Compras

Mana, junto con su prima Alice y el pequeño hijo de esta, se encuentran en el mercado, haciendo las compras. Es la primera vez que salen solas desde el nacimiento del bebé. Alice lleva al bebé en una carriola negra y Mana el carrito donde van poniendo las compras.

—No estoy segura si ya tenemos todo… —menciona Alice, pensando que se le olvida algo.

—Mándale un mensaje a Magnus a ver si te manda la lista. Se supone siempre compran lo mismo, así que de seguro él tiene la lista anotada en su teléfono —recomienda Mana.

—Oh, es buena idea —saca su teléfono, nota hay un mensaje que no ha visto todavía —. Magnus me mandó la lista hace como una hora, con un “Espero te diviertas con Mana”. ¿Sabes lo que significa?

—¿Que él espera nos divirtamos?

—No, que no confía en que puedo recordar todas las compras. —Frunce el ceño tiernamente.

—¿No ibas a pedirle la lista de todas formas? —cuestiona Mana confundida.

—Ese no es el punto aquí, el punto es que no me cree capaz de recordar todas las compras. Le mostraré que se equivoca el muy necio. A mí no se me olvida nada. —Toma el carrito de compras y se adelanta hacia la carnicería.

—Pues se olvidó del apestoso —refiriéndose al bebé —. No creas que he olvidado nuestra rivalidad jurada y tu intento anterior por envenenarme. —El bebé la mira sonriente —. Y no me hagas esa cara de que no sabes de lo que hablo, porque lo sabes muy bien.


Un par de mujeres mayores ven a la joven hablándole de mala manera al bebé y comienzan a murmurar entre ellas.

—¿Qué? ¿Se les perdió algo? —cuestiona enfadada la adolescente. Las mujeres se retiran rápidamente.


El pequeño comienza a balbucear y reírse.

—Ah, y todavía te burlas de mí. Eres pura maldad, pura maldad apestosa. —Estira su pequeña manita, tratando de alcanzar a la chica —. ¡Qué no molestes! —grita enfadada.


El bebé se asusta y comienza a llorar a todo pulmón, llamando la atención de todas las personas cercanas.

—Oye, me haces ver como la mala aquí —le susurra. Le da palmaditas en el estómago, pero no funciona en lo absoluto —. Bueno, no pueden decir que no lo intenté. Imagino que te cansarás de fingir que lloras en cualquier momento.


Transcurren casi quince minutos, y el bebé no disminuye su llanto. Y con el tiempo, más personas se acercan a ver al pobre niño llorando desconsolado.

—Ese pobre niño está siendo maltratado —murmura alguien.

—Creo que esa chica lo golpeó con una lata —dice alguien más.

—Es mejor llamar a la policía y que se la lleven —dice una tercera persona entre la multitud.

—¡No sé cómo hacer que el apestoso se calle y ustedes, montón de viejas chismosas, no están ayudando en nada! —reclama Mana.

—Intenta cantarle algo —recomienda una anciana —. A los bebés les gusta que les canten con voz dulce. Los tranquiliza.

—Entonces cántele algo.

—No, querida, tiene que ser una voz familiar —le hace ver la señora mayor.

—Nada de gracia. —Se queda en silencio, viendo como el bebé está rojo de tanto llorar —. Veamos, ¿qué le puedo cantar? Se me vino algo a la cabeza, pero, ese montón de gente viéndome me pone nerviosa. —El pequeño comienza a toser entre llantos —. No me queda de otra.


Mana se aclara la garganta, se acerca mucho a la carriola y comienza a cantar.

—Vamos, a un sitio que no está en el mapa. No importa si no hay dinero. Si hay nubes grises en el cielo, ya sabes qué haceeeeeer. —El bebé para de llorar, pero continúa sollozando —. Construye hoy tu realidad, la puerta de la mente se abre, todo se sabrá al instanteeeeee. Ya nunca te perderás, confía en tu intuición. —El bebé deja se sollozar y se queda mirando a la chica —. Hay mundos tan hermosos que conooooceráaaaas. Mundos con mil juegos vas a tener. Cerca, más cerca de lo que imaginas. —El bebé comienza a reír —. Puede ser, puede ser, solo debes seguir. ¡Vamos, a un sitio que no está en el mapa. No importa si no hay dinero…!


La joven se aclara la garganta nuevamente, por un momento se emocionó tanto cantando que se le olvidó que había gente mirándola. La multitud comienza a dispersarse al ya no estar el bebé llorando o la chica cantando.

—Ya debes estar feliz, apestoso. Lograste ponerme en ridículo. —El pequeño se ríe.

—Ya tengo todo —dice Alice, regresando al lado de su prima e hijo —. Ahora dejaré callado a Magnus y le mostraré que puedo hacer las compras sin su intromisión.

—Claro —asiente Mana, mirando el carrito —. Aunque no hay arroz aquí, ni aceite, esa sal no alcanza para nada y estoy casi segura que esta marca de pañales no es la que usa el apestoso.

—Estoy segura no se me olvida nada esta vez. —Con esto dicho, se dirige a las cajas para pagar las compras.

—Supongo tendré que llevarte yo… Aunque es tentador dejarte aquí tirado… Nah, sería muy fácil si lo hiciera. —Empuja la carriola, en persecución de su prima.

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Contenido oculto: Nota del Autor

Para la actividad "Soundtrack", la canción que canta Mana es "Mi Mañana" versión latina del opening de Digimon 3.