Compañía Anhelada (Comedia Romántica)

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Sonia de Arnau, 31 Julio 2013.

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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Compañía Anhelada (Comedia Romántica)
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    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    1410
    De verdad sentimos mucho la demora, esperamos que no vuelva a ocurrir. Muchas garcias a Yumiko, Milmel y Marina por sus comentararios y agradesemos a los que siguen la historia.

    12

    —Hola, Derek, ¿cierto? —Lo saludó Sara al percatarse de su presencia, cortés.

    —Hola —regresó el saludo y aprovechando la ocasión, alargó la plática—. Qué sorpresa verte por aquí. No me parece un lugar que tiendas frecuentar.

    —Es verdad. Yo no, pero Víctor sí.

    “Víctor”; un nombre que no quería escuchar en ese momento. Además, la actitud de Sara lo confundía. Víctor había sido realmente grosero con ella la noche anterior y sin embargo, parecía no afectarle en lo más mínimo; hablando de él sin problemas. Como si leyera su mente, Sara continuó hablando, otorgándole respuestas.

    —Víctor no es malo. De alguna manera lo entiendo. La noticia del compromiso lo afectó. Antes de eso, lo poco que lo traté, se comportaba muy bien conmigo. Fue a partir de la noticia que se hizo frío, pero sé que realmente no es así.

    Derek no dijo nada, no estando seguro de comprender. ¿Por qué le contaba todo eso? Era un asunto bastante personal y ella no lo conocía bien; tan sólo sabía su nombre y éste siempre acompañado de una interrogante.

    —No creo que Víctor vaya a aparecerse por aquí hoy —dijo él para romper el silencio que se formó—. Para que no te dieras la vuelta por nada, ¿qué tal si comemos un helado o algo? Yo invito.

    Sara asintió sonriente, estando de acuerdo. Los dos se sentaron en una mesa que se desocupó una vez hicieron sus pedidos e iniciaron una pequeña conversación, la que tuvo lugar, nuevamente, gracias a la curiosidad de Derek.

    —Por cierto, ¿vas a la escuela? ¿Estudias algo en particular? ¿Tomas clases privadas? ¿Te gustaría aprender algo en específico?

    —Sí, voy al instituto, uno privado. Me gustaría ser veterinaria; me gustan los animales.

    —¡Oh sí! ¿Cuál es tu favorito?

    —Los felinos en general.

    —Entonces tienes mascotas, ¿un gato, quizás?

    —No, no. Mi padre es alérgico a ellos. ¿Tú tienes mascota?

    —No, nunca he tenido ninguna clase de animal en casa.

    —¿Y no te gustaría tratar con alguno después? ¿Tal vez cuando tengas tu propia casa?

    —Quizás. Si lo tuviera, me gustaría tener algo que no requiera tanto cuidado, como peces o tortugas o aves.

    —Ya veo. ¿Y has pensado que estudiar?

    —Quiero graduarme de técnico en computación.

    Y de aquella manera, continuaron con la conversación que los llevaría a conocerse un poco más.

    CA

    En cuanto salió de la escuela, Sean se encaminó a la casa del tío de uno de sus compañeros. El hombre iba a mudarse y necesitaba ayuda con algunas cosas pequeñas para meterlas en su auto. Arribó al lugar, siendo un departamento en el segundo piso; la mudanza todavía no llegaba. Saludando cordialmente al señor y presentándose, inició con su labor de ayuda. Al cabo de media hora o poco después, el camión de la mudanza hizo acto de presencia. Desde su lugar como conductor, Rigo vio que Sean salía del apartamento con una caja en sus manos y lo reconoció, recordándolo.

    —Oh, mira quién está aquí —le dijo a Karen a su lado—. El chico ayudador de la otra vez.

    Karen, dejando de prestar atención al juego de avioncitos en su celular, clavó sus ojos al frente y visualizó a Sean. Invadida por una emoción desconocida, se aventuró a sacar la mitad del cuerpo por la ventanilla del camión aún en movimiento, sentándose en el borde de ésta, para sacudir su brazo derecho con enérgica vitalidad y gritar contenta:

    —¡Hey! ¡Hola! ¡Yuju!

    Al observarla, Sean simplemente sonrió, extrañado, y alzó la mano en señal de saludo. El camión se detuvo por completo y presurosa, Karen se bajó para ir al encuentro del castaño e inquirir por su presencia en aquellos lares; cuando éste le informó de todo, también dijo que no tendría problemas en ayudarlos con los muebles como la vez pasada. Encantados, los dos se dejaron ayudar y de ese modo terminaron velozmente con la carga, dispuestos a ir ahora a la nueva dirección. Karen iba a montar nuevamente el tráiler, pero Rigo la detuvo.

    —Creo que por hoy es todo para ti.

    —¿Qué quieres decir? Me necesitas para descargar.

    —Me las arreglaré solo, no es como si fuera la primera vez. Puedes ir y disfrutar del resto de la tarde. Es más, si quieres, hasta puedes invitar al ayudador a algún lado.

    —¿Pero qué tal si está ocupado? Es un chico muy diligente.

    —No sé, ve y pregúntale. Si te dice que tiene algo qué hacer, pues te vienes conmigo, ¡ya qué!

    —Ah, eso significa…

    —No, no; tú ve, tú ve.

    Rigo casi, casi que la empujó para que alcanzara a Sean, que ya se había despedido del ex-dueño del apartamento y caminaba a paso tranquilo, alejándose de allí. Karen lo siguió y lo detuvo.

    —Espera un momento. ¿Tienes algo qué hacer en este momento o más al rato?

    —La verdad no tengo nada planeado —confesó el castaño.

    —Oh, si no estás ocupado, ¿te parece si damos una vuelta por los alrededores? —preguntó como quien no quiere la cosa.

    No viendo problema alguno, Sean aceptó. Karen se viró para mirar a Rigo, quien le alzaba el pulgar en señal de victoria para después subir al tráiler e irse, dejando al par de jóvenes con su paseo. Mientras caminaban, Karen hablaba.

    —Me gusta caminar… bueno, en general me gusta ser muy activa, pero sobre todo dar paseos porque a mi perrito Mimo le encanta pasear. Tiene seis meses; es un dálmata. ¿Tienes mascotas?

    —Ahora no, pero las tuve; llegué a tener un perro, un gato, un concejo, un hámster. En la sala teníamos una gran pecera con varios peces de color; en el patio trasero teníamos una jaula con diversos pericos y tenía un par de tortugas, pero debido a mi falta de tiempo para atenderlas se la regalé a mi amigo Víctor.

    —¡Wow! Sí que tenías animales. Te gustan mucho, ¿eh? Entonces le agradarás a Mimo; espero que un día de estos podamos pasear con él.

    —Me parece bien.

    —Por cierto, ¿has escuchado del nuevo boliche que abrieron en el barrio alto?

    —Sí, de hecho ya fui un par de veces.

    —¡Ah, qué bien! Yo no he tenido la oportunidad de ir, pero realmente me gustaría intentarlo. Nunca he jugado bolos, pero sé que es divertido —confesó Karen, sonriente.

    —Lo es. Tal vez podamos ir los dos en otra ocasión —invitó Sean.

    —Genial, me apunto. ¿Y tú has probado subir a los botes del lago?

    —No, eso no lo he intentado.

    —¿No? Está cerca de aquí, ¿por qué no vamos?

    Sean asintió y se dejó guiar por Karen al puertito del lago que disponía tanto de botes con remos, especialmente diseñados para las citas de enamorados, como por lanchas, diseñadas para las familias o cualquiera que deseara pasar un agradable momento y velocidad. Los dos se inclinaron por las lanchas y embarcándose junto al lanchero, recorrieron el lago completo con más amenas conversaciones y risas. Así, el día concluyó.

    CA

    A la mañana siguiente, con ansiedad e inquietud porque tenía algo muy importante que decir, Víctor se dirigió al hogar de la familia Duarte, y al hallarse frente a la puerta, tocó con prontitud y con golpes desesperados. Ester atendió al llamado.

    —¡Qué sorpresa, Víctor! Bueno, no tanto. Últimamente has estado viniendo mucho. ¿Por qué no te quedas, mejor? Podemos compartir cuarto; puedo convencer a mis padres de eso.

    —Busco a Derek, ¿puedo pasar a su habitación?

    —Oh, sí. Pasa.

    Recorrió el camino para llegar a la recámara deseada y si llamar antes, abrió la puerta de golpe, asustando a Derek, quien escuchaba música recostado en su cama y lo miraba con sorpresa.

    —¿Qué…qué? ¡Me asustaste! —reclamó el pelinegro, quitándose un audífono.

    Víctor se acercó a él con los nervios casi de punta.

    —Es que se me ocurrió una gran idea —exclamó emocionado.

    Derek se dispuso a colocarse nuevamente el audífono, indicando que deseaba ignorarlo, pero el rubio se los arrebató con todo y reproductor Mp3.

    —No, no, escucha. ¡Es para tener una cita con ellas! Así que márcale a Sara e invítala a salir mañana que yo haré lo mismo con Sol.

    Derek se levantó y lo encaró, sumamente desconcertado.

    —¿Estás loco?

    Hay con ese Victor, que vamos a hacer con él ¿verdad? ¿Qué les parecio el capítulo? ¿Su parte favorita fue?
     
    Última edición: 17 Febrero 2015
  2.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Capítulos 11 y 12 de un tirón, genial!!!!!!

    Perdón por no comentar antes, pero la universidad me tiene loca!!!!

    En serio, estoy muy atareada ahora!!!!!!

    Bueno, en el capítulo 11, Víctor se convirtió en un monstruo que solo piensa en el y nada mas!!!!

    Pobre Sara, eso que le hizo fue horrible, aunque sabemos que Víctor no es tan malo como parece!!!!!

    Estoy de acuerdo con Derek en que no quiera ni verlo en la escuela!!!!!

    Y tuvo una cita de amigos con Sara, eso fue un pequeño consuelo para ambos!!!!!!!

    En el capítulo 12, Sean tuvo otro momento de romance con Karen, lanchas para dos, en el lago, hasta el anochecer!!!!!

    Que romántico!!!!!!!

    Entre eso y la idea de la doble cita de Víctor, que piensa salir con Sol y que Derek salga con Sara!!!!!!

    Todo lo permitiría, menos lo de que llegara a su casa en el momento menos esperado, que entrara a su cuarto de repente y que le quitara el MP3, eso es invasión a la privacidad de cualquier persona!!!!!!

    En fin, estuvo genial!!!!

    Nos leemos luego!!!!!
     
  3.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Wow, las cosas van avanzando con Sean y Karen, me gustó mucho eso del paseo de la lancha, así como las otras futuras "citas", pasear con Mimo e ir a jugar boliche. Espero que se lleven a cabo XD

    En cuanto a Derek y Sara, ya se están conociendo, de veras, estoy en interrogante sobre estos cuatro. ¿Derek con Sara o Sara con Vìctor y Sol con Derek? Todavía no me queda claro este cuadro. A veces pienso que Sara será para Víctor, pero él sigue empeñado en Sol, y luego vienen a encontrarse Derek y Sara... seguramente que será así. Derek y Sara y Víctor con Sol. Emm, puras espectativas, así que espero el siguiente cap para saber qué más sucede con estos lindos personajes.

    Mi parte favorita fue cuando el padre de Karen la invita a quedarse, hahaha, su comprensión me enterneció mucho ewe.

    Las quiero :)
     
  4.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    wujujuju la cosa estara que arde... pero que ideas macabras tiene Victor en mente? quiere terminar de partir el corazon a Sara para que Dereck vaya corriendo a consolarla? y de alli nasca otra fantastica relacion?
    mmm puede ser, puede ser, pero eso es arma de doble filo, porque Sol puede malinterpretar sus acciones y crearse una imagen erroena de el. Que loco no?
    Bueno, espero me avisen cuando tengan la nueva entrega recien salidita del horno, estare esperando con ansias, gracias por invitar!
     
  5.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Nos disculpamos por tardar tanto en actualizar. Pero bueno, por fin llega el siguiente capítulo, espero sea de su agrado y muchas gracias a los que dejan sus lindos comentario y también a las personas que siguen esta historia entre las sombras xD

    13

    Con preocupación y ansiedad, Derek vio que Víctor sacaba su celular y marcaba números que creía eran los de Sol, pero se dio cuenta de que no cuando el rubio se colocó el móvil en la oreja y hablaba con el que respondió del otro lado de la línea.

    —¡Hey, Sean! Vamos, tengo un plan para salir con las chicas, pero necesito que me digas si hay algo en especial que a Karen le guste, un lugar o lo que sea —Silencio—. Oh, perfecto, el boliche. De acuerdo, mira, invitas a Karen a salir mañana en la tarde y por la mañana nosotros nos vemos en casa de Derek…

    —¿Por qué siempre en la mía? —se quejó el joven Duarte, haciendo que Víctor rodara los ojos.

    —Muy bien, nos vemos en tu casa, Sean. Hasta entonces —colgó y se dirigió a Derek—. Lo que quiero hacer es que cada quien, el día de mañana, este cada uno con su chica y en un lugar que ellas disfruten. Por ejemplo, a Sara le gusta mucho la ópera y mañana habrá una presentación; por eso hoy conseguiré entradas para eso. Y me enteré que Sol nunca ha ido a un parque de diversiones y le gustaría ir, por lo que la llevaré a uno.

    Derek suspiró y volvió a sentarse en su cama; era un plan problemático. No era que no quisiera salir con Sara, pero no estaba de acuerdo porque se sentía obligado. ¿No se suponía que una cita real era cuando ambos tenían las mejores intenciones de estar juntos, nacido del corazón? Saliendo de sus pensamientos, escuchó la voz de Víctor, quien había marcado el número de la residencia de Sol.

    —¡Tengas gloriosas mañanas hoy y siempre, Sol!... Oh, oh no, lo siento. ¿Puedo hablar con Sol, por favor?... Gracias —Un minuto de silencio—. ¡Hola, Sol! Lo que pasa es que un pajarito me dijo por allí que nunca has ido a un parque de diversiones y da la tremenda casualidad que yo tengo dos boletos para uno. Iba a invitar a mis amigos, pero son sólo dos boletos y no puedo elegir entre alguno de ellos y pensé en ¿por qué no?, invitarte a ti. ¿Qué dices?

    Una pausa más en la que Víctor mostraba sus dedos cruzados a Derek, esperando que dijera que sí; y así fue.

    —Muy bien, Sol, nos vemos mañana —Víctor colgó y dejó escapar toda su alegría, alzando los brazos, vencedor—. ¡Sí! ¡Sí! ¡Dijo que sí! Ahora te toca a ti, Derek. Háblale a Sara y dile de la obra.

    El pelinegro volvió a suspirar y tomando su propio celular, le marcó a Sara en su casa, cuyo número tenía gracias a Víctor; pidió hablar con ella cuando respondieron.

    —Buenos días, Sara, ¿cómo amaneciste?... Me alegro. El propósito de mi llamada es decirte que mañana conseguiré entradas para la ópera y me preguntaba si te gustaría acompañarme —Silencio—. Es bueno saber que aceptas. Entonces hasta mañana.

    Colgó y aún después de que el rubio se retiró, él se quedó intentando mentalizarse para el próximo día, el que llegó más pronto de lo que hubiese querido. Después de almorzar y alistarse, se encaminó a la residencia de su amigo el deportista. Al llegar, lo recibieron tan bien como siempre y descubrió que Víctor ya estaba allí, en realidad, había desayunado con la familia Britt. Los tres se dirigieron a la habitación del castaño, la que estaba adornada de estantes con infinidad de premios que había ganado a lo largo de su corta vida, además de diferentes balones o pelotas de fútbol, tenis, básquet, béisbol y más; las paredes estaban forradas por los pósteres de los reyes de diferentes deportes, y aunque el cuarto estaba muy ordenado, con tanto tiliche parecía un desastre.

    —Y aquí están, señores. Los respectivos boletos hacia su felicidad.

    Víctor sacó unos sobres de su bolsillo y hasta les mostró el contenido, dejándolos en el escritorio de Sean, luego, se dirigió especialmente a Derek.

    —Por favor, Derek, por nada del mundo te vayas a dormir. Por más aburrido que esté, no te duermas porque es una falta de respeto.

    —Lo intentaré —respondió no muy seguro.

    —De acuerdo —Víctor miró su reloj notando que la hora en que habían quedado con ellas estaba llegando—. Bueno, vámonos ya que no hay que hacer esperar a las damas.

    Los tres tomaron su sobre y se despidieron de cada uno, tomando caminos diferentes y dirigiéndose a prepararse para sus citas para luego asistir a los puntos de encuentro que habían acordado con ellas. Víctor arribó al negocio de los taxis, donde Sol ya lo esperaba.

    —Lo siento, ¿te hice esperar mucho? —se disculpó él, acercándosele.

    —Hm… no, acabo de llegar, casi.

    Víctor sacó el sobre para ver los billetes de entrada y desagradable sorpresa fue encontrar los de la ópera en el interior. Hizo un sonido de sorpresa con su boca, combinado con un sentir de tragedia; miró a Sol con pesar.

    —Dime, Sol, ¿no hay algún otro sitio al que te gustaría ir? ¿O alguna actividad especial que quieras hacer? ¿Caminar, patinar, subir a un bote del lago? —le preguntó mientras guardaba los boletos de nuevo.

    —Espera, espera —lo detuvo ella y señaló el sobre—. ¿Qué es eso?

    —Pases para la ópera, pero no era lo que planeaba. ¿A dónde quieres ir?

    —Podemos usar eso; no hay necesidad de gastar. Tampoco he ido a la ópera, puedo intentarlo.

    —Bueno, si quieres —aceptó no muy convencido.

    Los dos subieron a un taxi que los llevaría al teatro. De camino, los pensamientos de Víctor viajaron hacia sus amigos. ¿Con quién había intercambiado sobres? Esperaba de todo corazón que les fuera bien. Un deseo que no cumplió su cometido en el caso de Derek, quien al llegar a la plaza y mientras esperaba a Sara, abrió el dichosos sobrecito para sacar las entradas, advirtiendo que eran los pases para el boliche; los papeles temblaron en su mano. Eso no era bueno, no era nada bueno. Supo que lo era mucho menos cuando vio a Sara llegar, usando un elegante vestido; atavío nada apropiado para la situación.

    —Hola —lo saludó gentil al llegar a su lado.

    —Hola —contestó sin ganas y sombrío—. Hay problemas.

    —¿Qué pasa? —Sara se preocupó mucho.

    —No, no, son sólo las entradas. No son para la ópera, son de boliche.

    —Oh, eso. ¿Quieres que vayamos?

    —¿Quieres ir?

    —No he ido realmente —informó ella.

    —Yo tampoco —confesó él.

    —Sería algo nuevo para ambos, ¿no? ¿Por qué no probar?

    Derek asintió y subiéndose al auto de ella, su chofer los llevó a su nuevo destino. Mientras tanto, Sean caminaba por la acera del parque aquel en el que Karen enseñaba a los niños y donde había quedado con ella. Cuando dio la vuelta en la esquina que daba acceso a la puerta principal del mismo, descubrió que la chica también iba llegando.

    —¡Hola! —Saludó Karen alzando su mano derecha con tono alegre y un poco escandaloso—. ¿Listo para hacer un montón de chusas?

    —Pues sí, aquí están los boletos.

    Sean le alcanzó el sobre y ella lo tomó entusiasta, abriéndolo para verlos; ladeó la cabeza desconcertada. No eran boletos para hacer chusas, eran para quedarse afónicos.

    —O cambiaron la presentación de los boletos, o estos son para un parque de diversiones —notificó mostrándoselos al castaño.

    —¿Qué? —inquirió extrañado viéndolos y parpadeó varias veces, procurando hallar una hipótesis de lo que pudo haber sucedido; tal vez los otros cambiaron de planes. Bueno, tendrían que disfrutar al máximo, teniendo en cuenta que también había tiquetes para los diversos juegos—. ¿Te molestaría si vamos hoy a este lugar?

    —Claro que no. Lo importante es divertirse.

    De esa manera, los dos llamaron a un taxi y se dirigieron al parque de diversiones, dispuestos a pasar un excelente rato. En cuanto pisaron los territorios de los juegos mecánicos, ambos se enfrentaron a la difícil tarea de escoger a cuál de todos subirían primero; estaba la montaña rusa, el traván, el martillo, la licuadora, el tornado, el bongee, entre otros. Después, esperando que la adrenalina les bajara un poco, se dispusieron comer algo, sentándose en una de las tantas mesas al aire libre, bajo la ligera sombra de una sombrilla. Sin desperdiciar ningún valioso segundo, al terminar de degustar sus alimentos, se dirigieron a los puestecitos de juegos varios, tales como el tiro al blanco, el hockey sobre mesa, tirar las botellas de leche, el juego del mazo o mandaría, entre otros.

    Indudablemente, el tiempo que pasaron juntos fue sumamente entretenido y divertido, un contraste completo con lo que pasaba con Víctor y Sol. La ópera había empezado hacía una hora, después de hacer una larga fila en la que estuvieron por veinticinco minutos, enseguida de esperar otros tantos ya estando sentados para que la actuación iniciara. Lo peor de todo, según Víctor, era que la presentación mataba de aburrimiento y prueba de ello su compañera, quien cabeceaba a punto de dejarse abrazar por Morfeo; el colmo era que le había advertido a Derek que no se durmiera. Él al menos estaba acostumbrado, porque cuando lo castigaban de pequeño, lo llevaban a ese sitio… Por lo menos él lo veía como castigo.

    —Sol —le susurró disimuladamente, cubriendo un costado de su boca para sofocar el ruido, tratando de llamar su atención sin perturbar a los demás que, como aristócratas delicados, se molestarían por el más mínimo ruido—. Sol, Sol.

    La bella durmiente siguió en sus sueños y él se vio tentado a darle un codazo para revivirla. Notó que el hombre sentado del otro lado de ella giró su cabeza para mirarla y cómo una mueca de desagrado y desilusión surcaba sus facciones. Víctor se hundió en su asiento, por un momento deseando desaparecer ante la vergüenza. Un receso se presentó, preparando a todos para la segunda parte del espectáculo, y aprovechar para hablar de lo maravillosa que había sido la primera parte; conversación que no surgió entre nuestros personajes.

    —De verdad lo siento muchísimo, Víctor —se disculpó Sol con él, avergonzada hasta la médula ósea porque en serio se había dormido—. Es que se me hizo muy aburrida. No tengo perdón.

    —Nah, no te preocupes, a mí también se me hacen aburridas y si no estás acostumbrado a ellas, puedes dormirte.

    —Espero no quedarme dormida en la siguiente…

    —No, no, no —la interrumpió él, suplicando y pensando que no era lo que ella quería—. Si quieres, aquí lo dejamos y vamos a otro lugar.

    Mayormente abochornada, supo que era lo mejor, por lo que los dos dejaron el teatro.

    —Creo que es mejor que vaya a casa —le dijo ella, sintiéndose aún culpable—. Fue un lindo detalle que me invitaras, pero creo para la próxima, sería mejor que invitaras a esa chica especial.

    “Acabo de hacerlo”, pensó el rubio con ironía.

    —Seguro le encantará —siguió diciendo ella con una sonrisa soñadora—. A mí me gustaría que el chico que me gusta me invitara.

    Ante sus palabras, Víctor se hizo de piedra y casi pudo sentir que se hacía pedazos. A Sol le gustaba alguien y no era precisamente él. ¿Quién?
     
    Última edición: 17 Febrero 2015
  6.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Hola, espero que estén bien por allá (Borealis y tu).

    Voy con el capítulo:

    ¡Los lugares de las citas se cambiaron! ¡Qué horror!

    Víctor en la Opera con Sol, una de las cosas mas aburridas del mundo, lo que quedó claro cuando ella se durmió a media función, luego el busco invitarla a salir a otra parte y le dice que le gusta otro chico. No diré quien, saquen sus propias conclusiones.

    Derek y Sara se van a los Bolos. ¡Super! Estoy segura de que se la pasaran de lo lindo allá. Me imagino a Sara en un vestido super costoso con la bola de boliche, tratando de hacer chuzas ¡Super divertido!

    Sean y Karen se van al parque de diversiones. Que raro que Sol no conozca ninguno a estas alturas de su vida. En serio que sera super cool y se divertirán mucho. Seguro que harán competencias en los juegos de la zona de la feria, conociéndolos, es lo mas seguro.

    Consejo para la próxima vez: Dales los boletos SM a cada uno.

    SM: ¡Sus Manos!

    Bueno, espero el siguiente.

    ¡Nos leemos luego!
     
  7.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Oh, pero qué cosas pasaron, jaja, esa confusión con el cambio de los boletos fue genial. Jamá pensé que Sol fuera a dormirse en la ópera, pero es comprensible si jamás se le inculcó tan exquisito gusto, además, ese Vìctor, que debe tenerlo por haberse creado en ello, viene a casi dormirse también, y debo felicitar a Sol, pues lo intentó, hahaha, linda chica, no obstante, quedó claro que la ópera no es lo suyo. Ahora, qué gran noticia le hizo saber a Víctor. ¿Le gusta alguien? :p Como Nianimetal, no diré a qué conclusión he llegado sobre ese chico, sin embargo, tendré el oficio de la duda: ¿Será ese chico al que estoy imaginando? ewe.

    Ahora bien, me parece que Sean y Karen sí se están divirtiendo de lo lindo. Están gozando de la feria de extremo a extremo, lo único que me dio en cara, fue que pudieran comer después de darse tantas vueltas en los juegos mecánicos, awww, que se me revolvió el estómago, hablo en serio, de veritas.

    Jajaja, está por verse qué tal la pasarán Sara y Derek, ya quiero saber cómo se siente Sara en ese lugar tan deportivo usando el gran vestido de noche, el que me imagino súper elegante, el que para comenzar, no armonizará con los zapatos que deberá usar para jugar a los bolos si es que juega, tal vez no quiera hacerlo para no perder su distinción :rolleyes: No sé qué opción tome, ya quiero leer el siguiente capítulo, pues se ha quedado interesantísimo, así que por el momento, sin más:

    Nos vemos.
    Las quiero *w*
     
    Última edición: 6 Diciembre 2013
  8.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Gracias @Nianimetal Esperamos que este capítulo te guste. Aquí se sabra quien es la persona qu ele gusta Sol ewe.
    @Marina Lo que a Bore y a mí nos da risa es que Víctor le había advertido *amenazantemente* que no se durmiera en la cita con Sara y ¡mira! Sol se durmió xD

    14

    Derek y Sara arribaron a los bolos, dirigiéndose al recepcionista, entregándole los boletos y pidiendo orientación de cómo jugar porque ninguno de los dos sabía. Antes que anda, el hombre les entregó un par de zapatos adecuados a cada uno, sacándole a ambos un gesto de desconfianza. ¿Cuántos pies no habían entrado allí ya? Pero sin poder hacer nada, los tomaron y se los pusieron. Luego, siguieron al sujeto a las pistas conocidas como boleras en donde estaban, al final, los respectivos bolos que habría que derribar; a ellos les tocó la catorce.

    Según les explicó las reglas, debían lanzar la bola, que era pequeña y sin hoyos al tratarse de amateurs, y hacer todo lo posible por derribar los bolos. Los canales, ubicados a un lado de las boleras eran obstruidos por plástico, así que les daban ventaja de que la bola no se fuera por ellos, facilitándoles la tarea. En cada bolera había una televisión con un control, en la que se incrustaban el nombre de cada jugador y dependiendo de los puntos que hiciera, se les sumaría en las tiradas, con una oportunidad de tres lanzamientos cada uno, excepto cuando se hiciera chusa. Derek y Sara debían mantener actualizadas sus puntuaciones.

    Con esas explicaciones, el hombre se fue, asegurándoles que si necesitaban ayuda, no dudaran en pedírsela. El ruido del habla de la gente, su gritería al realizar buenas jugadas, su llanto al hacer malas, el desliz de la bola sobre la madera junto con los claros pasos sobre la misma y el sonido de los bolos al ser derribados, se alzaba ensordecedor para nuestros jóvenes amantes de la tranquilidad, ocasionándoles dolor de cabeza.

    —Hm, ¿quieres empezar? —le preguntó Sara a Derek después de unos minutos de estar parados sin hacer nada.

    El pelinegro asintió agarrando una de las muchas bolas que estaban a un lado de las máquinas llamadas el retorno, encargadas de devolver la bola a la zona de acercamiento después de cada lanzamiento. Se preparó para arrojarla y lo hizo, con un resultado de un bolo derribado. Mientras tanto, Sara se mantenía sentada, observándolo, no sabiendo si aplaudirle o no. Derek se volvió a mirarla con angustia, pensando qué hacer; quería decir, ¿qué tenía de divertido lanzar una esfera y tirar bolos? Se le acercó.

    —¿Quieres intentarlo? —le preguntó.

    —Pero el hombre no dijo que si no los tirábamos todos, teníamos la oportunidad de tres lanzamientos. Te faltan dos.

    Derek regresó a la línea de lanzamiento y tomó una bola en cada mano, arrojándolas casi, casi que al mismo tiempo; una enseguida de la otra y cuando desparecieron junto con un total de ocho más derribados, volvió a mirar a Sara.

    —Listo, puedes intentarlo.

    Apretó el botón para que la barredora recogiera todos los pinos y los mandara a la fosa, para que después la mesa de pinos colocara otros diez. Sara se levantó y se dispuso también a tomar una esfera y tirarla; lo hizo sin la fuerza necesaria porque a mitad de recorrido, ésta se detuvo por completo. Giró sobre su eje y miró a su acompañante con una clara expresión de “¿y ahora qué?”. Derek se le aproximó.

    —No te preocupes —intentó tranquilizarla—. Yo me encargo.

    Tomó otro par de bolas y comenzó a lanzarlas, esperando que golpearan a la detenida y la obligaran a moverse; siendo los intentos nefastos cuando la perfección de la puntería del pelinegro hacían que pasaran de largo o que cuando la golpeaban, sólo la movían poquito a los lados, estancando a las demás. En la bolera siguiente, había un grupito universitario de cinco jóvenes que comenzaron a mirar con irritación las manobras de Derek. ¡Qué falta de respeto al boliche era esa! Uno de ellos llamó la atención de él, arrimándosele.

    —Oye, oye —lo detuvo de lanzar a lo imbécil, con voz molesta—. ¿Qué te crees que haces?

    —Sí, ¿qué te crees que haces? —se acercó otro—. ¿Quieres dejar de jugar?... Vale, vale, que estamos aquí para jugar, pero no así. Respeta, niño, respeta.

    Derek se sintió atacado y avergonzado, invadiéndolo un temor enorme al ver que cada uno de ellos tenía en su mano una bola, y casi sintió se la arrojarían en cualquier momento. Los jóvenes lo siguieron reprendiendo y seguro habrían continuado de no ser porque Sara intervino, disculpándose.

    —Lo lamentamos mucho, pero es nuestra primera vez jugando y la verdad no sabemos qué estamos haciendo. Fue mi error que la bola se detuviera allí, ¿qué hacemos?

    —Oh, muy fácil —se metió un tercero—. Sólo vas, la recoges y la vuelves a lanzar; así de sencillo.

    Al ver que los menores se avergonzaron más todavía, el primero ofreció, sonriente.

    —Pero bueno, si es su primera vez aquí, nosotros podemos enseñarles, ¿les parece?

    Derek y Sara se miraron antes de decidir aceptar. Después de enseñanzas básicas, decidieron reiniciar la partida y dado que sólo se podían poner en la pantalla seis nombres, Derek quedó fuera por voluntad propia y así, los cinco chicos y Sara se la pasaron jugando. En su asiento como espectador, el chico se sintió feliz por ella, porque la estaba viendo gozar sin la molesta incomodidad de al principio, lo que agradecía de corazón. De esa forma, terminaron las tiradas correspondientes y con ellas, el plazo de los boletos. Los jóvenes se despidieron encantados de Sara, esperándola una próxima vez, y de Derek al ser su acompañante; la pareja salió del local.

    —Fue realmente divertido —comentó Sara, con una sonrisa. No obstante, a pesar de su alegría, él pudo notar en los ojos de ella un vacío; como si el día no hubiese estado completo.

    —Veo que en un grupo más grande es más divertido. Tal vez la siguiente ocasión podamos invitar también a Víctor y a otro amigo nuestro.

    —Eso sería genial.

    Esta vez, Derek pudo observar que su rostro realmente irradiaba felicidad y supo que fue debido al nombre de su rubio amigo, y el pelinegro supo que él nunca podría hacerla completamente feliz; lo que le resultó extraño entenderlo porque lo molestó un poco. Sin mayor problema, los dos subieron al auto de ella y su chofer llevó a Derek a su morada, para después llevar a Sara a la suya, terminado su cita.

    A la mañana siguiente, a la hora del almuerzo, el pelinegro se dirigió al árbol virolo. Había recibido un mensaje de sus dos amigos, citándose allí; seguramente para comentar cómo les fue. Al llegar, se encontró con escenarios completamente diferentes en ambos; mientras Sean irradiaba felicidad que consiguió alcanzarlo, contagiándolo, Víctor lucía desanimado y casi pudo ver la nube de tristeza sobre él, en tanto se apoyaba en el tronco del árbol. El rubio posó su atención en Derek y acercándosele peligrosamente, lo sujetó fuertemente por los hombros y preguntó, exasperado.

    —¿Quién es el tipo que le gusta a Sol?

    —Ya te dije que Sol y yo nos reunimos para estudiar, no para socializar —le aclaró por centésima vez con tranquilidad, luego, su expresión cambió a una de estupefacción—. ¿Qué? ¿Cómo que a Sol le gusta alguien?

    —Sí, lo mencionó en mi cita de ayer —le informó Víctor, enfatizando la palabra “mi”—. Bueno, olvidando mis penas, ¿cómo les fue a ustedes, picarones?

    —Me fue bien —contestó Sean sonriente.

    —Perfecto, Derek, ¿cómo te fue a ti?

    —Ah…Sara se divirtió mucho —respondió, dudoso.

    —¿Eso es todo? —inquirió Víctor después de un silencio en el que esperó que Derek continuara—. Sara se divirtió, ¿y? ¿Pudieron conocerse más o algo?

    —Yo lo dudo. Es que, a pesar de que se divirtió, algo le hizo falta, Víctor —Aquí lo miró insistentemente.

    —Pues claro que algo le hizo falta. ¡Más de ti! Vuelve a invitarla a salir; debe conocer más chicos.

    Y Derek estuvo totalmente de acuerdo con esas palabras; Sara debía conocer a jóvenes que la valoraran, no Víctor, que era ciego. Y cuando Víctor le dio la tarea de investigar quién era el chico que le gustaba a Sol, se preguntó por millonésima vez por qué seguía siendo su amigo si era un pesado. Sin más, el receso terminó y regresaron a clases. Al finalizar los cursos, el rubio se encaminó al centro con paso casual y tranquilo. Estaba pasando por Las Fuentes sin decidir entrar a comparar algo, pero en una de las mesas logró distinguir a Sol, solita y ansiosa de compañía, por lo que se adentró al local y la saludó.

    —Hola, Sol, ¿qué haces? —Se sentó a su lado, sin importarle interrumpirla.

    —Estudio para los exámenes de admisión de la universidad —respondió ella sin levantar la vista de los apuntes.

    —Oh, sí, la universidad. He oído que irás a la misma que yo. Qué coincidencia, ¿verdad?

    —Supongo —dijo la chica sin más, continuando con su escritura.

    —Eh… —Víctor pensó en qué más hablar al verse completamente ignorando; parecía que no estaba tan de buenas—. ¿Y ordenaste algo?

    —No.

    —Oh, yo tampoco.

    Y quedaron en un silencio que al chico le resultó muy incómodo y seguramente habrían continuado así ya que, conversando o no, él no iba a desistir de estar a su lado, de no ser porque alguien se les acercó, llamando a la muchacha.

    —Hey, Sol, ¡qué sorpresa!

    La voz conocida para ella, fue lo suficientemente importante para desviar su interés de los estudios y dirigirla al recién llegado, notando a un joven alto, cuatro años mayor que ella, de cabello castaño y rizado, semi-largo, de gentiles ojos cafés y que le sonreía amigablemente.

    —¡Aldo! —Lo nombró ella, levantándose de su asiento velozmente, con un súbito sonrojo en sus mejillas en tanto los nervios la consumían—. ¡Qué sorpresa! Hace rato que no pasas por la casa.

    Desde su lugar, con sorpresa y desconfianza, Víctor observaba la escena en silencio, gustándole nada la turbación de Sol ante la presencia de ese sujeto.

    —Sí bueno —dijo el llamado Aldo encogiéndose de hombros—. He estado ocupado y quedé hoy con Ismael de vernos aquí. ¿No lo has visto rondando?

    —No, lo siento —se disculpó ella, avergonzada—. Mi hermano siempre es impuntual a la hora de las citas.

    —Ah, ahora entiendo por qué no tiene novia —comentó Aldo con una sonrisa divertida; en eso, sonó su teléfono y lo sacó de su bolsillo para ver el número—. Hablando del rey de Roma —Contestó y después de un par de monosílabos, colgó—. Cambió el lugar de la cita; es en tu casa. Bueno, me voy.

    —Espera, espera —Sol se apresuró a guardar sus cosas aunque no había terminado—. Yo también voy para allá, vamos juntos.

    Aldo asintió y los dos se perdieron de la vista disgustada del olímpicamente ignorado Víctor, quien después de inhalar hondamente y soltar el aire con parsimonia, se dijo:

    —Peligro. Aldo es peligroso.

    Y siendo evidente quién era la persona que le gustaba a Sol, se aseveró que no se la ganaría.

    ¿Quén es ese ¡Aldo!? ¿Tendra un papel importante en la historia? Sip :)
     
    Última edición: 17 Febrero 2015
  9.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Me esperaba todo menos eso...

    O a Sol le gusta el amigo de su hermano o ya es su novio.

    Pobre Víctor, parece que se va a quedar sin el chivo y sin el mecate o como el perro de las dos tortas: ni la una ni la otra.

    ¡Claro que Aldo tendrá un papel importante en la historia! Víctor se tendrá que poner las pilas si quiere que Sol le preste atención.

    Y pobre Derek, su cita salio mal, los universitarios llegaron y jugaron con ella, lo dejaron como la guayabera: por fuera.

    Al menos tendrán otras oportunidades para salir, eso es genial.

    Por ahora, Sean es el único que esta feliz con Karen, me imagine su cara de felicidad extrema, mientras Derek estaba feliz, pero por Sara, porque se sentía excluido de su felicidad en ese momento y Víctor completamente triste por la revelación de Sol y porque su cita fue un desastre.

    Muy buena continuación, me gustó mucho

    ¡Nos leemos luego!
     
  10.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Bueno, bueno, para comenzar, me gustó todo ese rollo del boliche. La menera tan ingrata de lanzar de Derek, el no saber qué decir, ni que hacer, jajajaja y la intervención de esos universitarios sí que vino a rematar la inquietud de ellos, aunque finalmente lograron divertirse un poco, Sara cuando menos, aunque le hizo falta su Víctor ¿Y qué ha estado haciendo él? Awww, dándole órdenes a Derek, digo, a veces comprendo la molestia de Derek en cuanto a Víctor. Mira que mandarlo a que investigue quién le gusta a Sol, pero... jijiji, ni falta que hizo que investigara.

    Al final, el rubio mismo lo descubrió solito. Aldo, wow, ¿así que será un personaje importante? Ya me lo imagino. La némesis de Víctor. Ya quiero ver cómo lleva el rubio esta situación. Lo que sí es que esa ignorada por parte de Sol fue genial, así aprenderá algo... no sé qué, pero algo xD. Tal vez que Sol no es para él. ¿Alguna vez cruzará por su mente chiflada que Sara se siente exactamente igual que él por su rechazo? ¿Irá a ponerse algún día en el lugar de esa linda chica que tanto lo quiere?

    Eso está por verse, aunque lo dudo xD.

    Espero el capítulo que sigue. He comentado tarde, pero lo he hecho.
    Abrazos para ambas xD
     
  11.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Compañía Anhelada (Comedia Romántica)
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    Género:
    Comedia Romántica
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    24
     
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    Gracias @Nianimetal (Aldo no es aun novio de Sol) y @Marina por sus comentarios. Las queremos a amabas por eso *-* Este capítulo se lo dedicamos especialmente a ustedes chicas. Esperamos que sean de su agrado. Disfrútenlo.

    15

    Derek y Sean se habían quedado en el gimnasio del instituto. Sean practicaba con el saco de arena, ya que dentro de poco tendría una última confrontación con otro de sus compañeros de boxeo para ver quién participaría en las inter-escolares de verano, las que serían las últimas para los de tercero, por lo que debía entrenarse duro. Mientras tanto, Derek le hacía compañía o ambos se hacían compañía. La realidad era que el pelinegro quería desahogarse y nadie mejor para eso que el deportista; era atento a pesar de estar entrenando, sabía escuchar sin criticar y regañar y lo más importante, le infundía seguridad y confianza, pues era discreto. Con Víctor no podía tomarse esas libertades.

    —Es en serio, Sean, Víctor es tonto. No es por hablar mal de él, es mi amigo y lo quiero, pero a veces no se mide y no lo comprendo. ¿Por qué no quiere darle una oportunidad a Sara? Quiero decir, ella es una buena persona; es amable, sonriente y tiene sentido del humor. Su único problema es que no deja de hablar de Víctor y cuando lo hace, se le nota a leguas de distancia que piensa en él.

    —Pues parece que sí lo quiere, ¿no? —dijo el castaño deteniéndose un momento de golpear el saco.

    —Sí —respondió sin muchas ganas.

    —¿Y a ti te gusta ella? —inquirió directo y al grano, retomando su actividad.

    Derek no contestó de inmediato; era una cuestión complicada. Era fácil y agradable estar con ella y le molestaba que Víctor no la mirara como la persona que se interesaba sinceramente por él, pero de eso a sentir maripositas en el estómago, pues no; le gustaba como persona, pero no podía decir que estuviera enamorado.

    —No de esa clase de gustar, gustar, pero sí.

    —¿Y cómo te fue ayer? Supe que intercambiamos boletos y eso. También me enteré que a ti te tocó ir a los bolos; aunque gracias a eso me divertí mucho en el parque.

    —Hubieras visto, Sean —Derek recordó la noche pasada, sonriendo con gracia—. Sara llevaba un vestido de noche muy elegante. Imagínatela allí, lanzando bolas con los zapatos característicos del boliche; se veía bien, se veía linda. Aunque los dos no sabíamos cómo jugar y por un momento nos quedamos muy atorados hasta que vinieron unos tipos… amigables y la divirtieron a ella; yo quedé como espectador, pero la pasé bien porque ella lo hizo. Es esa clase de personas en las que si es feliz, tú lo eres.

    —Me hubieras llamado para ayudarte con tus problemas de atascamiento; conozco el juego.

    —No, ¿cómo crees? Tú estabas pasándotela genial con Karen. No iba a interrumpirlos.

    —Hubiéramos estado los cuatro. En esa clase de juegos, entre más personas, mejor. Además, originalmente Karen y yo íbamos a ir allí. De hecho, si podemos ir los seis será más divertido.

    —No creo que el que los seis estemos juntos sea buena idea en este momento.

    Y entre más conversación de diferentes temas, pasó el tiempo y luego el día.

    CA

    Al siguiente, después de la escuela y de hacer los deberes correspondientes, ya por la tarde, Víctor, aburrido de no hallar nada bueno que hacer en internet porque se había leído todas las actualizaciones de las historias románticas que seguía, y la televisión estaba absolutamente obsoleta para él, decidió ir a molestar a su hermanito Alan, picándole la rodilla, picándole el hombro; en fin, picándole todo lugar que fuera picable, en tanto el niño estaba pacíficamente sentado en la sala, jugando videojuegos.

    —¡Mamá! —Gritó al fin el chiquillo, harto de su hermano mayor—. Víctor está molestándome de nuevo.

    —Deja de fastidiar a Alan, Víctor —pidió su madre.

    —Es que no tengo nada que hacer —se quejó, aburrido.

    —Sal con tus amigos.

    —Están ocupados, seguramente.

    —Oh, hijo, no tienes vida.

    El rubio optó por ir a dar un paseo a pie, pensando que su madre tenía razón; en definitiva, necesitaba una compañera. Anduvo por las calles del vecindario contiguo al de Derek, de pronto pensando que podía ir a hacerle una visita sorpresa, sin embargo, su idea se esfumó cuando distinguió la figura de Sol, que cruzaba la calle paralela a la suya, caminando con calma. Sonrió feliz y se le acercó para colocarse a su lado.

    —Hola, Sol —saludó, enérgico.

    —Ah, Víctor, últimamente nos hemos encontrado mucho, ¿no te parece?

    —Sí, es que nosotros y las coincidencias, ya sabes, están escritas por una misma pluma —Sol lo miró con recelo y él cambió el tema—. No, era sólo una broma. ¿A dónde vas?

    —A mi casa.

    —¿Puedo acompañarte? Yo voy a pasar por allí de todos modos.

    —Si quieres, no tengo problema.

    Anduvieron conversando gracias a los intentos de Víctor, sólo que esta vez resultaron más favorables que el día anterior y el rubio comprendió que cuando Sol estudiaba, mejor era ni acercársele. En esas estaban, obviamente entre risas por parte de ella dadas las ocurrencias de Víctor, hasta que de una tienda de electrónicos, salió una persona conocida para ambos, aunque para Víctor resultaba extrañamente insoportable y para Sol lo contrario.

    —¡Aldo! —lo llamó ella con una sonrisa radiante, aproximándosele a paso veloz, ignorando de nuevo al rubio, quien no iba a permitir que el otro ganara terreno, por lo que la siguió.

    —¿Qué tal, Sol? —Fue el saludo del joven y miró a su acompañante—. ¿Amigo tuyo?

    —Es amigo del chico al que le ayudo con las clases.

    —Sí, sí, me llamo Víctor Montenegro —Se metió él, alzando la barbilla, orgulloso, preguntándose por qué siempre parecía que todos los demás chicos eran más altos que él. ¡Hasta su padre era más alto!

    —Eso no importa —dijo Sol, centrándose en Aldo—. ¿Qué haces aquí? ¿Vienes de casa o vas a ver a Ismael apenas?

    —Iba a verlo ahora para llevarle unas cosas. Sabes cómo es él; le han dado ganas de hacer una computadora y me ha parecido interesante la idea, así que lo ayudaré.

    —¡Ja! —Se burló Víctor—. Es mejor comprar una; seguramente será más eficiente.

    —En realidad —arguyó Aldo—, es más eficiente una computadora hecha por uno, si sabes cómo hacerla, claro.

    —Por supuesto —fingió entusiasmo el adinerado—, habla el experto; el nuevo Steve Jobs.

    —¿Cuál es tu problema, niño? —preguntó ya irritado, pues ni siquiera lo conocía y ya se burlaba de él.

    —Oíste, Sol —dijo Montenegro, ofendido—. Me ha llamado niño. Eres un ofensor, una mala compañía. No te juntes con él, Sol.

    —Pero si estás actuando como un niño, ¡inmaduro! ¿Qué estás haciendo aquí? —concordó ella y Víctor se sintió todavía más ofendido; miró a Aldo con enfado.

    —¿Ves lo que has hecho? La has puesto en mi contra —Luego miró a Sol—. Estoy haciéndote compañía. Estábamos caminando juntos, los dos, solos.

    —Entonces será mejor irme —dijo Aldo tornándose incómodo—. No quería interrumpir su cita.

    —¡No es una cita! —Se apresuró a corregir la joven y apuntó a Víctor—. Jamás saldría con un tipo como él.

    —¿Ah, no? —El rubio la miró incrédulo—. ¿Y la cita que tuvimos el domingo?

    —Esa no fue una cita —se defendió de nuevo, roja hasta la médula ósea por el bochorno de la vivencia y porque Aldo estaba presente, pues podría confundir las cosas—. No quiero que confundas lo que pasó el domingo, que no fue una cita.

    —Yo tengo que irme —dijo Aldo ya viendo la tensión a tope—. Dile a tu hermano que… vaya a mi casa.

    Y deseando salir de ese ambiente, corrió alejándose del par de jóvenes, haciendo que Víctor sonriera triunfante y que Sol sintiera tristeza por el malentendido, aunque ese sentimiento fue desplazado por la ira; miró al chico con disgusto y el ceño fruncido.

    —Eres tal y como pensé que eras; un problemático. No quiero que vuelvas a hablarme, no quiero que te acerques a mí —Y comenzó a caminar.

    —Espera, Sol, yo… —Él intentó seguirla, pero se detuvo cuando ella lo encaró nuevamente.

    —¡Tú nada! No te me acerques, déjame en paz. No quiero hablar contigo, ni quiero verte. Así que no me sigas.

    Y retomó su andar, pero esta vez al trote, dejando plantado en su lugar al rubio, cabizbajo, sintiendo cosas que jamás había experimentado y que parecía algo así como culpabilidad. ¿Por qué le daba la sensación de que la había regado? Desanimado, dirigió sus pasos a la casa de los Duarte; necesitaba hablar con alguien. Llegó, tocó, Ester abrió y después de las típicas preguntas acosadoras, caminó al cuarto de Derek y ya instalado, habló:

    —Creo que he hecho algo malo; algo que será muy difícil componer.

    —¿Qué hiciste? ¿Qué pasó? —preguntó el pelinegro, preocupado.

    —¿No me estás escuchando? Hice algo malo.

    —Bueno sí, pero no me has dicho nada concreto.

    Derek lo percibió distraído, muy preocupado, y pensativo de una manera que nunca había visto en él.

    —Te ves diferente, Víctor, ¿qué sucedió? —La inquietud también lo invadió.

    —Me siento diferente —Pasaron unos minutos de silencio antes de que prosiguiera—. Voy a hablarle a Sara para tener una cita.

    Derek se echó para atrás, demasiado atónito, abriendo los ojos y lanzando una exclamación de impacto. ¿Le daría una oportunidad? No sabía exactamente qué había sucedido; si fue algo para bien o para mal, pero parecía ser que era para bien. Y sin embargo, una incertidumbre lo envolvió; una parte de él estaba feliz, pero por otro lado no tanto, y no estaba seguro de por qué. Víctor marcó el número de la joven Sanz; ella contestó inmediatamente al ver que se trataba del rubio.

    —Sara, ¿estás disponible ahora? —Se saltó todos los saludos y formalidades.

    —¿Disponible? —preguntó ansiosa—. Sí, Víctor, ¿por qué?

    —Te parecería que, si quieres, podamos tener una cita dentro de una hora.

    —¡Claro que sí, Víctor! Me encantaría.

    El chico tuvo que despegarse el aparato ante su eufórica afirmación, e incluso Derek pudo escucharla con claridad, haciendo que algo dentro de él saltara y no necesariamente de emoción, sino de mortificación.

    —Nos vemos en el centro de la plaza. Adiós —Y colgó mirando a Derek—. Alístate.

    —¿Para qué? —frunció el ceño, confundido.

    —Porque quien irá a la cita, serás tú, no yo; aprovecha y consuélala.

    Una cólera que nunca creyó sentir hacia él, brotó desde el interior de Derek y procurando controlarse, con el rostro rojo, crispando los puños y temblando, preguntó entre dientes y voz sofocada por la ira:

    —¿Estás escuchándote?

    —Esta mañana recibí un mensaje de parte de Sara invitándome a los bolos —comenzó a explicar Montenegro, sereno—. Eso quiere decir que no se divirtió contigo y que todo el tiempo pensó en mí. Yo quiero que ella sienta decepción de mí y que tú estés a su lado y la consueles; por eso irás tú a la cita, diciéndole que tuve cosas más importantes que atender.

    Y Derek no puedo más, siendo el detonante el hecho de que Víctor estuviera consciente de los sentimientos de Sara hacia su persona y aun así, actuara como lo hacía. Por ello, se le dejó ir con un puñetazo en el rostro, tomándolo desprevenido, por lo que lo tumbó al suelo; pero sin darle chance de nada, el pelinegro lo sujetó por la solapa del cuello de la camiseta y lo obligó a levantarse, acorralándolo entre él y la puerta, golpeando su espalda duramente. Los ojos de Derek ardían en furia.

    —Ni se te ocurra dejarla plantada porque tú la invitaste y tú vas a tener esa cita.

    —¡Yo no voy a ir! —declaró Víctor con firmeza y aparentemente sin amedrentarse—. Y no sé cómo le vas a hacer, pero tienes menos de una hora para decidirlo.

    E intentó zafarse, procurando no demostrar su miedo a ser golpeado de nuevo, sin embargo, no logró liberarse; y eso que Derek no era tan fuerte.

    —¿Me puedes soltar ya? —Lo hizo, pero le advirtió otra vez:

    —Vas a ir con Sara y personalmente vas a cancelar, como debe ser.

    —No voy a cancelar. Piénsalo, Derek.

    Y antes de que volviera a ser agredido, salió de la recámara como alma que se lleva el diablo, luego se fue de la casa, dejando a Derek con tanta fatiga, que hasta tuvo que recostarse en la cama, llevándose las manos al estómago por el repentino dolor que se le presentó; toda esa situación iba a sacarle úlceras. Después de un rato de estar así, agarró el celular y vio que faltaba media hora para la cita. Se llevó una mano a la cabeza, revolviéndose los cabellos; se levantó de la cama y salió de su habitación.

    U.U Víctor es un sinvergüenza, ¿no opinan lo mismo? O ¿Qué creen? ¿Será posible que Derek vaya a tener una cita con Sara? ¿Les gustaría, si, no? ¿Qué creen que va a suceder?
     
    Última edición: 17 Febrero 2015
  12.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Oh por Dios...

    ¡Esto se puso más que bueno!

    Víctor... ¿qué le vamos a hacer? Ya Sol le dio su "estate quieto" y le dijo que no quiere nada con él y todo por que se puso de zoquete a estar ofendiendo a Aldo...

    No sabe que cuando a una chica le gusta un chico mayor, busca agradarle por todos los medios, ser madura y obviamente, se molesta cuando lo ofenden. Espero que su inteligencia se ponga de manifiesto para hacer que ella le preste atención (cosa que ya creo imposible) por sus virtudes y no por sus innumerables defectos...

    Y la cereza del pastel... Derek le dio su buen golpe por andar invitando a Sara a salir, para al final no ir y que Derek fuera en su lugar. Cada vez me hace poner más... :mad:. Es un inmaduro.

    Yo solo espero que alguno de los dos vaya con Sara, ella no tiene que pagar los platos rotos de lo que ocurrió con Sol (en el caso de Víctor) o de no querer hacerle caso al troglodita del mejor amigo y que la pobre acabe peor (caso de Derek). Si ocurre algo entre esos tres, lo dejo a tu criterio, Natty ;).

    Por cierto...

    ¿Soy yo o eso me pasa muy seguido? (claro que yo no tengo intenciones de molestar a mis hermanas).

    Bueno, eso es todo por ahora, estoy en la Universidad todavía y tengo que regresar a mi casa.

    ¡Nos leemos luego!
     
  13.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Gracias @Nianimetal por tu comentario. Y gracias a todos los demás que se pasan a leer. Bueno, he aquí el siguiente capítulo, el que salio algo medio ¿raro? Bueno, ustedes lo jusgaran. Espero les guste.

    16

    Sara arribó al lugar acordado diez minutos antes, para esperar a que Víctor llegara. Estaba muy emocionada; era la primera vez que tenían una cita decente, aunque le resultaba extraño que de la nada decidiera invitarla. A lo mejor quería ir a los bolos, de allí que en esa ocasión se vistiera con un pantalón deportivo y una camisa cómoda. Aguardó a que se hiciera el tiempo, sin saber que, metros alejado de ella, escondido detrás de los tantos árboles que adornaban la plaza, Derek la miraba, preocupado, diciéndose:

    —Ay, Víctor, que si no apareces… —Negó con la cabeza—. Ni se te ocurra de verdad dejarla plantada.

    Vio el reloj, notando que los minutos transcurrían y la hora estaba próxima, inquietándose más, en tanto pensaba qué hacer. Tan sumido en sus pensamientos estuvo, que resultó ajeno a que, en el otro extremo y también escondido, Víctor vigilaba a Sara con un mohín ansioso.

    —Ay, Derek, que si no apareces… Es tu oportunidad, aprovéchala, aprovéchala —Miró la hora—. No vas a dejarla plantada en serio, ¿verdad?

    Y así se mantuvieron los minutos siguientes, checando segundo a segundo el reloj y mirando a Sara, quien también veía constantemente el tiempo. Cuando llegó la hora y al ver que Derek no aparecía, Víctor se vio sin otra opción que la de salir de su escondite e ir a la cita que él mismo había pedido; de cualquiera manera, no pensaba dejarla botada allí. No obstante, después de dar unos pasos, regresó a su escondite al distinguir que su pelinegro amigo se aproximaba a Sara.

    —Hola, Sara —saludó Derek entre avergonzado y molesto porque Víctor en verdad planeaba dejarla allí.

    —Hola, Derek —Sara mostró una sonrisa opaca que le hizo saber que sospechaba que algo no andaba bien.

    —Lamentablemente, Víctor no podrá venir y venía a decírtelo, lo siento.

    —No te preocupes; es un chico ocupado, lo entiendo —comentó después de suspirar, desanimada—. Gracias por tomarte la molestia de venir hasta acá y decírmelo. Yo me retiro.

    Víctor, quien sigilosamente se había acercado lo suficiente para escucharlos, pensó:

    “Derek, no la dejes ir, no la dejes ir”.

    —Espera —la detuvo Duarte—. ¿Has comido ya? Porque si no, podríamos ir a algún lado ya que estamos aquí. Yo no lo he hecho todavía.

    Sara pareció pensarlo un momento antes de aceptar, pues ella tampoco se había alimentado y porque no sentía desconfianza hacia él; ya lo conocía un poco mejor y era una buena persona. De esa forma, los dos decidieron ir a un lugar que ella recomendó, así que caminaron, sin enterarse que Víctor les seguía el paso, para vigilar que Derek no hiciera una tontería, estando tan concentrado en su espionaje, que no notó que Sean pasaba por allí, deteniéndose cuando los reconoció a los tres, y como el rubio le quedaba más cerca, se le acercó.

    —¿Qué pasa, Víctor?

    La repentina pregunta lo sobresaltó y mirando al castaño con pánico, lo chichó.

    —Shhh, baja la voz. Estoy siguiendo a Derek.

    —¿Y por qué lo sigues?

    —Está con Sara.

    —¿Y por qué lo sigues?

    —Porque está teniendo una cita.

    —Eso es de mala educación, Víctor, por si no lo sabías. ¿Por qué no los dejas tranquilos?

    —Solamente voy a vigilar que Derek no haga nada mal y cuando la situación esté estable, me voy, lo prometo.

    Y continuó siguiéndolos, solo que esta vez en compañía de Sean, quien había decidido quedarse gracias a una extraña fuerza conocida como curiosidad. Llegaron al lugar y Derek se sorprendió porque se trataba de un restaurante de buena calidad, lo que lo hacía más caro que los restaurantes típicos y familiares a los que estaba acostumbrado; este parecía más para personas de negocios. Con todo y sus fachas, pidieron su mesa y se sentaron; Víctor y Sean también ingresaron y se sentaron a varias mesas detrás de ellos.

    —Lamento mucho lo que pasó con Víctor —se disculpó una vez más Derek—. No te hubiera invitado a no ser que estuviera cien por ciento seguro de que no iba a hacer nada.

    —No es su culpa. Derek. Sé que Víctor es impulsivo y muchas veces hace las cosas de un instante a otro, sin analizarlo demasiado; seguramente cuando me llamó fue por uno de esos impulsos y ya después se dio cuenta que no iba a poder. Él es una buena persona y su personalidad se moldea fácilmente con la de los demás, haciéndolo agradable. Lo sé porque en las reuniones de los accionistas que hacen de vez en cuando, él se desenvuelve bien, siendo él mismo y le tienen mucha estima; a pesar de que me había dicho que no le gustaba tanto ese ambiente. Él prefiere la informalidad…

    Sara siguió extendiéndose en el tema de Víctor Montenegro y Derek entendió una cosa; con ella no se podía hablar mal de su amigo porque se ponía a la defensiva inmediatamente y hasta le daba la sensación de que ella se ofendía. La expresión de la joven no denotaba que consideraba al rubio el chico perfecto, sino que, a pesar de estar consciente de sus defectos, ya que también contaba algunas travesuras de él, se esforzaba por enfocarse en sus virtudes. La comida les había llegado momentos antes y entre anécdotas que platicaba Sara, comieron sin prisas.

    Mientras tanto, Víctor los observaba asintiendo con aceptación; parecía que las cosas iban bien. Dado que tenía que girarse para verlos, se sentó recto y descubrió que Sean, sentando frente a él, degustaba un flan, salido de una mesita con ruedas que tenía muchos más flanes y que habían colocado a un lado de su mesa; se le quedó viendo con desaprobación al notar que la llevaba varios terminados.

    —¿Qué estás haciendo? —cuestionó y Sean le señaló el alimento.

    —Es el mejor flan que he probado en mi vida. Mira, prueba —Le ofreció un poco y Víctor aceptó.

    —Es verdad, ¡está buenísimo!

    Y enfrascándose en el delicioso postre, ninguno de los dos se fijó que Derek se había levantado para ir al baño y que al terminar y salir, fugazmente recorrió la estancia, localizándolos, enfocando su visión principalmente en el adinerado, frunciendo el ceño con irritación. ¿Cómo se atrevía a presentarse allí? Se dirigió a ellos con sigilo, esperando que Sara no los viera, pero como les daba la espalda, no hubo tanto problema.

    —Víctor —masculló el nombre sentándose a un lado de él—, ¿qué haces aquí?

    —Hola, Derek —El rubio se sorprendió demasiado de que lo hallaran in fraganti, pero respondió a la pregunta con humor—. Nada, aquí, teniendo una cita con Sean, me lo encontré en el camino.

    Derek se llevó las manos a la cabeza, pasándolas por el cabello, incapaz de entenderlo y negó con la cabeza.

    —Quiero que se vayan de aquí —ordenó apuntando la puerta con el dedo—. En especial tú, Víctor. No quiero que Sara te vea.

    —Estás celoso, ¿verdad? Celoso, celoso.

    —Yo le dije que era de mala educación, pero no me hizo caso —intervino Sean, ganándose una mirada punzante por parte del rubio.

    —Sólo me lo dijiste una vez y ahora estás muy tranquilo comiendo flan, ¿no?

    —Ya te lo advertí, Víctor —sentenció Derek levantándose para regresar con Sara. Sean también se levantó.

    —Tengo cosas que hacer; gracias por los flanes, Víctor.

    Y sin permitirle protestar, salió corriendo. Sin remedio alguno, Víctor iba a retirarse, por lo que pidió la cuenta de los flanes y cuando le llegó, fueron dos.

    —Disculpe, disculpe —le habló al mesero antes de que se retirara y señaló el papel que cobraba más y que no reconocía—. ¿Podría decirme de qué es esta cuenta?

    —De los chicos que estaban en la mesa 16. El joven dijo que usted pagaría.

    El mesero se retiró y Víctor abrió la boca, impactado, en tanto se giraba sobre el asiento y veía que ya estaban limpiando la mesa donde su amigo y Sara habían comido.

    —Derek —nombró con resentimiento apretando el papel.

    No teniendo más opción, pagó ambas cuentas y retornó su camino a casa y después de que el manto nocturno se adueñara del cielo, llegó la mañana siguiente. Víctor se levantó para ir a la escuela, se alistó y como tenía costumbre antes de salir, se sentó frente al computador y se conectó al foro en el que era usuario, para ver las actualizaciones de las historias que seguía. Habían subido el último capítulo de una de sus historias favoritas, hecha por el usuario Bore-kun, a quien admiraba mucho porque todas sus historias eran románticas, lindas y color de rosa; leyó.

    —¡¿Qué?! —Gritó al leer el fin—. ¡No! Yo quería que Tare y Mina se quedaran juntos; sufrieron mucho, se merecían mutuamente. Este no es un final lindo.

    Vio la lista de los usuarios que seguían conectados y notó que Bore-kun lo estaba, por lo que entró a su perfil y le escribió a manera de exigencia que debió hacer otro final. Entre discusiones, pláticas y risas, el tiempo voló y se le hizo tarde para ir a la escuela, por lo que decidió faltar; sin embargo, se enteró de algo emocionantemente interesante. Bore-kun vivía en la ciudad anexa, así que hicieron planes para verse, conocerse y aprovechando que Víctor no fue a la escuela y que el otro no iba porque trabajaba por la tarde, se citaron ese día. De esa forma, se montó a su auto y le dijo al chofer que lo llevara a la dirección indicada, así que después de una hora de camino, arribaron a la ciudad y se dirigieron a la biblioteca de la ciudad. El rubio bajó del automóvil, pidiéndole al chofer que no se preocupara por él y que se fuera; ya regresaría a casa por su cuenta.

    Mientras esperaba sentado en una de las tantas mesas, decidió releer algunas de las obras de Bore-kun por medio del celular. Al rato, uno más largo del que el rubio creyó que esperaría, aunque igual no lo notó al estar entretenido leyendo, el esperado llegó; se saludaron, se presentaron oficialmente, charlaron de varios temas, gustos y demás, pasando un buen tiempo, para finalmente despedirse. Víctor salió de la biblioteca y se encaminó a la central de autobuses, y varias cuadras antes de llegar, se buscó la cartera para tener el dinero del boleto preparado; no obstante, con pesar descubrió que no la llevaba encima. Por las carreras se le había olvidado, así que no había de otra que llamar a su chofer y cuando estaba buscando el número, ¡zaz!, el pantallazo negro; la pila se había agotado. ¿Y ahora qué iba a hacer? ¿Mendigar? Claro que no, tenía dignidad.

    Esperando que de alguna manera le llegara la inspiración para sacarlo de su problema, vagó por las calles aledañas a la central, meditando posibilidades; en eso, vio un tráiler que le resultó familiar. Lo miró, pues el nombre de la compañía pintado en el mismo ciertamente le parecía conocido y cuando vio a la joven que salía del otro lado del camión, la reconoció enseguida.

    —¡Karen! —la nombró sorprendido.

    Ella, reaccionando a su nombre, extrañada, volteó en dirección a donde lo había escuchado.
     
    Última edición: 17 Febrero 2015
  14.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Pues sí, Víctor es un sinverguenza. Primero hace quedar mal a Sol ante el chico que le gusta, aunque la chica le leyó la carta de la indiferencia al decirle que no quiere que le vuelva a hablar, ni acercársele, ni nada de nada. En cuanto a los sentimientos de Víctor ante esta situación, me parece que fueron menores, es decir, sintió que la regó de alguna manera, pero... ¿qué hay en cuanto al dolor de su corazón ante el rechazo? Mmm, aunque es posible que ya esté tan acostumbrado al poco interés de Sol hacia él que su corazoncito ha fabricado un escudo protector xD. Por ciento, me encontó la parte donde va a molestar a su hermano, jajaja, y luego su madre diciéndole que no tiene vida.

    Este último capítulo sí que estuvo extraño. Primero, rechaza ir a la cita, pero ahí está en ella, observarndo a lo lejos, siguiendo a Derek y Sara de esa manera. Fue genial el encuentro entre él y Sean. Segundo, ingresando al restaurante y lo que ahí sucedió. También me gustan los flanes xD Luego, conocer en persona a Bore-kun, ¡ooooh! Ese nombre me parece conocido y... ¿Tare y Mina? ¿En serio? Jajaja, me dio mucha risa esta parte, me divirtió bastante. Lástima que resultara ser un chico y no una linda chica de cabello largo xD. *Sigue riéndose* Como a Víctor, me encantan las historias rositas :)

    Wow, se quedó interesante. Qué bueno que encontró a Karen. ¿Regresará con ella? Espero que lo pongan a bajar muebles del camión y luego subirlos al piso 20, jijiji, sería genial eso xD.

    Perdón por el retraso en comentar, pero miren que me he perdido un poco del foro. Espero regresar gradualmente.

    Abrazos.
     
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  15.  
    Niani

    Niani Una ermitaña en su cueva

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    Hola, perdón por no comentar antes, pero es que sigo sin internet y se me hace difícil seguir las historias.

    El capítulo fue algo así como una transición (así lo creo) para lo que puede ocurrir después en la trama.

    ¿Qué puede pasar? Bueno, que Víctor y Derek terminen su amistad (no lo sé, pero todo parece indicar que va a ser así, es una suposición).

    Y a mí no me pareció tan raro el hecho de que Víctor siguiera a Sara y a Derek en su "cita". Creo firmemente en que él desea que ellos estén juntos y se asegura de que sea así (hasta ahí me agrada). Pero su manera de hacer las cosas me hace enojar (un poquito nada más), porque le gusta controlar a todo el mundo y eso no es bueno, es algo que puede desencadenar reacciones adversas y que al final no logre nada.

    Al final se reunió con su colega de la página en que leía sus historias para hablar un rato y ve a Karen en el camión, por lo que le pide la cola (el aventón) hasta su casa. Coincido con Marina, que lo pongan a trabajar mucho.

    Lo que más me dio risa fue lo de que Víctor tuvo que pagar las dos cuentas: la de Derek y Sara (aplaudo eso de Derek, se la hizo bien hecha) y la de los flanes que se comieron él y Sean (me lo imagino y me da mucha risa), en fin, muy bueno.

    Eso sería todo de mi parte.

    Nos leemos luego.
     
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  16.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Comedia Romántica
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    24
     
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    Bueno, nos disculpamos por la tardanza, pero nuestra meta es terminarla ya, dejo el próximo capítulo. Agradecemos a Marina y Niani por los comentarios y también a los usuarios que siguen la historia.

    17

    ¿Cómo era que Víctor sabía que era Karen? Sencillo; el espionaje a Derek del día anterior no había sido el primero que hacía. Una vez, un miércoles por la tarde y en una de sus vagancias, había visto a Sean caminar y optó por seguirlo, dándose cuenta de que no tenía una vida tan emocionante como creyó tendría, e iba a retirarse de no ser porque en ese momento llegó a un parque y entabló una conversación con una chica; siendo obvio para Víctor que era la famosa Karen. ¡Hasta habían jugado al béisbol! Y se dio cuenta en el momento de gritar su nombre, que cometió un error, porque se suponía que no debía conocerla, así que presuroso, se llevó el celular a la oreja, el que no había guardado en ningún momento a pesar de su momentánea inutilidad, y fingió hablar con alguien.

    —Sí, sí, por favor. Llévale esos papeles a Karen, son importantes.

    Karen, al ver que no se trataba de ella, dejó de prestar atención. Víctor continuó su teatro, alzando la voz con exageración.

    —¡Ah, no! ¡No! Se me acabó la batería —Miró alrededor como quien busca algo y actuando que reconocía la empresa de mudanza, se acercó a la muchacha, quien esperaba a Rigo—. Disculpa, ustedes van a la ciudad vecina, ¿verdad? Por el nombre de la empresa lo sé y es que me ha pasado algo gracioso. Se le acabó la batería a mi celular y se me olvidó mi cartera, en serio se me olvidó y no tengo aventón ni forma alguna de regresar.

    Karen lo miró con desconfianza y Víctor suplicó, aclarando:

    —Sólo necesito que me lleven a la ciudad, ni siquiera a mi casa, sólo a la ciudad.

    Karen continuó con su mirada recelosa y en eso Rigo se dejó ver.

    —¿Qué pasa, Karen? Creí que ya estabas arriba.

    —Bueno, este chico tiene un problema. Pregunta si podemos llevarlo a la ciudad.

    Rigo lo miró penetrantemente, de arriba a abajo, y el rubio se sintió muy incómodo, casi pensando que el hombre tenía visión de rayos-X; levantó las manos por inercia.

    —No llevo ningún arma, de veras.

    —Hm, me cae bien; que suba —aceptó al final Rigo.

    Aliviado, el chico se destensó y siguiendo las órdenes del hombre, se trepó primero al tráiler y luego Karen, así que quedó en medio de los dos. En el camino, era Rigo quien hablaba.

    —Y dime, ¿cómo es que alguien viaja a un lado, sin dinero y con el celular descargado? Suena realmente absurdo, ¿sabes?

    Víctor simplemente reía avergonzado a más no poder y vio que llegaban a una gasolinera.

    —Por cierto, espero que no te moleste, tengo que hacer esta parada. Debo llenar el tanque y revisar la presión del aire en las llantas.

    Víctor sacudió la cabeza indicándolo que no había problema alguno, y Rigo se detuvo por completo bajándose del tráiler, por lo que los dos jóvenes quedaron solos un momento. Quien inició la conversación fue él.

    —A propósito, me llamo Víctor.

    —Karen.

    —Karen es un bonito nombre, siempre me ha gustado. Recuerdo que así se llamaba una niña en mi primaria y le gustaba andar con los hombres y jugar lo que ellos, por lo que siempre la juzgaban. Yo nunca me relacioné con ella, pero se veía agradable.

    —¿De verdad? —Karen se sorprendió—. Es curioso porque yo en la primaria siempre me la pasaba con los chicos y las niñas me veían rara.

    Ambos intercambiaron miradas, por demás extrañados ante la coincidencia y llena de curiosidad, Karen preguntó:

    —¿A qué primaria fuiste?

    —A la privada de los Álamos.

    —Ah, no; yo fui a la pública de los Héroes. ¿Y practicas algún deporte? Escuché que los estudiantes de los Álamos siempre se destacaron en el soccer y el básquet. ¿Tú practicas alguno de ellos o los dos?

    —¿Los dos? —Víctor abrió los ojos sorprendido—. No, no, no; yo y la actividad física no nos llevamos. Yo entré al club de ajedrez y eso porque era el único donde no tenía que sudar. Nunca aprendí ningún deporte; era bastante torpe y me excluían de los equipos desde que puedo recordar, así que me acostumbré y jamás lo intenté. Era más fácil leer un manual y ya.

    —Bueno, si de niño no pudiste, ahora es el tiempo para intentarlo, ¿no te parece? Nunca es tarde para aprender.

    —Si de pequeño que era más activo no lo hice, mucho menos ahora que no soy tan activo.

    —Vamos, no digas eso; suena bastante pesimista. No puedes decir que no sabes o no puedes hacer algo si no los intentas antes; prueba y capaz termina gustándote.

    —No creo que exista entrenador en la tierra que me tenga paciencia, créelo. Tengo un amigo deportista y no creo que ni él me tenga paciencia.

    —No puedes ser tan malo.

    —Oh, soy pésimo.

    —No puedes asegurarlo hasta que lo trates. ¿No hay un deporte que te llame la atención por mínima que sea? Primero hay que buscar qué cosas le gustan a uno para el arranque.

    —Quizás suene muy viejo, pero me llama la atención… ¿el golf?

    —Eh… —Karen pareció pensar un poco, en tanto recordaba el juego, hallándolo muy poco convincente; sonrió con naturalidad—. ¿No has intentado el béisbol? Es muy parecido; también tienes que golpear una pelota con el palo.

    —No es nada parecido. En el golf usas un carrito para ir a la base, no corres.

    Karen rio ante el comentario.

    —Eres muy ocurrente, ¿sabes?

    En eso, Rigo hizo acto de presencia después de hacer sus diligencias y retomando el camino, se dirigieron a la ciudad donde vivían, dejando a Víctor, quien agradeció enormemente el favor, en el sitio que él les pidió para que no los desviara de su ruta. El día llegó a su fin.

    A la siguiente mañana, en la escuela, Sol caminaba por los pasillos de los edificios, encaminándose a su aula y escuchó que alguien la saludaba amablemente y de pasadita.

    —Hola, Sol.

    —Hola, Sean… ¿Qué?

    Se detuvo para ver asombrada la espalda del castaño, quien continuó con su camino sin advertir el gran asombro de la joven. Intentando recuperarse del hecho tan extraordinario de ser saludada por Sean siendo chica —porque sí, todos en la escuela sabían de ese problemita con el chico deportista porque era llanamente obvio—, retomó su trayecto, y antes de llegar al salón, divisó a Derek.

    —¿Qué le ha pasado a Sean? —preguntó al llegar a su lado, todavía atónita.

    —¿Qué le pasó? —cuestionó a su vez, asustado.

    —Me saludó, ¡a mí!, una chica.

    —Oh, últimamente está abriéndose un poco más a todos.

    —Eso es bueno. Le hacía falta salir de su burbujita. ¿Cómo lo consiguieron?

    —No fuimos realmente nosotros —Derek se rascó la nuca, avergonzado—. Fue una chica.

    —¡Wow! —Sol se echó para atrás mayormente sorprendida—. ¿Es alguna clase de diosa o algo? ¿Cómo no huyó de ella? Cada vez que yo intentaba hablarle, corría, y eso que lo intenté en varias ocasiones por un largo tiempo.

    —Pues dice sentirse cómodo con ella y por lo que sé, ella es bastante persistente.

    —Qué bien. La persistencia es buena la mayor parte de las veces —avaló Sol, sonriente.

    —¡Chicos!

    Una voz los saludó desde el pasillo y volviéndose, los dos se encontraron con que Víctor se dirigía a ellos, alegre y saludándolos con la mano. La sonrisa de Sol murió al momento de mascullar por lo bajo:

    —Y otras veces no tanto.

    —Vamos, Sol, entremos al salón —pidió Derek con expresión seria, ignorando al rubio.

    Sol asintió y lo siguió al interior del aula, dejando en Víctor una sensación extraña. ¿No lo habían escuchado? Pero si había gritado y no había una desmesurada cantidad de alumnos en los pasillos como para que el ambiente fuera bullicioso. ¿Por qué no le habían regresado el saludo? Se encogió ligeramente de hombros, pensando que probablemente no lo habían distinguido al estar demasiado concentrados en su plática, así que aprovechando que las clases todavía no comenzaban, se adentró al salón de ellos y volvió a saludar.

    —¡Derek! ¡Sol! —Los llamó por su nombre para que no hubiera confusiones—. ¿Cómo están, chicos?

    En lugar de escuchar una respuesta a su pregunta, oyó que el par de jóvenes mantenían su conversación como si simplemente no estuviera allí, como si se hubiesen puesto de acuerdo para no tomarlo en cuenta.

    —¿Terminaste los deberes? —inquirió Sol. sentándose en la butaca ubicada a un lado de Derek a pesar de no ser la suya.

    —Sí, los problemas de física eran un tanto complicados, pero con lo que me explicaste logré terminarlos de manera más sencilla, gracias.

    La extraña sensación se anidó en el interior de Víctor con mayor fuerza. Estaba confundido y como acto reflejo, se plantó entre el espacio de las filas que separaban los asientos de sus dos amigos, impidiendo que se miraran y cortando su conversación groseramente.

    —¡Oigan! —Dijo con voz ansiosa y temblorosa ante lo que parecía ser una especie de rechazo de ellos hacia su persona—. ¿Qué les pasa?

    Ninguno de los dos se dignó dirigirle la palabra, sorprendiéndose un poco ambos. Derek sabía que ignoraba a Víctor y conocía el porqué. Había estado seguro de que Sol le diría algo al rubio como saludo, pero no lo había hecho, y eso que ya era su tercer intento de entablar conversación. Una idea en la mente del pelinegro le dijo que Víctor le había hecho algo a Sol para que ésta lo ignorara de esa manera; y estaba seguro de que no había sido algo agradable. La ira que tenía hacia su compañero creció ante el pensamiento e hizo las manos en puño, descansándolos sobre su regazo. En eso, un sonido de butacas arrastrándose les advirtió que un par de sus compañeros volvían a pelearse. Con velocidad, Sol se levantó de su asiento, dispuesta a detenerlos, aprovechando para salir de la tensión que emanó de pronto entre los tres. Sin pensárselo mucho, Derek también se alzó para prestarle su ayuda a Sol, a pesar de no ser alguien que se metiera en medio de esa clase de situaciones.

    —Espera, Derek.

    Víctor lo sujetó del brazo para detenerlo y que le diera una explicación de su conducta. Sin embargo, sintió que una fuerte ola de frialdad y desprecio lo golpeó cunado Derek se zafó de su agarre bruscamente, como si tan sólo su contacto le fuera repugnante; mas no lo miró en ningún momento antes de seguir su camino. Víctor quedó con la mano extendida y con una opresión en el pecho que le dolió y mucho, además de que le hizo sentir una desolación tremenda. El rubio salió del aula de su amigo, sabiéndose totalmente ignorado y en el transcurso de las clases se mantuvo distraído, pensando qué pudo haberle hecho a ambos para que lo trataran así.

    Lo meditó bastante y llegó a la conclusión de que lo que había pasado un par de días atrás con Sol y el nuevo Steve Jobs era lo que tenía tan molesta a la chica; lo aceptaba, no había sido el más caballeroso, pero tampoco había sido para tanto. Un par de insultitos cualquiera los soportaba, ¿no? Lo que Víctor no sabía era que desde esa tarde, Aldo había preferido ser precavido y en lugar de ir a casa de Sol, directamente para trabajar con Ismael en su proyecto como era usual, ahora le hablaba por teléfono a su amigo para que él fuera a su casa. Sol sabía que su hermano no era de salir mucho y que lo hiciera para ir con Aldo, le decía que éste estaba por completo renuente a pisar su casa; lo que la entristecía porque era la única manera de verlo, aunque también la hacía enfurecer porque todo era culpa de Víctor. Así que simplemente no quería verlo.

    No obstante, el rubio no asimilaba por qué Derek lo ignoraba. Todo lo que había hecho había sido para ayudarlo con la mejor de las intenciones de que su autoestima mejorara y tuviera más seguridad en sí mismo; de allí que no comprendiera su enojo. Mas lo que Víctor no sabía era que Derek se sentía abrumadoramente forzado y que Sara también era forzada; sofocándolos. Además, Víctor no quería ver cuánto hacía sufrir a la pelinegra con sus acciones; sí que lo sabía, pero no quería verlo. Y ahora sentía que estar con él no era placentero porque mantenía la idea de que tarde o temprano volvería a presionarlo para hacer algo que no quería, y sinceramente no le apetecía. De allí que su plan fuera hacer que Víctor analizara bien las cosas y se diera cuenta de que lo que hacía, podía afectar la relación que tenía con sus amigos y cualquier otro involucrado.
     
    Última edición: 17 Febrero 2015
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  17.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Aaaah, que cosas pasan. Primero, al rubio se le olvida la cartera, así que, ¿cómo volvería a su ciudad? Ve a Karen, muchacho espión. La conocía y fingió no hacerlo y jajaja, me encantó esa manera de disimular. ¿Hablando por teléfono para mencionar el nombre de Karen? Qué inteligente, pero bueno, al final fue aceptado y pudo regresar a su casa, no obstante lo que sucedió al día siguiente, me emocionó, es decir, a veces a Víctor le hace falta que alguien lo sacuda. ¿Será que por fin obtendrá una buena lección por parte de la chica que lo trae de un ala y uno de sus mejores amigos? Aunque él no comprende mucho de por qué esa actitud de hielo.

    El cap se ha quedado muy interesante. ¿Qué va a pasar con la amistad de Derek y Víctor? Waaaa, no quiero que termine porque... porque perder a los amigos es muy triste.
    Okey, no me adelanto a los hechos, así que mejor espero la conti para ver como sigue esto.

    Otro genial capítulo, estaré pendiente del que sigue.
    Abrazos par ambas. Las quiero.
     
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  18.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    ¡Hola a los lectores que aún después de medio año de inactividad siguen esperando esto! Primeramente, estamos muy, muy avergonzadas de dejar de lado esta historia por tanto tiempo, ¡lo sientimos mucho! Con el corazón en la mano, prometemos que estamos dispuestas a terminar esta historia cuéstenos lo que nos cueste; ya sea desvelos o bajas calificaciones, ¡ja! Inmensamente agradecidas principalmente a @Marina por su apoyo incondicional, así como a los demás que son fieles.
    Sin mayores preámbulos, aquí la continuación.


    18

    Lo que sí tuvo Víctor muy presente fue que debía disculparse con Sol y Derek por fuera lo que fuese que hubiese hecho. De allí que al concluir las clases, se dirigiera en busca que du pelinegro amigo; no obstante, se vio en la penosa situación de que no lo encontró en ningún lado por mucho que lo buscó, y cuando pidió referencias con sus compañeros de clase, le notificaron que ya se había ido a casa. Sin más que hacer, decidió dejar las instalaciones de la preparatoria Sexto Osses encaminándose a Las Fuentes, esperando encontrar a Sol como a veces solía hacerlo para hablar con ella. Desafortunadamente, tampoco estaba allí, por lo que llamó a su chofer para que lo llevara a la casa de la chica y poder disculparse propiamente. Arribaron después de algunos minutos y pidiendo que lo dejara en la esquina de la manzana del hogar de Sol, Víctor bajó del auto, caminó hasta colocarse frente a la puerta y tocó.

    Casi al instante, respondieron al llamado y Víctor no pudo evitar abrir los ojos con sorpresa al detallar la apariencia del individuo, tratándose de un hombre aparentemente joven, rondando los primeros veintes, flaco, alto, desgarbado, de largo y lacio cabello negro, poseedor de una barba de chivo con uno que otro vello en las mejillas, bigote poco poblado, ojeras de mapache y que lucía con las vestimentas de prácticamente un vagabundo. Fue tanta la impresión del rubio que no pudo evadir la pregunta:

    —¿Quién eres tú?

    —Soy hermano de Sol. ¿Tú quién eres? —inquirió Ismael con desgana.

    —Soy compañero de Sol —respondió Montenegro penando por qué era que lo hermanos mayores eran tan extraños—. ¿Puedo hablar con ella?

    —¡Sol! —gritó Ismael no moviéndose de sus sitio, con voz potente, profunda y grave, sin importarle aturdir a la visita no deseada—. ¡Te busca un tipo! —Se volvió a mirar a Víctor—. ¿Cómo es que te llamas?

    —Eh… Víctor.

    —¡Te busca Víctor! —volvió a gritar el joven.

    Desde algún lugar de la casa, quizás desde su habitación, la disgustada voz de Sol llegó a los oídos de ambos.

    —¡No quiero hablar con él! ¡Dile que no estoy!

    —¡Ya sabe que estás! —respondió Ismael.

    —¡No importa! ¡Dile que no estoy!

    Ismael se encogió de hombros y volvió su atención al rubio.

    —Quesque no está.

    —¡Por favor, Sol! —intervino el adinerado en son suplicante—. Debemos hablar, es urgente. Sólo escúchame, ¿sí?

    Esperó algún tipo de respuesta, pero no obtuvo ninguna.

    —Pues no, no quiere hablar contigo, así que adiós.

    Ismael iba a cerrarle la puerta en la cara, pero Víctor no lo permitió al apresurarse a empujar el ala de madera para abrirla, casi como si quisiera entrar a la fuerza, en tanto gritaba con desesperación.

    —¡No! ¡No me iré hasta que me escuches! ¡He venido a disculparme! ¿No querías oír eso, Sol? ¡Lo siento!

    Tanto él como el hermano de Son se vieron en medio de un intenso forcejeo para cerrar o abrir la puerta, hasta que el rubio tuvo que darse por vencido al ver en el rostro de Ismael la ira que comenzaba a invadirlo por el mal aspecto de la situación; ya que el joven adulto no sólo se hallaba irritado de que un completo ajeno intentara forzarse la entrada a su casa, sino que también estaba la posibilidad de que dicho ajeno le hubiese hecho algo a su hermanita bebé. Tal vez a causa de ese tipo era que Sol había estado tan rara el par de días anteriores, pues no le había dicho nada ni lo había regañado por su constante pereza como habitualmente hacía. Fue por eso que de pronto le dieron ganas de darle un buen puñetazo a esa cara libre de vello facial, y notando sus intenciones, Víctor se apresuró a retirarse del peligro, ya que a él no le gustaban de ninguna manera los golpes y todavía le dolía el que le había dado Derek.

    La puerta finalmente se cerró y él quedó allí, de pie, contemplándola como un tonto por unos segundos, antes de acercarse nuevamente y tocarla con fuerza por segunda vez.

    —Dame un minuto nada más, Sol. En verdad me quiero disculpar. No fue mi intención lastimarte. Me comporté como un niño. No debí ofender al nuevo Steve Jobs y siento llamarlo así, pero realmente no recuerdo su nombre. ¡Por favor, Sol! Dime algo, lo que sea que me muestre que estás escuchado esto.

    No escuchó la añorada voz femenina, pero sí la de Ismael que le advirtió con severidad:

    —Si sigues insistiendo, llamaré a la policía, así que desaparece.

    Víctor sintió muchísima ansiedad de no tener razones de Sol; se hubiese calmado un poco si hubiese sido ella quien lo amenazara, pero ni eso, lo que dejaba en claro su resolución de aplicarle la ley del hielo, cosa que lo inquietaba profundamente, porque no quería; ser ignorado dolía, mucho. No obstante, comprendió que estaba llevando las cosas demasiado lejos; debía tranquilizarse y hacer lo que mejor se le daba: pensar a largo plazo. Dado que estaba por aquel barrio, optó por hacerle una visita a Derek, tanto para disculparse como para desahogarse un poco, pues lo necesitaba. Caminó un poco y llegó a la residencia Duarte, por lo que tocó y quien abrió fue Ester. Al verla, una parte de Víctor casi suspira de cansancio, pues no se sentía de humor para soportar sus acosos.

    —Oh, Víctor, es bueno verte —fue el saludo de ella.

    —¿Está Derek? —indagó él, yendo al grano.

    —Ah, creí que venías a verme a mí. Bueno, nunca pierdo la esperanza —comentó ella con ligereza, alzando los hombros—. No, Derek no está, lo que es extraño porque sí vino a dejar sus cosas, pero de inmediato volvió a salir y no dijo a dónde. Creí que estaría con ustedes.

    —Ya veo, gracias, era todo. Adiós.

    —Adiós, llámame —Ester le guiñó el ojo antes de cerrar la puerta.

    El rubio volvió a suspirar con abatimiento, pensando que todo ese asunto era frustrante a niveles extremos. Entonces, se resolvió a llamar al moreno para ver dónde estaba y si podían quedar, pues ciertamente necesitaban conversar. El timbre sonó y sonó y sonó hasta que lo mandaron al correo de voz; las próximas tres veces que lo intentó resultaron en lo mismo. Desistiendo con él, ahora llamó a Sean en caso de que los dos estuvieran juntos, o en su defecto, para que le diera noticias del otro. Para su desgracia, sucedió exactamente igual que con Derek; no atendió el llamado, así que Víctor comenzó a desesperarse en serio. Se movió inquieto en su lugar, pasando su peso de un pie al otro, en tanto se revolvía el cabello, intranquilo. ¿Qué pasaba allí? ¿Era alguna clase de complot contra él o algo así?

    Y perdido en sus tumultuosos pensamientos, se retiró a su casa, no pudiendo saber que Derek, estando recostado en una banca de la plaza, cubriéndose los ojos con el brazo, se debatía interiormente. Víctor lo había llamado no una, sino cuatro veces y él había decidido no contestarle; se sentía fatal, era un pésimo amigo. ¿Qué tal si estaba en problemas? ¿Qué tal si era urgente lo que necesitaba? Luego recordaba todo lo que el rubio le había hecho pasar, problemas que le provocaban dolor de estómago hasta el grado de que incluso pensaba que ya tenía úlceras, y se convencía de que su amigo necesitaba ese tipo de desplantes. Víctor necesitaba escarmiento y aunque él no se sentía apto para dárselo y mucho menos gustoso, era el único que podía hacerlo. No tenía ni idea de que Sol también se lo estaba dando.

    —Hey, Derek.

    Escuchó que alguien lo llamaba e irguiéndose, enfocó sus ojos cafés en su amigo Sean.

    —Hola, Sean, ¿qué haces?

    —Vengo de comprar bebida atlética. ¿Gustas?

    Derek la aceptó y Sean tomó asiento a su lado.

    —¿Has recibido alguna llamada de Víctor? —cuestionó el pelinegro, con voz opaca.

    —No te sabría decir. Olvidé mi teléfono en casa; como no pensaba tardarme. ¿Por qué preguntas? ¿Sucedió algo?

    —Ay Sean, si supieras —se quejó Derek—. ¿Te acuerdas de que Sara y yo tuvimos una cita en la que tú y Víctor estuvieron espiando?

    —Lo siento por eso, Derek, en verdad. No era mi intención, pero ese flan estaba muy bueno —se sinceró el castaño, inocente.

    —Eso es lo de menos, Sean, es lo de menos. Víctor había quedado con Sara, él planeó esa cita para salir con ella; era la idea original e iba a dejarla plantada.

    —¿Por qué? —Sean frunció el ceño, confundido.

    —Porque es un desalmado que no piensa en nada. No sabes lo decepcionada que estaba Sara de que fuera yo en lugar de él. Aunque intentara mostrar una sonrisa, no estaba feliz; porque no era Víctor, porque no era Montenegro, porque no era nuestro amigo. ¿Y crees que a él le importó? No, porque allí estaba de campante en el restaurante, ese descarado; estaba allí presente, así que tuve que sacar a Sara lo más rápido posible del lugar para que no lo viera. ¿Te hubieses imaginado lo que le hubiera hecho a Sara enterarse de que allí estaba Víctor? La hubiera destrozado, Sean; la hubiera hecho pedazos. Sara es frágil, hay que cuidarla con delicadeza, no tratarla de la patada como lo hace ese desgraciado.

    —¿Eso hizo de verdad? —Sean no cabía en sí de sorpresa al escuchar ese tipo de cosas de uno de sus mejores amigos—. Wow, yo no tenía idea de que Víctor fuera así de… diabólico.

    —Y por lo mismo —asintió Derek—, no entiendo qué puede verle ella a Víctor —Suspiró—. No sé qué hacer, Sean, en serio que no lo sé. Yo sé que Sara no me ve como una opción romántica, yo lo sé; se le nota. Pero que ella insista con Víctor… —Negó con la cabeza—. No, no. Ella no merece estar con alguien como él; merece a alguien mejor, mucho mejor.

    Se quedaron en silencio después de la declaración de Derek y es que Sean era un verdadero inexperto en todo ese asunto de las relaciones de esa índole en la que estaban envueltos los tres, por lo que no pudo darle algún tipo de consejo a su amigo, o ningún otro tipo de comentario. Sin embargo, Derek lo comprendió totalmente, pues sabía que así era el castaño, ya que en realidad, tampoco había platicado aquello con la intención de que le dijera nada; simplemente lo hizo como desahogo y sacar tan inquietantes reflexiones de su sistema. Así, después de unos minutos de quietud entre ellos, ambos decidieron regresar a sus respectivos hogares y labores, por lo que se despidieron para tomar sus propios caminos. Con todo, las cavilaciones de Sean se vieron perturbadas a causa de las palabras de Derek.

    Por un momento no supo cómo sentirse con toda la situación. De un lado, estaba Víctor, su amigo, su camarada, su compañero del alma; aquel individuo al que admiraba enormemente, desde el día que lo conoció. Le parecía fascinante y admirable cómo era que podía actuar tan espontáneamente, tan seguro de sí mismo y con tanta honestidad. De allí que le resultara increíble que hubiese hecho todo lo que Derek le dijo; una parte de él no quería creerlo, pero la otra parte tampoco deseaba dudar del pelinegro. También confiaba mucho en él y sabía que Derek no era de andar lanzando chismes porque sí. Se hallaba muy dividido y confundido, por lo que cuando el día siguiente arribó, no supo cómo tratar al rubio en cuanto este lo divisó y le exigió respuestas.

    —¿Dónde estabas ayer? ¿Por qué no me respondiste cuando te llamé?

    —No estaba en casa y olvidé mi celular —respondió el deportista sin mirarlo a los ojos.

    —¿Por qué no me regresaste la llamada?

    —Estaba ocupado, Víctor —volvió a contestar dando indicios de querer acabar con la conversación lo más pronto posible.

    Y Víctor sintió que aunque estaban frente a frente, una gran brecha los separaba, así que se preguntó con mortificante desasosiego por qué. ¿Realmente existía un complot en su contra? Sean se excusó diciendo que tenía que presentarse con su asesor, y sin más, se retiró de la presencia del rubio, dejándolo con un sentimiento de desolación y pesadumbre bastante significativo. Y es que el castaño prefería, por el momento, mantenerse al margen tanto de Derek como de Víctor hasta que solucionaran sus problemas para no tomar partido de uno y volverse contra otro.
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    ¡Oh, cielos! ¡Sí que me encantó este nuevo capítulo, pero más me fascinó Ismael, en verdad, amo a ese veintiañero, y amo su descripción, e incluso... su poco ética pereza, porque todo él me recordó a alguien que en estos momentos estoy extrañando mucho también, jajaja. ¿Se basaron en él para hacer este personaje tan... a mi gusto o qué? O quizás no y es mera conincidencia, pero wow, eso sí, les quedó genial.

    Desde ya, Ismael se ha convertido en mi personaje favorito, sea que vuelva a salir o no... porque de verdad, me parece súper real xD

    Y bueno, pasando a lo demás, comento que realmente me da mucho gusto que Víctor esté padeciendo esos nervios, porque sí, merecía ese desplante por parte de Derek, además de todo lo que le dijo el pelinegro a Sean, destaco que Derek siente algo muy, pero muy profundo por Sara.

    Y yo pienso que sí, Sarita necesita alguien como Derek :3

    También me gustó mucho la reacción de Sean, muy madura su manera de pensar, pues es amigo de los dos y no quiere tomar partido por ninguno, lo que está muy bien.

    Y para terminar, me da mucho gusto que decidieran continuar esta historia, pues está muy linda como para que siga abandonada.

    Gracias por actualizar. Las quiero, cuídense y que estén muy bien.
     
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    Sonia de Arnau

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    Compañía Anhelada (Comedia Romántica)
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    24
     
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    Marina gracias por tu hermoso comentario, Ismael que sea así no es ninguna coincidencia.

    Una cosa, si creían que la historia estaba complicada, no se compara con lo que viene.


    19


    Víctor quedó estático en su lugar un momento, y aunque le dolió pensar que Sean también lo estaba ignorando, a pesar de que no tenía la más mínima ni remota idea del porqué, decidió imaginar que su amigo en realidad sí tenía asuntos que atender, como siempre; eso sí, lo había percibido y visto muy extraño. Con todo, su prioridad en ese instante era buscar a Derek, aclarar las cosas entre ellos y conocer plenamente la razón de que lo evadiera con tanto recelo que lograba lastimar su corazoncito lleno de buenos sentimientos e intenciones. Fue así que encaminó al salón 3-B, teniendo la más grande de las ilusiones de que se encontrara allí y decidiera escucharlo. Desafortunadamente, parecía ser que todavía no llegaba a la institución académica. Suspiró con desaliento e iba a retirarse cuando divisó a Sol, quien recién llegaba, por lo que optó por intentar poner en claro las cosas con ella otra vez. Se le acercó.

    —Sol, ¿sigues indispuesta? —le preguntó con voz solemne, pero ella lo pasó de largo, haciendo ademán de ingresar al aula, mas él la detuvo sujetándola del brazo, y aunque ella no se volvió a mirarlo, él trató de disculparse nuevamente—. En verdad lo siento. No era mi intención ofenderte y me duele que hagas esto; que seas tan indiferente conmigo. ¿Podrías perdonarme, por favor?

    A pesar de su ruego, el silencio de parte de ella le dijo que no estaba dispuesta a otorgarle su perdón, lo que provocó que su corazón llorara interiormente. Los metiches y chismosos no se hicieron esperar, apresurándose a rodearlos, mientras comenzaban a murmurar entre ellos la escena que presenciaba; se preguntaron qué había hecho Víctor ahora como para terminar en semejante situación, ya que era bien sabido por todos que Montenegro solía meterse en muchos problemas. Entre los espectadores, se sumaría Derek, quien acababa de arribar a la preparatoria y casi había corrido a su salón al escuchar que sus compañeros hablaba de la más actual noticia que se vivía afuera de su clase, siendo Víctor el protagonista; incluso también se preguntó qué había hecho esta vez.

    Al llegar, se sorprendió de ver el cuadro que mostraban Sol y su amigo, y cómo era que ella no se dignaba a dirigirle la mirada, pareciendo incluso que cerraba sus oídos a las arrepentidas palabras del joven. No obstante, lo que terminó por hacer añicos la resolución de Derek de continuar castigando a su amigo, fue lo que este hizo a continuación. Víctor, despojándose de todo signo de orgullo y de la dignidad que el apellido Montenegro le confería, se inclinó hasta que sus rodillas tocaron el suelo, humillándose delante de decenas de pares de ojos, esperando ahora sí tener la atención de la joven Flete, al tiempo que volvía suplicarle:

    —Siento muchísimo haberme comportado como un niño, Sol —dijo con voz temblorosa—. Sé que fui muy inmaduro y hasta me arrepiento de haber insultado al nuevo Steve Jobs. Por favor, perdóname.

    Sol finalmente lo miró, pero sus ojos fueron como dagas de hielo que atravesaron su cuerpo sin piedad, llenándolo de una frialdad indescriptible, siendo su voz al hablar mucho más gélida.

    —¿Tanto así lo sientes? —inquirió ella, escéptica—. Entonces discúlpate con Aldo de la misma manera como lo haces conmigo. Si no puedes, yo tampoco no puedo perdonarte.

    Y zafándose del agarre de Víctor que no había disminuido para nada, ingresó al salón. La campana sonó y por un momento, a los oídos del rubio, esta fue como si se tratara de su corazón que caía sin misericordia al suelo, haciéndose pedacitos, y no fue consciente de que los demás comenzaron a ocupar sus salones, ni de que él seguía arrodillado, hasta que una gentil mano lo sujetó por el hombro y lo apretó suavemente en un intento por consolarlo. Víctor alzó sus cristalinos grises ojos, enfocándolos en Derek, quien lo miraba compasivo, y por primera vez desde que se conocían, el pelinegro lo vio llorar.

    Derek lo levantó del suelo y lo encaminó al baño para que dejara de hacer espectáculo, así que allí pudo descargar su aflicción tanto como quiso. Derek supo que cualquier tipo de resentimiento que hubiese albergado por él, se vio relegado a un muy segundo plano. Cuando pensó en darle su merecido escarmiento, nunca imaginó que Sol había decido hacer lo mismo, por lo que comprendió que era mejor darle el apoyo que necesitaba ahora; sospechaba que ser tratado tan cruelmente por la chica que te gustaba no debía ser bonito. Intentaría no darle más sufrimiento del necesario.

    Al poco rato de que Víctor estuviera encerrado en uno de los cubículos para tener privacidad, Derek vio que la puerta del que contenía a su compañero se abría, dejándolo ver con los ojos rojos a casusa del llanto, las mejillas y la nariz roja por limpiarse las lágrimas tantas veces, y con una expresión de tremenda culpabilidad.

    —Soy un monstruo —susurró y Derek frunció el ceño, por demás extrañado. Acababa de ser humillado públicamente, ¿y se llamaba monstruo?—. Sara debió sentirse fatal.

    Esas eran buenas noticias, o eso esperó Derek; en realidad, no supo cómo tomar esa declaración. Un pieza de su interior se alegraba de que por fin Víctor se diera cuenta de que su frívolo y déspota trato para con Sara, la hería, y eso era bueno porque seguramente ya la trataría más humanamente, tal y como lo merecía. Pero él sabía que Víctor no sentía amor romántico por ella, por lo que, ¿cuánto podían llevarse relativamente bien hasta que él volviera a lastimarla? Y no hablaba exactamente de que él regresara a sus despiadadas actitudes, sino a que simplemente la hiciera sufrir por no corresponderla.

    Algo similar cruzaba por la mente de Víctor, ya que ahora comprendía que no ser tomado en cuenta tan rudamente y ser rechazado sin pizca de tacto o amabilidad, tal como hacía él con Sara, era desgarrador, laceraba sin miramientos y hacía llorar. Y supo que no podía seguir tratándola así, pero tampoco podía tratarla extremadamente bien porque no quería hacerle falsas ilusiones. ¿Cómo rechazarla de plano sin parecer un malnacido cretino? Le dolió la cabeza de tanto pensar y de tanto llanto derramado, así que aclaró su garganta y miró a Derek con una sonrisa.

    —Yo me voy; no tengo ánimos de quedarme. Ya después me preocuparé por eso de estar en boca de todos; pero intenta excusarme si te preguntan por mí. Di que me duele el estómago… No, eso es demasiado cliché, aunque me la he pasado toda la mañana en el baño, por lo que no sería tan inverosímil. Tú regresa a tus clases que no debes descuidar tus notas. Los estaré llamando.

    Y sin más, salió del baño, dejando a Derek un poco contristado y preocupado por él, pues esperaba que estuviera bien. Suspirando, no pudo más que regresar a sus clases, y en el ambiente del aula pudo sentirse una extrañeza indescriptible, mas esa sensación se vio transformada en una aguda tensión cuando aquella tarde, Sol fue a su casa por lo de la tutoría; así que la densidad entre ellos fue palpable e incluso casi visible. Y de hecho, ninguno de los dos supo cómo sobrellevar la situación, por lo que simplemente decidieron enfocarse en los estudios; esta vez sin los saludos formales y habituales, ni las típicas preguntas corteses de “¿Cómo estás?” y “¿Qué tal tu día?”. A pesar de todo, ambos concluyeron que era mejor terminar un poco antes las clases de ese día y así lo hicieron, para finalmente poder respirar un poco.

    CA

    Sean arribó a su casa después de un duro día de diligencias, proyectos y trabajo; ya caía el ocaso dando paso a la noche. Ingresó a su hogar y se llevó la grata sorpresa de que sus dos hermanos mayores habían ido a visitarlos; se alegró de verlos y después de los correspondientes saludos, preguntó:

    —¿Por qué no me avisaron que venían? Habría hecho planes para llegar más temprano.

    —No, no te preocupes. Sabemos que tienes una vida ocupada y no queríamos importunarte —respondió uno de ellos, el de en medio, Francis.

    —¿Y cuánto piensan quedarse? —inquirió el menor de los Britt, curioso.

    —Un par de días —contestó el mayor, Grek.

    Los dos preparaban la cena y no les quedaba mucho para terminarla, por lo que no dejaron que Sean los ayudara; lo que sí, fue que al terminar de cocinar, le dijeron que pusiera la mesa.

    —Por cierto —comentó Grek—, he escuchado rumores interesantes por el vecindario.

    —Ah, ¿te refieres a esos? —indagó Francis, de pronto muy entusiasmado—. Yo también los he oído y son muy buenas noticias.

    —¿Verdad que sí? —Grek asintió, mirando a su hermano menor con una sonrisilla traviesa—. Eh, picarón. No decías nada.

    Sean frunció el ceño, por demás extrañado, perdido en la conversación. Que él recordara, no había hecho nada fuera de lo normal.

    —¿A qué se refieren? ¿Cuáles rumores? —cuestionó inquieto, esperando que no fuera nada malo.

    —Que nos hemos enterado de que has estado saliendo con una chica, lo que es un logro teniendo en cuenta que… Bueno, tienes tu problema —dijo Francis y detrás de él, Grek hizo como que se limpiaba unas lágrimas falsas, al momento de exclamar con alegría.

    —Nos da mucho gusto saber eso. Ahora sí puedo traer a mi esposa.

    —Oh, hablan de Karen —entendió Sean—. Sí, me llevo muy bien con ella. Nos la pasamos bien jugando y compartiendo deberes.

    —Eso está muy bien, es bueno —declaró Francis, feliz—. Nos alegró mucho escuchar eso y más si tú lo estás reafirmado. ¿Hay planes para que sean pareja? Pues también hemos escuchado que se llevan realmente bien. Es más, unos dicen que ya son novios.

    —No, eso es un malentendido —se apresuró a aclarar el castaño—. Tan sólo somos amigos.

    —¿Por qué, si te la pasas tan bien a su lado? —quiso saber Grek.

    —Me la paso bien, sí, pero sólo eso. Es como estar con mis amigos —se sinceró Sean.

    —Oh, bueno, el tiempo lo dirá —finalizó Francis con el tema—. Ya está todo listo para comer. Ve y saca a papá del estudio, anda.

    Sean acató lo ordenado y después de una deliciosa cena y de un rato agradable en compañía de sus queridos hermanos, la noche avanzó hasta que se hizo la hora de dormir, y cada uno se fue a su respectiva habitación. Ya en la soledad de su cuarto, Sean le dio vueltas al asunto que habían sacado a colación sus parientes en cuanto a Karen. Nunca se había puesto a pensar en cómo era que los demás veían su relación y ahora que se enteraba, se sintió muy intranquilo.

    Estaba feliz de haberla conocido y de formar un trato con ella como su primera amiga mujer, demostrándole que no era tan difícil como pensaba, pero hasta allí. En realidad, no podía verla de otra manera; la veía como una buena compañía para pasar el rato, tal como lo eran Derek y Víctor. No lo atraía de esa otra forma. Además, con el lío en el que se hallaban metidos sus mejores amigos, entendía que esa clase de relaciones románticas eran problemáticas y no se sentía capaz de lidiar con algo así, teniendo en cuenta que apenas comenzaba a abrirse con el género femenino. Fue por eso que decidió que en el momento en que viera a Karen, le dejaría todo bien en claro, para que no malinterpretara nada en caso de que escuchara esos rumores también.
     
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