad le había afectado esto. ¡Nadie la hacía sufrir y se salía con la suya!

    —No me dijo nada… fue tan repentino… sólo me terminó y ya. Sin darme al menos una excusa.

    Adriana frunció el ceño molesta. Iría a buscar a ese tacaño cabeza hueca y lo haría confesar por qué había roto con Sandra, así tuviera que torturarlo. Así que, sin decirle nada a Sandra, salió del cuarto, luego de la casa y se dirigió a la plaza, donde suponía el chico estaba. En efecto, lo encontró allí y gracias a Dios, solo.

    — ¡Óyeme! Grandísimo torpe— le habló con rabia.

    Demian, al escucharla, rodó los ojos con fastidio. Él ya no era novio de Sandra, no tenía porque soportar a Adriana.

    — ¿Qué quieres?— preguntó con desprecio.

    — ¿Por qué terminaste con mi hermana así como así?

    —No te interesa…

    —Si me interesa, ¿y sabes por qué? Porque Sandra es mi hermana y haré lo que sea para protegerla, ¿me oyes?

    —Oh, que tierna eres— se burló él. Adriana se enfureció y estuvo a punto de plantarle una bofetada, que hasta la mano le dolería a ella; pero una voz la interrumpió.

    — ¡Demy!— gritó una chica que se dirigió a ellos.

    —Hola mi preciosa Susana— la saludó él con un beso en la boca. Adriana los miró más que fúrica— Susy, ¿puedes ir a sentarte por allí? Tengo asuntos que atender.

    La tal Susana asintió y con otro beso por parte de él, se fue a buscar una banca.

    — ¿Apenas rompes con Sandra y ya tienes novia?— inquirió la morena arrastrando las palabras por la ira.

    —Escucha, Sandra nunca me importó— soltó sin más y el mundo de Adriana se vino abajo—. No hacía más que utilizarla. Yo quería andar con Susana desde un principio y al notar que no me correspondía lo suficiente, tuve que darle celos con alguien y Sandra fue la primera que se atravesó en mi camino. Fue buena compañera y me ayudó bastante…— la bofetada que Adriana en esta ocasión no pudo reprimir, interrumpió al ojiverde y él la miró con desprecio. Pero ella combatió su mirada con una llena de odio, un odio que jamás había sentido por alguien y Demian reconoció que nunca nadie antes alguien lo había mirado así.

    — ¡No te atrevas a volver a acercarte a Sandra, no vuelvas a mirarla, no vuelvas a hablarle! ¡Nada, simplemente, desaparece para ella! Porque el día en que regreses, no tendré consideración de ti, me oyes. ¡Seré tu peor pesadilla!

    Y desde ese momento, la relación de ambos cambió drásticamente y jamás sería igual que antes, cuando al menos, se soportaban un poco.
     
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    Ah, otra vez yo. Perdón la demora, el tiempo es más reducido de lo que parece. Aquí la conti. ¡Disfruten!

    Capítulo 4

    Adriana sacudió su cabeza para disipar los horribles recuerdos de ese día. No quería recordarlos porque sí lo hacía, acabaría por matar a alguien. Así que mejor se concentró en hacer tarea, cosa que hasta a ella misma le sorprendió.

    Ya había transcurrido toda la tarde, de hecho, ya podía considerarse noche y Sandra estaba cerrando la joyería. Al terminar, descubrió que Demian la esperaba en la acera de enfrente. Él se dirigió a ella y ella, al momento de quedar frente a frente, le extendió el sobre de Adriana. Él lo miró sorprendido, sabía que no debía sorprenderse pero, lo hizo.

    — ¿No lo quiso?— preguntó lo obvio pero aún así Sandra negó con la cabeza. Y pensar que todo lo había hecho por ella… bueno no por ella en realidad, porque era lo correcto, sí por eso… suspiró. Desde ayer su cabeza estaba hecha un desastre—. Es una tonta— aseguró quitándole el sobre a Sandra.

    Mientras caminaban, Demian habló para romper un poco la tensión que había en el ambiente.

    —Sandra, el domingo no trabajas, ¿verdad?

    —No, ¿por qué?

    —Me preguntaba si te gustaría ir a comer conmigo y luego ir al cine.

    —Como… ¿una cita?

    —Ah bueno… si quieres tomarlo de esa manera— dijo el chico sonrojado.

    —Creo que no podré, lo siento.

    — ¿Qué? ¿Cómo así? ¿Por qué no? Ah… bueno, sería una cita si yo fuera quién pagará todo, la comida, las entradas, las chucherías; pero si pagamos por separado no sería una cita, ¿verdad?

    —Pues… si lo pones de esa manera, creo que tienes razón. ¡Está bien! Iré contigo.

    Demy se deprimió un poco al saber que Sandra de verdad no quería estar en una cita con él. Llegaron a casa de la chica y Demy se mantuvo a cierta distancia de ella, seguro Adriana andaba fisgoneando por allí.

    —Muy bien, nos vemos el domingo. Y como no es una cita, puedo invitar a Adriana, ¿verdad?

    Demy balbuceó. ¿Invitar a Adriana? ¿En que pesaba? Pero sabía que si Sandra le pedía permiso a su mamá de ir con él al cine y allí estaba Adriana, ella no dudaría en apuntarse con tal de no dejarlos solos. Supuso que Sandra sabría esto. ¡Perfecto! Su sueño de estar con Sandra en plan de cita se haría realidad, convirtiéndose al instante en pesadilla.

    —Qué remedio… Sí, puedes invitarla.

    —Nos vemos, pues— y feliz, Sandra se metió a su morada.

    Demian llegó a su casa muy abatido. Sabía que si el domingo Adriana los acompañaba no permitiría que llegara a casa, sano y salvo y también sabía que no lo dejaría en paz ni un solo segundo. ¡No dudaba que hasta se metería en el baño de hombres si él se metía por necesidad! Al pensar eso se estremeció.

    Desde el primer momento en que conoció a Adriana, supo que ella sería diferente con él y no se equivocó en nada, así como ella no se había equivocado al decir su primera impresión de él a Sandra. “Creo que es un idiota”, le había dicho y vaya que recordaba esas palabras, pues eran ciertas. Lo había comprobado cuando cortó con Sandra para andar con Susana.

    Susy era muy hermosa, eso que ni qué, pero al estar más cerca de ella y conocerla un poco más descubrió que no tenía nada de lo que a él le gustaba de una chica, sólo el físico y por una extraña razón, comenzó a extrañar a Sandra, lo que era raro en él; porque, si bien, no era un muy buen chico que digamos, había tenido varias novias y a ninguna había extrañado cómo extrañaba a Sandra. Con el tiempo, se puso a comparar a Susy y a Sandra descubriendo que lo que sentía por Susy era pura atracción física, nada serio.

    Y fue allí cuando concordó con Adriana, era un idiota. Así que tendría que pensar muy bien como acercarse a Sandra, nuevamente, sin ser asesinado por su hermana menor y bueno, lo demás es historia conocida. A pesar de eso, sabía que por muy mal que lo tratara, Adriana lo hacía por beneficio de Sandra, pues había descubierto la clase de chico que era y se sacrificaba por la persona más querida para ella. Eso era algo que le gustaba de ella… ¿Gustar?... Bueno sí, pero en buen sentido… Suspiró cansado, sería mejor dormir antes de que se volviera loco pensando cosas que no debía.

    Y así el día tan… en este caso… medio esperado llegó y por primera vez en su vida, Demian entró a casa de Sandra por invitación de ella. La casa era mucho más pequeña que la de él pero al fin y al cabo acogedora.

    —Ella es mi mamá— presentó Sandra a Demian con la señora que se mantenía sentada frente a la computadora, escribiendo—. Mamá, él es Demy el que me invitó a comer.

    La señora, desde su asiento, escudriñó con detenimiento al chico. A primera vista, le parecía un buen chico, puede que un poco tonto, pero dejando de lado eso, parecía un buen chico. Así que dejando de mirar a Demy, volvió a su escritura al tiempo de decir:

    —Muy bien, Demian te encargó mucho a Sandra y no cometas una tontería.

    —No se preocupe, la cuidaré bien— contestó el joven un poco irritado, ¿en verdad parecía a simple vista un idiota? ¿O a caso tenía la cara de idiota? Luego, mirando el entorno preguntó temiendo la respuesta—. ¿Dónde está Adriana?

    —Ah… sobre eso, Demy, me temo que ella no podrá acompañarnos— comentó Sandra rascando su cabeza. Demian la miró con interrogación ¡eso si era una sorpresa.

    —Lo que sucede es que hoy amaneció enferma. Tiene un fuerte resfriado— informó Sandra, dirigiéndose a la habitación de Adriana para que Demian la viera.

    Al abrirse la puerta y quedar en el umbral de ésta, el chico pudo sentir el ambiente de enfermedad que se respiraba en el cuarto. Lo primero que el muchacho vio fue la figura de la morena que se encontraba desparramada sobre la cama con las sábanas sobre ella. La recorrió de pies a cabeza y cuando se detuvo en el rostro descubrió que, al no traer las gafas puestas, se veía muy linda. No obstante, también descubrió que Adriana no se mantenía dormida. No, ella estaba despierta y a pesar de manifestarse en su mirada todos los malestares de la enfermedad, también se distinguía el odio con el que lo miraba. Sabía que ella no lo quería allí y que si se hubiese sentido mejor ya lo habría sacado a patadas.

    Aún así, Demian se adentró en la habitación y se acuclilló a un lado de la cama de Adriana, quien seguía mirándolo con odio, más él no reflejó molestia, de hecho, su rostro no mostraba expresión alguna.

    —Demy, vámonos o se nos hará tarde— escuchó a Sandra.

    Él asintió y estuvo a punto de erguirse, pero Adriana logró sujetarlo de la camiseta a la altura del pecho y lo atrajo a ella, quedando tan cerca el uno del otro, que sus alientos se mezclaron.

    — ¿A dónde se supone que llevas a Sandra?— preguntó la morena con enojo—. Ni siquiera pienses que van a irse ustedes solos a quién sabe dónde. No te atrevas. Ni creas que lo voy a permitir.

    Demian se mantuvo callado, por una extraña razón se puso muy nervioso por la cercanía de él y Adriana y no logró reaccionar; pero esto acabó cuando la morena, sin poder hacer nada al respecto, estornudó sobre él.

    — ¡Qué asco!— gritó él, soltándose del agarre de la chica y limpiándose la cara—. Además, ¿cómo se supone que vas a evitar que yo y Sandra salgamos?

    Adriana se puso seria, pensando en algo; pero la verdad es que no tenía nada en mente. Sentíase morir. La congestión nasal era fuerte y los estornudos que lanzaba la estremecían en sobremanera, además, los ojos le dolían mucho y la cabeza, por lo que no pudo pensar nada. Golpeó el colchón de la cama sintiéndose impotente.

    —Ninguna idea, ¿eh?— se burló Demian—. Bueno, es ese caso adiosito— y saliendo del cuarto, cerrando la puerta detrás de él, dejó a una Adriana más que furiosa—. Listo, podemos irnos.

    Sandra asintió y saliendo de su casa, se montó en el auto de Demian, que por cierto, muy pocas veces lo utilizaba por eso de no querer gastar gasolina, aceite y todo eso. Una vez dentro del auto del chico, los dos jóvenes emprendieron el viaje a la ciudad contigua de la de donde ellos vivían, quedando ésta a tan solo media hora de camino. Si se quería disfrutar del cine y diversiones de ese tipo si era necesario viajar, porque donde ellos vivían era una ciudad pequeña y no había mucho que ver. Por eso siempre visitaban la ciudad vecina, que era más grande.

    Saludos
     
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    Borealis Spiral

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    Demian y Sandra II
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    Comedia Romántica
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    Capítulo 5

    Bueno, después de media hora de camino y después de haberse adentrado en la gran ciudad, Demian condujo por las avenidas, tomando las necesarias para llegar a un gran centro comercial muy extenso; pues en éste, estaban varías tiendas de diferentes tipos, estaba el cine también, varios establecimientos de diversas comidas y un gran supermercado. Por eso, el lugar se extendía varios metros cuadrados a la redonda.

    Tanto Demian como Sandra, bajaron del auto del primero y se encaminaron al centro comercial, donde, lo primero que hicieron fue ir a las tiendas a ver que había de nuevo, entrando también al supermercado. Claro que no hicieron más que ver, pues no les llamó la suficiente atención nada como para comprarlo. Así que salieron del supermercado y caminaron por los pasillos del centro comercial. Demy se detuvo enfrente de una tienda de discos.

    —Espera, Sandra, tengo días buscando un disco de éxitos. Entremos a esta tienda, no tardo nada.

    La castaña asintió y entraron. Para ella, esto no era novedad, cuando venía a la ciudad con su mamá, ella se metía a la tienda siempre que tenía la oportunidad. Sin embargo en esta ocasión, no duraron mucho pues el joven no puedo encontrar lo que buscaba.

    —Bueno, ya lo encontrarás en otra parte— le aseguró Sandra caminando un poco más adelante que Demy por eso, al estar viéndolo, no reparó en el frente y chocó con alguien.

    —Lo siento, fue mi culpa, no…— la otra persona se interrumpió al mirar con quien había chocado y una expresión de sorpresa se hizo presente en su rostro. Sandra estaba igual o más sorprendida— Sandra…

    — ¿Mat…?— susurró incrédula con los ojos de muy abiertos sin poder creer lo que veía. Frente a ella, un joven mucho más alto que ella, delgado, de facciones agradables, cabellos dorados, como el sol y ojos de un azul celeste, que la miraban con un brillo especial.

    —Oh, Sandra, que gusto verte— y tomándola desprevenida, la tomó entre sus brazos en un cálido y fuerte abrazo. La chica quedó paralizada unos momentos, sintiendo como el aire se le escapaba de repente y como un sonrojo se apoderaba de ella.

    En tanto, Demian miraba la escena con la boca bien abierta. Luego, la sorpresa se transformó en furia. ¿Quién era el sujeto que abrazaba a Sandra con tanta familiaridad y cariño? El pelinegro carraspeó, llamando la atención de la parejita, por lo que los jóvenes se soltaron de abrazo. Demian le lanzó una mirada asesina al rubio ese Casanova. Mat sostuvo la mirada de ira y, dirigiéndose a Sandra dijo:

    —Lo siento mucho, no sabía que interrumpía su cita…

    — ¡No!— lo interrumpió la castaña—. No estamos en una cita ni nada parecido, sólo somos amigos.

    Y esas palabras causaron un efecto de dolor en el corazón de Demy. ¿Es qué acaso jamás querría Sandra darle una oportunidad?

    —Aún así, no me gustaría ser un mal trío y mejor me retiro. Sandra, fue un placer volver a verte— y Mat estaba a punto de marcharse, pero Sandra logró detenerlo, tomándolo por el brazo.

    —Espera, Mat, ¿ya comiste? Nosotros estábamos a punto de hacerlo, ¿por qué no nos acompañas?

    — ¡¿Qué?!— ahora sí que Demy no pudo evitar lanzar esa exclamación.

    —Será mejor que no Sandra— insistía el rubio observando el disgusto del acompañante de la joven—. En verdad me sentiría mal arruinando el momento…

    —Matoteo— dijo Sandra seria y Mat sabía que sólo eso lo hacía cuando empezaba a molestarse—, insisto en que nos acompañes. A Demy no le molesta, ¿verdad?

    — ¡¿Qué?!— Volvió a exclamar a punto de negarse pero, al ver la emoción de Sandra por ver al tal Mat no pudo negarse y, sintiendo mucha más ira espetó—: ¡Haz lo que quieras! No me interesa.

    Después de eso, el trío se encontraba sentado en una de las mesas que quedaban frente a un pequeño restaurante, ya habían ordenado.

    —Otra vez, lamento la invasión— volvió a disculparse el rubio observando el enojo de Demian, que no prestaba atención a ellos, miraba otro lado.

    —No importa, Mat— dijo Sandra por los dos—. Pero, dime, ¿cuándo es que llegaste? Verás Demy, Mat ha estado viviendo en el extranjero… ¿qué? ¿Cinco años?

    —Seis en realidad. Llegamos ayer en la madrugada y todo el día mis padres y yo lo tomamos como descanso y hoy quise venir a dar una vuelta por aquí y la verdad no esperaba encontrarte… no aquí y, otra vez, perdón por arruinar la cita.

    —Mat ya te dije que no es una cita— volvió a aclarar Sandra—. De hecho, Adriana iba a venir con nosotros, pero se enfermó y no pudo acompañarnos.

    — ¿En verdad? ¿Adriana? Y dime, ¿cómo está ella?

    —Está bien… salvo el hecho que está enferma. Sí le cuento que te vi, se muere de seguro.

    Mat sonrió ante el recuerdo de cómo es que Adriana lo quería tanto. Para todos fue muy doloroso que él se fuera al extranjero. Sin embargo, ya no pudieron recordar nada pues la comida llegó y ellos se beneficiaron de los alimentos, sin notar que todas las chicas se quedaban mirando la mesa en donde ellos estaban pues, se les hacía increíble lo bien acompañada que Sandra estaba, con esos adonis a su lado.

    Luego, notando que fue un grave, grave error haber acompañado a Sandra y a su amigo a comer, Mat decidió retirarse poniendo una excusa. Sandra lo despidió con un apretón de manos que al instante se convirtió en otro cálido y fuerte abrazo, debido a que Mat la atrajo a él

    Sandra, sonrojada nuevamente, observó como el rubio se alejaba y luego, regularizando su respiración se dirigió a Demian, que tenía una expresión de seriedad en su rostro.

    —Lamento eso, Demy. Es que Mat…

    — ¿Ya podemos comprar los boletos y ver la película?— la interrumpió él sin mirarla.

    —Claro— contestó ella después de suspirar.

    Con esto, los dos hicieron lo acorado, compraron algunas guzgueras y entraron en a la sala de cine. Entre ellos podía sentirse la tensión la cual, gracias a la película de comedia, aminoró notablemente. Al terminar la peli, salieron al estacionamiento y buscaron el auto del joven. Al encontrarlo, se treparon en este y emprendieron el regreso a su ciudad.

    — ¿Qué era él de ti? ¿Cómo lo conociste?— inquirió Demian en el camino. Sandra rió nerviosa antes de contestar.

    — ¿Sabes? Es curioso porque… Mat… Mat era mi novio.

    — ¿Qué?— inquirió el pelinegro asombrado. Con razón el ambiente se había puesto tan pesado. Dos chicos que habían sido novios de ella, ¡en la misma mesa! —. ¡Vaya! No sabía que tuvieras tanto pegue con los chicos…— Demy se calló al notar como Sandra cambiaba su rostro a uno de seriedad completa, sintiéndose ofendida—. Lo siento, Sandra, yo…— volvió a callar cuando notó como ella evadía su disculpa, mirando el paisaje por la ventana. ¡Y es que se había pasado en verdad!

    Siguieron el trayecto en silencio. El que pensaba sería uno de sus mejores días, terminó siendo uno completamente insoportable para el joven. Mientras que a Sandra, sólo se le venían memorias del pasado. Sin duda, el efecto de volver a ver a Mat había sido enorme. Llegaron a su ciudad y Demy dejó a Sandra en su casa, despidiéndose con un “hasta luego” y después, él, dirigirse a su morada.

    — ¡¡¡¡¡AAAAAAAA!!!!!— gritó Adriana ante lo que acababa de escuchar por parte de su hermana mayor. Hasta se le había olvidado que estaba enferma porque no hacía más que saltar de aquí para allá con alegría—. ¡Dime que no es cierto! ¡Me muero!

    Sandro rió ante la actitud de su hermana, para después contestar:

    —No te miento, Adriana, es verdad. Vi a Mat esta tarde. ¡Ha regresado!— y otro grito por parte de Adriana se escuchó en la habitación.

    — ¡No puedo creerlo! ¡Estúpida enfermedad! ¿Por qué tenía que pasarme justo este día? ¡Pude haberlo visto! ¡Rayos!

    —Ya tendrás tu oportunidad para verlo, no comas ansias— le pidió Sandra, al ver la turbación de la morena.

    Hasta otra.
     
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    surisesshy

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    XD Tu histoia me ha gustado mucho, tiene mucha comedia, lo cual me encanta, eso es lo que más me atrae en una historia, Demian es un idiota, mira que haserle eso a Sandra, eso no se le hase a nadie, no em importa si ahora se dio cuenta de su error, ojalá Sandra se de cuenta (siento la malicia, pero no soporto cosas así) ahora veo que a Demian como que le gusta a Adriana, ummmm, esto se va a poner color de hormiga, de seguro y por eso el tonto volverá a romperle el corazón a Sandra, sabia que Adriana tenía sus razones de odiarlo, epro pensé que era por haber roto con ella (no vi la primera parte, pero tratare de leerla).

    Tu historia me dejo al filo de la silla, esto ansiosa por saber qué pasará, espero la conti pronto, bey.
     
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    Borealis Spiral

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    ¿Cómica? ¿Es en serio eso que dices, Suri? La verdad es que a mi parecer la historia no tiene nada de gracia, la primera sí, tal vez, pero esta no. En fin, graicas por decirlo, eso me hace sentir bien y la verdad es que la historia va tomando un rumbo que ni yo como escritora comprendo XD. En fin, dejo el capítulo que sigue:

    Capítulo 6

    —Bueno, ¿y? ¿Qué tal tu doble cita?

    —No era una doble cita… es más, ni era una cita la que tenía con Demy. Y recuerda que Mat llegó de improviso.

    —Sí, sí, sí. Pero, ¿no me vas a decir que no sentiste nada al volver a ver tu ex novio?— inquirió la morena con picardía.

    — ¿Qué insinúas, Adriana?— Sandra sintió como los colores se le subían a la cara— Me dio gusto verlo, pero nada más a fondo.

    —Ajá, claro— fingió estar de acuerdo con ella.

    —Si no me necesitas para nada más, me voy— y Sandra salió de la habitación de Adriana echa una furia.

    — ¡Sueña con Mat!— escuchó por último el grito de Adriana, seguido de unas estruendosas carcajadas.

    Al día siguiente, ya a la hora en que todos los negocios estaban por cerrar, Demian caminaba por las calles de la ciudad. Estornudó y se estremeció. Sí, sabía que los gérmenes de Adriana se le habían contagiado. Ahora tenía un catarro de lo peor. De hecho, hacía muy poco que se había levantado de su cama, pero estar encerrado no era lo suyo. Por eso había decidido caminar un poco, quizás visitar a Sandra en su trabajo… o al menos verla al pasar por allí, pues recordó que no le permitían las visitas.

    Al llegar a la joyería, se arrepintió de, por lo menos, pensar en pasar por allí. Sandra y Adriana se mantenían fuera del local, hablando; bueno, Sandra era la que conversaba y Adriana se limitaba a escuchar. Se detuvo a una distancia prudente de ellas, más no evitó que Sandra lo viera, por lo que lo saludó con la mano, invitándolo a acercarse. Adriana lo miró y sus ojos reflejaron el odio tan característico en ellos cuando él estaba cerca. Eso hizo dudar un poco a Demy, pero al final se plantó frente a ellas.

    —Demy, te ves fatal— exclamó Sandra al notar mejor el aspecto de su amigo.

    —Ella tiene la culpa— señaló a la morena y estornudó de nuevo. Adriana entrecerró los ojos.

    —Es tiempo de enfermedades. No me quieras echar el paquete a mí— se defendió Adriana con irritación—. Por cierto, ¿qué haces aquí? ¿Eres tan tonto que ya olvidaste que el patrón de Sandra le prohibió las visitas?

    —Debería preguntarte lo mismo yo a ti— Demian no se sentía bien como para iniciar una pelea.

    —Si no lo notas, estoy fuera de la joyería así que técnicamente no estoy visitándola como tal.

    —Entonces te doy la misma respuesta— Demian volvió a estornudar.

    — ¡No me hagas enojar que traigo mi mochila!— Adriana se quitó la mochila de la espalda, en señal de advertencia. Demian retrocedió asustado, aún le dolía el mochilazo del otro día. Además, con su enfermedad, segurito y terminaba en el suelo ahora sí.

    Antes de poder contestarle algo, una risa se escuchó. Todos se volvieron a ver al dueño de las risas.

    — ¡Mat!— los ojos de Adriana se iluminaron de alegría.

    —Jajaja, veo que no has cambiado mucho en actitud, Adriana— fue el saludo de Mat antes de que Adriana se lanzara a sus brazos y le estampara de un par de besos las mejillas.

    —No puedo creer que en verdad estés aquí— le dijo ella deshaciendo el abrazo—. Me emocioné mucho cuando Sandra me dio la noticia de tu regreso y…— Adriana se detuvo al observar mejor al rubio—. ¡Eh! ¡Has cambiado muchísimo! Mira nada más. ¡Estás más alto que yo!— gritó con asombro. Mat le sacaba casi una cabeza y eso que ella era alta.

    —Tú también has cambiado mucho— le sonrió Mat de manera reconfortante—. Ya no queda nada de esa niñita de once años que vi por última vez. Ahora estoy frente a toda una mujercita.

    Adriana sonrió mientras Demian miraba la escena con fastidio. ¿Qué tenía ese chico para que lo tratara tan bien Adriana?

    — ¿Y? ¿Por qué estás aquí?— inquirió la morena con gran curiosidad.

    —Paseaba, para ver que tanto ha cambiado la ciudad, que por cierto ha sido mucho. En eso, los vi a ustedes aquí afuera y decidí pasar a saludar y, ¿por qué no? Invitarlos a comer. Aún tenemos mucho de qué hablar, ¿verdad Sandra?

    La castaña, que no había pronunciado palabra hasta ahora, se turbó al notar que Mat se dirigía a ella. Con nerviosismo, contestó:

    —Es cierto, tenemos mucho que contarnos.

    — ¿En serio?— Adriana sonrió con picardía—. ¿Saben? Acabo de recordar que tengo mucha tarea que hacer, así que me temo no podré acompañarlos, quizás en otra ocasión; pero, Sandra está por cerrar y no tiene planes, puedes ir con ella, yo le paso el recado a mamá.

    —Es una lástima, Adriana. Sandra, ¿te molestaría ir a comer conmigo?— le preguntó Mat

    —Al contrario, me será un placer— y esto lo dijo con total sinceridad.

    —En ese caso yo también voy— irrumpió Demian en la conversación ajena. No le agradaba para nada que Sandra estuviera con ese güero y, a parte, sola.

    Adriana frunció el ceño y se mordió el labio inferior. Si no hacía algo, ese torpe arruinaría sus planes. Sabía que ni Mat ni Sandra se atreverían a decirle que no a su “amigo”. Tuvo una idea.

    —Tú no vas a ningún lado. Te llevaré a tu casa. No puedes andar por las calles así como estás. No queremos que se propague una epidemia de Demian-virus. Así que andando— y antes de que pudiera decir algo o hacer algo, Adriana comenzó a empujar al ojiverde y, por más que se resistiera, estaba muy débil—. ¡Nos vemos! ¡Diviértanse!— fue lo último que escucharon por parte de la morena para después perderla de vista junto con el ricachón.

    Adriana y Demian llegaron a casa del último. Entraron. Como era de esperarse, una mansión lujosa y de ricos bastardos. Si bien, era para quedar admirada, Adriana se mantenía serie, incómoda. No le agradaba estar en casa de Demian; es decir, no lo soportaba a él, ¿cómo soportar donde dormía, comía y hacía sus necesidades? ¿Cómo soportar su hogar? Hizo un gesto de desagrado.

    Demian miró a la morena que tenía frente a sí y notó, extrañado, que ella llevaba un collarcito sencillo con un adornito de una flor amarilla, ¿era nuevo? Jamás se lo había visto, a menos que siempre lo usara y hasta ahora lo haya notado. Sin embargo, dejó de prestar atención al collar y la miró a ella de nuevo. Sabía por qué hacía todo esto. Tenía miedo de que le arruinara la cita a Sandra con el Mat ese. Bueno, ya vería como se le escabullía.

    — ¿Y qué esperas? Vete de una vez— le dijo el pelinegro. Adriana le lanzó una mirada de molestia, para después sonreír de medio lado.

    — ¿Qué me crees? ¿Tonta? Esperaré a que tu mamá llegue para decirle que por nada del mundo te deje salir por hoy. No creas qué no sé lo que pasa por tu cabeza. En el momento en que me vaya a casa, saldrás e iras con Sandra y le arruinaras su lindo momento con Mat y eso no lo voy a permitir.

    — ¿En esas estamos? Pues ni creas que me voy a dar por vencido tan fácil.

    —Entonces eres más idiota de lo que pareces— aseguró Adriana—. Escucha esto con atención, Demian. Mat, ya tiene ganada la batalla sin siquiera pelearla. No por nada fue el primer amor de Sandra. Así que no tienes oportunidad con ella, por lo que vuelvo a repetírtelo, ¡ya déjala en paz!

    Demian frunció el ceño ¿Cómo estaba ella tan segura de eso? Ellos siempre lucharon por diferentes propósitos, y parecía que sería una lucha interminable. Se miraban retadores, cuando la madre del joven llega a su hogar. Mira a los chicos.

    — ¡Demy! No me dijiste que traerías a una amiga a casa— fue lo primero que dijo al ver a Adriana.

    —No es mi amiga— espetó el ojiverde mirado otro lado.

    — ¡Demian!— se escandalizó la señora por la actitud de su hijo.

    —Descuide, señora, él tiene razón, no somos amigos ni nada parecido— habló Adriana antes de que la señora pusiera a sermonar al tacaño. Quería irse lo más rápido posible de allí, por lo que siguió—: Vine a traer a Demian a casa. Tiene un resfriado muy fuerte y no debe andar así por la calle; así que, señora, haga me el favor de que, pase lo que pase, no permita que salga de casa, por este día.

    Hasta la próxima actualización
     
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  8.  
    surisesshy

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    ¿Qué si es gracioso? Pues claro que lo es, con solo ver a Adriana loca por matar a Demian es suficiente para morirse de la risa y más si sabes que se lo merece, ha, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y Demian está aprendiendo eso de la peor forma, ¡hasle pasar trabajo! Par que vea XD.

    me gustó mucho el capitulo y ya no aguanto por saber qué pasa, de seguro y Demian se les escapa a las dos, pero no se la pongas tan fácil, él tiene que pagar por su pecado antes de juntarse con Sandra, pues estoy segura de que aun así los pondrás juntos ¿no? Espero el próximo capitulo con ansias, bey.
     
  9.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Ahaha, sí. Es una historia divertida, además, me gusta Demy... Aunque debo admitir que Matt no está nada mal tampoco. Sandra es una chica muy linda, pero se me hace un poco ingenua, o más bien como que sabe mezclar la ingenuidad con la inteligencia. Me pregunto si ella todavía siente algo por Demian... es decir, lo trata muy bien y todo eso. ¿Y qué hay con Adriana? La cuestión es que los cuatro están viviendo una aventura emocional épica xDD

    Es una historia muy interesante también. Espero para ver que más sigue. En cuanto a la ortografía, no noté grandes faltas, así que mientras sigas practicando, irás mejorando.

    Actualiza pronto, ¿sí?

    Saludos xD
     
  10.  
    Borealis Spiral

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    ¡Hola! Pues sí. Ahora les traigo el siguiente capítulo. Gracias a todas aquellas que me leen y sobre todo, un especial agradecimiento a Suri y Marina que se toman la molestia de comentar. Aún no creo que sea graciosa la historia y Suri... como mencioné en el capi anterior, la historia va tomando un rumbo que desconozco, así que no sé con exactitud qué podría pasar... no me gusta ser predecible.

    En fin, a la historia XD

    Capítulo 7

    —Es muy amable de tu parte preocuparte así por él— dijo la señora con una sonrisa causando una media sonrisa en Demian con deje de burla y sarcasmo.

    —Créame, señora, lo hago por todo menos por él— dijo la morena con desdén sin poder dominar o morder su lengua, acto seguido, salió de aquella casa.

    —Aún así, creo que es una chica linda— insistió la mujer mayor.

    —Es la maldad en persona— fue el último comentario de Demy para dirigirse a su habitación. Su plan fue arruinado. Su madre no lo dejaría salir enfermo, lo sabía. No por nada no le había dicho nada de su resfriado y había evitado que lo viera tan mal.

    Adriana caminaba de aquí para allá en su cuarto, con gran ansiedad. Sandra estaría a punto de llegar y no aguantaba más la curiosidad. Escuchó la puerta principal abrirse, seguido del tan conocido “ya llegué” por parte de su hermana. A paso veloz se acercó a ella, la tomó del brazo y la llevó a su habitación.

    — ¿Adriana que tienes?— inquirió ella confundida.

    — ¿Cómo te fue con Mat? ¿Qué te dijo? ¿Hablaron de qué? ¿Algo importante?— la bombardeó con estas preguntas y muchas más. Sandra sonrió, sabía que eso era lo que le preguntaría.

    —Tranquila, Andriana. No hablamos de nada importante. Como él mismo te dijo, sólo fue para recordar nuestro tiempo juntos. Que por cierto, espera poder hacerlo contigo algún día.

    — ¿En serio? ¿Fue todo?— la decepción se hizo presente en Adriana, esperaba otra cosa.

    —Fue todo, pero…— ¡ajá! Ese “pero” le gustó a Adriana—, a mí me dijo que el próximo domingo quería verme a mí. Así que me invitó a salir de nuevo.

    — ¿De verdad?— la alegría volvió a Adriana— Le dijiste que sí, ¿verdad?

    —Se lo dije, pero creo que he estado saliendo mucho estos días, que no sea para ir a trabajar. Así que no sé cómo reaccionará mamá.

    —No te preocupes, yo puedo cubrirte si es lo que quieres, no importa. Aquí la cuestión es que vayas.

    —Estas muy interesada en que no me pierda esa cita, ¿por qué?

    —Créeme, no es por nada malo ni nada.

    Paso la semana completa sin más contratiempos. Hasta que llegó el domingo por la tarde. Demian caminaba por las calles de la ciudad con dirección a la casa de Sandra. Seguramente aceptaría pasear por allí con él. A menos que decidiera salir con su familia.

    Llegó a la casa y estaba por tocar cuando la puerta se abrió de improvisto. Sus ojos verdes miraron asombrados los cafés de Adriana, mientras ella miraba sus orbes furiosa.

    — ¿Qué haces aquí?— inquirió con desprecio, pero ella misma se contestó—: Ah, vienes a ver a Sandra, ¿verdad?— una maligna sonrisa apareció en su rostro—. ¿Pues qué crees? Ella salió con Mat no hace mucho. ¡Qué triste! No lograste alcanzarla. ¡Ni modo! Será para la otra.

    Adriana salió de la casa y pasó de largo al joven. Demian cerró los ojos un momento para después comenzar a caminar detrás de la morena.

    — ¿Estás siguiéndome?— cuestionó ella con voz ahogada por la ira al sentir la desagradable presencia detrás de ella.

    —… No.

    — ¿No? Que yo sepa tu casa queda del lado contrario a donde yo voy.

    —… Es que… yo también tengo que ir al centro.

    —Por si no lo sabías esta no es la única calle que da al centro.

    — ¡Por Dios! ¡No estoy haciéndote nada! Además, soy libre de caminar por la calle que yo quiera. Y así seguiré hasta que multen por caminar en vías pública. Si tanto te molesta que esté aquí vete tú por otra calle.

    —Para ser alguien de poco seso esa fue una muy brillante respuesta— dijo Adriana con media sonrisa, para después girar por otra calle con la esperanza de que Demian no la molestara más.

    Y así fue. Él siguió con su camino, con los pensamientos en Sandra y Mat ¿Tanto salir con él? De verdad que estaba tomando a Mat como blanco a quien odiar. ¡Ni siquiera lo conocía! No había duda, algo estaba mal en él. Caminó por las calles y llegó a la plaza. Lo único que quería era descansar y despejar su mente. Acababa de colocar un pie en el piso de la plaza cuando divisó a Adriana… una vez más.

    Entornó los ojos con cansancio, no esperó encontrársela tan pronto. Su primer pensamiento fue ignorarla, mas no pudo hacerlo al notar como ella, con paso sigiloso se colocaba frente a un frondoso árbol y lanzaba miradas al otro lado del árbol. Alzó una ceja con asombro. Se acercó a ella.

    Adriana estaba tan ensimismada tratando de evitar que alguien notara su presencia, que no sintió como unos pasos se acercaban a ella por lo que se sobresaltó al escuchar una voz en su oído, susurrante.

    — ¿Qué estás haciendo?

    Lanzó un respingo y se volvió con rapidez notando como un par de verdosos ojos la miraban inquisidores. Frunció el ceño, ¿otra vez él?

    —No te importa lo que hago aquí— soltó con dureza, pero con voz queda.

    —Si no me importara no hubiera preguntado, ¿o sí?— Adriana rodó los ojos—. Además, ¿por qué susurramos?

    La morena se mordió el labio inferior y bajó la mirada, avergonzada. Esto despertó mucho más le interés de Demian, por lo que viró su cuerpo un poco, para apreciar lo que estaba del otro lado del tronco del árbol. Abrió los ojos con sorpresa. Sandra y Mat estaban en la banca de enfrente. Su vista se posó en el sonrojado rostro de Adriana.

    — ¿Estás espiando a tu hermana?— preguntó elevando más la voz.

    — ¡Cállate!—le cubrió la boca con la mano, sonrojándose más—. Sé que esto no se hace y está mal, ¡pero en verdad quiero saber qué pasa entre ellos!— casi gritó y por ello Demian fue ahora el que posó su mano sobre la boca de ella, luego, ella puso su otra mano sobre la de él, y él su otra mano sobre la de ella y, al final, ella dejó de tapar la boca de él y puso esa mano sobre la de él.

    Los dos miraron a donde estaban el rubio y Sandra, seguían hablando como si nada. Suspiraron aliviados. Ya qué, Demian era parte de una complicidad muy fuerte y si lo descubrían haciendo ese acto de bajeza no quería ni pensar que pasaría. Bajaron sus manos.

    —No puedo creer que estés haciendo esto— volvió a hablar él haciendo un mohín de desilusión.

    — ¡Qué te calles! Quiero escuchar lo que dicen— lo reprendió mirándolo iracunda.

    — ¿Lo que dicen quiénes?— se escuchó una voz femenina.

    —Pues Mat y… ¡Sandra!— tanto Demian como Adriana gritaron el nombre de la joven, asustados.

    — ¿Qué hacen aquí?— la voz de ella sonaba fúrica… muy fúrica.

    —Yo… ella…— balbuceó Demian. Sandra lo silenció alzando su mano frente a él y miró a Adriana, quería escuchar la respuesta de ella.

    —Ah… jajaja— rió nerviosa—. Lo que pasa es que… ya sabes, nosotros… estamos, conociéndonos… ¡Eso es! Estamos tratando de llevarnos bien. Pasar tiempo junto. Lo normal.

    Sandra frunció el ceño, enojada. ¡Pero qué descaro el de Adriana mentirle de esa manera!

    —No es posible que tú te creas esas palabras. Porque yo tampoco las creo. ¡Dime la verdad, ahora! Soy ingenua, pero no estúpida.

    Adriana suspiró y se sintió mal por mentir. Así que le dijo la verdad.

    Jajaja, otra vez gracias por leer. Nos vemos en la próxima continuación ^^

    Saludos.
     
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  11.  
    Marina

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    Jajaja, así que Adriana tuvo ese acto tan indigno, el de espiar a Sandra y Mat. Adriana parece muy ansiosa por juntar a esos dos como pareja. ¿Por qué será? Y Demian siente la tortura de los celos, le que significa que sigue queriéndola mucho xDDD

    El capítulo estuvo muy divertido, sobre todo esa parte donde Demian parece seguir a Adriana y el reencuentro en la plaza xDDD Observé un par de faltas, nada grave, como por ejemplo que en vez de poner el, pones le, algo así, por lo tanto, no te preocupes mucho por eso, en ocaciones el teclado no se porta muy bien ¿verdad? xDDD

    Espero la conti. Saludos.
     
  12.  
    surisesshy

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    Ya si se las busco y demian se metió en ese lio por curioso, bien disen que la curiosidad mató al gato y ahora va a ser a una parejita, no no no, Adriana, eso no se hace, además le hubieras preguntado cuando llegara, ummm, la relación de Adriana con demian esta muy sospechosa, tal vez en un futuro no muy lejano desarrolle sentimientos por él, pero como me dijiste, este fic es totalmente impredecible así que me deja con la curiosidad y las ganas de ver el siguiente capitulo al tope, ya quiero ver qué le hará sandra a demian y a adriana por estar de "metiches" XD.

    Hasta la próxima conti y sabes que te apoyo, bey.
     
  13.  
    Borealis Spiral

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    Gracias Marina, gracias Suri, por seguir atentas a la historia y claro, por comentar. Son muy valiosas las palabras que me mandan por medio de sus post. Bueno, dedico a ustedes este capi. ¡Disfruten!

    Capítulo 8

    —Y porque querías saber qué pasaba entre Mat y yo, ¿tenías que espiarnos?— inquirió Sandra más calmada una vez que Adriana le contó el porqué de su acción.

    Adriana asintió con la cabeza baja. Las hermanas y Demian estaban sentados en una de las bancas de la plaza.

    — ¿No pudiste esperar a que yo llegara a casa y te lo contara?

    —Creí que no me lo dirías como aquella vez— confesó la morena.

    —Adriana… tenías buenas razones para desconfiar— aseguró Sandra risueña.

    — ¡Sandra! Lo ves, si quieres puedes llegar a ser muy cruel. Pero ahora si vas a tener que contármelo todo.

    —Muy bien…

    —Espera, no puedes decirme nada mientras este sujeto esté aquí— Adriana señaló a Demian.

    —No veo el porqué no— defendió Sandra a su amigo—. Según recuerdo, no hiciste más que embarrar al pobre de Demy, así que él tiene derecho a escuchar.

    —Pero él no quiere saber nada— habló Adriana arrastrando las palabras por la furia.

    —Bien, eso es algo que nos dirá por su cuenta; Demy, ¿no quieres escuchar esta conversación?— le preguntó a su ex.

    —Por supuesto que quiero…

    —Permíteme quistarte esas ganas— Adriana mostró su puño.

    — ¿Quieres intentarlo?— preguntó el chico burlándose.

    —Muchachos, muchachos, tranquilícense. ¿Les cuento ya, o no?

    —Está bien, escupe la sopa— se tranquilizó Adriana e invitó a su hermana a que comenzara su relato.

    —Bueno… yo… Mat… me pidió que fuera su novia… otra vez.

    La sorpresa se plasmó en el rostro de los dos jóvenes al escuchar aquella frase. No obstante, la reacción siguiente fue por completo diferente en ambos. Demy frunció el ceño con notable ira mientras crispaba sus manos en puños y los apretaba tanto que los nudillos se le hicieron blancos; en cambio, Adriana irradiaba de alegría y esperanza, lo que esperaba desde que volvió a ver a Mat por fin se había cumplido.

    — ¡Espera! ¿Te pidió qué?— indagó el ojiverde saliendo de su trance.

    —No puedo creerlo— chilló Adriana emocionada—. Le dijiste que sí, ¿verdad?

    Sandra bajó la mirada ante la incógnita que su hermana le había hecho. Tanto Adriana como Demy se quedaron serios ante la reacción de la pelicastaña.

    —Sandra, le dijiste que sí, ¿verdad?— volvió a preguntarle la morena, con voz profunda.

    —No Adriana, le dije que no.

    El ambiente en esa parte de la plaza se volvió tenso, de una manera tal que, aquellos que pasaban por allí, miraban a los jóvenes con extrañeza, el mismo Demian sintió la incomodidad del momento e incluso pensó en retirarse. Pero…

    — ¿Por qué?... ¡¿Cómo te atreviste a decirle que no?!— Explotó la menor de las hermanas—. ¿Cómo es posible que no quisieras ni darle una segunda oportunidad? ¿No crees que pasó por mucho para decirte de nuevo lo que sentía? ¿Crees que le fue fácil? ¡Y tú no hiciste más que mandarlo por un tubo!

    —Adriana tú no sabes tampoco lo que yo siento y…

    — ¿Vas a negarme que no sientes algo por él? ¡Por favor! Él es el único que puede amarte de verdad, el que te conviene, el que te merece…

    — ¡Adriana es suficiente! ¡No tienes ningún derecho de decir algo como eso! Y tampoco puedes decirme a quién escoger como novio. No tienes ni idea.

    —Lo sé, lo sé y lo sabré siempre porque eres mi hermana y te conozco más de lo crees.

    —Pues te equivocas.

    —No, la que está equivocada eres tú y lo estás por no elegir a Mat, ya verás como tengo razón— sin darle oportunidad a Sandra de que pudiera decir algo más, Adriana se apresuró a irse de allí; por lo que Demy y ella quedaron solos.

    —Vaya… esto es más problemático de lo que creí— aseveró el ojiverde.

    —Siento mucho que hayas visto esto, Demy… yo no sé lo que le pasó a Adriana, ella nunca actúa así.

    Quedaron en silencio un momento, hasta que Demian recordó algo que quería preguntar desde hacía un tiempo a Sandra.

    —Hey, Sandra, últimamente Adriana ha llevado consigo un collarcito de una flor amarilla. Antes no lo llevaba, dime, ¿se lo regalaste tú?

    —Es extraño que hayas notado algo como eso, Demy. No se lo regalé yo, fue un obsequio de su primer y único novio.

    —Espera, ¿Adriana… con novio? Lo digo en serio, Sandra. ¿De dónde lo consiguió?

    —Es un poco difícil de creer, ¿verdad? Pero es la verdad. Se lo regaló el que fue su novio.

    —Ha, no puede ser. El que alguien llegara a querer a Adriana de esa manera es… ¡wow! Ahora sí lo he visto todo.

    —No te burles Demy. Adriana puede llegar a ser una chica linda con aquellos que siente confianza. Además, la manera en que actuaba cerca de él era… jamás la había visto actuar de esa manera.

    — ¿Por qué lo dices? ¿También quería matarlo?

    —En absoluto, siempre que él se le acercaba, ella se ponía nerviosa, tartamudeaba, hacía y decía todo tipo de torpezas. De alguna manera, era lindo verla así.

    — ¿Adriana perdiendo su confianza? ¡Ver para creer!

    —Podría decirse que en verdad ella lo quería y… de alguna manera, él también lo hacía. Pero, al final su relación no funcionó como hubieran querido, no sé los detalles, pero Adriana lo terminó y meses después nos llegó la noticia de que él… se había suicidado, intoxicándose.

    “¿Con qué clase de personas te juntas, Adriana?”, pensó Demian con un tanto de temor al oír la historia.

    — Quizás… ya tenía problemas de antaño…— habló no estando muy seguro.

    —Quién sabe. Bueno, me voy, me urge hablar con Adriana, tenemos que aclarar muchas cosas. Nos vemos, Demy.

    —Ah… sí, está bien. Adiós.

    De esta manera, Sandra se alejó de su amigo y se encaminó a casa, donde encontró a Adriana echada en su cama, seria. Entró a la habitación.

    —Adriana…

    —Perdón, no debí haber dicho todo eso que dije. Tienes razón, no soy nadie para meterme en la vida amorosa de los demás, es sólo que… no sé, al imaginarme lo mal que Mat debió pasarla al escuchar que lo rechazaste… hizo que mi razón se esfumara por un instante. Lo lamento. Ya no… me inmiscuiré más en temas que no me conciernen.

    —Está bien, me alegro que te dieras cuenta de ello; pero, Adriana, quiero hacerte una pregunta, ¿qué es lo que realmente sientes por Mat?

    Bien, es todo por ahora Nos vemos hasta la próxima.
     
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    Marina

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    Hola, este ha sido un capítulo algo corto, pero interesante. Adriana tuvo un estallido de cólera wow. Es comprensible, ella ama mucho a su hermana y quiere lo mejor para ella, pero ¿Matt será lo mejor para ella? Yo creo que lo mejor para ella es Demy xDD
    Me gusta Demy.
    Aunque por otro lado, Matt debió sentir feo que Sandra lo rechazara xD Ah, el amor sí que es complicado.B

    Bueno, espero la conti para seguir con la lectura y saber que va a suceder.

    Saludos xD
     
  15.  
    surisesshy

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    En primer lugar, garcias por la dedicatoria, es un honor leer tu historia. En cuanto a la historia, lamento no concordar con la de arriba, pero, definitivamente ninguna chica se merece a un chico que se atreva a usarla para enamorar otra, definitivamente, puede Damian esta requete enamorado, que mueva tierra y mares y montañas tambien, pero aun así es imperdonable lo que hizo, se llama jugar con los sentimientos, jump, aunque está en las manos de Sandra el perdonarlo o no, devería saberlo para ver si lo perdona o no, haaa, no se que sucederá y Adriana parece querer a Mat, tanto como para que sea de su hermana? Bueno, esa fue una gran duda con la que me quede.

    Como siempre, tus capitulos estan llenos de intriga y cada vez estan mas buenos, espero el próximo con ansias, bey.
     
  16.  
    Borealis Spiral

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    Hola, hola, chicas. Bueno, les traigo la continuación de esta historia tan... mía. Ajá, conque hay problemas entre las lectoras, ¿eh? Marina, yo sé que te gusta mucho Demy -¿no tendrán qué ver los ojos verdes?-; no obstante, Suri tiene un buen punto, él hizo halgo muy feo. Está arrpentido, se ve, pero debe hablar... jejeje ¿Dónde voy a meter eso? Da igual, lo único que sé es que ya les traigo el capítulo. ¡Disfruten!

    Capítulo 9

    Adriana miró a su hermana con sorpresa. Esa pregunta si que no se la esperaba. ¿Qué revelaba su actitud hacia el rubio? Suspiró. Se levantó de la cama y caminó hasta quedar frente a su hermana.

    —Supongo que lo mismo que tú sientes por Demian ¿Qué sientes por él? Cuando te hayas respondido, sabrás mi respuesta en lo referente a Mat— una vez dicho esto, se fue del cuarto dejando a una Sandra pensativa.

    Lo que restaba del día transcurrió normal y casi cuando Sandra iba a dormirse, se auto contestó, en un susurró.

    —Amistad… No puedo sentir más que sólo amistad por Demy.

    Y se dispuso a descansar. A la mañana siguiente, la joven se alistó para ir a su trabajo. Llegó a éste sin contratiempos y el día pasó de manera normal también, hasta que llegó la hora de cerrar. Una vez hubo cerrado, comenzó su recorrido a casa; no obstante, ese día se le había antojado un helado para comérselo con tranquilidad en la plaza. Cumpliendo sus deseos, se compró uno de crema y se dirigió a la plaza y se sentó en una de la bancas.

    Miraba a las personas pasear en la plaza, los autos que transitaban por la calle y a los jóvenes que de seguro deberían estar en casa haciendo tarea y en lugar de eso preferían estar allí, charlando. Luego, su mirada café se posó en un pequeño niño rubio.

    El pequeño corría por toda la plaza, con gran regocijo, cuando de pronto, se tropezó con sus propios pies y el pobre cayó de bruces al suelo. Inmediatamente, Sandra se levantó de la banca y corrió al rescate del pequeño.

    — ¿Estás bien?— inquirió ella preocupada, alzando al niño del suelo.

    El peque asintió y la miró con ojos brillantes por el llanto contenido. Eran de un café claro y muy grandes, pudo notar la chica; además, ahora que lo veía de frente, el niño tenía un gran parecido con…

    — ¡Yerafril!— gritó una voz muy conocida.

    — ¿Mat?

    — ¿Sandra?

    — ¡Hermano!

    — ¿Hermano?

    El niño se zafó de los brazos de Sandra y corrió a los brazos de Mat.

    — ¿Qué haces aquí, Sandra? Deberías estar en casa ya, es tarde— habló Mat.

    —Yo… sólo paseaba y…— apenas sí Sandra podía pronunciar palabra, naturalmente, aún seguía confundida por lo del pequeño, cuando el foco se le prendió. Miró al pequeño fijamente—. ¿Yerafril?

    El niño se escondió detrás de las piernas de Mat.

    —Mat, ¿este es tu hermano? ¿Yerafril? ¿Aquél que me comentaste que nacería en la última conversación que tuvimos?— inquirió Sandra recordando todo.

    —El mismo— aseveró el rubio con una sonrisa—. Vamos, Yerafril, no seas tímido. Sandra es amiga mía, no te hará nada.

    El niño miró a su hermano menor y asintió, para después caminar hacía Sandra y ella, al tenerlo frente a sí, le dio un fuerte abrazo.

    —Mat, es lindísimo. ¿Cómo pude haberme olvidado de él? Tú fuiste el tema principal antes de que tu hermano y yo perdiéramos todo contacto— le dijo al pequeño, que ya para entonces había sido contagiado con la sonrisa de Sandra y dejaba su timidez a un lado.

    En cambio, Mat vio la escena y descubrió con mucho pesar que en ese momento, estaba celoso de su hermanito de cinco años. Después, los dos chicos contemplaron como el pequeño Yerafril corría por toda la plaza, ahuyentando a las palomas que estaban allí; pero las palomas no volvieron a bajar a la plaza, se quedaron en los árboles de ésta.

    —Mat, quiero palomas— pidió el niño triste porque ya no podía jugar más con los pájaros.

    — ¿Cómo quieres jugar con ellas? Las asustaste todas— le dijo él con son divertido.

    —Pero quiero jugar— siguió exigiendo el niño.

    —Yerafril no…

    —Espera, Mat, tengo una idea, esperen aquí— interrumpió Sandra para después ir a una tienda que no cerraban hasta mucho después.

    Ambos rubios esperaron a la castaña, quien llegó en un santiamén con una bolsa chica de comida para pájaros. Mat miró a la chica inquisidor mientras Yerafril miraba la bolsa con curiosidad. Sonriendo, Sandra abrió la bolsa y con su puño lleno de comida, la lanzó en el suelo de la plaza, haciendo un increíble ruido. El efecto fue instantáneo, las palomas bajaron de los árboles para comer de aquel alimento.

    Yerafril observó maravillado aquello y con gran júbilo corrió hacia las palomas y las correteó. Obviamente, esta vez las palomas volvieron al suelo después de revolotear, pues aún no terminaban de comer.

    —No tenías que hacerlo— le dijo Mat a Sandra, sintiéndose maravillado por la actitud de su ex.

    —Está bien. Cuando era pequeña venía aquí a alimentar a las palomas con mi abuelo. Tengo mucho tiempo que no lo hago y, siendo sincera, las ganas de pasar un momento así me mataban.

    —Ya veo…

    De esta manera el rubio y la castaña se sentaron en una de las bancas de la plaza a dar de comer a las palomas, mientras el pequeño Yerafril las correteaba y al mismo tiempo, ellos conversaban.

    — ¡Rayos, Sandra! El tiempo se pasó volando, mira qué hora es. ¡Es tardísimo! Te regañarán.

    —Es cierto, olvidé que tenía que regresar a casa.

    —Nosotros te llevamos, estacioné el carro cerca de este lugar, vamos.

    Con esto, Mat llevó a Sandra a su casa, para asegurarse de que no llegara a pasarle nada en el camino.

    —Servida— dijo el ojiazul cuando aparcó el auto frente a la puerta.

    —Muchas gracias, yo… me divertí mucho hoy— agradeció Sandra con una gran sonrisa.

    — ¡Quiero palomas!— interrumpió Yerafril.

    —Otro día iremos— aseguró Mat.

    —Pero quiero que ella venga— se encaprichó el niño señalando a Sandra.

    Ninguno de los jóvenes esperaba aquella petición por parte del pequeño. Así que se miraron sorprendidos.

    —Vendrás, ¿verdad?— inquirió de nuevo el niño, expectante.

    — ¿Qué dices, Sandra? Cuando volvamos a alimentar a las aves, ¿te gustaría acompañarnos?

    —Me sería un placer, Mat— fue la inmediata respuesta de la chica, que dentro de sí se encontraba más feliz que nada, y que apreciaría enormemente pasar un tiempo de calidad con aquel par de chicos, que sin duda, se habían infiltrado a su corazón, para quedarse allí para siempre.

    Con esto, se despidieron y Sandra bajó del auto de su amigo y entró a su casa. Obviamente, la familia la esperaba preocupada.

    — ¿En dónde estabas, hija?— inquirió la madre con voz molesta porque no le avisó que llegaría a semejantes horas.

    —Estaba en la plaza alimentando a las palomas, mamá. El tiempo se me pasó volando— contestó ella sin mentirle a su progenitora.

    Otro corto e insigificante capítulo. Lo siento Marina, en éste no salió Demian, pero ya saldrá en... síp, en el próximo capítulo. Este era necesario, ya saben por qué, ¿no? Saquen conclusiones, jejeje. Nos vemos en la siguiente actualización.

    Bye
     
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    surisesshy

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    Wiiii, veo que sandra va a tomar camino hacia el corazón de Mat, eso espro y tambien creo que Demian le dirá todo a Sandra, eso hará que ella se una más con Mat si se da el caso (rayos, no sabía que detestaba mucho a Demian XD) fue un liiindo capitulo, me gustó bastante.

    Haaa, yo tambien quiero que ella vaya, sera un lindo correteo de palomas XD y tambien muy romantico, sip, mi pareja favorita por ahora es SandraXMat, eso si Demian no se pone las pilas y pide perdón por su acto tan cruel, después de todo, hasta yo creo en una segunda oportunidad... pero que sufra primero y sienta el dolor del rechazo muajajajajajajajajajajaja.

    Me gustó el capitulo, espero el otro con ansias, perdon por no postear antes, problemas con el internet y los avisos, bey.
     
  18.  
    Borealis Spiral

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    Hola a todos. Otra vez yo, aquí con el siguiente capítulo de esta historia tan rara. Suri, gracias por tu comentario. Sí, de hecho el SandraxMat es mi pareja favorita también y me alegra saber que detestas a Demian tanto como Adriana y yo, ¡sí! Hagamos un club al respecto XD Bien, dejo el siguiente capítulo que para que se enteren, es el penúltimo. No lloren. ¡Disfruten!

    Capítulo 10

    Al saber que su hija decía la verdad, la madre se tranquilizó un poco.

    —Bueno, me iré a dormir que mañana debo trabajar— le dijo Sandra a su madre para dirigirse a su cuarto con una sonrisa de oreja a oreja.

    La mañana del día siguiente transcurrió normal, así como la tarde y noche, al igual que las de los días que precedieron a éstas. Sandra siguió asistiendo a su trabajo como era común. Estaban por cumplirse casi los cuatro días del encuentro con Mat cuando, al cerrar el negocio, decidió ir de nuevo a la plaza a pasar el rato. Cuán fue su sorpresa al llegar, ver al joven rubio que días antes había pasado tiempo con ella. Hasta Yerafril estaba allí.

    — ¿Mat?— no pudo evitar preguntar sorprendida—: ¿Qué haces aquí?

    El chico le lanzó una pequeña sonrisa, mientras el pequeño Yerafril saludaba a la castaña con enjundia.

    —El día después de que alimentamos las palomas, Yerafril me dijo que quería volver a hacerlo así que prácticamente me arrastró hasta aquí. Él esperaba que estuvieras aquí y cuando no te encontró se puso triste; pero en lugar de que sus ánimos decayeran me dijo con felicidad que mañana estarías aquí.

    — ¿Han estado viniendo todos los días?— inquirió Sandra por demás sorprendida, sentándose a un lado de Mat.

    —Así es y Yerafril no ha querido alimentar a las aves sin ti.

    —Mat, lo siento mucho, he hecho que perdieran su tiempo.

    — No hablas en serio, ¿verdad? Sandra, mientras se trate de ti o por ti mi tiempo jamás lo desperdiciaré— aseguró el ojiazul dedicándole una tierna sonrisa a su acompañante.

    Sandra sintió como su estómago se revolvía mientras un agradable calorcillo recorría su cuerpo y su rostro se tonaba de un rojo adorable, o al menos así le parecían a los ojos de Mat.

    — ¡Quiero palomas!— la voz de Yerafril sacó a los jóvenes de sus pensamientos.

    —Ya voy, Yera, ya voy— Mat tranquilizó a su hermanito mientras se levantaba de la banca, luego se dirigió a Sandra—. Espérame aquí mientras voy por la comida.

    Ella asintió y espero al rubio, que una vez teniendo el alimento en su poder, comenzaron a hacer lo que hacía pocos días habían hecho. El tiempo pasó y una vez entrada la noche Mat llevó a Sandra a su casa, como la vez anterior. Se despidieron sin más y Sandra ingresó a su morada.

    — ¿Te divertiste con Mat?— le preguntó Adriana antes de que Sandra se dirigiera a su habitación una vez le hubo dado explicaciones a su madre.

    — ¡Adriana! ¿D… de qué hablas? Yo no estaba…— balbuceó nerviosa cuando un leve enfado recorrió sus facciones al momento de preguntarle a la menor—: ¿Estabas espiándome otra vez?

    —Si ya había prometido que te dejaría en paz, ¿por qué habría de hacerlo?— inquirió la menor como quien no quiere la cosa.

    —Eso mismo pregunto yo— Sandra no estaba convencida del todo, por lo que siguió—: ¿Cómo sabes que estaba con Mat?

    Adriana sonrió con autosuficiencia.

    —No eran más que sospechas mías, acabas de confirmármelo— el rostro de Sandra se tornó carmín ante esa respuesta—. Lo intuía por la sonrisilla boba que habías estado poniendo todo el tiempo hace unos días. Era una sonrisa que no veía desde hacía muchos años y que ni el idiota de Demian pudo sacarte en los meses que duraron de novios.

    —No es como si fuera la gran cosa— quiso defenderse la pelicafé—. Es sólo que, Mat es un amigo mío y… nada más—sus palabras ni siquiera pudieron convencerla a sí misma y eso Adriana lo notó.

    — ¿Por qué rechazaste su declaración? Es una pregunta que me he hecho desde que me contaste lo que había ocurrido aquel día. Son suposiciones mías nada más, pero creo que lo hiciste porque tienes miedo de enfrascarte en otra relación.

    —Estoy cansada, Adriana, quiero dormir— fue lo único que a la mayor se le ocurrió para cambiar el tema—. Luego hablamos— y sin esperar respuesta de su pariente se dirigió a su recámara con paso veloz cerrando la puerta tras de sí, sintiendo que la perturbadora mirada de la morena dejaba de clavarse en su espalda.

    Se dejó caer sobre su cama y suspiró de manera prolongada. Adriana estaba equivocada. No fuera que le tuviera miedo a una nueva relación o compromiso, no; en realidad, era más que confusión la que sentía y una muy grande.

    No lograba entender a Mat. ¿Por qué volvía a pedirle que fuera su novia otra vez? Jamás mostró de gran manera que en verdad estaba muy interesado en ella. Cuando habían sido novios él se mostraba más preocupado en darle a Adriana y Pablo regalos que a ella, que por derecho los merecía. No es que ella fuera interesada ni nada, le gustaba que Mat la visitara y la alegrara con su presencia como decía él cuando ella le preguntaba qué obsequio le daría; no obstante, era una chica y cualquier chica desearía un presente por parte de su novio y no parecía que Mat supiera eso.

    Volvió a suspirar. Siempre consideró su relación con el rubio diferente y si bien, linda, extraña también. Pero, ya habían tenido su tiempo de estar juntos, ¿no? Y como éste había demostrado que quizás las cosas no funcionarían entre ellos, ¿no sería tonto intentar algo de nuevo? No, sería mejor dejar las cosas como estaban y que ambos fueran nada más que amigos. Podían con eso.

    — ¿Cierto?— inquirió a la nada aunque supo que esa pregunta era para ella más que nada.

    Desde que había vuelto a ver a Mat algo dentro de ella había estado inquieto. Se había alegrado sobremanera. Más que eso, simplemente no existían las palabras para describir lo que en realidad había sentido al ver a su ex novio en aquella ocasión después de seis años. Había sido tan sorpresivo y más el hecho de que él la abrazaría con tanta familiaridad. Se sonrojó ante el recuerdo y sintió un calor recorrer su cuerpo como si en verdad estuviera sintiendo los brazos de Mat alrededor suyo. Sacudió su cabeza al instante para borrar esos pensamientos. No debía pensar eso, ya no tenía derecho. El sueño comenzó a hacerla poco a poco su presa y teniendo un tumulto en sus pensamientos se quedó dormida.

    Los días siguientes transcurrieron sin problema alguno para Sandra o su familia. El día más deseado por Sandra llegó: el domingo. Caminaba junto a Adriana por las calles de la ciudad. Las dos ya se habían puesto de acuerdo para que ese día fuera especialmente dedicado a ellas como hermanas. Además, aprovecharon el hecho de que todos los domingos se ponía el tianguis en el mercado para curiosear por allí a ver qué les gustaba y comprarlo, si fuera el caso.

    —Necesito urgentemente una camisa— le dijo Adriana a su hermana mientras observaba una blusa roja.

    —Cómprala— respondió sin más la castaña mirando las demás prendas.

    —Sí… Es fácil decirlo si eres tú. Yo no cuento con los recursos necesarios— finalizó dejando la pieza donde estaba momentos antes. Sandra rió levemente y estaba a punto de seguir con la plática cuando una voz se hizo oír entre la multitud, dirigiéndose a ella el dueño.

    — ¡Sandra, qué agradable sorpresa verte!— el joven conocido como Demy apareció acercándose a las hermanas. Miró a Adriana quien lo veía con los ojos entrecerrados y expresión indescifrable—. Ah, Adriana… pues… no es muy agradable verte a ti.

    — ¡Demy!— Sandra se escandalizó y esperó una violenta reacción por parte de la menor, pero en vez de eso ésta atinó a curvar sus labios un poco.

    —Oh, Demian, ¡cielos! Estaba comenzando a preocuparme por el repentino y asqueroso olor a drenaje que cubrió el ambiente. Menos mal que sólo eras tú.

    — ¡Atrévete a volver a decir lo que dijiste!— amenazó Demy más que furioso.

    — ¡Apestas a caño!

    — ¡No lo digas!

    — ¡No me pidas que los haga, idiota!

    — ¡Chicos!— el grito que Sandra lanzó a ambos los sacó de su disputa y pudieron darse cuenta de que todos a su alrededor los miraban extrañados.

    Ah, me encantó la parte de al final. Bien, eso es todo por ahora por lo que despido.

    Hasta otra.
     
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    surisesshy

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    "No hablas en serio, ¿verdad? Sandra, mientras se trate de ti o por ti mi tiempo jamás lo desperdiciaré" Kyaaaaaaaaaaaa, me pusiste a fangirlear como loca con esta oración, Mat es taaaannn lindo, y esa parte me gustó bastante, fue una de mis favoritas, Sandra, ya date cuenta que tú si quieres a Mat y acepta su petición, hace seis años el era inmaduro y no sabía como tratar a las mujeres ¡ahora se ve que ha cambiado! Mira no mas, ningún hombre se atrevería a esperar en el parque por tanto días a que su amor apareciera, esos pequeños detalles son los que cuentan, Mat haría cualquier cosa por ti.

    La historia estaba tan linda y romántica, pero tuvo que ser dañada por la apestosa presencia de "ese" Demy -notese el sarcasmo- Huy, tuvo que aparecer ese don nadie, si, amiga, vamos a hacer un club anti Demian ¿te unes Adriana? XD esa última parte también me gustó, esa chica sui que sabe como insultar a uno XD, espero el próximo capitulo, que ya es el último...... ¡¿ES EL ÚLTIMO?! NOOOOOOOOOOOOOO TT.TT y encima me pides que no llore, cómo no voy a ahcerlo, quiero ver a Demy sufrir más, todavía no ah sufrido lo suficiente, pero tu sabes lo que haces, de seguro será épico lo que viene, ya no espero, hasta entonces, bey.
     
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Demian y Sandra II
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    Jajaja, Suri, me encantan tus comentarios y no creo que Adriana tenga un problema con eso de unirse al club anti-Demian. Jajaja, habrá que pensar en él. Bueno, este es el capítulo final y... ah, mis finales no me convencen, pero me salió largo. De todos modos, lean hasta el final, aguarda un anuncio. ¡Disfruten!

    — ¡Chicos!— el grito que Sandra lanzó a ambos los sacó de su disputa y pudieron darse cuenta de que todos a su alrededor los miraban extrañados.

    Adriana bufó. Era increíble. Estaba pasando una gran vergüenza y todo por culpa del imbécil plantado frente a ella. Por si fuera poco, Sandra estaba sufriendo las miradas de aquella chusma entrometida cuando no pintaba nada en el asunto. Pensar en eso provocó que sus cables conectaran nuevamente.

    —Escucha— habló calmadamente dirigiéndose a Demian—, si no lo has notado, no estamos en el lugar indicado para formar un escándalo. Además, los planes eran que Sandra y yo disfrutaríamos de este día solas, las dos, y esos planes, obviamente, no han cambiado por lo que no hay lugar para terceros.

    —Claro, si fuera Mat no dirías eso.

    —Cuando hablo de terceros me refiero a cualquieras, personas corrientes, sinónimos: Demian; si me refiero a personas distinguidas e importantes hablo de Mat.

    —Qué simpática.

    —Bueno, Sandra, será mejor seguir caminando, aún hay muchos puestos que ver— sugirió la morena ignorando por completo al ojiverde, quien de igual manera no se sorprendió.

    Sandra asintió ante lo comentado y las dos emprendieron su camino teniendo a un Demian tras ellas, a una considerable distancia. Sandra caminaba silenciosa tan sólo escuchado las amenazas y habladurías que dirigía Adriana al pelinegro. Tales como:

    —Adora que lo golpee. Su deseo es recordarme por el resto de su vida. Quiere que tatúe mi puño en su rostro. Ama el maltrato físico.

    Entre otros.

    Miraban los puestos de manera superficial sin detener su andar, hasta que la castaña encontró algo que llamó su atención.

    —Adriana, ¡mira! Ven a ver este hermoso collar.

    La morena, junto al muchacho, se acercó a apreciar el accesorio que había maravillado a su pariente. En verdad era bonito. Era un collar de plata que formaba una flor de ocho pétalos con el mismo material y en cada pétalo había una linda piedra azul incrustada. El centro de la flor lo formaba otra piedra, pero blanca.

    —Tienes razón, ¡es precioso!— concordó Adriana mientras soltaba algo que no debía—: Si Mat no hubiera dejarnos de comprarnos le habría dicho que me lo regalara.

    — ¿Qué?— la inquisición de Sandra hizo que se diera cuenta de lo que había dicho.

    Adriana abrió los ojos, sorprendida ella misma de haber declarado algo tan delicado. Sandra no sabía aquello y ella no era la más indicada para darle una explicación. En tanto, Demian miraba la escena incrédulo. El tal Mat tenía secretos, ¿eh? Muy dentro de sí comenzó a disfrutar la situación.

    —Nada, Sandra, olvídalo. Mejor sigamos.

    —No hasta que me digas qué significa eso que acabas de decir.

    —No dije nada, oíste mal…

    — ¡No me digas sorda! No soy tonta, Adriana, y mis oídos captaron a la perfección. ¿Cómo así que Mat es un comprador? Comprar… Compra… ¿A quiénes compra?

    —Hablando del rey de Roma, miren quien viene allí— intervino Demian dirigiendo su vista a cierto punto entre la muchedumbre, con una extraña sonrisa en su rostro.

    Las hermanas imitaron al joven y distinguieron al alto rubio.

    —A buena hora apareces— murmuró Adriana sarcástica y a la vez preocupada por su amigo. ¡En lo que lo metía!

    —Hola— saludó alegre el ojiazul cuando llegó con el trío.

    —Bien, si no quieres decírmelo tú, se lo preguntaré a Mat directamente— sentenció Sandra y se dirigió al güero—. ¿Qué significa lo que dijo Adriana, que compras a la gente?

    Mat se quedó atónito ante la pregunta de Sandra. Miró a la morena desconcertado.

    —Adriana, ¿cómo pudiste?— apenas logró articular palabras.

    —Se me salió, fue un accidente. Jamás te delataría— intentó arreglar las cosas.

    —Entonces es cierto— los ojos de Sandra comenzaron a empañarse de lágrimas. No tenía en buena estima a los compradores. Eran interesados, ¿no?

    —No es lo que piensas, Sandra— se metió Adriana—. No le eches la culpa, Pablo y yo…

    — ¿Qué? ¿Compraste a mis hermanos?—las lágrimas no pudieron mantenerse más en los ojos de Sandra y ella, sin poder soporta aquello corrió de allí.

    — ¡Espera, Sandra!— Mat reaccionó y salió disparado tras la joven.

    Adriana y Demian intercambiaron miradas antes de correr tras los otros dos, formando así una fila india.

    Sandra corrió sin saber en realidad a dónde dirigirse, y debido a las abundantes gotas de agua salada no se fijó y al estar subiendo un escalón para acceder a la plaza pública, tropezó. Esperó que su cuerpo impactara en el frío suelo, pero el golpe no llegó ya que unos brazos lograron sujetarla mientras su cuerpo era atraído a otro, chocando su espalda con el pecho del otro. Se giró con brusquedad y sus ojos pardos se clavaron en los cielos de Mat.

    —No me toques— imploró soltándose del agarre del rubio retrocediendo un par de pasos.

    —Escucha antes lo que tengo que decirte, por favor— rogó Mat sujetando a Sandra del brazo para que no escapara.

    Adriana y Demian llegaron al lugar de los hechos con la respiración entrecortada.

    —No te conocía en realidad. Puedes tener secretos malos y…

    — ¡No, Sandra, no!— la interrumpió Mat—. Tú no sabes por qué hice lo que hice. Yo… tenía miedo, miedo de perderte. Sandra, todo lo que hago lo hago por ti.

    La joven abrió los ojos, sorprendida. ¿Eso había sido otra declaración? Mientras, Adriana y Demian se mantenían igual de asombrados. Adriana sacudió su cabeza un par de veces para salir de su estupefacción. Observando a ese par descubrió que necesitaban estar solos un momento.

    —Oye, camina. Démosles su espacio— le dijo a Demian mientras le daba la espalda al cuadro. Se mantuvo al lado de su compañero.

    —No eres nadie para darme órdenes.

    —Te estoy diciendo que camines…

    Y tomándolo desprevenido, sujetó a Demian del cuello, con su brazo derecho, haciendo que éste se inclinara hacia atrás un poco para quedar a la altura de ella. Ahora sí, comenzó a caminar provocando que el otro avanzara en reversa.

    — ¡Espera, Adriana, harás que me caiga! Suéltame… no puedo respirar… Es en serio lo que digo. ¡Ya me dolió la espalda!— y por más reclamos que hizo, la morena no lo soltó.

    — ¿De qué hablas, Mat? No te entiendo— exigió una respuesta sin prestar atención a lo que sucedía a su alrededor.

    —La primera vez que conocí a tus hermanos fue cuando tú y yo andábamos de novios, y ellos sabían eso, por lo que cuando no estabas o te distraías ellos me lanzaban miradas gélidas, de enojo, odio quizás. Nunca te enteraste porque ellos lo disimulaban muy bien y yo no me atrevía a decirte lo que pasaba; pero era claro que Pablo y Adriana no me querían, mucho menos si eso implicaba estar a tu lado. No obstante, lo que sentía por ti era demasiado grande como para dejarlo de lado por caprichos infantiles, así que comencé a darles regalos cada vez que los veía para tratar de comprar por lo menos un poco de su cariño y no hicieran algo que pudiera separarme de ti.

    —Pero… en ese entonces pasabas por situaciones económicas muy difíciles— Sandra no cabía en sí de asombro.

    —Es verdad, pero si era por ti el sacrificio la valía todo. Muchas veces intenté darte algún obsequio, pero cuando noté que Adriana y Pablo comenzaron a aceptarme gracias a éstos me dio miedo, miedo de que me quisieras por lo que te diera. Lo siento, por mi paranoia debiste cansarte de mí y por eso me terminaste…

    —No— nuevamente Sandra empezaba a llorar—. Yo terminé porque me fié en lo que la gente me dijo sobre las relaciones a larga distancia. Me dijeron que no funcionaban. Yo lo siento, nunca tomé en cuneta todo lo que sufriste por mí, todo lo que hiciste y yo, sin más, terminé con una relación que quizá jampas debió terminar. Soy una mala persona, no te merezco.

    —No digas eso, Sandra. Tú eres la única que cabría en mi vida. Con tus virtudes, con tus defectos, para mí así eres perfecta. Así te amo. Así que no vuelvas a menospreciarte de esa manera, ¿quieres?— y ante lo último le ofreció una radiante sonrisa, reconfortadora, mientras limpiaba las lágrimas de ella.

    Sandra correspondió con una de sus sonrisa, le obsequió una de las más grandes y bellas que tenía sin dejar de llorar, sólo que en esta ocasión el llanto no lo provocaba la tristeza, el desconcierto o el dolor, no; en ese momento lloraba de felicidad, porque se sentía alegre de sentir las manos de Mat sobre su rostro, de haber escuchado las palabras “te amo” se los labios de su amado. ¿A quién engañaba? Amaba a ese chico desde el momento en que lo conoció. Un hermoso sentimiento que quedó en el olvido por un tiempo y que nadie había logrado sacar a flote, ni Demy, sólo aquel que lo plantó en su corazón.

    —Yo también te amo tal y como eres, Mat— se confesó ella también, abrazándolo—. Perdón por desconfiar de ti de esa manera.

    Mat abrió los ojos, sorprendido. ¿Ella había dicho que lo amaba? La tomó por los hombros y la alejó un poco de sí.

    —Sandra, ¿eso significa que…?

    Ella asintió entendiendo lo que él intentó decirle. El rostro de él se iluminó y sin importarle el hecho de que estuvieran a vista de todos, tomó el rostro de su pareja y acortando la distancia entre ellos, posó sus labios sobre los de ella en un beso que desató en ambos muchos sentimientos que habían enterrado en lo más profundo de su ser y muchos otros, nuevos.

    En tanto, apenas lo suficientemente lejos como para no interrumpir con su presencia, un joven de mirada musgo y una chica de mirada chocolate observaban la escena, ambos con expresiones diferentes. Demian miraba aquello con completo asombro, manteniendo sus orbes lo más ensanchados posible sintiendo que las desilusión, el desasosiego y un malestar terrible lo tomaban como presa suya. En contrate, Adriana veía el asunto maravillada, con una sonrisa enorme, sintiéndose feliz mientras gritaba de emoción:

    — ¡Eso es! ¡Lo sabía, lo sabía! ¡Eres el mejor, Mat!— también se encargaba de dar saltitos por demás jubilosa—. Te lo dije, Mat ganaría la batalla— le restregó a Demian sin ser realmente consciente de lo que el joven sentía.

    Demy le lanzó una mirada poco amable a la morena. Ya había notado que perdió, no tenía porqué reiterárselo en cada oportunidad que tuviera. Lo peor del asunto era que con esa batalla perdida había perdido la guerra también. Se deprimió aún más, tanto que el ambiente lo resintió y Adriana lo notó. Dejó de lado su algarabía y miró a Demian unos instantes y después suspiró.

    —Por favor, ¡no es para tanto! No pongas esa cara de cordero que sabe que está a punto de ser degollado.

    Demian la miró de reojo, pero no dijo nada y su expresión siguió igual de deprimente. Adriana volvió a suspirar.

    —Escucha muy bien lo que voy a decirte, pero no vayas a malinterpretarlo, ¿de acuerdo? No lo digo porque me importes o algo; sin embargo, tu gesto es digno de dar lástima. ¡Hasta a mí me la dio!

    —Si es algo para que puedas seguir burlándote de mí no quiero oírlo, gracias— su timbre de voz se antojó vacío.

    —Aunque existen los motivos suficientes como para hacerlo, no es para burlarme, tómalo como un consejo si quieres. Y es el siguiente: No te enfrasques en tus estúpidas ideas de que Sandra es la única mujer perfecta para ti, porque ni es la única, ni es perfecta. Hay muchos otras chicas que estarían dispuestas a darlo todo por tener un poco de tu atención.

    —Pero Sandra es diferente.

    —Ese es otro error que comenten muchos. Déjame decirte que todos somos diferentes de todos en diversos aspectos. Nadie es igual a nadie. Así que no puedes cegarte con eso tampoco. Camina hacia adelante, abre las puertas que tú mismo te has cerrado. No sólo existe el pie de queso, también hay de manzana, piña, hay pasteles y tartas diversas. ¡Quién sabe! Puede que uno de esos termine gustándote más que el pie de queso.

    Demy sonrió ante el razonamiento expuesto. Era extraño, pero ese engendro del mal lo había ayudado bastante con sus palabras. Ya se sentía más animado.

    —Ah, otra cosa— volvió a hablar Adriana—. Si es verdad que tienes un poco de cerebro te recomiendo que lo uses por una vez en tu vida y trates de conseguirte a alguien que esté enamorada de ti. Habrá muchas candidatas, no te preocupes.

    —Supongo que sí

    —Lo que sea— Adriana comenzó a caminar alejándose de su eterno enemigo.

    — ¿Ya te vas?— preguntó el eterno enemigo, extrañado.

    —Sí… dudo que después de lo que le pasó Sandra esté dispuesta a continuar con nuestro día especial, así que será mejor que me vaya.

    —Tienes razón.

    Adriana volvió a emprender su camino, pero apenas dio un par de pasos cuando la tenue voz del pelinegro la detuvo.

    —Gracias.

    La chica abrió los ojos, estupefacta y se volvió con rapidez. Para cuando lo hizo Demian ya se había girado, dándole la espalda y había comenzado a alejarse de ella. Miró la espalda del ojiverde alejarse y sonrió de medio lado.

    —Idiota…

    Susurró finalmente antes de emprender su trayecto a casa, caminando del lado contrario a Demy, quien caminaba con paso firme teniendo muy presentes las palabras de Adriana. Quizá no abriría las puertas de su corazón aún, pero estaba seguro de que tarde o temprano alguien sería capaz de obtener la llave de ésta y entonces…

    FIN

    Chan, chan, chan. Sé que dice el final, pero aún queda el epílogo, que habla excusivlamente de Demy y aparición especial de... ¡Ajá! Curiosos, mejor esperen, porque aunque me gustaría dejar así la historia:cool: No puedo, prometí emparejar a Demian y es lo que haré en el epílogo. Pero contesten ¿pongo la versión corta o la larga?

    Hasta otra.
     

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