Saint Seiya De posesiones y traumas

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Arkannos, 9 Mayo 2025 a las 3:52 PM.

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    Arkannos

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    Escritora
    Título:
    De posesiones y traumas
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3374
    DVERTENCIAS: Menciones a películas simplemente horripilantes y asquerosas (The Human Centipide y NEKromatic). Humor oscuro. Temas para adultos mayores de edad y con un fuerte estómago (nada gráfico, solo por las películas mencionadas). Si son sensibles a este tipo de temas, por favor denle en "X" para que no se lleven una mala experiencia.

    Los personajes pertenecen a Masami Kurumada.

    Este fanfic participa orgullosamente en el Trickor Treat Saint Week DMSL organizado por Draw Make Slash Lev.

    Advertidos están los que se aventuren a leer... Muajaja... cof.. cof...

    —De posesiones y traumas—

    —¡Traigan a un sacerdote! ¡Este muchacho necesita un exorcismo! —bramó Shion, atando con rudeza las manos del pobre hombre que yacía sobre la cama. En su boca tenía un calcetín para impedir que hablará, sus pies y brazos estaban fuertemente sostenidos por sus compañeros. Sacudía con violencia su cabeza y luchaba por zafarse del agarre de sus estúpidos captores.

    —¡¿Cuál sacerdote?! —espetó Dohko, moviendo las manos de manera exagerada —¡Traigan al mismísimo Papa! ¡A Constantine!

    Si no estuviera atado, se hubiera tomado el tiempo de exclamar un "¡¿Qué?!" al escuchar al viejo maestro hacer una referencia a los comics de DC.

    —Yo opino que es mejor traer a la misma Athena. —farfulló Aioros mordiéndose los labios, sujetaba al que consideraba su mejor amigo de los hombros para impedirle que se pusiera de pie —Saga ha vuelto a ser poseído por Ares de nuevo. Solo ella puede sacar a ese malévolo dios de su cuerpo.

    El mencionado no atinó a más que mirarle con ojos asesinos, de no ser por el calcetín sucio que tenía en la boca ya le estuviera recordando su madre al arquero por esa tremenda acusación tan falsa.

    —¡Maestro! —volvió a decir el Sagitario —Me está mirando feo.

    —Pícale los ojos para que no te vea. —Saga movió la cabeza al ver el trayecto de esos dedos.

    —¡Mphmphmph! —exclamó desesperado por poder articular palabra, pero Aioria no tardó en meterle más la jodida calceta, provocándole una arcada.

    —¡No lo dejen hablar! ¡El demonio dentro de él nos quiere comprar con sus promesas vacías! —vociferó el leonino. Saga volvió a realizar un sonido repugnante, se estaba ahogando y le estaba dando un asco enorme.

    —¡Ew! Va a vomitar. —escuchó decir a Afrodita desde la seguridad de la puerta —¿Dónde está el apestoso de Ángelo cuando se le necesita? Podría sacarle el alma en lo que sabemos que hacer.

    —¡Atalo bien Shion! —ordenó el enano del grupo; Dohko. El más enano y pesado, porque estaba sentado sobre sus piernas para impedir que siguiera pateando, ya se había descontado al pobre de Shura, que estaba sentado en un rincón agarrándose sus partes privadas. Milo era un caso distinto, ese fastidioso estaba sangrando a chorros por la nariz por la tremenda patada que le metió.

    Se lo merecían, malditos idiotas.

    Se volvió a sacudir con más fuerza, rogó a cualquier entidad en el universo para que le soltaran y le dejaran respirar. Sentía como las lágrimas se agrupaban en sus ojos por la falta de aire y por el contenido en su estómago que clamaba por salir. Si seguía así, iba a terminar conociendo al mentado San Pedro del cual hablaba Shura y Ángelo con frecuencia.

    Y esa ayuda entró por la puerta como un vendaval, vestido con su ropaje sagrado que lo definía como Marina de Poseidón. Se veía agitado y mas despeinado que de costumbre. Al recibir la llamada por cosmos de parte de Shion no tuvo tiempo ni de decir adiós a sus compañeros del Santuario Marino.

    —¡¿Qué le pasa a Saga?! —exclamó Kanon, abriéndose paso con empujones entre los presentes. En sus verdes ojos no había más que espanto mientras le tomaba de los hombros y le sacudía levemente. Con rapidez le dio un manotazo al arquero y llevó sus manos a la soga que ataba a su gemelo —¡Aparta Shion! —le ordenó al regente del Santuario, el cual le dio un golpe de regreso.

    —¡No Kanon! ¡Tu hermano está poseído por las fuerzas del mal! ¡Ha vuelto a caer en las garras del temible Dios Ares! Y no permitiré que vuelva a hacer con el Santuario lo que le apetezca. —dijo el peliverde con convicción.

    Kanon ladeó el rostro y le miró como si tuviese un par de antenitas en la cabeza y vistiera con un simple sostén y tanga.

    —Me pueden explicar de que carajo hablan… —su mirada se paseó entre los siete presentes en la habitación, esperando una buena explicación. Su postura tensa mostraba que estaba a la espera de atacar a cualquiera que tocara a su hermano con intenciones de dañarlo —Quiero saber cómo carajos llegaron a este punto de atar a mi gemelo como un puerco.

    —Yo solo hice lo que el Patriarca aquí presente me pidió. —dijo Milo con voz gangosa sin dejar de aplicar presión en su nariz. Como deseaba que Camus estuviera presente para que le diera un hielo —Cuando arribe a Géminis ya estaban ellos. —señaló a Aioria, Aioros y Dohko, los cuales asintieron —Y Saga estaba semiconsciente, Aioros se lo descontó de un porrazo en la cabeza. —el mencionado tragó saliva, incómodo —Ya después nos fue imposible moverlo porque reaccionó muy violento. Al pobre de Shura le pateó en el orgullo. —señaló al español —Y a mi me dejo la nariz chueca.

    —Muy bien. —dijo el menor de los Géminis, centrando toda su atención en el Patriarca —Ahora dime ¿Qué hizo Saga para que dedujeras que esta poseído nuevamente por Ares?

    —Saga estaba viendo algo asqueroso cuando vinimos esta mañana. —empezó a decir Shion, mirando de reojo al castaño mayor —Aioros y yo vinimos a verle para conversar ciertas cuestiones diplomáticas. —Mentira, habían ido a verle porque el recibo del agua les estaba saliendo carísimo y no había Santo mas fanático a estar en la piscina que él —Entramos a la sala y lo encontramos viendo algo repugnante ¡Repulsivo y asqueroso!

    Kanon alzó una ceja con suavidad —¿Estaba viendo porno? —preguntó, con ligera sorpresa.

    —¡Por supuesto que no, Kanon! Si hubiera visto eso lo consideraría normal. —dijo el peliverde, dándole un manotazo en la cabeza —Tu hermano estaba viendo como un doctor realizaba una operación a tres individuos, les cosía la boca al… al… —miró a cualquier cosa menos al hombre frente a él, decir aquello le incomodaba demasiado.

    —Les cosía la boca al ano. —habló Aioros, sintiendo como su estómago se volvía a revolver —Saga estuvo viendo ese acto de crueldad por varios minutos, después quitó la cinta y puso una mucho peor donde un hombre y su esposa tenía sexo con un cadáver. Esas cosas solo las vería un demonio ¡Un demonio!

    —Encontramos más porquerías de esas en la caja negra que está afuera sobre la mesa. —respondió Dohko —Y yo estoy seguro que tu hermano las filmó. —Saga soltó un gruñido —Solo un demonio grabaría y conservaría esas cosas para recordar sus fechorías. Ningún ser humano que habita esta tierra crearía semejantes cosas, eso solo lo hace un demonio.

    Kanon volteó lentamente hacia Saga que apenas y se mantenía consciente. Le miró con un brillo divertido.

    —Antes que nada, chicos. —empezó a decir el menor, dándole unas palmadas en la cabeza a Saga como si fuera un vil perro —Debo admitirles que esas porquerías de películas no las filmó Saga, no es tan malvado como parece. Y, maestro Dohko, es obvio que no conoce las impurezas del mundo, le falta vivir. Hay cada enfermo mental en este planeta. —Saga suspiró aliviado cuando Kanon empezó a desatarle, ignorando la cara estupefacta de Shion —Y esas cintas pertenecen al idiota de Ares.

    —¡Entonces significa que Ares ha vuelto a poseer a Saga y…!

    Kanon no tardó en interrumpir al guardián de la quinta casa.

    —Por todos los Dioses, cállate Gato. —bufó exasperado —Déjame hablar, con un demonio. Como les decía, pandada de imbéciles, —mas de uno arrugó la frente ante ese apelativo tan denigrante —hace unos días Ares envió al Dios Hermes con un mensaje urgente; Quería que Saga le enviara todas sus películas porque quería verlas con su familia. Pero como yo soy muy despistado revolví las películas de Ares con las mías. Y le pedí a mi hermanito que las separara, porque ni loco iba a permitir que Ares se quedara con mis cintas favoritas.

    —Entonces… —empezó a decir Dohko, anonadado —Saga no esta poseído…

    —Y esas asquerosidades son de Ares. —a completó Afrodita, sintiendo un escalofrió subir por su espalda.

    —Yeeep, esas pelis son de Ares. —en cuanto las manos de Saga se vieron libres, el mayor no tardó en sentarse y sacarse con prisas el calcetín de la boca. Saga no perdió tiempo en quitarse al viejo maestro de encima, el cual cayó de culo al suelo. Saga empezó a toser y a jalar el aire que necesitaba. Kanon le dio ligeros golpecitos en la espalda —Sirve de algo, Nemo, ve por un vaso de agua. —demandó al peliceleste, que no tardó en salir a buscar lo que se le solicitó.

    —Ustedes… —dijo Saga, hablando con dificultad —Son… unos… idiotas… hijos… de…

    —¡SAGA! —exclamó Shion, ofendido —¿Cómo te atreves a decirme idiota a mí, que soy casi un padre para ti?

    —En… estos… momentos… no… te… considero… mi… padre… —resopló, mirándole con sus ojos enrojecidos.

    —Ya, ya, Tweedledee, deja de hablar, que suenas igual a Stevie Kenarban. —dijo el Marina, acariciando su hombro en señal de apoyo y confort. Afrodita entró con el vaso de agua, Kanon le quitó el vaso y dio de beber a Saga en los labios —Bebe con lentitud. —murmuró en voz baja.

    Un incómodo silencio se instaló en la habitación, siendo interrumpido por los sorbos que Saga hacía al beber.

    —Entonces… —empezó a decir Shura, con voz chillona. Sus manos aun no abandonaban su entrepierna —¿Saga no está poseído?

    —Obvio no, cabra estúpida. —rodó sus ojos con fastidio —Ahora, háganme el favor de dejarme con el pobrecito de mi hermanito.

    Shion se rascó la cabeza y Dohko no hizo mas que mirar una pequeña mota de polvo que barría con el pie una y otra vez. Aioria y Aioros se veían avergonzados y Milo no tenía tiempo de sentir remordimiento, a cada segundo que pasaba sentía que tragaba más y más sangre. Shura no hacia mas que pensar si jamás dejaría descendencia y Afrodita se llevó una mano a los labios para evitar reír.

    —Hijo, yo… —Shion se quedó callado al ver la mirada en el mayor de sus Santos. Era una mirada que si fueran dagas, él y los demás estarían bien muertos —Creo que mejor te vere después, no es buen momento para ofrecerte una disculpa.

    Kanon soltó una risilla —No, les aseguro que no es buen momento.

    Shion se levantó de su lugar y salió seguido de Dohko, Milo, Shura, Afrodita, Aioria y Aioros. El último se dio la vuelta, sintiendo como su corazón se estrujaba al haber hecho una falsa acusación a su hermano de armas.

    —Pero… —dijo Aioros, mirando con culpa al Géminis —Saga, yo… Perdona por…

    Saga no tenía ganas de recibir disculpas, lo que quería era hacerles mil pedazos a cada uno. Empezando por Shion y Aioros.

    —Potra… Lárgate… —el castaño se mordió los labios. Abatido se dio la vuelta para seguir los pasos de sus camaradas —Aioros… —el mencionado se dio la vuelta, ilusionado —Diles… a… esos… locos… que… me… vengaré… yo… soy… inevitable… —Saga alzó el puño y chasqueó los dedos. Aioros tragó saliva.

    —Si, si, Thanos, ya deja esa mano en paz. —se burló Kanon, tomando su mano con delicadeza —Voy a ponerte pomada, porque te van a salir moretones. No cabe duda que en este Santuario todos son unas bestias. —resopló, analizando la piel maltratada de su igual, se estaba tornando un poco roja —¿No que ya te estabas yendo, Potranca mal parida? — Miró con aburrición al arquero.

    Aioros entrecerró los ojos en su dirección. Estuvo a nada de decirle unas cuantas verdades al menor de los gemelos, pero la tos seca de Saga le hizo detenerse. Dándole una última mirada de disculpa a su amigo, salió de ahí, cerrando la puerta con delicadeza.

    En cuanto los pasos de sus compañeros se perdieron a la distancia, Kanon volteó a ver a Saga con ambas cejas alzadas, en sus labios estaba una sonrisa juguetona.

    —Te dije que tiraras esas películas antes de que las mezclara con las mías.

    Saga rodó los ojos —Calla… —le ordenó a media voz.

    —Ja. —espetó divertido —No te lo voy a negar, sentí que estábamos protagonizando la película del exorcismo, donde la niña vomita cosas verdes y mueve la cabeza como un búho. —Saga le miró sin una pizca de diversión en su rostro —¿Sabes algo? Creo que lo mejor es que te lleves la DVD a mi templo en el Santuario marino, ahí puedes revisarlas con calma y sin nadie que te moleste. Eso sí, hazlo cuando yo este fuera de mi pilar, no soporto ver esas porquerías.

    Saga tampoco lo soportaba, prefería el clásico terror y gore ligerito. No donde un par de locos tenían relaciones con un cadáver y chupaban los ojos del cuerpo en descomposición. Ares tampoco soportaba ver esas cosas, solamente las veía porque le resultaba curiosa las retorcidas mentes humanas tras esas cintas.

    Podre ser un bastardo, psicópata, maniático y desquiciado, Saga, pero esto rebasa mis límites. —le dijo el dios de la guerra una vez mientras en la televisión se reproducía The Human Centipede II—Esto es repugnante.

    "Si es repugnante, ¿Para qué demonios lo estás viendo?" le preguntó con fastidio. Encerrado en su propia mente, hacía todo lo posible por mantener sus ojos cerrados y no hacer caso a los pensamientos de la deidad que cohabitaba con él. Intentaba enfocarse en las tablas de multiplicar, ya se sabía la del 27.

    Por el simple hecho de saber que hay seres más malvados y sucios que yo… Comparado con esas personas, soy un jodido querubín… ¡UGH! Se está dando cariño usando una lija, eso debe doler.

    "¡Cállate Ares! Guárdate esa información, no me interesa"

    Ángelo me dijo hay una escena donde comé frente al cadáver de su madre y que también…

    "¡Que te calles carajo!"

    Saga sacudió la cabeza, intentando olvidar esos escabrosos e incómodos momentos de su vida. Solamente porque no quería que Ares fuera en persona a su casa a buscar esas porquerías el seguiría viendo eso para enviárselo, y continuaría luchando por no devolver hasta su primer desayuno.

    En el Olimpo, varias semanas después

    Asclepio se masajeó las sienes y clamó a la paciencia y calma para continuar en su arduo trabajo. Arduo trabajo que no había tenido en siglos, pues muy rara vez un dios se enfermaba.

    Ya había repartido de sus famosas plantas medicinales a medio Olimpo por el constante asco en el que vivían. Ya ninguno podía ver ni una sola taza de chocolate -un regalo que les había llevado Quetzalcóatl en su última visita- sin querer vomitar.

    Y todo por culpa de Ares, el jodido dios de la guerra.

    ¿A quien demonios se le había ocurrido pedirle al pelinegro que fuera él quien organizara el famoso viernes de películas donde se reunían todos como una bonita familia feliz?

    No lo sabía y ni le interesaba saber.

    Lo que le interesaba en esos momentos era la salud mental de los cinco jóvenes dioses sentados frente a él, que por extraño que pareciera, sus mentes trabajaban como una sola, llegando al grado de compartir los mismos sueños y miedos.

    Deimos y Fobos le miraban con indiferencia, aunque sabía bien que esas cintas del Infierno habían hecho estragos en ellos -su expediente no mentía-.

    Anteros seguía con esa eterna mueca de aburrición, pero sus hermosas alas de mariposa se movían inquietas. Harmonía y Eros eran una historia diferente.

    La joven de cabellos rubios hasta los hombros y ojos rojos como la sangre no dejaba de ver al infinito y mas allá, a su lado, Eros se mordisqueaba las uñas tratando de calmar su ansiedad. Asclepio soltó un suspiro.

    —A pasado mucho tiempo desde nuestra última cita. —dijo, sacando su libreta y apoyándose en el fino escritorio de madera.

    —Han pasado un día con tres horas y veinte minutos. —respondió con prisas Harmonía.

    —Te pedimos la cita con mucha anticipación. —bufó Deimos, apartándose los mechones rojos del rostro.

    —Lo siento, chicos, pero ya saben que mi trabajo se a multiplicado al 100 gracias a su santo padre. —Y no mentía, ahora tenía que darles terapia a casi todos los Olímpicos ¡Incluso Apolo era uno de sus pacientes! —Bien, empecemos ¿Han vuelto a tener los sueños de los que me hablaron la última vez?

    —Si. —respondió a su pregunta el de alas de mariposa, se removió incómodo en su lugar —Los cinco soñamos como nuestro padre nos unía uno a otro igual que en la película —Asclepio sabía bien a que se refería; De la boca al ano —Estábamos todos, mamá, el abue Zeus y Hera, nuestra tía Athena…

    —Todos los olímpicos estábamos en esa fila. —murmuró Fobos, haciendo una mueca de asco —Y después…

    Asclepio se tragó un suspiro, hoy trabajaría hasta tarde.

    Templo de Ares, Olimpo

    —¡¿PERO QUE CARAJOS?! —vociferó Ares, mirando ese pedazo de pergamino con indignación y odio —¡¿POR QUÉ TANTO?! ¡ASCLEPIO ESTA LOCO SI CREE QUE LE VOY A DAR TODO ESTO!

    Zeus permaneció estoico, viendo con indiferencia el arrebato de su hijo mayor.

    —Eso es lo que pide Asclepio por sus valiosos servicios médicos y terapéuticos. —sacó de su túnica otro pergamino y se lo entregó al pelinegro. Cuando Ares lo desenrolló este cayó al suelo hasta extenderse casi tres metros de largo. El guerrero abrió ampliamente la mandíbula —Y eso es lo que quieren los otros Dioses por el daño psicológico que provocaste con tus cosas. —dicho eso, Zeus se dio la vuelta, rumbo a la salida —Y de una vez te digo, si no pagas te vamos a llevar a juicio y esta vez no saldrás inocente. Que pases buena noche.

    Ares no le respondió, siguió ensimismado leyendo esa lista que no parecía tener final.

    —En el Santuario de Athena, la casa de Géminis, dos días después

    Saga se mordió los labios para no echar a reír ante lo que le decía Hermes. El dios de simpáticos cabellos verde olivo se veía sumamente asustado y asqueado mientras miraba la particular cajita negra donde Saga había mandado todas las películas de Ares. Mismas películas que le fueron devueltas por orden del mismo Zeus.

    —Y entonces todos estamos recibiendo terapia. —dijo Hermes, parpadeando en repetidas ocasiones. Saga dedujo que eso era un tic —¿No necesitas terapia tu también? Zeus forzó a Ares a tomar citas con Asclepio y salió a la luz que te obligaba a ver esas cosas tan aberrantes y bizarras. No tendría costo alguno para ti.

    Saga negó suavemente con la cabeza —Descuiden, ya son traumas que superé.

    —¿Estas seguro, Santo? —preguntó, ladeando la cabeza.

    —Estoy seguro. Solamente me dan asco y ya. —respondió con una sonrisa en sus labios.

    —Bien, bien, pero no olvides que cualquier cosa que necesites solo debes llamarme o mandarme whats. —el peliazul asintió, sonriendo todavía. Ese dios le caía muy bien —¡Uh, uh! ¡Que tarde es! —exclamó al centrar sus ojos plateados en el reloj apostado en la pared —Mi cita con Asclepio es en diez minutos, debo ser puntual o va a tardar semanas en atenderme. Me voy, me voy, me voy… —antes de irse, le dio un abrazo y un beso en ambas mejillas. El mayor en ningún momento se inmutó ante esa acción, conocía de sobra los modales del mensajero —Adiós Saga. —se despidió y salió volando más rápido que un rayo, dejando al gemelo completamente solo.

    Saga no pudo resistirlo y se echó a reír cual hiena.

    —No cabe duda… —dijo, dirigiéndose a la chimenea encendida. Sin tiempo que perder lanzó la caja negra en las llamas, que poco a poco la fueron consumiendo. La luz del fuego les daba un brillo extraño y maniático a sus ojos de esmeralda —Posesiones y traumas, son lo que nos sobra en el Santuario y el Olimpo.

    —FIN—
     
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  1. Asdfghjklñ
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