Poseía unos ojos tan hermosos, con el color de la esmerada; ojos que le permitían ver su alma a través de ellos, aunque su portadora no pudiese ver a aquel que había atado por su mirada.
Lámparas a cincuenta pesos, luego a veinticinco, después a veinte, diez... y finalmente a cinco quedaba por venderlas, casi regaladas. Don Genaro sabía, de primera mano, de la crisis que asolaba su pueblo desde hace tantos años; nadie tenía ni para comer, menos podrían comprarle a un anciano decrépito como él.
¡Qué cosas de la vida! Suele sentirse más pobre quien lo tiene todo, pero vacío el corazón; que quien no tiene nada, pero en su corazón hay amor. (?
Años que pasan y pasan, y yo sigo aquí esperando a que mi amo despierte y se levante de su cama para volver a jugar.
Inocencia… ¿Qué es esa palabra? Hace tanto tiempo que me fue robada, que no puedo escuchar o ver sin percibir otra cosa.
Cosa… Su compañero le había llamado Cosa, no, no compañero, más bien era un mocoso. Pero después de todo era cierto, ¿no era ahora una cosa? ¡Qué desdicha!
Desdicha la que siento ahora.. ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? ¿Por qué no sólo podemos ser felices sin nada ni nadie que lo evite, sin sufrimientos? La vida es cruel: te da tesoros que luego te pretende quitar..
Quitar el dulce de ese niño se había vuelto su nuevo objetivo, se había propuesto que poco a poco se iría forjando su carrera como villano.
¿Villano? ¿Ahora él era el villano de la historia, siendo que fue ella quien le hirió física y psicológicamente y ahora se hace la víctima frente al juez, los fiscales y casi todo el pueblo?