Dear Family (GaaMatsu, NaruHina, SasuSaku y mucho más)

¡Hola!

Mil gracias por sus lindos comentarios, me alegra que les esté gustando tanto mi fic ^^ lástima que hayan borrado tantos, pero bueno, aún así los puedo leer xD

Espero que les guste esta, que es sólo la primera parte del capítulo cinco ^^

PD: perdón si hay errores de ortografía ^^u

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Capítulo 5: Las fronteras de lo desconocido

Todavía no dejaba de pensar en las palabras de Tenten cuando ésta le leyó las cartas. Era ridículo, ilógico, pero por más que se negaba a creerlo, la imagen de Gaara mirándola con sus ojos fríos se paseaba por su mente una y otra vez en cuanto esas palabras se repetían.

No podía ser verdad.

Alguien tan exitoso como Gaara jamás se fijaría en la insignificante maestra de un jardín de niños. Además no es que ella fuera realmente linda; no era muy alta que digamos, no tenía el prominente busto de muchas de sus conocidas, ni su cabello o color de ojos eran llamativos. La verdad era que no tenía nada especial, era una chica tan normal como cualquiera.

¿Cómo podría él mirarla con otros ojos?

—¿Y por qué demonios me preocupa tanto? – Se preguntó, con el ceño fruncido, al mismo tiempo que se llevaba una mano al pecho, confundida —. Yo no siento nada por él, ni siquiera le conozco… ¿Entonces por qué…? – Volvió a cuestionarse.

Justo en ese momento el timbre que daba fin al periodo de clases comenzó a sonar, avisando que ya era la hora de que vinieran los padres a recoger a sus pequeños.

Su corazón se apretó al pensar en que vería otra vez a Gaara y el sonrojo no tardó en colorear sus mejillas, dándole un aspecto aniñado.

—Rayos… - Susurró con una sonrisa, al darse cuenta de que efectivamente el sólo hecho de pensar en que lo vería en pocos minutos la ponía extremadamente nerviosa.

Trató de serenarse, eso era lo mejor que podía hacer para estar calmada en frente de él, respirar muy hondo y olvidarse de la lectura de cartas de Tenten.

—Sí, eso está bien – Se dijo, convenciéndose de que así evitaría ponerse nerviosa en frente de Gaara. Salió afuera a despedir a todos sus alumnos, la mayoría eran recogidos por su madre, alguna nana o por los dos padres, de hecho Amaya era la única niña que era recogida sólo por su padre, lo que le hacía pensar en lo triste que podría estar esa pequeña por haber perdido a su mamá.

Ella también había perdido a sus padres, por eso podía entender lo triste que uno podía sentirse con eso.

—¡Papi! – La escuchó gritar. Sonrió dulcemente al ver lo animada que estaba la rubiecita y que corrió emocionada a los brazos de su padre, ese hombre que siempre la ponía tan nerviosa cuando la miraba fijo, como ahora, pues apenas se separó de su hija lo primero que hizo fue mirarla a ella.

—Amaya ¿Te has portado bien?

—¡Sí papi! – Respondió muy efusiva la pequeña. Tomó la mano de Gaara y lo jaló hacia donde estaba de pie la joven maestra, sonriéndoles —. ¡Hasta mañana, Matsuri-sensei!

—Hasta mañana pequeña – Le dijo Matsuri, para después mirar al hombre con timidez, con esa expresión que la hacía lucir tan linda a ojos de él, porque no podía evitar llevarse esa impresión de la joven, de verdad que ella le provocaba algo que nunca antes había sentido —. Buenas tardes Gaara, espero tu día haya estado bien… - Luego de eso bajó la mirada —. Hasta mañana.

—Hasta mañana Matsuri, espero tu día haya sido bueno también – Gaara se dio la vuelta dispuesto a marcharse, pero por más pasos que daba, sentía que se estaba equivocando al alejarse de ella, quería estar cerca de esa persona tan especial, que a pesar de que sabía muy poco sobre ella era como si su frágil e inocente presencia le llamara a gritos, y quería acercarse más, sentir que tan dulces eran sus labios y que tan cálida era su piel, pero eso no lo podía hacer, seguramente se estaba volviendo loco porque hace tiempo que no estaba con una mujer, su cuerpo necesitaba satisfacer necesidades.

Sí, sólo era eso.

—Vamos, Amaya – Le dijo a su hija, abriéndole la puerta para que entrara al auto, lo cual la niña hizo alegremente.

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Sasuke estaba junto a Naruto en la cafetería de la televisora, después de haber despedido a Hinata, los dos se quedaron charlando de muy mala gana sobre lo que había sucedido con Sakura hace un rato, era por eso que ahora el azabache se veía tan abatido.

—Tú sabes que no fue mi intención – Terminó de hablar, al mismo tiempo que el rubio le veía con enojo. Era verdad, siempre fastidiaba a Sasuke con la obsesión que Sakura sentía por él, pero eran simples bromas, jamás creyó que a su amigo le molestara tanto ni mucho menos que fuera esa clase de tipo que hablan mal de las mujeres con las que han estado.

—Bueno, ya lo hiciste Sasuke ¿Quieres que te felicite? – Cuestionó, aún molesto. Bajó la mirada, revolviéndose el cabello —. Sería mejor que hables con Sakura-chan y le pidas disculpas, no se merece que le hagas algo así.

—Sí, tienes razón – Reconoció el azabache. Se puso de pie de pronto y se alejó sin despedirse. Tal vez todo el tema del regreso de Itachi lo tenía mal y por eso estaba actuando como un verdadero idiota, porque era cierto, jamás fue su intención decir todas esas palabras hirientes, era sólo que se encontraba ofuscado.

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Había dejado sus maletas en la entrada, admirando la gran mansión que perteneció a su tío fallecido. Su primo le dio un leve golpecito en la espalda para que espabilara, pues al parecer estaba paralizado.

—Venga Sasori, pareces idiota – Dijo Kankuro divertido —. Hace años que no nos vemos y tú te maravillas con la casa, cuando deberías saludarme ingrato.

—No te pongas sentimental – Respondió el pelirrojo, que en realidad tenía un leve parecido con su otro primo, el menor de todos. Sasori tenía la misma edad que Kankuro, veintinueve años, pero muy a diferencia de su primo que ya estaba casado, él se consideraba aún demasiado joven como para amarrarse a una sola mujer, porque su vida consistía en vivir a lo grande y, para él sería muy aburrido vivir con una sola, respetar a una sola.

—Bueno, ponte cómodo, ya vendrá algún empleado a recoger tus maletas para llevarlas al que será tu cuarto – Dijo el castaño, como todo un dueño de casa —. Ah por cierto, Gaara quiere verte, dijo que se moría por jugar una partida de póker contigo, aseguró que esta vez te ganaría.

—Ese mocoso, ya verá que no me podrá ganar jamás – Susurró Sasori, tomando asiento sobre un cómodo sillón blanco. Cerró los ojos y se acomodó a su gusto.

—Sabes que Gaara ya no es ningún mocoso, es más, se ha vuelto bastante responsable – Comentó Kankuro, sentándose sobre el sillón de enfrente, mientras un empleado se llevaba las maletas de su primo —. Está viviendo con su hija ya que la madre falleció.

—¿Sayuri murió? – Inquirió Sasori con sorpresa, sin poder creerse la noticia. Solía llevarse bien con esa mujer, que muchas veces le pidió ayuda con Gaara y que una que otra noche cayó en sus brazos debido al despecho, aunque claro, su primo jamás lo supo —. Vaya, espero que descanse en paz, que desperdicio que una mujer tan bella ya no esté en este mundo.

—Sí, opino lo mismo – Le secundó el castaño —. Pero en fin ¿Tú no piensas sentar cabeza? Ya vas a llegar a los treinta y sigues siendo un solterón ¿No te aburres?

—Para nada – Respondió el pelirrojo, esbozando –nuevamente- su arrogante sonrisa, aquella que a las chicas derretía siempre —. Ser soltero es lo mejor, puedes hacer lo que quieras sin tener que responderle a nadie por ello, nadie te regaña, nadie te reprocha nada – Se llevó una mano a la mejilla —. Aunque algunas veces recibes uno que otro golpe – Rió por lo bajo.

—Que poca vergüenza – Dijo Kankuro, también sonriendo. Él solía ser bastante activo con las mujeres, pero maldecía el día en que se enamoró de una, porque ella lo hipnotizó y aunque al principio lo hizo muy feliz, ahora no hacía más que amargarle la vida. Siempre había sido fiel a su esposa, a pesar de haber sido tentado muchas veces su amor por ella era más fuerte, pero no sabía hasta donde podría soportar con este matrimonio fallido.

—Por cierto Kankuro ¿En donde es que está Shizuka? Quiero saludarla – Sasori recordaba a Shizuka, una modesta mujer de la cual su primo se había enamorado como un loco, aunque claro, ella no era de su tipo por ser demasiado corriente, le parecía muy flaquita, ni siquiera tenía unos grandes senos como a él le gustaban, aunque su sonrisa era bonita,

—Eh, debe estar viendo la tele – Contestó Kankuro, pero justamente vio bajar a su mujer por las escaleras. Llevaba puesto un vestido negro y escotado, ya que su marido le había avisado de las “visitas” y ella siempre deseaba lucir presentable en estos casos —. Ah, ahí viene, ven a saludar a mi primo amor – La llamó

Ella terminó de bajar las escaleras y se paró enfrente del hombre de cabellera rojiza y desordenada, el cual la miró prácticamente boquiabierto. Su larga cabellera castaña estaba tomada en un moño alto, dejando algunos cabellos sobre su rostro. Sus ojos, de un enigmático dorado, parecían más feroces que antes, casi felinos, hermosos. Y su cuerpo también había cambiado, al parecer una operación de busto le fue suficiente para producir todo ese cambio en ella.

—Vaya, Shizuka, hola – Sasori se levantó como un resorte, tomándola delicadamente de la mano para depositar un beso delicado —. Es un gusto volver a verte después de tanto tiempo.

—Lo mismo digo, Sasori – Respondió ella, sonriendo.

Kankuro no presenció nada extraño en esa presentación, a fin de cuentas sabía lo mujeriego que era su primo y lo que le gustaba a su esposa llamar la atención, no había de que preocuparse.

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Ino entró corriendo a aquella pequeña casa, usando una llave que siempre llevaba en su bolso, la conservaba de cuando solían vivir juntas, por eso cada vez que la visitaba la utilizaba. Después de entrar, empujó la carriola del bebé, lo traía consigo porque su padre estaba trabajando.

—¿Sakura? – La llamó. Hace un rato su mejor amiga le había llamado por teléfono, estaba llorando y se oía realmente mal, por eso se preocupó y decidió venir a verla, temía que algo malo le hubiese pasado —. Sakura ¿Dónde estás? – Volvió a llamarla, pero nada.

Frunció levemente el ceño. Soltó la carriola de su hijo y le miró con una sonrisa.

—Amor, mamá irá a buscar a la tía Sakura y regresa enseguida – Le avisó, a lo que el niño sólo asintió con la cabeza, mientras jugaba con un osito de peluche.

—Mami, veve ápido – Dijo el pequeñín, a lo que ella asintió.

Sin hacer ruido, se encaminó a la habitación de su amiga rosada, cuando iba por el pasillo escuchó leves sollozos, que se hicieron un poco más fuertes y desesperados al acercarse un poco más. Su ceño se frunció con preocupación, por lo que sin esperar un segundo más, abrió la puerta, observando sorprendida como la chica se dirigía un par de tijeras enormes al cuello.

—¡Sakura! – Exclamó espantada. Corrió hacia ella y la abrazó por la espalda, quitándola las tijeras para arrojarlas lejos de su cuerpo —. ¿Qué estás haciendo estúpida? – Preguntó, notando los mechones de cabello rosado esparcidos por todo el suelo de la habitación —. ¿Acaso tratabas de matarte?

—Ino… - Fue todo lo que dijo Sakura, comenzando a llorar más fuerte. Su mejor amiga sólo la abrazó más fuerte, sin saber aún que le pasaba, estaba sospechando que se trataba del imbécil de Sasuke, porque él era el único que podría hacerla sufrir de esa manera.

—Cálmate, lo que sea que haya pasado no vale la pena para que estés así – Le sugirió, sintiéndose aliviada de haber llegado a tiempo, pues no sabía que pudo haber pasado de no hacerlo.

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Al llegar al departamento, Gaara se entretuvo un rato buscando la llave del mismo, pero al hallarla notó como la vecina de enfrente salía, al parecer para sacar la basura, pues llevaba una bolsa en sus manos y la arrojó al contenedor.

—Hola Gaara – Saludó la chica de nombre Yuki. Él asintió con la cabeza, sin notar que su hija le quitaba las llaves para abrir ella misma, ya que se había quedado como un idiota observando a la mujer que tenía en frente.

Ante todas las cosas, él era un hombre y cualquier mujer hermosa y que fuera vestida de la manera tan provocadora en que iba Yuki, le habría llamado la atención.

La chica echó un vistazo a la niña, que alzaba sus piernitas tratando de alcanzar la chapa de la puerta, pero era aún demasiado bajita. Sonrió ante eso.

—¿Cómo ha estado todo? Me imagino que debe de costarte mucho cuidarla ¿No es así? – Preguntó, con una sonrisa que evidentemente trataba de seducirlo, pero él seguía con su semblante impenetrable, a pesar de que por dentro sí le provocara algo.

—Hago lo mejor que puedo, obviamente no estoy acostumbrado, pero tarde o temprano lo haré – Respondió. Se volteó para encontrar a su hija aún tratando de abrir la puerta, la verdad era que lucía muy graciosa, por lo que no pudo evitar esbozar una leve sonrisa —. Si me disculpas, debo atenderla, pero gracias por preguntar.

—De nada, ya sabes que cuando desees cuentas con mi ayuda – Aseguró Yuki antes de entrar a su propio departamento. Gaara aún recordaba un par de fogosas noches pasadas con esa mujer, pero ahora no debía pensar en eso.

Se volteó, quitándole las llaves a Amaya para por fin abrir la puerta, mientras una cosa daba vueltas en su cabeza. Yuki era una mujer hermosa, pero a pesar de que le gustó verla de esa manera tan provocadora, no sintió lo mismo que cuando veía a la dulce maestra de su hija, no sentía esa extraña necesidad de tenerla cerca, no era un sentimiento cálido y agradable.

—No sé que me pasa, yo no soy así – Pensó con el ceño fruncido, ingresando a su departamento.

Mientras tanto, la niña corrió hacia el interior, cayendo sentada sobre el sillón de terciopelo, para encender la televisión en el canal infantil, ya que a esa hora pasaban sus caricaturas favoritas.

—¡Papi, tengo hambre! – Comunicó muy sonriente, a lo que el joven empresario simplemente suspiró.

Definitivamente tenía que tomar clases de cocina ¿Pero a quién le podría pedir consejo?

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Matsuri y Tenten caminaban juntas de regreso a casa, ya que peculiarmente coincidían hasta cierto punto, en donde ambas se despidieron sonrientes, tomando direcciones opuestas.

La castaña de chonguitos iba distraída, pensando en algunas tonterías. A decir verdad su vida no era del todo entretenida, tenía veinticinco años y seguía siendo una mujer soltera y sin compromisos, siempre que veía a las parejas abrazarse en el parque se preguntaba cuando le tocaría la oportunidad, pero claro, nada sucedía. Incluso cuando se leía a sí misma las cartas, no veía nada interesante en su futuro, por eso dejó de hacerlo para sí misma.

—Buf, que aburrido – Se dijo. En eso, miró hacia el frente, donde se encontraba la gran tienda departamental “Konoha”. Esbozó una leve sonrisa y decidió echar un vistazo.

Una tienda de ropa femenina le llamó la atención y al entrar escuchó ciertos murmullos que la perturbaron un poco, pero decidió no prestar atención, pues al parecer se trataba de las mujeres presentes, que murmuraban sobre una presencia masculina en la tienda, cosa que no era muy común pues es bien sabido que los hombres no se atreven a entrar en ese tipo de lugares.

Miró de reojo y sólo pudo notar la espalda del chico, que al parecer, tenía una larga cabellera castaña.

—Que gracioso – Susurró, riendo en silencio, seguramente había sido arrastrado ahí por alguna novia, pues se fijó y vio a una muchacha de largo cabello castaño claro, pidiéndole que sostuviera varias bolsas —. Pobrecito – Volvió a murmurar, antes de tomar un precioso conjunto que le encantó.

Del otro lado de la tienda, específicamente donde se encontraba el guapo joven por el que varias suspiraban y murmuraban halagándole, éste se sentía totalmente incómodo, odiaba cuando su prometida le obligaba a acompañarla de compras, porque siempre terminaba pasando vergüenzas o esperando horas a que se decidiera qué comprar, además, estaba enojado porque nunca supo que demonios se traía la –desde hoy- loca de su prima Hinata.

Neji Hyûga, sí, Neji Hyûga, estaba que golpeaba a alguien mientras sostenía las compras de su novia, que por lo demás él había pagado.

—Eri ¿Podrías darte prisa? Quiero irme de aquí – Rogó en voz demandante, sin embargo sólo obtuvo una animada sonrisa de parte de su adorado tormento.

—Espera a que me pruebe esto – Respondió, enseñándole un conjunto blanco de encaje, curiosamente, el mismo que había escogido Tenten —. Después lo estrenaré contigo ¿De acuerdo, Neji-kun?

Él sólo cerró los ojos con fastidio, pero con un leve sonrojo en sus mejillas, por lo que no notó cual fue el probador en el que ingresó su novia.

Miró hacia su costado y notó a dos chicas que cuchicheaban sin disimulo sobre su persona, además se jactaba de tener un excelente oído, por lo que una leve y arrogante sonrisa apareció en sus labios al oír como ellas halagaban su atractivo.

—Mocosas – Murmuró.

Esperó un rato más a que su novia estuviera lista, pero esa mujer se tardaba lo suyo y ya se estaba impacientando, esperar no era una de sus virtudes, así que decidió ir a buscarla en el probador, a fin de cuentas no había nada de ella que no hubiera visto ya.

Miró abajo para comprobar que no estaba equivocado, y cuando notó una parte del mismo sujetador que ella le enseñó, supo que ese era su probador.

—Oye Eri ¿Se puede saber hasta cuando me harás esperar? – Interrogó con voz molesta, abriendo de golpe la cortina, en donde una guapa joven castaña se encontraba sin nada que cubriera su parte superior. La miró de arriba a abajo, dándose cuenta del gran error: ¡Ella no era su novia!

Por su parte, Tenten le miró con la boca abierta, así mismo como estaba él, se cubrió con ambas manos sus senos desnudos y antes de que Neji Hyûga lograra reaccionar, ya había sido rudamente golpeado en la mejilla, además de haber sido llamado “pervertido”.

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Matsuri atravesó la puerta de su departamento, divisando a su mejor amiga con una enorme sonrisa, sin embargo antes de poder preguntar que pasaba otra sonrisa apareció en sus labios al mirar hacia su sala, encontrándose con un muchacho alto, de cabello azabache y muy apuesto, sentado en el sofá.

—¡Itachi! – Exclamó emocionada, saltando a los brazos de su primo como si se tratara de un novio al que amara mucho, aunque claro, no era el caso —. ¡No puedo creerlo, de verdad eres tú?

—Claro que soy yo pequeña – Dijo sonriente el moreno, correspondiendo al abrazo de su prima favorita –aunque a decir verdad era la única-. Se separaron luego de unos segundos, para que él la mirara fijamente —. Has crecido mucho, estás hermosa, ya eres toda una mujer.

—Claro, cuando te fuiste sólo tenía diecisiete años – Le recordó la castaña, haciendo un gracioso puchero —. Han sido cinco largos años, no sabes cuando te he extrañado.

—Y yo a ti pequeña – Dijo Itachi. Matsuri se separó de él y le sonrió abiertamente, hace tiempo que no se sentía tan feliz de ver a alguien, excepto cuando sus ojos se posaban sobre la figura de cierto pelirrojo.

—Matsuri, tu primo es muy amable – Le dijo Sari, rompiendo el ambiente silencioso. Se acercó un poco a su amiga y le murmuró unas cuantas cosas —. Nunca me dijiste que fuera tan guapo, y menos que se parecía tanto a Sasuke-san, casi me da un infarto cuando lo vi en la puerta.

Matsuri sólo rodó los ojos, regalándole otra sonrisa a su adorado primo.

—¿Y donde te estás quedando, con tío Fugaku y tía Mikoto?

—Así es – Itachi asintió con la cabeza —. Sería demasiado problemático buscar un departamento, por el momento me conformo con vivir con mamá y papá, ya después veré que hacer – Comentó mientras que Matsuri se sentaba a su lado y Sari salía corriendo a la cocina, al parecer para traer algo de comer —. Esta vez me quedaré indefinidamente.

—Que buena noticia – Dijo la chica. Miró a Itachi con cierta duda después de un rato —. Y dime ¿No regresabas a Japón con un amigo?

—Ah, sí – El chico se mostró un tanto incómodo, no le agradó para nada que su prima se interesara en conocer al mujeriego ese de Sasori, prefería mantenerlos muy alejados, sobre todo ahora después de descubrir lo hermosa que se había puesto, pues conocía los gustos de su amiguito y aunque él lo negara, las castañas eran su debilidad y le fascinaban los ojos negros, grandes y brillosos como los de su adorable prima. Desvió la mirada —. Sasori se quedó en casa de unos primos, ¿por qué la pregunta?

—Simple curiosidad – Respondió Matsuri —. Por cierto, que nombre tan impactante tiene, eh.
Itachi sólo asintió de mala gana, al mismo tiempo que Sari regresaba con varios bocadillos y unas gaseosas sobre una bandeja.

—Y dime ¿Has visto a Sasuke?

—Claro, estuvo aquí hace poco, pero no se alegró al saber que venías, creo que no debí decirle – Se lamentó la castaña bajando la mirada. Itachi asintió con la cabeza y Sari nuevamente se quedó sin entender, ya comenzaban a fastidiarle los asuntos de familia.

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Ya la luna se asomaba en lo alto del oscuro cielo estrellado. La joven rubia se estaba ocupando de arreglar un poco el desastre que se había dejado su amiga en el cabello, la cual, a su vez parecía ida, como perdida en otro mundo, mirando al frente un punto inexistente entre la pared y el espejo. El hijo de Ino reía en su cochecito, al lado de su mamá, mientras jugaba sin entender lo que estaba pasando.

—¿En qué estabas pensando? – Volvió a preguntar Ino, en tono de tristeza, pues conocía demasiado a Sakura y ella no era así, no era alguien que se dejara derribar tan fácilmente ni mucho menos deprimirse de esa manera.

—En nada – Respondió la peli rosa, llevándose una mano al cabello, que ahora estaba corto. En ese momento no supo lo que hacía, había perdido la noción de todo y sólo podía ver las lágrimas cayendo por sus mejillas, mientras sus manos movían solas aquel filo metálico.

—¿Qué te hizo Sasuke-kun? – Inquirió Ino, estaba demasiado segura de que todo era culpa de ese insensible hombre, entre hombres como él y Gaara podían acabar el mundo con todos los corazones rotos que dejaban por ahí repartidos.

—No me hizo nada – Mintió Sakura. La verdad era que no quería reconocer que él la había tratado como a una cualquiera cuando ni siquiera sabía que estaba oyendo, no quería recordar ni repetir todas esas horribles palabras, porque le dolían demasiado.

—Sakura, no me mientras, te conozco y sé que no estarías así por nada – Ino insistió con el tema, no iba a estar tranquila hasta no obtener una respuesta convincente, pero justo cuando pensaba hablar el timbre comenzó a sonar. Frunció el ceño y se puso de pie —. Ya vengo, veré quien molesta, por favor cuida de Seichiro.

Sakura no dijo nada, sólo asintió con la cabeza y miró de reojo al bebé, que le regaló una tierna sonrisa y de cierta forma le devolvió un poco de paz.

Ino mientras tanto, se dirigió a abrir la puerta, encontrándose con nada más y nada menos que Sasuke del otro lado, el cual se veía un tanto nervioso y fastidiado. Podía adivinar que lo que intentaba hacer era disculparse por alguna estupidez que había cometido, era tan típico de Sasuke.

—Dime qué le hiciste – Exigió saber, sin siquiera saludarlo, mientras él sólo la miraba sin inmutarse en lo más mínimo, porque también conocía de sobra el carácter de Ino, no por nada Gaara le habló de ello.

—No vengo a darte explicaciones, quiero hablar con Sakura, además ¿Qué haces tú en casa de ella? Vete a tu casa – Y sin más el Uchiha ingresó, dispuesto a buscar a la persona con quien quería hablar, sin embargo Ino no le permitió avanzar más de dos pasos, agarrándolo del brazo.

—Tú no vas a ver a Sakura ¿Acaso tienes una idea de cómo la has dejado? Cuando llegué aquí, ella tenía unas tijeras apuntando a su cuello.

Al oír aquellas palabras los ojos del azabache se mostraron sorprendidos, por lo que corrió, soltándose del agarre de la rubia, para buscar a Sakura con rapidez.

—¡Sakura! – Exclamó con semblante de preocupación. Entró desesperado al cuarto, sólo para encontrarse con la imagen de la ojijade, sonriéndole al bebé de su amiga. La miró fijamente, dándose cuenta del cambio en su aspecto, pero no le tomó demasiada importancia a ello, sino más bien a su semblante, parecía demasiado afectada por lo que le oyó decir.

—Sakura – Ino entró apresurada, pasando de largo a Sasuke —. Lo siento por dejarlo entrar, lo echaré de inmediato.

—Está bien Ino – Le respondió Sakura antes de dejarla terminar, sonriéndole —. ¿Puedes dejarme hablar con él a solas? Gracias por haber venido y haber traído a Sei-chan de visita, pero… necesito estar sola.

—¿Estás segura?

—Sí, por favor – Respondió Sakura asintiendo con la cabeza. Ino la miró con preocupación y duda, pero accedió y se marchó junto a su bebé, dejándolos a los dos completamente solos en la casa.

Sakura se puso de pie, pero sin mirar a Sasuke en ningún momento y antes de permitirle hablar, lo hizo ella primero.

—Te equivocabas al pensar que yo me acerqué a ti solamente porque eras popular, Sasuke-kun – Esbozó una sonrisa de tristeza, incomparable con cualquier otra que Sasuke hubiese visto antes, tanto así que sintió un frío detrás de su espalda —. Yo te quería de verdad, en serio.

—Sakura yo, siento lo que…

—No te disculpes – Lo interrumpió, mostrándole sus ojos rojos de tanto llorar, pero que ya no tenían ni una lágrima más para derramar, ya no más —. No tienes que sentirte mal por mí, tú ya dijiste lo que pensabas ¿No es así? No tienes por qué tratar de arreglarlo.

—Pero yo…

—No – Nuevamente, la chica se adelantó —. Sé que te he molestado, que no soy más que un fastidio en tu vida, pero ya no será así, te lo prometo – Y entonces volvió a sonreír, a simple vista parecía animada y feliz, pero Sasuke sabía que por dentro seguramente se estaría retorciendo de dolor, de la tristeza que él le había causado con su imprudencia ¿En qué maldita hora se le ocurrió abrir la boca?

—Pero al menos escúchame – Exigió de pronto, molesto por haber sido callado tantas veces por ella, por una chica que no hacía más que ir detrás de él todo el tiempo ¿Es que acaso era su culpa que ella fuera así? Pues no, se lo buscó sola por insistente, por obsesionada —. No quieras hacerte la victima en esto ¿Quién pensaría que una chica como tú se fijaría en mí sólo porque sí? Por favor.

—¿Ves? Vienes aquí humillado a disculparte, sin embargo ni siquiera eres sincero, sólo bastaron un par de palabras para hacerte sacar tus verdaderas intenciones – Dijo la chica con el ceño fruncido, dejando de lado esa mirada triste y lastimera, porque ya estaba cansada de sufrir por ese hombre insensible, él ya no le haría ningún daño —. Pero como ya te dije, no te preocupes, no te volveré a molestar ¡No te volveré a ver nunca más!

—¡Bien, yo creo que eso es lo mejor! – Gritó Sasuke, casi perdiendo los estribos por un minuto, sin embargo eso a ella no le importó.

—¡Perfecto, adiós para siempre Sasuke Uchiha, te deseo mucha suerte! – Y con esto, lo empujó hacia la salida, hasta dejarlo fuera de su casa, para después cerrarle la puerta en las narices.

Sasuke estaba tan molesto por haber sido corrido que comenzó a darle golpes a la puerta, pero obviamente sabía que nadie le abriría, ya todo estaba dicho.

—¡Hasta nunca, estúpida molestia! – Con aquellas últimas palabras, se dio la vuelta, notando como de pronto varias gotas comenzaban a caer del cielo, hasta formar una gran tormenta que lo mojó de pies a cabeza, furiosa, así como se sentía él.

Dentro de la casa, Sakura se dejó caer sobre el piso, abrazándose a sí misma, mientras sus lágrimas se iban acabando una por una.

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¡Bueno, eso ha sido todo po ahora!

¿Qué les ha parecido el capítulo?
¿Cual fue su parte favorita y por qué?
¿Creen que Sasuke fue demasiado tonto, o Sakura demasiado dura?
¿Qué habrá pasado realmente entre Sasuke e Itachi?
¿Esperaban que Neji y Tenten se conocieran de esa manera?
¿Sasori será un hombre peligroso? xD

Bien, me despido, creo que ya les he dado mucho por hoy xD Por favor, recuerden no hacer comentarios spam que luego son borrados ^^

¡Hasta pronto!

 

¡Hola!

Bueno, primero que todo ya saben, gracias por todos sus comentarios en mi fic, lamento que hayan sido borrados varios de ellos ¿Pero que se le va a hacer? ¡Chicas, digan no al spam!

En fin, creo que este es el fic que actualizo más rápido, será porque me gusta xD Pero aquí les dejo la conti, aunque puede que pronto actualice los demás ^^

PD: no vayan a odiar a Ino por este capítulo xD

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Hinata estaba en su cuarto, leyendo el guión que le habían entregado, al parecer era escrito por la prima de uno de sus compañeros de actuación. Estaba tan emocionada, jamás imaginó que ella serviría para algo tan complicado como actuar, interpretar a otro ser y meterse en el personaje hasta sentir que se trataba de uno mismo.

—Que divertido – Susurró para sí, cayendo sobre su cama de espaldas, con el guión en las manos. Había leído con mucho interés el primer capítulo, ya sabía que le tocaba ser pareja de Naruto, sin embargo al parecer tenía un enredo amoroso con Kiba, bueno, más bien con los personajes que ellos interpretaban. Su papel era el de una jovencita tímida y recatada, pero que lograba hacerse notar poco a poco y, que se enamoraba del personaje que haría Naruto —. Naruto-kun… - Sus mejillas se tiñeron de rojo al mencionar ese nombre —. Me pregunto si yo… ¿Tendré que besarlo?

Se levantó de golpe, con el rostro totalmente rojo ¿Besar a Naruto? Era ciertamente algo en lo que no había pensado, pero vamos, sólo eran besos falsos ¿O no lo eran?

—Ay… Dios, me siento nerviosa…

Decidió dejar el guión sobre su cama, ya la asaltaba el hambre y bajó a buscar algo de cenar, pero lo que vio al llegar a la sala de la casa fue a su primo entrando empapado por la puerta principal, con una marca roja en la mejilla.

—Neji-niisan ¿Te sucedió algo? – Preguntó sorprendida, pues era la primera vez que le veía esa expresión en la cara, una extraña mezcla entre furia y ¿Vergüenza?

—Estoy bien, no es nada – Dijo las palabras casi como si las estuviera escupiendo, cosa que no convenció para nada a su prima, pero decidió no seguir preguntando pues claramente Neji no estaba de humor, tal vez se había peleado con su novia, pero eso era muy improbable, es decir, ellos dos se llevaban demasiado bien como para ser cierto.

—Que extraño – Pensó la ojiperla, arqueando una ceja.

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Después de despedir a su primo Itachi, Matsuri se dio un largo y relajante baño caliente en la tina, pues necesitaba descansar de todo el estrés.

—Gaara… - Ese nombre escapó sin querer de sus labios, al mismo tiempo que cerraba sus ojos y se hundía entre el agua y la espuma de la bañera. Sus mejillas ya estaban rojas por el vapor, pero más que nada al recordar la sonrisa de ese hombre, que sinceramente, la tenía suspirando como una loca —. Mou ¿Qué me pasa? Alguien como él nunca se va a fijar en una mujer como yo, soy tan tonta – Se dijo, haciendo burbujas en el agua con su boca.

—¡Matsu! – Exclamó Sari, entrando sin más al baño —. Oye, oye, a que no sabes quién está saliendo en la televisión ahora, lo están entrevistando y está tan guapo que me desmayo - Decía feliz, casi saltando en un pie. Matsuri la miró confundida y ella siguió hablando —. ¡Es Naruto!

—¿Naruto? – Al oírlo, la castaña se levantó como una bala de la bañera, llevándose una toalla alrededor de su cuerpo, para salir y ver que efectivamente el guapo actor estaba en la televisión, en el programa de entrevistas del gran Jiraiya, el cual además era el padrino de la famosa estrella —. Oh, que lindo se ve ¿Verdad?

—Así es – Asintió Sari —. Escucha, le está preguntando si tiene novia.

—Vamos, Naruto ¿Nos vas a decir que tu corazón sigue solo? – Preguntó el hombre de larga cabellera gris, mientras el rubio sólo sonreía algo nervioso.

—Bueno, así es – Se llevó una mano a su nuca, mostrando esa sonrisa que todas adoraban en él —. Pero quien sabe, quizás pronto llegue alguna chica linda y me lo robe, después de todo uno nunca sabe lo que va a pasar ¿No es así?

—Kya, es tan lindo – Sari suspiró con enamoramiento, mientras que Matsuri pensaba en esas últimas palabras; “uno nunca sabe lo que va a pasar”, seguro él tenía razón, porque ciertamente nunca esperó conocer a Gaara de la forma en que lo hizo, ni mucho menos reencontrarlo como lo hizo.

¿Acaso eso significaba algo?

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El día llegó sin mayores contratiempos. Gaara se levantaba tan temprano como siempre para desayunar y llevar a su hija a la escuela, ya comenzaba a acostumbrarse a la nueva rutina y no se le hacía tan pesado como en un principio, sin embargo aún no era un as en la cocina, sinceramente estaba pensando en tomar clases.

—Amaya, apresúrate que estamos tarde – Le ordenó. La niña –que estaba desayunando- asintió con la cabeza, apurándose un poco más para terminar pronto. Gaara por su parte se arreglaba la corbata frente al espejo de la sala y se acomodaba el cabello rojizo.

Una vez ambos estuvieron listos, salieron del departamento, dejando cerrado. Gaara le dio la mano a su hija y partieron hacia el estacionamiento para coger el auto.

—Papi, todavía tengo sueño – Se quejó la pequeña, pero él sólo posó una mano sobre su rubia cabellera.

—No seas rezongona, más te vale portarte bien en la escuela y no te vayas a dormir ¿Queda claro?

La niña asintió sin muchos ánimos, comenzando a mirar por la ventana. Recordó que anoche había visto un programa de madres e hijas, mientras su papá se dedicaba a terminar unos deberes en la sala. Estaba claro que ella también quería una mamá, pero lamentablemente la suya se había tenido que marchar al cielo ¿Pero y si se buscaba a otra?

Aunque obviamente si conseguía una nueva mamá debía ser tan buena y linda como la suya, por ejemplo, no le gustaba la vecina que siempre le sonreía a su papi como si se lo fuese a comer, le parecía una señora demasiado pesada, a pesar de que con ella se comportaba muy amable. Le gustaba como era Matsuri-sensei ¿Pero y si a su papá no le gustaba ella, o a ella no le gustaba su papá?

—Mmm ¿Qué puedo hacer? – Pensó confusa, cruzándose de brazos y poniendo una expresión forzada. Gaara la miró de reojo, notando su desagrado, pero no lo comentó.

—¿En qué estará pensando esta niña? – Se preguntó intrigado, con una leve media sonrisa en sus labios.

Al llegar a la escuela, la niña corrió a saludar a su sensei, para después irse a juntar con sus amiguitas. Gaara, desde el auto, le hizo un gesto de saludo a Matsuri y decidió marcharse cuanto antes, porque nuevamente al verla se había sentido atraído de esa manera.

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—¡Que bueno que estás aquí Hinata! – Exclamó un emocionado Naruto, abrazando a la chica por el cuello, mientras esta se sonrojaba como un tomate.

—Déjala Naruto, la asfixiarás – Le advirtió Kiba, a lo que el muchacho bufó de mala gana, soltando a la pobre y avergonzada Hyûga.

—H-hola Uzumaki-san, Inuzuka-san – Los saludó Hinata haciendo una leve reverencia, después de todo ella era extremadamente respetuosa.

—¡No tienes para qué ser tan formal, sólo llámame Naruto! – Volvió a gritar el entusiasta rubio, ganándose un golpe en la cabeza, que primero creyó que era de Kiba, pero al voltearse vio que se trataba de Sasuke, que traía un semblante de los mil demonios, casi como si un tren le hubiese pasado por encima —. ¿Qué te sucedió teme? Te ves fatal.

—Cállate dobe, y deja de gritar que me duele la cabeza – Respondió molesto, pasándole de largo a él y al resto de los presentes. Naruto intuyó que algo malo había pasado cuando fue anoche a hablar con Sakura, porque Sasuke a pesar de que siempre traía el ceño fruncido, nunca lucía de esa manera.

—¡Espérame teme! – Corrió detrás de él, ante la atenta mirada de Kiba y Hinata.

—¡Te dije que no gritaras! – Le recordó Sasuke con fastidio.

Hubo un pequeño silencio mientras ambos jóvenes miraban como ese par se alejaba, hasta que Kiba rompió el silencio.

—Bueno, a mi puedes llamarme sólo Kiba ¿De acuerdo Hinata? – Habló, con las mejillas levemente sonrojadas, pues desde que había visto a Hinata la primera vez le había parecido una jovencita realmente hermosa y dulce, definitivamente su tipo de mujer.

—Sí, como digas, Kiba-kun – Respondió ella con su voz tierna y agradable, logrando enrojecer aún más al castaño.

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—¿Qué pasó con Sakura-chan? – Le preguntó Naruto por quinta vez, pero Sasuke en verdad no parecía dispuesto a cooperar. Estaban los dos en los vestidores, Naruto no había dejado de insistir con el tema, hasta que finalmente el azabache sentía que le iba a estallar la cabeza, pues anoche se sintió tan miserable que se la había pasado bebiendo en un bar y hoy tenía un fuerte dolor de cabeza, si combinaba eso con el escandaloso de Naruto, no era algo que una persona normal pudiera soportar por mucho tiempo.

—Me mandó por un tubo ¿Contento? – Respondió al fin, después de tanta obstinación por parte del rubio —. Me dijo que no quiere verme nunca más en su vida y yo le dije que tampoco la quiero ver, todo se acabó para siempre.

—¿Y eso te hace feliz? – Interrogó Naruto, con el ceño levemente fruncido, porque Sasuke no parecía tan feliz como se suponía que debía estarlo.

—Por supuesto que sí – Dijo con seguridad, aunque por dentro, muy en el fondo, sentía que le faltaba algo.

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Ya había llegado el medio día y Gaara estaba leyendo unas cuantas cosas que al parecer tenían bastante importancia, sin embargo, su mente estaba en otra parte, específicamente en la sonrisa de cierta jovencita castaña.

—Rayos – Susurró con una sonrisa, dejando los papeles sobre el escritorio, justo cuando veía entrar a su hermano mayor.
—¿Qué hay Gaara? – Le preguntó éste, sentándose enfrente de él.

—Nada – Respondió, tan monótono como siempre —. ¿Cómo va todo? ¿Ya te has instalado en tu nueva oficina?

—Sí, de eso venía a hablarte, creo que voy a necesitar a una secretaria, porque tendré muchas cosas que arreglar en un corto tiempo y no puedo con todo.

—Por eso no hay problema, puedes buscar a la que quieras, es más, habla con mi secretaria y ella se encargará de poner un aviso – Así era Gaara, tan práctico que nada le preocupaba, excepto el hecho de no poder quitarse a una mujer de la cabeza, y Kankuro lo conocía tan bien que enseguida se dio cuenta de que algo lo estaba inquietando.

—Dime algo hermanito ¿Te sucede alguna cosa? Te noto preocupado – Comentó, con una leve sonrisa un tanto arrogante. El pelirrojo le miró por un momento, con sus ojos aguamarina fijos en su persona, hasta que finalmente suspiró —. Con que se trata de una mujer – Adivinó Kankuro —. No me digas, te gusta y no sabes como acercarte, o espera… ¿Te has enamorado de ella?

—No digas tonterías – Le atajó el presidente de la compañía, algo molesto por todas las cosas que acababa de decir su hermano, aunque en casi todo tuviera razón —. Ella sólo… - Bajó la mirada —. Es más especial que las demás…

—Oh, alguna jovencita dulce y virginal ¿No es así?

—Por favor, ya deja de bromar – Le reclamó Gaara con enfado, se suponía que esta era una situación seria, si le estaba contando esto era porque necesitaba el consejo de alguien, más si se trataba de un hombre que estaba supuestamente enamorado —. Dime una cosa… ¿Qué sientes cuando… estás enamorado?

—¿Que qué sientes? – Kankuro volvió a sonreír, se sentía como hablándole de relaciones sentimentales a un adolescente inexperto, era sin duda algo muy gracioso —. Pues, hermano mío no sabría cómo explicarte, estar enamorado es algo que se siente, no una cosa que puedas definir con palabras, es muy distinto al término gustar, porque, muchas personas te pueden “gustar”, pero sólo puedes amar a una de verdad – Decía, tratando de ser lo más claro posible, pero Gaara lo miraba como si le estuviera hablando en otro idioma —. Lo que quiero decir es que debes conocer bien a esa persona, estar a su lado en las buenas y en las malas, el amor se trata de entrega, de darle todo a ese ser tan especial, pero claramente recibiendo lo mismo a cambio, sino… pues sería un amor no correspondido – Hizo una pausa, recordando su situación actual —. Así que lo primero que debes hacer es descubrir por ti mismo que es lo que sientes por esa chica.

—Sí, creo que eso haré – Gaara bajó la mirada. Vaya que cosa tan complicada era el amor, lo peor de todo era que no entendía por qué se le ocurrió preguntar eso, hasta ahora todas las mujeres con las que había estado, hayan sido andantes, novias e incluso su esposa, no le hicieron sentir esa calidez que Matsuri desprendía, no le preocupaba si las pudiera lastimar o hacerlas infelices, sólo buscaba saciar su propio placer, pero con esta nueva chica era distinto, porque cuando la veía sonreír, deseaba que esa sonrisa fuera para él, causada por él.

Esto era completamente nuevo y desconocido.

—Bueno hermano, yo me voy entonces, y te deseo suerte con tu nueva conquista – Dijo antes de levantarse, pero se encontró con una figura conocida al lado de la puerta, que al parecer, oyó sus últimas palabras, pues se mostraba enfadada —. Oh, hola Ino, de nuevo por aquí.

—Hola Kankuro, vine a hablar con Gaara – Dijo con una voz un tanto ácida, pero el castaño pasó por alto aquello y les dejó a solas, mientras el dueño de esa oficina fruncía el ceño. Ino rió maliciosamente —. ¿Así que nueva conquista? ¿Cuándo me la presentas?

—¿Qué quieres? – Gaara evadió la pregunta, no tenía por qué hablar de esos temas con ella.

—Sólo vine a saludar, creí que ayer habíamos dejado algo pendiente ¿O no?

—No – Negó secamente. Eso a Ino le molestaba demasiado, antes Gaara se enloquecía con sus insinuaciones y ahora ni siquiera la miraba, sentía su orgullo herido, pues ella era mucho más hermosa que esa mujercita de la que hablaban, que seguramente era esa maestra de quinta. No podía permitir que nadie le ganara la partida, eso ni pensarlo.

—Gaara, no seas tan cruel conmigo, mira que yo sé muchas cosas de ti ¿Qué pensaría tu hija de las cosas tan horribles que le hiciste a su mamá? ¿Tú crees que esa niña te va a querer después de que sepa lo que hacías conmigo y con las otras?

El pelirrojo abrió sus ojos con sorpresa, poniéndose de pie y tomando a Ino del brazo. La estampó en contra de una de las paredes del lugar, acercando sus labios al oído de ella.

—No te metas con mi hija o te aseguro que te vas a arrepentir – Susurró, provocando un estremecimiento por todo el cuerpo de la rubia, un tanto por el miedo y el otro por el gusto de sentirlo nuevamente así.

—¿Es eso una amenaza? – Inquirió divertida.

—Tómalo como quieras.

Ino posó ambas manos sobre el rostro de porcelana y le robó un corto pero apasionado beso, que Gaara no correspondió, pero no podía negar que la tentación fue demasiado grande, sin embargo y aún con todo eso, apartó a la chica de su lado.

—Tus labios todavía saben rico – Dijo Ino, tocándose con las puntas de sus dedos la zona que había hecho contacto con los labios del pelirrojo, quien la veía inexpresivamente.

—Vete o llamaré a seguridad.

—Tú sabes que no es necesario – Ahora ella le lanzó un beso y se marchó de la oficina. Gaara se volvió a sentar, pero estaba muy enojado ¿Quién se creía Ino?

—Está loca – Fue todo lo que pudo decir respecto a lo que acababa de pasar.

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La pequeña Amaya se encontraba con su amiguita en el patio de la escuela, dentro de una casita de madera en donde simulaban tomar el té.

—¿Dices que quieres encontrar una nueva mami? – Preguntó la pequeña Ami, a lo que vio asentir a Amaya con la cabeza —. Pues lo veo bastante difícil, cuando nacemos ya venimos con una mami incluida.

—Yo tenía una, pero se fue al cielo – Dijo la niña, mostrándose un poco triste con eso, pero luego volvió a sonreír —. Pero yo quiero una mami nueva para que esté conmigo y con mi papi, porque él está muy solito y triste.

—¿Y por qué no le dices a tu papi que te busque una? – Opinó la niña, pero la rubia negó con la cabeza, con seguridad.

—Si lo dejo a él terminará escogiendo a la peor, vi en la tele que los hombres son muy malos para escoger mamis nuevas, porque siempre son malas con las hijas – Aseguró, con llamas en sus ojos —. ¡Yo quiero una mami buena!

—¡Entonces busquemos una, Amaya-chan! – Exclamó contenta Ami. Amaya asintió con la cabeza, igual de emocionada.

—¡Sí! – Respondió.

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Aquella tarde llegó con rapidez y mientras los niños se despedían, la persona que Matsuri más quería ver se apareció, montado en su auto y en busca de su pequeña hija. La niña, tan sonriente como siempre, se despidió de su maestra con una sonrisa y corrió al auto emocionada, porque le encantaba mirar por la ventana mientras sentía el aire en su carita. Por otro lado, Gaara se acercó a Matsuri, había sido muy descortés esta mañana y quería remediar eso, además de descubrir lo que sentía por ella, como le aconsejó Kankuro.

—Hola Matsuri, espero no te hayas molestado por no bajar a saludarte durante la mañana – Dijo tan serio como siempre, pero se veía diferente del resto de días, quizás un poco nervioso, igual que ella, que estaba sonrojada.

—No ha sido nada, entiendo que tengas cosas importantes que hacer – Respondió, mostrando su sonrisa, esa que a Gaara tenía encantado.

—Aún así yo… fui muy grosero – Insistió con el tema, de alguna forma tenía que sacar algo —. Así que dime… ¿Aceptarías tener una cita conmigo como disculpa?

—¿Una cita? – Repitió la castaña, sorprendida y con las mejillas aún más rojas que antes. Su corazón se aceleró desmesuradamente rápido y tuvo que bajar la mirada, avergonzada —. Y-yo… c-con mucho gusto, p-pero no deberías molestarte.

—No es ninguna molestia para mí – Aseguró Gaara —. ¿Qué te parece esta noche? Tú tienes mi número, sólo llámame como a las nueve y dame tu dirección, que yo iré por ti.

—Etto… s-sí, como digas – Dijo Matsuri, aún sin levantar la mirada, por lo que no pudo ver la pequeña sonrisa del pelirrojo, que se alejó de regreso a su auto.

Matsuri lo miró entonces, observando como se alejaba.

No podía creer que tendrían una cita.

Continuara…

Avance:

La noche llega y con ella la cita entre Gaara y Matsuri, en donde los dos se conocen mejor y se dan cuenta de que se gustan. Amaya ha decidido buscar una nueva mamá, pero no sabe por donde comenzar, además, se ha quedado en casa de sus tíos para que la cuiden. Sasuke comienza a sentirse mal por lo de Sakura, pero ella ha decidido olvidarlo y por otro lado, se encuentra con su hermano Itachi. Sari acude a una entrevista de trabajo bastante curiosa. Tenten está muy molesta con ese hombre que según ella es un pervertido, pero por cuestiones del destino lo vuelve a ver. Mientras que Ino se vuelve aún más perversa en su guerra solitaria por reconquistar a Gaara, aún ignorando su propio matrimonio.

Próximo capítulo: Sentimientos.

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Bueno, eso es todo, espero que les haya gustado.

Dejaré las preguntas, pero espero que las respondan con más de tres palabras, me gustaría saber que piensan de verdad de esta historia, así que aquí van ^^

¿Qué les pareció el capítulo y cual fue su parte favorita?
¿Conseguirá Amaya una mamá, y como creen que lo logre?
¿Cómo será besar a Naruto en una novela? xD
¿Que será lo que realmente pasa con los sentimientos de Sasuke?
¿Ino es de verdad tan malvada como parece?
¿Gaara y Matsuri tendrán una buena cita?

¡Bien, sin más que agregar, me despido!

¡Bye!