Microrrelato Cuna de sueños

Tenía frío. Chasqueé la lengua y me intenté acomodar en el asiento trasero del auto, entre todas las sombras del universo, con sólo la mirada de diminutas estrellas en mis ojos. Sorbí los mocos de mi nariz con resignación y seguí ordenando el estrecho espacio, acariciando la frazada y colocando una pequeña almohada en una esquina.

La calma de ese lugar desconocido me incomodaba. El aire que me envolvía me obligaba a ceder ante él con mis últimas fuerzas.

Al fin, me recuesto, sintiendo todo el vacío que me dejó el paso de los días, el conjunto de malas experiencias, las pesadillas y los monstruos que nunca pensé que me atacarían en la realidad. Tantas cosas que me quitaban, poco a poco, un pedacito más de mi alma.

Me tapé con las sábanas como si fueran el escudo que me separaba del caos del exterior, y busqué a tientas mi celular junto con mis auriculares. En la oscuridad, en el frío, en el aire extraño que respiraba, en la soledad, en la tristeza, entre las estrellas... pulsé el botón para reproducir la música tranquila de Oasis.

Cerré los ojos e intenté relajarme. No debía pensar en los momentos tortuosos que me lastimaban el corazón, sino en aquellos valiosos pilares que me daban fuerza.

Me escapé hacia sus sonrisas, hacia nuestro mundo friki, hacia ese pequeño, pero muy pequeño rincón del cosmos, en el que yo me sentía bien. Sí, allí. Con ellos.

Una lágrima cayó en el silencio y yo me dormí en una cuna de sueños.