Gakkou Gurashi Colgaremos la estrella esta noche

Colgaremos la estrella esta noche​

"Desearía celebrar la Navidad como lo hacíamos antes".​

Yuri desvió su atención de la carretera un instante para poder observar el asiento de atrás. Miki había acabado rendida por el largo viaje y reposaba su cabeza en el hombro de Yuki, quien ya hacía rato que se encontraba babeando en sueños. Taroumaru se había acurrucado en su regazo, y los tres conformaban una escena que irradiaba calidez y tranquilidad.

Volvió la vista al frente con una sonrisa, sintiendo la mirada de su copiloto posada en ella. Kurumi le devolvía el gesto, aguantando el cansancio solo por quedarse despierta junto a ella en lo que durase el viaje. No podía permitir que la mayor se encargase de todo ella sola.

Un suspiro salió de sus labios al recordar la fecha que marcaba el vehículo: 25 de diciembre. Desvió su mirada hacia las calles desérticas, adornadas con la luz del atardecer, reviviendo los recuerdos que aquella fecha tan especial siempre habían marcado en ella. Imaginó las calles adornadas de luces, de risas, de vida. Y a los pocos segundos, al pestañear, la realidad le recordaba que el mundo ya no era lo que fue antes. Aquellos muertos vivientes se lo recordaban a cada instante.

Pero el rostro inocente y lleno de vida de Yuki cruzó por su mente con fugacidad, y abrió los ojos al percatarse de que había estado equivocada todo este tiempo. No, el mundo no había acabado. No mientras ellas siguiesen allí.

Y mientras ella estuviese viva, se encargaría de no borrar jamás la ilusión del rostro de aquella niña que las llenaba de felicidad.

De un momento a otro dio un giro brusco con el volante, haciendo que las jóvenes se removiesen en el asiento de atrás.

—¿Qué estás haciendo, Yuri? La escuela no está por...

—Cambio de planes: hoy dormiremos en otro lugar.

***

Cuando Yuki abrió los ojos, ya no se encontraba en el asiento del coche. Se reincorporó con cuidado sobre aquella cama, hasta que una voz llamó su atención.

—¡Senpai! —aquella vocecita hizo que los ojos de la niña se iluminasen, y saltó de la cama en cuanto Miki abrió la puerta de aquella habitación para abrazarla, para su mala suerte—. ¡A-ah! P-para senpai, las chicas nos están esperando, ¡vamos!

Y tomó su mano para tirar de ella. En cuanto las puertas de la estancia se abrieron ante Yuki, su expresión reflejó una enorme sorpresa e ilusión reflejadas en sus ojos. Soltó con suavidad la mano de Miki, y dio un par de pasos al frente.

Aquella sala estaba decorada por luces y viejos adornos navideños. En la mesa algunas de las sobras de comida habían sido adornadas para la ocasión. Pero lo mejor era el pequeño arbolito que se encontraba ante ella, con algunos regalos debajo de él.

Absorta, no reaccionó hasta que sintió a Kurumi ponerle un gorro de navidad en la cabeza con diversión, y colocó en su mano una pequeña estrella.

—¿Qué, te gusta? ¡Todo fue idea de Yuri! Su casa quedaba cerca y aún conservaba adornos de navidad —Taroumaru correteó entre sus pies, ladrando con felicidad y un gorrito en su cabeza obstruyéndole la visión. La joven no pudo evitar reír—. Parece que a Taroumaru sí que le gusta su disfraz.

—¿Te encuentras bien, Yuki? —Yuri ladeó la cabeza, visiblemente preocupada—. ¿No te gusta?

—Yo... Yo... —farfulló, sin saber que decir. Pero pronto antes de que sus orbes se volviesen cristalinos, corrió a abrazar a todas sus amigas con gran felicidad—. ¡Muchas gracias, chicas! ¡Este es el mejor regalo de Navidad del mundo!

Y ante las miradas enternecidas de todas, Yuki colocó la estrella sobre el arbolito de Navidad. Y la estancia comenzó a brillar con luz propia.

Después de todo, el espíritu aún continuaría en ellas para siempre.