Microrrelato Dejar de existir

Dejar de existir


No supe por qué o cuándo aquel sentimiento llegó a instalarse en mi mente, de lo único que estoy seguro es que me perturbó.

Era un día normal. Me levanté como siempre sin ánimo ni apatía de empezar un nuevo y monótono día laboral, realicé todo mi ritual matutino, salí de mi casa caminé por las sucias calles de mi colonia hasta la estación de autobuses.

Tal vez fue en ese lapso de tiempo cuando supe que iba a morir ese día; o fue antes, pero no me di cuenta por las preocupaciones mundanas que llenaban mi cabeza. No lo recuerdo.
Sólo recuerdo con claridad de un frío sentimiento que inundo mi ser, parecido al miedo y la emoción. Miedo no a la muerte sino a saber cuándo llegaría, mas no cómo; y emoción, una extraña emoción por dejar de existir.

Llegué a la estación a la hora habitual, me senté a esperar que llegara me transporte con una calma parecida a la de un condenado que sabe que no tiene escapatoria.

El autobús llegó. Subí junto con la multitud de personas que tenían un rumbo en común, quería dejar de pensar en morir así que tomé lugar en la tercera fila en el asiento al lado de la ventana, para mirar a través de ella.

Vi a los gigantes edificios dañados y cubiertos de grafitis, dentro de ellos a la gente absorta en su propio mundo ignorando a las demás aunque hablaran con ellas.
Sin embargo no evité seguir pensando en cómo sería mi muerte, un asesinato o un accidente, vistosa o imperceptible.

—Disculpe ¿Me puedo sentar aquí?- me dijo alguien, noté que había más lugares desocupados. Yo no quería compañía.

—Claro- respondí filtrándose el nerviosismo de esperar mi muerte molestando a mi interlocutor, aún así se sentó a mi lado, intentó platicar conmigo, pero se convirtió en un monologo porque no añadía nada, lo ignoraba, pude haber pasado un minuto o tres horas así, perdí la noción del tiempo.

Pronto el autobús llegó a mi destino, bajé de él, estuve mirando el pasar de los autos hipnotizado, despacio me fui acercando al tráfico, en mi mente sólo pensaba en mi muerte produciendo una éxtasis al pensar en experimentarla. Antes de darme cuenta me hallaba en medio de la autopista con un vehículo a diez metros de distancia que no se detenía. Sentí un gran dolor, oí romperse a todos los huesos de mi cuerpo cuando el dolor terminó, una sonrisa apareció en mi rostro lleno de sangre.

Mi existencia había terminado.