One-shot De flores y brisas [MargaritaNieves&AnnaWhite|GakkuoRolplay]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 24 Enero 2021.

  1.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Escritora
    Título:
    De flores y brisas [MargaritaNieves&AnnaWhite|GakkuoRolplay]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1366
    Nekita uwu <3
    Cualquier comentario respecto a como manejé a tu niña, es más que bienvenido, más sí me recalcas las actitudes fuera de personaje, así a la próxima el OoC es menos jsjsjjss.

    De flores y brisas
    Libre de amar lo que desee del exterior



    Era un día soleado, sumamente soleado, el sol esparcía sus rayos por todo el pueblo y era tan sofocante como increíble. Me puse una falda algo corta, blanca como las perlas, y el resto de ropas holgadas las combiné con verdes pasteles y más blanco, porque así me apetecía. Me trencé el cabello en un gran bollo, como los de las damas antiguas, y me puse unos aretes plásticos con forma de plumas, en este caso de un tono rojo oscuro.

    —¿A dónde vas, honey? —preguntó Lily en voz alta desde la cocina, lavando la losa mientras yo, desde el baño, me terminaba de hacer los últimos retoques. No solía maquillarme, así que el escaso y sutil producto se encargó de colocármelo mi tía, antes de que saliera a hacer sus quehaceres a la ciudad.

    —Al parque, abue. Veré a una amiga—. La sonrisa sobria no se borraba nunca de mi boca, pues el entusiasmo era el suficiente para mantenerla ahí. Ya con todo preparado, tomé la gran mochila que contrastaba bastante con mi atuendo, para dirigirme al pasillo.

    —Cuídate en la calle, y que te vaya bonito —canturreó en respuesta mamá, a lo que yo le respondí sonriente, a pesar de que al cruzar por el pasillo y ver la cocina ella ni siquiera volteó a verme, centrada en su trabajo. No era necesario tampoco.

    —Siempre~ —canturreé de vuelta, con mi tono más tosco y seco, para luego adelantar mis pasos y salir de casa.

    Caminé con calma, pero con más rapidez de la normal, observando todos los alrededores alegre y tranquila, pero nunca dejaría de ser la chica pendiente a los estímulos que le atraían. Fue cosa de unos minutos para que mi rostro divagara entre la seriedad calma y las leves sonrisas tranquilas espontaneas, nacidas de la emoción de encontrarme con Anna White.

    Me respaldé en la pared del tren, secando mi teléfono para revisar los mensajes de la chica. Decía que iríamos a ese parque al que acudíamos seguido, que llevaría a sus pequeños y bueno, al igual que yo recién había salido. Tras eso guardé el aparato en mi cartera, reposando mi brazo sobre esta, y posé la cabeza en la fría pared que se mecía con el movimiento sobre los rieles. Entre el ruido y los murmullos, dormí un rato.

    Desperté cuando justo me quedaba una estación por recorrer para llegar a mi destino, la sorpresa por la fortuna pronto mutó a una alegría entusiasta, y me movilicé para estar cerca de la salida, procurando no pasar a llevar a nadie. Japón era muy distinto a América, lo tenía claro, pero no por eso dejaba de ser menos arduo y estresante; simplemente los motivos y soluciones acá se manejaban de distintas maneras y... creo que esas maneras a mí se me hacían más pacíficas. Aunque, bueno, podría concluir que, tal vez, Japón estaba repleto de individualista y Estados Unidos de egoístas. Ni siquiera conocía todos los estados de mi país natal, y aunque el actual fuera considerablemente más pequeño, estaba aún demasiado lejos de conocer cada prefectura. Así que si, hablaba como siempre desde mi más pura subjetividad. Japón me hacia bien, América era una fuente de estrés continua.

    Pero bueno, que después estaba la gente como Anna, que aún no encontraba su lugar ideal y tal, y por eso querían volar más alto y lejos, tal vez ahí estaba su propio camino y su dulce hogar; en movimiento, en paz.

    A pesar de ir lo más despacio que pude, al llegar a la plaza arbolada el calor me era casi insoportable y estaba empezando a sudar, cosa que odiaba, así que no demoré en refugiarme bajo un gran árbol y sacar una de las botellas de agua que guardaba. ¿Era un exagerada? Si, ¿precavida? También, por lo que ahí andaba yo; con una mochila enorme, que tenía cosas como sí me fuera a quedar a dormir una noche en la calle, cuando lo más probable es que volviera a casa antes de las siete de la tarde.

    Guardé la botella, la cual estaba congelada casi al completo, otra vez en la mochila. Y en eso estaba cuando escuché el ladrido de un perro. Volteé tal suricato en dirección al creador de aquel llamado, y una sonrisa amplia con cejar nerviosas me cubrió el rostro.

    Ahí llegaba ella, con sus dos perros montada en un penny, me sorprendía la capacidad de equilibrio que yo... no sé sí tenía. Por un tiempo era una profesional escalando árboles, pero ahora sabía que sí lo intentaba, tenía cuatro de cinco probabilidades de caerme, no había pruebas, pero no me interesaba confirmar esos datos a través de ellas.

    NoS saludamos y pasamos toda la tarde juntas, almorzando en un lugar barato y cercano. Jugué un poco con sus perros, ella hizo sus demostraciones maravillosas con la penny; yo le hablé de mi día a día mundano, y del par de cosas nuevas que había estado leyendo. En un momento ella se quedó recostada en el pasto, junto a los dos perros grandotes dormitando junto a su dueña. Yo les miré enternecida un rato, soltando una sutil risa que en otra época hubiera sido un suspiro angustiado, pero ya no más.

    Terminó por dormirse y acurrucarse aún más con sus mascotas, cuando me percaté me reí algo más fuerte, pero no me desconcentré de lo que hacía.

    —Uhmm —masculló después de mucho rato, despertando y desperezándose, estirando sus brazos y arqueando la espalda aún recostada y a ojos cerrados. Sus perros parecieron seguirle poco después, como sí estuvieran conectados o algo así. No se me hacía rara esa posibilidad— ¿Qué hora es? —cuestionó frotándose un ojo, pero estaba segura que poco tiempo pasaría para que volviera a ser la Anna llena de energías. Por mi parte, yo ya me encontraba cansada y en verdad anhelaba una cama. No era partidaria de dormir en el parque o zonas muy publicas, para sincerar.

    —Creo que me iré pronto, son las cinco y algo —respondí con una sonrisa apenada, a ojos cerrados; ella no demoró en observar lo que tenía entre manos con curiosidad.

    —¿Y eso? —preguntó en ingles. Miré mis manos con cierta sorpresa que no demoró en mutar a emoción risueña, volviendo a sonreír casi como una niña pequeña.

    —Para ti —solté, y no solo mi actitud retrocedió varios años, mi voz salió más aniñada de lo que yo misma era capaz de controlar. Mis manos fluyeron con mis palabras y dejé la creación sobre su cabeza, sin perder mi delicadeza.

    Ella siguió el movimiento de mis manos con sus orbes rojizos, y cuando comprobó qué había hecho, soltó una carcajada limpia y alegre, llevándose una mano al estomago. Yo le sonreí de manera amplia y tensa, nerviosa y feliz, con el rostro rojo tal tomate.

    —¡Gracias, me encanta! —soltó enérgica y amable, mientras empezaba a levantarse y acariciar la cabeza de sus compañeros caninos. Ante esa respuesta, yo cerré los ojos y le sonreí ampliamente a labios cerrados, sin rastro de tensión o nerviosismo.

    Me alegra, no era necesario soltarlo en voz alta.
    Entonces ambas nos preparamos para volver a casa, nos despedimos de un beso casto en la mejilla y quedamos en juntarnos otro día, ya lo decidiríamos en clase.

    Cuando Lily me preguntó que tal me había ido, le comenté que coroné a la princesa de las flores, por lo que fue genial. La mujer me miró con sorpresa, para luego soltar una risita melodiosa, ambas reflejamos nuestras sonrisas.

    De seguro Jacob también hubiera reído, a carcajadas fuertes y sonoras. Era capaz de escucharlo a pesar de su silencio perpetuo.

     
    Última edición: 24 Enero 2021
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