Cumpliendo Un Sueño: Norteamérica [Slam Dunk]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Temática Libre de Anime' iniciado por Akane Mitsui, 21 Julio 2013.

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    Akane Mitsui

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    16 Julio 2013
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    Título:
    Cumpliendo Un Sueño: Norteamérica [Slam Dunk]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    3559
    Cumpliendo Un Sueño: Norteamérica
    Capítulo #1: Una verdad dolorosa

    Era la tarde un bello día sábado de postrimerías de la estación primaveral, una muchacha de cabello negro que caía a la altura del muslo, de inmutables y enormes ojos celestes y piel blanca como la nieve, se encontraba sentada en un sofá mientras ensayaba en su guitarra los acordes que había compuesto para una canción, estaba sumida en aquello, cuando de pronto llega hasta el lugar una chica de cabello castaño claro que llegaba a su cintura, y bellos y enormes ojos verdes que tenían una forma oriental, cargando una caja, la cual deja sobre una mesa, y se sienta de inmediato abriéndola y vertiendo su contenido.
    — ¿Qué traes ahí Sally?— preguntó curiosa la chica de cabello negro mientras tocaba la guitarra.
    — Son fotografías de nuestra madre— respondió la castaña mientras seleccionaba unas cuantas apartándolas del resto.
    — ¿Y para que las quieres?— preguntó mientras apoyaba la guitarra en el sofá, y se acercaba a su hermana.
    — Megan, no me digas que ya olvidaste que día es mañana— preguntó con reproche la chica de ojos verdes.
    — Claro que no, cómo olvidar que mañana se cumplen 15 años desde que nuestra madre…—pronunció cabizbaja la chica de ojos celestes.
    — Si, y es por eso que quiero hacer una especie de collagecon fotografías de ella para dejarle en el cementerio- explicó la castaña a su hermana mayor.
    — Sally… ¿me dejarías ayudarte?— preguntó mirando el suelo la chica de ojos celestes.
    — Pero claro— contestó sonriente la castaña.
    Estuvieron largo rato decidiendo que fotografías utilizarían, estaban sumergidas en aquello, sin percibir que alguien las miraba a distancia.
    — Se ven muy divertidas, ¿qué están haciendo?—preguntó un hombre de cabello castaño igual que el de Sally, pero de ojos azules.
    — ¡Papá ya llegaste!— dijeron al unisón las muchachas mientras se ponían de pié para recibir a su padre.
    — Y díganme… ¿qué ese eso que tienen sobre la mesa?— preguntó mientras que miraba curioso hacia la mesa.
    — Es que como mañana se cumplen 15 años de la muerte de mamá, se me ocurrió hacer un collage para llevárselo— explicó la chica de ojos verdes, el rostro del padre se desfiguró repentinamente— Supongo que ahora si nos llevarás a ver su tumba, nunca nos has llevado, porque dices que te hace sentir triste, pero ya han pasado 15 años y creo que debes haberlo superado, sobre todo después de que conseguiste novia— expresó la muchacha guiñándole un ojo al hombre.
    — Es cierto, además creemos que es justo que nos dejes verla— apoyó Megan a su hermana.
    — Hijas, lo siento… pero eso será imposible—pronunció con dificultad el padre.
    — Pero ¿por qué?—preguntaron al unisón las muchachas.
    — No puedo llevarlas—respondió evasivo el hombre de ojos azules.
    — Esa no es una respuesta coherente, dinos por qué no puedes— pidió Megan cruzándose de brazos.
    — Confórmense con saber que no puedo y no las llevaré— sentenció sin dar mayor información.
    — ¡No puedes negarnos ese derecho!, somos sus hijas y queremos tener un lugar donde podamos sentirla cerca, sobre todo yo… que no pude conocerla— expresó Sally, mientras algunas lágrimas caían de sus ojos, Megan la miró de reojo cruzándose de brazos.
    "Odio cuando hace eso"— pensó la chica de ojos celestes un tanto molesta con su hermana.
    — Por favor hijas, no insistan, no puedo llevarlas, entiéndanme—pidió el padre a modo de súplica.
    — ¡Y cómo quieres que te entendamos si ni siquiera nos explicas los motivos del por qué no nos quieres llevar a conocer donde descansa el cuerpo de nuestra madre!— exclamó molesta Megan.
    — Es que ustedes no saben— respondió el padre.
    — ¡¿Pues como quieres que sepamos si tú no nos dices nada?!— preguntó fastidiada Megan por los pretextos del padre.
    — Es que no lo entenderían— dijo el hombre.
    — Y tu como puedes saber eso si ni siquiera lo has intentado, dinos que pasa con la tumba de nuestra madre, te lo exigimos— dijo Megan, Sally mientras secaba sus lágrimas se puso al lado de su hermana apoyando su petición.
    — Esta bien, se los contaré todo— pronunció el hombre, las muchachas se sentaron en un sofá para escuchar con atención el relato del hombre— Su madre y yo nos conocimos durante uno de los viajes de mi padre a Japón, fue en un evento de negocios…
    Era una noche de verano, se veían muchas mesas cubiertas por un mantel blanco, personas mayores conversaban de distintos temas de política y economía, un muchacho de 15 años, de cabello castaño de ojos azules le hablaba a su padre.
    Papá ¿cuánto falta para que acabe esto?— preguntó bostezando- esto está muy aburrido, de haber sabido que esto sería así, mejor me hubiera quedado en casa con mamá- espetó ahora.
    No te preocupes Andy, ya queda poco— respondió el padre.
    Señor Bruce, veo que también está acompañado por un hijo que se aburre en estos asuntos— le habló un hombre japonés al abuelo de las muchachas, advirtiendo el aburrimiento del joven.
    Si, tiene razón, ¿pero por qué también?... acaso usted también viene un hijo— preguntó casi afirmando.
    Bueno algo así— respondió— ¡Nanami, ven aquí hija!- llamó el japonés a su hija, la muchacha se acercó.
    Si, ¿qué quieres papá?—preguntó la muchacha, ella era bella, tenía enormes ojos verdes como los de Sally, y cabello negro como el de Megan, traía un vestido rosa pálido, que pronunciaba el color de sus ojos, Andy se sonrojó de súbito al reconocer la belleza de la muchacha.
    Ven que quiero presentarte a unos amigos— dijo el padre de la muchacha—El señor es Henry Bruce, un norteamericano que viene a hacer negocios a Japón, y él es su hijo Andy, aburrido igual que tú— presentó entre bromas el hombre.
    Muchos gusto- saludó sonriendo encantada con el muchacho, Nanami.
    Mu.. mucho gusto— tartamudeó nervioso el castaño.
    — Fue sin duda amor a primera vista— pronunció entre suspiros el padre de las muchachas.
    — ¿Y qué pasó después?—preguntaron al unisón las muchachas queriendo saber que ocurriría después con sus padres.
    — Bueno conversamos unos minutos, nos entendimos de inmediato, pero como dijo mi padre, pronto acabó esa reunión y no la volví a ver— contestó sentándose frente a las muchachas.
    — ¿Entonces cómo se casaron?, es ilógico que no se hayan vuelto a ver y sin embargo hayan terminado casados y con dos hijas— dijo sin entender nada Megan.
    — Espera, no seas impaciente— contestó el padre—Luego de aquello, regresé a Estados Unidos con mi padre, pasaron 5 años , en ese entonces yo ya tenía 20 años , mi padre ya me hacía responsable de sus asuntos, ya que sería su único sucesor. En una de esas reuniones, debía recibir a unos japoneses, entre ellos se encontraba ella, ya no era la quinceañera que conocí, era una mujer, desde que la volví a ver me volví loco por ella— relataba emocionado al recordar su reencuentro con su esposa— Pero ella era evasiva, no fue lo mismo que aquella noche en que nos conocimos, y luego me enteré del motivo— continuó haciendo una pausa.
    — ¿Cuál?—preguntaron al mismo tiempo las muchachas.
    — Ella tenía un novio en Japón, con el cual estaba comprometido— respondió rápidamente.
    — ¿Cómo?—preguntó Sally sorprendida.
    — Si, ella iba a casarse, aunque al encontrarnos su evasión me hizo darme cuenta de que ella sentía algo por mí, y luché hasta demostrarle que era yo con quien realmente quería estar, sentía que la amaba, y no quería perderla— relató cabizbajo el hombre.
    — Y entonces se hicieron novios y se casaron— preguntó casi afirmando Megan, aburrida ya que ese relato no le aclaraba para nada sus dudas respecto a la negación del padre a llevarlas a la tumba de su madre.
    — Si, ella lo dejó todo en Japón, y se radicó aquí para casarse conmigo—respondió el padre.
    — ¿Y eso que tiene que ver con que no quieras llevarnos a su tumba?—preguntó perdiendo la paciencia Megan.
    — Hermana que temperamental eres, deja a papá que continúe contándonos su historia, ¿acaso no te parece emocionante?— le dijo efusiva la chica de ojos verdes a Megan.
    — No te precipites hija, ya sabrás porque— respondió a la chica de ojos celestes el padre.
    — Date prisa— murmuró cruzándose de brazos.
    — Bueno, tras casarnos fuimos muy felices, todo iba perfecto, hasta el cabo de un año, cuando ella se enteró de la muerte de sus padres en un accidente— las muchachas se sorprendieron por aquello— Entonces ella viajó de improviso a Japón para darles el último adiós , yo no pude acompañarla por trabajo. Allá Nanami recibió la visita de su prometido con el que se iba a casar antes de nuestro encuentro— añadió con pesar— Ella estaba muy triste por lo de sus padres, se encontraba muy vulnerable, y él le fue de gran apoyo durante esos días en mi ausencia, Nanami tuvo una aventura con su ex novio— relató con un nudo en la garganta el señor Bruce.
    — ¡¿Qué?!—preguntaron al unisón las muchachas.
    — Eso no puede ser posible, ¡pero cómo se atrevió!— exclamó furiosa Megan.
    — Si lo es, ella al regresar a Estados Unidos se sentía muy culpable por lo que había hecho, me lo contó y me pidió perdón—relató el hombre.
    — ¿Y qué hiciste?... ¿La perdonaste?— preguntó sin creerlo Megan.
    — Yo estaba muy enamorado de ella, por lo que la perdoné, y seguimos con nuestra vida, pero esa aventura trajo consecuencias, que no podrían borrarse jamás— respondió el padre de las muchachas.
    — ¿A qué te refieres?— preguntó Sally sin entender nada.
    — Tu madre quedó embarazada de aquel hombre, él era su hermano mayor— contestó sin mirarlas.
    — ¿Qué?... ¿Que tuvimos un hermano mayor?— preguntaron desconcertadas las chicas Bruce.
    — Si, yo acepté a ese niño, como les dije estaba cegado por el amor que le tenía a su madre, aprendí a vivir con eso, y luego nacieron ustedes que si son sangre de mi sangre…—continuó el hombre.
    — Espera, si tenemos un hermano mayor… ¿Dónde está?, ¿Por qué nunca lo conocimos?— preguntó Sally aún sin entenderlo.
    — Es que tu madre, retomó el contacto con el padre de su hermano, y tiempo después del nacimiento de Sally, una tarde al regresar a casa me encontré con una carta, en la cual Nanami me decía que se iba a Japón, que tras encontrarse aquella vez en Japón con su ex novio, se había dado cuenta que era a quien realmente amaba, que la perdonara y las cuidara, ella se llevó a su hijo, al que yo quería como si fuera mío— terminó de relatar el padre.
    — Eso quiere decir que…—titubeó Sally.
    — Si, ella nunca murió, ella se fue a formar familia con su ex prometido, perdónenme por ocultarles la verdad, pero…— se intentó excusar mientras era interrumpido por Sally.
    — ¡Claro que no te perdonaré, nos engañaste!, siempre creí que mi madre había muerto por mi culpa, y resultó ser una mentira— expresó con lágrimas en sus ojos la chica de ojos verdes, entonces salió corriendo a su habitación.
    — ¡Sally!, hija, espera, tienes que escucharme— suplicó el padre al ver la reacción de su hija.
    — Déjala, ya se le pasará— pronunció secamente Megan mientras se acercaba al hombre— está muy dolida, tenemos que darle un tiempo— añadió.
    — ¿Tú no estás molesta conmigo?— preguntó el señor Bruce.
    — Como crees, tu sólo fuiste una víctima de esa mujer— le respondió con rencor al recordar a su madre— Aunque si nos hubieras dicho antes la verdad nos hubieras ahorrado más de un dolor de cabeza— añadió sentándose al lado de su padre.
    — ¿Por qué lo dices?— preguntó el padre.
    — Cada vez que Sally se refería a nuestra madre, sentía que la odiaba, siempre lamentó el no haberla conocido, y yo la culpaba internamente de su muerte— pronunció con lágrimas de dolor en sus ojos.
    — Megan— pronunció sorprendido el padre.
    — Pero ¿sabes?— dijo la chica mirando al hombre ahora mientras sonreía— Me alegro de que no sea así, porque ya no puedo condenarla de algo que no tiene la culpa, sólo nuestra madre es culpable de todo, y espero jamás volver a verla— añadió la chica de ojos celestes mientras abrazaba a su padre.
    — Hija— susurró el hombre mientras correspondía el abrazo de la muchacha.
    *****
    Mientras tanto, en Shohoku.
    — ¡Ryota!, ¡Ryota!, ¿Ya decidiste que dirás en tu discurso?— preguntó la manager al número 7.
    — Si, ya estoy listo, planee con lujo de detalle todo— respondió acercándose a la chica.
    — Ya veo, bueno, tuviste bastante tiempo para decidirlo… como no entraste a clases— dijo irónica Ayako.
    — Ayako, es que yo… estuve estudiando mi manual para ser un buen líder— se excusó el muchacho enseñándole un libro que traía en su mochila.
    — Y sigues con eso, tu no necesitas esas tonterías— musitó la manager— Y ahora date prisa que te están esperando— informó al chico del pendiente.
    — Si— respondió con el ceño fruncido y una sonrisa, entonces caminaron hacia el gimnasio.
    En el gimnasio, se encontraban los miembros del equipo, con excepción de Akagi y Kogure, quienes ya se habían despedido del equipo, además de Rukawa, quien entrenaba con la selección juvenil, y Sakuragi, a quien le faltaba aún una semana para salir de su rehabilitación.
    — Buenas tardes equipo— saludó Miyagi mientras los muchachos se reunían ante él.
    — Buenas tardes— saludaron los miembros del equipo.
    — Como ya todos saben, el señor Akagi dejó el equipo para dedicarse a sus estudios, por lo que seré yo quien lo reemplace como capitán— comenzó a hablar en chico del pendiente— Ahora que no está con nosotros, debemos hacer nuestro máximo esfuerzo para suplir su lugar— prosiguió — Porque juntos haremos de este equipo, ¡el mejor de Kanagawa y de Japón!— exclamó efusivo el número 7, los miembros del equipo lo miraron con una gotita en la cabeza.
    — "¿Qué clase de libro está leyendo Ryota?"— se preguntó Ayako.
    — Ayako, es tu turno— le dijo Miyagi a la manager quien aún miraba desconcertada al chico.
    — Claro— respondió, entonces se dirigió a los muchachos— Bueno chicos, ahora que nuestro equipo es de categoría nacional, la administración de club para mí sola se me hace muy pesado, por lo que invité a alguien para que me ayude— informó la chica de cabello rizado, entonces se dirigió a la puerta— Puedes pasar— le dijo a alguien que esperaba afuera.
    — Hola soy Haruko Akagi, gusto en conocerlos— se presentó la castaña tímidamente mientras entraba al gimnasio.
    — Vaya, pero si es la hermana de el señor Akagi— comentó Miyagi.
    — Es verdad, y no se parecen en nada— opinó entre risas Mitsui.
    — Si, ella es la hermana del capitán Akagi, espero que la traten bien— indicó amenazante Ayako, los muchachos asintieron temerosos al ver que la chica se golpeaba una palma con su abanico.
    — Bueno ahora empecemos con el entrenamiento— ordenó Ryota.
    — ¡Si!— respondieron al unisón los miembros del equipo.
    — ¡Shohoku!— exclamó el nuevo capitán.
    — ¡Pelea!— respondieron los muchachos mientras comenzaban a correr.
    Por su parte, Ayako animaba a los muchachos junto a Haruko.
    — Vaya Haruko, te ves muy entusiasmada— comentó Ayako sonriendo a la chica de ojos azules.
    — Eso es obvio, porque ahora podrá conocer más de cerca a Rukawa— opinó Fuji que estaba cerca de las muchachas.
    — Y quizás en algún momento podrían llegar a ser novios— añadió Matsui.
    — Hay chicas no digan esas cosas que me avergüenzan— dijo ruborizada y tomando con ambas manos su rostro mientras reía.
    — Esta niña no cambia— espetó ahora Matsui al ver la reacción de su amiga. Ya que sabía que uno de los motivos que llevó a Haruko a aceptar la propuesta de ayudar a Ayako en la administración de Shohoku, era la cercanía que llegaría a alcanzar con el número 11.
    *****
    Mientras tanto, el pelirrojo leía destacando una a una las palabras escritas por Haruko en la carta que le había enviado aquella semana, como de costumbre desde que él estaba rehabilitándose.
    — "Querido Sakuragi"— leyó— Ah… Haruko me llamó "Querido", que linda es Haruko— pensó embobado el pelirrojo— "¿Cómo sigue tu espalda?"—continúo leyendo el pelirrojo— Claro que bien, soy un genio y en tan sólo una semana estaré de vuelta— respondió como si estuviera hablando con la muchacha lanzando una gran carcajada— "Esta será la penúltima carta que te envíe, porque en tan solo una semana estarás de regreso, ¿no te emociona?—siguió leyendo— Sólo un poco, los hombres talentosos como yo no se emocionan por esas cosas tan simples— volvió a responder riendo— Por aquí las cosas están muy bien, ya me siento a gusto con los muchachos, han sido muy amables, he podido compartir con todos… bueno, casi todos, porque Rukawa sigue entrenando con la selección nacional juvenil—continuó con la lecturaQue ni se atreva ese zorro acercarse a Haruko porque si lo hace se las verá conmigo— gruñó empuñando su mano el pelirrojo— Los muchachos te envían muchos saludos, me refiero a Yohei y los demás, dicen que te extrañan, sobre todo las apuestas, no sé a qué se referían pero de todos modos te lo digo— continuó— Miserables, sólo se están burlando de este genio porque estoy lesionado, pero ya verán— murmuró empuñando su mano—Miyagi es un gran líder, siempre está leyendo sus libros de cómo serlo— leyó— Ryota es un tonto, tiene que leer esos tontos libros para saber cómo actuar— se burló el pelirrojo— Y Mitsui… bueno Mitsui sigue quejándose todo el tiempo, aún creo que se siente solo—leyó ahora el número 10— Eso le pasa por obstinado, no quiere reconocer que está muy viejo, se lo dije muchas veces, pero es un tonto— continuó leyendo— Cómo puedes ver, las cosas siguen igual desde que regresaron de Hiroshima, espero verte pronto, te estaré esperando—terminó de leer embobado por las últimas palabras de la muchacha.
    *****
    Por otra parte, Rukawa regresaba a casa luego de una agotadora jornada de entrenamiento con la selección juvenil, donde las exigencias eran mucho más rigurosas que en Shohoku. Al abrir la puerta, algo le impedía abrirla del todo, miró al suelo, donde se encontró con un sobre que habían tirado por debajo de la puerta, tomó mirando el destinatario, donde leyó su nombre.
    — "Es para mí"— pensó el chico de mirada inmutable, entonces cerró la puerta y leyó el remitente, al hacerlo abrió sus ojos en su máxima extensión—"N… Norteamérica"— pensó sorprendido el número 11, entonces dejó su bolso sobre una mesa de madera que se encontraba en la sala, y se sentó para leerla.
    GRACIAS POR LEER, ESPERO SEA DE SU AGRADO
     
  2.  
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    Virgo
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    Que te puedo decir, me encanto, espero que no lo hayas abandonado y lo continúes, técnicamente no puedo quejarme mucho, escribes muy bien y es entendible, al menos para mí, aunque eso que acabo de escribir sácalo con un pincita con sal, pues la parte técnica espero te la corrijan los más veteranos.

    Me encanta la trama, se ve muy interesante, no puedo esperar a saber que fue de la vida de la madre de las chicas, y además que relación tendrán con el grupo de Shohoku. Es todo, espero con ganas que actualices, o al menos informes si sigues por estos lares ya que veo que se publico en Julio y no has dado muestras de vida.

    PD. No había comentado antes porque soy novato acá.

    Adiós.
     
  3.  
    Akane Mitsui

    Akane Mitsui Iniciado

    Acuario
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    Título:
    Cumpliendo Un Sueño: Norteamérica [Slam Dunk]
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    Romance/Amor
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    2768
    Capítulo#2: Decisiones


    Rukawa se encontraba paralizado sin poder creer lo que leía, sin dudas era algo inesperado para el 11 de Shohoku, de pronto entró a la sala un hombre de cabello negro, muy alto, de ojos azules.

    — Hola hijo, ¿qué estás haciendo?— saludó el hombre mientras dejaba una chaqueta en un sofá cercano a la mesa.

    — Leo una carta— respondió Rukawa sin quitarle la mirada de encima al papel.

    — ¿Una carta?, vaya hijo, si que resultaste ser todo un Don Juan, siempre hay chiquillas pretendiéndote— expresó pícaro el hombre mientras se sentaba al lado del muchacho.

    — No digas tonterías— pronunció serio el chico de mirada fría.

    — ¿Entonces no es una carta de amor?— preguntó sorprendido el señor Rukawa.

    — Claro que no, ¿qué estabas pensando?— pronunció molesto el chico.

    — ¿Entonces de qué se trata?— preguntó curioso intentando leer el contenido.

    — Es una beca para estudiar en una preparatoria— respondió mirando nuevamente el papel.

    — ¿Otra preparatoria?, ¿Acaso es Shoyo?, ¿O Ryonan?, ¡o quizás el fabuloso instituto Kainan!— especuló emocionado el padre.

    — No, te equivocas— murmuró ahora el chico de mirada fría.

    — Entonces... ¿qué preparatoria es?— preguntó sin tener sospechas sobre quien se trataba.

    — Es en Norteamérica— respondió ahora mirando a su padre.

    — ¡¿Qué dices?!, ¿Norteamérica?!— preguntó sin poder creerlo.

    — Si, quieren que participe en su equipo de basquetbol— explicó el muchacho mientras le entregaba la carta a su padre, éste la tomó y de inmediato se puso a leer.

    — Increíble— susurró mientras leía el contenido— ¿Y qué piensas hacer?, supongo que no vas a dejar pasar esta oportunidad— opinó el señor Rukawa.

    — No lo sé, primero debo hablar con el profesor Anzai— respondió un poco desalentado.

    — Ya veo, quieres saber su opinión, ya que hace unos meses te dijo que no estaba de acuerdo con que fueras a Norteamérica— dijo el hombre sonriendo, Rukawa asintió.

    — Entonces date prisa en comentarle sobre esto, porque no tienes pasaporte y hay que hacer muchos trámites para que puedas salir de Japón y creo que no contamos con mucho tiempo— expresó el hombre.

    — Está bien, mañana hablaré con él— pronunció Rukawa, entonces se retiró a su habitación.

    Al día siguiente en Los Ángeles, Estados Unidos, ya era la hora de la cena, y las hermanas Bruce junto a su padre se disponían a cenar.

    — Sally, me alegro que te hayas decidido a cenar con nosotros— expresó el padre al ver que su hija se sentaba a la mesa.

    — Sólo lo hice porque tengo que contarles algo— respondió un tanto indiferente la muchacha de ojos verdes, Megan la miraba extrañada.

    — ¿A qué te refieres?— preguntó la chica de ojos celestes sin entender.

    — Hoy hablé con el director de la escuela, pregunté si es posible hacer un intercambio…— comenzó a explicar seria.

    — ¿Un intercambio?— preguntó el hombre desconcertado.

    — Si, un intercambio, ayer desde que me enteré de la verdad, estuve pensando y creo que sería una gran idea ir a Japón, quiero conocer a mi madre y creo que a través de un intercambio sería lo mejor— expresó ahora la chica de ojos verdes.

    — ¡Pero Sally!, ¡¿Sabes lo que estás diciendo?!… quieres buscar a la mujer que nos abandonó por un hombre, dejó a sus hijas de menos de dos años aquí y se fue a Japón sin pensar en nosotras, ¿No crees que estás pensando las cosas al revés?— opinó la chica de ojos celestes completamente molesta con su hermana.

    — ¿No has pensado que quizás está arrepentida?, quizás a querido buscarnos y no se ha atrevido por temor a que la rechacemos, creo que se merece una oportunidad, y creo que deberías venir conmigo— expuso la muchacha de ojos verdes.

    — Realmente te volviste loca, jamás iría a buscar a esa mujer, tengo dignidad y sé que no le importo, yo me quedaré con papá pase lo que pase, él se merece nuestro apoyo, el ir hasta allá no sería otra cosa que darle la espalda— respondió indignada Megan.

    — ¡Claro que no es darle la espalda!, estoy molesta con nuestro padre porque nos ocultó la verdad pero no estoy en su contra, sólo quiero que me dejen conocer a mi madre, tengo ese derecho y no me puedes juzgar por querer hacerlo— respondió Sally molesta con su hermana.

    — Claro que puedo juzgarte, porque eres demasiado inocente, aún crees que esa mujer nos quiso, seguramente ni siquiera nos recuerda, ¿Qué harás cuando la encuentres?, acaso le dirás "Hola mami, yo soy una de las hijas que abandonaste en Estados Unidos vine porque quería conocerte a ti y a tu linda familia japonesa"— pronunció Megan ya fuera de sí al imaginar lo que ella catalogaba como patético.

    — ¡Eres una est…!— exclamó la chica de ojos verdes mientras era interrumpida por su padre.

    — ¡Ya cállense!— interrumpió golpeando la mesa el padre de las muchachas, éstas obedecieron de inmediato— Dejen de estarse peleando, ustedes no son así, no quiero que esto nos divida como familia, por eso se los oculté por tanto tiempo, pero creo que fue inútil— expresó cabizbajo el hombre, las chicas bajaron la mirada— Sally, creo que primero debiste haberme comentado sobre lo que tenías en mente, no comenzar a hacer gestiones en acto de rebeldía— le dijo el hombre a su hija menor— Megan, tu no tienes que juzgar a tu hermana por lo que piensa, si esa es su opinión debes respetarla— corrigió ahora a la chica de ojos celestes.

    — Pero es que papá— dijeron al unisón las muchachas.


    — Nada de peros, ambas se equivocaron, Sally, si lo que quieres es ir a Japón, no te pondré obstáculos, si quieres buscar a tu madre, anda… hazlo, pero no me pidas que te apoye, porque no puedo, con lo único que te puedo ayudar es con dinero para que te mantengas, y dándote datos básicos de ella, que son su nombre y el lugar donde probablemente aún viva— le dijo el padre a la chica de ojos verdes, ésta asintió sonriendo.

    — Gracias papá— agradeció ya más tranquila.

    — Pero papá…— pronunció sorprendida Megan.

    — Ya te dije que es su decisión y debemos respetarla— replicó el hombre.

    — Entonces está decidido, me voy a Japón lo antes posible, sólo necesito saber el lugar exacto donde puedo encontrar a mamá, para pedir el traslado hasta allá— expresó animada la castaña clara, Megan movía su cabeza de un lado a otro a modo de negación.

    — Bueno, lo más probable es que tu madre esté viviendo en un estado llamado Kanagawa, allí vivió con sus padres y también conoció en aquel lugar a su prometido, por lo que lo más probable es que siga ahí, ya sabes su nombre, es todo lo que sé— indicó resignado el hombre.

    — Así que Kanagawa… entonces mi destino será Kanagawa— expresó emocionada.

    — Y ahora cenemos que la comida se enfría— pronunció serio el señor Bruce, las chicas asintieron.

    Mientras tanto en Kanagawa, Rukawa se retiraba de la oficina del profesor Anzai.

    — Muchas gracias, agradezco sus consejos— agradeció el muchacho haciendo una reverencia.

    — No tienes que agradecer, ahora comienza a hacer tus papeleos para que partas este fin de semana— indicó el hombre de cabellos canos al joven, éste asintió y se retiró de la oficina.

    Pronto llegó a su casa y ahí lo esperaban expectantes sus padres.

    — Ya estaban aquí— pronunció el muchacho mientras atravesaba el umbral.

    — Si hijo, dinos cómo te fue con el profesor Anzai, ¿qué te aconsejó?— preguntó impaciente la madre.

    — ¿Cree que es una buena idea?—interrogó ahora el padre.

    — Él ya estaba enterado de esto— comenzó a hablar el número 11.

    — ¿Cómo?— preguntaron sorprendidos al unisón.

    — Sin que me diera cuenta, el entrenador de ese equipo estuvo observándome en algunos partidos de práctica con Shohoku y también con la selección juvenil, entonces habló con el profesor Anzai sobre mí— relató el muchacho lo contado por Anzai durante su conversación, sus padres escuchaban sorprendidos.

    — Vaya, eso quiere decir que están muy interesados en que vayas a jugar con ellos— opinó el padre.

    — Así parece— apoyó la madre— Pero entonces ¿Qué te aconsejó el profesor Anzai?—preguntó ahora la mujer.

    — Me dijo que mi progreso en el último tiempo fue increíble, sobre todo al integrarme a la selección juvenil, que lamentaba no poder ver mis progresos a futuro, pero que era una gran oportunidad que no podía dejar pasar— relató el muchacho.

    — Eso quiere decir que…— pronunció con sigilo el padre.

    — Si, está de acuerdo con que parta a Norteamérica— respondió el jugador estrella de Shohoku.

    — Entonces nos dejarás— pronunció con la voz quebrada la madre, el chico asintió.

    — No te pongas triste, nuestro hijo ya está grande hay que dejarlo que tome sus propias decisiones, más aun cuando benefician su futuro— intentó calmar a su mujer el señor Rukawa.

    Al día siguiente en Shohoku, el profesor Anzai anunciaba la partida de Rukawa, éste no se presentó a entrenamiento ya que le correspondía con la selección juvenil, los muchachos del equipo se sorprendieron por la noticia.

    — Eso es imposible— pronunció perplejo el chico del pendiente.

    — Que suerte tiene Rukawa, ojalá me invitaran a Estados Unidos a jugar— espetó el número 14.

    — Ese niño siempre logra lo que se propone— opinó la manager del equipo, a su lado estaba paralizada Haruko por la repentina e inesperada noticia de la partida del número 11.

    "Rukawa"—pensó entristecida la hermana menor de Akagi mientras bajaba la cabeza, ocultando entre sus cabellos sus ojos.

    — ¡No!, ¡Nuestro Rukawa no nos puede abandonar!— exclamaron negando la realidad las porristas del muchacho.

    — ¡Y ahora qué será de nosotras!— preguntaba una de ellas llorando infantilmente.

    — No podremos acompañarlo a Estados Unidos— añadió otra de ellas.

    — Moriremos sin nuestro Rukawa— pronunció llorando infantilmente la tercera de ellas.

    — ¡Es cierto, es cierto!— apoyaron las otras dos entonces lloraron juntas.

    — "Que niñas tan escandalosas"— pensó el chico del pendiente que miraba con una gotita en la cabeza el escándalo de las porritas.

    — Bueno muchachos, lo más probable es que no se presente a los siguientes entrenamientos porque debe hacer algunos papeleos importantes con urgencia, ya que parte este mismo fin de semana a Los Ángeles, si lo ven despídanse de él, porque es probable que no lo vean nunca más— dijo el anciano haciendo que las últimas palabras se repitieran una y otra vez en la cabeza de Haruko.

    — ¿Haruko a dónde vas?— preguntó la manager que veía alejarse de su lado a la castaña.

    — Saldré un momento, enseguida regreso— respondió ahogada sin voltear a mirarla.


    — ¿Estás bien Haruko?— preguntó preocupada Fuji.

    — Si, no es nada— formuló con dificultad mientras salía del lugar.

    — ¡Haruko espera!— exclamó Fuji quien salía tras ella, pero su amiga Matsui la detuvo por un brazo.

    — Déjala sola, lo necesita— pronunció con calma la chica de las coletas entendiendo la actitud de su amiga. Haruko caminó a paso de anciano hasta el patio, sentándose en una banca que había en el lugar.

    — Rukawa se irá… y nunca volverá— se dijo a sí misma, entonces explotó en un desgarrador llanto que empapó su rostro de lágrimas que humedecieron parte de la camiseta que traía puesta, mientras recordaba con tristeza cuando conoció al número 11, además de cuando lo volvió a encontrar en Shohoku y aquellos detalles que hicieron acrecentar su amor por él, estuvo hasta el atardecer desahogando la pena que sentía dentro tras tan inesperada noticia, el entrenamiento ya había terminado, los muchachos se había marchado a sus casas.

    Haruko ya más calma ingresó a los camarines de los chicos donde había dejado sus pertenencias, quiso encender la luz, pero para su extrañeza, ésta estaba ya encendida, entonces se dirigió al casillero con su apellido.

    — Esa ducha estuvo deliciosa— pronunció un muchacho mientras salía de la ducha enrollado en una toalla y secaba sus cabellos con otra.

    — ¿Qué?— se preguntó la muchacha mientras se volteaba a mirar de quien se trataba.

    — ¡Ay!— exclamó espantado al ver a la chica— ¡S.. señorita Akagi!, ¿Qué está haciendo aquí?— preguntó mientras se cubría con una cortina de baño el torso.

    — D…disculpe capitán Mitsui, no era mi intensión, yo sólo venía a buscar mis cosas… las dejé de improviso en el casillero que pertenecía a mi hermano— se excusó mientras mostraba con una mano las llaves que se reunían en un llavero con el nombre de su hermano, y con la otra cubría inútilmente su cara.

    — Si pero ya es muy tarde, ya todos se retiraron, además no la vi en la práctica después de que el profesor Anzai fue a visitarnos— pronunció extrañado el chico de cabello azulado.

    — Si es que yo…—pronunció cabizbaja al recordar la noticia de la partida de Rukawa.

    — ¿Sucede algo?— preguntó mientras se acercaba curioso por el extraño cambio de la muchacha.

    — No, estoy bien— respondió sonriendo falsamente.

    — Ya veo— respondió incrédulo el chico de ojos azules, Haruko notó la desconfianza de Mitsui, entonces cambió el tema.

    — Y por cierto, ¿Qué hacía a estas horas?, se supone que el entrenamiento ya acabó hace más de una hora— comentó extrañada la castaña.


    — Me quedo practicando las canastas de tres puntos, como ya no tenemos a Akagi será necesario que las perfeccione— respondió el chico de la cicatriz— Más aún ahora que Rukawa se va a Norteamérica, no quiero aceptarlo pero ese mocoso es necesario en el equipo— confesó casual, Haruko bajó la mirada, Mitsui notó la reacción de la muchacha— Ya entiendo, ya sé que es lo que le pasa señorita Akagi— expresó sonriendo pícaro— Lo que pasa es que se puso muy triste al enterarse de que Rukawa se irá a Norteamérica, eso es obvio porque está enamorada de él, o me equivoco— agregó burlesco mientras se cruzaba de brazos triunfante por creer saber la verdad.

    — ¡Cómo sabe eso!— exclamó sonrojada al sentirse descubierta.

    — Eso es muy sencillo— respondió el muchacho mientras se sentaba en una banca.

    — ¿Cómo?—susurró sin entender la castaña.

    — Eso es porque cada vez que ese mocoso hacía alguna jugada que nos dejaba en ridículo a los alumnos de segundo y tercero, gritabas emocionada animando a Rukawa— respondió con rencor el chico de ojos azules.

    — Lo siento— murmuró avergonzada al enterarse que su amor por Rukawa era un secreto a voces.

    — ¿Pero sabes algo pequeña?— pronunció el muchacho mientras tomaba su uniforme y se ponía de pié.

    ¿Qué?, ¿Me dijo pequeña?—pensó extrañada la hermana de Akagi.

    — No tienes que ponerte triste por ese tonto, debes seguir adelante y no dejar que lo que se convertirá en pasado amargue tu presente y futuro, quizás, estás tan sumergida en eso que sientes por Rukawa, que no te has dado cuenta que hay otros chicos muriéndose por ti— comentó guiñándole un ojo.

    — ¿Otros chicos?, no lo creo, además no me interesan otros chicos— respondió indiferente.

    — Claro que hay otros, por ejemplo ese tonto de Sakuragi que se muere por ti, y tú sólo lo ves como un amigo— contestó mientras se ponía su camisa.

    — ¿Sakuragi?, ¿Qué está diciendo?, eso es mentira él es mi amigo…— respondió exaltada la chica de ojos azules, entonces Mitsui la interrumpió.

    — Es a eso a lo que me refería, siempre lo has visto como un amigo, y ese tonto está enamorado de ti, es por eso que odia a Rukawa, porque sabe lo que sientes por él, ¿Te das cuenta?, todos sabemos sobre ese triángulo amoroso menos tu y Rukawa que es un despistado— expresó mientras entraba en una ducha— Me pondré esto— dijo enseñándole su pantalón— Lo haré en una ducha, espero que no te moleste, al menos que quieras ver como me cambio— pronunció divertido el chico de la cicatriz.

    — No, no claro que no— respondió apresurada la chica sonrojándose de súbito por la actitud del número 14.

    — Entonces permiso— dijo mientras se encerraba en una de las duchas— Bueno señorita Akagi, esa es mi opinión, no debes estar tan triste por Rukawa, será una pérdida de tiempo, ya verás que en unos meses te estarás riendo de eso— decía desde la ducha mientras abrochaba su cinturón, entonces salió.

    — Ahora será mejor que nos vayamos porque ya se hace tarde— dijo el muchacho mientras salía de la ducha, Haruko asintió tímidamente.

    Entonces salieron de la preparatoria y caminaron juntos unas cuadras.

    — Bueno creo que aquí debemos separarnos— enunció el chico de cabello azulado.

    — Si, aquí tomaremos distintos caminos— respondió sonriendo amable.

    — Fue un placer conversar con usted señorita Akagi, espero que le sirvan de algo mis consejos, y ya sabe, no esté triste— dijo mientras le guiñaba un ojo amigablemente. Haruko asintió.

    — Hasta mañana— se despidió la chica de ojos azules haciendo una reverencia.

    — Hasta mañana— correspondió amablemente Mitsui, entonces se separaron y continuaron su camino.
     
  4.  
    Akane Mitsui

    Akane Mitsui Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Julio 2013
    Mensajes:
    10
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Cumpliendo Un Sueño: Norteamérica [Slam Dunk]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    4882
    Capítulo #3: Rumbo a mi destino

    Era viernes por la tarde, Megan descansaba sobre su cama mientras leía unos acordes, de pronto llaman a la puerta.

    — Adelante— pronunció mientras cambiaba de papel.

    — Megan, necesito hablar contigo— dijo la chica de ojos verdes mientras entraba a la habitación.

    — Entonces habla— respondió la chica de ojos celestes mientras dejaba a un lado las hojas.

    — Megan, sé que mi decisión de irme a Japón nos ha tenido muy distanciadas— expresó mientras se sentaba en la cama junto a su hermana— Mañana me voy y no quiero hacerlo estando molesta contigo— añadió buscando la mirada de la chica de ojos celestes — Hermana, yo te quiero, no te pido que me apoyes, sólo quiero que no tomes como una traición, y que entiendas que necesito conocer a nuestra madre, es algo importante para mí y …— continuó mientras era interrumpida por su hermana.

    — Ya no me des explicaciones— pronunció con un suspiro— Es tu decisión, eres dueña de hacer lo que quieras, no me puedo entrometer— añadió dándose por vencida— No es algo que comparta, jamás lo haría, pero si es importante para ti, hazlo, no diré nada, sólo espero que no te arrepientas o que salgas lastimada, no me gustaría verte así— expresó ahora la chica de cabello negro.

    — Hermana— pronunció Sally sonriendo con lágrimas en sus ojos— ¡Te quiero mucho!— expresó mientras abrazaba a Megan.

    — Yo también te quiero— correspondió la chica de ojos celestes abrazando a su hermana— Y ahora vete a terminar de empacar, para que te duermas temprano, mañana tu avión parte a primera hora— indicó la chica de cabello negro alejando sutilmente a Sally, ésta asintió mientras secaba sus lágrimas, entonces salió— Y cierra la puerta— pidió a la castaña mientras atravesaba el umbral, ésta no escuchó por lo que dejó la puerta abierta— No cambia, manía que tiene de dejar las puertas abiertas— espetó Megan mientras se ponía de pié para cerrar la puerta.

    En Shohoku el entrenamiento de aquel día era muy arduo, los muchachos practicaban con entusiasmo, Rukawa, como lo había anticipado Anzai, no volvió a entrenar con el equipo, tampoco entró a clases, sólo iba a Shohoku para hacer todos aquellos trámites que implicaban un traslado, que además debía ser coordinado con la preparatoria de Norteamérica, ya que incluía un intercambio estudiantil.

    — ¡Vamos muchachos ustedes pueden!— alentaba Ayako a los muchachos, Ryota miraba embobado a la manager, el director observaba el entrenamiento mientras bebía su café, todo se desarrollaba como de costumbre, pero de pronto se escuchó que se acercaba una masa de personas al ritmo de una marcha militar, los chicos del equipo se detuvieron ante tan estruendosos pasos, Ayako, Haruko y el profesor Anzai miraron hacia la puerta del gimnasio.

    — ¿Qué es eso?— preguntó la manager sin entender que ocurría, Haruko se encogió de hombros, entonces la puerta del gimnasio se abrió apareciendo tras ella el número 11.

    — ¡Es… Rukawa!— exclamó sorprendida Haruko, el chico entró al gimnasio, tras él dos filas de porristas lo escoltaban luciendo su uniforme de animadoras y cargando banderas que aludían al muchacho.

    — ¡Rukawa, Rukawa, eres el mejor!, ¡Rukawa, Rukawa, eres el mejor!— exclamaban escandalosamente mientras lloraban por la partida del jugador estrella de Shohoku.

    — Rukawa, veo que vienes a despedirte— expresó el chico del pendiente mientras salía al encuentro del 11.

    — Y muy bien acompañado— añadió burlesco el tirador de tres puntos, aludiendo a las porristas.

    — No digas tonterías— pronunció con una gotita en la cabeza el chico de mirada fría mirando de reojo a las chicas.

    — Y bueno dinos Rukawa, ¿Cuándo te vas a los Estados Unidos?— preguntó la manager mientras le golpeaba amistosamente el estómago al chico de cabello negro con un codo. Haruko miraba a la distancia.

    — Mañana— respondió amable.

    — ¿Mañana?— preguntó sorprendida la chica de cabello rizado— Vaya Rukawa, que repentino es todo esto, pues éxito en lo que se avecina— expresó mientras le daba un golpe amistoso en la espalda al muchacho.

    — Demuéstrales de lo que eres capaz— indicó el nuevo capitán mientras le daba una palmada en la mano.

    — Espero que demuestres lo que aprendiste con el profesor Anzai— pronunció Mitsui levantando una ceja.

    — Rukawa, desde aquí te estaremos apoyando— dijo Yasuda acompañado de sus compañeros de la banca.

    — Estaré pendiente de sus avances joven Rukawa— informó sereno el anciano.

    — Si, muchas gracias por sus consejos profesor Anzai, procuraré no perder el contacto con usted— expresó respetuoso el número 11 mientras hacía una reverencia— Ahora debo marcharme, sólo venía por algunas cosas que dejé en mi casillero— añadió.

    — Que sujeto, sólo vino a buscar algunas cosas, no pensaba despedirse— musitó Ryota.

    — Era obvio en él— apoyó Mitsui.

    — Bueno, ya me voy— se despidió el mejor novato del año, entonces se dirigió a la puerta, por donde desapareció rodeado por sus porritas.

    — ¡Rukawa, Rukawa, nunca te olvidaremos!, ¡Rukawa, Rukawa, eres el mejor!— exclamaban eufóricas mientras lloraban por la partida del muchacho. Por su parte Haruko, veía con la vista nublada por las lágrimas que asomaban en sus ojos, como el muchacho se alejaba. Al verlo desaparecer, cerró sus ojos con fuerza dejando caer aquellas lágrimas que obstruían su mirar, Fuji y Matsui pudieron notar lo que le ocurría a su amiga.

    — Haruko, ¿Estás bien?— preguntó la chica de cabello corto, la hermana de Akagi no contestó.

    — Haruko— pronunció mientras se acercaba con cautela a su amiga Matsui, pero la chica de cabello castaño no esperó a que sus amigas terminaran de acercarse, al sentir que se aproximaban salió corriendo del gimnasio.

    — ¡Haruko!— exclamaron al unisón las muchachas, Ayako y los muchachos vieron como la chica salía corriendo.

    "Que niña, creo que no le sirvió de nada lo que le dije, bueno, es asunto suyo"—pensó Mitsui mientras movía su cabeza de un lado a otro.

    El entrenamiento avanzó, y nuevamente la muchacha no regresó, sus amigas la buscaron en las instalaciones de la preparatoria, pero no consiguieron encontrarla.

    — Quizás regresó al gimnasio— opinó Matsui.

    — Quizás tienes razón, vamos al gimnasio— contestó Fuji, entonces regresaron al lugar. Iban entrando al lugar, pero se encontraron con los muchachos que comenzaban a retirarse, pues la práctica ya había acabado.

    — Creo que no regresó— comentó la chica de coletas mientras veía a los muchachos retirarse.

    — Quizás vino pero ya se fue, preguntémosle a los muchachos— sugirió Fuji.

    — Esta bien- respondió Matsui— Mitsui— le habló la muchacha al número 14 quien se acercaba a la salida del gimnasio.

    — Hola, ¿Qué sucede?— preguntó el chico de cabello azulado.

    — Es que estábamos buscando a Haruko, pensamos que quizás había regresado al gimnasio, ¿Usted sabe si ella estuvo aquí?— preguntó Matsui.

    — Ah, ustedes son las amigas de la señorita Akagi— ambas asintieron— Pues no, ella no regresó durante el resto del entrenamiento— respondió el tirador de tres puntos.

    — Ya veo, pero si la ve por favor dígale que la estamos buscando— pidió la chica de coletas.

    — Si, no hay problema— respondió amable el chico de la cicatriz, entonces se retiró.

    Mitsui caminó rumbo a casa tranquilamente, despojándose del cansancio de aquella jornada, los autos pasaban a toda velocidad por las calles, entonces desde su posición pudo ver como al otro lado del camino, se encontraba sentada sobre una banca en solitario la chica de cabello marrón.

    Vaya, definitivamente esta niña no se parece en nada a Akagi— monologó divertido el chico de ojos azules, entonces se acercó.

    Haruko estaba sumida en sus pensamientos, cuando de pronto siente que alguien se sienta a su lado.

    — Ya te dije niña que no vale la pena que estés llorando por Rukawa— dijo el chico sin mirarla.

    — Ca… capitán Mitsui, ¿Qué está haciendo aquí?— preguntó apresurada la muchacha, Mitsui rió levemente.

    — Vivo en esta dirección, todos los días camino por aquí, lo extraño es que tu estés aquí, según entendí hace unos días vives en la dirección opuesta— comentó casual el número 14 mientras miraba una cancha donde jugaban básquetbol unos chicos.

    — Eso es algo que no le importa— respondió con disgusto la hermana de Akagi.

    — Si, tienes razón, a mí no me importa en lo más mínimo lo que pasa contigo— respondió con indiferencia, la chica lo miró sorprendida— Pero a tus amigas si le importas, no hagas cosas que las preocupe, te buscaron toda la tarde después de que saliste del gimnasio— añadió aún sin mirarla.

    — Chicas— murmuró Haruko al recordar que sus amigas intentaron consolarla cuando salió corriendo.

    — Si, estaban muy preocupadas, es una lástima que estés preocupándolas por estar enamorada de ese sujeto, no vale la pena— espetó poniéndose de pie.

    — Lo siento— murmuró cabizbaja la chica de ojos azules, Mitsui rió con desdén.

    — Que tonta, no tienes que pedirme perdón a mí, eso es algo que debes perdonarte a ti misma, estás sufriendo por alguien que sólo sabe de tu existencia, eso es humillante— opinó el chico de ojos azules, esas palabras hirieron a la muchacha, entonces se puso a llorar— Pero ¿Por qué lloras?— preguntó sorprendido, entonces pensó en lo que le había dicho a la muchacha— "Rayos, creo que fui muy duro"—pensó, no sabía qué hacer, el ver a una chica llorando lo inquietaba, no podía quedarse de brazos cruzados, menos aún cuando sentía que era él el culpable de aquellas lágrimas— Está bien, perdóname, no quise decir eso— pronunció de mala gana mientras se acercaba intentando calmarla.

    — Es que tienes razón… Para Rukawa no existo y no existiré, esa es la realidad— decía entre sollozos la muchacha.

    — "Demonios, ahora que hago, no puedo decirle que está equivocada, sería cambiar de opinión, y Hisashi Mitsui no cambia de parecer"—pensaba mirando en todas direcciones como buscando algo que le ayudara a salir de aquella situación tan poco agradable para él— "Veamos, que puedo hacer"—reflexionaba, entonces volvió a ver aquella cancha donde hace unos instantes jugaban unos muchachos— Ya lo tengo— dijo triunfante el chico de ojos azules, Haruko lo miró extrañada.

    — ¿De qué habla?— preguntó con la voz quebrada.

    — ¿Ves esa cancha?- preguntó señalando el lugar con la cabeza, Haruko asintió— Te desafió a un partido de uno contra uno- retó levantando una ceja el número 14 mientras sacaba de su bolso un balón.

    — ¿Qué?— susurró confundida la hermana de Akagi.

    — Vamos, será divertido— pronunció sonriendo desafiante el chico de la cicatriz mientras la jalaba de un brazo.

    — Es que yo…— intentó excusarse Haruko.

    — Tu nada, vamos— insistió llevándola hasta la cancha. Pronto llegaron, y Mitsui se puso frente a la chica mientras revotaba el balón- Supongo que Akagi debió enseñarte algo sobre esto— decía mirándola a los ojos como intentando leer sus movimientos.

    — Bueno, desde niños jugábamos— respondió tímidamente Haruko.

    — ¡Entonces veamos que aprendiste!— expresó el muchacho mientras se acercaba a gran velocidad con el balón hacia la canasta que protegía Haruko, ésta al notar el ataque de Mitsui intentó marcar al número 14, éste se detuvo justo frente a la muchacha dribleando el balón— Sabes marcar, eso ya es un punto a favor— comentó sonriendo desafiante.

    — Fue una de las primeras técnicas que aprendí de mi hermano— respondió la castaña sin dejar de marcar a Mitsui.

    — Bueno, ahora quiero saber que más aprendiste de Akagi— dijo el chico de cabello azulado mientras cambiaba el ritmo del dribleo a uno más rápido, entonces con un giro esquivó a la muchacha entrando a la zona de tiro, Haruko lo siguió, intentó golpear el balón, pero debido a la baja estatura de ésta, sólo logró golpear el brazo del muchacho, con un tiro sencillo, Mitsui encestó una canasta con gran facilidad.

    — Encestó— pronunció agitada la muchacha tomándose las rodillas.

    — Cometiste una falta— espetó decepcionado el chico de ojos azules mientras ponía sus manos en la cintura.

    — Es cierto, lo lamento— se disculpó haciendo una reverencia.

    — Bueno, por esta vez te lo perdonaré, pero para la próxima no habrá compasión, es tu turno de atacar— dijo Mitsui lanzándole el balón, Haruko tras recibirlo, asintió— Veamos cómo eres a la ofensiva— añadió mientras marcaba a la muchacha mirándola a los ojos, ésta intimidada por la imponente mirada del 14, comenzó a driblear torpemente el balón, Mitsui notó la timidez de la chica de ojos azules.

    — No seas tímida, ataca con confianza— expresó el tirador de tres puntos, Haruko asintió retraída. Entonces se acercó lentamente con el balón— Ánimo, con más energía, porque así sólo conseguirás que te gane de inmediato— añadió riendo divertido descuidando su defensa, entonces la muchacha aprovechando dicho descuido, corrió hacia la canasta, brincó con fuerza, mientras que Mitsui salía en su persecución y depositó el balón en la canasta.

    — ¡Si!— exclamó mientras brincaba feliz.

    — ¡Demonios!— prorrumpió el chico de la cicatriz pateando el suelo— Cómo es posible que una mujer me esté ganando, soy muy descuidado. ¡Que humillación!— murmuraba el número 14 crujiendo los dientes, Haruko rió divertida.

    — Estamos empatados— dijo la chica sonriendo.

    — Fue sólo un descuido, pero no volverá a suceder, es mi turno para atacar— respondió mientras le quitaba el balón a Haruko con un dejo de crudeza que no ignoró la muchacha— Prepárate porque voy a comenzar— anunció mientras dribleaba el balón, Haruko con más confianza se puso en posición para defender, Mitsui esperaba el momento indicado para atacar, intentaba leer los movimientos de la muchacha a través de su mirada, de un momento a otro, el chico se irguió, y desde su posición brincó para encestar una canasta de tres puntos, intención concretada, ya que sin mayores inconvenientes el muchacho encestó— ¡Bien, gané!— exclamó Mitsui riendo triunfante— Fue más fácil de lo que pensé— agregó.

    — ¡Espere!— detuvo molesta la chica de ojos azules, Mitsui se volteó fingiendo no saber que quería la castaña.

    — ¿Qué sucede?— preguntó fastidiado.

    — Este, yo creo que eso fue trampa, no es justo que haga canastas de tres puntos, aunque yo encestara no podría ganarle porque yo no sé hacer eso— reclamó temerosa la hermana de Akagi.

    — ¿Pero qué estás diciendo?, claro que es válido, no es mi culpa que no sepas encestar canastas de tres puntos— rebatió.

    — Esta bien- pronunció dándose por rendida — Pero aún tengo una oportunidad de atacar— añadió extendiendo las manos para que el 14 le entregara el balón.

    — Si tu quieres— musitó mientras le lanzaba con desdén el balón— De todas maneras ganaré— sentenció confiado mientras sonreía triunfante. A pesar de estar jugando con una chica se lo tomaba muy enserio, partió como un simple desafío para ayudar a distraer a Haruko, pero una sutil insinuación de derrota, despertó en el 14 un deseo intenso de ganar— Adelante— pronunció con una sonrisa desafiante, la muchacha asintió, entonces hizo algo que el muchacho no esperaba, desde su posición lanzó el balón hacia la canasta, intentando hacer una canasta de tres puntos, el balón se acercaba peligrosamente la canasta, Mitsui miraba con espanto como el balón rodaba en círculo en la cesta, Haruko impaciente rogaba que la canasta entrara, dio un par de vueltas perdiendo cada vez más fuerza, todo anunciaba que el balón ingresaría sin mayores inconvenientes, Haruko comenzaba a sonreír presintiendo que ganaría, pero el balón cayó hacia afuera, el momento de suspenso acabó provocando que ambos cayeran al suelo de la contrariedad.

    — Ya ves, he ganado, hiciste una tontería, ¿Pensaste que me ganarías lanzando de esa forma el balón?— expresó riendo más relajado el chico de ojos azules.

    — Pero creyó que entraría— contradijo tímidamente la chica de ojos azules.

    — Claro que no, eres muy mala lanzando, eso lo puedo notar con facilidad— respondió con desdeño el 14.

    — Su cara decía lo contrario— rebatió temerosa.

    — ¿Qué?, pues… sólo estaba fingiendo para que te ilusionaras— mintió infantilmente Mitsui, Haruko se largó a reír— ¿Pero de qué te ríes?— preguntó molesto, la muchacha no respondió y siguió riendo, le causaba mucha gracia la obsesión con el triunfo que tenía aquel muchacho, le recordaba mucho a su hermano, a Sakuragi, y a momentos, a su querido Rukawa.

    Amanecía en Kanagawa, y Rukawa, completamente distinto de lo normal, despertó antes de que la alarma lo sacara de sus sueños, era un día especial, partiría rumbo a Norteamérica, lugar con el cual se obsesionó tras ganar las preliminares junto a Shohoku, no podía esperar a partir, sólo tenía un objetivo, convertirse en el mejor jugador en Norteamérica, entonces se puso de pie tomó sus pertenencias densificadas en una maleta, y bajó a la primera planta.

    — ¿Estás listo?— preguntó el padre, Rukawa asintió, la madre intentaba contener una lágrima fugitiva que amenazaba con escapar— Entonces vamos— dijo mientras tomaba las llaves de un auto, tras lo cual salieron rumbo al aeropuerto.

    Tan pronto como llegaron, se sentaron a la espera de que abordaje fuera autorizado.

    — Hijo, procura cuidarte mucho, estaré muy pendiente de lo que necesites, si algo ocurre no dudes en llamarme— decía con la voz quebrada la madre.

    — No te preocupes, estaré bien— respondió sereno el muchacho.

    — No te pongas triste, Kaede ya es grande, y sabrá cuidarse— intentó consolar el señor Rukawa.

    — ¿Cómo me pides eso?, nuestro hijo se va al otro lado del mundo y tú estás tan tranquilo— respondió con disgusto aquella mujer.

    — Vamos, no le hagas las cosas más difíciles, es su decisión y debemos respetarla— confortó conservando la tranquilidad el padre de Rukawa a su esposa, pronto comenzó el llamado para abordar el avión, entonces Rukawa se despidió de sus padres y subió a la nave que la llevaría rumbo a su sueño, la madre lloraba desconsolada al ver partir a su hijo.

    Mientras tanto, en el aeropuerto de Los Ángeles, Megan y su padre despedían a Sally.

    — Hija, cuídate mucho, y recuerda todo lo que te dije sobre la cultura la japonesa, no entres con zapatos a la casa de la familia que te recibirá, saluda siempre haciendo una reverencia, debes llamarle a las personas por su apellido, al menos que te permitan hacerlo por su nombre, no seas tan efusiva en tus muestra de cariño y …— le recordaba las instrucciones el señor Bruce a su hija menor.

    — Ya papá no le repitas tantas veces eso, ya lo hiciste una vez, Sally no es tonta para no recordarlo— interrumpió Megan a su padre, Sally rió.

    — Es cierto papá, recuerdo perfectamente todo lo que me dijiste sobre los japoneses y tendré mucho cuidado en respetarlo— respondió risueña la ojiverde.

    — En cuanto llegues a casa de los Rukawa procura llamar para avisarme que llegaste bien, y dame el número de teléfono de ellos para localizarte en caso de alguna emergencia— pidió el hombre.

    — Esta bien, y reciban bien a ese muchacho que vendrá a nuestra casa, sobre todo tu Megan, te conozco y sé como tienes el carácter— comentó la chica de ojos verdes.

    — Claro que no, sólo debe ser un niño, no me molestaré en tratarlo— espetó indiferente la chica de ojos celestes.

    — Como tú digas— respondió burlesca la chica de ojos verdes.

    — "Atención, a los pasajeros con rumbo a Japón, pueden comenzar a abordar el había"— decía una voz por altoparlante interrumpiendo la última charla de la familia Bruce en su conjunto.

    — Bueno, es hora, debo irme— dijo la castaña con un pequeño dejo de tristeza en el rostro.

    — Hija, cuídate mucho, llámame siempre— se despidió el padre abrazándola con fuerza, en ese momento la muchacha soltó una lágrima que se deslizó por su mejilla.

    — Te quiero papá— pronunció mientras lo abrazaba con fuerza.

    — Yo también te quiero hija, espero que encuentres lo que estás buscando— dijo ahora el hombre mientras alejaba suavemente a su hija.

    — Ya sabes lo que pienso, pero espero que cuando regreses, lo hagas feliz— dijo Megan quien ahora era abrazada por su hermana.

    — Te extrañaré mucho Megan— expresó llorando la chica de cabello castaño.

    — Yo también— respondió correspondiendo el abrazo de Sally, después de unos instantes se separaron y la muchacha desapareció entre la multitud que circulaba por aquel lugar.

    El vuelo tardaría horas, atravesar aquella masa líquida que conformaba el Océano Pacífico, haría que el arribo a sus nuevos destinos se prolongara en el tiempo, Rukawa quien había estado gran parte de la noche en vela, después de una hora de haber despegado, cayó rendido por el sueño y comenzó a disfrutar de una larga siesta.

    Pasaron horas, y Sally era alertada por la voz del piloto del avión manifestada a través de un altavoz de que ya habían llegado a Kanagawa.

    — "Pasajeros con destino a la prefectura de Kanagawa, en dos minutos comenzará el aterrizaje"— decía aquella voz, entonces la muchacha dejó a un lado una reviste que leía, y abrochó el cinturón de seguridad.

    — Ya es hora— pensó la chica de ojos verdes, entonces pronto el avión arribó al aeropuerto de Kanagawa.

    Por su parte Rukawa dormía plácidamente, mientras una voz alertaba del arribo a Houston, la última parada antes de llegar a Los Ángeles, no provocando ninguna reacción en el pelinegro.

    Sally bajó del avión con sus pertenencias, mirando en todas direcciones, se vio rodeada de una multitud desconocida, buscaba entre ellos alguna señal que le indicara quienes eran las personas que la esperaban, con expectativa buscaba la mirada de las personas, esperando alguna reacción de aquellas personas, pero no lograba nada. De pronto una mano misteriosa tomó su hombro por la espalda, la chica saltó del espanto.

    — Disculpe señorita, no fue mi intensión asustarla— se disculpó el hombre dueño de aquella mano que la tocaba por el hombro.

    — No se preocupe— respondió vacilante, entonces recordó las instrucciones de su padre y apresurada hizo una reverencia.

    — Usted debe ser la señorita Bruce ¿Estoy en lo cierto?— preguntó ahora aquel hombre.

    — Si, soy yo— respondió tímida.

    — Mucho gusto, yo soy Rukawa, y ella es mi esposa, vivirás con nosotros a partir de hoy— se presentó amable aquel hombre.

    — Mucho gusto señor y señora Rukawa— saludó la muchacha haciendo una reverencia dirigida a cada uno de los padres.

    — Que niña tan linda, espero que te sientas a gusto en nuestra casa— dijo la madre ya un poco más tranquila luego de la partida de su hijo, su sueño siempre había sido tener una hija, y ahora tener a la muchacha en casa le cumpliría por lo menos por un tiempo aquel deseo de tenerla, la muchacha sonrío tímida.

    — Vamos a casa, seguramente debes venir muy cansada— dijo el señor Rukawa.

    — Si— respondió la castaña un poco más relajada.

    Pronto llegaron a casa, y la madre de Rukawa abrió la puerta de la morada, mientras el hombre ayudaba a entrar las maletas de la muchacha, Sally esperaba desde que ingresaran primero los dueños de casa.

    — Adelante, no te quedes ahí, pasa por favor— dijo sonriendo la mujer, la muchacha asintió, entonces dio unos pasos dentro de la casa, entonces recordó otro de los dichos de su padre.

    "¡Qué hice!"— pensó espantada mientras veía sus pies que calzaban unas sandalias blancas, entonces retrocedió apresurada y se las quitó a toda prisa, y reingresó al hogar.

    — Bueno, ésta es nuestra casa, a partir de hoy también será la tuya— expresó el hombre mientras la muchacha miraba con curiosidad lo distinto de aquella casa con respecto a las que había conocido durante su vida, claramente tenía un aspecto muy oriental, propio de cualquiera en Japón.

    — Gracias señor Rukawa— respondió sonriendo amable mientras hacía una reverencia.

    — Acompáñeme señorita Bruce, le enseñaré su habitación para que se acomode— indicó la madre del ex número 11, la castaña asintió y la siguió.

    Tras subir unas escaleras, llegaron a la segunda planta, donde un pasillo largo llevaba a distintas habitaciones, Sally seguía a la mujer mirando en todas direcciones jugando a adivinar cual sería su habitación, pero no lo consiguió, entonces la señora Rukawa se detuvo frente a un umbral.

    — Ésta será tu habitación, espero te guste, era la habitación de nuestro hijo, hay una habitación más disponible, pero es más pequeña, por eso quisimos darte esta— explicó mientras abría la puerta de aquella habitación, Sally advirtió un ambiente silencioso en aquel cuarto, los colores que teñían sus paredes eran un poco sombríos, las cortinas un poco más gruesas de lo normal, como amenazando al sol si dejaba entrar alguno de sus rayos, no había más que una cama y un velador, sobre el cual descansaba de improviso una muñequera negra, claramente perteneciente al joven deportista.

    — Está bien, me gusta, me acomodaré lo antes posible— dijo sonriendo la muchacha.

    — Si quieres puedes decorarla a tu gusto, nuestro hijo es muy poco entusiasta con esas cosas, nos gustaría haberlo hecho antes de que llegaras, pero todo fue muy sorpresivo, sólo el lunes de esta semana Kaede recibió la invitación de la preparatoria donde tu estudiabas— explicó la madre.

    — ¿Recibió una invitación? ¿Lo becaron desde Estados Unidos?— preguntó sorprendida, eran muy pocos los casos de becados que llegaran desde otros países por propia iniciativa de aquella preparatoria.

    — Si, es que al parecer se enteraron de su participación en el campeonato nacional de básquetbol, y les gustó para su equipo, y fue así como lo descubrieron— relató resumidamente la mujer.

    — Vaya, sin duda debe ser un gran basquetbolista, nuestra escuela se destaca a nivel nacional todos los años, si lo quieren en el club, es porque debe ser muy bueno— comentó sorprendida.

    — Si, nuestro hijo es el mejor basquetbolista de Japón, y será el mejor de Norteamérica— comentó el padre quien ingresaba el equipaje.

    — Bueno— dijo soltando un suspiro nostálgico la mujer— Debes tener mucha hambre, bajemos para que cenes- añadió sonriéndole a la muchacha— Más tarde puedes acomodarte.

    — ¡Si!— exclamó entusiasta la castaña, ya que aunque no lo había dicho, se estaba muriendo de hambre.

    Mientras tanto, Rukawa salía de sus sueños alertado que debía despertar en voz de una azafata.

    — ¡Joven, joven!— le habló con delicadeza para que no despertara de golpe— Joven— insistió sacudiendo con sutiliza por un hombro al pelinegro, cumpliendo su objetivo, Rukawa frotó sus ojos para distinguir con mayor precisión su entorno, entonces distinguió la figura de aquella mujer que lo miraba sonriente.

    — Que sucede— murmuró con pereza el ojiazul.

    — Estamos en el último aeropuerto antes de salir de Norteamérica, en Boston, debe bajar— explicó la mujer.

    — ¿Qué?— preguntó espantado el muchacho, entonces miró los demás asientos de aquel avión, todos despoblados, era él el único que permanecía a bordo— "Rayos" — pensó entonces se puso de pie a toda velocidad, y bajó de prisa de la nave junto a sus pertenecías— "Y ahora que hago" — pensó ahora mirando en todas direcciones, claro entendía perfectamente que estaba al otro lado de Estados Unidos, en vez de ver el Océano Pacífico, lo que podía ver era el Atlántico.

    Caminó sin rumbo unos instantes, pronto llegó al centro comercial que se encontraba en las cercanías del aeropuerto, divagó por el lugar mientras pensaba en una solución.

    — ¿Rukawa? ¿Eres Rukawa de Shohoku?— preguntó una voz alguna vez oída por el ojiazul, éste volteó a ver quien era.

    — ¿Sawakita?— preguntó ahora el pelinegro reconociendo en el rostro del joven que le hablaba, aquel jugador de Sannou.

    — Vaya Rukawa, al parecer cumpliste tu promesa antes de lo que esperaba— dijo mientras le extendía una mano para saludarlo.

    — Por supuesto, te dije que lo haría— murmuró mientras miraba con frialdad aquella mano, la cual sólo chocó. Luego de unos momentos Rukawa le contó cómo llegó hasta esa ciudad tan distante a Los Ángeles.

    — Por hoy creo que será imposible que puedas volar hasta allá, durante el fin de semana la demanda de vuelos aumenta bastante, creo que será mejor que vueles el lunes por la mañana para llegar directo a la preparatoria— opinó el ex jugador de Sannou, Rukawa permanecía pensativo- Si no tienes donde quedarte, puedes venir conmigo, si gustas puedes quedarte en mi departamento— invitó el muchacho, Rukawa acorralado por no tener donde ir, aceptó.

    Mientras tanto en casa de los Bruce, el padre y Megan cenaban silenciosos aún algo tristes por la partida de la integrante menor de aquella familia, de pronto el hombre miró su reloj que apuntaban 21: 43 pm.

    — Que extraño, según entendía, el muchacho que vendrá a casa llegaría cerca de las ocho, ya lleva casi dos horas de retraso, quedamos en que llamaría en cuanto llegara para ir por él— comentó un tanto preocupado el señor Bruce.

    — Quizás se arrepintió, es sólo un niño, seguramente pensó que extrañaría mucho a su mami y no quiso dejarla— comentó la chica de ojos celestes mientras llevaba una cuchara a su boca.

    — No lo creo— respondió entonces suena el teléfono— Debe ser él, iré a contestar— indicó el hombre mientras se ponía de pie para atender el teléfono ubicado en la sala, Megan continuó cenando sin tomarle demasiada importancia al asunto, después de unos instantes el señor Bruce regresó a la mesa

    — ¿Y quién era?— preguntó casual la muchacha.

    — Era el muchacho, Rukawa— respondió.

    — ¿Y qué? ¿Acaba de llegar al aeropuerto?— preguntó la chica de ojos celestes mientras llevaba a la boca un cuchara.

    — No, tuvo un problema, llegó a Boston, y tuvo que bajar ahí, llegará el lunes directo a la preparatoria— informó el hombre.

    — Se ve que sólo es un chiquillo— comentó burlesca Megan por lo ocurrido al muchacho.

    — No sé si estaré aquí ese día, así que te lo encargo, espero que lo recibas bien— sugirió el padre.

    — Claro que si, aunque sea un niño llorón— espetó la chica, el padre rió por la respuesta de la muchacha.

    — No cambias— dijo mientras le acariciaba el cabello a la muchacha, con una sonrisa, y continuaron con la cena.
     
  5.  
    Akane Mitsui

    Akane Mitsui Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Julio 2013
    Mensajes:
    10
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Cumpliendo Un Sueño: Norteamérica [Slam Dunk]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    2724
    Capítulo #4: El nuevo desafío


    Amanecía en el estado de Kanagawa, era ya día lunes, y en casa de los Rukawa, Sally comenzaba aquella jornada con pereza, aún le afectaba un poco la diferencia de horario entre Japón y Estados Unidos.

    — Señorita Bruce, buenos días— saludó la madre de Rukawa mientras golpeaba la puerta de la habitación y la abría con sigilo.

    — Buenos días señora Rukawa— respondió flojamente mientras se sentaba en la cama y frotaba sus ojos para distinguir el cuarto con más claridad.

    — Ten, éste es el uniforme de la preparatoria, deberás usarlo a partir de hoy— explicó la mujer mientras tendía sobre la cama las ropas que acompañarían a la muchacha durante su estadía en Shohoku.

    — Muchas gracias señora Rukawa— agradeció la chica de ojos verdes mientras intentaba hacer una reverencia desde su posición, la mujer rió por aquello.

    — Bueno, te dejo para que puedas vestirte— dijo la mujer tras lo que se dirigió a la puerta— Date prisa para que puedas tomar desayuno a gusto— añadió sonriendo, la castaña asintió, esperó que la mujer saliera de la habitación para salir de la cama para poder ir a la ducha.

    Luego de haber consumido los alimentos matutinos, partió rumbo a Shohoku, la señora Rukawa se ofreció para dejarla hasta allí, sin embargo la muchacha no queriendo causar molestias extras, prefirió ir sola, y así también era una buena oportunidad para conocer los alrededores.

    — "Espero no perderme, aunque con las indicaciones de la señora Rukawa, no creo que hayan mayores inconvenientes"— pensó la muchacha mientras miraba en todas direcciones buscando los puntos de referencia dados por la mujer. Muy pronto llegó a Shohoku— "Bueno, creo que es aquí"— Pensó la muchacha al ver el edificio, entonces ingresó entre la multitud de estudiantes.

    Pronto llegó a la dirección, donde la esperaba el director quien le dio la bienvenida, indicándole cual sería su nuevo salón.

    — Bueno señorita Bruce, su salón será el número 7 de primer año, espero su estadía en nuestra preparatoria sea la mejor— expresó el hombre a la muchacha.

    — Muchas gracias señor Sotomura— respondió la muchacha haciendo un reverencia, entonces tras despedirse partió en búsqueda su nuevo salón.

    Al encontrar el salón indicado por el director, golpeó tímidamente la puerta, tras lo cual el maestro que impartía clases en dicho salón, abrió la puerta.

    — Buenos días— saludó la muchacha haciendo una reverencia.

    — Ah, usted debe ser la estudiante que viene desde Norteamérica ¿No?— preguntó casi afirmándolo aquel hombre, la muchacha asintió— Bueno espéreme un momento, ya regreso— dijo el hombre dejando la puerta entreabierta, y dirigiéndose al salón— Bueno jóvenes, a partir de hoy tendremos una compañera nueva, espero la recibamos de la mejor manera— expresó el profesor— Adelante, puede pasar- pronunció ahora dirigiéndose a la muchacha, quien tímidamente entró al salón.

    — Hola, mi nombre es Sally Bruce, encantada de conocerlos— se presentó sonriendo tímidamente la muchacha, todos los estudiantes la observaban curiosos.

    — La señorita Bruce es una estudiante que viene de intercambio desde Norteamérica, ocupará el lugar del joven Rukawa del salón 10, quien ahora está en los Estados Unidos— explicó el hombre, no tardaron en comenzar los rumores en el salón entre las muchachas— Bueno señorita Bruce, puede tomar asiento, busque un lugar vacío— ordenó el profesor a la muchacha, ésta asintió.

    — "Veamos, dónde me sentaré"— se preguntaba la muchacha buscando lugar por lugar un asiento para ella, entonces muy pronto vio un lugar en el fondo de una fila aledaña a los ventanales del aula— Ahí hay uno— murmuró más aliviada al haber ya encontrado un lugar, entonces procedió a tomar asiento.

    Mientras tanto en Los Ángeles, Estados Unidos…

    — Señorita Megan— pronunció una mujer mientras se acercaba al pupitre de la muchacha- Señorita Megan— reiteró buscando la cara de la muchacha— ¡Megan Bruce despierta!- exclamó la mujer dándole un golpe a la mesa, asiendo despertar repentinamente a la chica de ojos celestes.

    — ¿Qué…? ¿Qué sucede?— preguntó la muchacha con los ojos entreabiertos, como sintiendo que le molestaba la luz del día.

    — ¡Que qué sucede! A caso no te das cuenta que estamos en plena clase y te das el lujo de dormir— reprendió la maestra, la muchacha miró su entorno afirmando lo que decía la mujer.

    — Ah… tiene razón— respondió tras lo cual estiró los brazos y soltó un bostezo— Discúlpeme, no volverá a pasar— añadió dejándose caer hacia atrás en la silla, la profesora se irritó por aquella actitud tan casual de la muchacha.

    — ¡A la oficina del director!— exclamó aquella mujer.

    — Otra vez no— murmuró la muchacha poniéndose de pie, saliendo a paso de anciano del salón.

    — Buenos días joven Rukawa, es un gusto tenerlo en nuestra preparatoria— expresó el director, quien atendía al ojiazul en su oficina.

    — El gusto es mío— respondió educado Rukawa.

    — Bueno, por lo que tengo entendido llegó directo hasta aquí desde Japón por un imprevisto que tuvo, por lo que no pudo conocer a los Bruce, así que mandaré a buscar a la señorita Bruce para que puedan conocerse y así lo lleve hasta su nuevo hogar y demás asuntos— indicó el hombre, tomó el teléfono para comunicarse con la secretaria, entonces tocan la puerta.

    — Buenos días señor Lean, la maestra me mandó donde usted— pronunció la muchacha mientras entraba a la oficina, el hombre y Rukawa voltearon a verla, el chico no tardó en notar la belleza del rostro de la joven, sus ojos celestes, que todo parecían verlo de manera simple, llamaron la atención Rukawa, sin embargo no le dio mayor importancia, quitándole su mirada para dirigirla hacia una ventana, esperando que el hombre terminara de atender a aquella muchacha.

    — ¿Otra vez lo mismo? Todos los días es igual— expresó sorprendido aquel hombre— Seguramente volviste a quedarte dormida— dedujo, Rukawa miró de reojo, la situación le parecía algo familia, por lo que no le resultaba indiferente.

    — Si, fue por eso— contestó relajada la chica de cabello negro.

    — Bueno, después hablaremos de eso, por ahora quiero presentarle al joven Rukawa, Kaede Rukawa, él es el muchacho que viene de intercambio desde Japón, señor Rukawa, ella es Megan Bruce, la muchacha de la que le hablé— presentó el director, el muchacho se sorprendió.

    — Mucho gusto— saludó educado el ojiazul, la chica soltó una pequeña risa burlesca.

    — Ah, tu eres el chiquillo que se quedó dormido en el avión— comentó indiferente, el ceño de Rukawa se frunció— Hola— saludó ahora.

    — Bueno, eso no importa, ahora lo que necesito es que le muestres las instalaciones al joven Rukawa para que vaya conociendo nuestra preparatoria, además de ponerse de acuerdo a la hora de la salida para que lo lleves hasta tu casa.

    — Si, si ya lo sé— respondió con aburrimiento la muchacha de ojos celestes.

    — Bueno, entonces acompáñalo— ordenó el hombre.

    — Si— respondió con cansancio Megan.

    — Bueno joven Rukawa, a partir de ahora es estudiante de nuestra preparatoria, en caso de cualquier problema que tenga, no dude en comunicármelo— expresó el director.

    — Si, muchas gracias— respondió haciendo una reverencia, la muchacha dibujó una sonrisa hacia el costado, ya que recordó las instrucciones dadas por parte de su padre a Sally, con respecto a las costumbres niponas.

    Pronto salieron de la oficina del director, Rukawa siguió en silencio a la muchacha mirando en todas direcciones para conocer su nueva casa de estudios.

    — Bueno, al parecer eres muy tímido, entonces tendré que hablar yo— pronunció la muchacha sin mirarlo, Rukawa recién entonces la volvió a mirar desde que habían salido de la oficina— Ya te dijo el director que mi nombre es Megan Bruce, sé que ustedes los japoneses se tratan por el apellido, pero te voy a pedir que me digas tan sólo Megan, Bruce suena muy formal, y después de todo viviremos en la misma casa— continuó hablando la muchacha, Rukawa la escuchaba con atención— Y del mismo modo quisiera tratarte por tu nombre, es Kaede ¿Verdad?— preguntó ahora la chica de cabellos negros.

    — Si, mi nombre es Kaede— respondió sereno.

    — Bueno, entonces así te llamaré, espero no te moleste— expresó ahora la muchacha viéndolo de reojo.

    — No, no hay problema— respondió ahora el ojiazul.

    — Muy bien Kaede, entonces ahora te explicaré algunas cosas sobre la preparatoria— habló la muchacha— Para mi desgracia personal, las clases comienzan muy temprano, a las 8 en punto— comenzó a explicar, aquello le hizo gracia al muchacho, sin embargo no lo demostró— Hay una hora de comida: mi favorita, que va desde la 1 en punto, hasta las dos de la tarde— continuó hablando— Tras esa hora de comida hay unas cuantas clases, que acaban a las 4, después comienzan a funcionar los clubes de la preparatoria, si bien entiendo tu vienes a básquetbol— expresó ahora Megan, Rukawa asintió— Bueno, entonces aquí serán las prácticas— agregó mientras señalaba con la mirada el gimnasio, Rukawa recién notó que estaban frente a él, el muchacho lo observó con detención, sería aquel el lugar donde quería pasar todo su tiempo, para así cumplir su sueño, su anhelo, su obsesión.

    Muy pronto continuaron con el recorrido hasta que finalmente llegaron hasta el salón donde estudiaría el muchacho, se trataba del salón 2 de primer grado, el mismo en donde estudió Sally, así que ocuparía ahora su lugar. Al llegar hasta aquel salón, no tardó en llamar la atención de las muchachas, su mirada inmutable, enigmática, y tan indescifrable cautivó a las estudiantes, además de lo atractivo que era. Pasaron las horas, y durante un receso, el muchacho se dirigió hasta la oficina del director del club de básquetbol, era algo que tenía que hacer previo a su integración al equipo, como Megan ya le había enseñado el lugar, no tardó en llegar hasta el lugar.

    — Permiso— pronunció el muchacho tras golpear la puerta.

    — Adelante— respondió aquel hombre de cabello marrón, ojos negros, muy delgado, casi tan alto como Akagi, y de apariencia frágil, entonces Rukawa entró al lugar.

    — Buenos días, soy Kaede Rukawa, mucho gusto en conocerle— saludó educado mientras hacía una reverencia.

    — Buenos días joven Rukawa, te estábamos esperando— correspondió amable el entrenador, mientras señalaba al joven que estaba justo a su lado, un muchacho mucho más alto que el mismo entrenador, de figura armónicamente esbelta, cabello negro, ojos grises y piel trigueña— Por favor toma asiento— pidió el hombre, Rukawa obedeció de inmediato— Bueno joven Rukawa, estamos muy felices de que hayas decidido tomar la propuesta que te enviamos, y tan rápido además— comenzó a hablar el hombre— Queríamos contar contigo en nuestro equipo, por lo que nos alegramos mucho que ya estés aquí— añadió.

    — Yo también— correspondió amable.

    — Bueno, como ya sabes yo soy el entrenador del equipo, Henry Holmes, y él es Robert William, el capitán de nuestro equipo— presentó el hombre de cabello marrón, señalando al joven que le acompañaba.

    — Mucho gusto— saludó educado, Rukawa.

    — El gusto es mío— correspondió sonriente el muchacho de ojos grises.

    — Bueno, creo que lo mejor será que desde mañana te incorpores al equipo, por hoy debes acomodarte en casa de los Bruce, así que lo mejor será que hoy no entrenes— señaló el director del equipo.

    — Antes de irme, quiero saber algo— pronunció el ojiazul.

    — Si, claro, dinos que sucede— contestó con entera disposición el director.

    — ¿Por qué yo?— preguntó mirando directo a los ojos al entrenador— Quiero saber por qué quieren que yo esté en su equipo— precisó ahora el ex número 11 de Shohoku.

    — Bueno, lo que sucede es que, hace muy poco, exactamente hace 2 semanas, fue la final nacional de preparatorias, en el campeonato de básquetbol, la victoria para nuestro equipo era prácticamente un hecho, siempre fuimos los preferidos para el trono, claro, no lo habíamos perdido desde hace ya 10 años, sin embargo, hace muy poco se había incorporado al equipo de Boston Western College, un muchacho venido desde Japón, que en su única participación durante la final, contra nuestro equipo, nos quitó el lugar de campeón que tanto habíamos cuidado, ese muchacho es Sawakita, el ex jugador de Sannou— narró el hombre.

    — Sawakita— susurró el muchacho, recordando que justamente se había encontrado con aquel muchacho en el aeropuerto de Boston.

    — Si, Sawakita, por desgracia nuestros jugadores a pesar de su alto nivel, no fueron capaces de detenerlo durante el partido, tras nuestra derrota, nos propusimos no volver a perder, y necesitamos a alguien que si haya logrado encarar de igual a igual a ese jugador, investigamos su pasado en Japón, y nos enteramos que perdió junto a Sannou en las semifinales del campeonato nacional frente a Shohoku, y que tu habías sido capaz de detenerlo, es por eso que te necesitamos, queremos que detengas a Sawakita— expresó firmemente el entrenador Holmes.

    "Sawakita"— pensó muy serio recordando aquel partido tan intenso en el que enfrentó a aquel muchacho de Sannou, que ahora se convertía en su gran objetivo en Norteamérica- Me encargaré de detener a Sawakita— sentenció seguro el ex jugador de Shohoku.

    — Muy bien— pronunció el director mientras sonreía, al igual que el capitán del equipo.

    Mientras tanto, en Shohoku llegaba la hora de la salida, Sally guardaba sus pertenecías en su mochila, Yohei se acercó a su asiento.

    Buenos días señorita Bruce, mi nombre es Yohei, encantado de conocerla— se presentó sonriente el amigo de Hanamichi.

    — Buenos días Yohei, el gusto es mío— correspondió haciendo una reverencia.

    — ¿Cómo se ha sentido durante las primeras horas en Shohoku?— preguntó amigable Yohei.

    — Bien, muy bien, creí que sería un poco más difícil, ya que sé un poco de japonés pero jamás lo había puesto en práctica, pero creo que me equivoqué— respondió sonriendo amable.

    — Le gusta el básquet, sabes solemos ir a ver las prácticas, después de clases, ¿Quiere venir conmigo y mis amigos?, le prometo no se arrepentirá— propuso Mito.

    — Claro, me gusta mucho el básquet, será divertido, aunque no podré quedarme mucho tiempo, debo regresar temprano a casa de los Rukawa— respondió la chica de ojos verdes.

    — Si, no te preocupes, entonces vamos— dijo ahora Yohei, tras lo cual salió del salón junto a Sally.

    Mientras tanto, Haruko se dirigía rumbo al gimnasio, Ayako salió a su encuentro.

    — Hola Haruko, te estuve buscando, al fin te encuentro— expresó la manager poniéndose frente a la muchacha.

    — Hola Ayako, ¿Y para qué me buscabas?— preguntó curiosa la chica de ojos azules.

    — Bueno lo que ocurre, es que durante esta semana se realizará el sorteo de los partidos del Festival de los Deportes de Otoño, y como tuvimos un buen lugar en el campeonato nacional, estamos invitados, necesito que a partir de hoy hasta el viernes vayas a las reuniones de los sorteos, yo no puedo ir porque debo ayudar a Ryota, será en Aiwa, estás justo a tiempo para llegar, si necesitas algo me avisas— explicó apresurada la manager.

    — Pero Ayako yo…— intentó excusarse la hermana menor de Akagi.

    — No te preocupes, todo estará bien, adiós— se despidió mientras empujaba amigable desde la espalda a Haruko para que tomara su rumbo, entonces la muchacha partió, mientras tanto, Yohei se acercaba junto a Sally al gimnasio, Ayako los vio curiosa.

    — Hola Ayako ¿Ya comenzó el entrenamiento?- preguntó el muchacho.

    — Hola, no aún no— respondió sin dejar de mirar con curiosidad a la muchacha que le acompañaba— ¿Quién es esta chica tan linda? ¿Acaso es tu novia?— especuló picarona la manager.

    — No, te equivocas, ella es nueva en mi salón, es la chica que viene por intercambio, por la partida de Rukawa— explicó brevemente Yohei.

    — Ya veo, será mejor que ellas no se enteren, o querrán matarla— dijo riendo divertida la manager.

    — Si, tienes razón— respondió divertido Yohei, Sally no entendía nada, Yohei notó aquello por lo que decidió explicarle— Verás, Rukawa, el muchacho que fue a tu casa, tenía un club de admiradoras, se pusieron muy triste al saber que partiría a Norteamérica, entonces creemos que será mejor que no se enteren que tu viniste en su lugar, osino te culparán— explicó el muchacho.

    — Ya veo— susurró con una gotita en la cabeza.

    — Bueno muchacha, y dime cómo te llamas— preguntó amable Ayako.

    — Es cierto, mi nombre es Sally Bruce, encantada en conocerla— se presentó la chica, tras lo cual hizo una reverencia, acción que casi olvidaba.

    — Y yo soy Ayako, soy la manager del equipo de básquetbol, espero veas algunos de los entrenamientos, te divertirás— invitó la chica de cabello rizado.

    — Si, íbamos hacia allá— contestó sonriendo la castaña.
     
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