Cocina

—Esta bien, no hay problema, ahora vuelvo. —dicho esto abandoné la cocina con un turrón en mano.

 

—Saca todos los que quieras —. Le ofrecí uno —. Y toma —. Me quite la chaqueta, dejando ver una sucederá gris y le entregue mi chaqueta —. Aquí está mi chaqueta.

 

—Gracias— me meti la galleta en la boca y me puse la chaqueta ocultando el intento de poncho que tenia abajo de ella —Perfectamente bien.

 

—Ya estoy. —sonreí acercándome a ambas y tendiéndole la ropa a Nix. —Aquí tienes, todas tuyas. Cuidamelas, ¿eh?

 

—Claro que lo hare no te preocupes— le respondi a Eve mientras se acercaba.

 

—Esta bien, me fio de tí. —le sonreí y tomé un dulce para mirar la hora.

Eran las diez y media de la mañana, la hora en la que la mayoria ya deberia de estar despierto. Quizás estén agotados emocionalmente por todo esto.

 

—Me perdere un rato— camine sin rumbo fijo por toda la academia, cada vez se me hace má pequeña ojala abbran otros sitios.

 

—Yo me voy a la biblioteca, ¿quieres venir, Daniela? —le ofrecí con una sonrisa para no dejarla sola.

 

Asentí con la cabeza, me levante y tome un turrón—. Si quiero ir—. Sonreí y me encamine a la puerta

 

Entré a la cocina y tome una manzana para comer mientras intentaba pensar de que manera podría averiguar el porque la repetición del talento..

—Qué problema...

 

—¿Qué es un problema, amada Black Francis?—Aparecí detrás de la muchacha, había estado rondando por ahí, de veras que no podía ser sedentario.

 

— Pues cuando somos ya 17 estudiantes y el último también tenga tu talento... — dije en un suspiro — Y en verdad se me hace muy extraño eso..

 

No estaba enterado de un 17avo estudiante, creía que sólo eramos 15, de hecho... ¡Ni siquiera había contado cuántos eramos!

—Vaya, no sabía nada de eso, amado Black Francis... mírale el lado positivo a la circunstancia, lo que yo daría por otro músico es este lugar.—Sonreí y acerqué mi cabeza hacia su fruta, para luego darle una mordida.

 

Bueno...otro músico sería algo entendible tal vez uno supiera tocar cualquier cosa como Graham y el otro se especializara en algo, pero en mi caso no..

— Pero... lo que me preocupa es el hecho que tal vez el nuevo venga a reemplazarme... — le expliqué notando que le había dado una mordida a mi manzana, reí un poco antes de volver a hablarle — Si tenías ganas de comer fruta hubieras tomado una Graham — sonreí y mordí la manzana del lado contrario

 

—Aun no ha muerto nadie, y y espero tener razón al decir que dudo mucho que alguien se atreva a hacerlo.—Estaba casi seguro de que más de uno ya estaba buscando el trasfondo de toda esta tétrica situación, estar encerrados aquí era algo atroz... y más bajo las conocidas condiciones.

Sonreí, mi limitaba a ser paciente: O esperar algún descubrimiento para saber como salir de aquí; o lo peor, esperar que alguien muriese.

—Dudo mucho que te reemplacen Black Francis.—Me reí, la pobre estaba asustada, sin duda era raro un talento repetitivo, pero nada grave. Luego mordí la manzana, me daba flojera ir por una.

 

— Esperemos que tengas razón Graham, no quiero ni imaginarme a nadie de aquí... bueno.. tú sabes — me acomodé un poco el cabello con una sonrisa — Lo único que yo se, es que nos quedan demasiados pisos, habitaciones y lugares por conocer... la escuela no es como lo aparenta — le expliqué

Me levante de mi silla para ir y traerle una manzana, no es que no me gustase compartir, si no que parecía que él también quería una

— No me gustaría que lo hicieran, he de admitirlo — dicho esto le coloqué la manzana que había traido en la mano, sonriendole

 

Sonreí e inocentemente dirigí la manzana hacia mi boca; hice una pausa.

—¿No está envenenada, verdad?

 

Reí ante su pregunta — Claro, la envenené — dije bromeando

— Pero si no me crees, si quieres te cambio la manzana

 

Allí se encontraban Graham y la joven de la computadora, a la que Rin, en otra ocasión, se había dirigido llamándole Brooke. Intercambiaban manzanas y hablaban de venenos. Imaginé, por sus sonrisas, que no era más que una broma...

—Tengan buenos días —saludé, cordial, y luego agregué para seguirles el juego— ¿Habrá alguna manzana envenenada para mí?

 

—Le creeré, querida Black.—Como si me olvidara de lo antes dicho, empecé a comer la manzana, sin preocupación alguna.