Confesiones: el diario vivir de una zombie

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Mavia Loxar, 25 Enero 2015.

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  1. Threadmarks: Capítulo 12
     
    Mavia Loxar

    Mavia Loxar Bum

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    15 Abril 2014
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    Escritora
    Título:
    Confesiones: el diario vivir de una zombie
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    15
     
    Palabras:
    614
    Capítulo 12: Dolores


    Esta charla con Leila se ha convertido en una de las más largas y complicadas de toda mi vida. Me hizo relatarle con lujo de detalles cada instante, momento he incluso gesto que haya sucedido en mi casa luego de haberle colgado la llamada.

    — ¡Lo sabía! Sabía que sentía algo por ti desde el momento que salió a buscarte en la cafetería —su vocecilla de emoción retumbaba en mis oíos.

    Reí acomodándome mejor en la mullida cama de mi mejor amiga.

    —Pasemos a un punto más importante. ¿Cómo te has sentido? —con todas sus preguntas casi había olvidado el motivo de mi visita—Por cierto ¿Qué tienes? No me lo dijiste cuando llamé esta mañana.

    Vi como su rostro se colocaba rojo mientras retorcía sus dedos. Usaba su pijama rosa pastel, el desinado especialmente para situaciones especiales, en este caso su “enfermedad”.

    — No lo entenderías —su voz había disminuido a casi un susurro apenas perceptible. Para un humano.

    — ¿A qué te refieres? —inquirí. Esto era muy extraño a decir verdad —Sabes que puedes decirme lo que quieras.

    —Tengo dolores.

    No lo capté.

    —¿Dolores? ¿Qué clase de dolores?

    —¡Te dije que no entenderías! ¡Son dolores menstruales genio!—gritó tirando una almohada hacia mi rostro. No la esquivé, estaba demasiado concentrada haciendo funcionar los engranajes de mi cerebro. Ahora si lo comprendía.

    Y sí, yo no lo entendía. No podía.

    —No sabes la increíble suerte que tienen las de tu especie —se acomodó junto a mi cuando me acosté, ambas observando el techo como si fuera lo más interesante del lugar. Bufé.

    — Sabes que no es cierto, quizás en eso sí pero todo lo demás es cuesta abajo —a pesar de todo, Leila siempre vio con optimismo mi estilo de vida, obviamente eso tampoco podía comprenderlo. Recordé algo importante —¿No puedes, ya sabes “borrarlos”? ¿No hay algún hechizo para eso?

    —Si lo hay, pero mamá no quiere enseñármelo —se acomodó de costado apoyándose sobre su codo para observarme desde arriba— Dice que debo pasar por esto para conocer el dolor de una mujer normal y bla bla bla —su cara y su mano libre hacían gestos mientras hablaba.

    —Qué pena tu vida —digo sarcásticamente.

    —Mmm… —se limita a asentir. Me mira directo a los ojos como tratando de leer mi mente. Las ideas cruzan su cabeza y ruego para que no tengan que ver conmigo —Tenemos que ir de compras, ahora.

    Se levanta de un salto y con una sonrisa parecida al gato de Alicia en el Pais de las Maravillas. Dioses. No me gustará lo que viene.

    —¿Qué? ¿Por qué?

    —Uhg, para la cena de mañana ¿Quizás? —se encoge de hombros y me mira como si fuera lo más obvio del mundo.

    —No necesito ropa nueva para eso y tú tampoco —me pongo de pie mientras señalo su closet hasta arriba de ropa.

    —Claramente no comprendes pequeña Tabata.Tienes que verte mejor de lo normal —arrugo el entrecejo sin comprender, me lanza un suspiro —Eres más lenta de lo que pensé. Aiden irá y tu, mi queridísima amiga lo tienes que dejar babeando.

    Mi risa nerviosa aparece de nuevo cuando veo a Leila cambiándose y alistándose para salir.

    —¿No oíste la parte de la historia en que te dije que tuve que usar el vestido morado que Tía Delia me regaló la navidad pasada? —solté todo de corrido.

    —Sí, lo oí y amo a Delia por eso.

    Solté un suspiro arrebatador tapando mi cara con la almohada, estas dos parecen cortadas con la misma tijera.

    —Que jodida saliste —me tomó de los tobillos y jalándome de la cama —Mueve tu trasero que ya lo he decidido.

    —¿Qué sucedió con tus dolores menstruales?
     
    • Gracioso Gracioso x 1
  2. Threadmarks: Capítulo 13
     
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    Capítulo 13: Una Comida al Estilo Van Helsing

    — ¡Bienvenidos todos! Mi nombre en Eduart Van Helsing y seré su chef esta noche.

    Di una inhalación profunda... Dioses.

    Mi saliva se atascó en mi garganta y más de algún jadeo salió de las bocas de mis compañeras.

    Éste metro ochenta —o quizás incluso más— sucesor del antiguo asesino más despiadado de la historia sobrenatural... ¡Era jodidamente sexy! e incluso ¡Parece de nuestra edad!

    Ojos pardos, cabello ligeramente largo y ondulado color rubio ceniza. Mandíbula recta y una nariz semi-respingada. Hombros anchos y cintura estrecha... ¿A esto es a lo que se le debe llamar Adonis?

    Wow... súmenle a eso el acento más cautivador que haya escuchado ¿Qué pasa conmigo?

    Terminé con mis análisis tragando sonoramente por la garganta y creo que no fui la única porque un sonido generalizado llegó a mis oídos. Una sonrisa ladeada llegó a mi rostro.

    En ese instante sus ojos se conectaron a los míos y un calor extrañamente anormal cubrió mi cuerpo. Pero no duró mucho. El brazo de Aiden llegó a mis hombros rodeándolos y acercándome al calor ahora proveniente de su cuerpo. La burbuja se reventó. ¿Qué rayos había sido eso? ¿En serio acabo de llamar adonis a esté tipejo que no le llega ni a los talones a mi Aiden?

    Bien, lo admito me extralimité. Mejor recapitulemos ¿Vale?

    Leila me arrastraba por el suelo de su habitación. Mis uñas se enterraban en el suelo de madera dejando cuatro perfectos surcos...

    Okey, sí no puedo creer que esto me haya pasado de nuevo. Creo que el dramatismo de Leila me está consumiendo a mí también. Pero de que mi querida amiga me arrastró, me arrastró.

    Ya resignada salimos de casa de Leila y montando su Ducati fuimos de su casa a la mía. Obviamente luego de relatar rápidamente los planes de Leila para mí ser aquella tarde —con los cuales Tía Delia quedó encantada— nos fuimos a centro comercial.

    —Bien, ya me tienes aquí, ¿Qué sugieres? —pregunté quitándome casco.

    —Ya te vio con vestido así que... —llevó su dedo índice y pulgar a su mentón haciendo la típica pose pensativa— ¡Ya lo tengo!

    Tomándome de la mano me arrastró hacia la entrada. Cuando estuvimos dentro se tomo unos minutos para visualizar lo que en su mente era mi atuendo especialmente impaktante y sí, con k, lo recalcó bastante. Y así comenzamos nuestra travesía.

    Al contrario de cómo he visto que la mayoría de las humanas hacen para comenzar Outfit Leila empieza por los zapatos.

    —Son lo más importante a la hora de empezar un conjunto —y ahí estaba, su frase tan característica en referencia a compras.

    Mientras ella estaba de lo más feliz escogiendo mis zapatos, yo en cambio me dediqué a observar a la gente. La mayoría eran adolecentes como nosotras, señoras, unas parejas por aquí y por allá, algunos machos pechos peludos que no se inmutan por andar solos y típicos especímenes del sexo opuesto, eso sí, de nuestra edad.

    Eso a simple vista, verán. En su mayoría las adolecentes son mitad hadas y la otra mitad humanas, los machos pechos peludos son los típicos Lycans adultos. Los especímenes como yo los llamé y las señoras son entre Vampiros, Zombies, Brujos y Humanos.

    En cuanto a lo que se refiere a parejas... son unas mezclas de todo lo anterior, algunas agradables a la vista y otras tan entrañas que te hacen pensar ¿Acaso el mundo se puso de cabeza?

    Lo dejo a su imaginación. Y créanme cuando les digo, pueden dejarla volar.

    — ¡Taby! ¡He encontrado el par perfecto! —sus ojos brillaban mientras me mostraba unos zapatos de tacón rojos cereza centellante—¡Ven y pruébatelos ahora mismo!

    Tomando mi brazo me posicionó sobre un taburete. Se notaba lo impaciente que estaba ¡No dejaba de dar saltitos! Tome con cuidado los acetatos de mis converse —Sip, yo también vi ese capítulo de Phineas y Ferb, desde entonces no he olvidado esa parte de mis zapatos o zapatillas— con extrema delicadeza. Desaté los nudos y los aflojé los cordones, todo con suma precisión, demorando todo lo que pudiera esta simple acción.

    Sus ojos casi se salen de sus órbitas, se notaba que la espera la estaba torturando. Esto sin duda constituirá parte de mi venganza por arrastrarme aquí.

    Luego de 3 minutos había logrado despojarme mi zapatilla, ahora seguía mi calcetín.

    — ¡Hay por todos los Dioses! —tomó mi pie desesperadamente mi tobillo y en menos de 3 segundos me tenía de pie observando aquella hermosura de zapato.

    Supongo que su paciencia se había terminado.

    — ¡Son jodidamente perfectos! —exclamó mientras yo tenía mi pie envuelto en calcetín de nuevo. No puedo admirarme demasiado, ya saben, pie de Zombie.

    En fin, no quiero demorar más relatando mi perfecta salida —nótese el sarcasmo— pero luego de cuatro horas podría decirse que mi Outfit estaba completo.

    Y si, leyeron bien. ¡CUATRO HORAS!

    Esto consistió en una blusa recta blanca, una chaqueta a media cintura marfil con bordes negros y unos pantalones ajustados color gris tenue. Obviamente todo esto combinado con los anteriores tacones, los cuales según Leila lucían perfectos con mi cabello.

    — ¿Los tacones son necesarios? —bufé mientras caminábamos con las bolsas hacia el estacionamiento ya obscurecido.

    —Son absolutamente ne-se-sa-rios —canturreó cada sílaba mientras sonreía —Además que son perfectos y te hacen un culo de infarto.

    Negué mientras una risilla escapaba de mis labios ¿Si no puedes con ellos? ¡Úneteles!

    ...

    La mañana del martes pasó de un encantador viaje con Aiden al colegio a una aburrida clase que Química al final. Las campanas que marcaron el fin del día y nos reunimos ambos equipos en el frontis de Darkness High. Y al igual que la anterior parte del día fue tan aburrido que solo nos dijeron la hora y la dirección del lugar. Nada más.

    Aiden se ofreció a llevarme a casa.

    — ¿Lista para lo de esta noche? —su brazo rodeaba mis hombros haciéndome sentir gratamente reconfortada y en calor.

    —Sip y ¿Tú?

    — Absolutamente.

    Caminamos hasta su hermosamente bello, reluciente, y magnífico Camaro en un cómo silencio. Lo admito, francamente amo su auto. ¡Y como no hacerlo! Si me siento como en una película de Transformers cada vez que me subo en él... el rugir del motor, la manera en que pareciera que volara sobre el pavimento y obviamente el sexy dueño y conductor que me habla en este momento...

    Mierda.

    — ¿Qué? —pregunto totalmente avergonzada. Dioses parezco una de esas novias interesadas en el dinero de un hombre. Esperen aún no somos novios... ¿Qué sucederá cuando...

    ¡Tabata lo haces de nuevo! ¡Deja de divagar!

    — ¿A qué hora paso por ti? —pestañeo un par de veces, menos mal que pude escuchar su pregunta a tiempo. Mi gesto se frunce mientras veo como la comisura de sus labios se alza divertido por mi actitud ¿Quién lo diría no?

    —Uhm... ¿Tipo 7:50?

    El sólo asintió. Conversamos cosas sin importancias el resto del camino hasta que nos estacionamos frente a la casa de Tía Delia.

    Aiden se bajó del auto junto conmigo y me atrajo a sus brazos. No me resistí. Amaba su forma de actuar conmigo. Me sentía como un oso de felpa, nos acoplábamos de una manera que se podía llamar perfecta. Era tan acogedor, tan calmante que sentía todo de él. Su suave respiración en mi cabello, el subir y bajar de su pecho, el rápido pero a la vez calmado palpitar de su corazón... la sangre viajando hacia él...

    Tragué saliva.

    Me separé unos centímetros para poder ver sus ojos. Al momento en que sus sentí como sus ojos zafiro se conectaron con mis grises tormenta sentí como si una corriente de eléctrica se apoderada de nuestro alrededor. Eso era lo que provocábamos.

    Sus labios se acoplaron conmigo. Yo no sentía las típicas mariposas, para mí, todos eran tornados de cálidos vientos huracanados.

    Sus labios eran cálidos, suaves y estaban húmedos.

    Sonrió en medio del beso. Su frente se posicionó junto a la mía.

    —Tu tía nos está viendo a través de la ventana.

    No pude evitar volverme disimuladamente. El movimiento en la cortina la delató.

    —Creo que debería entrar. Nos vemos en la noche —le di un casto beso en los labios y me volví hacia la casa.

    No hice comentarios al momento de entrar, solo me dediqué a sonreír.

    ...

    —Te vez... —si pudiera me sonrojaría. Aiden estaba frente a mi puerta increíblemente atractivo y sin palabras. Leila lograste tu cometido.

    —Increíble, maravillosa, atractiva, hermosa... ¿Quizás? —mi amiga se encontraba a la par de mi frío cuerpo. Resulta que no quiso ir en moto. ¿Simple casualidad? No lo creo.

    —No sé como resumir todo en una palabra —Aiden me tomó de la mano mientras me guiaba al auto. Mi corazón palpitaba en su júbilo.

    —Gracias.

    No digan nada. ¿Qué más podría decir?

    El camino a Panda no duró más de 10 minutos, no al menos con Leila Strauss y su lengua en el asiento trasero. Era un local más elegante de lo que pensé. Era de un color perlado con grandes retoques y adornos negros, constaba de dos plantas y un tejado estilo chino. Era realmente concurrido, no me extraña que se hiciera tan famoso en poco tiempo. Los miedos me invadieron. Había variadas pinturas esparcidas por los costados del local, todas eran de distintas especies de nuestro submundo. Mierda.

    Caminamos en dirección a la entrada, todos estaban ahí aunque no pude evitar fijarme en que una pequeña parte de sobrenaturales faltaba.

    Caminamos en silencio hacia la entrada, las cuales eran grandes puertas de vidrio.

    —Adelántense a las mesas, nosotros tenemos que validar las reservaciones— Aiden nos comunicó a todos mientras se aljaba junto a August.

    No alcanzamos a avanzar 2 metros cuando un rubio se interpuso en nuestro camino.

    Eduart Van Helsing.

    Mierda. Esto ya no me parece tan nueva idea.
     
  3. Threadmarks: Capítulo 14
     
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    Capítulo 14: Una Cena al Estilo Van Helsing (Parte 2)


    Mis nervios me recorrían el cuerpo de una manera poco convencional. Los ojos pardos del tataranieto del gran Van Helsing me recorrieron de manera completa e inclusive al chico que me sostenía por los hombros. Hice mi mejor mueca de asco. Ugh.

    Al ver mi gesto noté como sus ojos centellaron chispas y la comisura izquierda de sus labios se elevó. Agudizando mi oído percibí como nuevamente suspiros femeninos escapaban de entre mis compañeras, Leila incluida.

    Eso no es normal. Algo me olía mal y no era precisamente el extraño caldo del vagabundo a cuadra y media de aquí. No. Era esa clase de presentimiento humano que te dice que algo va a suceder, y sé, que éste Van Helsing estaba metido en ello.

    —Pasen, pasen adelante mis buenos comensales —su mirada fija en cada uno de los sobrenaturales presentes me alteró.

    Caminamos más hacia el amplio interior de Panda, mientras Eduart nos guiaba hacia nuestras mesas, las que casualmente se encontraban al fondo del sector. Mierda.

    Comencé a retorcer mis dedos involuntariamente.

    A medida que avanzábamos observé las distintas cámaras ocultas que un humano normal quizás ni siquiera sepa que están. La decoración había cambiado a un cuarto durazno viendo cómo los espejos de distintas formas y tamaños constituían la mejor decoración del lugar.

    Dioses, ampárenme que esto no me gustaba para nada ¿Por qué nadie lo notaba?

    —Tranquilízate.

    La voz de Aiden; melodiosa y ronca; me hizo regular mi alocado palpitar. Lo miré. Sus ojos zafiro conectaron con los míos. La electricidad de siempre me recorrió la piel. A pesar de aquello pude notar que no era la única nerviosa. Su mandíbula se veía algo tensa y su torso firme y alerta.

    Noté como su brazo descendía de mis hombros a mi mano entrelazándola con fuerza.

    —No eres la única que nota algo extraño —¡Por fin! Esperen… ¿Cómo lo supo? ¿Puedes leer mi mente? Su respuesta llegó a mí en un leve movimiento de cabeza.

    Los sobrenaturales del equipo masculino se veían incluso más tensos y nerviosos que yo. Los lycans agrupados, vampiros egocéntricamente preocupados y los brujos se mantenían inusualmente juntos. ¿Por qué podía haber brujos y no zombies? ¿Discriminación social? ¡No señores! La respuesta es más complicadamente fácil que eso: Somos unos vagos.

    Pero de eso hablaremos luego… si es que lo recuerdo.

    Pero volviendo al tema… era la única Zombie del lugar. Rayos. Desearía que al menos Bryan estuviera aquí… esperes ¿A dónde fue Leila?

    La busqué con la mirada casi como una demente, pero al menos la encontré, justo dónde menos lo esperaba: Liderando al grupo junto a las demás mujeres.

    ¡Eso era! ¡Mujeres!

    —¡Aiden, son las mujeres! —susurré en su oído de manera un tanto entusiasmada —Están con las hormonas usualmente alteradas.

    —Gracias, pero lo noté —su comisura derecha se elevó mientras me observaba con malicia —Incluso tu babeabas.

    —¡Oye! —lo reproché. Yo no babeo… o eso creo.

    Una leve risa surcó de lo profundo de su garganta.

    —Ya hablando en serio —se dio el tiempo de tragar saliva. Su manzana de Adán se movió con ella —Pasé un tiempo investigando este lugar, ¿Él no es algo de ese famoso cazador de monstruos? Aquel de la película.

    Su inocencia me daba tanta ternura. Sonreí.

    —Sí, es su tataranieto… pero…

    —Tome asiento, mujeres por favor al lado derecho y hombres al izquierdo —su voz sonó ronca y fuerte interrumpiéndome de inmediato —La cena, está a punto de comenzar.
     
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