Juego Abierto Con la última comienzas

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Starkiller Clone No es gracioso we. :'c (?)

La imagen del horizonte me hizo sonreír una vez más, por recordarme la razón por la cual yo seguía en pie, a pesar de todas las dificultades que retrasaban mi caminar.

 

Caminar en la oscura noche. En el bosque dónde vive la Bruja y reinan los Monstruos.

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Yo también he pasado por eso. Se me hizo gracioso.

 

las monstruos no me importan, si ella esta alli, solo debo encontrarla

 

Encontrarla en Medio de la Oscuridad Dorada. Dónde su Maestra Lloraba.

 

Ella lloraba sintiendo la sangre caliente quemando su delicada piel.

 

Su piel tan suave y blanca, digna de una diosa.

 

Diosa o no, los había masacrado a todos.

 

Todos en los que yo había confiado, sonrieron ante mí y mi penosa traición.

 

pero simplemente eran sonrisas falsas, mi traición no puede ser ignorada a los ojos de los demas

 

Los demás huesos solo habían sido parcialmente masticados. El Monstruo escapó. probablemente se había aburrido.

 

Se había aburrido de tan abúlico contrincante y al último sonido entre el asfalto y su cráneo, la sangre fue el premio a su victoria.

 

La victoria del terror sobre el amor no pudo darse pues en este mes abundaba la melosería.

 

Uy, no encontré la palabra en el diccionario de la RAE, aunque sí entendí lo que quisiste decir. Voy a usar la palabra "meloso/melosa" en su lugar.

Su sonrisa melosa atrapó mi corazón y me dejó sin aire, con la mente en las estrellas y con el amor en un puño.

 

Me ha gustado mucho lo que has escrito.

Deseó a la estrella fugaz un puño para golpear a todos los que estuvieran en desacuerdo.

 

Un desacuerdo puede ser la gota de ácido que efervescería aquellos sentimientos negativos que amenazaban desbordarse en el interior de su corazón, invadiéndolo y cegándola temporalmente; no porque careciera de tolerancia... sino que ya bastante habían oprimido muchas cosas que deseaba.

 

Deseaba destruirlos a todos pero era un simple hombre.

 

Llegada la noche, aquel hombre la dejó en el umbral de su puerta; sonrió y suspiró, deseoso por pasar otro día con su hermosa y dulce compañera.

 

No había podido elegir mejor, ella era una excelente compañera; sin duda alguna la yegua más apta para el recorrido por la extensa llanura que escondía a sus enemigos.

 

Los peores enemigos eran aquellos desgraciados que no podían evitar poner sus manos en lo que era suyo, en lo más sagrado del mundo: la última rebanada de pastel.