Colectivo [Colectivo] Royals - Colección de historias

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Domenica, 3 Mayo 2016.

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    Domenica

    Domenica bloody countess

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    me da mucha pena Jost :c para nadie tiene que ser sencillo lidiar con algo así y, paradójicamente, su madre es su bendición más grande así que Jost es un hijo de esos que no hay, un amor de verdad. No será el único por allí que ande rompiendo cosas cuando se entere de cierta boda, cofcof, PUEDO COMPRENDERTE, JOST, LOS PADRES SON UNOS MALOS DE VERDAD D: AHORA YA VEMOS DE DÓNDE SALIERON USTEDES TAN CORRUPTOS Y FIESTEROS (?).
    Señores, señores... tenemos material de drama por acá, eh (?). No puedo decir que me ha gustado, Tarsis, porque lo cierto es que me ha dejado el corazón súper arrugadito :c nadie merece que su mamá esté así... y ninguna mamá merece estar así y con un esposo que es un malo ;-;
    HAREMOS JUSTICIA, LO PROMETO, JOST.
     
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    Shi *-* Él lo necesita para su corazoncito roto. *-* Amé todo el drama en Josten...
     
    Última edición: 23 Junio 2016
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    Domenica

    Domenica bloody countess

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    omg :cccc no te había comentado esto, perdóname, aceptaré la pena de muerte.
    Al pobre de Josten le ha tocado de hermanastra a la tipa más b*tch de la tierra, jajaja, aunque de vez en cuando se comporte amorosa, todos sabemos que Joe es un animal indómito. Lo que me da risa es que son tan contrarios que me matan, JAJAJAJA... Jost es popular y bonachón; y la Joe es una perra mala, JAJAJA. Los amo, cuando sean hermanitos será genial, pero para Joe será una pesadilla.
    Me encantó<3
     
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    Maximilien miró a su hermana. Todo el día había mantenido una actitud extraña. Esa serie de suaves risas mientras veía su celular se habían repetido todo el día. Eso estaba fuera de lugar. No contó con que lo más ajeno a la rutina que vería ese día fuera un suéter que ella se había puesto después de tomar una ducha.

    —Linda sudadera —soltó mientras veía a su hermana pasearse por la sala vestida con la prenda celeste que le quedaba larga y sus shorts de jeans.

    —Gracias —contestó sin dejar de ver su celular.

    Él alzó una ceja, interesado.

    —Lou. ¿No me vas a decir de dónde la sacaste?

    Ella alzó la mirada y le miró directamente a los ojos.

    —No es de tu asunto, Max —dijo saboreando cada palabra dicha. Una sonrisa socarrona se dibujó en sus labios.

    Su hermano negó suavemente con la cabeza; la situación le era divertida. Estaba orgulloso de su hermana, aún así no iba a ceder tan fácil. Con un rápido movimiento de mano y aprovechándose de su estatura le quitó el celular. Louane suspiró. No le importaba realmente que su hermano husmeara.

    Una vez Max leyó hasta que se aburrió hizo ademán de vomitar.

    —¡Jesús, Lou! Córtate un poco, ¿no? Mi glucosa se elevó sólo de leer eso.

    Ella le miró y se encogió de hombros. No le había dicho que leyera.

    Maximilien suspiró y le devolvió el celular sin interés. Sólo eran las conversaciones típicas de novios acaramelados.

    —Asegúrate que papá no se entere que vas en serio. —Advirtió su hermano antes de tomar su abrigo del perchero. —Y Lou —llamó—, no puedes tener un perro.

    Acto seguido su hermano mayor dejó el apartamento. Pero, ¿qué quería decir con eso del perro? Bajó la vista y abrió la conversación que tenía con Jost.

    —¿Qué rayos? —soltó cuando vio la serie de imágenes que él le había enviado.

    Entonces, ¿qué perro te gustaría que tengamos?

    *24 imágenes adjuntas*

    Louane suspiró. ¿Ahora cómo le paraba el tren a Jost? Ella negó suavemente con la cabeza y comenzó a escribirle un mensaje en respuesta, no sin antes soltar una delicada risa ante los comentarios que Jost le había mandado.
     
    Última edición por un moderador: 19 Octubre 2017
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    Me leíste la mente, porque estaba escribiendo prácticamente lo mismo. Jajajaja.
    Lo que me da risa de todo, es lo cotidiano de la situación, porque ellos están y no están. Entonces esos mensajitos, la complicidad, el meloseo, jajaja -al menos de parte de Jost- que usualmente lo hace por payaso, no porque de verdad crea que van a tener un perro. Pero sí es algo que haría, como mandarle una serie de fotos con caras de él mismo. Porque así es Josten y así son ellos. Le encanta robarle sonrisas a Lou.

    Hermoooso <3
     
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  6. Threadmarks: I miss you [Josten&Louane]
     
    Tarsis

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    Josten & Louane @Aikawa





    I miss you.




    “IMY”

    Louane no pudo evitar la sonrisa en sus labios frente a la pantalla de su teléfono. Josten y sus ataques de amor, puso los ojos en blanco dejando el teléfono sobre la mesa, tomando asiento junto a su hermano en el amplio sofá. Maximilien sostenía en sus manos un tarro de cotufas, en el cual Lou hundió la mano para llevarse unas cuantas a la boca al tiempo que fijaba la vista en la pantalla plana frente a ellos.

    —¿Quién te escribe a éstas horas? —preguntó su hermano curioso, era muy temprano. Dudaba que alguna vez en su vida, alguien del Henri madrugara. Ellos habían llegado hace poco, pero no tenían sueño y habían decidido ver una película. El encanto de América, nadie que te diga que hacer, sin lecciones, sin responsabilidades, sin citas u obligaciones sociales.

    —Josten —contestó, estirando sus piernas sobre el sofá cuan larga era, pasando por encima de las piernas de su hermano.

    —¿El que te acompañaba en el club la otra vez? —Louane se limitó a asentir, dejando que su cabello callera por el respaldar del sofá con un suspiro, cansada. Había bailado toda la noche y disfrutado como nunca desde hace meses.

    El Henry estaba en período de vacaciones, al día siguiente había tomado un avión en primera clase para visitar a su hermano. Josten por su parte, se quedaría en Londres porque tenía algunas citas de trabajo que atender. Pero desde que se habían separado, el fastidioso no dejaba de escribirle, incluso cuando él la había despedido en el aeropuerto. A veces le respondía, a veces no. Aunque admitía que sería raro despertarse y no tener un mensaje de él.

    El teléfono nuevamente sonó, ella alargó su mano hasta alcanzarlo, poniendo los ojos en blanco al ver el mensaje.

    “IMYSM :C”

    Sí, salía con alguien adicto a las abreviaciones, era su forma de “mantener” en privado su afecto. Ni que necesitaras ser un genio para adivinar que decía, simplemente Josten era un vago que se buscaba excusas para volver lo más simple en lo más enredado. Lo próximo fue una foto, él en la piscina haciendo puchero. Louane sonrió por segunda vez en el día, sabía que a Jost le gustaba mucho nadar, pero aún no eran las siete de la mañana y ya tenía el pecho brillante por el agua, el pelo mojado pegado en la cara y esos ojos azules y aunque no estuviese sonriendo, sabía que de hacerlo, sería una radiante.

    “Se ve bien la piscina”.

    Tecleó de vuelta, poniendo el teléfono para que las notificaciones no lograran desconcentrarle de la película. Ojeaba el teléfono de vez en cuando de forma perezosa y desinteresada.

    “¿Y yo? ¿No me veo lindo?”

    Puso los ojos en blanco, aunque sabía que él no podía verla. Sintió la mirada de su hermano encima de ella, dejó el teléfono en la mesa y se concentró en la película. Un extraño silencio perduró hasta la tarde, no de parte de ella, estaba encantada de estar con su hermano, sino de su teléfono. Le parecía extraño que él no hubiese dicho nada más, ya pasaban las once y todavía no recibía ningún mensaje de Jost. Ordenaron pizza, abrió la puerta para pagarle al despachador, depositó la caja en la mesa, agarrando un pedazo del cual caía el queso derretido deliciosamente. Cerró los ojos degustando el sabor, la cantidad perfecta de grasa, queso, tocineta… A Jost le encantaría. Le tomó una foto y se la envió por whatsapp.

    “Buen provecho :* ”

    Al instante, atraído como abeja a la miel por el olor, Max atravesó la sala para tomar su propio pedazo, mientras ambos se sentaban a comer en la mesa como si no hubiese mañana. El teléfono sonó y la mano de Maximilien voló sobre él con más rapidez que la suya, él la vio con una amplia sonrisa victoriosa.

    —A ver que tanto hablan.

    Ella se encogió de hombros relajada, negando mientras sonreía.

    —Adelante —concedió, mientras el sonido del teléfono seguía llenando el espacio entre los dos. Deslizó el índice sobre la pantalla táctil contestando. Max frunció el ceño, al parecer Jost había hablado primero.

    —Realmente dudo eso, campeón. —Habló a través del auricular, mientras la ruidosa risa de Jost se hizo oír aún sin estar en altavoz—. Si aquí está, también es un gusto saludarte, ¿Jack? Creo que mi hermana me dijo Jack. Ah disculpa, Jost. Culpa de Lou, con tantos novios ya no sabe…

    Louane le arrancó el teléfono de la oreja –literalmente-.

    —Idiota —bufó, llevándose el teléfono a su propio oído—. ¿Aló?

    —Te he extrañado un mundo y parte de otro… —La voz de Jost fuerte y clara la hizo sonrojar. ¡Tonto! ¿Por qué tenía que ser tan meloso? Apenas tenían como una semana sin verse. Se lanzó sobre el sofá, hablando cómodamente con él, ignorando a su hermano que le hacía muecas de vómito o corazones.

    Colgó unos veinte minutos después, para recordar a último segundo.

    —¿Qué fue lo que le dijiste a Max cuando respondió?

    Josten se río nuevamente antes de responder:

    —Que esa pizza se veía deliciosa, pero en mi boca te quería era a ti.

    Louane dejó escapar el aire… Dios la librara de los comentarios de su hermano más tarde.
     
  7. Threadmarks: Just her [Josten&Louane]
     
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    Just her [Josten&Louane]


    Cereza


    Josten & Louane.





    Nuevamente besó sus labios humedecidos, atrapándolos en los suyos. Sus manos descansaban en sus estrechas caderas y las de ella a su vez en su cuello. Sentía el calor emanar de su cuerpo, mientras sus bocas desarrollaban una batalla campal por quién invadía más a la otra. Sus labios, dulces, suaves, le encantaban. Su cuerpo rozando el suyo, tendría que respirar muy, muy profundo para poder calmar su hambre de ella. No es Josten fuera un tirón sin remedio o que se la pasara de cama en cama detrás de las chicas, no, por el contrario. Muy pocas podían alardear de haber tenido a Josten Ryze Windsor en su cama porque como el chico despreocupado que era, sólo hacía lo que quería hacer. No se dejaba presionar por un prototipo de hombre que le impusiese la sociedad.

    Aunque le llovían los ofrecimientos y las mujeres dispuestas, él estaba completamente encaprichado.

    Pero era un hombre, joven y con muchas necesidades cuando le gustaba una mujer. Y Louane d’Souza lo llevaba de cabeza desde la primera vez que le besó. Mantenían la relación en secreto más que nada por petición de ella y a su vez, a él no le molestaba la privacidad que esto les daba. Aparte de que sentía que todo el tema de la clandestinidad, no hacía más que aumentar la sensualidad de la relación. Deseaba a Louane y todo de ella. Más de una vez desde que habían empezado a salir había terminado en la soledad de su baño dándose un poco de consuelo. Por eso estaban allí, encerrados en un armario de la consejería, mientras se comían a besos. Al diablo el lugar, él moría y revivía en esos labios de cereza de la chica. Ella lo apartó delicadamente empujándolo del pecho.

    —Debo ir a clases, Jost —repuso, arreglándose el uniforme un poco desajustado y acomodando su cabello. Sus ojos brillantes y verdes le sonreían y él hizo un puchero.

    —Pero yo quiero más besos. —Se quejó, jalándola de nuevo hacia su cuerpo caliente y completamente delineado. Jost era modelo y se gastaba un verdadero cuerpo de infarto, de esos que te hacen babear por ser tersos y completamente definidos en la forma sensual que cada uno de sus abdominales se trazaba sin llegar a la exageración de verse sus venas o algo así. Y saber lo que había debajo de la tela, era algo que a cualquiera pondría nerviosa. Pero Louane lo volvió a empujar.

    —Llegaré tarde —dijo con severidad, aunque le dio un corto beso en los labios al tiempo que salía del armario, como si nada hubiese pasado. El inglés suspiró profundamente, caliente, con ganas y en un bendito armario solo. Esperó unos minutos –un acuerdo que tenían donde fuese que se vieran- y salió de allí, sacando de inmediato su teléfono para teclear.

    “Me encanta ese brillo, tus labios saben a cereza. <3_<3”

    Observó en el reloj de su muñeca que aún tenía un poco de tiempo entre su próxima clase y ahora. Así que caminó con calma hasta la cafetería, hablando aquí y allá con algún que otro conocido, hasta alcanzar la tienda. Compró el dulce que tenía la cereza más grande y brillante. Le tomó una foto y se la envió: “Me lo comeré pensando en ti y en tus labios”. No, no era un pervertido, pero sabía que cosas como esas, le harían sonreír. Pero sobretodo…, las ganas por ella comenzaban a quemarle el cuerpo.

    Se comió el dulce con un poco de decepción, recostado de la silla, mientras se llevaba bocado tras otro a la boca. Unas chicas se sentaron en su mesa, parloteando sin parar, pero él estaba con la mente en ella. A veces deseaba que no todo fuese tan secreto.

    Nada se comparaba con el sabor de los labios de Louane D’Souza.
     
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  8. Threadmarks: Lemon pie~ [Nathan&Joe]
     
    Domenica

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    Lemon pie~ [Nathan&Joe]
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    Siempre creyó que en su destino no había cabida para ciertas cosas. Siempre creyó que no tendría lugar para un novio. Pero sobre todas las cosas, Josephine Wright nunca creyó que tendría ése novio. El chico codiciado, guapo, gracioso y encantador que atraía las miradas de todas las muchachas, en especial de aquellas que no se parecían en nada a Josephine Wright.

    Por favor, ¿quién querría meterse con la gamberra del colegio? A menos que quisieras tu nariz destrozada, lo mejor era evitar mirarle el culo alguna vez.

    A Nathan Stanley Collingwood no le importó mirarle el culo y a Josephine Wright tampoco le molestó el hecho que su amor infantil mostrara interés en ella porque, por una vez en su vida, sintió que el destino le deparaba algo distinto.


    —¿Un mes? Joder, esto ha pasado muy rápido.

    Apartó la mirada cuando sintió los cálidos dedos de Stanley rozando los suyos mientras le miraba con esos ojitos preciosos que derretían la Antártida de la misma manera que volvían agua ese carácter volcánico de la rubia. Sentía su rostro caliente, indicador inequívoco de que sus mejillas estaban rojas como las fresas, por un gesto tan inocente como aquel.

    —Un mes y tú sigues ruborizándote porque te sostengo la mano, Joe.
    —No me jodas, Stanley.
    —¿Seguro que no quieres que te joda, Joe?

    Ella farfulló una maldición, cubriéndose el rostro al notar que la anciana que atendía el local había escuchado aquella sugestiva pregunta.

    —Recomiéndenos algo.
    —Pie de limón de la casa, niños. Y si es para compartir, mejor, une a los enamorados.

    Ni siquiera esperó la contestación, porque se alejó sonriente a buscar un trozo de aquel postre para ambos.


    —Hm, ¿has venido antes a este lugar?
    —No me digas que te pone celosa pensar que he traído a otra chica.
    —Me sabe a mierda lo que hayas hecho antes de mí, me interesa saber que seré la última.

    Nathan puso esa sonrisa juguetona, pero no quiso decir más que un agradecimiento cuando la dulce ancianita colocó entre ellos un enorme trozo de pie de limón, cubierto por una capa de provocativo merengue. Él cortó un pequeño pedazo con el tenedor, acercándosela a ella hasta la boca por la mera diversión de verla avergonzada por algo que parecía tan normal.

    Pero, incapaz de aguantar la tentación, desvió el tenedor y le llenó la nariz de merengue, arrancándole a Josephine una maldición y un golpe en el hombro que hizo que se le cayera al suelo el cubierto, con todo y pie.


    —Jodido idiota.

    Ella no pudo enojarse al oír la risa melodiosa de su chico, así que se limitó a limpiarse despreocupadamente con el dorso de la mano e inclinarse para darle un beso corto en los labios, aunque se apartó rápido al notar que un chico los miraba desde dos mesas más allá.

    —Hm, Joe, creo que me gustas más que este pie de limón.
    —Ni siquiera lo has probado.


    Se sonrieron, con esa complicidad que le ponía los vellos de punta.

    De pronto le pareció que el destino era sólo una palabra y que, con Nathan a su lado, podría escribir su propia historia.

    .
    .
    .

    sorry si hay OoC.
     
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  9. Threadmarks: Nathan Stanley Collingwood
     
    Ceci

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    nombre.
    Nathan Stanley Collingwood
    edad.
    Diecinueve años
    alias.
    Rómulo

    personalidad.
    Nathan no es, precisamente y contrario a lo que muchas otras personas puedan pensar, una versión masculina de su hermana, Savannah. Confiado de sí mismo quizás hasta por demás, vive en la altanería constante de pensar que todos y cada uno de los seres sobre la tierra son indispensables menos él y su íntegra existencia. No suele entablar relaciones muy profundas por su tremenda falta de interés en conocer a los demás, y rechaza, también, el hecho de que alguien quiera conocer más de él de lo que quiere mostrar, por lo que no es muy difícil definirlo como una persona más que reservada. Su vida es para él y para nadie más, y eres bienvenido en lo que él quiera compartir y hasta ahí, en nada más. Quizás también porque en parte no ha descubierto exactamente qué hace con su vida que no le gusta andar ventilándola más allá de su círculo seguro, pero Nathan siempre buscará mantenerse como una persona muy privada que deja todo lo que lo involucre cerrado con llave y no se abrirá ni aunque intentes sacarle las cosas a golpes.


    Es una persona hasta un poco irascible, que no siempre reacciona muy bien ante las presiones que van más allá de lo que él pretende permitir, porque dentro de su personalidad de tipo al que le resbala todo, del que parece no importarle absolutamente nada de lo que pasa a su alrededor, también tiene su vena sensible y no reacciona de la mejor manera cuando lo estimulas de más. No es como si fuera una bomba de tiempo esperando para explotar, pues algo de paciencia tiene, pero no es que uno quiera estar cerca cuando él se termina de enojar con alguien. Y si bien no suele enojarse con las personas muy seguido, tarda muchísimo tiempo en perdonar, porque considera que las traiciones son las peores heridas que le pueden hacer, las que quedarán abiertas por mucho tiempo, y que sangrarán y dolerán más que cualquier otra y es porque sobre todas las cosas, no sabe lidiar con las desilusiones. De verdad es mucho más fácil mantenerlo contento ante la posibilidad de hacerlo enojar y conseguir su perdón después. Por eso es que también es una persona cuya palabra vale oro, porque como lo peor que puedes hacerle es faltar a tu palabra, él hará que la suya sea digna de respetar, y él será, siempre y bajo cualquier circunstancia, alguien en quien puedas confiar.


    Autodestructivo, agresivo, incapaz de desarrollar empatía por muchas personas al mismo tiempo. Un poco egoísta también porque trata de pensar en su bienestar personal antes que en el del resto, y no pone a nadie antes que a él, a menos que sea alguien a quien de verdad valore. Quizás por eso es que toma las decisiones sobre sí mismo tan a la ligera, porque siente que no debe darle explicaciones ni a su propia madre, y no lo hará. Es alguien de realmente pocos amigos, pero que conserva y valora a los que considera cercanos, destacando Ryan de todos ellos como el más longevo y al que más aprecio le tiene. Y eso dice bastante, porque habiendo sido una persona tan popular durante toda su vida en el colegio, nunca dejó que nadie más que Frazer se le acercara de esa forma, nunca generó un vínculo tan estrecho con nadie más, aunque le sobraran las oportunidades de hacerse de mil y un amigos. No se niega al peligro, algo que está oculto en su secreta y larga lista de adicciones. Tiene una atracción absurda por lo que le significa un daño, y aunque no tiene tendencias suicidas evidentes, si está bebiendo no se controla, y si está metiéndose en algún conflicto que le genere una dosis de adrenalina, pues mejor.


    No hay que confundirse, pues tampoco es como si se comportara como un gato arisco del que haya que cuidarse (al menos no todo el tiempo), no es un bicho asocial con el que ni siquiera se pueda entablar una conversación, pues es el tipo de chico que no se pierde una fiesta, del que nunca le dice que no a un buen antro, y por sobre todas las cosas, nunca deja pasar la oportunidad de tener algún buen rato con quien sea. De hecho, Nathan es bastante agradable para conversar con él, del tipo de personas que te dejan un buen sabor de boca, que te dejan la iniciativa de querer saber más de ellos, pues no habla mucho de sí mismo cuando habla, pero no deja de brindar conversaciones interesantes ni de ser una buena compañía. Siempre está más que dispuesto a todo, más aún si son cosas nuevas que puede hacer, no es alguien que le haga asco a lo desconocido, pues todo lo ve como una aventura.


    Es un alma libre que no disfruta de cualquier clase de ataduras mas, de forma contradictoria, tiene los ideales firmes y es muy difícil hacerlo cambiar de opinión una vez que ya argumentó su postura sobre algo. Todo eso se explica porque, de cierta forma, ni siquiera Nathan sabe lo que hace en el presente como para pensar en lo que hará en el futuro. Un chico completamente lleno de incertidumbre, pues no consigue identificar los objetivos, lo que quiere hacer de su vida. Todo lo que tiene lo ha obtenido fácil: buenas notas porque sí, porque es lo suficientemente inteligente como para aprender sin que le cueste (inteligencia de dudosa procedencia pues a la hora de tomar decisiones se borra de su juicio y su uso de razón), fue líder de la manada porque sí, e incluso fue un excelente deportista en la escuela porque sí, porque, ¿por qué no? Ni siquiera puede responderse esa pregunta.


    físico.
    Él no va por la vida esforzándose por atraer miradas porque bueno, la naturaleza y la genética han sabido ser lo suficientemente generosas como para llamar la atención así trajera la cara llena de tierra.. Altura por encima del promedio, metro ochenta y tanto, y una contextura bastante atractiva, pues sus hombros anchos y su cuerpo fuerte dan motivo para alardear; el cuerpo de un nadador que entrena diario, que era su caso. Como su hermana, goza de ojos claros y cabello castaño claro, casi como un rubio oscuro, tez aporcelanada y libre de imperfecciones o arrugas prematuras; nunca se deja la barba por mucho tiempo, por lo que siempre se le verá impecablemente afeitado. Cuida mucho su higiene personal y le presta mucho atención a su apariencia aunque su estilo sea más bien descuidado y dé la impresión contraria.

    Suele ir por la vida vistiendo más sencillo que otra cosa, bastante minimalista, pues se identifica muchísimo con ese estilo, casi que como filosofía de vida. Sus prendas son casi todas blancas y negras, no utiliza mucho color si el mismo no es de tonalidades oscuras o pasteles, pues no le gusta andar resaltando por la vida por llevar la playera roja o las sneakers de correr fluorescentes. También es de llevar ropa ligera y casual pero conservando el toque formal, con camisas antes que playeras, pantalones antes que shorts y zapatos antes que championes.


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    y foto con su hermana, Sav, porque yolo (?)

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    historia.
    No hay mucho que destacar de su vida, y quizás ese sea el mayor de sus problemas: el hecho de que su existencia fuera una constante línea recta que ni siquiera le ofreciera rozamiento a su avanzar, pues nunca se enfrentó a ninguna complicación, desarrolló esa fantasía, esa ilusión en la que se creía intocable y con la disposición de lograr todo lo que se propusiera. Desde pequeño siempre tuvo los mejores promedios que mostrarle a los abuelos a cambio de dulces, y sus padres, quizás por el hecho de que él había sido el primer hijo en llegar a su vida, le prestaban relativamente más interés que a su hermana. Y así con todo: el primer nieto, el primer promedio, el primer amor de muchas, la primera ilusión de otras cuantas. Nathan siempre llegaba primero a todas partes.

    Y eso se vio más que reflejado en muchos aspectos de su vida, no solo al ser el primero al que sus compañeros de clase buscaban para hacer un trabajo; era el primero en hacer el bien también, pues nunca dejó pasar cualquier injusticia bajo su nariz. Empezó a nadar a una edad bastante temprana, buscando algo más en lo que destacar, y fue tan bueno que incluso entrenó por más de diez años hasta unirse al grupo de preparación para presentarse en las olimpíadas. Como uno de los mejores promedios y el deportista prodigio de Henry VIII no tardó nada en empezar a prepararse para competir en los juegos olímpicos como un representante de su país.

    A todo su éxito personal se sumó, más que rápido, el liderazgo de ‘La Manada’. Se sentía bien tener esa autoridad, ese poder de decisión sobre los demás, de ser tan perfecto como él podía serlo. Pero bien dicen que hay que portarse bien, que no hay que andar haciendo chanchadas, y con esa falsa ilusión de superioridad y seguridad, logró arriesgarse demasiado metiéndose con un cartel de drogas, cosas que niños de su edad no deberían estar haciendo, y así se ganó una golpiza que terminó arruinando los ligamentos de su hombro, por lo que, se le volvió imposible seguir nadando. Desde ese entonces, desde que perdió la ilusión por la natación, Nathan empezó a preocuparse cada vez menos por sí mismo, empezando con una adicción a los calmantes para el dolor de su hombro y terminando sin poder pasar un par de horas sin alguna dosis de algo, resultando en una relación de dependencia, y bastante irónico a su rechazo hacia las relaciones constantes, no ha podido alejarse de los estupefacientes desde entonces.

    Así, sus malas decisiones lo han llevado, hoy en día, a trabajar para uno de los cárteles más serios de inglaterra, siendo hasta el protegido del capo de una organización mafiosa. Y todo eso mientras estudia un doctorado en química en la universidad y trafica las drogas para la manada. Sí, siempre ha sido una persona bastante capaz de manejar su tiempo.

    gustos.
    —Las drogas. Siempre está dispuesto a probar alguna que otra nueva si le llaman lo suficiente la atención.
    —Le gustan las mujeres, obviamente, y nunca ha tenido ojos para los chicos, pero le gustan las mujeres más que nada para mirarlas. No suele tener la iniciativa de ir a revolcarse con alguna mujer, a menos que ésta realmente le llame la atención. Y dicho de esta forma: no le gustan las mujeres voluptuosas o las mujeres que tengan una belleza que llame la atención a todo el mundo, sino que mientras más desapercibida pase una mujer, más llamará su atención y más considerará si se siente atraído por ella.
    disgustos
    —Detesta, por sobre todas las cosas, que le mientan.
    —Sorpresivamente, no es una persona que guste de los alcoholes muy fuertes. Siempre que se lo vea tomando escocés o algo directamente más fuerte que una cerveza o un vino es porque no se siente muy bien.
    —Se pone de mal humor no bien pasa por una piscina desde el incidente de su hombro.
    —Los olores fuertes, especialmente los perfumes en los que se bañan las chicas. A él le gusta oler bien, no hay que confundirse, pero no es fanático de que se le impregne la nariz.
    extras.
    —A pesar de ser un adicto, tiene las cosas muy en claro: sabe que no puede fallarle a Lucca y se toma muy en serio su trabajo de mantenerse sobrio mientras le hace los mandados.
    —Es una persona muy privada, y como tal, solo unos pocos de la manada saben que él es el dealer (Joe y Ryan, precisamente). De la misma forma, solo Ryan lidia con su adicción a las drogas. No es algo que esté abierto al conocimiento de los demás.
    —Tiende a ser una persona muy poco delicado con las mujeres y las personas en general. Trata a todos de la misma forma, no hace distinciones de caballerosidad para con las féminas. No sería sorpresa que alguna se comiera un golpe suyo.
    —Se ha sometido a dos procedimientos para intentar arreglarse el ligamento, mas ninguno ha logrado arreglarlo del todo. Sufre de un dolor constante en el hombro.
    —Ryan es el principal protagonista de su adicción, porque cuando se vio sumido en la depresión debido a que los painkillers poco hacían por su lesión, su amigo empezó a traerle cosas más fuertes.
    luego edito bai (?
     
    Última edición: 28 Julio 2016
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  10. Threadmarks: Lip Balm (Louane&Josten)
     
    Kárupin

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    Rabia

    Lip Balm

    Si había algo en común en todas las estudiantes del Henry, eso era sin duda la gracia, la elegancia. Incluso la chica más insípida del colegio sería una celebridad en cualquier otra institución y eso era sabido por todos.

    Recientemente la moda de llevar los labios de cualquier tonalidad de color fantasía había llegado a la escuela, y al parecer planeaba quedarse un buen rato. Nadie lo juzgaba ni lo veía mal, al fin y al cabo era normal que en Henry todos estuvieran al día con las últimas tendencias. Aun así había pocas estudiantes que se rehusaban a seguir tal moda, algunas porque lo tachaban de superficial y otras porque las tendencias las traían sin cuidado. Así, Louane D’Souza era una de esas estudiantes que preferían quedarse con el bálsamo labial tradicional, ese que apenas tenía una ligera tonalidad cereza.

    —Deberías probar este, Lou. Creo que es un color que definitivamente te quedará —dijo un chica extendiéndole un labial de color morado.

    Ella le miró y le dedicó una sonrisa incómoda. Ya había dicho varias veces que no estaba interesada, ¿por qué insistían?

    —Bien, veo que realmente no ti piace la idea —soltó guardando el cosmético.

    Loaune le sonrió, agradecía que desistiera.

    D’Souza tomó su bolso escolar y salió de la última clase del día. Tenía que devolver unos libros en la biblioteca y después vería a Jost en el lugar secreto de turno. La idea de que faltaba poco para verle le provocaba expectación. Sabía que ese chico le gustaba.

    Una vez devolvió los libros pasó al tocador a retocarse el bálsamo labial y revisar que todo estuviera en su lugar.

    Salió de allí hacia los antiguos vestidores del gimnasio.

    Se dio el lujo de acercarse lentamente, grabando en sus pupilas la imagen de Jost, ansioso, sentado en una banca. Él miraba su reloj de pulsera, después revisaba el celular. Acto seguido se levantaba y caminaba en círculos para posteriormente sentarse y repetir todo el proceso.

    Una sonrisa ladina se dibujó en sus labios.

    Llegó por detrás y le cubrió los ojos. Sin esperar alguna reacción de su parte le besó el cuello para después abrazarle, aprovechando que Josten estaba sentado e indefenso.

    —Te extrañé —soltó él, sujetando los brazos que lo rodeaban.

    —Yo también —fue todo lo que ella respondió para después ponerse frente a él.

    Normalmente sus encuentros solían ser así. De ninguna manera Louane se avergonzaba de Jost es sólo que no sentía la necesidad que lo demás se enteraran con quien salía. Además Jost era su secreto, su secreto más preciado y mejor guardado, al menos por el momento. Así que le quería sólo para ella.

    Le gustaba la manera en que Jost la trataba, la manera en la que le hacía sentir sobre las nubes y que era la única en el mundo. También le gustaba la manera en que Jost le besaba. Algunas veces con tanta ternura que su amor le lastimaba, y otras con tanta rabia y pasión que sus piernas se doblaban y sus labios parecían arder.

    Pero le gustaba.

    Enterró las manos en el espeso cabello del chico y los peinó en una sola dirección, acto seguido tomó su mano y lo jaló. No había problema en guiarlo por aquellos pasillos, al fin y al cabo era una zona por la que nadie se paseaba.

    Sin embargó frenó en seco, haciendo que el chico golpeara contra su espalda. Ella alzó su dedo índice y lo puso contra sus labios, diciéndole que guardara silencio. Acto seguido esbozó una sonrisa y con los ojos le indicó el motivo de su diversión. Josten se asomó y alcanzó a ver a otra pareja comiéndose la boca. También sonrió. Louane negó suavemente y le indicó que mirara otra vez. Él seguía sin entender, eso hasta que vio que el chico tenía una enorme mancha de algún color en el área de la boca, y entonces su mente hizo click. Acto seguido soltó una leve risilla y jaló a Lou en dirección contraria.

    Jost la acorroló contra la pared y ella pasó los brazos alrededor de su cuello. Lou le dio un suave beso y acto seguido susurró contra su oído.

    —Es por eso que uso lip balm.

    Sólo como comentario, ti piace significa te gusta. No sé, pensé que quedaba mejor. La chica de alguna manera se estaba burlando. Y ya al final lo dejé como lip balm porque por alguna razón bálsamo labial no me convencía.
     
    Última edición por un moderador: 19 Octubre 2017
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    Tarsis

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    Jajajajajajajajajaja quedó incluso mejor de lo que me lo había imaginado cuando me lo comentaste. Louane es alguien con una personalidad bien definida, me encanta que no se deje arrastrar por los demás solo porque si. Y y y como describió porque le gusta Jost. Hay que admitir que es adorable. Jajaja
    El toque de que el la estaba esperando ansioso, es justo tal cual como el lo haría. Es un desesperado al que no le gusta esperar y siempre se muere por verla.
    Me encantan ellos. Son un secreto muy lindo (?
     
  12.  
    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    y con esta descripción de la británica/francesa de apellido portugués empiezo a leer tu PM. Sin duda debe ser un buen augurio.

    En principio debo decir que vi poca rabia en el PM... esperaba una escena de celos, una frustración... no la rabia de la pasión. No puedo evitar aceptar que me tomó por sorpresa, pero creo que el shot está muy cargado de romanticismo para una palabra así :P

    El final estuvo genial, muy inteligente, muy fino y divertido. Y al final supongo que se lo comió sin culpas (?) Me hubiera gustado que hablaras un poco más del físico del muchacho (dios, que comentario más gay pero no puedo dejar de ser objetivo D: ) pero a Louane la describiste a la perfección, supongo que ayuda que sea tu personaje, je.

    En fin, lindo, atrevido, entretenido :D
     
    Última edición: 30 Agosto 2016
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    Ceci

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    Al principio el título me dio la impresión errónea del texto, así que empecé bastante curiosa por leerlo xd pensé 'bueh un tío que cuida el peso y hace dietas, esto es interesante', pero Josten solo es un chico más xddd y quién lo culparía, si bien ricas que son las hamburguesas en los carros ;-; /vegana nostálgica.

    En fin. Lo que sí fue genial de leer fue cómo, a pesar de que Trisha era un bombón, la rechazó por una hamburguesa xd. Definitivamente no es algo que los chicos de Royals harían, preferir comida sobre una buena mujer.

    Pero no me quejo, mejor, mientras más soltero esté Josten más se puede fantasear con él (?)

    Ok, ya le paro, pero leer este escrito me dio muchas ganas de que empiece Royals y verlo a él en conjunto con los demás personajes.

    Te quedó precioso, catarsis, la mvp de colectivos <3 aunque me hubiera encantado leerlo avanzar un poco más lento y que se viera un poco más de Josten y de cómo se sentía respecto a la chica.

    Besitos en tu cuerpo♡
     
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    Yo le di un adorable porque no sabía cómo decir que a punto de entrar a clase, luego de leer esto, estoy que lagrimeo ;_; Josten, mijo, ven a que te abrace y te proteja de todo el mundo y las maldades que tiene por hacerte ;-;♡

    He de decir que primero me confundí y no entendía nada y luego me quise cortar las venas. En cierta forma quiero entenderlos a todos los presentes; a Josten odiando a su padre porque solo es un niño expuesto a la violencia y la adicción de su madre, y luego al que más entiendo es a su padre que solo busca lo mejor para él, aunque Josten no lo pueda ver :/ espero que algún día madure para darse cienta de que realmente no hay malos en su historia, que ambos, tanto Josten como su padre, tienen la misma voluntad y es que su madre mejore por un motivo o por otro, aunque sus métodos sean muy distintos.

    En una opinión un poco más beta (?) sobre tu escrito, yo te recomendaría que revisaras un cachito tus diálogos en este escrito, hablando desde el punto de vista del formato de los mismos, y que revisaras un cachito tu puntuación y tus tildes. Pero ya sabemos que eres catarsis y te apuras y estas cosas te pasan por no revisar :<

    Me gustó mucho tu escrito, love <3 Cada vez tengo más ganas de leer a Josten en particular en Royals, ver su evolución en el colectivo. Presiento cosas muy buenas sobre él, presiento que lo voy a querer mucho más de lo que ya lo estoy queriendo <3
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Mierda, Tarsis sí que tenía razón. Este tipo es bien macho, creo que hasta yo me excité leyendo como meaba D:

    Bueno, al caso del PM, estuvo bien escrito, mucho diálogo y en este caso era necesario... no noté bien de qué palabra se estaba hablando... ¿indecente quizá? Si es indecente supongo que está muy bien porque el capítulo en sí lo es (lo que no le quita mérito)

    Igual, se lo ve muy machote así sacudiéndosela y montando en cólera para defender a un amigo pero... ¿qué haría si el que habla es un tipo de 30? Para mí que se hace encima, no sé... no le pongo muchas fichas.

    Voy a ver si encuentro algo más de este tipo, a ver si se la banca de verdad.
     
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  16. Threadmarks: If I were a girl [Nathan&Ryan]
     
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    rhapsodic кучко. Comentarista empedernido

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    If I were a girl [Nathan&Ryan]
    .
    .
    .

    I'm the hand of God
    I'm the dark messiah
    I'm the vengeful one —



    Ryan ahogó una carcajada, con la espalda desnuda apoyada contra el costado de la cama cuyo colchón era demasiado flojo para su gusto. No habían pasado cinco minutos desde que Nathan y él se habían peleado como par de infantes de preescolar por cuál estación de radio poner, pasando canales donde sonaban canciones desde Hannah Montana (¿O ahora era Miley Cyrus?) hasta Marilyn Manson. ¿Ahora? Ryan habría preferido escuchar a Taylor Swift antes que continuar oyendo esta basura sobre pendejos vengativos.

    —Dude —Raspó Nathan, al parecer leyéndole el pensamiento—. ¿Por qué estamos escuchando esta mierda, otra vez?

    —No lo sé —Ryan rió desde su lugar, demasiado vuelto mierda como para dignarse a girar su cuello y ver a su rubio amigo sobre la cama—. No recordaba que esa estación de radio fuera tan mala.

    —Pfft. No escuchas radio. Tipo, nunca, nunca en la vida.

    —¿Nunca, nunca? —Rezongó—. Suenas como una maldita niña, Stanley.

    Nathan no respondió y Ryan no dijo nada más, dándole dos, tres tragos seguidos a la cerveza en su mano, viendo con cierto desdén las muchas latas esparcidas sobre la alfombra. Las chicas que ambos habían invitado temprano se habían ido hacía una hora, más o menos, porque según Nathan, si ya se las habían follado ¿para qué dejar que se quedaran?

    —Si yo fuera una chica, te follaría, hermano —Nathan dijo por sobre la música—. Te follaría hasta los huesos.

    —Oh, carajo. Gracias —Ryan rió, con la nuca pegada al colchón—. Eso es muy lindo de tu parte.

    Friction, de Imagine Dragons continuó sonando al fondo. Se supone que este tendría que ser un momento incómodo, ¿cierto? Porque ¿qué rayos hacían dos hombres diciéndose este tipo de cosas? Ryan estaba demasiado ebrio como para horrorizarse y, al final, ¿por qué tendría que hacerlo? Nathan era una de las mejores personas que conocía, su mejor amigo… oírlo decir que tendría sexo con él, de ser mujer, era una especie de halago.

    Tachen eso. Era un halago.

    —Yo también te follaría, pero dejemos de hablar sobre esto, ¿de acuerdo? Es muy gay.

    —Sí —Ahora fue el turno de Nathan de murmurar—. Es muy gay. No lo mencionaré otra vez.

    —Tengo que estar más ebrio para hablar sobre mierda como esta. Pero de verdad lo haría. Realmente lo haría. Lástima que no eres una chica.

    —Sí —Otra pausa—, pero si fuera una chica, tendría un lindo culo, ¿no lo crees?

    —Y unas bueeeeeenas tetas.

    Al otro lado de la puerta, Savannah no podía reunir el coraje para dejarles saber que estaban hablando lo suficientemente fuerte como para despertar al vecindario. ¿Esta era la clase de cosas de la que hablaban cuando estaban vueltos mierda?

    Con razón eran amigos.

    .
    .
    .

    Canciones mencionadas: The Vengeful One - Disturbed.
    Friction - Imagine Dragons.

    AMEN EL BROMANCE.
    CECI THIS IS 4 U BABE.
     
    Última edición por un moderador: 19 Octubre 2017
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    Tarsis

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    JAJAJAJAJAJA disculpen que comente antes que Cecilia, pero cñlm no lo pude resistir. Me reí hasta que se me salieron las lágrimas. Con esa "seria" conversación y lo peor es que Sav los escuché es como WTF? Esto es de lo que hablan? Cómo cojerse si fuese mujer uno de los dos? HAHAHAHAHAHAHA de verdad, demasiado gracioso.
     
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  18. Threadmarks: El amor duele [Josten&Louane]
     
    Tarsis

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    El amor duele [Josten&Louane]


    Pm: Pañuelo.

    Personajes: Josten Ryze.






    Jost, como un buen joven inglés siempre llevaba un pañuelo consigo. Perfectamente planchado y con un leve aroma a hombre, el pequeño retazo de algodón siempre reposaba en su bolsillo esperando para ser usado. Costumbre que ha agradecido a lo largo de su juventud, dado que desafortunadamente las mujeres suelen llorar a su alrededor y él siempre tendrá un pañuelo para ellas.

    Éste patrón había comenzado con su madre, la cual siempre le doblaba el pañuelo y se lo colocaba en el bolsillo de su chaqueta escolar y él siempre debía sacarlo de allí y arrugarlo, mientras le limpiaba las lágrimas que corrían por su rostro. ¿Por qué su madre siempre lloraba? ¿Era por su culpa o por culpa de quién?

    No llores mami, tus ojos se ponen rojos…—Sus pequeños dedos pálidos deslizaban el pañuelo con cuidado sobre los ojos azules de su madre. Ella siempre le sonreía y le decía que todo estaba bien. Desde ese momento Josten decidió que nunca haría llorar a una mujer y si lo hacía, siempre tendría un pañuelo para ella.

    En su adolescencia, se dio cuenta, que sin querer las hacía llorar. Sus amigos se reían de él –aunque él debería sentirse orgulloso, no lo estaba-.

    Todas lloran por ti, ojalá yo tuviese tu cara, Ryze.

    No quería tener a un mar de mujeres tras él, mucho menos llorando por su culpa. Realmente no entendía por qué lloraban, él no lloraría por la cara bonita de una chica. O sea, él no engañaba a nadie, les dejaba muy claro lo que quería de ellas y lo que no, él no estaba buscando amor o novias, a veces sólo quería compañía para pasar el rato. No un amor eterno para toda la vida.

    P-Pero dormimos juntos —Lloriqueó la chica. Su larga cabellera se mecía en su espalda perfectamente ondulada. Era simplemente hermosa, alta, esbelta y con unos preciosos ojos color miel. Josten suspiró.

    Te lo dije y te lo vuelvo a repetir. Sólo quería sexo. —Aclaró, puntualizando el hecho de que no quería nada más que eso y que jamás prometió más.

    —¡P-pero te fuiste y ni siquiera habías terminado! —Le recriminó la joven, sonrojándose.

    ¿No quedaste satisfecha tú? —cuestionó él sin mucho interés. Realmente deseaba estar en cualquier lugar menos en este y comenzaba a sentir hambre.

    ¡Sí, por supuesto! Fue…

    Entonces mi trabajo está hecho. Cuídate. —La cortó, entregándole un pañuelo y guiñándole el ojo mientras se lo ponía en la mano. Pasó a su lado, dejándola atrás mientras se perdía en los pasillos del Henry VIII. Realmente la misma mierda todos los días comenzaba a cansarlo enormemente.

    *---*---*

    Nunca había visto a Louane llorar y realmente no esperaba hacerlo. Era la chica más hermosa, divertida, intrigante, inteligente e interesante que había conocido en su vida. Él sabía perfectamente que era malo darle poder a alguien sobre ti mismo, pero ella lo tenía comiendo de su mano.

    Porque el amor duele.

    Y él ya lo sabía y aún así, la dejó a ella traspasar su línea. Y ella había hecho lo que esperaba no hiciera, le había mentido y había jugado con él. Estaba allí, con los ojos abiertos de la sorpresa y el labio inferior temblándole. Josten clavó sus claros ojos azules en ella, con las cejas hacia abajo tras su expresión de enojo.

    —¿Cuándo ibas a decírmelo? —exigió—. ¿Desde cuándo Louane? Y no me mientas.

    —Estoy comprometida con él antes de conocerte, Jost. Iba a decírtelo, pero…—Se calló, mordiéndose el labio inferior. Josten jamás le había visto de esa forma, nunca antes se había enojado con ella. extendió su mano hacia él, pero el inglés se la quitó, con cuidado, pero la quitó. Él necesitaba pensar con claridad y con ella tocándolo no lo haría. Estaba tan enojado que sentía que de un momento a otro le iba a explotar el pecho.

    —Creo que soy el que sobra aquí —dijo sin más, llevándose las manos a los bolsillos dispuesto a salir de allí. Ella lo sostuvo del brazo, sus ojos claros más brillantes que nunca, conteniendo las lágrimas. Lo más cerca de las lágrimas que la había visto nunca. Sintió que el corazón se le arrugaba, pero no flaquearía, ella le había fallado a él. No al revés.

    —Yo confié en ti. No debí hacerlo…—negó, mientras le quitaba la mano con cuidado la sostuvo por unos segundos, se inclinó hacia ella, depositándole un casto beso en la frente. Un beso de despedida. Una solitaria lágrima corrió por el rostro de Louane, sabía lo que significaba. Él no la perdonaría. Jost le soltó la mano, dándole uno de sus preciados pañuelos. Ella lo agarró y se lo aventó a la cara.

    —No quiero tu lástima, Josten —replicó orgullosa.

    —No quieres nada de mí en realidad —devolvió enojándose aún más, arrugando el pañuelo que había atrapado en el aire en sus puños—. Porque te lo ofrecí todo y no lo quisiste, querías tenerme escondido como si fuese un fenómeno del que te avergüenzas. Pero al menos ahora tiene más sentido. Buenas noches, Louane.

    Se fue sin más. No quería explicaciones ni excusas, no quería más mentiras. Sólo quería golpearse y olvidar todo lo que había tenido con ella.

    Había ido a sorprenderla y el único sorprendido había sido él. Quizás no debía haberle dado el pañuelo, él lo necesitaría más que ella. Porque realmente le gustaba esa chica y ella acaba de partir su corazón, en pedazos muy, muy chiquitos.

    El amor duele. Por eso no hay que amar.
     
    Última edición por un moderador: 19 Octubre 2017
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  19. Threadmarks: Capítulo 1
     
    Domenica

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    CAPÍTULO I


    .
    .
    .
    La fuerza de la manada es el lobo
    Y la fuerza del lobo es la manada.
    Rudyard Kipling
    .
    .
    .

    Número 35 de Grosvenor Crescent.
    26 de Agosto.
    2:56 am.


    —Escucha una cosa, crío —masculló entre dientes, escupiendo a los pies del muchacho hecho un ovillo en el suelo, que tenía el rostro cubierto de sangre y la ropa hecha jirones—, no intentes jugar conmigo porque la próxima vez no tendré tanta piedad y te volaré los malditos sesos de un balazo.


    Le pateó en las costillas, arrancándole un doloroso alarido. Estaba asegurándose que Nathan Stanley Collingwood nunca olvidara esa noche, sin saber que dejaría en él un recordatorio constante aunque invisible de aquel fatídico y frío callejón nocturno de Londres.

    —¡Déjalo, déjalo ya!

    Siempre esa voz, ese acento. Siempre le salvaba cuando estaba a punto de rendirse. Siempre significaba el final.

    Lo único que se oía en la lúgubre y helada noche eran los jadeos, los gemidos de dolor y miedo que rebotaban contra las paredes como una melodía tenebrosa que ponía a cualquiera los vellos de punta. Como un animal herido, Nathan se removía sobre su cama reviviendo en sueños la peor noche de su vida, cuando toda su esperanza de un futuro luminoso se difuminó con la misma velocidad que su conciencia le había abandonado con cada golpe, con cada impacto contra su cuerpo. Su rostro brillaba debido a la transpiración que lo cubría, manifestando su piel lo que ocurría en su cerebro; porque, para él, no se trataba de una simple pesadilla. Nuevamente, acudían a él los vívidos recuerdos de una noche llena de sombras que acabó con toda la luz que tenía dentro.

    Es sólo un sueño, Nathan, vas a despertar. Todo va a acabar. Cuando abras los ojos todo será exactamente igual, terminará esa pesadilla y la vida será buena otra vez.

    —Lo siento, hijo. Necesitamos operar.

    Otra vez ese hombre vestido de blanco, mirándole con ojos piadosos mientras la miseria se cernía sobre Nathan; él odiaba la lástima que todos le dedicaban: sus padres, su hermana, todos los malditos integrantes de su equipo de natación. ¿Y qué? ¿Y qué si sueño de las olimpíadas se quebraba como si fuese una copa de cristal impactando contra el suelo?

    Se levantó simplemente de la camilla, detestando el blanco impoluto que se adueñaba de cada milímetro del lugar, detestando cada par de ojos que se posaban sobre él, detestando haber construido un sueño que se había derrumbada, detestando haber creído toda su vida que era intocable y que, de pronto, fuese tan frágil como cualquier otra persona.

    —Si se tiene que operar, se opera. Ya. Vámonos.

    Se terminó de colocar la camisa, ignorando monumentalmente el hecho de que el médico no estaba listo para finalizar la consulta. Pero él sabía exactamente lo que significaba esa mirada de pesar: nada sería lo mismo. No habría Olimpíadas para él, no habría medalla de oro, no habría sueño británico… para Nathan Stanley Collingwood no quedaba nada más.


    Ese día murió una parte de él, esa parte que anhelaba ser siempre el primero. ¿De qué servía ser el mejor? Incluso para los más grandes hay sufrimiento…

    —Está bien sentirse furioso con la vida, muchacho —dijo Lucca, con su llorosa mirada celeste y meneando el vaso de whisky en su mano—. A ti te quitó tu sueño, a mí me quitó a mi hijo. Pero cada día que pienso en ello, tengo más ganas de vivir… porque no pienso demostrarles a mis enemigos que me han vencido.


    Nathan le miró, frunciendo un poco el entrecejo y, por primera vez en semanas, sonrió sinceramente. Lucca, desde la noche que le salvó de aquel grupo de matones, se había convertido en una especie de mentor para él… preocupándose por su vida de una forma casi paternal y proporcionándole formas de canalizar correctamente el coraje y la indignación que sentía.

    —Quiero hablar contigo, hijo. De negocios.

    ¿Qué tenía de malo arriesgarse ahora que la vida había perdido su característico sentido?

    La brisa fría se coló por su ventana haciendo bailar las finas cortinas, arrullando la estancia con un silbido etéreo apenas perceptible pero lo suficiente como para sacar a Nathan de la sucesión de sueños que le traían inquieto. Él permaneció sentado durante un par de segundos, frotándose los ojos adormilados a la vez que intentaba quitarse de la cabeza aquellas imágenes que no hacían más que traerle recuerdos indeseables, porque no quería pensar en ello ni evocar esas absurdas semanas.

    Un dolor punzante en el hombro de la lesión lo instó a abandonar el lecho luego de comprobar que eran más de las tres de la madrugada. Sabía exactamente qué debía hacer para mitigar el dolor; también sabía que había tomado un analgésico hacía sólo un par de horas, antes de acostarse a dormir, pero las consecuencias y las advertencias le traían sin cuidado.

    Necesitaba esa maldita píldora.


    Rebuscó entre los cajones, recordando que había tomado la última de la caja, pero también sabía que habría más en algún sitio que no podía traer a la mente en ese momento. Cuando dio con ellas soltó un suspiro de alivio, sintiendo que de sólo verlas el dolor se aplacaba. Bebió dos de una vez, pasándolas con el agua de una botella que tenía en su mesa de noche.

    Casi suspiró cuando las píldoras descendieron por su garganta y, prácticamente carente de sueño, decidió sentarse en su escritorio y abrir el ordenador, buscando algo con qué distraer su mente; sin embargo, el sonido de su móvil atrajo repentinamente su atención. El problema radicaba en que usaba dos teléfonos: el personal y el otro exclusivo para sus negocios. Y ese era el principal problema, le estaban llamando a ese teléfono privado que sólo un selecto grupo de personas conocía, personas que ni siquiera sabían su nombre de pila.


    Lo cogió, contestando de inmediato a pesar de que le causaba algo de mala espina la hora que era. Nadie llamaba a esa hora.

    —¿Rómulo? ¿O debería decir Nathan Stanley?

    Contuvo la respiración. Quienquiera que fuese el emisor de la llamada, usaba un programa para distorsionar la voz, pero eso no era lo que le había hecho tragar saliva sino el que esa persona conocía su nombre, su verdadero nombre.

    —Voy a destrozarte la vida, maldito hijo de puta —dijo la misma voz irreconocible, colgando luego y dejando al líder de La Manada lleno de incertidumbre.

    Incapaz de permanecer tranquilo después de aquella particular llamada, Nathan sabía exactamente a quién debía acudir. Marcó el número que se sabía de memoria y esperó con impaciencia que contestara.

    —Joder, Stanley, será mejor que me llames porque tienes una amiga dispuesta para mí.
    —Frazer, we got a problem…

    .
    .
    .
    Mouth is alive with juices like wine
    And I'm hungry like the wolf
    Duran Duran
    .
    .
    .

    Número 13 de Kensington Palace Garden.
    30 de Agosto.
    20:00 horas.


    Cuando el reloj anunció las veinte horas y sus cuatro maletas Louis Viutton seguían apiladas en un rincón sin siquiera un calcetín llenándolas, Josephine Wright supo que estaría en problemas. Sólo debía vaciar su armario completo en aquellos bolsos y su vida seguiría, el conflicto estaba en la pesada de su madre que armaría un revuelo infundado desde el momento que supiera que su hija no había movido ni un dedo en todo el día.
    «Bueno, sí que los he movido. Esta actualización del Royalgram no se ha hecho sola», pensó Joe con una sonrisa socarrona.


    —Señorita Josephine —alguien llamó desde el pasillo, tocando la puerta. Ella conocía muy bien esa voz, por lo que no se molestó en impedir su entrada a sabiendas que entraría de todas formas—. Mi niña, su madre espera abajo para cenar.
    —No quiero, Mildred, tengo cosas que hacer —se apresuró en contestar, cerrando de un golpe su ordenador.


    Cuando Joe se levantó estaba clara que debía empezar a arreglar todas sus pertenencias, porque a primera hora de la mañana del primero de septiembre su chófer lo llevaría hasta en Instituto Henry VIII, donde le esperaba su apasionante quinto curso. No era inusual que ella sintiera aprensión ante la perspectiva de un nuevo año, de hecho eran bastante normales los nervios previos al inicio de las clases… pero aquel año era distinto. Ni lucía ni se sentía como antes. Cuando abrió la puerta que daba a su vestidor, el enorme espejo se lo confirmó: los jeans ajustados mostraban unas caderas un poco más curvilíneas si se contaba con que el año pasado, en ese mismo momento, lucía más como un renacuajo que como una mujer. Sus pechos habían crecido un poco… ya usaba sujetadores con copa y eso era una proeza para alguien que, a los dieciséis, podía andar sin sostén y parecer más una nena de doce que una chica en los años finales de la adolescencia.

    —Voy a ayudarla con la ropa, niña Josephine. Si su madre ve que no ha hecho nada pondrá el grito en el cielo.

    La anciana le sonrió con indulgencia y, con calma, comenzó a tomar una a una las costosas ropas de Wright y las dobló.

    —Esa estúpida mujer, me enferma —gruñó, tomando entre sus manos los hermosos tacos Jimmy Choo que Caroline Kingston, su madre, había elegido para su nuevo año escolar.


    Entre las cosas que Josephine odiaba de su madre estaba el hecho de que parecía desconocerla por completo, o al menos pretendía hacerlo con la intención de comprarle las prendas de vestir que su hija más odiaba. ¿Desde cuándo Josephine Wright, la quiebra narices oficial del Henry VIII, usaba vestidos Miu Miu y zapatos Christian Louboutin mientras pateaba el trasero de los de sexto curso? Sus mejores amigos eran unas zapatillas Nike y mientras llevara unos shorts de mezclilla todo estaría bien. Por supuesto, aquello parecía mentira si se contemplaba el enorme cuarto que era su clóset repleto de finas ropas de marca (las cuales, en su mayoría, aún llevaban la etiqueta con el precio).

    —No hable así de su madre, niña Joe —murmuró con suavidad la mujer que, con eficiencia, ya había llenado la primera valija.

    La rubia bufó, regresando a su cama y volviendo a tomar su ordenador; en definitiva necesitaba no pensar en lo que sucedería en los días siguientes: su regreso a clases, y mucho menos lo que sucedería pronto: la absurda despedida de su madre. Lo único que le consolaba era la idea de un año completo, lleno de diversión con sus buenos amigos de La Manada y lejos de las exigencias de su madre.
    La pantalla se iluminó y una especie de pergamino apareció allí. Conocía muy bien lo que aquello significaba: algún miembro de La Manada había enviado una comunicación. Hizo click en el sello que mostraba un lobo y, de inmediato, se abrió el pergamino.


    Deathly-fang:

    Un año nuevo comienza y la Manada necesita que sus miembros se reúnan. Este año tenemos el deber de escoger nuestro nuevo Alfa porque los tiempos han cambiado.
    La ceremonia de selección e iniciación de los nuevos miembros se llevará a cabo en las mazmorras debajo del cobertizo el primer sábado de septiembre, estaremos esperándote.
    Hoy te convocamos a una reunión especial en Funnyland, en Chelsea. Ya sabes las reglas.


    Rómulo
    Lobo Alfa

    Aquello hizo que su corazón se acelerara con fiereza porque si algo le emocionaba era la perspectiva de retomar sus andanzas con la Manada luego de un verano más bien bastante sosegado.
    No podía quejarse, la verdad, porque gracias a esos dos meses en el Campamento Fair Lady en California, Josephine tendría algo que contar en su retorno al Henry VIII donde todos estarían esperando a la famosa Ugly Joe.

    Con una sonrisa en los labios regresó a su vestidor, allí permanecía la dulce Mildred llenando sus maletas. Ella tomó sus zapatos Jimmy Choo y los metió en la valija.
    Valdría la pena cualquier incomodidad si en ello radicaba la posibilidad de vengarse.


    .
    .
    .
    Sing a lullaby to the moon
    .
    .
    .


    Chelsea.
    30 de agosto.
    23:00.


    Después de un verano más bien relajado, que careció de momentos excitantes y de la adrenalina propia de sus días de escuela —porque, contrario al resto de los jóvenes de su edad, cuando estaba en el instituto la atención sobre ella disminuía, dejándole espacio para hacer lo que le diera la gana y aquello implicaba que podía hacer lo que le diera la gana con La Manada—, Louane se sentía interesada en lo que se encontraría al llegar a Funnyland, esperaba que fuese algo memorable. No en vano sería la última noche como líder para Rómulo.


    Formar parte de La Manada no era siquiera tan sencillo como resultaba hacerse miembro de la Cámara de Estudiantes. Para ella, la Miss Perfection del Henry VIII, entrar a la Cámara resultó pan comido; lo difícil radicó unirse al selecto grupo que todos conocían como La Manada, pero que nadie realmente sabía lo que significaba.

    Para ella había sido encontrarse en un par de fiestas clandestinas, y descubrir la venta de drogas que se llevaba a cabo de una forma accidental pero que dio pie a que la reclutaran, era ideal para formar parte. ¿Quién podría sospechar de una chica que poseía el récord perfecto en buen comportamiento y calificaciones que John Nash envidiaría? Nadie en su sano juicio podría pensar que ella llevaba LSD en el bolso listo para ser vendido entre un grupo de niños millonarios ansiosos por desperdiciar sus vidas y su dinero drogándose y alcoholizándose como si no hubiese un mañana.

    Pensarlo en frío le hacía preguntarse qué motivos la empujaban a formar parte de un grupo que podría arruinarle su futuro, pero la idea de ser algo que nadie esperaba también le atraía.


    Llevaba sobre el rostro una gran máscara de lobo con pelaje negro azulado que le otorgaba un aspecto grotesco si se tenía en cuenta su delicada y estilizada figura que mostraba más inclinación hacia una bailarina destacada que a una bestia rabiosa y hambrienta. Pero ese era parte del deber, ¿cierto? Mantener oculto el deber ser y dejar que el querer ser saliera a flote.

    La bestia, el monstruo, el demonio, la maldad…
    La libertad, el espíritu, el alma, la esencia…

    Para Louane, formar parte de La Manada, implicaba un significado inclusive místico; era una manera un poco inusual de conectarse con una parte de sí misma que se hallaba represada por los paradigmas que imponía una sociedad asfixiante. Quizá allí radicaba el meollo del asunto y su pasión inusitada por el peligro que acarreaba pertenecer a un grupo que era de todo menos lícito y productivo.


    Pero le otorgaba libertad.

    Siendo alguien que analizaba cuidadosamente cada paso que daba, como si intentara coreografiar su vida y hacerla una pieza perfecta, no era poco habitual que Louane divagara en sus pensamientos mientras caminaba las frías y elegantes calles de Chelsea y observaba a lo lejos la rueda de la fortuna alzarse casi en ruinas.


    No obstante, un evento casi fugaz le robó la atención: a pesar de la poca iluminación, pudo reconocer a Ryan Frazer caminando por la acera opuesta a la de ella —el muy fanfarrón no llevaba la máscara puesta, sino en la parte trasera de sus vaqueros de corte bajo—, y al parecer iba en la misma dirección que ella por lo que le fue fácil adivinar a dónde se dirigía.

    Pero la sensación de miedo y nerviosismo la embargó cuando, de un callejón, dos hombres encapuchados le interceptaron.

    Louane tuvo que esconderse entre las sombras que le proporcionaba una estrecha callejuela, contemplando desde la aparente seguridad lo que sucedía en el otro lado de la calle. Ryan Frazer no era una víctima sumisa con la cual lidiar, y le dio trabajo a los dos buscapleitos, dándole a uno de ellos un derechazo en el tabique que desencadenó un traqueteo tenebroso y un alarido de dolor, quizá un buen lío de sangre que, desde la distancia, D’Souza no podía atisbar.

    Pero poco pudo hacer Frazer porque le doblaban en número. Lo cegaron con una especie de saco negro que colocaron sobre su cabeza, y un puñetazo en el estómago que le quitó el aliento y el cansancio de una batalla breve pero exhaustiva, dejó al morocho momentáneamente fuera de la pelea.

    Al cabo de unos segundos, una camioneta negra aparcó delante del trío y, con el ruido de las llantas, desaparecieron dejando una estela de silencio ensordecedor e incertidumbre en los nerviosos ojos de Louane D’Souza.

    Ella quiso esperar hasta sentirse lo suficientemente segura, pero sus piernas temblorosas parecían no responder a la racionalidad sino a la adrenalina, de forma que comenzó a correr como el diablo cuando ve a la cruz, rogando por encontrar alguien conocido que pudiera darle la ayuda que ella necesitaba en ese momento.
    Algo muy extraño estaba sucediendo.

    .
    .
    .
    Be carefull and watch yourself
    There’s a hungry wolf around here
    .
    .
    .

    Funnyland, parque de diversiones. Barrio de Chelsea.
    23:54 horas.


    Cuando Josten Ryze aparcó el coche prefirió hacerlo un par de manzanas más alejado del lugar al que iba. Aquello no era más que una paranoia, un tipo de precaución por si se presentaba una situación inusitada, ¿de qué le serviría la identificación falsa si la policía llegaba a pedirle los papeles del auto donde se leía claramente su nombre? No podía arriesgarse. Ninguno de ellos podía.


    Nadie utiliza su nombre de pila cuando comete actos ilícitos, sean por placer o por necesidad. Él estaba seguro de que no iría por la calle jactándose: «Hola, soy Josten Ryze, mi padre es político, seguro que lo conoces… tengo metanfetaminas en el bolso, por cierto, a un excelente precio». Por supuesto que no.

    Él no sabía a ciencia cierta qué cosa lo motivaba a hacer aquello con la Manada. Diversión, adrenalina, la excitación que produce el peligro o el hecho de conocer el mundo de una manera que ningún dandi londinense ni niño pijo sabe. Conocía los mejores lounges de la ciudad, pero también los antros de mala muerte donde el olor a marihuana impregna el ambiente. Dos realidades distintas que, para él, eran igual de apasionantes.


    Anduvo alrededor de cinco minutos a pie, con las manos dentro de su carísima cazadora negra (Marc Jacobs, by the way), hasta que dio con la entrada de un parque de diversiones que se hallaba absolutamente solo. ¿De qué se trataría esa vez? No es que fuera desconfiado, porque nunca una reunión extraordinaria de la Manada resultaba un fiasco, pero por lo general se efectuaba en alguna casa o cuando mucho un club. Así que le mosqueaba encontrarse con la puerta cerrada de un parque de diversiones casi abandonado en medio de la noche.

    Se colocó la máscara cuando advirtió que alguien se acercaba; al igual que él, vestía completamente de negro.

    Adivinó la silueta como la de una mujer, y el cabello oscuro le hizo descartar de raíz un par de personas. Sin embargo, usaba una máscara de lobo gris. Y sólo había dos personas que usaban lobo gris: la primera de ellas era un hombre y, además, su actual alfa.

    —¿Qué tal, Wexxolf?
    —BabyGrowl… ¡vaya! ¿Vienes a despedir a Rómulo?
    —¿A qué si no? —Ella sonrió, su máscara le cubría hasta la nariz. La de Wexxolf, en cambio, era completa, de forma que ella no advirtió la sonrisa que él le devolvió.

    BabyGrowl miró las rejas de la entrada del parque que permanecían cerradas y con una gruesa cadena oxidada uniéndolas, no parecía que fuese muy sencillo abrirlas; de pronto le pareció que todo aquello era una broma, ¿cómo se supone que iban a entrar a un parque de diversiones abandonado en medio de la noche y en un suburbio silencioso de Chelsea? ¡Cualquiera se daría cuenta de que había un montón de chicos revoltosos haciendo de las suyas allí! Luego recordó, frunciendo los labios en un morrito juguetón, que la Manada nunca hacía algo sin razón.


    —¿Quién crees que será el próximo alfa? —inquirió BabyGrowl, con las manos en las caderas, mientras examinaba la cadena.
    —No lo sabremos con certeza, de todas maneras —repuso Wexxolf con algo de pesar en su voz siempre divertida, para alguien que se jactaba de ser el mejor informante en el Henry VIII, desconocer quiénes conformaban aquel reducido y privilegiado grupo.


    Ser parte de La Manada significaba vivir continuamente de sospechas, porque aún cuando todos pertenecían o eran cercanos al círculo que conformaba la Cámara de Estudiantes, las reuniones se llevaban a cabo bajo la más rigurosa anonimidad. Los actos ilícitos que cometían podrían llevarlos a ser fácilmente inculpados si un solo nombre aparecía, de forma que todos ellos habían adquirido pieles distintas, que usaban cuando la noche caía y la situación lo ameritaba.

    La máscara de lobo era su segundo rostro, así lo sentía Josten Ryze. Usarla era exactamente como si no llevara nada porque, además, no debía preocuparse por guardar apariencias. La reputación era tan solo un concepto que carecía de significado cuando perdía cualquier lazo que lo uniera a su identidad, porque a Wexxolf nadie lo conocía, nadie lo criticaría, nadie lo juzgaría.

    Wexxolf era libre.


    Quienes le veían de afuera pensaban que ser hijo de una importante figura política era todo miel sobre hojuelas. En parte sí, no lo negaba. Tenía lujos, cumplía caprichos y vivía cosas que la gran mayoría apenas podía imaginar… pero el que tu vida esté en el ojo del huracán constantemente no era algo que le apasionara. Sobre todo teniendo en cuenta que Josten prefería el rol de informador.

    Porque la información es poder, ¿a que sí? Cuántas crías estúpidas le ofrecían cualquier cosa sólo para que él no divulgase historias escabrosas —y veraces— de ellas… las tenía encima como moscas sobre la mierda. Lo sabe todo, Josten Ryze lo sabe todo.

    Y la gente muere por tener a alguien como Josten entre su círculo de amigos. Es conveniente tenerlo como amigo, no como enemigo.

    Miró a BabyGrowl a su lado, que se había recostado despreocupadamente sobre las rejas mientras contemplaba con cierto aire de desdén su móvil, como si cualquier preocupación fuese ajena a ella y a esa aura de perfección y serenidad que emanaba. Nada podía penetrar esa burbuja que la blindaba, haciéndola semejante a la Gioconda.

    ¿Qué habría detrás de ese bonito cuerpo y ese cabello que parecía carente de imperfecciones? ¿Qué ocultaría BabyGrowl detrás de un rostro que seguramente era tan hermoso como la luz que ella irradiaba? Josten, que amaba el saber y la información tanto como se amaba a sí mismo, deseaba poder infiltrarse y descubrir todos sus secretos.

    —¿Qué tanto miras? —preguntó la fémina con cierta coquetería, se podía intuir su sonrisa sin necesidad de mirar su rostro.

    Pero cuando Wexxolf iba a soltar una respuesta ingeniosa para zafarse de una situación que podía tornarse incómoda, un jadeo inconstante y el sonido de los zapatos contra el asfalto lo sacó de sus cavilaciones. BabyGrowl también redirigió su atención, acomodando su postura a una de alerta, guardando el móvil en su bolsillo trasero.


    —¡Se lo han llevado...! —Alcanzó a exclamar entre jadeos, cansancio y miedo, cuando encontró a dos personas en las que creía poder confiar. Eran parte de La Manada, así como ella. Tragó saliva, a sabiendas que debía parecer una desquiciada e intentó retomar la calma—. A Ryan Frazer acaban de golpearle dos matones y se lo llevaron a bordo de una camioneta negra.

    Los dos jóvenes se miraron entre sí, analizando las palabras que acababa de soltar la recién llegada.


    De pronto toda esa atmósfera extraña que rodeaba el lugar pareció tomar sentido. Ahora todo el misterio que abarcaba la noche adquirió cierto tinte de peligro que erizó los vellos de BabyGrowl e hizo que los músculos de Wexxolf se tensaran bajo su costosa cazadora Marc Jacobs.

    —¿Estás segura de que era él?
    —Por supuesto, Wexxolf. El muy listo no llevaba la máscara puesta sino sujeta en los tejanos. Necesitamos conseguir ayuda.
    —Pero… ¿hace cuánto fue eso, Canis Smile? ¡No oímos nada acá, no vimos nada!
    —Yo- no lo sé, BabyGrowl, cinco o diez minutos. Perdí la noción del tiempo.


    BabyGrowl, con cierto nerviosismo, se mordió la uña del pulgar.

    —Ey, ustedes. Adentro.

    Ninguno de los tres, absortos en la situación, había advertido el tintineo que ocasionaron las cadenas cuando fueron soltadas por dos chicos y una chica completamente vestidos de negro, justo como ellos, y con máscaras de lobo cubriendo sus rostros.


    Confiar y entrar, en ese momento, se les antojó un juego de vida o muerte.

    —Vamos, chicos, pasen rápido. No lo hagan más difícil.

    .
    .
    .
    Sink your teeth into my flesh
    .
    .
    .

    El dolor punzante en la sien era casi tan molesto como el pitido constante que sentía en su oído izquierdo. Pero ni siquiera ambos juntos le causaban tanta irritación como el hecho de que estaba cegado e inmovilizado en un automóvil, víctima de un secuestro y una golpiza que dos idiotas le habían propinado sin motivo aparente… o al menos no un motivo que él conociera del todo.


    Víctima… palabra de mierda, cómo la odiaba.

    Mientras más rebuscaba en su cabeza alguna cosa que hubiese hecho para ganarse semejante regalito, más le dolía. Lo peor del caso es que, si se ponía a pensarlo bien, podía atribuirlo a varias cosas.


    Quizá alguna chica no quedó tan feliz después de pasar la noche con él o quizá el novio de alguna chica no quedó nada feliz de que su novia pasara la noche con él.

    Mataría al chistoso que estaba detrás de ese asunto o dejaría de llamarse Ryan Frazer.


    Con el sentido de la orientación completamente descolocado debido a su ceguera impuesta y al chillido en su oído, casi no pudo advertir que el automóvil había cesado su andar. Escuchó el ruido de la puerta abrirse y unas manos que tiraban de él. Se resistió e impuso fuerza, pero poco podía hacer con las muñecas firmemente amarradas a su espalda. Era un simple saco de arena que ellos podían manejar a su antojo. Y le cabreaba de una manera increíble.

    La persona que le había sujetado se encargó de, prácticamente, arrastrarlo un par de metros y hacerlo sentarse en una silla incómoda.

    —¡Quítame las manos de encima, maldito! ¡Voy a romperte los huevos!

    Aquellos graznidos atrajeron su atención. No era el único al que habían llevado a ese lugar, al parecer una chica con una lengua muy sucia también había sido víctima del asalto.


    Los posibles motivos empezaban a reducirse considerablemente rápido.

    —Sáquenles eso del rostro.

    Ordenó una voz que se escuchaba más lejana y, para Frazer, ligeramente familiar. Al quitarle aquello de la cabeza, sintió como si hubiese estado ciego toda su vida: la luz le encandiló y tuvo que mantener sus ojos entrecerrados hasta que se habituaron de nuevo a los estímulos luminosos.


    Delante de él una silueta alta, de hombros anchos y con el rostro cubierto con una máscara de lobo, les observaba con una serenidad impropia. Ryan se sintió brevemente desconcertado.

    —Lamento el susto, chicos. Como sabrán, soy Rómulo…

    Con la misma tranquilidad que irradiaba, se quitó la máscara. Al mirar de reojo, Frazer descubrió a la insulsa Josephine Wright como la otra víctima.

    —… aunque ustedes me conocen como Nathan Stanley Collingwood.


    En ese momento se olvidó del dolor de cabeza, del pitido en su oído, del escozor de sus ojos y de la incómoda silla.

    —Jodido hijo de puta, te daré la paliza de tu vida —advirtió con una sonrisa socarrona, logrando que Rómulo riera.

    .
    .
    .
    Siglos después... he aquí el capítulo uno de Royals... lamento los personajes que salieron poco y los que tuvieron OoC, ya nos iremos habituando a usarlos porque yo me sentía demasiado loser, lol.
    El personaje de Amane será incorporado luego<3.

    Aclaro algunas cosillas: los chicos NO CONOCEN SUS VERDADEROS NOMBRES, AUNQUE LO SOSPECHAS. En el colegio ellos andan como completos desconocidos. Personas especiales como Nat y Ryan (los amo) saben que ambos forman parte de La Manada... PERO RYAN NO SABE QUE NATHAN ES EL ALFA.
     
    Última edición: 12 Septiembre 2016
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  20.  
    rhapsodic

    rhapsodic кучко. Comentarista empedernido

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    Escritor
    Coooooñññoooo Savannah, mijaaaa, ¡un poquito más de preocupación, que te secuestraron al hombre!

    Okno. Seriedad.
    (la que no tengo)

    Estaba gritando y retorciéndome porque subiste capítulo. Porque hola, HOLA, es Royals. Sexo, alcohol, drogas, Nathan papis ricos. Pffft, obvio que estaba esperando a que esto comenzara porque quién no quiere leer Royals.

    Nathan es y siempre será un secundario pero para mí tiene la misma importancia que cualquier principal. Y no porque sea extremadamente sensual, no. (Bueno, tal vez un poquitito) Es que con todo lo que nos hiciste sentir al principio del capi, pfff, qué te digo. Bye-bye a tus sueños, papasito, nada de nadar para ti, a saber en qué pleito te metiste para que te dieran tremenda paliza. Ahora, esa amenaza estuvo uuuuy, al parecer el universo no está conforme con haberle cagado su carrera como deportista.

    Josephine es otra, JAJAJA. La mamá ahí empacándole zapatos de mujer y meh y esta niña es más machito que bueno pues. Pero al menos va a usarlos... aunque eso no sea ella para nada, la venganza es un plato dulce que se come frío. Qué mejor venganza contra los tipos (porque a quien le importan las mugrosas que se burlaron de ella) que aparecerse con culo y tetas y el cabello bonito, luciendo esos zapatos que le ponen muaaaakkk esas piernas. Ya los verá con erecciones a todos y se reirá por dentro. JAJA.

    Louane sólo quiere vivir la vida loca. Se cansó de ser la good old baby girl que sacaba buenas notas y hacía todo bonito, ahora quiere seguir siendo una nerd... pero una que venda drogas, eh. Porque eso sí te hace popular en la escuela, vender metanfetaminas y esas mierdas. Josten, informante... le diré chismoso~ siempre enterándose de todo y metiendo las narices en todo, JAJAJA ay por Dios, creo que así lo llamaría Ryan, que alias ni qué ocho cuartos: CHISMÓGRAFO, lol.

    Juro que tuve que ir a la página del PRE otra vez a ver los alias de todos porque estaba martillándome la cabeza pensando en who the fuck era BabyGrowl. Después pensé que un alias como ese sólo lo tendría Savannah. Y acerté. Que, eh, ¿Josten le tiene ganas a Savannah? Bad idea, dude. Necesitas tus dientes si quieres hablar. No quieres que Ryan te rompa los dientes por estarle cayendo a Savannah(?). Okno.

    Ahora, QUÉ MADRE MÁS SUCIA, mandar a dos sujetos a que le cayeran a Ryan, HAHA pero como que era la única forma de llevárselo. A Louane casi le da una vaina viendo cómo se lo llevaban. Lo más triste es que Ryan quiere hacerse la víctima y piensa que probablemente se merezca lo que están haciéndole, JAJAJA porque como él es un santo (sí luis).
    Créelo que va a agarrarse a coñazos con él y después le brindará putas y cervezas, porque así es Ryan. (?) bueh, sólo con Nathan.

    ME ENCANTÓ EL CAPI<33

    PD: MALDITOS EMOTICONES no me dejan poner las caritas que quiero.
     
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