Cueva Subterránea.

Tema en 'Isla' iniciado por Insane, 3 Mayo 2019.

  1.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Adjunto más porque soy fangirl(?)
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    Esta cueva ha estado oculta por una roca, quedando en el medio del edificio médico y el edificio de intercomunicaciones. Por orden del creador de Btooom! se ha abierto esta zona. La cueva es húmeda, y al caminar por un rato se toparán inevitablemente con agua salada que conecta al mar que conecta con la playa, aún así es imposible llegar nadando por el hecho de que las olas son bastante fuertes al chocar con las rocas filosas.

    Reglas de la cueva:

    • La cueva es profunda y está llena de cadáveres.
    • La salida y la entrada es la misma, no hay vía de escape alterno.
    • Cuando esté el ganador no deben seguir posteando sus puntos de sed, hambre, vida. Ya que el equipo médico llegará por ustedes en un helicóptero, entrarán y los sacarán de ahí. En este momento sus bimbs dejarán de funcionar.

    Liza White Tarsis GigiBlanche Yáahl The Pacman Reual Nathan Onyrian los etiqueto a ustedes también porque siguen vivos (?)
     
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  2.  
    Hygge

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    Rachel Gardner

    —¡NO!

    El grito desgarró mi garganta, y fue acompañado de otro relámpago que retumbó las paredes de aquella cueva. Pude sentir la mirada confusa de Kat, ambas detenidas frente a la entrada, pero estaba fuera de mí. Solté con brusquedad su mano y las llevé a mi cabeza, con la mirada gacha, repitiendo como un mantra la misma negación.

    ¡NO!

    ¿Es que acaso no lo entiendes, Kat? ¡Mi razón para vivir eres tú!, ¿qué demonios haría yo allí fuera sin ti?

    ¡No!

    Ya había muerto una vez, sí. Pero era consciente de que no era un gato, ¡yo no tenía siete vidas! Mi corazón no podría soportar otra pérdida, estaba demasiado destrozado como para ello.

    No.

    Sentí deseos de romper el teléfono entre mis manos, presa del dolor y del pánico. Porque no podía permitir que su mamá tuviese que volver a sufrir por ayudar a alguien como yo. Nadie tenía que llorar y culparse como lo hizo Katrina, nadie más debía hacerse cargo de mí.

    No...

    Si Katrina moría... Yo no iba a huir.

    Ya no más.

    Mi respiración se fue normalizando lentamente. Alejé las manos de mi cabello, y permanecí con la mirada ida durante unos instantes que se sintieron eternos. Aún con la comida y la bebida entre mis manos, el resto de pertenencias en mis bolsillos, no fui capaz de mirarle. Porque si lo hacía ambas íbamos a llorar, y ya era demasiado tarde para ello.

    Hice un esfuerzo sobrehumano por ingerir los alimentos, a pesar del horrendo nudo en mi garganta y las ganas de vomitar, y sequé mi rostro con mi brazo, dando media vuelta hacia la entrada. Me adelanté un par de pasos, y entonces me detuve, apretando los puños débilmente, sin poder aguantarlo más. Eché a correr hacia ella, abalanzándome en un abrazo que no hubiese esperado, el último que probablemente nos daríamos hasta... quién sabe cuando.

    —Te quiero mucho, Kat —susurré entre hipidos, aferrándome a ella con fuerza—. Y lo siento.

    Solo yo era consciente de la profundidad que alcanzaba un simple "lo siento". Lo supe al dar la vuelta y al comenzar el descenso hacia la cueva, agarrando la mano de la chica y apretándola de vez en cuando al ver los cadáveres. Lo supe cuando la salida comenzó a quedar atrás, inalcanzable. Lo supe cuand escuché la respiración ahogada de Katrina.

    Ninguna de las dos iba a salir de aquí sin la otra.

    Vida: 100/100
    Hambre: 7/7 (1/3)
    Sed: 7/7 (3/3)
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    Última edición: 6 Mayo 2019
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Katrina Akaisa.

    El grito desgarrador de Rachel mezclado con el rayo me atravesó el pecho como una daga y el hecho de que soltara mi mano de aquella forma hizo un corte limpio que me abrió el pecho. Sentí que el aire no me llegaba a los pulmones.

    Hice un intento absurdo de volver a acercarme a ella, pero me detuve en seco al notar que evitaba mi mirada.

    El esfuerzo que hizo por comer me recordó a mí misma en más de una ocasión y la admiré, la admiré porque a pesar de todo ahora se aferraba a vivir aunque nuestra muerte fuese inminente, aunque la muerte nos susurrara cosas al oído, aunque había venido aquí con el único propósito de ser asesinada.

    La observé adelantarse, pero no tardó en detenerse nuevamente, en medio de lo que me parecía un debate mental. Se volteó y echó a correr, para alcanzarme y aprisionarme con sus delgados brazos. Me quedé paralizada, con la vista clavada en algún punto perdido.

    Te quiero mucho, Kat.

    ¿Qué?

    Y lo siento.

    La daga que me había abierto el pecho, se me clavó en el corazón, que de por sí sentía lleno de grietas desde que había regresado de la batalla en la que di por sentado que moriría.
    Correspondí su abrazo con fuerza y la levanté ligeramente del suelo.

    Deseaba decirle que aquí no había espacio para afectos, que no debía perder su tiempo queriéndome, que solo se estaba haciendo más daño y que cerrara la boca e hiciera lo que acababa de decirle sin chistar; pero no pude.
    Volví a tomarle el rostro con las manos y le estampé un beso en la frente. El último que iba a darle. Acaricié su cabello, rubio como el mío, y me esforcé por dedicarle una sonrisa.

    Cuando tomó la delantera y comenzó a avanzar, supe que estábamos deslizándonos por la garganta del lobo y pronto llegaríamos a su estómago. Sentí la presión que aplicaba en mi mano cada vez que observaba los cadáveres y noté la tensión en su cuerpo.
    Cada vez más cerca. Estábamos firmando nuestra sentencia de muerte.

    A como me fue posible, hice que regresara a la retaguardia y caminé despacio, guiándola hasta ocultarnos detrás de algunas rocas. Me senté frente a ella, buscando bloquear aunque fuese una parte de aquel nefasto paisaje y, en silencio, supe que no nos quedaba otra cosa que esperar.

    Vi el pañuelo rojo de Alexander sobresalir ligeramente de la manga de la gran chaqueta, hasta que finalmente mi vista se deslizó al collar de cuarzo que le había entregado a Rach.

    Si moríamos allí, a pesar del terrible dolor físico y emocional, al menos moriríamos sabiendo que fuimos amadas en el último segundo de nuestras vidas, como tanto habíamos deseado consciente e inconscientemente.

    ¿Por qué no nos permitieron morir bajo el cielo estrellado en vez de en esta asquerosa cueva?

    Tomé la mano de Rachel y, una vez más, empecé a tararear la nana de mamá. Quería que estuviera con nosotras una última vez, que pudiéramos sentirnos seguras con el que ahora me parecía un canto protector.




    Hambre: 6/7 (2/3)
    Sed: 7/7 (2/3)
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Morgan O'Connor

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    Mentiría si dijera que, mientras más se acercaban a la cueva, no comenzó a sentir bloques de concreto bajo los pies. Pesados, compactos, inmovilizantes. Sentía el corazón golpeándole el pecho, cada respiración que daba era densa e insuficiente. Cuando la formación rocosa fue visible a varios metros de distancia, Morgan siguió avanzando con vista de lince. Alcanzaron su entrada sin complicaciones, y se detuvo allí fuera por unos momentos, para llamar al silencio y oír atentamente cualquier sonido.

    Nada.

    Tragó saliva. Una parte de ella sospechaba fuertemente que el otro grupo ya se encontrara adentro de la cueva, lo cual era desventajoso para ellas. Soltó un profundo bufido y comprimió los puños, buscando evitar el temblor de sus manos.

    ¿Qué se suponía que dijera? Andrea siempre había sido el que daba los discursos motivacionales en el grupo; él sabía cómo calmar a Aisha, ella no. Vio a su compañera. Si sentía el pecho a punto de explotar, ¿cómo estaría ella? Otro bufido. Recordó la última voluntad del italiano. ¿Debería encomendarle algo a la chica, en caso de que muriera allí? ¿Debería decirle que busque a Ronnie y... qué? ¿Decirle a una niña de nueve años que su hermana murió en un coliseo moderno? ¿Que todo su cuerpo explotó al contacto de una bomba?

    Mierda. No había una mierda que pudiera decirle.

    Sacudió la cabeza, repentinamente molesta, y se mordió el labio. Quería gritar, quería correr, quería llorar. Pero debía pelear. Lo haría por Ronnie y por todo lo que había posibilitado que llegara allí, a la última batalla.

    —¿Estás lista?


     
    Última edición: 7 Mayo 2019
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    Tarsis

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    Aisha Nakamura.

    Respiró profundo, si obviaban el sitio en el que estaba, la persona con la que estaba, y lo que iba a hacer allí, podría fingir que sólo iba a una competencia más en su vida. Una más de muchas, pero, en la que el premio sería más importante: su vida. No pensaba comenzar a perder ahora, necesitaba la medalla de oro ésta vez y la tendría. Caminaba concentrada en su propia rutina, eso le daba paz y seguridad en sus habilidades, mientras sus ojos veían la espalda de Morgan, su cerebro estaba chequeando su propio cuerpo, midiéndose.

    Piernas: fuertes, estables, podré correr.
    Brazos: Un poco cansados, pero útiles.

    Se estiró todo su cuerpo, sintiéndose más confiada. Siempre había ganado y ganaría ésta vez.

    —Lo haremos, Morgan. Lo haremos por él y por nosotras —dijo con confianza para sí misma, mientras entraban en la oscuridad de aquel pasillo y su voz hacía eco.

    —¿Estás lista?

    Aisha la vio directo a los ojos y le sonrió.

    —Lo estoy.

    Y era la verdad, estaba lista para cualquier cosa que viniera.

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    Zireael

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    Katrina Akaisa.

    Luego de pensarlo mucho, decidí comer el sandwich que quedaba. No tenía apetito, pero si teníamos que defendernos con garras y dientes, era mejor tener energías para ello.

    Pasaron minutos u horas. No lo sabía metida en aquella maldita cueva.

    La inquietud que sentí minutos antes de que cayese el maletín que anunciaba la muerte de Alexander regresó, arrollándome con la fuerza de un camión de seis ejes.
    Respiré profundo, buscando mermar lo que sentía, pero el corazón me latía con una rapidez que casi resultaba dolorosa.
    Lo sabía. El momento había llegado, era hora de nuestra tan dilatada muerte.
    Tragué grueso y me puse de pie, colocándome delante de Rachel.

    La miré de soslayo y le sonreí como me fue posible.


    —Intentaremos ganar esto, ¿no es así, Rach? —Fue lo único que atiné a decir aunque mi mente me decía absolutamente lo contrario. Un nudo salado se me instaló detrás de la garganta y lo siguiente salió sin permiso de mi boca, como invocado por la terrible angustia—. Por papá.


    Centré mi atención en la gema de mi mano, activando el radar por segunda vez desde que había caído en esa jodida isla.
    Me hice con dos de las bombas que el grandulón había dejado en nuestro poder, incluso antes de recibir alguna señal que indicara la presencia de alguien más.

    No importaba si tenía que acabar con la vida de otro con tal de llevar a esa niña a casa.



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    Activo el radar Insane.
    SIN MÁS RETRASO, SE VIENEN LOS PUTAZOS.
     
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  7.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    En tu radar aparecen dos personas. Esas dos personas sienten el cosquilleo en su estómago al ser detectadas.
     
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    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

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    Aisha Nakamura.

    El leve cosquilleo en su estómago la puso alerta. Se detuvo en seco, el agua comenzaba a mojarle los zapatos a medida que alcanzaban la entrada a una playa al parecer oculta. Agarró a Morgan por el brazo, haciéndola detenerse un instante.

    —¿Sentiste eso? —cuestionó y activó el radar. Tenía el presentimiento que no eran las primeras en llegar.

    Hambre: 7 (3/3)

    Sed: 7 (3/3)

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  9.  
    Insane

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    En tu radar aparecen dos personas. Esas dos personas sienten el cosquilleo en su estómago al ser detectadas. (?)
     
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  10.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Morgan O'Connor

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    Sed: 7/7 (3/3)
    Cansancio: 9/10 (2/2)

    Ya conocía ese cosquilleo en su estómago. Era el mismo que había sentido luego de que Andrea consiguiera los medicamentos del edificio médico y corrieran a resguardarse de la lluvia. Alguien había utilizado el radar. Las habían detectado.

    Estuvo a punto de estirar el brazo, pero vio a Aisha haciéndolo y rápidamente sacó dos bombas de su riñonera. Bien, la chica estaba atenta y sus reflejos parecían funcionar con agudeza. Apretó los labios y siguió caminando con cautela.

    Podían hacerlo. Podían ganar ese condenado juego.

    —Aquí no podré usar mis bombas de gas —le susurró a su compañera—, tendremos que ir empujándolas. ¿Oyes ese sonido? Esta cueva seguramente desemboque en el océano. Es nuestra mejor chance. Utiliza tú las bombas que conseguimos de Frank inmediatamente después de mí. La luz que genere el fuego será suficiente para que funcionen.

    Se detuvo, entonces, al sentir unos muy débiles sonidos atípicos. Llevaba una bomba en cada mano, y las presionó con fuerza entre sus dedos. Se acercó lentamente, acuclillada. Su visión ya se había acostumbrado a las penumbras, por lo que reconocía vagas siluetas. Entonces las vio a lo lejos. Se giró hacia Aisha, señalándole hacia adelante, y soltó el aire poco a poco.

    Uno, dos, tres segundos.

    Su cerebro, de alguna forma, se silenció. Ya no eran personas, eran siluetas opacas recortadas en la oscuridad. Le quitó los pestillos de seguridad a sus bombas y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, echó a correr y lanzó las dos bombas incendiarias hacia Katrina y Rachel.

    Ya no había vuelta atrás.


    &.

    Daño Katrina:
    Fuerza (5) + daño de bimb (20) - aguante (5) + agilidad (8) = 12

    Daño Rachel:
    Fuerza (5) + daño de bimb (20) - aguante (7) + agilidad (8) = 10

    THE VERGAZOS HAS BEGUUUUUUN
     
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    Tarsis

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    Aisha Nakamura.

    Escuchó con atención las palabras de Morgan, debían actuar ellas primero. O sería peor. No podían sólo quedarse allí esperando ser atacadas por miedo a ser las primeras en dar el paso. Asintió hacia Morgan, era un buen plan.

    La adrenalina bombeó a través de su cuerpo, el sonido de la explosión y las figuras de ambas. Por un momento su brazo se detuvo, sabía quién era la chica, pero, aunque los labios le temblaron no era momento de dudar. Eran ellas o ellas. E iba a ganar esta mierda, con los ojos aguados dejó ir la bomba de sus dedos, dirigiéndola hacia las chicas, era lo bueno de haber conseguido ese tipo de bombas, las perseguirían aunque intentasen huir.

    Daño Katrina:
    Fuerza (5) + daño de bimb (25) - aguante (5) + agilidad (8) = 17

    Daño Rachel:
    Fuerza (5) + daño de bimb (25) - aguante (7) + agilidad (8) = 15



    Hambre: 6 (1/3)

    Sed: 6 (1/3)

    Cansancio: 8 (1/2)

    Vida: 100/100
     
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  12.  
    Zireael

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    Katrina Akaisa.

    El cosquilleo que sentí en el estómago me alertó. Estaban allí.
    En un último momento de cordura, recordé el efecto de las bombas de Alexander e hice un cambio, que esperaba fuese casi igual de destructivo.

    Dos siluetas delgadas. Dos chicas.

    Los varones habían dado la vida por nosotras, ¿no? Reí con sorna. Aquel era el equivalente de una telenovela con mujeres tirándose del cabello, pero con unas malditas bombas.

    Cuatro BIM's, las vi con una nitidez ridícula acercarse a Rach y a mí. Me relamí los labios, no me di cuenta de que estaba sonriendo.
    Activé las bombas.

    —¡Vamos, perras! —chillé, fuera de mis cabales, con la mente avanzando a mil por hora—. He estado esperando la muerte desde que enviamos Rach al edificio médico.

    Arrojé dos de las bombas extrañas hacia ellas.

    Una de sus bombas cayó a mis pies y las llamas que surgieron de ella me lamieron la piel. El dolor fue espantoso, de pesadilla.
    El grito que me rasgó la garganta hizo eco en la cueva. Intenté retroceder, tomando a Rach de la chaqueta y tirando de ella conmigo, pero la siguiente bomba me siguió como un maldito perro faldero, y estalló junto a mí.
    La chaqueta estaba chamuscada y a través de ella pude ver la piel de mi brazo izquierdo en carne viva, sentí náuseas. El cerebro me relampagueaba de dolor y aún así sabía que aquello apenas estaba comenzando.
    Tomé dos bombas más, aunque el mundo parpadeaba frente a mí.

    Daño Morgan:
    Fuerza (4) + Bim (40) – Aguante (5) + agilidad (8) = 31.

    Daño Aisha:
    Fuerza (4) + Bim (40) - Aguante (4) - Agilidad (8) = 32.

    Hambre: 7/7 (2/3)
    Sed: 6/7 (3/3)
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    Hygge

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    Escritora
    Rachel Gardner

    Un grito desgarró mi garganta ante el contacto del fuego sobre mi piel.

    Me abrazaba a mí misma, hiperventilando, mientras las uñas se clavaban sobre la superficie de mis brazos, sin notar el daño que me estaba haciendo. Fueron dos los impactos, pero estaba tan aterrada que no fui capaz de reaccionar, mis pies se clavaron en el suelo en el momento en el que supimos de la presencia de nuestras adversarias. Katrina había tirado de mi chaqueta para ponerme a salvo, pero ella también estaba gritando.

    En un momento de lucidez fui consciente de que yo también estaba armada. Apenas podía ver con claridad, me encontraba mareada y mi atención se centraba en las quemaduras que ardían por todo mi cuerpo. Pero incluso tambaleándome fui capaz de apuntar hacia las figuras de aquellas dos chicas, furiosa porque le estaban haciendo daño a Katrina. Ya no me importaba lo que me hiciesen a mí, pero no podía soportar escuchar sus gritos, me desgarraban el alma.

    En medio del humo que se había levantado, pude atisbar la figura de alguien que me resultó familiar. Nos miramos por un segundo, con lágrimas en los ojos, y me mordí el labio inferior. Ambas nos conocíamos, claro que sí. Ninguna tenía el interés de dañar a la otra... Pero teníamos a alguien más a quien salvar, incluso aunque ese alguien fuese uno mismo.

    Lancé las bombas, profiriendo un grito desesperado.

    —¡Alejaos! ¡Alejaos, maldita sea! ¡No le hagáis daño a mi hermana!


    Daño Morgan:
    Fuerza (2) + Bim (30) – Aguante (5) + agilidad (8) = 19

    Daño Aisha:
    Fuerza (2) + Bim (30) - Aguante (4) - Agilidad (8) = 20


    Vida: 100/100
    Hambre: 7/7 (1/3)
    Sed: 7/7 (3/3)
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    Vida: 70/100
     
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  14.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Escritora
    Morgan O'Connor

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    Sed: 6/7 (1/3)
    Cansancio: 8/10 (1/2)
    Vida: 100/100

    Por un breve instante, los gritos se mezclaron con las llamaradas ardientes y grabaron en la retina de Morgan un auténtico cuadro de muerte. Los esqueletos antiguos echados a los costados palidecieron brevemente, y sus piernas reaccionaron solas al impulsarse hacia la derecha. Cayó sobre sus codos y rodillas, pero era tal la adrenalina que no sintió el golpe.

    Una imagen rauda atravesó su mente. Frank irguiéndose frente a ella, su bomba rozándole la mejilla, el susurro de la muerte congelando su nuca. Se incorporó del suelo rocoso rápidamente mientras sentía sus respiraciones calientes y filosas rasgándole el pecho; dolía un poco, pero era la prueba indiscutible de que estaba viva. Había logrado esquivar la bomba de Katrina.

    Gracias a la luz del fuego, advirtió de soslayo que se trataba de una bomba diferente a todas las que había visto. Al tocar el suelo, generó una ráfaga extraña que levantó un colchón de polvo de tierra y huesos. Morgan abrió grandes los ojos al notar que unas rocas habían sido cortadas limpiamente a la mitad, y volvió la vista al frente. Por primera vez, percibió con claridad a las dos personas contra las cuales se estaban enfrentando. Una chica, de edad similar a la suya, y una pequeña niña rubia. Sus actitudes eran radicalmente diferentes, Morgan supo de inmediato que la mayor sería su principal problema. La jovencita dudó un momento antes de lanzar su bimb, y eso fue un error garrafal.

    Recordó sus propias palabras a Aisha, antes de entrar a la cueva, y supo que también aplicaban para ella. Tendría que matar con sus propias manos a una niña, y lo haría. Lo haría por Ronnie.

    Qué gran ironía, ¿no?

    —¡Aisha, cuidado! —exclamó, rápida y determinante.

    Sus piernas volvieron a funcionar, esta vez de forma más premeditada. La niña había lanzado su bomba con un atisbo de lentitud en sus movimientos, y Morgan logró predecir su trayectoria. Cuando la bimb cruzó el aire sobre sus cabezas, no corrió hacia los costados, sino hacia adelante. Sintió la explosión a sus espaldas, lo cual le confirió el impulso que necesitaba para rebasar a sus contrincantes. Al final, haber atacado a tan corta distancia había sido una ventaja.

    Si lograba llegar al final de la cueva, podría utilizar sus bombas. Era su única opción.

    Sacó dos bombas más de sus riñoneras y las lanzó, con la mayor precaución de las distancias, ya que Aisha se encontraba al otro lado. En el momento donde pudo, buscó la mirada de su compañera y agitó su brazo, indicándole que hiciera lo que ella hizo lo antes posible. Con suerte, la explosión instantánea de sus bombas las distraería lo suficiente como para ayudarla.

    &.

    Daño Katrina:
    Fuerza (5) + daño de bimb (30) - aguante (5) + agilidad (8) = 22

    Daño Rachel:
    Fuerza (5) + daño de bimb (30) - aguante (7) + agilidad (8) = 20
     
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    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

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    Aisha Nakamura.

    Los gritos y el olor a carne quemada la desorientaron por unos segundos. El corazón se le arrugó al recordar el rostro de Rachel antes de titubear antes de lanzar la bomba, eso la llevaría a la muerte. Se obligó a mantener los ojos abiertos, viendo como la bomba venía en su dirección. Se impulsó con todo su cuerpo hacia atrás, alejándose de donde cayó el objeto y cubriéndose el rostro con los brazos para evitar cualquier piedra o polvo hacia sus ojos.

    El grito de Morgan sobresalió entre todo aquel desastre alertándola y haciendo que evitara a tiempo la segunda bomba. Se tambaleó un poco por el movimiento brusco, pero lo logró.

    ¡Lo habían logrado! Aquello la armó de valor, habían al menos logrado esquivar las primeras, lo que aumentaba sus probabilidades de sobrevivir enormente. Sus ojos se encontraron p0or unos segundos con los de Morgan, y le sonrió. Ambas estaban bien, Andrea estaría orgulloso de ellas, lo sabía.

    Morgan atacó nuevamente, sin detenerse para no darle ventaja a sus enemigas. Tomó dos bombas más de las que habían pertenecido al italiano y las lanzó en la dirección de las otras dos mujeres.

    Daño Katrina:
    Fuerza (5) + daño de bimb (25) - aguante (5) + agilidad (8) = 17

    Daño Rachel:
    Fuerza (5) + daño de bimb (25) - aguante (7) + agilidad (8) = 15

    Lo siento, susurró en su corazón. Pero no era su día para morir.



    Hambre: 6 (2/3)

    Sed: 6 (2/3)

    Cansancio: 8 (2/2)

    Vida: 100/100
     
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  16.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Katrina Akaisa.

    Sentí el estómago darme un nuevo giro, ya no de asco por mis propias heridas, si no de pura furia. Sentí el sabor metálico de la sangre, proveniente de alguna herida en el rostro, que se había deslizado hasta mi boca.
    Habían esquivado las cuatro bombas. Las cuatro malditas bombas.

    El grito desesperado de Rach me instaló un dolor palpitante en el pecho.

    Perras.

    Es suficiente de esta mierda.

    Basta. Dejen a la niña, hagan conmigo lo que quieran pero dejen a la niña.

    Ya basta.


    Deseaba deslizarles uno de esos malditos cilindros en la garganta, lo deseaba con todas mis fuerzas. Era prácticamente lo único en lo que podía pensar a pesar de que el cuerpo me enviaba profundas punzadas de dolor.
    No quería retroceder, pero si siquiera deseaba lograr algo, debía hacerlo. Tenía que acercarme a la desembocadura.

    Mis heridas me restaron agilidad, lo sabía. Intenté echar a correr, pero las bombas me alcanzaron nuevamente. Además, estaban esas malditas BIM's con complejo de parásito, imposibles de esquivar.
    Los gritos volvieron a hacer eco en la cueva y el olor a carne quemada se tornó aún más intenso. Sentía la sangre fluir de alguna herida que no podía detectar y el mundo parpadeaba en blanco y negro frente a mí.
    No quise voltear a ver mi brazo, casi podía jurar que iba a ver el hueso expuesto. El costado me ardía casi con la misma fuerza.


    —Vamos, sé a dónde quieren llevarme. —Volví a relamerme los labios ensangrentados y sonreí, supe que debía tener la misma mirada opaca que Rachel había tenido al caer en la isla. Sentía el cabello pegado al rostro por la mezcla de sudor y sangre. Esta vez me dirigí directamente a la chica de ojos púrpura—. Ven, cariño.


    Volví a arrastrar a Rach conmigo.
    Seguí retrocediendo a través del humo y el polvo que habían levantado las explosiones, respirando ruidosamente. Me ardían los pulmones.
    Tomé la última bomba extraña, aferrándome a ella un último segundo, y finalmente me hice con uno de esos peligrosos cilindros que el grandulón había dejado en nuestro poder.

    Alex, por favor. No puedes haber muerto para que nosotras estemos aquí, siendo comidas vivas por las bombas de este par.


    —He tenido suficiente de esta mierda —murmuré, para luego inhalar con fuerza. La peste de aquella cueva me llegó hasta el cerebro; lo siguiente se lo murmuré a Rachel, antes de empujarla hacia un lado—. Lanza una bomba justo cuando se libere el gas. No dudes, Rach, ni un segundo.


    Sabía que aquel iba a ser uno de mis últimos movimientos, si no es que era lo único que iba a ser capaz de hacer antes de caer en los brazos de la muerte.
    El ruido del agua me golpeaba el cerebro y el mundo empezó a girar a mi alrededor. Sentí la brisa proveniente del exterior.


    —Te quiero, pequeñaja —dije, sin ser capaz de mirarla. Las lágrimas que empezaron a fluirme por el rostro hicieron que las heridas me ardieran—, y me alegra haber sido capaz de luchar por alguien más.


    Giré la vista hacia la chica de mirada grisácea.


    >>Alguna de ustedes dejó vivir a Rach y se lo agradezco, pero ahora no dejaré que la maten.


    Sin darme cuenta, se me escapó una risa genuina, que desentonó con aquella escena.
    Saqué fuerzas de algún lugar desconocido de mí misma y arrojé las bombas hacia ellas. Las lágrimas continuaron mezclándose con la sangre.


    Daño Morgan:
    Fuerza (4) + Bim (40. Agujero negro) – Aguante (5) + agilidad (8) = 31.

    Daño Aisha:
    Fuerza (4) + Bim (45. Gas) - Aguante (4) - Agilidad (8) = 37.

    Hambre: 7/7 (1/3)
    Sed: 6/7 (2/3)
    Cansancio: 7/10 (2/2)
    Vida: 27/100 (Con los -5 de Incendiaria)
     
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  17.  
    Hygge

    Hygge Game Master

    Acuario
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    Rachel Gardner

    No podía respirar. Tosía con fuerza, ambas manos sobre mi boca, pero tan solo era humo el que llenaba mis pulmones. El sabor metálico de la sangre en mi boca, el insoportable dolor por todo mi cuerpo, los gritos de Kat, fuera de sí. Su cuerpo apenas se sostenía en pie, y el mio comenzaba a sufrir los efectos de la falta de oxígeno en mis pulmones.

    Otra bomba más fue lanzada, impactando sobre ella. Otro grito. Otra puñalada en mi pecho. El humo difuminó su silueta y me sentí tremendamente asustada, apretando con fuerza las dos bombas ahora sobre mis manos, sin dejar de llorar.

    Si Kat no... Si al disiparse el humo Kat estaba... Ella ya no...

    Sentí, sin embargo, una extraña calidez provenir de la chaqueta que llevaba sobre mis hombros. En medio de aquel infierno, pude sentir unos grandes brazos rodear mi cuerpo en un cariñoso abrazo. Un abrazo que reconocía bien, e hicieron estrujar mi corazón. Quise volverme hacia atrás, verle el rostro una última vez, pero aquella calidez se transformó en una fuerza inexplicable que me hizo tropezar hacia el frente.

    Cuando quise darme cuenta había tropezado con una roca, y una de las bombas atravesaba el espacio sobre mi cabeza, desviándose de su trayectoria. Había... Había esquivado esa bomba. No, yo no había sido. Al levantarme con rapidez y secar mis lágrimas, lo comprendí bien.

    -Gracias, papá.

    Todo lo que recuerdo después es ser arrastrada por Kat hacia quién sabía donde, era incapaz de concentrarme. El incesante pitido de mis oídos me mantenía aturdida, y por cada bocanada de aire sentía ingerir llamas. Pero podía ver la figura difusa de Kat frente a mí, hablarme. Su voz sonaba distorsionada en mis oídos, lejana, pero al leer sus labios mi corazón se encogió.

    -No... No Kat, No... ¡Eso será peligro...!

    El estallido me desequilibró, y tambaleé varios pasos, lanzando las bombas segundos después. Pero mi atención se centraba, con la mirada desencajada y el corazón a punto de estallar, en el cuerpo de Katrina. Se alejaba de mí después de aquellas palabras, centrada en luchar con sus últimas fuerzas.

    Y yo corrí y corrí, desesperada por alcanzarla. Pero sentí que un gran abismo nos separaba desde el instante en que se alejó de mí.

    Daño Morgan:
    Fuerza (2) + Bim (30) – Aguante (5) + agilidad (8) = 19

    Daño Aisha:
    Fuerza (2) + Bim (30) - Aguante (4) - Agilidad (8) = 20


    Hambre: 7/7 (1/3)
    Sed: 7/7 (3/3)
    Cansancio: 7/10 (1/2)
    Vida: 50/100
     
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    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

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    Aisha Nakamura.

    Antes de reaccionar la bomba explotó justo frente a ella. El fuego lamió su piel mientras que de su garganta salió un grito desesperado. Atrapada en su propia desesperación corrió hacia el frente con todas las fuerzas de sus piernas, alcanzando el aire fresco y la frescura del agua mojando sus pies. Ni siquiera notó como evadió la segunda bomba que había caído donde segundos antes había estado parada.

    Giró el rostro, asustada por Morgan.

    —¡MALDITAS! —Gritó desde el fondo de su corazón. Se llevó las manos a la riñonera que tenía las bombas rastreadoras y extrajo las últimas dos. Las cuatro no saldrían vivas, pero pelearía hasta su último aliento. Lanzó las bombas hacia donde estaba las dos mujeres, la chica sobre la otra protegiéndola.

    Daño Katrina:
    Fuerza (5) + daño de bimb (25) - aguante (5) + agilidad (8) = 17

    Daño Rachel:
    Fuerza (5) + daño de bimb (25) - aguante (7) + agilidad (8) = 15



    Hambre: 6 (3/3)

    Sed: 6 (3/3)

    Cansancio: 7 (1/2)

    Vida: 58/100 (-5 de la bomba de gas)
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
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    Morgan O'Connor

    Hambre: 6/7 (2/3)
    Sed: 6/7 (2/3)
    Cansancio: 8/10 (2/2)
    Vida: 69/100

    Luego de lanzar sus bombas, corrió con toda la fuerza de sus piernas hasta alcanzar la desembocadura del océano. Las olas llegaban con pereza, bañando el suelo rocoso cubierto por una muy fina capa de arena. El agua chapoteó bajo sus zapatillas al alcanzarla, y por primera vez siquiera pensó en la incomodidad de sus calcetines mojados.

    Sus bombas habían dado resultado, a juzgar por los chillidos que llegaron a sus oídos rebotando entre las paredes. A pesar de ello, la chica de su edad le pisaba los talones. Era dura y resistente, definitivamente la principal amenaza. Intentó por ello mantener siempre un ojo en sus espaldas sin detenerse, ya que su principal prioridad era alcanzar el agua. Pero avanzar y vigilar era difícil, y cuando llegó al final de la cueva, no tuvo tiempo de reaccionar ante una nueva bomba. Había comenzado a girar sobre sus talones cuando apreció el destello del cilindro atravesando el aire, directo hacia ella. Sus ojos alcanzaron a captar la sonrisa en el rostro de aquella chica en el momento que intentó retroceder y trastabilló con una piedra salida. La bomba impactó en la pared a su lado, y la onda expansiva de esa monstruosa ráfaga alcanzó parte de su brazo. De su pecho se desgarró un grito de dolor intenso; no era el dolor de un corte, o una quemadura, o una raspadura. Era una sensación difícil de poner en palabras. Las náuseas se acumularon en su garganta cuando vio el estado de su antebrazo y de su costado izquierdo, y apenas reparó en la bim fragmentaria que estalló a pocos metros de su posición, generando una lluvia salada que bañó su cuerpo con finas gotas. Dentro de aquel infierno, la frescura del agua la ayudó a mantener la concentración y mitigar el mareo que amenazaba con barrerla de bruces al suelo. Apretó los dientes, y cuando alzó la vista hacia sus oponentes, el recuerdo de Frank volvió a presentarse al frente de su mente.

    Una vez más, el intenso dolor se convirtió en una furia volcánica.

    Ayudándose de la pared, Morgan se puso de pie y extrajo la última bomba de aquella riñonera. Vio a la chica de mirada heterocromática directamente a los ojos y escupió algo de sangre a un costado. La sonrisa ajena contrastó con fuerza frente a su seriedad helada, pese a que ambas expresiones resguardaban la misma determinación por sobrevivir.

    —¿Te gusta jugar rudo? —masculló, llevando su brazo hacia atrás—. Juguemos rudo, entonces.

    Gritó con todas sus fuerzas al tiempo que arrojaba la bimb sobre la chica. Por el rabillo del ojo, reconoció la silueta de la niña corriendo hacia su compañera, y no dudó ni siquiera un segundo en apuntar también hacia ella. La jovencita se encontraba en mejor estado, claramente, y sus dedos se habían dirigido directo a su riñonera original. Sin remordimiento, sin cargo de consciencia, sin culpa. Había sido testigo de primera mano del efecto de esas mortales bombas, y no influyó ni por un breve segundo en su decisión.

    Si había un infierno en esa vida, seguramente tendría ya un espacio reservado para ella.

    Aisha también se había sumado ya a la reunión, y Morgan se limpió la sangre de la boca con el dorso de su mano. Esperaba que eso terminara pronto, su cuerpo no resistiría mucho más.

    &.

    Daño Katrina:
    Fuerza (5) + daño de bimb (30; fragmentaria) - aguante (5) + agilidad (8) = 22

    Daño Rachel:
    Fuerza (5) + daño de bimb (45; gas) - aguante (7) + agilidad (8) = 35
     
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    Zireael

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    Katrina Akaisa.


    El insulto de una de ellas le arrancó una carcajada que le lastimó los pulmones.

    No iba a negar que aunque estaba entre las mandíbulas de la muerte, estaba disfrutándolo.

    Oh dios, estaba disfrutándolo tanto.

    Aquella violencia, el poder usar esas granadas. Entendió por fin por qué Alexander había matado a la chica de las bombas extrañas.

    Si no acababa con Morgan y Aisha, al menos las había hecho sufrir como ellas estaban haciendo con Rachel, ¿no?

    Claro que sí.

    Era una amenaza, lo veía en el rostro de la muchacha de ojos púrpura.

    Y lo cierto era que a Katrina Akaisa le encantaba ser una amenaza.

    Sabía que intentar esquivar aquellos parásitos no tenía sentido, no iba a huir. La bomba estalló a su lado, hiriéndole aún más el costado y la pierna. Su grito fue ligeramente opacado por el ruido del agua, pero aún así hizo eco más allá.
    Esta vez sí se atrevió a mirar su brazo destrozado. El hueso expuesto, la carne chamuscada, la sangre cayendo y mezclándose con el agua salada.

    Un parchón oscuro le cubrió la vista y en su mente hizo eco la nana de su madre, traída desde el más allá.

    Jugaremos rudo entonces.

    Escupió sangre una vez más, sin despegar la vista de Morgan y sus labios formaron una sola frase, insonora: "No aún, hija de puta".

    Distinguió el destello de la esfera que se acercaba a ella y, con prácticamente las únicas fuerzas que le quedaban, echó a correr hasta internarse aún más en el agua, que le llegó hasta las pantorrillas. Le había faltado fuerza al tiro, la BIM fragmentaria cayó a medio camino y explotó levantando el agua y las piedras.

    Trastabilló y casi tuvo que apoyar el brazo inútil para sostenerse en pie. Un relámpago de dolor estuvo por arrancarle un nuevo grito.

    El mundo giraba sin punto de apoyo. La cueva, el agua, los huesos y cuerpos, el polvo, el humo, el maldito gas y las lenguas de fuego, todo se había convertido en una amalgama irreconocible. Incluso ella misma.

    Cariño, estarás bien.

    La voz de su madre rasgó su mente y las lágrimas le empañaron aún más la visión. Se limpió el rostro con la manga derecha de la chaqueta y regresó la vista a sus contrincantes, enfocando el mundo que se le había perdido.
    Tomó a duras penas dos cilindros más y volvió a sonreír, con los dientes ensangrentados, cargada de una mezcla fatal de adrenalina y furia. Por eso estaba viva aún. Lo sabía de sobra.

    Aquella cueva y la muerte habían traído a la superficie una Katrina completamente diferente a la que había caído en la isla, pero aún más irreconocible de la Katrina que había consolado a Rachel; y aún así, esa nueva versión de pesadilla de sí misma solo estaba intentando proteger a la chiquilla con garras y dientes, aunque eso implicara que esta fuese incapaz de reconocerla en sus últimos minutos de vida.

    Escupió una vez más, para luego arrojar los dos cilindros directamente hacia ellas y desplomarse inmediatamente después, respirando rápida y dolorosamente. El agua le ardió en cada centímetro chamuscado de la piel y otra vez el mundo parpadeó frente a ella.
    Apenas era capaz de mantener el rostro fuera del agua. Tosió ruidosamente y el sabor metálico en su boca se acentuó.

    No aguantaría mucho más, incluso si por milagro erraban las siguientes bombas.

    Le dirigió una última mirada a Rachel, por poco no logra enfocarla. Sus ojos heterocromos recorrieron la gran chaqueta, el pañuelo rojo que sobresalía y el collar de cuarzo.
    Clavó la vista en las rocas y el agua cristalina manchada de sangre a su alrededor.


    —Hicimos todo lo que nos fue posible, grandulón —murmuró para sí misma—. Lo lamento.


    Alzó la mirada de nuevo y la dirigió directamente a Morgan, que sabía resistiría o lograría esquivar su último ataque desesperado, a través de la nube de gas disipándose.


    >>Venga, hazlo de una vez, o tendré que hacerlo yo misma.


    Nuevamente la vista se le cubrió de parchones oscuros y la nana surgió de algún rincón de su mente.

    Tomó una de sus propias granadas fragmentarias, se desabrochó la riñoñera y la arrojó hacia Rachel, sin siquiera esperar la reacción de la niña, junto con el cilindro sin activar de Alexander. Seis bombas en total.

    Daño Morgan:
    Fuerza (4) + Bim (45. Gas) – Aguante (5) + agilidad (8) = 36.

    Daño Aisha:
    Fuerza (4) + Bim (45. Gas) - Aguante (4) - Agilidad (8) = 37.

    Hambre: 6/7 (3/3)
    Sed: 6/7 (1/3)
    Cansancio: 7/10 (1/2)
    Vida: 5/100 (Con los -5 de Incendiaria)


    El cambio de narración fue intencional tho.
     
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