Cocina

Entré a la cocina, buscando algo de beber.
Silenciosamente tomé unas naranjas y me preparé un rico jugo, perfecto para calmar la sed.—Qué mala ondaaaaa... vivir aquí por toda la eternidad—Di otro sorbo—Y lo más curioso es que todos somos mortales...—Me reí.

 

Entro a la cocina lo más sigilosa posible aún descolocada con mi aspecto de prostituta (brassier negro con dorado, falda roja y zapatillas con tacón).

El temblor de mis manos había disminuido pero con pensar en que me podré para dormir hace que me suden las extremidades. Entro buscando algo de comer sin ganas de quedarme mucho pues planeo llevarme un cuchillo y amanecer cortando la ropa.

 

Entré a la cocina con los lentes todavía puestos. La nevera contenía muchos postres con los que podría deleitarme. Tras largos segundos de meditación saqué de allí una pequeña bandeja con masas finas. Me volteé, dispuesto a ir hacia la biblioteca.

Entonces advertí el brassier negro y sus florituras doradas. Piel morena. Un ombligo. Falda roja. Piernas bien formadas. Zapatillas con tacón. Una castaña melena despeinada... Ojos con heterocromía.

Me levanté los lentes, impresionado.

—Esto no es propio de ti, Nix —dije.

 

-Agradecemos al director, era esto o un lindo vestido de volantes rosa- dije ironica. Su rostro sorprendido me causó algo de gracia.

-¿qué piensas?- torturarlo un poco quizás mejorara mi estado de animo.

 

¿Qué se suponía que debía responder? Engullí una masa de chocolate para darme tiempo a pensar... Tragué.

—Para qué mentirte: así vestida te ves muy indecente. Pero tienes bastante encantos femeninos para ser luchadora de artes marciales.

 

-Tranquilo que yo pienso exactamente lo mismo, prostituta sin clase sería demasiado amable en mi opinión aunque gracias por el cumplido para ser luchadora- muchos me encacillaban en poco femenina por mi profesión

-¿donarias una de tus camisas mientras que veo como resuelvo la broma del director?- le pediría a cada hombre que viese, así sea para dormir necesitaba algo.

 

—Claro, no queremos que los demás te vean así. En mi habitación tengo varios cambios de ropa, iguales a la que traigo puesta. Puedo darte un pantalon de vestir y una camisa blanca. También un chaleco negro, eso lo dejo a tu elección ¿Prefieres acompañarme o esperarme aquí?

 

-Te acompañare sí no es molestia- preferiría que nadie más me viese así, me alegro que haya sido él el que me encontrara.

-¿Vamos caminando a tú habitación?

 

—Ya está todo dicho, vamos.

Salí seguido por Nix.

 

Voy vistiendo una especie de poncho que hice cortando un vestido turquesa, encima llevó el chaleco negro y abajo llevo los pantalones oscuros.

Busco pan casero y me hago un sanwich que como lentamente con café, pruebo unas frutas y dulces totalmente delicioso.

 

Entré en la cocina dispuesto a comer algo.
Al principio no lo noté, pero Nix estaba vestida... extrañamente.
Aunque bueno, nunca entendí de modas.

--¿Es esa la nueva moda? ¿Regresan los ponchos? --le pregunté irónico mientras cogía, como acostumbraba, un par de manzanas y mordía la primera.

 

-No es eso, es lo mejor que pude hacer con los intentos del director para quebrarme- ya no estaba tan temerosa, sigo siendo yo por ahora.

 

—Bueno, por mí, como si quieres andar con uniforme militar. Opinar sobre modas no es lo mío.

 

-Somos dos, yo no soy la chica clásica creo- suspire y entre murmullos dije -mejor esto que el traje de prostituta de ayer.

 

—¿Y cómo era ese traje de prostituta? —pregunté curioso, no podía imaginarme cómo pudo ir vestida.

 

Me heche a reír. -Curioso ¿eh?

-brassier negro, falda roja y tacones. ¿Me prestas una de tus camisas?- usa una de mis sonrisas más suplicantes, no deseo usar algo demasiado exagerado y no se cuanto pueda aguantar.

 

Me sobresalté ante la respuesta a mi pregunta

—Vaya... —dije sonriendo perversamente, al imaginarla así vestida—, no entiendo de modas, pero creo que ese atuendo te sentaría mejor, ¿eh?

 

-Claro que sí, apuesto que eso piensas. Pero ser una prostituta sin clase no es mi estilo, puedo ser una zorra pero no deseo parecerlo- la sonrisa perversa había remplazado la sorpresa inicial..

-¿Donaras una camisa a la causa "sin desnudez en la academia"?

 

Entre al lugar y vi a Nix con Crow, me acerque a la primera y la saludo con una gran sonrisa.

—Hola Nix—. Sonreí de lado, al saludarla—. se acabaron mis bollos marca Nix—. Hice un puchero falso como si tuviera 7 años e infle los cachetes para darle un tierno toque—. Estaban delicioso—. Exprese sonriendo infantilmente.

 

Sonrei al verla actuar de tal manera, es impresionante como hay personas a está edad las que temas corromper y otras con las que jugar a las insinuaciones sea divertido.

Entre a mi faceta de hermana -¿Que quieres que prepare princesa?