One-shot Cuenta regresiva [Vocaloid en guerra]

Tema en 'Vocaloid' iniciado por Poemy, 9 Julio 2015.

  1.  
    Poemy

    Poemy Guest

    Título:
    Cuenta regresiva [Vocaloid en guerra]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2708
    *Flashback*

    28 de diciembre de 2007

    En un frío día de invierno, los adultos salían con sus hijos, los niños por su parte jugaban haciendo ángeles de nieve, los padres supervisaban que todo estuviera en orden, los menos afortunados se calentaban haciendo una fogata con los desechos de la ciudad... bueno, todos se mantenían ocupados en navidad ¿no?

    La niña peli-verde se puso los guantes estando dispuesta a salir de casa, al primer paso que dio resbaló con el hielo y cayó encima de una montaña de nieve, quedando atrapada adentro.

    ¿Cómo podía ser tan desafortunada? ¡Sabía que era mala idea, pero su madre la obligaba a salir a socializar! Ésos adultos eran seres malignos, Gumi lo sabía desde el principio.

    Intentó mover sus brazos tratando de quitar la nieve, pero fue en vano... Bueno, no era una niña muy fuerte que digamos.

    —¡Mami, mami! ¡Encontré un duende! ¡un duende! —gritó alegremente una niña de cabello castaño claro—. ¡Ay, creo que aún está vivo!

    —¡Iroha, aléjate de esa cosa! —vociferó su madre—. Un momento... eso no es un duende.

    La mujer haló a la criatura de las piernas y esta soltó un chillido debido a su sorpresa.

    —¿Entonces no es un duende? —hizo un puchero—. Oh... Es una niña.

    La pequeña niña de ojos cafés se acercó a la de ojos verdes y la miró atentamente, en eso notó que ella estaba haciendo una cara muy rara.

    —¿Eh? ¿Qué te pasa, te duele algo?

    Ella no respondió, lo cual angustió a la niña, ésta se acercó más y obtuvo algo que no esperaba.

    Gumi estornudó.

    —¡Mamá! —comenzó a lloriquear la pequeña—. ¡El Grinch me acaba de estornudar!

    La mujer tomó a la pequeña entre sus brazos y la miró horrorizada; notó que tenía un líquido verde y pegajoso en el rostro.

    —Lo siento... —se limpió la nariz, enrojecida por el frío.

    —¡Ésta la pagarás, duende malo, ya verás! —gritó al borde de las lágrimas.

    Esa frase había marcado una parte de la vida de Gumi. No había sido adrede... ¿De verdad era para tanto?

    *Fin flashback*

    Actualidad, 27 de diciembre de 2015


    Ocho años habían pasado desde aquel espantoso accidente. Ocho años y aún no había podido vengarse de su peor enemiga. La de verde.

    Pero eso estaba por cambiar. Justamente ése día era el cumpleaños de sus dos amigos, los Kagamine.

    Iroha tenía el plan perfecto.

    —¿Quieres saber que se siente ser bañada en líquido verde, Duendecito? —removió la mezcla dentro de aquel contenedor—. Ja ja ja.

    Bueno, las risas malévolas no eran lo suyo. ¡Pero ella era malvada!

    Subió el objeto redondo en la camioneta de su padre y se puso en marcha.

    No había mucho tráfico, las calles estaban vacías, lo cual era raro. A ésas horas de la noche habrían miles de borrachos rondando por allí, haciendo quién sabe qué.

    Finalmente llegó al salón donde sería realizada la fiesta, al parecer aún no había empezado, habían unas cuantas personas trayendo regalos, decoraciones, y más importante aún: comida, la comida era lo de mayor prioridad.

    Iroha sacó el contenedor con mucho cuidado de no echárselo encima, no hay peor venganza que la que se hace uno mismo. Ésa era una frase creada por ella.

    —Soy tan genial —dijo con un sonrojo en el rostro.

    Kaito, quien hacía de guardaespaldas y anfitrión de la fiesta la miró asustado.

    —Ah, uhm —se aclaró la garganta—, vengo a entregar este contenedor... es muy importante para el progreso de la fiesta.

    —¿Qué tiene adentro? —preguntó con curiosidad, dispuesto a abrir el contenedor para ver lo que había dentro de él.

    —¡Eh, no toques! —le pegó en la mano—. ¡Aquí hay una valiosa cantidad de helado de vainilla! ¡¿Sabes lo valioso que es?!

    —Eh...

    —¡¿Lo sabes?!

    —No, lo siento... señora.

    —Así es. Ahora por tonto no comerás nada de lo que hay aquí.

    —Oh, pero... —dijo al borde de las lágrimas.

    —¡Sin peros!

    Ahora que había entrado, sólo quedaba colocar el contenedor en la parte de arriba, justamente encima de la puerta. Observó que la distancia y la oscuridad le ayudarían a disimular su venganza.

    Al cabo de unas dos aburridas horas la fiesta comenzó, Iroha estaba al pendiente de cada invitado que entraba, cada persona, cada individuo... Ninguno tenía el pelo verde ni esa cara de duende que tenía la Megpoid.

    —Objetivo a la vista.

    El duende había pisado la entrada, se había distraído hablando con Len, justamente en la puerta principal. Sólo le bastó abrir el contenedor y derramar el líquido verde sobre ella.

    —¡Ups! Lo siento... —sonrió con malicia.

    Una cosa verde, pegajosa y de mal olor se adhirió al lindo vestido amarillo que llevaba la chica. Ella, horrorizada, miró hacia arriba buscando un responsable, pero sólo consiguió aumentar su enojo.

    Iroha salió por una de las claraboyas y llegó hasta el techo, allí simplemente cuidó cada uno de sus pasos hasta llegar cerca de un árbol, la distancia no era mucha, saltó desde donde estaba y se agarró de las ramas; pegó las zuelas de sus zapatos al roble y bajó lentamente agarrando rama por rama sin mirar al suelo.

    Al llegar al suelo salió corriendo, sacó las llaves y las insertó para empezar a conducir.

    —¿Iroha? —una voz familiar se hizo oír.

    —Mier... —se tapó la boca.

    Otra de sus peores enemigas: Luka Megurine. La niña que le había quitado la corona en el concurso de belleza de su escuela.

    Iroha arrancó con prisa y las llantas hicieron que el charco de agua empozada rociara a Luka, dejándola completamente empapada.

    ¡Pero eso había sido un accidente!

    —Rayos —comentó Luka mirando su ropa.


    La chica peli-rosa observó a alguien saliendo de la fiesta. Era Gumi, y parecía estar completamente cubierta de algo verde y extraño.

    —¡Yo la mato! ¡¿Cree que no sé que fue ella?! ¿Hacia dónde se fue?

    —Uhm... Condujo derecho y luego cruzó hacia la avenida.

    —Por algo que pasó hace 8 años... ¡Simplemente le estornudé en la cara, y no fue adrede! Pero que ni piense que esto se va a quedar así... ¡¿Sabes cuánto costó este vestido?! ¡Mi mamá me matará!

    —Lo siento mucho —dijo Luka con una expresión triste.

    —Ugh... No te preocupes, no es tu culpa. Pero ella las pagará, eso es seguro.


    26 de Junio (Actualidad)


    Con el paso de los meses, Iroha recordó ese día en el que había humillado a la Megpoid, le había dado su merecido, y cada vez que recordaba su vestido cubierto de ese líquido espeso se le marcaba una sonrisa en el rostro.

    La castaña recogió sus libros y los guardó en la mochila, bajó los escalones y salió por la puerta de su casa.

    —¡Adiós mamá y papá! —cerró y corrió.

    La de ojos verdes la observó desde detrás de un árbol, se colocó unos lentes y se puso la capucha.

    —El gatito salió de casa, repito, el gatito salió de casa —dijo a través de un walkie talkie negro—. La seguiré al lugar a donde vaya, aún no pondremos en marcha el plan, cambio.

    —¿Cómo se usa esta cosa? ¿Holaaaa?

    —¡Luka, pon seriedad en esto, por favor! Cambio.

    —Ah, vale.

    —Y siempre tienes que decir "cambio" al finalizar una oración, cambio.

    —Bueno, cambio.


    La chica caminó a paso lento, escondiéndose detrás de algo a medida que Iroha hacía una parada, pero al parecer la chica llevaba una vida aburrida. No había hecho más que ir a una tienda de Hello Kitty, a la lavandería, a la biblioteca y al supermercado.

    —Diablos —dijo Gumi sentándose en uno de los bancos de la plaza—. Ahora está en la plaza, alimentando a las aves—. ¿Cómo vas revisando la casa de Iroha?

    —¡Acabo de encontrar algo, algo épico!

    —¿En serio? ¡¿Qué es?!

    La castaña se levantó y su semblante de pronto era de asombro, caminó con pasos largos y se acercó a Gumi.

    —¡Lo sabía! ¡Aparte de un duende, eres una espía!

    —¡Aquí el grillo, el gato nos descubrió, repito, el gato nos descubrió! —gritó—. ¡Sal de la guarida!

    La de ojos verdes corrió en dirección a Iroha, y ésta, asustada, se tropezó y cayó en la fuente de agua que había en la plaza.

    Se escuchó un grito a lo lejos, Gumi soltó una risa y continúo corriendo, teniendo en cuenta no caerse.

    Pocos minutos después llegó a la casa de la chica y se encontró con Luka, quien la esperaba en el patio.

    —¿Qué conseguiste? —preguntó la de verde, ansiosa.

    —Una foto de Iroha que parece ser reciente, pero...

    En dicha foto se podía apreciar a la misma chica, castaña, ojos cafés, amante de los felinos, algo loca, maliciosa, pero de alguna manera graciosa...

    —¿Un disfraz de mono? ¿Qué tiene eso de gracioso? —cuestionó Luka.

    —Iroha trabajó por un tiempo en una juguetería y le obligaron a usar ese disfraz...

    —¿Cómo sabes eso?

    —Tengo mis contactos —le guiñó el ojo a la chica peli-rosa—. Ella se postuló para ser presidenta del consejo estudiantil ¿no es así, mi querida amiga?

    —¿No estarás pensando...?

    Gumi le dedicó una sonrisa a Luka.


    Después de exprimir su vestido azul, empapado hasta más no poder, se soltó el cabello y se sentó.

    Ella sabía que se merecía esto, el remordimiento comenzó a afectarle y ya no sabía cómo lidiar con él. ¿Debía disculparse con Gumi? ¿Hacer las pases, quizás?

    Su teléfono sonó, lo sacó y notó que tenía un mensaje de texto.

    "Hay una sorpresa para ti esperando en el colegio.

    PD: Apuesto a que te encantará."

    —¿Eh? Es de un número desconocido...

    La chica no se hizo esperar, sacó unas monedas que había dentro de la fuente y tomó un autobús directo hacia su escuela. ¿Una sorpresa, decían?

    Al llegar notó que unas cuantas personas se reían cuando la miraban. Entendía que no estaba de lo mejor arreglada, pero no era para tanto.

    Subió escalón por escalón y entró en el edificio. Recorrió los pasillos hasta dar con los casilleros, se paró enfrente del suyo y tomó una bocanada de aire; seguía preguntándose quién sería el emisor de aquel mensaje. Sacó su móvil y lo leyó una vez más.

    Tenía la esperanza de que fuera algo bueno, pero aún así...

    —No me digas esto... —al abrir su casillero cayeron muchas fotos de ella con ese bochornoso disfraz de simio—. No me digas...

    Recogió todas las fotos y las metió en su mochila.

    Ladeó la cabeza buscando al culpable, ¿pero quién sería?

    Y esas no eran las únicas copias, en la cartelera de avisos se encontraban varias, en las paredes, en el suelo... Habían varias personas que ya tenían una en sus manos. Todas ésas decían "Vote por Iroha Nekomura, diversión garantizada"

    —Gumi Megpoid —fue lo que pronunció.

    De la nada, recordó algo, ése día... ése mismísimo 26 de junio era nada más y nada menos que el cumpleaños de la alimaña ésa.

    Hoy será un gran día para ti, Megpoid.


    Luka se encontraba en la habitación de la de cabello verde, riendo junto a ella; aquello había sido lo más estúpido pero divertido que habían hecho.

    —¡Me gustaría haber estado allí para ver su cara! —se carcajeaba Gumi—. ¡Maldita Duende! —imitaba a la castaña.

    —Sí, hubiese sido algo épico —una sonrisa se formó en su rostro.

    La muchacha de pelo rosa miró su reloj y decidió ponerse en marcha.

    —¡Bueno, es tarde! Tengo que ir a ayudar a mamá con la cena, nos vemos... Y, ah. ¡Feliz cumpleaños, Gumi!

    —Muchas gracias, Luka.

    —Nos vemos otro día —salió por la puerta.

    Al llegar al patio de la casa, sacó su móvil y marcó un número.

    —¿Hola, Miku? No, no tiene ni idea... La haré venir a mi casa y la sorprenderemos con un pastel; así que te veo en mi casa en dos horas —dicho eso, colgó.

    ¿Pastel, casa, dos horas?

    Iroha se encontraba del otro lado, en la parada del bús, con la capucha puesta y la mirada baja.

    —¿Así que planean hacerle una fiestecita? Ja ja.

    Nuevamente, debía practicar su risa malévola.

    Luka se acercó un poco, así que Iroha se dio la vuelta para que no la viese. En un par de minutos llegó el autobús que la llevaría a su casa. Iroha se subió en la camioneta de su padre —que le había pedido prestada porque según ella, debía ir a una fiesta— y siguió al bús hasta la casa de Luka.

    Era de noche cuando finalmente llegaron; la muchacha apagó las luces delanteras del auto y observó: la casa de Luka tenía dos pisos, un jardín, un patio trasero y un garaje. Nada parecía estar fuera de lo común, así que tomó su bolso, donde guardaba la "sorpresa" para Gumi, se quitó el cinturón de seguridad y abrió la puerta del conductor. A los pocos segundos activó el seguro del auto y caminó lentamente hacia su objetivo.

    Para su suerte, habían dejado el garaje abierto, así que aprovechó y entró por ahí, abrió la puerta y caminó pegada de la pared, verificando que no hubiese nadie en el pasillo.

    Los olores de los postres le llegaron directamente. A unos cuantos metros estaba la cocina, pero tendría que pasar por el salón para poder llegar allí.

    Se agachó y tomó aire. Algo que jamás había hecho era meterse en casas ajenas.

    Justamente al frente de ella estaban las escaleras que la llevarían al segundo piso, si lograba atraer la atención desde arriba de los que estaban en el salón para tener la oportunidad de entrar en la cocina, tal vez...

    Subió los escalones y entró en la habitación de Luka.

    —¿Qué tenemos aquí...? —observó la estantería de la chica, y de inmediato tuvo una idea.

    Con algo de esfuerzo la empujó hacia adelante y la estantería cayó, el ruido retumbó por toda la casa.

    Se escucharon los pasos, fuertes y apresurados en el piso de madera, Iroha abrió la ventana y se aventó, cayendo sobre un montón de tierra seca, cerró la boca y los ojos.

    Lo bueno es que no había sido mucha altura...

    Iroha se levantó, se sacudió la tierra y dio un respingo.
    Desde la puerta de cristal en el patio trasero pudo ver que todos los que estaban en el salón habían subido, era su oportunidad. Deslizó la puerta y entró a hurtadillas.

    Al llegar a su preciado destino, encontró en uno de los mesones un hermoso pastel que aún no estaba terminado. Éste al parecer sería de 3 pisos, pero apenas estaban terminando el primero.

    La parte del centro del pastel estaba abierta, allí introducían todo el chocolate, así que vio que tenía el camino fácil, introdujo un objeto redondo de utilidad desconocida y le agregó más chocolate, luego colocó el pedazo que faltaba y salió corriendo del sitio.


    *Horas después*

    Desde los interiores de la casa se había oído un "Sorpresa" al llegar la cumpleañera, todos estarían allí, habían invitado a todos... Menos... a ella.

    Bueno, de todas maneras, ella no era amiga de Gumi, y tampoco es que lo mereciera, es más ¡ni siquiera lo quería! Pero desde allí fue que pudo entender por qué la odiaba tanto.


    Gumi era divertida, linda, graciosa... Gumi tenía amigos.

    A la de ojos cafés le gustaría ser como ella, ser ella misma, alocada, torpe, optimista, ocurrente... Un momento. ¡¿Qué estaba pensando?! Se acercaba el momento de la venganza, no iba dejar que todo su esfuerzo se fuera a la borda por conmoción momentánea.

    Ella estaba en el patio trasero, escuchando la risa de todos.

    —¡Es hora de comer pastel! —se escucharon gritos de alegría y todos empezaron a cantar.

    —Es momento —sacó un artefacto de su bolsillo. Parecía ser un objeto que controlaba algo—. Cinco, cuatro, tres, dos...

    —¡Feliz cumpleaños, Gumi! ¡Feliz cumpleaños a ti! —escuchaba el canto.

    Se escuchó un estallido, el chocolate y la crema cubrieron las caras de los presentes. Las paredes de la casa quedaron manchadas. El pastel había explotado y empezó a salir humo. Los aspersores del techo se activaron y todos quedaron empapados.

    —Feliz cumpleaños, duendecito.
     
    Última edición por un moderador: 1 Septiembre 2015
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