Cocina

—Hola loco musical—. Dije después de estar unos minutos en silencio.

 

—Amor, tu también estabas por aquí... ¿Qué dice tu computadora, aún estamos vivos todos? —pregunté, con un poco de humor satírico.

 

-¿Porque me sigues diciendo nena? Lo odio. Por cierto hola mono.

 

—Yo antes odiaba el sonido que las trompetas... pero esos testigos de jehová y sus reuniones de 4000 millones de dólares y sus orquestas invitadas te hacen cambiar de parecer... Puede que pase algo similar, nena.—Era divertido oír mono cada vez que se dirigía a mí, al menos era un mono con lindo cabello.

 

-Y tú alimentas mi odio hablando de testigos de jehová o cualquier otra religión. Muy buen intento - dije ironica.

-Uno no se acostumbra a que te echen de la liga por un idiota que te llamo nena si te tocó el trasero.

 

—Bueno, me refería a lo de las trompetas... asistí a 4 reuniones sólo para oírlas—Reí, no había hablado de ninguna otra religión, pero esta chica quería enojarse como sea.

No entendía lo que decía, pero que va seguro era algo interesante... me limité a opinar algo que tenga concordancia a oídos de cualquiera—Bueno, mis manos tocan cuerdas, mas no traseros.—Me rasqué la nuca, algo inseguro de que si me respuesta era correcta o no. Esta chica era peor que un juego de esos que pasan por televisión, tu sabes... esos en los que el sujeto gana un millón de dólares con tan sólo responder una pregunta.

 

-Pero ese maldito nombre hizo que yo explotara luego de que el imbécil me tocó- conté la historia más calmada yo con una voz amenazante.

 

Me moví hacia el repostero donde se encontraban las golosinas, tomé dos barras de chocolates y caminé -como si bailara al ritmo de una canción que únicamente sonaba en mi mente- hasta donde se encontraba Nix, quien me contaba su garrafal anécdota.

—Queee mala onda ese sujeto, tranqui, comete una—Le lancé una barra y me senté en la mesa, literalmente... sobre la mesa.—¿Por qué otras razones dices que te botaron de tu liga?

 

Recibí el dulce y lo mordi buscado valor de contar esa historia.

-Antes de lo que ese fanático hizo (el cual golpie hasta dejarlo inconsciente camino al hospital) me había negado a una pelea con una chica recién iniciada, sin mucha masa muscular y sin experiencia, querían que fuese una matanza al estilo noche sangrienta pero no podía hacer eso con una novata probablemente la lesionara y acabaría su carrera de por vida- suspire.

-Así que me sacaron por incumplimiento de contrato y mala conducta así evitaron demandas posibles.

 

—Vamos, si eres tan buena le hubieras desmayado con un golpe sin hacerle mucho daño y listo—comenté, al menos esa era la idea que más temprano había llegado a mi cerebro. Mordí mi barra de chocolate un par de veces.

 

Está dudando de mi habilidad es un idiota.

-¿Has visto una de mis peleas? o ¿alguna pelea de la MMA? Sería peor noquearla de un golpe que negarme ¿donde quedaría la diversión y quién pagaría por ver eso? No podemos ser ilusos.

 

—Y preferiste la expulsión en vez de sólo dar un mal espectáculo... hubiera sido un mal día pero al menos seguirías luchando.—Le respondí, algo perdido... si en caso un mal show significaba la expulsión todo se resumía a ser expulsada sí o sí... que mal sistema tenía esa liga.

 

Evite su mirada -pero para mis fanáticos sigo siendo "La noche sangrienta"- luche mucho para conseguir ese apodo y para ser respetada y era perder eso o perder mi integridad. Nunca estuve dispuesta a perder alguno.

 

Mordí mi chocolate, cuando sentí un dolor en mis dedos miré... el dulce ya se había acabado, por mi distracción había mordido mi propia mano.—Auch... Bueno bueno, creo que ya logro entenderlo, con que todo se trata de reputación, pero que bajo han caído esas cosas de la luche libre.—Le bromeé.

 

Llegué a la cocina junto a Daniela, tomé asiento en una mesa.

—No puedo creer que alguien haya sido capaz...—sentí un poco de nauseas, de verdad me afectaba la muerte.

—¿Con qué arma crees que alguien pudo hacer tal cosa?


(@EliLover tu hora ha llegado o: )

 

—Primero pensé en el naipe—. Dije tomando asiento—. Pero luego de examinarlo note que su filo no fue el suficiente como para hacer un corte de tal magnitud. Supongo que fue un cuchillo, suena el más lógico.

 

—Un cuchillo.—¿De la cocina?

Me sentía raro, por primera vez me sentía asustado, necesita estar en mi cuarto sólo un rato, sólo yo y algo de música.

 

Entré en la cocina, oyendo hablar de un cuchillo.

—No parece que sea lógico que el cuchillo sea de la cocina. Son demasiado grandes como para esconderlos. Y el arma del crimen no está en ninguna parte... estoy seguro de que el asesino la lleva consigo.

 

—Si, uno fácil de manipular, no muy grande ni muy pequeño...—. Mire a Crow—. Si, algo como una daga, fácil de ocultar y transportar, el arma perfecta.

 

Pero aquí no hay nada parecido a eso. El asesino tuvo que traerla desde fuera. Y, ¿quién traería desde fuera una daga? —meditaba en silencio.