Fuego, todo estaba incandescente como los fosos del averno; volviendo hasta los cimientos más reforzados a cenizas.
Sentidos que una vez creyó se equivocaban pues el corazón los manipulaba, que ironía; ahora el dolor no cesaba ni con morfina.
Morfina era ella para él, porque lograba calmar su pesar y no pedía más, simplemente su presencia cargada de esas dulces miradas.
Experiencia o no, él no tenía otra salida; tendría que luchar su patria, por su familia y por su vida.
Pequeñas gotas de cristal caen sobre mi rostro, violentamente despedidas por las olas que me contemplan con su mirada azul.
[AAAAAAAAH AZUUUUUUUUUUUL *muere*] Azul era su mirar, apagado por los vientos turbios guardados en sus iris, pero aún feroces y con un brillo suave de esperanza.
La llama de la esperanza no puede ser apagada, porque la fuerza que lo impulsa es inquebrantable y feroz, quemando todo aquello que se meta en su camino.
Intenciones honorables eran las únicas que bañaban el corazón del Cid; sin embargo, a pesar de su gran esfuerzo por por protegerle no logró ganarse la confianza de su señor, causando su exilio.
(OH POR DIOS GAME OF THRONES. ¿QUEJESTO?) Quedaba soledad en su mirada, en sus palabras quedas y en sus ademanes lentos. Una soledad común.
(JAJAJAJA <3) Mi ser era demasiado común para llamar la atención de nadie. No conseguía poseer ningún brillo especial que provoque que la gente pudiese verme a través de sus prejuicios y suposiciones. Yo era justamente la falta de lo extraordinario.
Extraordinario y sublime tal como el raro pasar de una estrella fugaz, así era ella; pasando por mi vida como un recuerdo que no se borraría.
Sé que nunca se borraría de mi mente el día en el que tú llegaste a mi vida, porque gracias a ti, pude sentirme la persona más querida de todo el universo.
Universo eso era lo que representaba en su vida, tan misteriosa e impredecible, llena de un toque infinito de alegría.