Decepción [Neji & Tenten]

Después de una larga ausencia, vuelvo con un nuevo capítulo. Pido perdón, pero las vacaciones me llevaron a lugares insospechados de la noche a la mañana (literalmente), y cuando regresé no podía lograr terminar éste capítulo. No me gustó mucho como quedó, pero hice mi mayor esfuerzo. Espero que les agrade aunque sea un poco.
Si encuentran errores no duden en avisarme!.
Ahora... a leer!

Soledad.​

Sucia, así era como se sentía.

Decepcionada de ella misma.

Su cuerpo yacía inmóvil sobre la cama; la delgada sábana cubría sólo la mitad de su vientre dejando a la vista sus desnudos senos, su largo cabello castaño se esparcía desordenadamente por la almohada y la superficie del colchón, con algunas de sus hebras deslizándose por los hombros femeninos y cubriendo partes de la piel expuesta del torso de la mujer. Apenas respiraba; el pausado subir y bajar de su pecho era lo único que denotaba que aún seguía con vida.

Sus ojos se mantenían fijos en el techo, mientras que una de sus manos permanecía sobre su vientre; ahí mismo en donde su hijo se movía desordenadamente de un lado a otro.

Una sonrisa triste se dibujó en su rostro al tiempo que una solitaria lágrima se deslizaba por el costado de su cara, perdiéndose rápidamente en la desordenada tela que era la sábana.

De sus labios entre abiertos escapó un ligero suspiro apenas audible; como una exhalación desolada de quien renuncia a todo y se deja morir lenta y agónicamente.

Así era como se sentía: muerta.

Su cuerpo aún se mantenía levemente sudoroso; sus labios se encontraban enrojecidos e hinchados, en su piel aún quedaban rastros de aquellas sutiles pero pasionales caricias propinadas por él, y aunque odiara desearlo, sus besos seguían anhelando unirse a los de Neji.

Él se había marchado luego de unir una vez más su cuerpo al de ella; después de besarla con ansias desesperadas; de observarla tan fijamente como si quisiera grabar a fuego en su mente cada una de las forma de su cuerpo. La había acariciado con una delicadeza extraña para alguien como él; aquellas manos callosas habían recorrido cada centímetro de su piel queriendo marcarla como una pertenencia suya y de nadie más. Neji se había dedicado a besar con especial entrega su pequeño vientre, susurrando palabras que ella no pudo entender; prometiéndole a su bastardo el amor que él nunca podría entregarle.

Una vez más había caído en la trampa que le proporcionaba aquel hombre que tanto daño le hacía con su cercanía.

Fue débil y tonta, y se sentía mil veces miserable por serlo, pero aunque le doliera, cuando se trataba de aquel maldito Hyūga no podía negarse ni rechazarlo.

Lo amaba, a pesar de todas y cada una de las cosas que había ocurrido en aquella turbia relación, lo seguía amando; anhelando, deseando, soñando con estar junto a él aun cuando todo indicaba que era imposible.

Quería creer que ellos se esforzarían por lo contrario, aunque todo era sólo una utopía dolorosa.

Parpadeó rápidamente como si de pronto hubiese despertado de su letargo y volviera a la realidad; la soledad la recibía como una cruel compañera.

Recordó a Kankurou, y necesitó con su vida que él estuviera ahí, pero no podía ser una egoísta que sólo por el sufrimiento que sentía, lo obligara a hacerle compañía cuando él también tenía una vida que hacer; un amor por el cual sufrir.

El marionetista de Suna se había marchado a su aldea natal hacia poco más de una semana, con la firme esperanza de poder compartir con aquella persona a la cual amaba. Porque ella y el hermano del Kazekage compartían entre muchas cosas más, un amor imposible, que los mataba lentamente a los dos, y lograba que ambos estuvieran juntos con la esperanza absurda de poder sanarse.

Porque Kankurou buscaba en ella el consuelo de no poder estar junto a la mujer que de verdad amaba; aquella chica que sólo por pertenecer a una acaudalada familia del país del Viento no podía rebajarse a estar con un simple ninja; un vasallo del estado que sólo servía para defender a su tierra; entregar su vida con tal de salvaguardar la vida de los demás. Mientras que ella se refugiaba en Kankurou sólo para tener un pilar del cual sostenerse y poder mantenerse en pie, porque si aquel chico no estuviera junto a ella, simplemente se hubiese dejado consumir por el dolor.

Compartían soledades; amores que dolían hasta matarlos.

Y como si su mente lo llamara, la persona que más necesitaba en ese momento irrumpió en la habitación pese a lo tarde que era. Lucia cansado y sudoroso, quizá por la prisa y el esfuerzo que se había impuesto por regresar pronto.

Tenten lo recibió con una sonrisa vacía, volteando lentamente su cabeza y enfocando sus ojos oscurecidos de tristeza en él, sin mover un milímetro su cuerpo de la posición en la que se mantuvo desde que le pidió a Neji que se marchara y no volviera a buscarla nunca más… por el bien de todos.

En el interior de su vientre, su hijo dejó de moverse luego de permanecer despierto desde que su padre se había marchado.

―Regresaste… ―murmuró al verlo acercarse―, pero fue un poco tarde.

Se escuchaba como una pobre víctima auto compadeciéndose de su sufrimiento, y odió sentirse así, porque sí estaba sufriendo, sólo ella era la culpable de aquello.

Por ser tan débil.

―Él estuvo aquí… ―afirmó Kankurou; podía sentir la esencia de aquel desgraciado Hyūga aún en la habitación.

Otra silenciosa lágrima se deslizó por el contorno del rostro de la chica. ―No me dejes nunca más sola… ―rogó.
El marionetista se acercó lentamente, cubrió completamente el frío cuerpo de la castaña con la sábana y luego besó su frente al tiempo que ella emitía un sonoro sollozo. Con aquella pequeña acción, acababa de prometerle que nunca más se alejaría de ella.

 

Lejanía.​

Las gotas de sudor brotaban desde el nacimiento de su cabello, resbalándose a través de su rostro dificultando levemente su visión pura activada, pero esto no lo detenía; seguía concentrado en su entrenamiento.

Movía con agilidad sus pies sobre la superficie plana del dôjo familiar, lanzando golpes al aire completando su técnica de los 64 golpes para inmovilizar a un oponente invisible. Pero en su cabeza sí había alguien a quien atacar.

Era difícil percibir la brutalidad de sus ataques, para cualquiera que lo viera creería que era uno de sus típicos entrenamientos por mejorar aquellas técnicas que ya dominaba casi a la perfección, pero para alguien que hubiese sido testigo de lo acontecido hacia algún tiempo, sabría perfectamente qué era lo que causaba la furia del genio de los Hyūga .

En su mente resonaban las pocas y precisas palabras dichas por el marionetista de Suna: “No te vuelvas a acercar a ella”, seguidas de un golpe que lo desestabilizó. Cuando fue capaz de reaccionar a tan imprevisto acontecimiento, Kankurou ya había desaparecido.

Los golpes cesaron de un momento a otro, se quitó con agresividad las gotas de sudor que se acumulaban en su frente libre de vendas al tiempo en que lanzaba un bufido que denotaba su molestia. Su mandíbula tensa crujió.

Había perdido la cuenta del tiempo que había pasado desde que el hermano del Kazekage le había hecho aquella advertencia, pero en su cerebro seguía resonando aquel recuerdo que tanta rabia le producía. Lo peor de todo, era que él había acatado las palabras dichas por el hombre.

En realidad no lo había hecho por Kankurou, sino que por la petición de Tenten la última vez que estuvieron juntos; aquella noche en la que pudieron olvidarse del mundo.

Era lo mejor, aunque le provocara todas aquellas sensaciones y emociones que nunca antes había sentido, por el bien de Tenten, del hijo que ella esperaba, el propio y el de todos, lo mejor era que ambos se distanciasen y no volvieran a tener contacto a menos que fuese por una casualidad.

No podía, pero debía.

Las esperanzas de que algo ocurriese y terminara con todo lo que estaba sucediendo ya se habían muerto desde hacía mucho tiempo. Tarde se había dado cuenta de lo importante que era Tenten para él, y tuvo que perderla para comprender que un poco más de actitud para conseguir sus objetivos hubiese servido de mucho al momento de completar su felicidad.

Quizás, se había centrado demasiado en ser el mejor; en destacarse por sobre sus demás compañeros; en ser reconocido por su familia, la misma que no había dudado un segundo en imponerse sobre él para que acatara las decisiones tomadas. Aunque él estuviera en completo desacuerdo.

Desde ahora en adelante, tendría que enfocarse en olvidarla a ella y todo lo que los relacionaba.

Su esposa ya tenía cuatro meses de embarazo, y su vientre era apenas notorio por ser madre primeriza, al igual que Tenten. La diferencia radicaba en que su antigua compañera ya rondaba los ocho meses de gestación, lo que significaba que su hijo bastardo estaba por nacer. Acontecimiento al cual él no estaba invitado.

Quizás debía acostumbrarse a la idea de verla desde lejos, como lo llevaba haciendo desde hacia tiempo. Quizá lo mejor era acostumbrarse a su vida: ya llevaba bastantes meses casado, matrimonio que era insoluble, y además, su tío le había dejado bien en claro que no había oportunidad alguna para que pudiese estar con Tenten, y que si intentaba algo, el más perjudicado sería el hijo que había engendrado con la castaña. Él no quería que nada le ocurriera a su hijo.

Describir las miles de sensaciones que había experimentado aquella noche en que por primera y única vez pudo acariciar y hablarle al bebé que se gestaba en el vientre de Tenten, escapaba de su intelecto; simplemente lo sintió, aunque no lo pudiese explicar jamás con palabras.

Lo que lo contrariaba de aquella situación, era que al realizar la misma caricia al vientre de su esposa, no sentía lo mismo.

Junto a su esposa podía compartir libremente, acariciarla cuando quisiera, hablarle a su hijo en el momento que lo deseara, pero era algo que simplemente no le nacía hacer. Quizás se debía a que aquella actitud no era típica de él; Neji nunca demostraba abiertamente lo que sentía, ni con actos ni con palabras, por lo cual simplemente se limitaba a sentarse junto a ella durante los escasos momentos que pasaba en la aldea y asumir que su esposa entendía que aquella era la muestra de afecto más grande que podría recibir por parte de él.

Con Tenten las cosas siempre habían sido diferentes, y eso él lo sentía, aunque no pudiese entenderlo completamente y adjudicara, quizás erradamente, que la palabra “amor”, era la mejor forma de explicarlo.

Pero su esposa no se mostraba afectada por el rechazo o la falta de cariño. Se veía bastante entusiasmada hablando sin parar sobre su embarazo con aquel sirviente junto al cual había llegado desde el país del Trueno, quien siempre la escuchaba atentamente y le sonría casi desapercibidamente; el único que la soportaba durante todo el día dentro de la mansión.

Neji simplemente la dejaba; él pasaba muy poco tiempo en la mansión Hyūga debido a la alta demanda de misiones que había tenido en el último trimestre, por lo que le parecía bueno que alguien le hiciera compañía a su insoportable esposa, y aquel sirviente había estado junto a ella desde hacia años por lo que sabía, aunque compadecía de cierta forma al chico, el cual era prácticamente de su edad, pero tenía que estar todo el tiempo sirviendo a su altanera, soberbia y despreciativa esposa.

Ya no le importaba realmente; había perdido completamente las ganas de luchar; había descubierto que era causa perdida.

Tenía todo lo que quería con respecto a su nivel de ninja; era reconocido por todos como uno de los mejores en la aldea y tal vez entre las demás naciones shinobis. El nivel que había alcanzado su Byakugan era envidiado por muchos dentro de su familia; había cumplido su sueño de ser el mejor, pero eso no completaba su felicidad.

Lo que le faltaba a su vida estaba lejano y debía mantenerse ahí; ya su tío le había prohibido acercarse a Tenten, y él, como siempre, había agachado la cabeza y acatado una nueva orden que no le agradaba, pero siempre había sido así ¿Por qué tendría que cambiar ahora cuando no tenía las posibilidades de hacerlo?

Su lista de prioridades había sido fijada desde hacía muchos años, y Tenten no estaba dentro de ella, y ahora que ya no había vuelta atrás comprendía que tal vez debería haber pensado que su compañera llegaría a ser parte importante y fundamental en su vida.


Ahora era tarde. Debía continuar con su vida, y dejar que Tenten hiciera lo mismo con la de ella.

Aunque no sabía qué sería de su hijo. Tampoco quería saberlo.

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Me agrada más esto de dejar mensajes al final, pero no sé como poner la rayita al final para poder separarlo ¿Estará prohibido hacerlo? Sí es así, yo no lo sé.

bueno, en éste capítulo se retrata al Neji derrotado, que ya ha perdido cualquier esperanza de poder volver a estar con Tenten, y así como va la historia, al parecer se quedará así...

Las dejo con la intriga. Espero sus comentarios.