Autor: Temarii Juuzou. Actividad: Un drabble, una canción. Contenido oculto _____________________________________ De luto. Era un precioso miércoles 23 de abril, con el sol alumbrando la zona y una pequeña brisa acompañando la tarde, haciendo danzar las flores. Él llevaba un smokin elegante que lucía tan radiante como su propio rostro; se iba a casar con la mujer de sus sueños, la única a la que ha amado de verdad y estaba bastante feliz por ello, iluminaba todo con su sonrisa impregnada de alegría. Él era una persona muy humilde cuando la conoció y ese momento en su vida era como un echo surrealista que jamás habría pensado le pasaría ¿En verdad se iba a casar con una mujer tan hermosa y fantástica como ella? Todo parecía un sueño echo realidad, un sueño del que no deseaba despertar nunca. Salió de su casa, observó las maletas en la entrada y su pecho se levanto de orgullo: seis meses tardaron en planear la boda y fueron otros tres para poder conseguir lo necesario para la Luna de Miel. Nada podría arruinar su felicidad. ☆☆☆ Media hora, una hora, dos horas. Los invitados comenzaban a murmurar, el sacerdote miraba su reloj de mano con impaciencia, pero él novio aún seguía iluusionado, no perdía a esperanza. Su cuñado, quien había ido en busca de la novia, regresó y el corazón de todos se detuvo, especialmente el del novio. —Lo siento mucho. No se quería casar, porque al final se había dado cuenta de que no lo amaba. Todos los invitados se fueron, él decidió que quería volver sólo a su casa... una casa que estaría el doble de vacía ahora. Cuando llegó, las maletas seguían ahí, pero no había ninguna otra cosa de ella en aquel lugar, sólo una nota, encima de la maleta que se suponía sería de ella. Le pedía disculpas, pero no podia aceptarlas. Le dolía, le ardía... Le lastimaba demasiado. Ella escribió unas simples frases donde se disculpaba, pero para él no era suficiente; las lágrimas le salieron a cántaros mientras su pie impactan contra ambas valijas. Al diablo ella y las promesas que se habían echo. Duró otros seis meses de su vida lamentando su mala suerte, odiando los días 23 de cada mes, deseando morir y culpandose a si mismo por no ser suficiente. Vistiendo de negro, porque su alma estaba de luto; pasaron otros tres meses hasta que se pudo comenzar a recuperar y durante los siguientes tres meses podía decirse que estaba desapareciendo aquel dolor por completo. Pero no dejaba de vestir su camiseta negra. Cuando el 23 de abril cayó, a un aniversario del desastre, ella se plantó frente a la puerta de la que había sido su casa. Y estuvo a punto de caer a sus pies y besarla, pedirle que se quedara y que no se volviera a ir, prometerle que sería mejor y que nada le haría falta, siempre que ella se quedara a su lado. —Sólo vengo por cosas que olvide. Fue lo único que dijo. Y cuando se fue con las cosas faltantes, él volvió a caer al abismo del que estaba saliendo. Podia sentir como volvía a morir. Que difícil era amar a quien no te ama.
Creo que aquí quedaría mucho mejor si estuvieran con un punto y seguido en vez de con coma, que le daría la pausa que necesita esta partecita de esa manera. Por lo demás, me gusta mucho tu estilo y creo que te gusta el número seis (?) que vengo de leer otro de tus relatos así (?). Me gusta ese dolor, el desamor es casi como la muerte y el amor no correspondido ¡ay! Ni hablemos. ¡Un abrazo!
