Cortaduras de papel

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por Katze, 20 Septiembre 2012.

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    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Oooooh, que belleza, Frederick finalmente encontró sus sentimientos ocultos, y aún sin poder descifrar que es un profundo amor el que lo atropella contra la realidad. Rina, ella sería la única culpable de sus confundidos pensamientos y gran desconcierto hacia si mismo y sus decisiones; realmente, es hermoso.
    Bueno, lo gracioso es que nunca me gustaron los fics siempre muy amorosos, eso de "la vi pasar en frente mío y supe que era perfecta...", nah, y espero que éste en especial no se vuelva así, porque es sencillamente perfecto, como ve un anime de los que no quieres enterarte del final -comparación rara ¿no?-.

    En fin, avísame cuando esté la conti que le sigue, y la que le sigue... y la que le sigue, y la que le sigue, y la que le sigue a la que le sigue después de la que siguió al capítulo anterior que sería una continuación de lo que le siguió a su antecesor (?).

    Sayito!
     
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    Katze

    Katze Iniciado

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    Título:
    Cortaduras de papel
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    17
     
    Palabras:
    1508
    Capítulo 17: Verdad

    Nunca estuvo en un viaje en auto tan incómodo como aquel. A Frederick se le notaba la aflicción en el rostro y no le dirigía la palabra desde esa extraña manifestación, aunque se le dificultaba concentrarse en él o en sus propios pensamientos, puesto que la música estaba lo suficientemente alta para un estadio entero. Pensó en bajar el volumen, pero sabía que él no le hablaría y el silencio sería más dramático.

    Dos horas y media de mutismo a ciento cincuenta kilómetros por hora.

    Se quedaron aparcados frente a Cortaduras de papel, con el motor y la música encendidos. El sol se escondía a un lado del auto ese sábado, mientras Frederick seguía con las manos al volante, fijo en el frente, como si aún manejara. Pensaba tanto que le dolía la cabeza; sabía que había dicho demasiado e intentaba imaginarse los posibles desenlaces, pero ninguno era dichoso; todo estaba arruinado. Lo interrumpió de su dubitación el repentino silencio; Rina había apagado el reproductor.

    –¿Qué es lo que no puedes hacerme? –indagó y sentía el ceño fruncido de ella clavado en su rostro. No volteó–. No puedes decir algo así y esperar que, por poner la música alta, no te preguntaré.

    La tensión abundaba en el aire, podía sostenerla entre sus manos, en especial al pensar en su solución más viable. Se bajó del auto, sin dar respuesta y se dirigió a su oficina.

    –¡Frederick! –vociferó más en forma de regaño, que de llamado, mas él ya estaba abriendo la puerta de la librería. No había nadie, eran más de las siete de la noche y el negocio se encontraba cerrado.

    Estaba preocupado, era la palabra que recogía todo lo que sentía a la perfección; le inquietaba haber reaccionado así, haber soltado esas palabras delatadoras, lo que estaba por hacer, la reacción de ella, pero, sobre todo, le intranquilizaba que le preocupara ella, por encima de sus deseos sádicos de quitarle la sonrisa a una ilusa.

    Al instante ella estaba en el umbral, profundamente enojada, tanto que no le perturbó el verlo tan afligido al mirar las luces de la ciudad en sombras.

    [​IMG]

    –Deja de ser un cobarde que huye –masculló, en un intento de irritarlo. Cuando su jefe estaba enojado solía reaccionar, quizás si lo hacía encolerizar, hablaría; no podía soportar más ese silencio y el bullicio en su mente desconfiada. Tenía miles de teorías, pero no quería apoyar ninguna, hasta no saber qué le sucedía.

    –Ganaste –susurró después de un interminable silencio, todavía sin voltear. Rina se crispó.

    –¿De qué demonios hablas?

    –Estás despedida; ganaste –masculló, fingiendo desinterés con eficacia.

    –Si estás intentando despertar mi espíritu asesino, lo estás logrando –amenazó con una ira impetuosa creciendo en su interior; aquello la confundía más y su mente se estaba nublada entre la confusión y la desesperación.

    [​IMG]

    –¿Puedes irte y ya? Ganaste. Lárgate –farfulló, caminando hasta la puerta para abrírsela. Rina pasó de la ira al desconcierto.

    –Mira, Fred, sé que esta es tu forma de enfrentar los problemas, huyendo de ellos y ocultándolos dentro de ti, pero esta vez no te lo permitiré –soltó, tajante, acercándose a él y cerrando la puerta de golpe.

    –Por favor, solo vete –suplicó el otro, desahuciado y exasperado.

    –¡No! ¡Dime qué demonios te pasa! –exclamó, al borde de la furia otra vez; sentía que podía romper en llanto de tanto ir y venir en sus emociones. Él no podía despedirla y nada más, tampoco podía besarla y nada más o pedirle que se fuera, sin preguntar, ella era más que eso, ellos eran más que eso.

    Las manos de Rina lo tomaron del rostro y lo obligaron a mirarla a los ojos; su perdición; era incapaz de mentirle a esa mirada refulgente de emociones que desconocía.

    [​IMG]

    –Deja de mirarme –rogó y ella dudó, pero siguió mirándole con aprehensión.

    –Me quedaré hasta saber qué pasa –insistió con el ceño fruncido y Frederick sintió la presión de sus acciones empujándolo a decir la verdad. Guardó silencio unos minutos, sufriendo, sin decir palabra, las consecuencias de lo que pasaría; aún podía retractarse, mentirle como excusa para seguir viendo esos ojos grandes y sinceros, pero era esa misma mirada la que lo obligaba a decirlo todo. Contuvo el aliento.

    –Lo que hice estos últimos días… –se detuvo, incapaz de buscar oxígeno, ya sentía la ira de Rina atacándolo por lo que diría– todo lo hice para que te enamoraras de mí y así… abandonarte para ganar el reto.

    La chica abrió mucho los ojos, le soltó y tropezó con una caja en el suelo al retroceder, mas logró mantener el equilibrio. En un segundo vio todo lo que había sucedido los últimos días con su jefe, las caricias, las palabras, los besos, los detalles; él no podía ser tan buen actor, no.

    –¿A qué juegas, Frederick? Nadie actúa tan bien –rió con incredulidad nerviosa y él la miró impasible. Un destello de culpa se deslizaba por sus ojos cafés y su secretaria no necesitó una respuesta; ella se equivocaba, todo había sido por ganar el reto, absolutamente todo, había fingido cada palabra y, para mayor desdicha, había logrado enamorarla, ¿cómo pudo ser tan ilusa?

    Rina merodeó un rato por la oficina, fingía mirar los libros en los estantes de la pared y acariciaba el lomo de varios, como si leyera los títulos, pero la verdad es que estaba intentando calmarse, concentrar sus energías en mantener la compostura. Su adversario la miraba con cautela, sin saber qué hacer o pensar, su mente peleaba por decirle que no había actuado, que había disfrutado cada segundo con ella, pero sus ansias por triunfar lo tenían paralizado.

    –Podemos cancelar esto y… –comenzó a decir él, pero su acompañante lo interrumpió.

    –¿Cancelar? Por supuesto que no, Fred –soltó, viéndole directo a los ojos con calma, mientras una sonrisa débil temblaba en su rostro–. Estabas intentando ganar, no definimos límites sobre cómo hacerlo –se encogió de hombros dramáticamente y consiguió forzar más sus labios para expandir la presunta expresión alegre–. No me enamoraría tan fácil –mintió con calma, a lo que su cerebro estaba a punto de estallar del intenso dolor craneal y el confundido ahora era su interlocutor.

    –¿Todo está bien entonces?

    –No veo por qué no –su orgullo ardiente la obligó a sonreír con mayor amplitud. Finge, Rina, finge, repetía su mente; no podía darle la satisfacción a su adversario de saber que en verdad había logrado enamorarla, por más que le doliera con fuerza y se sintiera desmoronarse poco a poco–. ¿Puedo irme ya? –inquirió con un desliz de enojo en sus palabras, a pesar de la sonrisa fija. Frederick asintió lentamente–. Muy bien, me tomaré el lunes para visitar a mi abuela. Nos vemos el martes –finalizó, sin esperar respuesta y abandonó velozmente la oficina; no aguantaba más estar en la presencia del otro. Por suerte las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas al abandonar la habitación, donde él no podía verla.

    [​IMG]

    La observó salir y sintió la necesidad de ir tras ella, pero esas cosas no sucedían en la realidad. Se quedó en silencio, rememorando repetidamente sus posteriores encuentros y concluyó lo mismo que ella, nadie era tan buen actor, ni ella podía ser tan buena actriz… ¿o sí? Frunció los labios. Prefería negarlo, mas cada partícula de su cuerpo odiaba la idea de que ella no se hubiese enamorado de él. Suspiró y su corazón oprimido por la confusión finalmente sintió el dolor de lo que acababa de hacer.


    Próximamente: Capítulo 18: Visita.
    ¡Disculpen la tardanza! La universidad ya no me deja tiempo y espero poder colocar el próximo capítulo pronto :( sus comentarios son siempre bienvenidos y gracias por leer, hoy y siempre.
     
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  3.  
    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Hermoso... fue, tan doloroso que... no pude si quiera dejar de leer. Imaginé, instintivamente, cada detalle, cada lágrima, sentimiento, gesto, acción... no lo soporté, en verdad.
    ¡Y es que no es justo! ¿Cómo fue posible que ninguno de los dos asumiera sus sentimientos y admitiera, muy a pesar de su orgullo, que el otro había conseguido dominar su corazón? Fue demasiado ridículo, me provocaba entrar en escena -lo que no es posible- y frenar a Rina dejando las cosas claras... Pero, no, no se pudo y ahora ambos se reprimen y ocultan sus dolidos corazones... asdf, que complicada es la vida.

    En fin, avísame cuando esté la conti -porque volviste a olvidarlo x'D-

    Sayito!
     
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  4.  
    alie hale cullen

    alie hale cullen Iniciado

    Escorpión
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    Fue... dificil terminar de leerlo estab muy triste:( pobre rina. Frederick!!! argg :mad: pero... ¡pobrecito! :( tambien esta sufriendo... espero con ansias el siguiente capitulo.
    La caligrafia esta bien, no vi ninguna falta y con la escritura y trama de la historia ¡estupendo!:D bye bye
     
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