De los tantos Infinitos A veces no quiero leer. Me asustan las páginas, me asusta verme ahí, entre palabras, chiquita, mutilada y arrinconada. Me asusta leer porque leyendo soy quien escribe (¿en mi mente?) y quien lee al mismo tiempo, es el retroceso infinito. Y así soy lo que entiendo, lo que pienso. No quiero ser mis pensamientos. A veces me asusta abrir un libro y no encontrarme, cortarme el dedo con una página y no sentir el dolor, pero sí sentir la gota de sangre cayendo en mi rostro. Abro y cierro, cierro y abro, estoy y no estoy, y cuando estoy, no sé si estoy viva. A veces me da miedo escribir. Si lo escribo, no hay vuelta atrás. A veces me da miedo escribir y luego leerlo, ¿qué clase de muerte tendré cuando lea lo que escriba? Hoy leí a Novalis. Y escribí.