Cuidare de ti

Hola, lo siento, realmente lo siento *poniendose en pose de disculpas*
Siento mucho haber dejado asi mi fic, pero resulté con poco tiempo, pero ahora, vengo con un capitulo nuevo el cual lo hice largo para que lo disfrutasen. Espero que les guste.

Tengo que darles primeramente una AVERTENCIA
Este capitulo va a hacer MUY diferente. pero ya se darán cuenta porque. y con gusto les explicaré.
¿Recuerdan que kagome "Murió"?pues, ahora verán recuerdos sobre los antepasados. pero más adelante les mostraré el porqué de eso. Sin mas que decir, aqui les dejo el nuevo capitulo:

Capítulo 8:​

“Recuerdos de una muerte”​

Hemos pasado todo el día aquí en la playa, decidimos quedarnos a observar el ocaso.

— ¡Que hermoso es!—Dije observando a mi hermosa novia, pero de un pronto a otro me siento mareado—Kagome—pronuncié tu nombre mientras sentía como mi vista se tornaba borrosa.

Rápidamente te giras y me sonríes sin aún darte cuenta de lo que me ocurre, pero pronto esa sonrisa se esfuma al verme.

Te observo muy detenidamente y trato de sonreírte, pero no puedo, no te puedo divisar. Levanto mi mano para tratar de buscarte con ella, y no te encuentro.

— ¿Qué tienes Inuyasha?—Me preguntas muy preocupada. Yo no te respondo, ya que nunca había pasado por esto, siempre se trataba de un simple cansancio, me encontraba muy aturdido.

Buscas tu celular y llamas a emergencias. Una vez ahí, escucho que hablas con una de las enfermeras.

—Nosotros cuidaremos del él señorita, no se preocupe—trató de tranquilizarte mientras tomabas de mi mano con fuerza, sin tener la menor intención de dejarme, al igual que yo, no me quería separarme de ti mi cielo.
—Vaya a su casa señorita, será mejor que descanse—te recomendó otra de las enfermeras.
—Nosotros le haremos los exámenes necesarios a su novio— dijo el doctor.

Dejándote atrás, después de un agarre muy fuerte del cual nos costó soltarnos.

Me quedé solo en esa fría cama, sin el calor de tu mano sosteniendo dulcemente la mía.
Quería estar bien, pero lamentablemente sentía cómo mi cuerpo se adormecía, y cada vez más me costaba mantenerme despierto, mi vista se nublaba. Hasta llegar a no poder ver absolutamente nada y quedarme dormido.

Tiempo después, siento como alguien me despierta con dulce rose por mi rostro. Esa caricia, era bien conocida, era la de mí amada Kagome, sintiendo cómo su otra mano llegaba a tomar de mis manos.

Me siento feliz al saber que no me has dejado aquí solo.
Levemente te escucho susurrar llena de preocupación algo que me parte el alma.

—¡Oh!¿Qué te ha pasado mi amor?...
—No te preocupes, ya verás que saldré bien de aquí—te respondí con algo de dificultad, para así tratar de calmarte.

Seguidamente te acercas a mí, me brindas un tierno y delicado beso en la boca, sintiendo esos labios de carmín rojo, tan cálidos que comparados a los míos, era como besar los de un muerto.

Debido a eso, he provocado que pequeñas lagrimas se hagan presentes en tu bello e impecable rostro, inmediatamente después de aquel dulce beso nuevamente comienzas a sollozar en mi pecho.

Escuchando escapar de tus dulces labios unas palabras llenas de amor y preocupación.

—¡Te amo! ¡Y nunca me separaré de ti, Yo cuidaré de ti para siempre!—te escuché llorando aún más.

Cuatro meses, tanto tiempo ha pasado desde aquel día en el hospital. Mi salud se esfuma con gran rapidez, ya no poseo aquellas energías que una vez llegué a tener.

Trato de hacerte ver que estaré bien, pero puedo notar que no quedas convencida, se nota muy bien en tu cara.

He notado que ahora me observas más, me vigilas, y te dabas cuenta de que ahora tomo muchas más pastillas que antes, provocando que eso te preocupara y mucho.

Me siento muy culpable al cambiar de tema cada vez que quieres preguntar el porqué de mi salud. No sabes cuánto lamento no poder decirte aún la verdad, y siempre responderte con “Es que me duele la cabeza”.
Bien puedo notar la tristeza en tus ojos. Noto que te acercas a mí y me preguntas.

—¿Todo está bien?—Me cuestionas mirándome directamente a mi ojos, y yo aún tengo la decencia de responder…
—Sí, sí, todo está bien, tranquila—Pero sé muy bien que sabes que eso no es cierto…y eso me hace sentirme como un patán.

Después de unos días, te invito a cenar. Nos dirigimos al restaurante, te sonrió y te observo mientras manejo.

Tú me miras y respondes con tu tierna sonrisa de siempre. Una vez ahí, se nos acerca un camarero, de cabello largo negro y atado a una coleta, te mira y sonríe dulcemente, llevándonos a nuestra mesa.

Al llegar a la mesa, el mesero separa la silla de esta; sin darme la oportunidad de hacerlo, provocando unos celos y ganas de gritarle, así que trato de calmarme, y sentarme.

Seguidamente ese chico pronuncia unas palabras que sin dudas provocan encelarme mucho más que antes.

—¿Qué desea tomar hermosa señorita?— Dijo mientras te sonreía, notando cómo te sonrojabas ante ese cumplido—un Beyle`s por favor—respondiste mientras dirigías tu mirada hacia a mí, preguntándome con la mirada si puedes pedir eso aunque sea una tanto caro.
—Esta es tu noche amo mío—te respondí con una gran sonrisa en mi rostro—seguidamente me dirijo al mesero—a míme trae vino tinto, el mejor que tengan—e inmediatamente le regalé una mirada fría.

Provocando que chico se sorprendiera un poco, seguidamente decido tomar tu mano mientras te sonrió.

—feliz cumpleaños mi flor de Loto—dije dulcemente, provocando un sonrojo en ti.
—Gracias—respondes con gran dificultad por la pena que te provoqué.

Y nuevamente observo como aquel camarero viene de vuelta con las bebidas, lo cual me incomoda un poco. Trato de ignorarle pero me es imposible. Él me mira con una mirada fría y cortante, siendo correspondido por una mirada igual o peor de mi parte.

Rápidamente el chico se retira, dejándonos una vez más solos, seguidamente te observo, y lo primero que me distrae son tus hermosos ojos café oscuro los cuales siempre posen ese brillo tan especial…

De pronto me siento extraño, y poco a poco siento que no soy parte del exterior.

—Inuyasha—Pronuncias mi nombre sin poder sacarme de ese trance en el que estaba sumido.

Me empiezo a sentir extraño, siento un dolor intenso en mi pecho, muy cerca del corazón, provocando que mi vista se nublase, sin poder ver nada más, y rápidamente sentir un aturdidor golpe en mi cabeza.

Había caído al suelo a un lado de la mesa, sin poder evitarlo, provocando que todo en ella cayera al suelo. Asustando a las demás personas presentes, sobretodo a ti mi cielo, y lo que más me duele es que esto ocurra en tu cumpleaños.

Escucho como gritas mi nombre sin tener mi atención, tratas de levantarme, ya que no soy capaz de moverme, por simplemente sentir mi cuerpo adormecido y con un dolor casi insoportable. Hasta que todo se torna oscuro, y no logro escuchar nada más.

Era la segunda ocasión en que la cual me despertaba en el hospital, parecía ser muy tarde, pero me encontraba muy aturdido.
¿Me pregunto qué habrá pasado luego de que me desmayé?

Notaba como mi cuerpo estaba conectado a muchos cables, volteé a ver mi mano derecha la cual se encontraba con una vía para el suero, la cual provocaba que me doliese un poco.

—Como quisiera gozar de una buena salud para estar a tu lado mi querida Kagome.

Tres meses habían pasado luego de salir del hospital, notaba lo preocupada que se encontraba Kagome, y más aún que no me atrevía a decirle lo que me ocurría.

Ella me insistía, quería saber que era lo que me ocurría, pero siempre me negaba y cambiaba el tema. De pronto escucho sonar mi celular.

—¡Hola! ¿En dónde estás amor?—Me preguntas.
—¡Hola amor! Oh, solo recogiendo los exámenes que había olvidado—te respondí.

Me había hecho los eternos exámenes médicos, para saber qué pasaba con mi cuerpo. Y hoy era justo el día en el cual me los iban a entregar.

Había decidido decirle toda la verdad a Kagome, ya que me partía el alma y el corazón verla tan preocupada por mí.

Ya era hora de decir toda la verdad, del porqué de todo mi cambio de ánimo sufrido durante estos últimos meses, ya que ahora costaba mucho que sonriera, debido a mis constantes pensamientos.

¿Por qué tenía que hacerte sufrir así? Siempre odiaré esa parte de mí, la cual te hace sufrir tanto, que provoca que me avergüence…

Habíamos quedamos de vernos en tu departamento a las 3:00 p.m. Sólo faltaban 15 minutos por llegar.

Llegué corriendo a tu departamento, quería verte, besarte; acariciarte con tanta ternura y pasión. Deseaba decirte como te amaba y anhelaba tanto, y agradecerte por estar junto a mi todo este tiempo.

Me encontraba jadeante al subir las escaleras hacia tu departamento, pero no me importaba, sabía que llegaría a verte y a hacerte mía con muchos de mis besos.

Llegué, toqué la puerta del departamento, e inmediatamente me sentí mareado.

—Debe ser por lo agitado y rápido que vine—me dije para mí mismo.

Pero me había equivocado. Me empecé a sentir peor, y rápidamente mi vista se nubló por un momento, así que apoyé mi mano en la puerta para reponerme de la falta de aire que había comenzado sentir.

Inmediatamente sentí un dolor inmenso en mi pecho, el cual provocó que tosiera con dolor, me había tapado la boca con mí otra mano, notando luego sangre en ella, logrando asustarme.

Tenía que pedir ayuda, pero no pude pronunciar palabra alguna. Me sentí indefenso; por primera vez tenía miedo de morir y no poder verte mi amor.

—Kagome...te…nesecit—traté de decir, rogando a Dios que escuchases mis murmullos ahogados.

De pronto se abrió la puerta.

—¡Inuyasha!—te escuché decir con alegría. Luego de eso todo se tornó negro por un momento.

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—Es una carta para Miroku, tengo que dársela, es correspondencia ajena mi amor— dije sonriendo al sentir que Kagome halaba de la carta que tenía en mi mano—te amo—pronuncié con dificultad, prontamente noté cómo todo de nuevo se tornaba negro y silencioso.

Otro mes más, ya nada es igual. Kagome no se había separado de mí, siempre en todo momento estaba junto a mí.

Hoy es mi cumple años, y todos me visitan; en la mañana me visitó Miroku, él había venido a ver cómo me encontraba, y antes de irse me dejó una pequeña caja muy importante para mí. Le agradecí de corazón.

En la tarde, soy visitado por mi amor Kagome, provocándome una alegría desbordante. Miro su rostro, notando cómo llora sin obtener el consuelo.

—No llores mi querida Kagome, mi ángel guardián, no me gusta verte así—le dije tratando de calmarle con mis palabras llenas de amor y cariño, mientras extendía con dificultad mi mano para que viniese hacia mí.
—¡Feliz cumple años mi querido amor!—Pronunciaste con un gran nudo en la garganta al acercarte a mí.

Me habías dado un perrito con un gran hueso que decía “Eres lo que más me hace feliz” y te acercaste para abrazarme, acompañando ese cálido abrazo con un tierno beso.

Rápidamente escucho que tocan la puerta mientras la abrían.

—Ya llegamos—pude escuchar a Sango.
—Hola— departe de Miroku.

Ellos se acercaron y nos saludaron, me costaba mucho moverme en muchas ocasiones, ya que sentía que con hacer cualquier esfuerzo, por más mínimo que fuera este, hacía que me faltase el aire.

Por eso mis movimientos eran torpes y lentos. Provocando que entristeciera a mis amigos. Después de una hora, salieron, Kagome se acercó a mí y preguntó.

—¿Cómo te sientes?
—Bien. —le respondí, rápidamente la miré a los ojos—Toma, yo estaba decidido en darte esto hoy.

Seguidamente levanté con dificultad una pequeña cajita de color negro y en los bordes de color dorado, y una carta.
Observando extraña, Kagome la tomó en sus manos, abriendo primeramente la carta que decía:

“Sé que debes estar muy enojada por no haberte dicho que estaba realmente enfermo. Sé que también estás muy triste, ya que tú delicada sonrisa no está. Solo quiero pedirte una cosa…abre la caja ¿Ya lo hiciste?”

Eso le había hecho sonreír, seguidamente abrió la cajita, topándose con una sortija, muy simple pero a la vez muy hermosa, pero no tanto como ella. En ese instante noté como se quedó congelada, pero seguía leyendo la carta

“Sí, ya lo hiciste, solo quiero saber si me responderías algo muy obvio...pero bueno, si aún no lo sabes, aquí va…

¿Me complacerías en convertirte en mi esposa?

—Discúlpame que no me haya arrodillado, pero date cuenta que tú eres lo más preciado en esta vida, en este mundo, y que deseo compartir lo que me queda de vida junto a ti mi ángel guardián—inmediatamente, Kagome volvió a ver la carta después de que le hice unas señas para que siguiese leyéndola.

“¿Aceptas?”​

Inmediatamente, vi como de sus ojos se iban asomando esas lágrimas de felicidad, mientras que al mismo tiempo se acercaba a mí rápidamente con un abrazo y grandes besos llenos de amor.

Hasta escuchar salir de sus hermosos y carnosos labios un:

— SÍ—respondió con alegría a más no poder.

Al día siguiente, estábamos con un padre, y nos estábamos casando, todos nuestros amigos estaban ahí, desde Sango y Miroku que hace un mes, se habían casado. Muy amablemente se casaron en el hospital para que Kagome y yo, estuviésemos en su boda puesto que éramos los padrinos.

Habían unas personas más, el joven mesero de aquella ocasión, Koga con su novia Ayame, y todas las enfermeras y médicos que me atendían.

Ellos extrañamente se habían hecho muy buenos amigos nuestros,
Koga sostenía la cámara fotográfica mientras que su novia la de vídeo, Sango y Miroku eran en esta ocasión nuestros padrinos.

Kagome y yo escuchábamos las palabras del cura, su nombre era Naraku. Para Kagome era la persona más amable que había conocido, ya que había accedido a casar a nuestros padrinos aquí en el hospital, y ahora nos unía en matrimonio a nosotros.

Pero, en mi interior sabía que este hombre, dícese llamar cura, o padre, no es de fiar. Siempre sentí un aura muy peligrosa con él; como si quisiera matarme con su maldad, con su aura…

Una vez terminada la ceremonia, no parábamos de besarnos y sonreírnos, fueron los momentos más felices de nuestras vidas, ahora lo que más quería era recuperarme para estar al lado de Kagome, vivir juntos, felices, y porque no, llegar a tener hijos.

Pero, sé que no podrá ser…ya que siento mi muerte relativamente muy cerca.

Sentí hacerme falta el aire, y mi corazón me dolía por dos cosas muy claras. Me dolía por mi clara enfermedad y obviamente el tener que dejar a Kagome.

Seguidamente, volví a ver a Kagome, ella se encontraba muy sonriente, y feliz, me volvió a ver, como si la hubiese llamado con mi mente, una vez más me sentía mal por provocar sus lágrimas y tristezas.
Lloraba desesperadamente pero sin poder evitarlo solo logro balbucear con dificultad.

— Es hora…—notando como me abrazaba muy fuerte, y asentía con su cabeza sin pronunciar palabra alguna.

Posteriormente todos entraban a la habitación, volteé a observa a Kagome, quien se encontraba en una de las sillas, ocultando su rostro entre sus manos manteniendo sus piernas encogidas en el mismo sentadero de la silla, llorando en silencio y escuchando cada dolorosa despedida, cada sollozo de nuestras amistades.

Una vez que todos se despidieron, fueron saliendo de la habitación, dejándome a solas.

Observaba mis manos, se encontraban frías, me costaba mucho trabajo moverlas, las sentía realmente muy dormidas y pesadas. Hasta que sentí que Kagome tomo de mis manos.

Me miró con ternura, pero también podía notar claramente una tristeza indescriptible en ellos y en su delicada y tierna alma.

Observó mis labios los cuales estaban más pálidos que de costumbre y muy desquebrajados.

Te observé, sonreí y tomé de tu mano con dificultad, hasta llevarla a mis labios para brindarte un delicado beso en ellas y dije.

—Que seas muy feliz, porque de ahora en adelante Yo estaré cuidando de ti—seguidamente te acercaste a mí, dándome un beso en mis labios.

Me mirabas fijamente a los ojos, mientras que yo te correspondía, te sonreí, y poco a poco te hacías más borrosa ante mi vista.

—Sí, seré feliz por ti, Inuyasha— respondiste ante mis palabras con un gran nudo en tu garganta. Pues ya no notaba tu hermosa silueta.

Lentamente mis manos se soltaban de las tuyas. Ya no podía aguantar más, mis sentidos rápidamente se iban, no quería irme, quería estar a tu lado, no podía dejarte, y menos con tantos peligros.

Te estaba dejando mi dulce Kagome, el amor de mi vida. Ya no te veía, ya no te sentía…ya no estaba contigo…

Espero que les haya gustado. ;)
Pronto volveré con más, y gracias por seguir mi fic ^^

Atte: Mikura 700

 

hola, gracias por seguir mi fic, y bienvenidas a las nuevas lectoras, y muchas gracias otra vez​

bueno, como ando un poquito rapido, pues aqui se las dejo, espero que les guste.​

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Cápitulo 9:​

“Dolorosos Recuerdos” ​

Había casi llegado a la supremacía…A no ser que mi padre me hubiese cedido a Souunga en vez de Tensseiga. Pero…llegar a saber que mi padre falleció por un estúpido descuido al enfrentarse a un inútil humano…

—Te mataré Naraku…—me molesté en hablar.
— ¡Ja ja! ¿Acaso crees que podrás? Tú padre no fue lo suficientemente fuerte para lograr siquiera eliminar al daiyokai Ryuukotsusei que envié, en vez de eso, salió huyendo para que no lo asesinaran…¿Por qué entonces piensas que tú podrías llegar a hacerlo?—comentó burlonamente el hombre que provocó la muerte de mi honorable padre.

Había huido del daiyokai Ryuukotsusei, simplemente para irse a salvar a una mujer humana y a un niño de sangre impura.

Es algo que jamás le perdonaré. Sus heridas provocadas por las garras de Ryuukotsusei fueron las que avecinaron más rápidamente su muerte, ya que poseían un poderoso veneno que carcomía todo el cuerpo de adentro hacia afuera en pocos segundos…

—Es una pena que no quieras convertirte en uno de mis súbditos…Llegarías a ser un buen guarda espaldas—comentó sonriente mientras procedía a desenvainar una katana.

El demonio marionetista Naraku, se había apoderado de Souunga, manchando con sus manos tal majestuosa espada, la cual desde un principio tenía que ser mía por derecho…
Maldigo la hora en que él surgió.

—Dime Sesshomaru…ahora que yo he podido vencer a Ryuukotsusei ¿Qué se siente llegar a ser espectador, y muy pronto asesinado por el gran poder de la antigua espada de el daiyokai de las tierras del Norte y todo el Oeste?
—¡Te Mataré!—me limité a pronunciar lleno de ira.

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¿Qué…que había sido eso?…¿Acaso son recuerdos? Primero fue mi querido Inuyasha, mi joven esposo…y ahora…

Son los recuerdos de…el antepasado del joven Sesshomaru.

Me había encontrado como un simple oyente...No veía a nadie, simplemente había podido escuchar todos los pensamientos de Inuyasha, logré entender un poco…pero aún era algo muy confuso.

Luego escuché esas conversaciones y los pensamientos de ese hombre. No sabía qué hacer, todo era muy oscuro y muy silencioso.

Hasta que nuevamente los ruidos de unas nuevas voces provocaron mi atención…

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—¡Amo, amo! Sus niños han nacido.—dijo exasperado mi sirviente Jaken— La joven madre está agotada pero logró dar vida a sus dos creaturas según me han informado las parteras. Pero amo…uno de ellos es un híbrido, y el otro bebé es un demonio completo. Es algo que no había visto nunca—guardé silencio al escuchar lo que decía mi sirviente.

¿Cómo era posible que uno de ellos pudiese ser un demonio completo, siendo nacido de una humana? Esta noticia me ha satisfecho mucho.

Eso significará que el niño hibrido se quedará en otro lugar…no tendré que abandonar a Rin.

No permitiré que mi familia sea nuevamente manchada con sangre humana. Pero mi amor, por la joven princesa Rin, era tan inexplicable como el amor y simpatía que llego a tener mi padre. Simplemente, no había cavidad en mis pensamientos como para darme una respuesta.

Suficiente he de tener al contaminarme con la sangre de Ryuukotsusei.
Era un milagro que siguiese vivo. Si no hubiera sido por una mujer sacerdotisa llamada Midoriko. ¡Jah! Es una ironía que me haya salvado de la muerte gracias a una sacerdotisa humana…

—¿Amo? ¿Qué hará entonces? Jaken está dispuesto a realizar su siguiente tarea—cuestionó nuevamente mi sirviente, observándome desde la entrada de mis aposentos, mientras me mantenía recostado en aquel futón.

Pero apezar de que esa mujer salvo mi vida, hubiera preferido una muerte honorable, que llegar a estar agonizando cada día que pasa en mi vida.

Y siempre depender de un antídoto de escamas de dragón del emperador de los mares Ryujin, gran compañero de peleas de mi padre.

—Dile a mi mujer que solo se salvó uno, el otro se lo puedes dar a una de las parteras para que hagan lo que quieran con el híbrido…

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No podía creerlo…¿Cómo ese hombre podía ser tan frío?
Dejar casi a su suerte a un bebe recién nacido. Y aún teniendo por esposa a una humana, era algo inexplicable…Un hombre detestable.

Ahora, esos recuerdos habían acabado, me encontraba flotando en la nada, mi cuerpo estaba totalmente inmóvil, a pesar que sabía que podía moverme.

Después de un momento pude ver un pequeño destello a lo lejos.

—¿Qué será eso?—me pregunté a mi misma. Y decidí dirigirme hacia ese lugar. Al llegar a este logré divisar muchas cosas.

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— ¡Muere Inuyasha!
— ¿Qué?—me volteé al escuchar tales palabras.

Había quedado estupefacto, ¿Cómo Kikyo se atrevía a atacarme?
Simplemente no lo entendía.

Sin razón alguna me disparaba flechas, su rostro se veía perverso, como si disfrutase el hacerme sufrir por mi reacción.

Me sentí traicionado, y di paso al enojo.

— ¿! Cómo te atreves Kikyo!?—le grité.
— ¡Ja ja! ¿Acaso creías que yo te daría la perla de Shikon?—dijo tensando nuevamente el arco y flecha—simplemente te he engañado, para que te acercarás a mí, y así matarte más fácilmente—sonrió con perversidad.
—Eres una… —dije con un tono serio lleno de ira, la miré tajante y con enojo.

¿Cómo, es posible? Yo creí en ti… me engañaste…y me traicionaste…

—Muere Híbrido—dijo al mismo tiempo en que disparaba su flecha a gran rapidez..

Como era de esperarse de la sacerdotisa, su disparo fue acertado a gran rapidez.
Sin mis grandes reflejos me hubiese matado de un tiro en el corazón, en cambio, su flecha tiró a dar a pocos centímetros después de mi corazón.

Inmediatamente sentí como mi cuerpo se sentía pesado, caí con una rodilla apoyada en el suelo, mi mirada se tornó borrosa por un instante.
Y un dolor agudo se apoderó de mis nervios. Mientras sentía como un hilillo de sangre salía de mi boca.

—¡Maldición!—me quejé al sentirme inútil sin poder moverme—¿Acaso ahora disparas flechas con veneno?—Le cuestioné, al limpiar mi boca. Kikyo no acostumbraba usar veneno…ya que podía corromper su alma y la perla.
—Solamente me he hecho más fuerte que tú Inuyasha—sonrió vilmente, y disparó reiteradamente sus flechas hacia mí.

Sorprendentemente había podido esquivar tres de cuatro flechas, una se incrustó en mi brazo. La cual quité rápidamente, desgarrando el músculo de mi brazo izquierdo, no sabía si las demás flechas podían estar contaminadas, así que decidí tratar de esquivar cuántas pudiese.

Comencé a huir, no tenía otra opción, el veneno era poderoso, se dominaba de mi cuerpo, sabía que si recibía más flechas caería muerto, y con el mayor de los dolores por existir.

Escuchaba cómo una lluvia de flechas se incrustaban en los arboles, provocando su inmediata muerte.

Corrí lo más rápido que me permitían mis piernas en esta situación, me dirigí a la aldea y le ataqué en busca de la perla de Shikon.

Pero Kikyo me había alcanzado, se veía en mal estado, sangraba, pero al parecer no le importaba, ya que no dejó de dispararme flechas en ningún momento.

Traté de esquivar nuevamente sus flechas con lo último de mis fuerzas, pero el veneno ya había hecho sus estragos, y al correr lograba que recorriera más fácilmente mis venas.

La persecución nos llevó cerca del árbol del tiempo.
Sabía que podía escapar si me refugiaba en la espesura del bosque. Pero, de no haber sido por una última flecha hubiese huido sin problemas.

Kikyo disparó su última flecha, me atrapó contra el árbol sagrado del tiempo. Con una flecha muy pura, que sellaba a poderosos demonios, dejándolos en un sueño eterno, la Fuinn no ya.
Esa era su mejor técnica. Debido a eso, ahora yo me encontraba…

—Kikyo ¿Cómo fuiste capas?—dije quedando atrapado en aquel árbol. Y pensar que yo nunca dude de ti…y ahora ¿Por qué tú…me traicionas?

¿Iba a morir así?...supongo que está bien Kikyo, incluso pensado que terminaría así, aún siento mucho cariño hacia ti…

Yo solo quería apoderarme de la perla de Shikon…No tenía deseos de matarte Kikyo, ya que simplemente quería protegerte…

En ningún momento dudé de mi amor hacia ti. Al ver tu rostro Kikyo, pensaba en convertirme en humano, y vivir a tu lado. ¡Quería protegerte siempre! ¡Tenía deseos de vivir así a tu lado!

Pero ahora, estoy muriendo…y no podré seguir protegiéndote…

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—¿Qué fue eso? ¿Acaso…son los recuerdos del antepasado de Inuyasha?—

Era como leer el diario, y…poder ver con mis propios ojos qué pasó exactamente…

Rápidamente…todo volvió a tornarse oscuro. ¿Qué iba a suceder ahora? Trataba de ver mis manos pero no podía, era muy oscuro.

Esto era muy extraño…sabia que aquí había “Gato encerrado”
Pero ¿Por qué me fueron revelados estos recuerdos?

 

Hola luego de haberme ausentado de los Fic por tanto tiempo, pero como ya saben, mi tiempo suele ser muy limitado.
Lo bueno, es que hoy puedo traerles este nuevo capitulo de "Cuidaré de ti" que apezar de haberlo tenido listo hace varios meses atrás, no había tenido el chanse para subirlo. Sin más que decir, aqui les dejo el capitulo. :)​

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Capitulo 10:​

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La carpeta negra.​

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Sentía mi cuerpo totalmente adormecido, mientras que poco a poco iba abriendo mis ojos. Me encontraba totalmente aturdida y tirada en el suelo.

¿Qué había pasado? ¡Un momento! ¡Yo había sido atacada por esta gata! ¿Cómo era posible que aún estuviese con vida?

Seguidamente volteé mi rostro con gran dificultad y dolor. Es cierto, sigo con vida pero no por mucho tiempo, ya que mi vista comenzaba a tornarse borrosa nuevamente; y eran pocas las fuerzas que me quedaban.

Había logrado girar mi rostro hacia la izquierda, en busca de la gata, notando que eso no había sido un sueño, ya que aún se encontraba ahí sentada, esperando por mí y sintiendo aún la humedad entre aquel charco de sangre.

La felina me observaba con gran detenimiento, esperando alguna reacción de mi parte, mientras me dedicaba a observarle de la misma forma.

Repentinamente ella se puso de pie, y se dirigió hacia mí. Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente, mientras un escalofrío cubrió por completo mi cuerpo. ¿Qué tenía pensado hacer ahora esta gran felina?

Para mi sorpresa, ella simplemente se acercó a mí, y mordió una de sus patas con ferocidad, provocándose una terrible herida de la cual salía mucha sangre. Seguidamente dirigió su gran pata hacia mis labios. Traté de negarme a tener su pata en mi rostro, pero al intentarlo ella rugía en desacuerdo.

¿Acaso quería que tomara de su sangre? ¿Me creía loca?

Sin poder negarme ella vertió parte de su sangre en mi boca, provocando algo completamente asombroso.

La herida en mi cuello sorprendentemente estaba sanando. Gracias a eso lentamente y con mucha dificultad me había logrado incorporar; hasta poder sentarme y arrecostar mi cuerpo al pie de la cama.

— Asombroso— me limité a exclamar, mientras volteaba a ver a Kirara, la cual se encontraba lamiendo su pata herida en aquel antiguo sitio dónde se encontraba cuando desperté.

Había pasado aproximadamente 1 hora desde que ella me había atacado, me parecía simplemente inexplicable. ¿Cómo después de tanto tiempo podía seguir con vida?

Me había quedado al pie de la cama, tratando de asimilar lo que había pasado, y de unir el rompecabezas que Inuyasha me había dejado; ahora estaba claro. La familia Taisho, sufría de una grave maldición, o eso era lo que había podido entender.

Pasados veinte minutos, me sentía mejor, así que di una ducha para limpiar mi cuerpo de toda aquella sangre. Aún me sentía mareada, tenía la presión baja; por ello todos mis movimientos eran lentos y torpes.

Luego me hice algo de comer para recuperar fuerzas, para después limpiar mi habitación con mucho esfuerzo.

Ya había anochecido, y siquiera me había percatado de ello, había pasado muy ocupada para notarlo.

Me sentía muy cansada y somnolienta. Por ello me tiré a la cama y caí en un profundo sueño…

“— Kagome, Kagome— escuché que me llamaban a la lejanía.
— ¿Quién es? — pregunté sin lograr divisar a esa persona.

De un pronto a otro sentí un tierno abrazo por la espalda, al mismo tiempo en que disfrutaba el roce de unos labios acariciar mi desnudo cuello.

Me sentía tranquila, sintiendo como la tristeza y las dudas se disipaban, decidí voltearme para ver a esa persona que me brindaba tal cariño que anhelaba tanto mi piel y mi alma.

— ¡Inuyasha! — dije con sorpresa y alegría, notando un gran nudo en mi garganta.
— Kagome… lo siento, siempre te lastimo de alguna manera— dijo él mientras ocultaba su rostro bajo su flequillo— siento mucho haberte dejado sola.
— ¿Qué cosas dices Inuyasha?... Tú nunca me vas a lastimar— le dije mientras llevaba una de mis manos hacia su rostro.

Observé sus hermosos ojos dorados, los cuales se veían tristes; e inmediatamente le abracé con todas mis fuerzas.

— ¡Te extraño mucho Inuyasha, no sabes cuánto te extraño! — expresé al borde del llanto, a lo que él simplemente me abrazó para calmar mis sollozos.
— Yo también te extraño amor… pero debes ser fuerte— seguidamente llevó una de sus manos hacia mi mentón, e hizo que le voltease a ver— Escúchame Kagome, ve al árbol sagrado…
— ¿Qué? ¿Al árbol sagrado? — Cuestioné confundida— ¿Para qué quieres que vaya a ese lugar?

Rápidamente noté como el cuerpo de Inuyasha se desvanecía, sin darme respuesta o pista alguna de las cosas que había dicho.

— Inuyasha, no me dejes— dije tratando que se quedara conmigo, pero simplemente desapareció de mis brazos.”

— ¡Inuyasha! — Grité despertando bruscamente en mi cama— era un sueño… Otra vez, era un sueño…— me dije pensativa.

Un nuevo día, y seguía sin respuestas; ¿Qué significado habrá de tener ese sueño?

Seguidamente me puse de pie y me dirigí hacia la oficina de Inuyasha. Me acerqué al escritorio, y abrí una de las gavetas, encontrándome con aquella carpeta negra de la cual me había hablado en su carta.

Me sentía nerviosa, al fin iba a ver el contenido de esa carpeta, ya que no había tenido el tiempo para ello.

— Aquí voy— comenté nerviosa, y la abrí.

Seguidamente saqué unos cuantos papeles y fotografías, dejando caer sobre el escritorio otra carta con un sello de color rojo y en forma de espada.

Coloqué las demás cosas en el escritorio y tomé la carta.
Quité el sello y me dispuse a leerla.

“Día 1: Árbol genealógico 1400.

I. La raza de los Daiyokai.​

El primer Taisho.

Aparentemente la familia Taisho proviene de las tierras del norte, de una gran y poderosa estirpe de demonios, que poco a poco ha sido exterminada. (Cuesta creer eso, pero por el momento lo pasaré por alto)

Inu no Taisho.

Su nombre significa Capitán Perro, El gran perro o Capitán de los perros demonios.

Era guardián del viento y tierras del Norte. Su aspecto era el de un demonio perro de gran tamaño y color plateado.

En la edad antigua muy bien conocida como el Feudalismo, él era conocido como uno de los más poderosos demonios. Él fue quien le dio a heredar a cada uno de sus dos hijos poderosas katanas: Tessaiga y Tensseiga (cabe destacar que estas espadas fueron hechas con sus colmillos).

El gran señor de las tierras del norte, poseía también a una emperatriz, cuyo nombre era:

Irasue también conocida como Inu no Kami (Diosa Canina) o InuKimi, es una Daiyokai tal y como Inu no Taisho. Ella gobernó las tierras del norte junto a él por muchos miles de años. Y con ella el capitán perro tuvo a su primogénito, llamado Sesshomaru.”

— Realmente esta investigación le importaba mucho a Inuyasha. Hay muchos acontecimientos en su familia los cuales fueron de mucha importancia— dije al pasar a la siguiente hoja, y continuar leyendo.

“II. La estirpe decae.​

Inu no Taisho se había enamorado de una mujer humana llamada Izayoi quien era una princesa; dejando de lado a su antigua emperatriz Irasue por ese nuevo amorío. Por lo cual el fruto de esa relación nació su segundo hijo, el cual era un hibrido debido a la procedencia de su padre.

No obstante, se cree que Inu no Taisho murió a manos de Setsuna no Takemaru quien era capitán de guardia en el gran palacio de la princesa.

Pero, antes de llegar al palacio, el general perro ya poseía una grave herida en su corazón, la cual había sido provocada por el Daiyokai Ryuukotsusei. Sin embargo, las fuerzas de Inu no Taisho no decayeron tan fácilmente, ya que pudo salvar a la princesa Izayoi y a su nuevo hijo de las manos del general Takemaru.

— Parece que no hay más datos sobre el árbol genealógico en esta carpeta— comenté pensativa mientras miraba algunas fotografías.

En estas podía apreciar un gran templo y un gran árbol muy hermoso. Era uno de los templos que habían construido en el pasado como una ofrenda a los dioses de cada uno de los puntos cardinales…

— Si no me equivoco, las deidades sagradas son “Byakko del Oeste, Genbu del Norte, Seiryu del Este y Suzaku del Sur— dije mientras contaba con mis dedos— Y también, el templo de la diosa Amaterasu.

— Oh... ¿Y esto? Este es el templo Higurashi— dije asombrada al ver una de las fotografías— ¿Qué significa esto? ¿Porque el templo de mi familia?

De pronto aquel sueño que había tenido hace unas horas vino a mi mente, logrando recordar aquel árbol sagrado en el que jugaba cuando niña.

— ¡Ese es el árbol sagrado al que se refería Inuyasha! — exclamé con cierto tono de alegría que desbordaba en mi pecho.

Definitivamente tenía que ir hoy de visita a casa de mi madre. Hacía ya mucho tiempo que no le visitaba debido a la distancia en que nos encontrábamos.
Seguidamente fui a la habitación y preparé mi maleta para irme a casa.

— Kirara, te dejaré de comer y mucha agua también, espero que no te moleste el quedarte sola aquí. Por cierto, gracias por devolverme la vida— le agradecí de manera tierna, a lo que ella simplemente me observaba inocentemente y nuevamente en su pequeña e inexplicable forma de antes.

Después de un rato tenía todas mis cosas listas, cuando de pronto escuché un maullido. Bajé mi vista encontrándome con Kirara, la cual halaba de mi pantalón con su pequeño hocico.

¿Qué era lo que quería ahora? Inmediatamente vi como ella se dirigía a la oficina de Inuyasha.

Cuando llegué ahí, noté como ella me señalaba la carpeta negra mientras hacía pequeños maullidos.

— ¿Qué quieres? No puedo atrasarme, dentro de una hora pasará el tren hacia Tokio— seguidamente vi un cambio en el comportamiento de la gata, lo que provocó cierto miedo en todo mi cuerpo— ¡Esté bien, está bien! — Respondí con un poco de temor a que me pudiese comer— me llevaré las investigaciones de Inuyasha.

Sin perder tiempo, recogí las cosas y las metí dentro de la carpeta para luego guardarla en la maleta. Siendo seguida por Kirara por toda la casa, lo que me provocaba cierta incomodidad al ser insistentemente vigilada por una “inofensiva” gata de dos colas.

Luego tomé la maleta y me acerqué a la puerta, notando como Kirara pretendía acompañarme.

— Lo siento, pero no admiten animales en los trenes, así que no te vayas a enfadar— comenté de manera desinteresada para luego salir y cerrar la puerta con cerrojo detrás de mí.

El tiempo pasaba rápido, mientras que yo me apresuraba para llegar a la estación y tomar el tren. Me encontraba corriendo a lo que daban mis piernas, cuando de un pronto a otro choqué contra alguien. Provocando mi caída al suelo, al igual que la otra persona con la que había topado.

— Señorita, tenga más cuidado por dónde camina— escuché quejarse levemente a una mujer de voz madura.
— Lo siento mucho, no era mi intención…— traté de disculparme, pero me había quedado callada de un pronto a otro, debido a la apariencia de esa mujer.

Ella parecía una geisha, debido a su extrema belleza, piel tersa y blanca, ojos dorados como el sol.

Poseía una larga cabellera que caía hasta casi llegar a sus pies, que extrañamente lo llevaba atado con dos coletas muy retocadas, y dejando dos mechones largos a los lados de su cabeza, sin olvidar que el color de su cabello era blancuzco, o mejor dicho se veía platinado cuando los rayos del sol topaban con su cabello.

Sus labios eran muy finos y estaban pintados de un color lila muy sutilmente. Llevaba puesto un hermoso kimono de igual color que sus labios, y una gran piel alrededor de su cuello que la hacía verse muy elegante.

También, había podido notar que su rostro poseía tres marcas muy extrañas para una mujer de escasos veinticinco años. Las marcas que ella tenía en sus pómulos eran como unas sutiles rayas de color lila, y una luna del mismo color en su frente. Apezar de tener esas curiosas marcas, no la opacaban en lo más mínimo, en vez de ello, la hacían verse con una gran solemnidad.


Apezar de no haber sido tan largo como los otros, aún así espero que les haya gustado tanto como a mí :)
Espero poder traer más capitulos, de este lindo Fan Fic, y que aun tenga a mis queridos lectores, espero no cansarlos por tardar siempre esas tipicas eternidades T^T
Gracias por sus molestias en leer mis fic, hasta pronto :3

Atte: Mikura 700.