Cuddleshipping

Mi primer shipping, espero que les guste :3 Dedicado a los dos shippeados <3 (?

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—¡Eh, gabi, mira esta camiseta! ¿A que es genial?

—No... Es horrorosa... Vámonos de aquí, por favor...

—Oh, venga ya. Llevamos toda la tarde de paseo y no hay manera de encontrar nada que te apetezca hacer. ¿Es que no te das cuenta de que no merece la pena? No te quería, estás mucho mejor así.

—Ya, y-ya lo sé, p-pero... —titubeando, pequeñas lágrimas empezaron a brotar de los ojos de la joven. Todo por su culpa—. No puedo... N-no puedo sacármelo de la cabeza.


Corriendo hacia fuera de la tienda, huyó hacia algún sitio donde la gente no la viese en ese estado, tan deprimida, tan insegura... Tan frágil. Y así era como Gabi volvía a caer en el llanto. El mismo llanto en el que había ahogado los recuerdos de su primer amor, Antonio, hace un par de días, cuando le vio besarse con su mejor amiga. Cerró la puerta del baño público y echó el seguro para cerciorarse de que nadie descubriese su escondite. Un poco de tranquilidad era lo único que necesitaba. Un poco de tranquilidad, sin nadie a su alrededor, más que el fantasma del recuerdo.

Pero su amiga había estado rápida, y había dejado todo lo que llevaba para comprar con el fin de seguirla y darle más apoyo. Ahora estaba tras la puerta que las separaba. Tocó una vez, dejando escapar un "Gabi...", pero no hubo respuesta. Luego repitió el golpe. Y calló. Y pudo escuchar el triste respirar de su amiga, que se enjugaba las lágrimas para disimular ante Ana y el resto de la gente.

La puerta se abrió despacio, con un leve chirriar, dejando ver la roja y húmeda cara de Gabi.


—A-ana... ¿Tú me quieres?

—¡Claro que sí, tonta! Anda, ven aquí —suspiró y abrazó a su amiga.

—Pues llévame a casa. Por favor.

—... Está bien, tú ganas —suspiró—. Ahora mismo nos vamos a casa y vemos "El profesor Layton y la diva eterna" mientras nos tomamos unas tarrinas de helado de chocolate y vainilla, ¿sí? Pero no llores más por ese imbécil, no te merecía.


La muchacha asintió sin apenas fuerza mientras se separaba de Ana, y ambas salieron juntas de los baños agarradas de la mano.

El centro comercial estaba a tope ese día, pues acababan de llegar las rebajas, lo que dificultó la salida del recinto. Una vez fuera, se dirigieron a la parada de bus más cercana, situada a un par de manzanas de donde se encontraban. Y pasear por la tarde en pleno verano no era precisamente algo que les hiciese ilusión a las chicas.


—¿A qué hora pasa el bus, Ana?

—Dentro de veinte minutos. Tenemos tiempo de sobra para llegar, no te preocupes.

—¿Tanto queda? Jo...


Por mucho que intentase animar a Gabi, no había forma. Ella estaba de bajón y no había nada que pudiese hacer... Nada.

De repente, una mano desconocida tocó a la adolescente. El susto le hizo dar un respingo, así como tomar aire. Se giró con brusquedad, para ver quién era el inoportuno que la había agarrado del brazo cuando intentaba regresar a casa, pero la sorpresa pudo con la rabia. Gabi se quedó inmóvil, atónita. Balbuceó un par de palabras, sin apenas creerse lo que veía. Esto... ¿Se trataba de un sueño?


—N... No pu... Imp... —igual de asombrada, los ojos de la joven se iluminaron como no habían hecho desde que ocurrió el incidente de Antonio—. Mi... Miguel... —consiguió decir al fin, soltando todo el aire que había contenido desde que vio la figura


¿Qué pasó después? Ni ellos mismos podrían explicarlo, solo un intercambio de miradas que duró apenas un par de segundos, durante los cuales desaparecieron todos sus problemas.

Y después, un beso.