::: Cruce de caminos ::: (plagio)

Re: ::: Cruce de caminos :::

Hola...!!
jajajaja gracias por sus posts y pues me decidi
a ponerles un poco de la conti hoy... espero
que les guste!!


-¿Y tu has conseguido mucha leche gratis?- Kagome de inmediato se tapó la boca, horrorizada de lo que había dicho.

El se echó a reír a carcajadas, divertido por la pregunta y por el evidente embarazo de Kagome.

-He conocido a muchas mujeres. Pero digamos que verdaderamente no tengo sed, y dejémoslo hasta ahí.-

-Lo siento- murmuró ella, al tiempo que volvía la cara hacia la ventanilla para ocultar su rubor.

Se sintió muy aliviada cuando llegaron a Virginia City.

Inuyasha encontró un lugar para estacionar y pronto estaban paseando por la calle Wallace. Kagome se enamoró inmediatamente de la ciudad. La calle estaba poblada de antiguos edificios de madera. Pasaron por muchas tiendas de provisiones, entre ellas, por S.R. Burford Store, que fue la primera construcción de ladrillo hasta 1881, cuando el ferrocarril llegó hasta Butte.

Kagome miró el interior, fascinada y consciente de la presencia de Inuyasha a sus espaldas, con los brazos cruzados sobre el pecho.

Muchos de los edificios tenían placas que confirmaban si inscripción en el Registro Nacional de Lugares Históricos.

Inuyasha iba atrás de kagome, divertido con el entusiasmo de la joven ante un puñado de construcciones viejas. Mientras observaba a través de las ventanas lanzaba exclamaciones de admiración y luego tomaba copiosas notas en su libreta. Inuyasha nunca había pensado que los escritores de novelas románticas se tomaban el trabajo de documentarse. Tal vez había más de lo que pensaba tras las cubiertas de esos libros.

Mientras ella se apresuraba a contemplar el próximo edificio, el no pudo dejar de admirar el vaivén de sus caderas y el reflejo del sol en sus cabellos negros. Nunca le había gustado mucho ese color de pelo, pero tenía que admitir que el de kagome era muy bonito.

-Tengo hambre ¿y tu?-

-Sí, comería algo- respondió ella.

Fueron al Bale of Hay Saloon y Kagome hizo una mueca cuando inuyasha pidió una hamburguesa de búfalo con papas fritas.

-Oye, deja de mirarme de ese modo. No es Clyde. Vamos, Kagome, durante siglos mi familia ha comido carne de búfalo.-

Inuyasha movió la cabeza de un lado a otro cuando ella pidió un sándwich vegetal y un batido doble de chocolate.

-No me digas que eres vegetariana-

-¿Tienes problemas con eso?- preguntó desafiante.

-No, señora- dijo la tiempo que alzaba las manos en un gesto de rendición
-¿Por qué escribes sobre los indios?- preguntó para cambiar de tema.

-Por que me gustan-

Inuyasha alzó una ceja.

-¿De veras?¿Cuántos conoces?-

-Ninguno- admitió apesadumbrada, pero al cabo de un segundo lo miró sonriente –Eso ya no es cierto. Te conozco a ti y a tu bisabuelo.-

Inuyasha se inclinó hacia ella a través de la mesa.

-¿De verdad crees conocerme?-

Su tono de broma no calzaba con la velada expresión de sus ojos ambarinos.

Kagome parpadeó al percibir una atmósfera sensual entre ellos.

-Yo no quise decir... bueno, yo... – balbuceó, ruborizada.

¡Maldición! No se le daba bien el flirteo.

Inuyasha lanzó una maldición mental. ¿Qué demonios le había hecho decir eso? No podía creer que se sintiera avergonzada. Había sido una observación inofensiva, tal vez un tanto sugerente, pero nada más.

La última parada fue el Museo de Virginia City que contenía muchos objetos y documentos antiguos, entre ellos, el pie zopo momificado de George Lane.

-¿No fue uno de los 24 bandoleros que los vigilantes procesaron y más tarde enviaron a la horca entre 1863 y 1864, en esta ciudad?-

-Creo que sí- convino Inuyasha.

Cuando salieron del museo, ella miró la calle con expresión melancólica.

-Odio tener que irme-

-Todavía nos queda Boot Hill, el cementerio- dijo Inuyasha con la esperanza de animarla.

Más tarde, ambos pasearon entre las tumbas , leyendo las lápidas.

-George Lane, ahorcado el 14 de enero de 1864- leyó inuyasha.

-Pobre George, está enterrado aquí y su pie está en el museo-

-Dudo que lo eche de menos- replicó inuyasha con sequedad.

Kagome le sonrió.

-Bueno, supongo que el día de resurrección irá a buscarlo-

El no tuvo más remedio que echarse a reír ante la ocurrencia de Kagome que rió con él. En un momento, la mirada de inuyasha se encontró con la de Kagome y, de improviso ambos dejaron de reír.

 

Re: ::: Cruce de caminos :::

Jejeje si es cierto y pues en la proxima conti
va a pasar lo que todos esperan!!
grax mily_chan siempre eres la primera en
postear!!

Nos vemos

Xao :D

 

Re: ::: Cruce de caminos :::

Hola...!
me sorprendí mucho cuando vi tantos posts!
gracias a todos y pues vengo a decirles que la conti
va a estar el domingo o si no, el lunes, por que
mañana sabado no voy a estar en mi casa todo el día
tengo dos fiestas! jejeje, y pues espero que me comprendan!

Nos vemos luego!
Xao :rosa:

 

Re: ::: Cruce de caminos :::

Muchas gracias por los posts!! y pues aquí esta la conti!!
espero que les guste!


-George Lane, ahorcado el 14 de enero de 1864- leyó inuyasha.

-Pobre George, está enterrado aquí y su pie está en el museo-

-Dudo que lo eche de menos- replicó inuyasha con sequedad.

Kagome le sonrió.

-Bueno, supongo que el día de resurrección irá a buscarlo-

El no tuvo más remedio que echarse a reír ante la ocurrencia de Kagome que rió con él. En un momento, la mirada de inuyasha se encontró con la de Kagome y, de improviso ambos dejaron de reír.

Inuyasha no podía decir qué era, pero había algo en su forma de mirarlo con esos grandes ojos castaños, algo de dulzura de su sonrisa y en el sonido de su risa que le producía dolor en el corazón, pero para bien.

Lentamente se acercó dándole tiempo para retroceder.

Pero ella no lo hizo. Se quedó inmóvil con los ojos muy abiertos. Luego tragó saliva con esfuerzo mientras él le ceñía la cintura con un brazo.

Inuyasha la observó esperando una bofetada por su descaro, pero ella continuó mirándolo fijamente, con los ojos oscurecidos.

Inuyasha susurró su nombre y entonces, incapaz de resistir su propia ansia, inclinó la cabeza y la besó.

Inuyasha disfrutaba besando, y no solo por que los besos solían conducir a otras diversiones igualmente placenteras. Había besado a muchas mujeres. No esperaba que el de kagome higurashi fuese diferente a los del resto de las mujeres, pero lo fue.

Con un suspiro, kagome se puso de puntillas y se estrechó contra él. De inmediato el cuerpo de Inuyasha despertó, dolorosamente vivo. Entonces la abrazó con fuerza.

Kagome se sofocó. Entre los latidos de su corazón y la intensidad del beso de inuyasha, no podía respirar ni pensar. La habían besado unas pocas veces en su vida, pero nunca así. Inuyasha lo hacía con una pasión que apartó todo pensamiento de su mente. Sus labios eran cálidos y firmes; su pecho, una muralla musculosa que aplastaba sus senos mientras le ceñía más contra su cuerpo. Una onda de calor explotó en la boda del estomago de Kagome y se esparció por todos los nervios y células de su cuerpo hasta que tuvo la certeza de que se iba a derretir como un helado al sol.

Luego lo miró un tanto desconcertada cuando él se apartó. Inuyasha se había dado cuenta de que varios turistas recién llegados se habían detenido a mirarlos con curiosidad.

Tras murmurar un juramento, inuyasha la arrastró de la mano por el camino polvoriento hasta que llegaron al camión. Son decir una palabra, le abrió la puerta y luego se sentó tras el volante, arrancó el motor y el vehículo se puso en movimiento.

-Se diría que nunca habían visto a una pareja besándose - comentó, irritado.

-Bueno, tal vez no. Por lo menos, nunca en un cementerio- dijo ella, todavía mortificada.

La inesperada risa de inuyasha sirvió para aliviar un tanto la tensión entre ellos.

-¿Quieres llegar a Jackson esta noche o prefieres volver al rancho, descansar y partir por la mañana?-

-Como quieras. Eres tú el que conduce- respondió evitando su mirada.

-Pero eres tú la que tiene que cumplir con un programa. Tardaríamos unas cinco horas en llegar a Jackson, por lo tanto a las once estaríamos allí- dijo inuyasha tras consultar su reloj.

-Supongo que sería mejor ir directamente a Jackson- decidió Kagome –Mañana a las dos y media tengo que asistir a una firma de libros a favor a la alfabetización-

Inuyasha enfiló el vehículo a la carretera. De vez en cuando miraba a su acompañante. Como a las ocho, Kagome se inclinó contra la ventanilla con la cabeza apoyada en una mano.

Inuyasha pensó que de alguna manera era bueno tenerla allí. A las nueve y media estacionó en una gasolinera para llenar el estanque y tomar un café. Kagome ni siquiera se movió así que la dejó dormir.



Kagome despertó de un salto al darse cuenta de que el hombre que le remecía el hombro era el mismo con el que había estado soñando. Entonces se sentó y se pasó la mano por el pelo.

-Hemos llegado- dijo inuyasha al tiempo que se estacionaba ante el hotel Snow King –Espero que hayas reservado habitación-

-¿Que? Ah, desde luego que sí. ¿dónde vas a pasar la noche?-

-Estoy seguro que podré encontrar habitación en cualquier parte-

Ella vaciló un segundo.


-Hay dos camas en mi habitación. Puedes utilizarla si quieres- sugirió finalmente –Quiero decir que ya está pagada y es lo menos que puedo hacer ya que te has tomado la molestia de traerme hasta aquí y ...-

Su voz se apagó. Estaba segura de que le ardían las mejillas. Solo había querido ofrecerle un sitio donde dormir. ¿Y si el hubiera malinterpretado sus palabras?

-Gracias- dijo inuyasha, antes de bajar del vehículo.

Luego le abrió la puerta. Kagome aceptó la mano que le tendía para ayudarla a bajar mientras pensaba que ningún hombre solía tener ese gesto con ella.

El vestíbulo estaba tranquilo. Kagome miró a su alrededor y le gustó el hotel. Estaba decorado en tonos ocres. Había una gran alfombra, muchas plantas y árboles en grandes macetas distribuidas por el recinto. La gran chimenea de piedra era impresionante. A través de una puerta de cristal pudo ver una gran piscina.

Kagome se registró.

-Iré a buscar el equipaje. Te veré en la habitación- dijo inuyasha.

-De acuerdo-

Más tarde, abrió la puerta de la habitación que se encontraba en la planta baja. Era preciosa, con vistas a las montañas. La alfombra era de un tono malva y blancos edredones cubrían ambas camas, cada una con seis almohadones y un cabezal. En las mesillas de noche había lámparas estilo Tiffany.

Desde luego que la habitación contaba con un gran televisor y una cafetera.

Kagome examinó el baño, perfectamente equipado. Luego se volvió al sentir que Inuyasha entraba en la habitación.

-¿Cuál es tu cama?-

-La que está cerca de la ventana- dijo ella.

Inuyasha dejó la maleta y el neceser a los pies de la cama mientras kagome colgaba en el armario el traje con la bolsa protectora.

-Bonita habitación-

Kagome asintió. Sus mejillas se tiñeron de rubor al echar un vistazo a las dos amplias camas separadas sólo por una mesilla de noche. Nunca antes había dormido junto a un hombre, y menos junto a un extraño. Entonces abrió la maleta, sacó la bata y el camisón y voló al cuarto de baño.

Inuyasha dejó escapar un suspiro. De pronto no le pareció una buena idea haber aceptado compartir la habitación. Cada vez que miraba a kagome, recordaba el beso en el cementerio. Y cada vez que lo recordaba, deseaba mucho más que un beso.

¡Maldición!

Sintió el ruido del chorro de agua y apretó los puños al imaginarla de pie bajo la ducha. Se estaba comportando como un adolescente.

Como necesitaba hacer algo que le distrajera, colgó su ropa en el armario y puso la ropa interior en un cajón.

Luego se quitó las botas, se apoyó contra los almohadones y buscó en los canales de televisión hasta que encontró una película de John Wayne.

De pronto, kagome apareció en la habitación. Se había cepillado el cabello que le caía sobre los hombros en una cascada de hermosas ondas azabaches. Inuyasha apretó las manos para no acercarse a ella, acariciar esos cabellos y comprobar si eran tan suaves como parecían. Parecía más joven y bonita con el pelo suelto. Inuyasha pudo ver sus pies desnudos y el borde del camisón blanco bajo la bata.

-Te he dejado agua caliente por si quieres ducharte- dijo ella, con una sonrisa insegura.

Inuyasha fue al baño. Tras cerrar la puerta, se desvistió mientras pensaba con irritación que lo último que necesitaba era agua caliente. Con los dientes apretados, abrió el grifo de agua fría.

Kagome miró la puerta del cuarto de baño mientras intentaba no imaginar a Inuyasha Taisho bajo la ducha, el agua corriendo por sus amplios hombros, el ancho pecho y el estomago plano.

Entonces prohibió a su pensamiento continuar en esa dirección y se sentó en la cama. ¿Qué le pasaba? Nunca había sido una mujer que se pusiera tonta ante hombres apuestos. Gracias a su trabajo solía conocer muchos tipos fabulosos. Incluso había almorzado con un par de ellos y uno le había hecho proposiciones románticas.

Pero Inuyasha Taisho era diferente. No era una celebridad. No buscaba ni fama ni fortuna. Era real. Y por eso lo quería, aunque fuera solo para la cubierta de su próximo libro, se dijo a sí misma.

-Y no dejes de repetírtelo- murmuró al oír que cesaba el ruido del agua.

Entonces se quitó la bata, se metió entre las sábanas, se cubrió hasta la cabeza y fingió estar dormida.

Pero no pudo dejar de observarlo con los ojos entornados cuando entró en la habitación. Llevaba los tejanos y nada más. El largo cabello plateado todavía estaba mojado.

Ella se preguntó si pensaría dormir con los pantalones puestos o... Volvió a cerrar los ojos negándose a seguir por ese camino.

Tras apagar el televisor, inuyasha cerró la puerta con llave y apagó las luces. A continuación, kagome oyó el débil crujido de la cama cuando se metió entre las sábanas.

Normalmente, tardaba solo unos minutos en quedarse dormida, pero esa noche no podía dejar de recordar los brazos de Inuyasha ciñendo su cuerpo mientras la besaba.

Y en esos momentos dormía a centímetros de ella en calzoncillos solamente. ¡O tal vez sin nada!