Long-fic de Pokémon - Copa Amanecer - Liga Wanderer

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por almiok, 15 Mayo 2018.

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    almiok

    almiok vamos, escribamos con fervor.

    Capricornio
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    15 Mayo 2018
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    Escritor
    Título:
    Copa Amanecer - Liga Wanderer
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2388
    Capítulo 12



    Anabel en Frío Acero


    Hundiendo lentamente el objeto sostenido en la mano derecha, repasando los recuerdos que navegan ordenadamente por su mente y las ideas que se niegan a salir adelante, temerosas de avanzar siquiera un paso, de las posibles consecuencias que traería a su receptor si ese camino al frente era transitado momentáneamente, pero aun así Anabel lo hizo, ya que para eso estaba aquí, en este lugar lograría su objetivo ya que Lyra y Ash tenían puesta su confianza en ella, por eso había aceptado, sin tomar en cuenta el desacuerdo y resistencia de Ash en un principio, sin embargo, aún sí lágrimas caían por sus mejillas mientras presionaba aún más fuerte.



    Casi desde el principio había dejado de sentir su corazón y el calor en su cuerpo al entrar en la colorida habitación, sus piernas desfallecían y no podían sostenerla, ya que la fuerza la abandonaba a pasos gigantescos, su cuerpo siguió el temblor y la debilidad que sus piernas mostraban, era simplemente cruel lo que suponía que debería hacer.



    Tiempo indefinido atrás (algunos minutos en tiempo ordinario).


    Saliendo de la oscura habitación, de una iluminación rara y por momentos existente, los reflejos de llamas que no están y los focos y lámparas en cada esquina se ven por el rabillo del ojo, el aire cálido y frío se arremolina en el centro junto a la pequeña mesa, en ella una hoja de papel doblada esperando a ser leída.



    Anabel continúa cayendo al suelo alfombrado de la habitación, escurre en una especie de pasta formada de cristales y lágrimas de fuego, ese gel cae de un espacio en el techo, el cual no está sujeto a él, lentamente, muy lentamente su cuerpo se ahoga, si alguien ´pudiera observarla vería precisamente algo así, una mujer ahogándose mientras cae lentamente al suelo.



    Y finalmente termina la transferencia, su cuerpo lucha por la necesidad de respirar, sus pulmones se llenan de la sustancia conocida, pero, esta vez completamente diferente, más pesado, más real, el sentimiento de que con cada respiración recorre su cuerpo y se despierta.



    Abriendo los ojos se ha percatado de que ha tenido éxito, o almenos no está donde hace poco se encontraba, respira profundamente pero esta vez más consciente de que lo hace, su cuerpo se siente diferente y el suelo pretende ser frío bajo la alfombra , el roce de sus dedos sobre ella le es ajeno, sabe que debería sentirse de tal modo, sin embargo no es natural el sentimiento, mira sus manos, han cambiado, ciertamente las siente como suyas pero la imagen es alienígena para su ser, estas manos son más estilizadas, más suaves y níveas, sus uñas apenas distinguibles presentan una surrealista imagen de una feminidad que ciertamente ella no ha gozado.



    Acerca sus dedos a su rostro y observa las apenas distinguibles líneas sobre ellos, quienquiera que pase por mente envidiaría la galantería de tales extremidades… toca sus muñecas y continúa navegando por sus brazos. Hay sorpresa ya que se percata de que no está usando la ropa que recordaba, ahora mismo usa un vestido rojo con un corte sobre la pierna, un liguero que jura no haber visto antes y unas zapatillas algo contradictorias ya que son ostentosas pero elegantes y simples.



    Se levanta de su anterior posición sentada en el suelo y observa los alrededores, cuatro paredes, una ventana, algunos muebles no conocidos y una mesita cercana con una carta al parecer, camina hasta llegar a ella en solo unos pasos y la toma para aprender el contenido.



    -Bienvenida-


    -Al salir deberías llevarla- lee


    Mira el signo indicando hacia abajo y se sorprende al notar un estuche que previamente no estaba ahí, lo toma y mira el contenido


    -una daga-



    Cerrando el estuche lo toma con la mano izquierda, gira la vista y nuevamente aparece otra cosa, esta vez una puerta de color mandarina con un borde azulado, al acercarse nota que no hay una perilla, pero se puede abrir con un ligero toque así que la abre un poco y espía el interior.


    -cuarto de baño- piensa algo extrañada.



    Abre completamente la puerta y las paredes se iluminan, aparecen contornos de Pokémon familiares a ella, las luces cambiantes presentan una escena algo divertida, los Pokémon caminan y realizan actividades como limpiarse la cara o jugar entre ellos. La tina de baño ciertamente es demasiado grande, de hecho podría pasar como una pequeña alberca, quizá no fue planeada correctamente.



    Lo importante es el espejo de cuerpo completo posicionado en las paredes derecha e izquierda, cruzando de lado a lado por el techo que también tiene espejo, al pararse frente a él resulta obvio que es para poder verte desde diferentes ángulos, Anabel lo hace, examinando su cuerpo y la ropa que usa en ese momento, el cambio más notable es su rostro, sus ojos son más pequeños pero el color resalta aún más que antes, su rostro es más redondo y aniñado, y sorpresivamente tiene más caderas de lo que podría ella imaginar, aunque el color de su cabello se ha atenuado muchísimo y es más las sombra de un color lila ya que predomina una especie de color negro y solo el brillo reafirma su verdadero color de cabello.




    Después de un análisis más minucioso de todo su ser sale del cuarto de baño, sobre un sofá que posiblemente no estuviera ahí antes reposan otras prendas de vestir, ella decide cambiar las zapatillas por unos tenis acogedores y una chaqueta con el cuello peludo, similar a la usada por Lyra, guarda la daga en uno de sus bolsillos ya sin el estuche y se acerca a la ventana, alrededor comienza a sonar el eco de risas como si se oyeran a la distancia y su corazón de acelera, esta algo nerviosa, tropieza con un carrito de juguete y una sonaja algo gastada ya que sus colores ya se atenuaban por el tiempo y quizá el uso, al llegar a la ventana detrás de ella suena una llamarada y la chimenea se enciende, esto hizo saltar en su lugar a Anabel por la sorpresa, nuevamente dirige su atención fuera de la casa, ahí se desarrolla una vista nada común ya que la nieve cae hacia el cielo, los pétalos de nieve se desprenden de las calles, las farolas afuera arden en llamas de colores y estas llamas saltan de una farola a otra, sombras se mueven por los caminos y manchas de sangre brotan de ellas de vez en cuando manchando las paredes que escurren y se pierden bajo la nieve, líneas se dibujan en el cielo y se comen los puntos brillantes que bien podían ser estrellas, tres lunas iluminan las calles y solo las calles evitando los edificios que se hunden y desaparecen quizá para siempre.



    -debería empezar a buscar- dice Anabel mientras suspira.




    Una puerta más se ilumina cuando Anabel se da la vuelta, su contorno es recorrido por un fulgor de color trigo grisáceo, mientras ella espera se acerca a la chimenea y toma un bastón de caramelo, lo lleva a su boca y lo disfruta, el dulzor la sume en sus pensamientos acerca de lo irreal que es todo esto, toma más caramelos y los guarda en su bolsillo derecho, al parecer la puerta ya está disponible para usar.



    Al abrirla y salir, el suelo desaparece y solo queda una delgada línea de camino, el vacío puede apreciarse alrededor y una melodía profunda inicia a lo lejos, melancólica y con un mensaje esperanzador, triste a la vez; es difícil concentrarse en el camino que está por delante pero aun si con paso lento avanza un poco, el sentido de vértigo es fuerte con el paso de los segundos y las huellas marcadas que va dejando tras de sí se elevan a la intensidad combinándose en los caminos y líneas que se cruzan y forman en el cielo, pasado lo que se sintieron como horas su estómago dio indicios de que el hambre se acercaba y los caramelos ya habían dañado su lengua, el dulzor de sus labios sería notable si alguien pudiese observarla; pero si el hambre se hacía presente conforme pasaba el tiempo y el camino parecía seguir y seguir.




    Pasada una hora, el ambiente cambió una vez más, letreros flotaban en dirección al cielo lentamente navegando a través del fondo, algunos era legibles mientras que otros, quizá en otro idioma, no lo eran del todo. Acercándose al final apenas visible, a unos cuantos pasos de llegar al otro lado, una mano rozó la suya y esto hizo que un escalofrío recorriera su espalda, por la sorpresa Anabel dio un pequeño salto y perdió el equilibrio, esto causó que cayera de espaldas al vacío.



    Claro que al caer trato de gritar, pero ningún sonido salió de su boca y el impacto mental fue más fuerte, perdió el conocimiento segundos después mientras seguía cayendo. Rápidamente recuperó la conciencia ya que descansaba postrada en un sofá dentro de la casa nuevamente, algunos objetos habían cambiado de lugar, en el suelo algunos juguetes descansaban cerca de la chimenea, un pino bellamente adornado se erguía al lado de esta y figurillas colgadas en sus ramas destellaban, la mesa anteriormente cerca del centro de la habitación estaba más cerca de la chimenea, un libro sobre esta llamó la atención de Anabel y después de acercarse lo tomó, era un álbum de fotografías, en estas se mostraba a ella misma siendo feliz con el joven que amaba, citas, cenas, algunos viajes; pero estos eventos nunca pasaron y sobre todo cierta figura no podía ser procesada por su mente, como si un velo bastante grueso envolviera la idea y el sentido que dicha figura representara, con algo de reticencia saco una foto y la guardó en uno de los bolsillos, se sentía cansada y no deseaba volver a intentar el camino nuevamente, pero debía hacerlo, tanto Ash como Lyra contaban con ella y no sería correcto el rendirse apenas haber llegado a este lugar.



    Después de descansar algunos minutos en el sofá, mientras pensaba en la situación actual, se había preguntado el cómo había aparecido nuevamente dentro de la casa y que ciertamente no todo era tan simple ya que desde que se despertó nuevamente había un malestar que la aquejaba, postrado en su mente, algo había cambiado o almenos tenía ese sentimiento de que había perdido algo y su ser se lo recordaba o almenos intentaba hacerlo, ya más decidida se acercó a la puerta resignada a recorrer ese largo camino nuevamente, sorpresivamente al ver afuera lo que la esperaba no era un largo camino y vacío, sino un camino de piedras sobre un jardín con algunas plantas extrañas, poco confiada de lo que veía dio algunos pasos fuera pero nada ocurrió, caminó hasta llegar a la entrada de una barda de piedra apenas alta y atravesó esa entrada, fuera de ella un buzón la esperaba, en este buzón se leía Sección 1, Área P, Familia Ketchum- Anabel.



    -Bueno, esto implica algunas cosas- se dijo ella misma en voz baja.


    Repentinamente


    -¿Por qué tardaste tanto mamá?- escuchó decir detrás de ella.


    Una especie de peso asalto su corazón y ganas de llorar amenazaron su psique, dio media vuelta lentamente para encontrar una pequeña figura oculta entre las sombras, no lo reconoció pero sin notarlo sacó la fotografía de su bolsillo y la miro, algo profundo en su mente hizo click y recuerdos comenzaron a regresar a su mente, algunos huecos se fueron llenando y la situación se hizo un poco más clara, a lo lejos de la calle luces fueron encendiéndose en dirección donde se encontraban, al iluminarse las lámparas sobre ellos Anabel pudo ver la figura de su muy joven pequeño, tenía los ojos de Ash aunque la mayoría de su fisiología se parecía a ella, incluso la forma y el tono de su cabello fueron predominantes en él, la sensación de un hueco en su pecho la hizo caer de rodillas, esto asustó al niño que corrió a abrazar a su madre.


    Pequeñas lágrimas y preocupación sonaban en su voz –Mamá, mamá, ¿estás bien?-



    Anabel lo abrazo mientras lagrimas caían de ojos y rodaban por sus mejillas, estas humedecían la cabeza del pequeño, que se quejó con su mamá porque los estaba mojando.

    En sus pensamientos Anabel frenéticamente se preguntaba el porqué no había podido recordar a su hijo y lo sucedido hasta el momento le parecía extraño.

    El niño se movió un poco, lo que atrajo la atención de su madre, -¿qué pasa?- ella preguntó.

    El niño algo tímido le preguntó – ¿Puedes compartir tus dulces conmigo?-, ella sonrió y tomando un bastón de caramelo se lo ofreció al pequeño, quien antes de tomarlo se quitó los guantes y con un poco de trabajo los guardó en su suéter.


    -mira mamá, ya no se me olvida que no debo ensuciar mi ropa-



    Una hoja de papel cayó del suéter del niño lo que atrajo la atención de Anabel quien le preguntó qué era aquello, el niño pensó por un momento y recordó que ella se lo había dado.


    -Tú me lo diste mama, ¿quieres que te lo devuelva o que siga cuidándolo?-


    Ella lo pidió de vuelta y leyó el contenido.


    ¡¡ Recuerda porque viniste aquí, debes darte prisa y tener cuidado !!

    -Ven- le dijo al pequeño mientras le tendía una mano después de haberse levantado y sacudido la ropa.



    El acepto su mano, -tus manos son hermosas mamá-
    -Gracias- contestó y le dio una gran sonrisa.


    Cuando comenzaron a caminar, la nieve que subía al cielo se detuvo y comenzó a caer muy lentamente, solo que esta vez de un color azulado, las líneas en el cielo se atenuaron hasta desaparecer.


    Pudo ver en la mirada de su hijo, felicidad y esperanza.


    -Mira mamá, están cayendo estrellas-.
     
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