Complejo de Edipo

Tema en 'Relatos' iniciado por Yumehito, 7 Julio 2009.

Estado del tema:
No se permiten más respuestas.
  1.  
    Yumehito

    Yumehito Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    26 Septiembre 2003
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Complejo de Edipo
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1830
    Complejo de Edipo

    ¡YAY! ¡Nuevo one-shot! :)

    Este surgió la semana pasada, cuando volvía a mi casa de un viaje. Se me ocurrió en el auto, así que no pude evitar llegar exasperada, con las manos ardientes por escribir y la cabeza llena de ideas.

    Eso sí, mis títulos últimamente están dejando mucho que desear ToT no sé qué me pasa.

    Dedicado a HOOOOOWARD MASOOOON quién, sin querer, dejó una impresión definitiva en mi mente, tanto que en el protagonista lo veo a él (Aún no olvido que "El incesto es diversión para toda la familia" :))

    Dedicado a Selene Fowl, mi Julieta. Realmente siento mucho lo que pasó y espero que me puedas perdonar.

    Y, por último, dedicado a Yuzu/Yuzuriha/Miriabilia Exter, mi beta vitalicia, quién siempre me apoya y adora mis escritos como yo los de ella.

    -----------------------------
    Complejo de Edipo:

    ¿Dónde quedaron esos días felices? ¿Dónde? ¿Y por qué ya no los extrañas? ¿Desde cuándo la situación se volvió de esta manera y te dices a ti mismo que, si bien es algo extraño, lo prefieres así?

    Miraste a Denisse y ella te ofreció una sonrisa serena. Denisse… tu Denisse, esa Denisse que te encantaba. Mientras ella se acomodaba un collar de plata con una piedra azulada en su cuello blanco y largo, tú mirabas sus pechos refulgentes y levantados, esos por los que cualquier mujer sentiría celos. Sí, era increíble que la que estaba frente a ti tuviese esa edad (que, a veces, se esmeraba en ocultar) y aún pudiera verse así de sexy. Si bien ella no era de esas mujeres que ocupan mucho escote, sabía como ser una gatita sensual, mostrando sólo lo necesario, nunca al extremo.

    ¿Cuándo fue la última vez que la viste desnuda? En algún momento, eso ya no se transformó en una pregunta sino en un reproche violento. ¿Acaso no la anhelabas tanto que llegabas a tener sueños mojados? Aún recordabas, con un poco de vergüenza mezclada con orgullo, cuando a los quince años ella te encontró una revista pornográfica debajo de la cama… Menudo error. Ni siquiera te diste el tiempo de esconderla bien. Pero, ¿qué fue eso? Sí, por un momento, la chica de la portada se parecía a la dulce Denisse. ¡Ah! ¿Dónde quedaron esos días felices y por qué ya no los extrañas?

    —Andrés —dijo ella, lanzándote una ojeada por el espejo—. Acuérdate que hoy en la noche llegaré tarde… Creo que es más que obvio decir que saldré—. Y se miró a sí misma hasta la punta de los pies, asegurándose de que su tenida de noche estuviese pulcra y, al mismo tiempo, en un gesto que afirmaba lo que decía.
    —Sí, Denisse… pero acuérdate tú también de llamarme cuando llegues allá, ¿eh? Yo no soy tu papá para andar preocupándome por ti, tienes edad suficiente para saber lo que debes hacer sin que yo te diga.

    Ella sólo atinó a reír sonoramente mientras se ponía unos aretes que combinaban con su collar. En ese momento, alguien llamó a su celular, interrumpiendo ese momento tan íntimo entre los dos. Te miró en forma implorante, como disculpándose por tener que dejar de carcajearse y contestó. Mientras tanto, tú volviste a mirar la televisión, aparentando que estabas embobado en ese programa de cocina que estaban mostrando.

    ¿Cuándo dejaste de ser el cachorrito amado de Denisse? ¿En qué momento comenzaste a despedirte de ella con el pijama puesto, a solas en tu pieza y con el seguro puesto en la puerta? Ya no le dabas esos besos arrebatados de violento cariño ni esos húmedos mordiscos en las mejillas, tampoco ya dormías enroscado en sus brazos protectores ni en la misma cama. Al momento en que comenzaron tus gallitos, casi no podías apagar el rubor de tu cara ni sabías dónde esconderte, ¿Qué iría a opinar ella? La brusca distancia decidida por el cambio de voz y esa nuez de Adán que sobresalía de tu cuello… unos ridículos ángeles te expulsaron de tu paraíso, pero quizás era lo mejor para los dos.

    —Oye tonto, ponme atención.
    —¿Ah?

    Y ahí estaba ella, el súcubo, mirándote en forma decidida con su ropa color crema. Su pelo negro sobresalía entre el decorado de la habitación y los ojos pardos que se fijaban en ti poseían un brillo extraño.

    —¿Te gusta cómo se me ve este abrigo?
    —Me gusta el abrigo —dijiste sin pensarlo mucho—. Sin embargo, no me gusta cómo se te ve la polera que llevas debajo. Supongo que con esa blusa rosada que te compraste hace poco se te vería mejor.

    Denisse te miró en forma odiosa y se quitó el abrigo. Comenzó a sacarse la ropa negra, que mencionaste que no te gustaba, poco a poco. Y ahí estaban esas curvas que te enloquecían. Pudiste ver que llevaba un sostén negro con encaje, ideal para su cita. Su espalda, tan delicada y pálida, lucía hasta tierna. Bajó un tirante, después el otro y presenciaste cómo se sacaba esa erótica prenda… Por un momento deseaste que se diera vuelta, que te hablara, sólo para tener el gozo de verla sin la parte de arriba. Pero no… si eso hubiese ocurrido, de seguro se hubiese quedado de piedra al ver la excitación repentina en tu entrepierna. Y ya no quisiste saber nada del mundo. Te diste la vuelta, haciendo como que te concentrabas aún más en el programa (que estaba llegando a su fin), y pretendiste que esa mujer no estaba ahí, desnudándose ante ti como si nada.

    —Hoy día andas raro, Andrés.

    Sólo cuando te habló la miraste y ahí estaba Denisse, con la blusa rosada que le recomendaste, esa que tenía las mangas hasta un poco más abajo de los codos, un escote leve y un pequeño cinturón negro debajo de los pechos. Se veía divina, no podías negarlo, sin embargo, las joyas ahora no se veían bien.

    —Denisse, cámbiate el collar y los aros —expresaste sin darle mucha importancia, mientras te levantabas e ibas a su joyero. Las alhajas que estaban ahí las imaginaste en su cuerpo, como si ella fuese una odalisca haciéndote la danza de los siete velos, y tú el dueño del harem… pero la única a quién quieres es a ella.

    Agarraste unos pendientes largos de plata con unas pelotitas rosadas en la punta y un collar de plata, igual al que estaba ocupando, pero con algo que parecía un rubí en vez de una piedra azulada, no sabías bien y, en tu ignorancia juvenil, poco te importaba averiguar. Miraste a esa mujer que estaba en frente tuyo y ella te entregó las joyas anteriores, en un gesto de inferioridad, como si tú fueses un asesor de imagen y ella, lo único que debía hacer, era obedecer sin chistar.

    Ahora sí, ahora estaba lista, a pesar de que no fuese para salir contigo.

    —Gracias por todo, cielo —susurró ella en tu oído mientras casi te infartabas al sentir su vaho cerca del cuello.

    ¿Por qué ya no la podías ver como esa Denisse de leche y miel, la que te cuidaba cuando eras pequeñito? ¿Acaso no fue la misma que te dio a luz? Y cuando te dolía el estómago por comer tantos dulces, ¿no era ella la que se levantaba cada hora para ver cómo estabas? Tú, en esos tiempos, la querías tanto… Quizás más de lo que la quieres ahora.

    ¿Y por qué ahora insistes en ver a la Denisse sensual, la que seduce a cada hombre y mujer con un movimiento inconciente de sus caderas? ¿Por qué te afanas tanto en ser el que sienta su piel desnuda, el que se derrita entre sus brazos, intentando ser su amante por toda la eternidad? ¿Por qué te esfuerzas tanto en imaginar que eres tú el que está teniendo sexo con ella, como ese día donde te la encontraste en su cama con un amante bandido que había conocido en un bar?

    ¿Y cuál era el límite, Andrés? ¿Cuál era realmente el límite?

    —Adiós —pronunció cortante Denisse mientras se iba de la habitación—. No te acuestes muy tarde.
    —No, mamá… intentaré irme a dormir luego.

    Ella sonreía. Sonreía triste y serena, pero sus ojos la contradecían, demostrando que estaba emocionada por su cita… Sí, tu doncella se iría a la cama con otro.

    La abrazaste fuertemente y sólo pudiste besarla en la frente ya que tu altura no te permite besarla, aunque sea levemente, en la boca.

    —Te amo, Denisse.
    —Yo también te amo, mi cachorrito Andrés.

    Y se fue de tus brazos. Etérea y grácil fue arrebatada por el viento como la lluvia de primavera… quizás, cuando volviera a las tres de la madrugada, tendrías la oportunidad de verla cambiarse y poner su pijama de satín y encaje. No te importaba si en la cama había otro u otros, lo que importa al final del día es que esa mariposa parda es tuya y sólo tiene ojos para ti, a pesar de que no sean los ojos que tú quieres… El Edipo y su Yocasta imaginaria y contemporánea.
     
  2.  
    Fanny Hilfiger

    Fanny Hilfiger Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    17 Diciembre 2006
    Mensajes:
    177
    Pluma de
    Escritor
    Re: Complejo de Edipo

    Me encanta tu forma de relatar y de descripción. Fue bastante entendible y sutil cada momento que narraste en tu relato. Hay algunos aspectos que hay que mejorar y ajustar los tiempos como en la siguiente:

    Quizá al final hubiera sido mejor "y tú el dueño del harem... quien a la única que desea es a ella." o algo por el estilo. Siento que no concordó bien el tiempo presente y la segunda persona. Es una opinión ;D

    Por lo pronto me gustó mucho y esfuerzate un poco más en los títulos. Saludos!
     
  3.  
    kamuss_sama

    kamuss_sama Usuario popular

    Aries
    Miembro desde:
    14 Agosto 2005
    Mensajes:
    855
    Pluma de
    Escritora
    Re: Complejo de Edipo

    Me gusto mucho *_* .


    Creí que era el padre y la hija pero me equivoque, escribes vastante bien.
    Me gusto vastante tu historia, en especial el final *_* .

    Me gustaria leer otra historia tuya n n jijij


    bye
     
Cargando...
Similar Threads - Complejo
  1. Brunchi
    Respuestas:
    0
    Vistas:
    401
Estado del tema:
No se permiten más respuestas.

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso