Hace mucho no tenía ningún sentimiento por nadie pero, ¿qué era eso que llenaba su cuerpo? ¿Alegria? ¿Quizá habia recuperado su humanidad?
Aquella delicadeza de la humanidad era la que la hacía tan deseable, ya que podía esconder todos los pensamientos retorcidos productos de almas corrompidas.
Corrompidas las miradas que la seguían con lujuria, lo entendía; mis ojos expresaban el mismo deseo indecente.
Mi mirada indecente no puede evitar seguirlo cuando entra por la puerta. Era él: El demonio que yo esperaba.
¿Esperaba un beso? Porque desde que cerró los ojos de manera inconsciente, el calor de su cuerpo se desaparecía con la brisa.
Calvario, no había otra manera de describir la escena; con tantas aves de rapiña cenando gustosamente la carne muerta. ¿Es suficiente para vuestras ambiciones, Sire?
Sire, aquí se le presenta el espléndido y reconocido caballero, del cual se ha escuchado el nombre a través de todo el reino. ¿Será capaz de protegerlo o solo caerá en el olvido de los cientos y cientos de historias perdidas entre espadas y sangre?
La sangre ante mis ojos es una visión que, a estas alturas, no me asusta ya. Día tras día, a cada hora, minuto, segundo; no hay un momento en esta guerra, en que mi mirada no presencie sangre a montones. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo se puede terminar? ¿Qué será de nosotros, que en nuestra cobardía hemos sobrevivido? ¿Acabaremos por caer ensangrentados del mismo modo que las personas a nuestro alrededor? ¿Será que entre toda la ambición humana que desencadenó este conflicto, puede haber una esperanza de paz? O es que... ¿la paz es una mera ilusión?
Ilusión, espejismo o tal vez magia; no lo sabía, pero era un hecho que mirar como las flores volaban cual mariposas le resultaba fascinante.
El frío atrapaba mi respiración a la vez que contemplaba la oscuridad fascinante a mi alrededor. Ésta se acercaba cada vez más rápido hasta que, de repente, todo desapareció.
Desapareció en un suspiro, con aquella acción, por haberla utilizado de forma tan descarada, por decirle que la quería que la comprendía; se esfumó en un instante el amor que le tenía, eso era la confianza perdida.
Perdida en lo profundo y frondoso del bosque, donde los árboles parecían iguales donde sea que mirase; con los depredadores a sus espaldas esperando el momento indicado para devorarla.
devorarla con la mirada era lo único que podía hacer al verle pero me contenía de hacerlo sabiendo que soy el pervertido que amas
Neblina que embotaba sus sentidos, maldita ella en aquella oscura noche. No podía orientarse, pero no quería detener el vehículo, prefería una horrenda muerte por accidente a que la medianoche fuera a tocar su puerta, y quizás no despertar jamás.