::: Cruce de caminos ::: (plagio)

Re: ::: Cruce de caminos :::

Hola...!!
muchas gracias! por todos sus postss!!
y pues ya no los dejo esperando!
aquí les va la conti!!

Capítulo 11​

​

Inuyasha se apoyó en la empalizada del corral con los brazos cruzados. Un coyote aulló a lo lejos. Un sonido triste y solitario que tuvo respuesta instantes después. Cerca del establo una vaca llamó a su ternero con un mugido. Un caballo pateó el suelo y una suave brisa susurraba entre las hojas de los árboles. Eran sonidos familiares. Los sonidos del hogar.

Inuyasha miró por encima del hombro. La habitación de su abuelo estaba oscura, pero había luz en la ventana de kagome. Inuyasha la imaginó en el instante de ponerse el camisón por encima de la sedosa melena negra.

¡Maldición!

-¿Qué estás planeando, viejo?- murmuró al tiempo que apartaba la vista de la ventana de kagome.

Pregunta estúpida. Sabía muy bien lo que pasaba por la mente del anciano. Inutaisho se figuraba que todo lo que tenía que hacer era encontrar la manera de poner a kagome en el camino de inuyasha con mucha frecuencia y la naturaleza seguiría su curso. Bueno, el viejo no se había equivocado, reflexionó con amargura. No podía negar el hecho de su atracción hacia ella, ni tampoco que era una atracción mutua. Las chispas volaban entre ellos cada vez que estaban juntos. Bueno, todo lo que podía hacer era mantener las manos lejos del cuerpo de la joven.

No había tenido intención de besarla en la habitación, pero no pudo evitarlo. Y era suficientemente sincero consigo mismo para admitir que deseaba más que besos. Mucho más que besos. Y el viejo lo sabía.

Inuyasha alzó la vista al cielo, pero las estrellas no tenían respuesta para él. Lo mejor que podría hacer era no dejarse ver mientras ella estuviera allí. Podría salir de casa al amanecer y no volver hasta la noche. Sería un buena ocasión para echar un vistazo a sus tierras, examinar los abrevaderos y el ganado.

También podría hacer un transporte, pero desechó la idea de inmediato. No creía que Inutaisho tuviera algo serio, pero no quería correr riesgos. Si el anciano estaba realmente enfermo sería mejor no alejarse demasiado.

Cuando volvió a casa, la luz de kagome todavía estaba encendida. ¿Qué estaría haciendo? Fue a la cocina a prepararse un café. Luego se sentó a la mesa con las piernas estiradas. Oyó el rumor de la lavadora y secadora y pensó que ella estaba esperando que acabara el lavado.

Recién terminaba la segunda taza de café cuando kagome entró en la cocina.

-¡Oh!- exclamó al tiempo que se llevaba la mano al cuello de la bata –Creí que ya te habías ido a dormir-

-Todavía no- contestó mirándola.

Kagome llevaba el pelo suelto que le caía sobre los hombros. Iba descalza. Los dedos de los pies asomaban por debajo de la bata y él se preguntó por que ese detalle le pareció tan íntimo, tan sensual. Le encantó el rubor de sus mejillas bajo su mirada.

Inuyasha empuño las manos. Tenía que vencer la tentación de enredar los dedos en esa melena, tender ese cuerpo sobre la mesa y calmar su doloroso deseo.

Como si le leyera el pensamiento, kagome evitó acercarse a él mientras se dirigía a la puerta lateral .

Inuyasha esbozó una sonrisa. Los próximos días serían interesantes, muy interesantes.



Kagome sacó la ropa de la secadora, la dobló con cuidado y la puso en un montón mientras esperaba que inuyasha se fuera a la cama y tragó saliva al pensar en él y en la cama.

Cuando terminó de ordenar la ropa, sacó la segunda carga de la lavadora y la puso en la secadora.

Inuyasha. Cerró los ojos y lo vio en su mente, pero los abrió al instante y se abanicó con la mano. ¡Oh, dios, lo que le hacía ese hombre! ¡Y lo que le gustaría hacer con él!

Con el montón de ropa en los brazos, acercó el oído a la puerta. ¿Se habría ido a dormir?

Entonces abrió la puerta. La cocina estaba vacía. Se dijo que era un alivio no tener que enfrentarse a la intensidad pecaminosa de esos ojos ambarinos ni quedarse inmóvil, hipnotizada bajo su mirada esperando que volviera a besarla.

Kagome sacudió la cabeza para desalojar esos pensamientos y subió a su habitación.




Tras una noche inquieta, kagome despertó temprano. Momentáneamente desorientada, se frotó los ojos. Eran un poco más de las siete según el reloj. Se vistió rápidamente con unos tejanos y una blusa que había lavado la noche anterior. Luego se puso las zapatillas y bajó a mirar la habitación de inuyasha. Estaba vacía.

Desde la cocina le llegó el aroma a café recién hecho. Al entrar, descubrió que tampoco había nadie. Se sirvió una taza y bebió unos sorbos mientras se dirigía a la habitación de Inutaisho.

La puerta estaba abierta y miró al interior.

-Kagome, pasa-

Antes de acercarse a la cama descorrió las cortinas.

-Buenos días-

-Buenos días, Inutaisho. ¿Cómo se encuentra?-

-Mejor-

-Muy bien. ¿Quiere comer algo?-

-Preferiría una taza de café como la que tienes en la mano-

-Le traeré una. ¿Quiere tostadas?- preguntó, con una sonrisa.

El asintió.

-Y tal vez un huevo, o dos-

-De acuerdo- dijo, antes de encaminarse a la puerta

-Con tocino-

kagome le sonrió por encima del hombro.

-¿Algo más?-

-¿Tal vez un zumo de naranja?-

-Menos mal que no tiene hambre-

Con una risita de dirigió a la cocina.




Con mucho mimo, inuyasha hizo que la yegua cruzara el riachuelo. Aunque no era profundo, por alguna razón le temía a las corrientes. El animal dio un paso, luego otro, y otro más. Inuyasha pudo sentir la tensión de sus músculos, pero se había ganado su confianza a costa de mucha de suavidad y paciencia. Cuando la yegua llegó a la otra orilla, lo hizo resoplando como si hubiera galopado kilómetros.

Inuyasha se inclinó y le dio unos golpecitos en el cuello.

-Buena chica-

Luego, con un suave toque en los flancos le echó a correr. Otra vez sintió el placer de galopar por sus tierras mientras sentía la fuerza del animal bajo las piernas. La yegua corría a galope tendido a través de los verdes campos.

Entonces cruzaron por su memoria los días de verano que había pasado en la reserva cuando era niño. Inutaisho le había enseñado a cazar, a nadar, a desollar a los animales que cazaban, a vivir de los frutos de la tierra. También le había enseñado a interpretar las señales del cambio de estaciones, cómo orientarse guiado por la luna y las estrellas, cómo seguir las huellas del ciervo y del alce y aprender a diferenciarlas. Sí, habían sido buenos tiempos.

Más tarde, desmontó de su cabalgadura, rascó las orejas del animal y le dio unos cariñosos golpecitos en el cuello antes de echar a andar llevándolo de las riendas. Inuyasha paseó la mirada por el paisaje. A lo lejos vio veinte o treinta cabezas de ganado pastando tranquilamente. Al contemplarlos, no pudo dejar de sentir una oleada de orgullo. Aunque el rancho era pequeño, criaban un excelente ganado y algunos de los mejores caballos de la región.

Paseó unos pocos kilómetros y luego montó en su yegua y la guió de vuelta a casa.

Aunque le gustaba recorrer sus tierras a caballo, no olvidaba que había algunos trabajos que hacer en el rancho, más cerca de la casa.

Más cerca de kagome.

 

Re: ::: Cruce de caminos :::

Muchas gracias sayuri!!
me alegra que seas la primera y
que estes tan pendiente en el fic!
grax por tu apoyo!!

Chao

 

Re: ::: Cruce de caminos :::

y pues ya ves zaeta!
te tendras que esperar por que
eso viene casi hasta el final y además
el proximo capitulo viene un poquito de
lo que quieres!!

chao

 

Re: ::: Cruce de caminos :::

Jejeje no te sulfures zaeta! es que no habias posteado aún
jejeje, y pues lo unico que les puedo decir es que si
pondré lemmon pero tendrán que esperar un poco..jejeje

bye