Condenados

Tema en 'Relatos' iniciado por Kourei, 11 Septiembre 2010.

  1.  
    Kourei

    Kourei Acosando a Gray-sama (kagome-chan) ;D

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    Condenados

    La noche transcurría tranquila y sin prisas, empezando la brisa fresca del lugar. Los suaves mechones del cabello azabache se mecían en la extraña danza de una dirección a otra, mientras sus ojos amatistas se posaban sobre las siluetas que pasaban bajo él.

    Sonrió mientras detenía sus ojos sobre la mujer a la que seguía desde siempre, en la infancia hasta la muerte, porque era el responsable de cuidar su destino final y darle algunos motivos para seguir. Porque la vida termina o sigue con esa mujer.

    Apenas parecía una niña, pero su cuerpo bien formado y el par de esmeraldas que veían a todos por sobre su hombro delataban una madurez inaudita, capaz de atraer hasta el más despistado de los hombres; sus cabellos de color rojizo y peinados perfectamente en una coleta alta combinaban con su atuendo de oficina y su andar elegante reflejaba la condición social a la que pertenecía.

    La vio entrar a un edificio de oficina, sabiendo bien el motivo por el cuál entraba a dicho lugar. Un proyecto que prometía grandes avances en el campo de la ciencia y la salud pública, la humanidad seguía con ojos atentos a la joven empresaria y científica que trabajaba en tal idea jamás concebida.

    El proyecto “Dioses humanos” ofendía a la Iglesia por tal pretensión, el querer creerse dioses por poder procrear las pocas plantas que quedaban en el mundo. Un lugar sombrío era la Tierra desde hace pocos años, nunca entendieron las personas que debían cuidar a la naturaleza y su alrededor, las sequías consecuentes, las lluvias ácidas, la muerte de cientos de especies de flora y fauna trajeron la desgracia al planeta entero, y por subsiguiente, a la humanidad.

    A pesar de saber las consecuencias, secretamente se trabajaron en proyectos nucleares que empeoraron la situación, volviendo a la Tierra una zona inestable, llena de desastres naturales, guerra y hambre. Los humanos nunca entendían lo grave que era jugar a ser Dios.

    Algunas tecnologías predispuestas para esta situación avanzaron, salvando en algo a la restante cantidad de personas que lograban resguardarse de los rayos solares. Con la capa de ozono cayendo a pedazos cada vez con mayor rapidez, los desafortunados que permanecían ahí se achicharraban en menos de una fracción de segundo. Gracias a una espesa cubierta de un material creado por genética se resguardaron las ciudades más importantes y que aún permanecían intactas.

    Todo comenzó a partir del nuevo siglo, donde las advertencias fueron oídas más no escuchadas, y en cuestión de años terminó todo en un desastre. Los carnívoros empezaron a abundar, la ola de crímenes se vio expandida sin control alguno, los gobiernos fueron derrocados, todo se fue al desorden, por eso fue necesaria la creación de las ciudades especiales.

    Y justo ella residía en una de ellas, la más importante. Sin nombre simplemente era conocida como la número uno, y las investigaciones para encontrar una cura para el caos se llevaban en ese edificio resguardado por toda la seguridad existente.

    La mujer curveó sus labios al estar frente al edificio. Los guardias inmediatamente la dejaron pasar con una sonrisa en el rostro, él bajó de su sitio sabiendo perfectamente que nadie sería capaz de verlo.

    Un ser que cuidaba de los destinos humanos, sin intervenir. Porque alguna pequeña intervención ocasionaría su muerte inmediata, sin posibilidad de remediar su daño. —Prácticamente soy un espectador. —Se dijo a sí mismo. —Pero debo vigilar que todo se cumpla según lo que Dios decida.

    Caminó unos metros antes de volver a ver a la mujer, que ahora llevaba sobre sus ropas una bata blanca de laboratorio, se encontraba ingresando un código en la puerta electrónica para poder acceder a su lugar de investigación.

    Aprovechó lo mismo y pasaron juntos, sin ella saberlo. Ante ella se ofreció el panorama de un blanco inmaculado donde residían los logros de su esfuerzo y conocimiento. —Señores, hoy es el día en que se decide todo.

    —Es verdad, licenciada. —Declaró la voz masculina. —La prueba de hoy es la definitiva.

    —El proyecto “Dioses humanos” creará de nuevo la vegetación que alguna vez pobló esta Tierra, arreglando nuestro principal problema.

    — ¿Qué tiene de especial esta investigación? —Preguntó curioso un observador. —Simplemente podrían desarrollar clonación con las plantas, esto tendría más sentido.

    —Ese no es nuestro objetivo. —Sonrió con arrogancia. —Estas plantas serán resistentes a los rayos solares, y al mismo tiempo serán diseñadas para bloquearlos y permitirnos recuperar la atmósfera terrestre.

    Una enorme exclamación de asombro y admiración resonó a través de las paredes, provocando la risa en el ser que los miraba con burla. Los humanos estaban condenados por jugar en contra de su propio destino, sólo Dios tenía el poder de crear, y estaba claro que ellos no deseaban reconocerlo.

    Los científicos se juntaron, avanzando en grupo hasta el cuarto contiguo donde observarían a través de un cristal especial. Una especie de rayo láser se emitió frente a sus ojos y la semilla diseñada genéticamente empezaba a brotar con velocidad inusitada. Unos aplausos sonoros festejaron el triunfo del proyecto y los abrazos no se hicieron esperar. —Se han condenado. —Habló el ser, siendo escuchado como un murmullo en la habitación, pero desgraciadamente nadie prestó atención a él.

    Sus pies se dirigieron a la salida, sonriendo con tristeza y melancolía. A lo largo de los siglos había aprendido mucho de ellos, pero ahora definitivamente tendría que abandonarlos. Las plantas serían la solución por un tiempo pero en cuestión de meses agravarían el problema.

    Porque las sustancias humanas creadas causarían una completa capa densa que cubriría el Sol, pero calentaría inimaginablemente la Tierra. Observó de reojo las sonrisas de satisfacción, especialmente la de la principal causante, al parecer ella no se veía del todo convencida. Sentía lástima por todos ellos…

    Aún no entendía que la Naturaleza poseía vida, y no era posible desafiarla. Él, ser creado para mantener algo de equilibrio, recibía en su mente las órdenes de retirada a su mundo, a la tierra que lo volvería a adoptar después de tanto tiempo.

    Era la hora de destruir a la humanidad que no supo valorar a su mayor proveedora, la que más los apreciaba, la que tan sólo esperaba el día que ellos reflexionaran y pidieran perdón; que la volvieran a amar, para ella entregar sus frutos. Pero el paso estaba dado y la condena empezaba a ejecutarse. —Adiós, condenados.
     
  2.  
    Naila

    Naila Entusiasta

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    Escritora
    Re: Condenados

    Hola:3

    Me ha gustado mucho tu escrito, al principio no sabía muy de ue iba, estaba algo confusa, pero poco a poco lo he ido entendiendo todo.

    Dices una cosa con la que estoy de acuerdo, los seres humanos por mucho que digamos somos incapaces de valorar la Tierra, todo lo que nos rodea, somos seres ambiciosos de conocimientos que deseamos ir a más pero que en ocasiones no nos damos cuenta del daño que eso produce.

    Un saludo, y ha estado genial ^-^
     

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