One-shot de Inuyasha - Con ella [InuYasha&Kikyou]

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Con ella ​

[InuYasha&Kikyou]​

Posó su mano en el árbol sagrado, y sintió que un leve temblor lo sacudió completamente. Sí, la sentía y eso le arrancó una sonrisa. Aquella calidez recorría su cuerpo, cada célula del mismo estaba siendo embriagada por el afectuoso calor que tanto necesitaba.

Kikyou era su razón de sonreír, era la razón de su profunda tristeza y era ella quien podía llenar el vacío que crecía en InuYasha; la sacerdotisa tenía su vida, su alma y cada uno de sus pensamientos. Pero él no tenía nada. Se la habían arrebatado tantas veces que ya había perdido la cuenta, sólo le quedaba eso; su calidez plantada en el árbol sagrado, incapaz de borrar la esencia de lo que fueron, de lo que sintieron. De aquello que nunca pudo ser destruido.

Apartó con cierta brusquedad su mano, cerrándola al instante con cierta frustración. Recordar lo que fueron y lo pudieron llegar a ser le encogía el corazón. Contuvo un gruñido al sentir que estaba a punto de sucumbir en los recuerdos de aquella despedida que había marcado su vida, de aquel beso lo que había condenado a extrañar su suave caricia.

Ay, Dios. Como extrañaba a Kikyou.

Sintió la brisa pasar entre sus hebras plateadas, meciéndolas con suavidad de allá para acá. Respiró hondamente y se calmó. Sí, ella sabía cómo apaciguarlo y hacer que no se derrumbara en esos momentos. Ella lo conocía perfectamente. E InuYasha agradecía eso.

Cerró sus párpados con lentitud, y se sentó al pie del árbol sagrado. Dejándose llevar por las caricias que el suave viento le propinaba, se sentía tranquilo pero internamente estaba devastado. Carraspeó un poco su garganta intentando deshacer el nudo que se había formado en ella, pero no pudo evitar que las lágrimas empezaran a bañar su rostro.

«Kikyou» La llamó en su mente, dolido.

Inconscientemente el labio inferior le tembló y una lágrima se perdió en su nuca. Abrió sus ojos, mostrándole a la oscura noche sus cristalinos orbes.

—Tienes que venir por mí —le susurró al aire, le susurró a ella—. Estoy listo.

La intensidad del viento aumentó un poco, alborotando los plateados cabellos del hanyou. InuYasha no puedo evitar sonreír ante eso y cerró nuevamente sus ojos a la espera de aquel momento que tanto anhelaba.

Kikyou había entendido a la perfección. E InuYasha estaría con ella, en los brazos de aquella mujer que le robó el corazón.

Su vida ya no le pertenecía.