Contra el viento

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por HannaWhM, 3 Abril 2015.

  1.  
    HannaWhM

    HannaWhM Iniciado

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    28 Marzo 2015
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Contra el viento
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1075
    Este es el primer capítulo de mi primer fanfic, espero que les guste.

    1. CENIZAS

    Cinco reinos formaban el mundo de Damashka hasta que uno de ellos desapareció en las sombras para siempre.


    Un día antes del accidente, cuando el viento gélido de invierno parecía indicar el tráfico final de Zakir, un extraño visitante apareció ante las grandes puertas de la Ciudad de piedra. Era nada más y nada menos que un niño de ocho años -un año mayor que yo entonces- envuelto en una vieja capa negra. Los habitantes, cegados por la buena vida que llevaban, acogieron a la pequeña criatura, dándole un hogar para refugiarse y comida para saciar su hambre.


    Era medianoche cuando un extraño sonido me despertó, acompañado de una suave brisa glacial. Coloqué mis pies desnudos en el suelo y con la poca fuerza que me quedaba me levanté. Me acerqué a la ventana, con los ojos entreabiertos y el deseo de volver a mi cómoda cama, cuando algo estalló en la posada de enfrente. Abrí los ojos de par en par y observé como las llamas devoraban con rapidez el edificio. Recobré el sentido y bajé las escaleras lo más rápido que pude. Al exterior se había desatado una auténtica batalla infernal. La gente chillaba mientras huía de las garras de aquellas criaturas de hierro, que parecían sombras en medio de aquella oscuridad. Entonces oí su voz, el grito de un niño que temía perderse en aquella oscuridad. Recogí un pequeño cubo y vacié su contenido encima de mí. No obstante, aquello que debía ser transparente había adoptado un color rojizo. El miedo se apoderó de mí, pero no con la fuerza suficiente para impedir que me adentrara en aquel viejo edificio. Guiada por el sonido de un llanto, llegué a una pequeña habitación, cuyo interior parecía estar a salvo del fuego. Al centro, el niño se retorcía de dolor. Fue entonces cuando una de las vigas se desplomó y cubrió de polvo la habitación. Cerré los ojos y en cuanto los abrí, el niño se había esfumado, en su lugar dos dragones se alzaron hacia el cielo con gran velocidad. Los observé, uno de ellos era muy pequeño en comparación con el otro. Supuse que era tan solo un bebé. Detrás de él, lo siguieron los demás, después de envolver la ciudad en llamas y cenizas.


    El sol se asomaba por el horizonte cuando los pocos supervivientes de la catástrofe cruzaron las puertas de la Ciudad de piedra. Con sólo un par de caravanas y cuatro caballos, emprendimos un viaje en busca de la Ciudad del Sol, capital del reino de Yuna, donde esperábamos encontrar refugio.


    Después de tres largas horas de viaje, nos detuvimos en una pequeña posada, donde los pocos niños que quedaban pudieron reposar y beber algo caliente para entrar en calor. Sin llamar la atención, me separé del grupo y me adentré en el espeso bosque de los alrededores. La luz del sol penetraba a través de las copas de los árboles, mostrando lo que antes pudo haber sido un camino. Seguí avanzando, cada vez más rápido hasta topar con un pequeño lago. Rocé con los dedos el agua cristalina, provocando unas pequeñas ondulaciones en la superficie. Fue entonces cuando el ruido de unas ramas romperse llegó a mis oídos. Me volteé, esperando ver algún animal salvaje, pero en su lugar me topé con él. El niño que creía muerto. No parecía estar asustado, a pesar de las numerosas heridas que mostraba su cuerpo. En ese momento, solo pude pensar que aquello había sido obra de los dragones. Él se acercó al lago, probablemente sin percatarse de mi presencia, pero antes de llegar, se desplomó en el suelo.

    — ¡Oye! —grité, al tiempo que me acercaba corriendo hacia él —. ¡Oye! —repetí, sacudiendo su cuerpo con brusquedad.

    Entreabrió sus ojos de color azul zafiro y fijó su vista en los míos. De repente, me empujó contra el suelo y retrocedió a gran velocidad hasta ocultarse entre la maleza. Aquella era la segunda vez que desaparecía ante mis ojos, aunque esta era algo distinta a la anterior. Era como si aun siguiera allí, observándome, a la espera de un descuido por mi parte. Dejé ir un suspiro y me volteé. Sin embargo, no salió de su escondite. Con la paciencia agotada, eché a correr hacia el bosque en busca de algún rastro, que por suerte, había dejado. Pequeñas manchas de sangre rodeaban uno de los árboles. Trepé lentamente por el tronco hasta llegar a la copa. El niño se había tumbado en una de las ramas, con la respiración agitada. Me acerqué a él sigilosamente, tratando de no asustarlo, pero sin resultado. El niño giró la cabeza de repente y me miró directamente a los ojos.

    — Tranquilo, no voy a hacerte nada —dije mientras me sentaba en otra rama. —Deberías curar esas heridas.. —hice una breve pausa— ¿me dejas ayudarte?

    - N-no tardaran... en sanar —murmuró con esfuerzo.

    Fue entonces cuando oí mi nombre, me estaban buscando.

    — Tengo que irme. Al menos déjame darte esto —Me quité la capa de piel y envolví al niño con ella -. Así no tendrás frío.

    Di un salto hacia el suelo y me despedí de él. La luz del sol iluminó mi rostro cuando me percaté del pequeño objeto brillante que colgaba de mi pelo. Lo cogí, desenredando con suavidad los cabellos, y la guardé en uno de los bolsillos, como un tesoro que debe ser protegido con la propia vida.


    Después de largos días de viaje, el pueblo de Zakir logró llegar al reino de Yuna, donde recibieron refugio y atención médica. Con el tiempo, y en consecuencia de las numerosas pérdidas que los dragones habían provocado en los cinco reinos, algunos de nosotros decidieron convertirse en Nameshi, cazadores de dragones organizados en cuatro clanes, uno para cada reino. Para ello, se debe completar un total de cuatro entrenamientos. Al superar cada una de las pruebas se concede al individuo un arma, que usará para proteger su pueblo. Sin embargo, existe una leyenda: la historia de un Nameshi que logró despertar un poder de su interior, con el que logró derrotar a uno de los dragones más poderosos. A pesar de ser una mera leyenda, el pueblo cree que un día un poder despertará dentro de los Nameshi, un poder que acabará con el mal que desde las sombras está empezando a devorar la luz de los cuatro reinos.
     

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