Borrar los recuerdos de toda una vida representa una misión casi imposible; a veces las imágenes del ayer se desvanecen en el viento frente a sus ojos, ¿pero realmente lo olvido?
Olvido cómo es que terminé prendado de ti, olvido cómo es que llegué a entregar tanto de mí aún sabiendo lo poco que llegaba a recibir. Olvido, vida mía, tantas cosas por el simple hecho de que, quizá, olvidando evite sentirme tan solo como hoy y logre, tal vez, ser tan mentirosamente feliz como tú.
Tú que conoces los secretos de mi corazón y has desvelado los misterios de mi indiferencia; dejame hacer lo mismo con los tuyos e internarme en lo más profundo de tus secretos.
Secretos hermosos en otoños silenciosos, me digo, hermosos y adictivos, atractivos y misteriosos. Secretos que no comparto con nadie más que contigo.
Contigo aceptaría ir hasta al mismísimo infierno siempre y cuando no me prives de la majestuosidad de tu presencia; sabiéndote poseedora de una belleza sublime has de caminar sobre nuestros primitivos deseos para tendremos a tus pies.
Pies que dejan tras de sí efímeras huellas en la arena, mi niño, son de personas que no supieron bien cómo ser realmente recordadas. Mas huella grabadas a fuego en la memoria sí que son veneradas.
Veneradas son las cosas sobre la tierra; más no en donde lo terrenal deja de importar para pasar a ser solo algo material. ¿Ves más allá? Pocos son los que pueden hacerlo, conociendo un nuevo mundo con inumerables misterios por descubrir.
Descubrir es para lo que el humano a comenzado a poblar este planeta, visualizar y comprender que lo más pequeño es en verdad una gran obra jamás apreciada; tanto así como el rocío que refleja un diminuto arcoiris después de la lluvia como el viento que atrae consigo los olores del relajamiento.
Relajamiento, aquello de lo que muchos necesitan para dejar ir el cansancio de la monotonía, la estresante rutina que enceguece nuestro juicio a través del agotamiento, nublsnco nuestros pensamientos.
Pensamientos nacientes de momentos que a nuestro corazón comenzaron a marcar; callar o reír es en realidad producto de un gran sentir para con la vida que, tan hermosa como se presenta que es, gris también puede ser.
Ser el hombro que necesita para llorar. Ser el pañuelo que seque sus lágrimas. Ser el apoyo, el pilar firme que la sostendrá cuando sienta que no podrá más, porque aunque por ahora parece estar bien, su dolor volverá.
Volverá, como el hijo a la madre y el cuerpo a la tierra; regresará dejando detrás su historia en huellas.
Huellas que ha dejado en ella el paso del tiempo, no solo físicas, sino emocionales, pero no puede quejarse porque tanto las cosas buenas como malas la formaron de acuerdo a la persona que es, así que da gracias por ser simplemente ella.
Ella, quien con ojos soñadores limpia los rastros de dolores que parecen efímeros y, sin embargo, impregnados están en su corazón, es pese a todo tan hermosa. Dime, vieja amiga, cuando la mentira termine por destruir eso bueno que tienes en ti, ¿qué harás?, ¿con quién?, ¿por qué?
¿Por qué entonces dejas de intentarlo? ¿No sabes acaso que el que persevera alcanza? Si de verdad lo amas, ve tras él y que nada te detenga por conseguir aunque sea una sola mirada suya, porque con una bastará para que descubra quién eres.
Eres luz y oscuridad, eres bondad y frialdad; eres tantas cosas contradictorias, tan humana, tan hermosamente dolorosa. Eres a quien yo dedico mis días y a quien añoro en la noches.
Noches cálidas cuando tú estás, pero las que se convierten en invierno cuando no estás y su frialdad me cobija porque tus brazos no están. ¿Hasta cuándo es que vamos a seguir así? ¿Hasta cuándo es que te darás cuenta que una vida juntos es el premio mayor?
Mayor es el riesgo para quien no asume su destino con sumisión, retando lo antes escrito por una nueva historia a escribir.
Escribir entre grandes y algo arrugadas hojas se volvió una parte de mí; pues maravilloso, señores, es entender qué gran mundo ante ti puedes abrir con un poco de imaginación.
¡Imaginación funesta! Inseguridad cruel... Deja de lado tus juegos mentales, la polisemia en tus palabras y dime si sólo es un juego para ti. ¡Oh, musa cruel! Ya no perturbes mi paz y déjame decidir si lo que quiero hacer es escribir...