Colectivos in Action

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Vintage Bomb, 3 Enero 2011.

  1.  
    Hibari.

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    Estos dos son hermosos, son tal para cual ;__;
    Incluiste lo que te había dicho de Allegra ayer en el rol, aww <3
    Amo la relación que tienen, Allegra lo quiere mucho aunque no lo admita. ;3;
    Che, sí que el A&A dominaré el mundo <3
    Gracias por dedicarmelo, Enn º3º

    Saludines <3
     
  2.  
    Antonio Corazoncito

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    Título: Feliz San Valentín
    Colectivo: We have a baby~~
    Personajes: Isaac Evangeline Larocque, Dante Mittaritone, Bianca Cianchi Romano y Ellery Klein.
    Palabra: Belleza
    Summary: "Feliz San Valentín Dante" Por una vez, el quiere tratarla bien, y nosolo por las amenazas de Klein ni los dulces prometidos por Romano.
    Palabras: 290
    Notas: Dedicado a Hibari.

    Feliz San Valentín

    Isaac mira el interior de la habitación y desde lejos, Bianca le anima con un gesto de la mano, el puño cerrado y el pulgar arriba.

    Ella un poco nerviosa se adentra en el sofá con algo en la espalda.

    —Dante —Llama, ilusionada. Él, medio adormilado la mira, y, algo en ella hace que se despierte de golpe.

    No sabe por que, pero, durante un momento, la ha visto hermosa. Una chica de gran belleza.

    —¿Sí?

    —Feliz San Valentín —Le tiende, sonrojada, una caja de bombones. Dulces preparados por ella misma con gran cariño y amor.

    -

    Desde la puerta de la habitación, los demás rezan por que Dante sea suave con ella y no los desprecie.

    —Gracias Isa —En las venas de Mittaritone parece despertar su ascendencia italiana y sonríe realmente cariñoso a la chica. Seguramente por que le dio dulces sin pedir nada a cambio. Aún así, él se levanta y le da un beso en la mejilla.

    Ella se va contenta y cantando a su habitación, pegando saltitos al estilo de Heidi.

    En cuanto están fuera de peligro y Isa no puede descubrirlas, Bibi y Ellery se adentran en el salón y sonríen.

    —Bien hecho —Por una vez, Ellery no le golpea y sonríe. Bianca le tiende una bolsa de dulces, también sonriente.

    —Ahora trátala así durante todo el día y te doy otra. Si no…

    -

    No hace falta que la veneciana termine la amenaza. Él sabe perfectamente que pasará. No solo se quedará sin dulces… también se ganará unos cuantos golpes censurados de Klein.

    Aunque… también tenía intención de hacerlo, y no solo por lo las amenazas y las promesas de ambas jóvenes.

    Él quería tratar de forma cariñosa a la rubia, y no sabía por qué.
     
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  3.  
    Antonio Corazoncito

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    Título: Feliz Encuentro
    Colectivo: Katekyo Hitman Reborn! Diesbathl-Ringe
    Personajes: Vanessa Lane y Angelo Gabbiani.
    Palabra: Pasado
    Summary: Aquel encuentro no era tan feliz como ella lo imaginó. ¿Por qué ahora eran enemigos?
    Palabras: 232
    Notas: Son primos~

    Feliz Encuentro

    Vanessa se queda de piedra al verlo.

    ¿No estaba muerto?

    Bueno, estaba claro que no por que lo estaba viendo con sus propios ojos. Pero… si no estaba muerto… ¿Por qué no la había avisado?

    —¿Angelo? —Se acerca un paso. Con un cautela escondida, y alza la mano hacia él.

    —¿Y tú eres…?

    Esa es la gota que colma el vaso. Susurra algo, mientras nota como las lágrimas luchan por salir de sus ojos. Pero ella es más fuerte y está echa a prueba de lágrimas. Así que lucha y las contiene.

    —Vanessa Lane —No hace falta decir más. Ese nombre a él le suena mucho. Siente una extraña nostalgia, que no entiende. Ella es su enemiga. ¿Entonces? ¿Tiene ella que ver con su pasado?

    Intenta recordar algo de su pasado, pero todo está en blanco, y, de repente una imagen.

    Una niña de cabello castaño recogido en dos trenzas y un vestidito blanco va hacia un niño. Él sonríe cariñoso al verla.

    —¡Angelo!

    —Hola Vane…

    De nuevo blanco y nada más.

    ¿quién era esa niña? ¿Y su adversaria? ¿Por qué puso el mundo que conocía patas arriba aquella mujer de ojos verdes y cabellos tan castaños que se parecía tanto a aquella niña del vestido blanco?

    —¿Vane? —Prueba, y ella asiente.

    —Hola, Angelo.

    Gabbiani deseaba conocer su pasado. Pero… ¿Por qué alguien que le había hecho recordar algo es su enemigo?
     
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  4.  
    Hibari.

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    Nombre: --
    Categoria: Desafío [Nº 2]
    Colectivo: Katekyo Hitman Reborn! D~R
    Palabras: 2.034
    Personajes: Vanessa Lane, Alexander Gray, Angelo Gabbiani y Allegra Stranggio.
    Nota: Final caca, morí escribiendo esto xD
    ---
    La batalla que se desató entre los Vongolas y los “falsos Vongola” había acabado finalmente. Jenell y Hazel comenzaron una alianza entre ambas familias, siendo la familia de la primera la que se integró a la de la segunda.
    Las cosas iban bien, normales. La convivencia entre ambos grupos era en ocasiones un poco conflictiva. Comúnmente cuando Cawley se le insinuaba a Allegra, ganándose unas miradas no muy amistosas de Angelo y Vanessa.
    Alexander se encontraba sentado en uno de los sofás de la base. Desde la llegada de los nuevos “integrantes”, sus hermosas siestas se habían visto interrumpidas considerablemente. Ahora solamente podía dormir en una habitación con la puerta con llave o en su defecto, cuando todos estén ocupados.
    Sintió como unos finos brazos rodeaban su cuerpo, medio dormido alzó la vista encontrándose con el rostro sonriente de su contraparte.

    —Con esa cara de dormido te vez adorable —canturreó Allegra abrazándose al inglés, acción que no le agradó bastante a Angelo, quien simplemente observaba apoyado en el margen de la puerta.

    El de ojos verdes no opuso resistencia y dejó que la castaña le siguiese abrazando como si de un muñeco se tratase.
    Y quizás, sólo quizás, abría recuperado su sueño de no ser por un cuchillo que se clavó entre sus piernas —afortunadamente, sin dañar nada de vital importancia en su vida—.

    —Alexander… —llamó la voz de Vanessa. Gray tragó en seco, por alguna extraña razón sentía que estaba en medio de una guerra de miradas. Puesto que los ojos verdes de Lane, se clavaron en los avellana de Allegra.

    Pero esta última sonrió burlona y abrazó aún más al inglés.

    —Hola Vane —saludó Stranggio con una sonrisa.
    —Alex, vamos a entrenar —habló Lane, era definitivamente una orden. El guardián de la tormenta sabía a la perfección que si iba moriría…y si no iba, también.

    Se soltó del abrazo que la italiana le estaba dando y se puso de pie. Se despidió de Allegra con un gesto y se fue siguiendo a la mayor.
    Llegaron a lo que era el campo de entrenamiento, donde los habían preparado cuando apenas ingresaron en la familia. Vanessa se dio la vuelta, encarándolo. Era hora de que el joven comenzara a tomarse las cosas enserio. Tenía que aprender a pensar en que todas las batallas podrían ser la última.

    —Es momento que te quites lo vago —comenzó—Cualquier batalla puede ser la última.
    —Pues peleando contigo será la última —musitó él a la vez que se fregaba un ojo.
    —Eso sólo depende de ti —la italiana sacó su caja de armas mientras que con su otra mano, acercaba la llama azul de su anillo—Vamos, Pomita—canturreó con una sonrisa. Fue cuando de la diminuta caja, salió una felina blanca de rayas negras.
    —Pobre animal… —susurró Alexander por el nombre que la dueña le puso a la gatita. Suspiró resignado y sacó su caja—Después de esto quiero darme una larga siesta sin ser despertado…

    A Vanessa le salió un tic en el ojo por lo que dijo. Cada vez pensaba más que la determinación del inglés era poder dormir todo lo que quisiese. ¡Pero qué vago!
    Alexander repitió la acción que la mafiosa había realizado; una hermosa pantera negra hizo aparición.

    —Hola Thymós —saludó Gray, ganándose un gruñido del animal.
    —Y críticas el nombre de mi Pomodoro —reclamó Lane.
    —Por lo menos mi arma no se llama “Tomate” —bufó él sacando sus cuchillos.

    Vanessa rodó los ojos y lanzó tres de sus cuchillos apuntando hacia la boca. Sin embargo, fueron fácilmente esquivados cuando Alex se agachó.

    —Eres muy obvia; apuntar a mi boca para que me “calle” ¿O no?

    Thymós gruñó, caminando en círculos con Pomodoro. Mirándose mutuamente, siguiendo los pasos del otro, listos por si alguno de los felinos pensaba atacar primero.
    Vanessa sonrió de lado, era momento de comenzar a pelear enserio. Formó un abanico de cuchillas y corrió en dirección del pelinegro.
    Porque sabía que el ataque cuerpo a cuerpo no era su fuerte. Y la verdad, la cosa seguía igual que la primera vez. Alexander esquivaba a duras penas los ataques de la castaña.
    Ella torció el gesto, pues sabía lo que Gray hacía.
    Solamente esquivaba los ataques que podrían dejarlo mal parado, el resto los dejaba pasar.

    —La cosa sería distinta si te estuvieses enfrentando a alguien que usa veneno en sus cuchillos —reclamó—¿De verdad eres la Tormenta Vongola? Por favor, díganme que es un mal chiste —bufó, aunque por dentro sonreía.


    Sea lo que sea que estaba planeando, parecía estar funcionando puesto que el de ojos verdes comenzó a prestar atención a las palabras que salían de su boca.

    —El deber del guardián de la tormenta es atacar constantemente al enemigo sin darle descanso, convirtiéndose así en la tormenta violenta que lo destruye todo.




    —Yo hago eso, pero en otro sentido —musitó Allegra—Yo arraso en todos los sentidos ¿Verdad, Angelo? —preguntó dándose la vuelta.
    —¿Por qué me trajiste a ver su entrenamiento? —preguntó el rubio evadiendo la pregunta.
    Ambos italianos estaban en una sección del campo donde los espectadores podían apreciar
    —Sólo quiero asegurarme de algo —contestó ella con una sonrisa sensual. Angelo se limitó a alzar la ceja, sin acabar de entender.

    ——


    Alexander ya estaba podrido de que siempre le recriminaran sus hábitos, que lo subestimaran o compararan con otros guardianes anteriores.
    Le gustaba dormir ¿Y qué? No lo hacía menos guardián que los otros.
    Vanessa sonrió suavemente al ver la mirada del inglés cambiar radicalmente. Era la chispa que encendía la llama de la tormenta en su anillo. Alexander peleaba por demostrar que lo valía.
    Una suave sonrisa se dibujó en sus labios. ¿Lane quería una tormenta? Pues la tendría, y él se la daría con mucho gusto.

    Los cuchillos que la italiana lanzaba comenzaban a ser fácilmente esquivados por él. Vanessa sonrió satisfecha ante el cambio de actitud del inglés, mostrando completamente sus habilidades.
    Sí, el cuerpo a cuerpo no era lo suyo. Pero sin duda esquivar le resultaba un juego de niños.
    Thymós gruñó con fuerza, llamando la atención de la veneciana. Alex aprovechó ese corto segundo de distracción y lanzó una daga que se clavó en la pared, con la manga de la camisa de la mujer de por medio.

    —El chico es flexible —canturreó Allegra, sin embargo Angelo estaba más ocupado mirando su reflejo en el espejo—Ahora es seguro, el chico es bueno en la cama.


    El rubio prestó atención a esas palabras y observó con una expresión molesta al inglés.


    —Sabes perfectamente que él ni nadie se puede comparar conmigo —gruñó bastante molesto a la vez que la volteaba tomándola de la cintura y como de costumbre, besó sus labios.


    El beso perfecto que sólo él sabía dar.
    Se alejó de ella y se fue molesto. Allegra suspiró y se volteó para seguir viendo el entrenamiento, cuando un cuchillo pasó cerca de su rostro, cortando su mejilla.
    Vanessa tenía un sentido del oído fuera de lo normal; perfecto. Y una mano libre para lanzar sus cuchillos, el cual fue a parar a donde estaba la italiana.
    La falsa Vongola sólo sonrió burlesca.


    —Ni se te ocurra tocarlo, Stranggio —pronunció Lane—No voy a dejar que contamines a ninguno de los guardianes Vongola. Y mucho menos a Alexander.


    Sí, eso era una amenaza al Vanessa Style.
    Alexander se quedó mirando como ambas italianas intercambiaban miradas. Vanessa se quitó la daga que estaba clavada en su manga y la arrojó en el piso.


    —Lo hiciste bien, Alexander —felicitó—Ahora ve a darte una siesta, yo tengo cosas que hacer.


    Allegra sólo sonrió burlona por la forma en la que Lane le miraba.
    Gray guardó a su pantera negra en su caja y se dirigió a la zona de espectadores.


    —Diviértete observando —susurró Allegra en su oído una vez llegó. Después de esto se quitó la camiseta color coral que llevaba puesta, mostrando su abdomen y uno de esos top deportivos que cubrían solamente el busto—Cuídame esto, cariño —sonrió con sensualidad y depositó la prenda en el hombro de Alex.


    Para entonces, Angelo ya había llegado y visto todo. Torció el gesto y masculló algunas cosas entre dientes. Estaba molesto, sí, pero no iba a irse. Se quedaría, sólo por si algo llegaba a pasar.
    Y si la cosa llegaba a mayores, no dudaría en unirse a Vanessa.
    Ambas mujeres se miraron fijamente durante unos segundos. Todo hubiese estado en silencio, si no fuese por el fuerte ronroneo de Pomodoro.
    Allegra encendió la llama de su anillo y abrió su caja de armas.


    —Hola Kisi —Stranggio saludó a su querido mono, quién simplemente se abrazó a su cuello en un gesto de cariño hacia su dueña.
    —Y Alexander critica a mi Pomodoro —bufó la castaña. A lo que el mono le sacó la lengua, burlándose.

    Allegra sacó su látigo y la pelea dio inicio.
    Lo primero que Vanessa notó fueron las burlas del mono. Sonrió levemente.
    No iba a caer en la trampa, claro que no. Conocía esa estrategia, donde el animal distraía al oponente y su dueño atacaba.

    Qué anticuado.

    Su atención estaba totalmente centrada en Allegra. Abrió un abanico de cuchillas en su mano y corrió en dirección a ella.
    Pero Stranggio está muy tranquila, no muestra señales de defenderse. ¿Qué es lo que pasa?
    La respuesta llegó con un hermoso golpe que la hizo soltar los objetos punzantes. Automáticamente sacó la vara que traía escondida en su pierna y repelió un ataque físico que seguramente la hubiese roto la nariz.

    —Pero qué demonios…—murmuró al ver al animal frente a ella.

    El mono no servía de distracción, era el ataque. Kisifur estaba entrenado para utilizar una vara como arma, mientras que su dueña…se limaba las uñas, como si fuese raro.
    Aunque claro, no estaba previsto que Pomodoro se subiese al lomo del mandril, tocándolo con sus llamas de lluvia.
    Antes de que las llamas hicieran completamente efecto, el mono se las arregló para golpear al felino lo suficientemente fuerte como para que perdiese la conciencia.

    —Creo que ahora somos tu y yo —Vanessa sonrió, guardando su vara en su lugar y retomó sus cuchillos.
    —Suerte en intentar vencerme —Allegra sonrió burlona.

    Ambas iban prácticamente parejas. Allegra tenía facilidad para esquivar los cuchillos de Lane y la misma evitaba el látigo que se hacía más largo por la propiedad de las llamas nube.
    Stranggio lamentaba haber dejado sus esposas en su habitación. Le hubiesen venido muy bien cuando Lane consiguió hacer que soltara su arma.

    Torció el gesto y corrió en dirección a la vara que había usado Kisifur momentos antes. Se tiró al piso y una vez lo alcanzó lo utilizó para alejar los cuchillos de ella.
    Se vieron completamente igualadas cuando la de ojos avellana se acercó a la castaña para iniciar un combate cuerpo a cuerpo, obligándola a usar su vara también.
    Angelo observaba la pelea bastante interesando. Aunque la verdad, no sabía a quién apoyar.
    Por un lado, estaba Vanessa, quien se hizo querer por él en muy poco tiempo. Por otro lado, era con su compañera Allegra con quien peleaba.

    A Alex sinceramente, le daba igual quien ganase o quien perdiese. La verdad, ambas tenían las mismas posibilidades. Quizás y con mucha suerte, la cosa llegara a empate.
    Suspiró y dejó la camiseta que Allegra le había dejado, colocándola en el hombro del rubio. Seguido, salió de ahí seguido de Shiratama.
    Una hermosa siesta lo estaba esperando.

    Angelo no le prestó mucho atención. Sin embargo, se llevó la camiseta de su compañera al rostro y aspiró su olor.
    Una sonrisa se dibujó en sus labios al pensar que después de eso, Allegra iba a necesitar relajarse.
    Y él sabía muy bien cómo hacerlo.
    En silencio siguió observando la batalla, viendo como ambas mujeres daban pelea con sus respectivas varas.
    Suspiró suavemente, el resultado era muy obvio.

    —Deberían estar peleando por mí —bufó apoyando su rostro en la palma de su mano.

    Vanessa y Allegra se miraron mutuamente, jadeando. Respiraron hondo y corrieron en dirección de la otra, con intenciones de dar por terminada la batalla.

    Doble Knockout

    Angelo sonrió con superioridad, había acertado, otra vez.
    Él lo sabe todo, y nunca se equivoca.
    ---
    /Die

    Edit: Me faltó la frase de Allegra cuando usa su vara, pero flojera de agregarlo xD
     
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  5.  
    Antonio Corazoncito

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    Angelo NUNCA se equivoca, exacto xDDD
    Me encantó, no paraba de reir al ver como Angelo se ponía celoso de Alex xD, a pesar de que ya sabía que lo iba a hacer por que él es así xDDD
     
  6.  
    Elizabeth

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    Colectivo: Winderstand der Nox y Psyquiatric
    Desafío nº 2.
    Palabras: 2015
    Nota: Una continuación al reto de crossover a petición de Alice Rose.


    Volved al hospital psiquiátrico.

    Cuando Rosetta les dijo eso intentaron negarse, inventaron un historia sobre la alergia de Lara a los psiquiátricos pero claro, sólo a ellos se les ocurría decir que la misión había ido estupendamente.

    Si Amsel se llegaba a enterar de que los querían internar, estaban seguros de que ella los dejaría en la puerta con un lazo en la cabeza.

    Los cuatro decidieron pasar lo más desapercibidos posible, para ello, la solución más rápida fue hacerse pasar por doctores, enfermeras o, simplemente, pacientes.


    Alex sonrió al ver a Lisbeth vestida de enfermera pero no pudo evitar quejarse al ver que su hermana se haría pasar por paciente.


    Así no le dirán nada si dice algo sobre Winderstand además ¿quieres que los doctores la acosen al verla como una enfermera? Ante las razones que la sueca le dio, Scarlett no pudo negarse.

    Se separaron como la vez anterior, Alexander, haciéndose pasar por doctor, se encargaría de las enfermeras o doctoras, en resumen, del público femenino. De esa manera, no le sería difícil acceder a sitios confidenciales.

    Tsu, por su parte, revisaba el comedor, mirando las sombras de los pacientes mientras esquivaba papillas y cubertería volante. Estaba tan concentrado en su tarea que no notó que chocó contra alguien.

    Al alzar la vista, descubrió a la chica de la última vez quien le miraba con una ceja alzada.

    —Ven conmigo —Morena agarró a Nonumura del brazo y le arrastró por infinidad de pasillos, Vivianne ya no podría decir que tenía alucinaciones con un japonés vestido de manera extraña.

    Del Percio sitió como el japonés intentaba librarse del agarre.

    —Lo siento señorita pero tengo que cazar sombras.

    Otra vez con lo de cazar sombras, ese chico no estaba bien de la cabeza aunque, estando en un psiquiátrico ¿Quién lo estaba?


    —Morena ¿qué estás haciendo?—genial, Vivianne aparecía, ahora a Morena sólo le faltaba mostrarle a ese chico para que la psicóloga dejara de intentar hablar con ella sobre alucinaciones.

    La paciente se giró y fue a acercarse a Weigel arrastrando consigo a Nonomura, cuando la voz de Vivianne la paró.

    —¿Por qué estas aquí sola?

    —No estoy aquí sola, ¿acaso esta ciega y no lo ve?—Morena se giró, sintiendo que su cara palicedía, el japonés se había liberado de su agarre y tal como había venido se fue.

    Vivianne la miraba con un gesto serio y Morena supo que otra charla sobre chicos japoneses raros imaginarios se avecinaba.



    Lara vagaba sin rumbo por los pasillos, mirando atentamente las sombras de todo aquel que se cruzaba en su camino.

    —¡Amiga!—oyó que gritaron detrás de ella.

    Al girarse se encontró con Emily quien le sonreía y se acercaba a ella para abrazarla.

    —No te había visto desde que tu hermana te arrastró con ella—antes de que pudiera negar que Vanger fuera su hermana, Emily la arrastró por los pasillos—Hoy si que sí, ya verás como te haces amiga de Akito también.

    Por muchas veces que dijera Milie no quiero ir la morena no la escuchaba. Lara sentía que estaba haciendo un viaje al pasado y, viendo lo que ocurrió la última vez, quería regresar inmediatamente a su tiempo.

    Sólo espero que esta vez no nos internen.


    Lisbeth entraba sin permiso en las habitaciones de los pacientes, hacia que revisaba a saber qué y salía. Se había recorrido medio hospital, lo peor era cuando, al encontrarse con la doctora de cabellos blancos, tuvo que esconderse detrás de una planta.

    Desde ese momento las enfermeras y pacientes la miraban algo raro.


    En una de las habitaciones, un chico miraba por la ventana, no se movía ni siquiera le había mirado. Mejor, así no tendría que poner las tontas excusas que llevaba poniendo toda la mañana.

    Al pasar a la siguiente habitación, no sabía si salir corriendo o hacer que no le conocía.

    Parecía que el niño del parche si se acordaba de ella.

    —¿Qué haces aquí loca y vestida de enfermera?— tal y como había visto la primera vez, el chico se cambió el parche de lado.

    —Tú y yo no nos conocemos, soy enfermera y he empezado a trabajar hoy—puso su mejor sonrisa y el tono más cariñoso que la cara de desconfiado del chico le permitía.

    Agito sonrió, posiblemente si al verla estuviese Akito, habría caído en eso pero él la recordaba perfectamente. Si él estaba internado ahí esa loca debería estarlo también.

    —Entonces llamaré a Felicity, la doctora del otro día… Ah cierto, que no la conoces.

    Ese crío se las iba a pagar muy caras como se atreviera.

    —Lo siento, ¿por qué no te estas quieto? No querrás que llame a otra de las enfermeras y les diga que estás demasiado alborotado— Lisbeth era experta en jugar a esos juegos y ni que decir sobre actuar.

    El silencio y la tensión inundaron la habitación. Ambos entrecerraron los ojos como en las películas del oeste, el resultado sería fruto de la rapidez con la que Agito gritara y Lisbeth le tapara la boca.

    —¡Socorr..!—Agito no acabó la frase cuando sintió un descarga que le recorría.

    Juego sucio, Lisbeth sonrió pero su sonrisa se fue al tener que detener al chico que intentaba salir.

    —Akito ¿Por qué hay tanto alboroto?

    Mierda, Felicity había entrado y su sorpresa al ver a la “supuesta” hermana de Akito fue enorme.

    —Usted no debería estar aquí—le dijo a Beth.

    En ese momento tenía que improvisar y mejor que la última vez. Aunque el verla vestida de enfermera y por los datos que la psicóloga tenía de la última vez que la vio, sería increíblemente difícil.

    Contemplando las opciones, Vanger estaba a punto de actuar cuando Lara y Emily entraron.

    Ambas se miraron y supieron que deberían hacer lo de la última vez: correr. Pero esta vez sus acompañantes ya estaba preparados y fueron sujetadas por ellos.

    —Vosotras sois las que eran de otro psiquiátrico y se colaron aquí… ¿Por qué habéis vuelto?

    Lisbeth tenía que pensar y rápido, antes de que a Lara se le ocurriera abrir la poca. Aunque, ya que pensaban que estaban locas ¿Por qué no seguirles el juego?

    —Vine a ver a mi hermano, Akito te echaba tanto de menos— intentó abrazar al chico pero este te alejó.

    Miraron a Lara, Beth rogó porque se le ocurriera algo razonable.

    —Este es menos blanco.

    ¿Este es menos blanco, que clase de respuesta era esa? Todos los psiquiátricos son igual de blancos.

    —A mí todos me parecen igual—murmuró Emily y luego miró Felicity— ¿se van a quedar aquí? Ya has visto que les gusta más, Felicity di que sí, seremos grandes amigas.

    Ah no, ni loca se quedaría Lisbeth en ese sitio y menos cuando el chico de pelo azul se la tenía jurada. Seguramente si se quedaba, le haría la vida imposible y acabaría tan loca como Minato y se vestiría como Tsu.

    Tenían que salir de allí, cuanto antes.

    Cuando entró Alex a la sala vestido de doctor, vio su oportunidad. Vanger le hizo un gesto con la cabeza, era necesario que improvisara.

    —¡Así que aquí estabais! Siento que os hayan causado problemas, estábamos buscándolas por todo el recinto y pensamos que quizás habían vuelto aquí— Alex sonrió causando un leve sonrojo en las mejillas de las dos mujeres.

    —No pasa nada, ¿ya se van?—preguntó Felicity ante la cara triste de Emily.

    Alex asintió, intentando no mirar el puchero que Emily hacía, si la miraba seguramente acabaría diciendo que no. A veces, ser tan caballeroso no era bueno.

    —Ellas tienen amigos en el otro hospital y no querrás que sus amigos estén tristes—Felicity acarició la cabeza de Emily mientras los Jagger se iban.


    El problema era encontrar la Tsu, aunque Lisbeth propuso dejarlo allí, total pasaría desapercibido, los hermanos se negaron.

    La sueca, tras meditarlo, propuso buscarlo, no quería que Rosetta le hiciera volver a por él.

    —Ya cacé las sombras—Tsu apareció tras ellos.

    —Idiota, no nos des esos sustos—se quejó Lisbeth.

    Ya estaban los cuatro, ahora sólo les faltaba salir de allí antes de que alguien los viera. Se pusieron a pensar cual sería la mejor forma de salir, el coche estaba cerca de la puerta principal pero si iban a ella seguro les descubrían.

    —¿Puedo unirme a la conversación ~?—preguntó el rostro sonriente de Heine Vadrick mientras desenvolvía un caramelo.

    —Estamos buscando la mejor forma de salir de aquí ¿podría darnos alguna idea?—si no fuera por la situación en la que estaban Tsu ya habría muerto electrocutado.

    Heine se sorprendió al reconocerlos, sonrió al parecer le estaban dando una segunda oportunidad para tratar con ese cuarteto.

    —Claro~ acompáñenme.

    A pesar de que Lisbeth se negaba diciendo que era una trampa, Tsu y Lara iban detrás del psiquiatra. Alex sólo la sonrió.


    —Si es una trampa podemos hacer lo de la última vez, además no hemos revisado la sombra de este—eso era precisamente lo que Lisbeth quería evitar, la sensación de atravesar paredes le había revuelto el estómago.

    El inglés y la sueca se sorprendieron al ver allí a Akito, Emily, Felicity y dos mujeres más que no conocían.

    —Te dije que existía Viv—Morena sonrió y saludo a Nonomura.

    Vivianne miró sorprendida al japonés ¿de verdad podía existir alguien tan extraño?


    —¿Habéis venido a llevar a Winderstand~?—preguntó Heine con una sonrisa.

    Encima el doctor caramelos se burlaba de ellos.

    —Lo siento, se necesita ser genial para entrar—respondió Lisbeth burlona.

    —Oh ya veo~ Entonces no admiten a gente que desborde genialidad.

    —Aquí la única que desborda genialidad soy yo, doctor fracasado.

    El resto escuchaba atentamente ¿en qué momento se había convertido eso en una competición de narcisistas?

    —Hagamos un trato, si probamos que tenemos poderes no dejaran salir.

    Los tres doctores se miraron y, tras un debate que parecía telepático, la sonrisa de Heine ganó.

    —Adelante.

    Bastó esa palabra para que Lara se cortara el dedo y comenzara a hacer figuras con su sangre. Emily y Akito, que había vuelto a ser él, miraron asombrados las habilidades de su nueva amiga, deseando aún más que se quedase.

    Alexander se hizo invisible, volvió a aparecer al lado de Felicity y esta contempló, perpleja, como su brazo atravesaba su cabeza.

    El siguiente fue Tsu quien hizo que una escena de una de las películas que nombró Morena sucediera delante de ellos. Todos miraron asombrados, Vivianne se pellizcó la mejilla para ver si era real.

    Lisbeth, siendo la última, puso su mano encima del escritorio de Heine pero nada pasó.

    —Parece que tus poderes están estropeados—comentó Vadrick sonriendo.

    La sonrisa de la sueca fue mayor.

    —Yo que tú miraba tu ordenador. Por cierto, la cafetera dice que dejes de beber tanto, que tanta cafeína es mala para la salud.

    El ordenador del psiquiatra estaba echando humo y Lisbeth sonrió arrogantemente. Ella era más genial que él y se lo acababa de demostrar.

    —Entonces nos vamos…—dijo Lara pero fue detenida por Emily.

    Detrás de ellos, Heine comía un caramelo.

    —No dije en ningún momento que aceptara ~

    Alex sonrió y los cuatro Jagger se tomaron de la mano.

    —Nosotros tampoco dijimos que fuéramos a quedarse si no teníamos poderes—tras decir eso, los tres se volvieron invisibles y atravesaron la pared.

    Dentro, lo que vieron, fue llegar a varias enfermeras y doctores para llevárselos. Morena le recriminaba a Vivianne el no haber confiado en ella ¿Cómo iba a saber Weigel que personas tan extrañas existían?

    Emily y Akito volvieron rápidamente a dibujar a los Jagger que acaban de conocer: a Lara la vistieron un hermoso vestido mientras Akito pasaba a ser Agito y ponía un “loca” encima de Lisbeth.

    Si a los Jagger se les ocurría volver, Heine se encargaría personalmente de que no salieran. Aunque tenía que admitir que disfrutó de un buen espectáculo gracias a los Jagers.

    Aún así, él seguía siendo muchísimo más genial que la Jagger sueca. Y se lo demostraría, tarde o temprano.

    Fuera, Lisbeth sentía que iba a vomitar y le hizo prometer a Alex que sería la última vez que la obligaría a atravesar una pared.


    Haber ahora quien era él que la decía que tenían que atravesar medio vecindario para llegar al coche.
     
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    Nombre: Tiempo
    Categoria: Palabra [Reloj]
    Colectivo: Katekyo Hitman Reborn! D~R
    Personaje: Alexander Gray
    Palabras: 107
    ----
    El reloj no deja de hacer tic tac, el tiempo sigue avanzando.
    El examen sigue en blanco, aún no escribe su nombre.
    El tiempo se está acabando, sabe que tiene que entregar.
    Porque si no entrega ahora, sabe que cuando recupere no entregará de nuevo.
    Solamente le quedan menos de veinte míseros minutos.
    Otra vez, su cerebro trabaja por la presión del momento.
    Escribe su nombre rápidamente y procede a dar respuesta a las preguntas y a los problemas que están en las dos hojas de la evaluación.
    Cuando quiere es un genio.
    Uno muy, pero muy flojo.
    El tiempo ya acabó.
    Él otra vez le ganó.
     
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    Ita

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    Colectivo: Bands War
    Palabra: Silencio
    Summary: No se necesitaba más que eso.
    Personaje(s): Julieta Sheenan y Carla Sheenan
    Palabras: 143

    Silencio, eso era lo único que se escuchaba.

    Estaba sentada al lado de su prima, una bella chica de cabello cobrizo y ojos miel. Tenía pecas en las mejillas y en la nariz, detalle que la hacía ver bastante infantil a pesar de tener ya dieciocho años. Carla tenía un sólo problema, uno que le impediría expresarse a la mayoría de las personas. Era muda.

    Incontables eran las tardes que pasaba Julieta con su prima. Ella le enseño el lenguaje de señas, cuando a penas era una pequeña de siete añitos. A la edad de once, comprendió que el hablar no era necesario para expresar cómo uno se siente, por lo que comenzó a "hablarle " por medio de Rom, y Carla por medio de Louie, su guitarra clásica.

    Silencio, a veces no es tan malo. Puede comunicar mucho más que un simple ruido.
     
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    Colectivo: Bands War
    Palabra: Belleza
    Summary: La única palabra con la cual se describe
    Personaje(s): Antonella Montesinos
    Palabras: 139

    Acarició sus dorados cabellos, agitándolos al viento. Sus ojos esmeralda resaltaban gracias al fino delineador en sus ojos, y sus largas pestañas naturales se veían más hermosas que nunca. La hermosura que irradiaba su ser era inconfundible.



    Los suspiros de los muchachos que la rodeaban eran música para sus oídos. Saber que sólo la miraban a ella, que fantaseaban con tenerla entre sus brazos era la energía que necesitaba para seguir existiendo.

    Cuando escuchaban su voz se arrodillaban, lamían sus pies, la necesitaban. Y ella lo sabía, estaba tan orgullosa de ello. Se adoraba, y la adoraban; a ella y a su voz angelical. El hecho de formar una banda no fue para nada un error, ahora tenía muchos más seguidores, millares de admiradores y montañas de cartas que estos le enviaban.
    La palabra que la describía era belleza. Belleza pura.
     
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    Colectivo: Digimon Evolution
    Palabra: Respirar
    Summary: ---
    Personaje(s): Allen Fellon, Julieta Sabin, Agumon y Gomamon
    Palabras: 674

    Julieta comenzó a caminar bosque adentro.

    Los árboles multicolores y los distintos olores a su alrededor la distraían. Si bien su vista no era la mejor -años atrás había usado anteojos-, sus otros sentidos eran extremadamente desarrollados, en especial el gusto y el olfato; luego estaba el oído y el tacto. Agumon la seguía, mirándola sorprendido por sus actitudes animales. De repente, la rubia se detuvo.

    —¿Oyes eso, Agumon? —preguntó. El digimon se detuvo a escuchar— ¡Es un río!

    Ambos, entusiasmados, se dirigieron al agua corriente. La habían encontrado antes que Allen, y eso los hacía sentirse orgullosos de sí mismos y del otro. Se sonrieron mutuamente como una felicitación. Julieta, sin pensarlo, se agachó para beber el líquido fresco. Sin embargo el borde estaba resbaloso y cayó.

    —¡Julieta! —gritó desesperado.

    La rubia se retorcía en el agua. ¿Por qué no había asistido a esas clases de natación? Muy bien le vendrían ahora. Intentando salir a la superficie movía los brazos frenéticamente, sin darse cuenta que en realidad se estaba hundiendo más y más en el -aparentemente- pronfundo río.
    No podía respirar. El aire iba saliendo de a poco por su boca y nariz. La necesitad de aire era lo que impulsaba su agotado cuerpo, sin éxito. Sintió que sus pulmones se desinflaban de a poco. No podía ver nada. Hizo un último esfuerzo desesperado, sin saber que estaba demasiado profundo como para salir a la superficie en el tiempo que le quedaba de conciencia. Pasados los cuarenta y siete segundos que aguantaba conteniendo la respiración, sintiendo como sus pulmones explotaban, quedó inconciente.

    Abrió los ojos más tarde divisando una mancha azul, una blanca y una anaranjada. Cuando su vista se aclaró distinguió a su salvador, Allen y a su digimon Gomamon, a su lado se encontraba Agumon con semblante procupado.

    —¡Julieta! Oh, me tenías tan preocupado... —exclamó el pequeño dinosaurio abrazándola pasionalmente—. Tenía mucho miedo, no podía salvarte. Fue entonces cuando em encontré con ellos, te salvaron.
    —Gomamon me salvó, querras decir —dijo incorporándose mirando al recién nombrado y al otro niño elegido.
    —En realidad... —comenzó rascando su sien—, fue Allen el que te ha salvado.

    La rubia se mostró sorprendida. No había notado que el joven se encontraba totalmente empapado. Le sonrió avergonzada.

    —Gracias... Allen —agradeció con un leve color carmín en sus mejillas. Agumon quería saber si era por la vergüenza o por alguna otra cosa.
    —Tsk —fue lo único que dijo. Acto seguido se levanto y se fue.

    Julieta seguía boquiabierta en su interior. No podía creer lo que había sucedido; el chico más antisocial del grupo le había salvado la vida. "Y yo que creía que me odiaba", pensó. Miró a Gabumon dubitativa, esperando conseguir algunas respuestas.

    —Encontramos el río hace bastante —comentó—, pero en vez de avisar a los otros... decidimos seguir la corriente. En eso, vemos a Agumon que llega preocupado diciendo que te has caído y no sabes nadar —explicó.
    —Allen chasqueó la lengua y pensé que no te ayudaría, ¡pero lo hizo! ¡Lo hizo y ahora estás a salvo! —exclamó contento.
    —Y despues, con un método extraño hizo que volvieras a respirar.

    No. Ya no pasaría inadvertido. No era mal pensada -bueno, un poquito-, tampoco le gustaba Allen -eso aún no lo sabemos- pero no pudo evitar imaginarlo haciéndole respiración boca a boca.

    —No, mentira. No puede ser que mi primer beso... ¡Oh, sí puede ser! —pensaba totalmente colorada— Encima estaba inconciente y no pude... ¡no pude disfrutarlo! Pero... espera. No podría disfrutarlo de todas formas porque él lo ha hecho, ¿verdad? Ah... no es justo —se decía mientras llevaba sus manos desde la cabeza hasta sus labios.
    —¡Gomamon! —se escuchó en la distancia.
    —Tengo que irme —se excusó—. Luego nos vemos.

    Agumon y Julieta quedaron solos en silencio.

    —July... —susurró el digimon viendo a la joven confundida. Era la primera vez que la veía así, ¡era graciosa!—. Pero... me pregunto por qué tocará sus labios y cabeza cuando él presiono su pecho —pensó.

    Se quedaron ahí un rato. Agumon riendo en su interior, observando divertido a la rubia y Julieta aún pensando en el de cabellos azules.

    Seguía sin poder respirar, pero por una razón distinta.


     
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    Colectivo: Digimon Evolution&Bands War
    Desafío 6
    Summary: ---
    Personaje(s): Todos los de Bands War xD
    Palabras: 1001



    Ahí estaban. Los ocho niños elegidos, la esperanza del digimundo acababa de aparecer por arte de magia en el medio del bosque. Cada uno metido en su propia cabeza, pensando en sus propias cosas. Habían acabado de pasar un turbulento comienzo donde todos tuvieron un papel. Lo que sucedió cuando llegaron fue esto:

    Annie, compañera de Yokomon. Cuando llegó al digimundo lo primero que vio fue a su enemiga, Antonella que se levantaba grácilmente del suelo. Lo peor fue que cuando llegó su respectivo digimon ella contestó con un desinteresado "si, si" y fue directo a la rubia. Cuando estaba a punto de marcar su mano en la cara de Montesinos alguien la detuvo. Drake estaba ahí negando con la cabeza. Era cierto que le encantaba ver ropa interior femenina sin necesidad de comprar esas revistas ni entrar a ciertas páginas de internet -esto fue lo que le susurró a Sorciére- pero no podía dejar que se iniciara una pelea cuando acababan de llegar a ese extraño lugar. Annie se quedó con las palabras en la boca, sin golpear a nadie y enojada con Anto, un poco con Drake y con la Vida, que mandó a la rubia con ellos.

    Antonella, compañera de Tokomon. Al llegar estaba mostraba una sonrisa radiante, pues el digimon que apareció frente a ella le pareció muy adorable. Lo tomó en brazos y lo abrazó fuertemente. Sin embargo su sonrisa se borró cuando vio que la de cabellos negros se levantaba del suelo "como un simio". Bufó para sí. Se concentró en ignorarla y jugar con masa blanca que ahora reposaba entre sus brazos. Le hizo un comentario al digimon, uno con respecto a Annie que ella no escuchó -de haberlo hecho ni Drake la pararía-. La de ojos esmeralda sí vio cuando se aproximaba el golpe, pero estaba decidida a aguantar el dolor para que ella quedara mal con todos los otros digimon. Rió a sus adentros. Lo único que podría ser mejor sería estar sin ella.

    Drake, compañero de Tsunamon. No, miedo no, fue lo primero que pensó. Los machos no sienten miedo, ellos se alimentan de él, se lo comen en el desayuno con leche, un juguito de naranja recién hecho, un sandwich tostado de jamón y queso... estaba muy hambriento. La criatura enfrente suyo escuchó el rugido que emitió su estómago y rió. Él notó, entonces, que era una criatura inofensiva. Se agachó, y posó su dedo sobre el "cuchillo incrustado en su cabeza". Lo tocó a penas. Era filoso, como pensaba. Le dirigió una de sus mejores sonrisas al raro animal. Lamentablemente debió separarse un poco de él, pues su amiga estaba a punto de iniciar una pelea. Antes de que ella lograra lanzar un golpe, la detuvo.

    Jacob, compañero de Nyaromon. Cuando se levantó y vio a la criatura que decía haberlo esperado, se sintió muy poco hombre. De colores brillantes, que él detestaba, de ojos grandes, que parecían estar alerta a todo lo que sucedía y de voz chillona que le rompía los tímpanos. Ni siquiera tuvo tiempo de fijarse en Annie, esa falta de respeto hacia su masculinidad lo tenía muy ocupado. Mró a los "bicharracos" de los otros y divisó una oportunidad. Fue a hablar con la rubia con miopía de la otra banda a ofrecerle su digimon a cambio del de ella. La respuestaa, si bien amable, fue negativa. Él no hizo más que fruncir el ceño.

    Julieta, compañera de Koromon. Se incorporó llevándose la mano a la cabeza, se había golpeado al aterrizar. Escuchó una vocecita aguda que la llamaba desde atrás. Se dio la vuelta, no encontró nada. Seguramente fue mi imaginación, pensó, y se puso de pie. La voz se volvió a hacer presente, esta vez más fuerte. Ella miró hacia abajo y se encontró con una extraña figura rendondo-ovalada con una clase de antenas que se movían constantemente. El "coso" se prensentó como Koromon y besó la mejilla de la bajista, esta le respondió con un fuerte abrazo, para leugo devolverlo al suelo. Mientras hablaban, fueron interrumpidos con un joven de cabellos negros que se acercó con una propuesta, cambiar su digimon y el de él. "Será lo mejor para ambos", había dicho. Le respondió amablemente, pero no podía cambiar a Koromon, era suyo ahora.

    Alane, compañera de Motimon. Cuando quiso ponerse de pie sintió un dolor punzante en la pierna izquierda. Al parecer había hecho un mal movimiento al caer y ahora tenía un calambre. Presionó la herida y cerró los párpados con fuerza intentando aguantar el dolor. Cuando éste estaba empezando a cesar escuchó una voz que decía su nombre. Al levantar la vista se encontró con uan especie de fantasma de un tono rosado pálido. Éste se presentó formalmente y le ofreció ayuda a la chica, que aceptó gustosa. Luego de un par de segundos se dispuso a picar con el dedo repetidas veces -cerca de tres minutos- al "extraño ser".

    Ryan, compañero de Tanemon. Se levantó rápidamente y sin ningún problema, él fue el que mejor quedó luego de la llegada al digimundo. Lo único que él tenía y los demás no, era un brote verde con cara que reposaba sobre su cabeza, y al levantarse el de cabellos plateados éste cayó al suelo. A pesar de ser este brote algo femenino a Ray le dio mucha gracia verlo y escucharlo hablar, sus gestos eran únicos. Acarició el par de hojas que salía de su cabeza para luego hacer lo mismo con su cuerpo. "El animalito-planta del futuro hoy" se tiró al suelo con la panza arriba como si fuera un perro.

    Adrian, compañero de Bukamon. Ellos... se encuentran dormidos aún ahora. Cuando Adrian llegó se durmió mientras caía y terminó en un lugar extraordinariamente cómodo. El digimon se acostó a dormir a su lado ni bien lo vio, ambos eran perezosos.

    El digimundo estaba en manos de estos ocho adolescentes que sofrían serios problemas de convivencia.Sería una estadía larga y el viaje lo sería aún más, pero ellos no lo sabían aún.
     
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    Colectivo: Digimon Evolution
    Palabra: Reloj
    Summary: Definitivamente tenía todas respuestas.
    Personaje(s): Julieta Sabin, Ellie Knowledge y sus digimon
    Palabras: 189


    Miró su reloj. Decía que eran las nueve menos cuarto a la mitad de la tarde, estaba descompuesto. Agumon se sentó a su lado y puso su enorme mano naranja sobre su hombro, Julieta le sonrió. Al menos no estaba sola del todo.


    Ellos se habían separado del grupo luego del ataque de un fuerte digimon que los tomó por sorpresa, cada uno se fue por su lado para salvarse. Ellos dos intentaron escapar pasando por entre sus piernas pero, como siempre, no funcionó.

    Lo observó nuevamente y golpeó el cristal con la uña. Debía darle una una respuesta, siempre lo hacía. Las nueve en punto. Desepcionada comenzó a seguir, en línea recta, la aguja que daba las nueve. Luego de camianr un par de minutos encontró lo que necesitaba. Ellie se encontraba en su misma situación, sentada contra un árbol con Biyomon a su lado.
    —Eh, Ellie —gritó ella contenta, a lo que la de cabello rosa contestó con uan sonrisa—. Me alegra tanto haberte encontrado.
    Ese reloj jamás estaría descompuesto, siempre estaría arreglado de forma que solucione los problemas de la chica. Ese artefacto definitivamente tenía todas las respuestas.
     
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    196
    Colectivo: Bands War
    Palabra: Pasado
    Summary: -----
    Personaje(s): Julieta y Annie
    Palabras: 121

    Aún recordaba ese día. Fue el día en el que la conoció.

    Era un cuatro de agosto, era un día soleado y soplaba un viento agradable. Ella se encontraba en el arenero intentando hacer un castillo con su balde hasta que llegó. Imponente, con una mirada hostil y un semblante bastante agresivo para una niña de tan sólo cinco años. La "cautivó". Se acercó a ella con cautela y amigablemente le ofreció jugar juntas.
    —Hmm... —pensó mirando de arriba a abajo a la rubia—, esta bien —sonrió.

    Ahí nació su amistad según Julieta. Sabía que su amiga no lo recordaría, pero ella sí.

    Ese era uno de los recuerdos más preciados para ella sobre su pasado. El día que había conocido a Annie.
     
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    213
    Colectivo: Digimon Evolution
    Palabra: Favor
    Summary: -----
    Personaje(s): Julieta, Allen Y Bridget (Gomamon y Agumon)
    Palabras: 136

    Estaba avergonzada. No quería decirle a nadie que le debía a alguien como Allen algo importante como su vida. No había sido su culpa que el barro hubiera cedido cuando se agachó a tomar agua. Está bien, pensó, solamente nosotros cuatro lo sabemos, mientras se mantenga así, no habrá problemas.
    —Julieta, necesito que me devuelvas ese favor que me debes —dijo en voz alta.

    Pero claro, ¿cómo confiar en alguien que sólo piensa sí mismo? Vio en esa oración su lápida grabada y su tumba ya cabada. Rogó a Dios que nadie preguntara.

    —¿Qué favor? —preguntó curiosa Bridget.
    —Le salvé la vida cuando cayó al río —contestó con una sonrisa de lado.
    —¿La salvaste...? Que heroico —exclamó.
    —Si, si, como digas —agregó—. Apresúrate, Sabin. Necesito que alguien cargue a Gomamon.
    —Ven aquí —murmuró tendiéndole los brazos al digimon—. La próxima vez moriré ahogada.
    -------------------
    Nota: Es la continuación del de Respirar xD
     
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    199
    Colectivo: When the World is Ending
    Palabra: Lógica
    Summary: -----
    Personaje(s): Sora (voz en off)
    Palabras: 127


    Para nada tenía sentido lo que estaba sucediendo en la ciudad. Un día, se aburría con el trasero pegado a la silla intentando manipular mentalmente la campana para que sonara de una vez y pudiera terminar ese martirio. Al otro, batallaba contra personas muertas, algunas conocidas, para salvar su vida. Era lo más loco que le había ocurrido a lo largo de su vida. Para empezar, ¿cómo puede una persona convertirse en zombie?

    Lo que estaba sucediendo ahora, la invasión total de la ciudad en sólo un par de días por parte de esas cosas, que tuviera que matar para vivir, sobrevivir con lo mínimo indispensable ante un ataque de personas que deberían estar enterradas bajo varias capas de tierra... era algo que definitivamente desafiaba la lógica.
     
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    Palabras:
    1932
    Colectivo: Bands War
    Desafio 5
    Canción: Miracle Hinacle
    Summary: Yo me llevaré tu mala fortuna...
    Personaje(s): Drake, Annie, Máximo y Julieta
    Palabras: 1639

    Se sentó en la cama y se rascó la cabeza. Hoy era día de la limpieza anual y no tenía ganas para nada. Miró su cuarto para analizar el daño hecho a la humanidad y se dio cuenta de que ni siquiera un cerdo podía vivir ahí, sería demasiado infeliz entre tanta mugre. Se sintió, en alguna extraña y morbosa manera, orgulloso de sí mismo por haber logrado semejante suciedad. Aunque con ese orgullo vino desgracia, ya que todo lo que había ensuciado alguna vez debía ser higienizado ahora. Pensó en algo para acabar con su desdicha, pero sus ideas tocaban la imbecilidad y rozaban la fantasía. Dándose por vencido, abrió el explorador y puso en el buscador de Google "Llevarse mi mala fortuna". En el segundo enlace de los resultados vio algo que le interesó e hizo click. Aparecía un número de teléfono, el cual marcó sin pensarlo dos veces. La secuencia de números se le hacía familiar...

    Como daba ocupado llamó de nuevo. Lo mismo, sin respuesta. Llamó una tercera vez y esperó los cuatro tiempos que eran constituidos por una corchea y un silencio de corchea, nuevamente le atendió la msima grabación estándar. Debe ser un servicio famoso, pensó irónicamente.

    —Bah, esto no sirve para nada —refunfuño colgando el teléfono.

    De repente escuchó que alguien tocaba su -nueva- puerta. Extrañado, se dirigió al pedazo de madera pintado desprolijamente y lo abrió. Tuvo que bajar la mirada para encontrarse con ella. Bajita, rubia, llevaba unos anteojos que parecían tener bastante aumento.

    —¿Julieta? —preguntó confundido.
    —Así es —respondió orgullosa—. He venido aquí para llevarme tu mala fortuna.

    Drake rascó su cuero cabelludo por segunda ves en el día, ¿era eso una broma? Sí, lo era, pero no estaba de humor para ellas. Quiso hablar, pero su compañera bajista tapó su boca con el dedo evitando que dijera palabra alguna.

    —Yo me llevaré tu desgracia, verás. Ahora escúchame.

    Y comenzó a mover su cuerpo de un lado a otro. De izquierda a derecha, y el teñido, confundido, la siguió. Luego de un par de minutos moviéndose, que a Drake le parecieron una vida, alzó sus manos sobre su cabeza y formó un círculo con sus manos. Él, sorprendido, presenció como se formaba una especie de bola de luz en las manos de su amiga. Entonces, ella comenzó a cantar una cancioncita pegajosa, que no se molestó en escuchar, ya que simplemente el hecho de que alguien como Julieta estuviera haciendo algo cono una pelota de luz era suficiente.

    Sintió que corría, miró a su alrededor y era una especie de túnel. ¿Había muerto? No, no podía ser, aún escuchaba la tonada que salía de la boca de la rubia. Se dio cuenta entonces de que la que estaba corriendo era ella y lo estaba arrastrando a través de ese extraño túnel.

    —Éste es el momento en el que mala fortuna desaparece, observa con atención —exclamó ella cuando terminó de cantar.

    Una luz brilló ante ellos, Drake se dio cuenta lo que ocurría entonces. Ese túnel era el Limbo, y esa luz que veía adelante era el Cielo. ¡No quería morir! Intentó resistirse, pero ella tenía demasiada fuerza, ¿por qué rayos no había limpiado él solo? Cerró los ojos asustado.

    —Listo —dijo ella feliz—. Vamos Drake, ¿acaso no confías en mí?

    Lentamente sus párpados cedieron, dejando ver sus oscuros ojos que, anonados, notaban que todo a su alrededor estaba reluciente. ¡Lo había hecho! Pero... ¿cómo era eso posible?

    —Ahm... July, ¿cómo rayos lograste...?
    —Es un secreto —contestó. Y como notó que le harían otra pregunta prosiguió—. Lo hago porque quiero. Colecciono las desgracias de la gente.
    El vago "ah" que salió de la boca de Drake fue suficiente contestacón para ella. Luego de saludar a su amigo, se retiró como había entrado: con total normalidad.

    Ahora solo en su casa, rascó por tercera vez su cabeza. Eso sí había sido raro. Se cuestionó si todo había sido un sueño, prefirió que no, pues su casa estaba impecable. Por lo cual, en vez de hacerse preguntas sobre lo sucedido o llamar a alguien para contarle, decidió disfrutar su ahora limpia casa.
    --------------------------------------
    Abrió los ojos con pesadez, se los restregó para quitarles las lagañas que le impedían la visión. Miró el reloj: las doce y cinco. Sonrió, aún era temprano. Se levantó de su cama intentando no caer al suelo. Ayudándose con las paredes pudo llegar a la cocina sin sifrir ningún golpe. Vio una nota sobre la mesa:

    Annie, salí a hacer las compras. Dentro de un rato volveré y pasaremos nuestro día de hermanos juntos donde tú quieras, nadie nos molestará.
    Max

    No debía ser un genio para darsse cuenta de que esa nota había sido dejada ayer, pues cuando ella llegó del ensayo a las ocho de la noche él no estaba en casa. Cenó sola y ni siquiera se molestó en aparecer. Sólamente cuando ella estaba dormida pudo hacer acto de presencia, y simplemente le dejó una nota a la madrugada y se fue por ahí con sus amigos. Annie sabía que su hermano la quería, si fuera así ni siquiera se habría molestado en dejar la nota, pero últimamente había estado muy ausente en su vida, y lo extrañaba.

    Se acostó en su cama, comenzaba a sentirse triste. No le gustaba tener esa sensación, ya que siempre que aparecía también lo hacía su amiga Julieta. Tomó el teléfono y marcó su número, daba ocupado. No quería molestarla, pero llamó un par de veces más. Tal vez estaba hablando con alguien y estaba por terminar, pronto atendería. Pero no, su amiga no atendió y ella se entregó a una pequeña depresión.

    No pasó más de media hora cuando alguien llamó a su puerta. La verdad era que no tenía ánimos para levantarse, sin embargo algo le dijo que debía contestar. Cuando giró la perilla sintió un cosquilleo en la pierna derecha, al darse cuenta de lo que significaba sonrió para sí y abrió la puerta contenta. Ahí estaba, tan rubia, cegatona y petisa como siempre. ¿Cómo supo que era ella? Es extraño, pero ambas peuden sentirse cuando están cerca y no se ven. La señal de Annie era un leve cosquilleo en la pierna derecha, como el de hacía momentos; la señal de July, en cambio, era que se le dormía la mano izquierda. Que pareja que eran.

    Ambas se saludaron alegremente, un beso en la mejilla, un abrazo. Luego, la de cabello negro comenzó a hablar.
    —No me siento muy bien... —informó.
    —Lo sé. Es tu hermano, te gustaría que estuviera aquí.
    —Así es —contestó ignorando que su amiga acababa de adivinar el hecho que la entristecía.
    —Tranquila, yo vengo a llevarme tu mala fortuna.

    Sonrió, aunque algo confundida. Si bien le agradaba mucho que su amiga hiciera algo para que se sintiera mejor, se preguntaba si en realidad se refería a eso con "llevarme tu mala fortuna". Dispuesta a agradecerle, abrió la boca, pero la cerró en seguida sin poder decir nada porque la rubia negó con la cabeza.

    —Te mostraré lo que debes hacer.

    Entonces, ella comenzó a moverse de un lado a otro, de izquierda a derecha. pero sólo su torso se movía, sus pies seguían clavados en el suelo. Divertida, pero confundida, la de ojos zafiro hizo lo mismo, imitando el movimiento lo mejor que podía. Pasaron a penas unos minutos, que a Annie le parecieron segundos, cuando su amiga movió de lugar sus manos; en vez de seguir al costado de su cuerpo, ahora, estaban sobre su cabeza, formando un círculo. Ella rió, era divertido verla en esa postura. Pero su risa cesó cuando empezó a ver que se formaba una luz en el espacio vacío que había entre aquellas manos. No, no sentía miedo, para nada estaba asustada, sólamente le resulatab extraño todo eso que estaba viendo.

    Escuchó que ella entoncaba una bonita canción, la letra que ella escuchaba iba así:

    Cuando por cosas malas te preocupas
    No necesitas pensar en mí,
    Yo aparezco cuando tu corazón
    Pide a gritos que este ahí.
    Yo me llevaré tu mala fortuna
    Espera... ya lo verás.

    Su vista se nubló. Todo a su alrededor ahora era de color negro. Sus piernas se movían, pero a penas lo sentía, le parecía que estaba corriendo en las nubes. Era placentero, a la vez divertido, para nada desagradable. Pudo ver, entonces, a Julieta, que en realidad era la que la estaba llevando a lo largo de esa negrura. Annie se sintió segura estando con ella, sabía que no dejaría que nada malo le ocurriera.
    —Ahora es cuando tus problemas desaparecen —canturreó.

    Vio una luz frente a ellas que se hacía más próxima con cada paso. Cerró sus ojos, la luz era demasiado brillante para ella en esas horas.

    Volvió a abrir los ojos, estaba sola. Miró la mesa, la nota seguía ahí, su hermano no había regresado. Ahora que Julieta había desaparecido se cuestionaba el hecho de que todo hubiera sido producto de su imaginación, de su solitaria imaginación en busca de consuelo para la tristeza que sentía. Escuchó que alguien tocaba la puerta. Se sorprendió, tal vez lo que había tenido fue un sueño premonitorio y su amiga sí estaba del otro lado. Pero cuando fue hacia la puerta no sintió el cosquilleo. ¿Quién puede ser a esta hora? Pensó fastidiada.

    Ahí estaba. Con su sonrisa boba de siempre, mirando a su hermana con dulzura. Max, como había prometido, había venido y ahora pasarían el día juntos. Annie lo abrazó con fuerza, tal vez lo que había vivido fue, en parte, un sueño. Pero seguramente ella había logrado que su mala fortuna se fuera. Y en efecto, así era. Julieta se encontraba mirando la escena desde la ventana de la casa, conmovida.

    ------------------------------------------

    Se levantó con los ojos bien abiertos y se puso sus gafas. Que sueño más loco había tenido. Curaba las desgracias de la gente. Rió al recordar las situaciones de ambos sueños, sonriendo para sí al tener la idea de ayudar en tal manera a las personas. Ese sería un poder extraordinario, fantaseó.

    Nota: Espero que sepan identificar las partes de la canción que puse en el relato. Como no tengo internet la parte de la letra que puse es uan especie de adaptacion x3
     
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    Mundo: School Days
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    Bridget se acercó al chico nuevo con cautela, lo examinó de espaldas. Era un perfecto espécimen de hombre. Se preparó mentalmente para dirigirle la palabra, lista para hablarle abrió la boca.
    

    —Hola. No, no me interesa ser tu amigo y no, no estoy interesado en que m muestres la escuela o algo parecido.

    No. Definitivamente no estaba preparada para esa respuesta. Ni siquiera había tenido la oportunidad de hablarle. Decidida a no quedarse con las palabras en la boca contestó.

    —Hola, me llamo Bridget, ¿tú como te llamas?
    —Allen Fellon. ¿No prefieres irte por ahí a molestar a algún otro? —preguntó fastidiado.
    —No. Y no creo estar molestándote —contestó tratando de acercarse.
    —Que equivocada estás... —murmuró por lo bajo.

    Cuando les tocó entrar al salón, él se sentó detrás de todo y ella a su lado. Haría lo imposible para que él le hablara como una amiga. Luego, si se daba la oportunidad -ella lograría que la oportunidad se dé- como algo más.

    En la primera hora lo único que pudo aprender de él era que sus gustos eran bastante limitados, que cuando se molestaba en tomar apuntes estaban totalmente prolijos y cuando le tocaba responder en clase siempre tenía la respuesta correcta. "Fascinante", pensó ella.

    Terminada la segunda notó algo curioso en su ceular. Una foto, pero no era una cualquiera, era la foto de una joven rubia como fondo de pantalla. Bridget pensó que era una modelo, ya que la foto estaba muy bien tomada, desde un excelente ángulo, y el rostro de la chica se veía muy natural. Cuando el de cabello azul notó que lo observaban dirigió una mirada hostil hacia la interesada y se alejó un poco.

    Llegado el primer recreo, Lorenzetti se dispuso a averiguar quién era esa chica. Antes de que tocara el timbre reconoció el uniforme del colegio en la foto, la chica era una estudiante. La buscó por el primer piso sin resultados, luego por el segundo. Vio una larga melena rubia, pero resultó ser un chico que se cuidaba mucho el pelo y lo tenía muy largo. En el tercer piso encontró a la chica buscada: Julieta Sabin, de la misma edad que ella. Sonrió para sí.

    Volvió a entrar al salón y tomó asiento al lado de su futuro nuevo amigo. Tomó una pequeña hoja de papel y escrbió un mensaje en ella. La arrimó al brazo del chico.

    Linda chica la de tu celular.

    Allen frunció el ceño al leer la nota. En cualquier otra situación no habría contestado, pero este era un tema delicado, debía averiguar que se proponía su compañera.
    No te metas en mis asuntos.

    Bridget sonrió. Era suyo, pronto serían amigos inseparables, y después... quién sabe.
    Yo sólo sije que es bonita. Es Julieta Sabin del 3-B, ¿no?
    El asombro se mostró en los ojos del chico, que ahora estaban bien abiertos. Miró a la chica de al lado con cautela, ¿qué se proponía?
    Puede ser... ¿por qué te interesa saber?
    Pues porque es amiga mía y podría ayudarte a tener algo con ella.

    Bridget sonrió, la próxima respuesta de Allen seguramente sería afirmativa. Lo tenía comiendo de su mano. Lo miró un segundo para que él viera su rostro, mostró una amplia sonrisa, quería demostrarle que sus intenciones eran buenas, al menos por ahora.
    No me interesa tener algo con ella.

    Ahí estaba la actitud de chico desinteresado. Había picado el anzuelo.
    ¿En serio? Que mala suerte, justo que había dicho que le agradabas...
    ...¿en serio? ¿Qué dijo sobre mí?

    ¡Listo! Ya tenía su atención, era hora de poner en marcha el plan A: Lograr que la chica se enamore de Allen. Era cierto que Bridget la conocía, eran compañeras en clase de gimnasia; era bastante molesta, no paraba de reírse y de hacer estupideces, seguramente se cansaría de ella rápido. Luego de eso sólo era cuestión de tiempo para que su plan finalizara.
    Que te había visto en el tren que ambos usan para venir al instituto. Cree que eres lindo.
    Allen mostró una diminuta sonrisa al leer el trozo de papel. Luego dirigió una mirada de desconfiaza a la joven de cabellos violáceos a su lado, sin embargo ésta se fue haciendo suave y sumisa, al final simplemente asintió. Lorenzetti sonrió ampliamente, se había formado una especie de alianza entre ambos.

    En la hora del almuerzo, el chico se quedó sólo con una promesa:
    Vendré con ella dentro de unos minutos, no te preocupes. Espéranos.
    Eso le había dicho Bridget antes de irse pero... ¿sería cierto? Él ya podía visualizar la situación, el almuerzo acabaría y seguiría esperando, luego todo el curso se reiría de él porque creía que podría estar, alguna vez, en uan relación con la rubia del otro curso. ¿Cómo se enterarían? Pues ahí entraba la nueva chica, se había aprovechado de él, lo sabía ahora, pero era demasiado tarde.

    Pasados un par de minutos, el de cabello azul escuchó pasos que subían las escaleras. Jamás se le pasó por la cabeza que aparecerían las dos chicas hablando animadamente sobre temas triviales. Al ver a la joven que adornaba la pantalla de su celular, Allen sonrió para sus adentros. Ella se acercó y lo saludó con un beso en la mejilla, luego se sentó a su lado sosteniendo su caja de almuerzo. Del otro lado, Bridget le susurró al oído.
    —Pregúntale sobre la carrera de la semana pasada.

    Él hizo caso. La respuesta fue unaamplia sonrisa por parte de Julieta quién contó animadamente cómo había logrado ganar una carrera casi imposible para cualquier chica de su edad, pues corría contra varias chicas de cursos mayores. Mientras Allen escuchaba con atención la otra simplemente lo miraba embobada. De verdad le gustaba mucho, pero debía ocultar sus sentimientos hasta pasadas, aunque sea, unas tres semanas. Luego él se arrodillaría a sus pies y todo sería perfecto.
    La hora del almuerzo acabó y los tres bajaron de la azotea juntos, pero ahora escuchando los chistes que la de cabellos dorados contaba sin cesar. Los tres reían, y seguía otro chiste luego de ese, y así sucesivamente.

    —¿Qué le dijo el 1 al 10?—preguntó entre risas.
    —Sorpréndeme —respondió Bridget. Si bien no le caía bien debía admitir que sus bromas eran excelentes.
    —Para ser como yo... hay que ser sincero.

    Las dos explotaron. Sus risotadas se escucharon en todo el tercer piso. Sin embargo Allen se reía en silencio por lo bajo, deleitándose con la suave risa de la rubia.

    Pasaron las otras horas y la amistad que Bridget había previsto comenzaba a forjarse. Hablaban siempre sobre la misma cosa, pero a ella no le importaba, lo que era importante era el hecho de que él la conociera más y llegara a enamorarse locamente de ella. Cuando acabó el dia ambos dos se despidieron, y Allen se dirigió a la parada del tren con Julieta.

    —Entonces dime... de verdad... —comenzó ruborizada.
    —¿Qué cosa? —preguntó.
    —¿De verdad te gusto?

    Tragó saliva. Es cierto que Bridget lo ayudaría, pero debía confesarle sus sentimientos si quería tener algo con ella.
    —Si, si me gustas.

    Ella se sonrojó y mostró una pequeña sonrisa.

    —Me alegro.

    Llegaron a la parada de tren y viajaron juntos en él. Cuando el transporte llegó a la parada en la que ella se bajaba lo saludó.

    —Mañana nos vemos, Allen —dijo dulcemente y lo besó en la comisura de los labios. Sonrojada salió.

    Él la saludó mientras el tren volvía a ponerse en marcha.

    No le importaba para nada el resto del mundo, ahora sólo le importaba su nueva relación con Julieta y que Bridget lo ayudara.

    No sabía que todo cambiaría con el pasar del tiempo...
     
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    —Te desafío a vestirte y actuar como mujer durante todo un mes —retó Bellamy cruzándose de brazos, mientras se apoyaba en el casillero detrás de él.
    —Acepto con gusto tu reto —Annie sonrió suavemente.


    Sorciére no sabía se arrepentirse o no de esa decisión. Solamente sabía que ya no tenía posibilidades de echarse hacia atrás.
    Entró a un local, tenía que comprar un vestido para la fiesta de esa noche. Había sido invitada al cumpleaños de Grace Williams; sería una buena oportunidad para mostrar su cambio.
    Dios gracias que Iván le daba consejos a través de mensajes. En esos momentos, era en quien más confiaba.
    La noche cayó y con ella, los invitados al cumpleaños de Williams.
    Todos estaban reunidos. Niki con Iván, mientras que Esteban estaba con su primo en una esquina, hablando.
    Joseph por su parte, estaba con Antonella cerca de la mesa de comidas. Sirviéndole algo para que ella beba.
    Una joven entró al lugar, captando la atención de la mayoría.
    Usando un vestido color vino, de espalda descubierta y que acentuaba su delgada figura. Su cabello negro, recogido con un broche con forma de mariposa, se movía con suavidad y elegancia.
    Con unos pasos elegantes, caminó hacía el rubio. Quien simplemente le miraba algo sorprendido.

    —Buenas noches, Hasber —Annie sonrió con suavidad, aunque un suave rubor se había asomado por sus mejillas.
     
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    Palabra: Resistir
    Personaje(s): Julieta Sabin
    Palabras: 192


    Y, pues claro, debía resistir. El dolor es efímero, decía su abuelo. Apretó sus puños intentando desviar su mente.

    Julieta era una chica como cualquiera en verano, iba de vacaciones, se metía al mar, jugaba en la playa. Pero tenía algo que las demás no, una piel más que sensible y una tez blanca como el papel. Ella jamás se quedaba mucho tiempo al Sol, siempre buscaba algun lugarcito que tuviera sombra o se ponía protector solar con factor cincuenta, esos que usan los bebés.

    El digimundo era, en sí, bastante caluroso. Si los digimon usaran ropa, seguramente serían muy liviana, porque la temperatura allí ronda entre los veinte a los treinta grados, a veces había algunos vientos agradables, pero sólamente en las partes más frías se podía observar nieve o mucho frío.

    Entonces, sabiendo esto, hagamos la suma. Julieta, una chica con piel sensible que jamás ha estado más de diez minutos consecutivos al Sol, más el digimundo, lugar dónde siempre hace bastante calor, agregándole un plus de media hora de siesta a puro Sol. Esto es igual a una chica muy asoleada que sufre quemaduras.

    Debía resistir, era eso o vivir dolorida.
     
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    Desafio 3
    Personaje(s): Nayuta Matsumoto y Sora No Etsune
    Palabras: 755

    Tragó saliva. Examinó la situación desde lejos. Ella descansaba a la sombra de un gran árbol. La luz que lograba filtrarse entre sus ramas parecían pequeñas manchitas doradas sobre su blanca piel. Volvió a tragar. Se acercó con cautela, cuidando sus movimientos, temiendo despertarla. Cuando estuvo a cuarenta centímetros reevaluó lo que iba a hacer. Estaba por pedirle a alguien, a una chica, salir con él, tener una cita, ir por ahí. Dudó. ¿Y si lo rechazaba? ¿Y si justo tenía otra cosa que hacer? ¿Y si no le interesaba ni un poquito pasar con él el rato? Se estaba arrepintiendo.

    Mientras debatía consigo mismo no se dio cuenta de que un poco de luz le dio en los ojos a la chica, despertándola.

    —Matsumoto-sempai —dijo en modo de saludo. Él se estremeció.
    —Pe-pequeño.... Sora. —se limitó a responder.
    —¿Sucede algo? Digo, como usted está aquí...
    —¡No! No, no pasó nada. Sólo vine a... —dudó nuevamente. Reccordó lo que había pensado antes—, a decirte que hoy tomaré una evaluación sorpresa en el club.
    —¿Si es sorpresa para qué me lo dice? —contestó riendo.
    —Pues porque... —no sabía donde meterse—, me gustaría que estuvieras preparada.
    —No es adecuado que muestre favoritismo —agregó con una sonrisa de lado.
    —No, tienes razón... Lo siento.

    Acto seguido, bajó la mirada. Se puso de pie, saludó a la de cabellos negros y se retiró en silencio. No miró hacia atrás en ningún momento, pero de haberlo hecho se habría cruzado con la mirada de Sora, que lo seguía a cada paso que daba. Se había quedado pensando por qué su superior había tenido semejantes reacciones, cuando siempre es muy natural en todo lo que dice, en especial con ella.

    Ahora mismo desearía desaparecer. Se había humillado ante ella, se había degradado. Seguramente cree que soy un estúpido, desinteresado y... que soy malvado, pensó. La última palabra resonó en su cabeza un par de veces, "malvado". ¿Ella de verdad pensaría eso? Que doloroso sería, no quería ni pensarlo. Justo una vez, cuando conoce a una chica que sabe defenderse -cómo le gustan-, que es bonita y que encima se molestó en conocerlo antes de decir que le temía o que era malvado. Lo había arruinado todo.

    Se sentó en una silla en el patio de atrás, justo debajo de la colina en la que había tenido su último encuentro con Sora. Y, aunque no lo sabía, ella estaba detrás de él, deleitándose al pensar que, tal ves, si él no la veía, podría asustarlo. Cosa que venía probando desde hacía un par de meses y nunca había dado resultado. Se acercó psito a pasito cuando escuchó un susurro.

    —Ahora debe pensar que soy un idiota, no necesito pedirle que salgamos, ya sé la respuesta —refunfuño.

    Sus ojos se abrieron como platos. No pudo evitar pensar en ella como la chica que Nayuta quería invitar. Seguramente será otra, pensó. Aunque parte de su mente decía eso, otra parte se golpeaba y decía "claro que no. Cómo podría alguien como él fijarse en alguien como yo". Iba a tocarle el hombro cuando hizo un mal paso, que provocó un sonido que, aunque inaudible para la mayoría, alertó a Nayuta sobre una presencia. Él volteó.

    Se quedaron mirándose en silencio. Estaba temeroso, en su mente cruzó la curiosa idea de que, posiblemente, ella hubiera escuchado la última oración que dijo, eso habría delatado sus intenciones. Sora simplemente quería aclarar su mente; deseaba, en el fondo, ser ella la "escogida"por su sempai, pero eso era casi imposible. Simplemente quería que su mente cerrara la boca y escuchara lo que él tenía para decir, si es que tenía algo, para que finalmente una parte se declarara ganadora y la otra dejara de molestar.

    Como si hubiera leído sus pensamientos, Nayuta tomó la palabra.

    —Sora, ¿tú...?
    —Sí, escuché. Matsumoto-sempai, ¿puede ser que usted...?
    —Sí. Pero no debes...
    —¿Aceptar? Por supueso que me gustaría...
    —¿...salir? ¡Salir!
    —Sí, salir los dos.

    Ambos comenzaron a reír. Cualquier persona normal se habría muerto de risa por la situación. Imagina, ambas son personas a las que catalogas como "rudas", esas personas están por hacer un plan para salir; cuando están en medio de la propuesta pierden su semblante hostil y hasta se sonbrojan. Y aún peor, cada uno termina la frase del otro, ¿no parecería eso graciosísimo? Pues, para ellos, no. Ambos dos reían de alegría, pues el hecho de salir juntos, Sora con su Matsumoto-sempai y Nayuta con su pequeño saltamontes, parecía tan lejano. Y en realidad estaba en sus narices.

    Sí, se gustaban. Pero esa sería una simple salida "entre amigos", convinieron. Tal vez, en alguna otra ocasión, podrían salir como algo más.
     
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