Cocina

--No es cuestión de motivos para morir, es cuestión de motivos para matar --dije--. Si tienes un motivo fuerte para matar a alguien, da igual que ese alguien deba o no morir.

 

Entré a la cocina sin detenerme a mirar a los allí presentes y abrí la nevera para tomar una botella de agua sin hacer mucho ruido.

 

Caminé lentamente por el pasillo, estaba a unos pasos de la cocina cuando escuché la palabra "Asesinato", paré en seco y me quede congelado, un escalosfrio recorrio mi cuerpo y recorde todo en una rafaga de flashback, cierto, "eso" dijo el oso ayer, debiamos matar a alguien si queriamos graduarnos. Quedé un momento en silencio y continue, entrando a la cocina y viendo un grupo de personas hablando, no las identifique bien asi que hice un saludo generalizado para no errar — Buenos días. — Dije mientras me dirigia a la nevera.

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Me encontraba sentada en una de las mesas de la cocina con la botella de agua sobre la mesa y con mi ID electrónico en mano. Llevaba un buen rato buscando toda clase de información sobre esta academia, sobre su director, comprobando cada detalle del lugar en silencio. No descansaría hasta saber de que iba todo esto. Escuché a alguien decir buenos dias a sabiendas de la hora que era, pues aún era de madrugada, pero no respondí ante eso. Había encontrado algo extraño. Mi ID no me mostraba los pisos y habitaciones de las que se componía la academia, solo nuestras habitaciones, la alberca, la cocina y la biblioteca.

--Que raro...--murmuré.

 

Al volver un poco en mi, mire el reloj de la cocina y me di cuenta de que era las 04:00 am de la madrugada. Era demasiado temprano, maldito insomnio. De igual manera no hubiera podido volver a dormir. Calenté agua en la hervidora y me recoste por la mesada a esperar de brazos cruzados que el agua esté cerrando los ojos.

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Suspiré hondamente, resignada al no encontrar nada útil y apagué el aparato un rato. Noté que un Rin muy cansado se sentaba en mi misma mesa con los ojos cerrados y le hablé para así mantenerlo despierto ya que había dejado calentando el agua.

--¿Tu tampoco puedes dormir? --le pregunté apoyando mis codos sobre la mesa y mi cabeza en ellos.

 

El agua ya estaba hirviendo, asi que fui y la cargue en la taza, respondí a Evangelin asintiendo con la cabeza al mismo tiempo que ponia unas cucharadas de café a mi agua — ¿Que hay de ti? — Pregunte.

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Por alguna razón amanecí feliz, con ganas de bromear y molestar a alguien, desde que me puse terriblemente mal con el divorcio de mis padres decidí que cuando recibiera una mala noticia mi humor no dañará mi salud así que ahora es una maña casi irrompible.

-Buenos días a todos- mis pasos eran brinquitos a un ritmo al azar y cuando empeze a escuchar la melodía de una guitarra empecé a bailar no tan fuerte como la última vez.

 

—Yo tampoco. —le respondí sentándome bien en la silla y terminándome la botella de agua.

De repente Nix apareció alegremente en la cocina. Ójala pudiera sonreir tanto como ella en estos momentos.

--Hola Nix.

 

-¿Me das cafecito?- dije con la misma esperanza que Riñe cuando pidió que cocinara.

 

Miré a Nix con el ceño fruncido.

—Está bien, pero solo por que me voy a preparar yo otro. —respondí levantándome y sacando leche de la nevera y dos tazas.

 

Vi a Nix entrar con una actitud poco habitual, diría que "demasiado" alegre. Me extrañaba dicha actitud, más sabiendo lo que nos contaron ayer.

--¿A qué se debe tal brote de felicidad? --le pregunté

 

Miré a Nix tan alegre y me animo un poco, no sé si se dirigia a mi al pedir café, pero Evangelin ya le habia respondido, asi que solo saludé — Buenos días Nix. — Y por si acaso ofrecí el agua que acababa de hervir — Aqui hay agua caliente. — Dije tomando mi café — Ah... esta amargo. — Murmuré, pero no tuve ganas de ponerle azúcar como acostumbraba.

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—Ya da igual Rin, pero gracias. —le respondí cuando ofreció el agua caliente pero ya había terminado de preparar los cafés.

Me senté de nuevo en mi silla y le di su café a Nix para echar azucar al mio y darle un paquete de azucar a Rin.

—Toma, este me sobró. —le ofrecí y le di un sorbo a mi café. La verdad sentaba bien para despejarte un poco.

 

Reí al ver cómo Rin tomaba café sin azúcar.

--Eso, eso sí que es un buen café; bien amargo.

 

Miré a Crow reir, recorde que este tipo decia que un café que no es amargo, no es café. — Gracias Evangelin. — Dije echandole todo el contenido.

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—De nada. —reí ante el comentario de Crow y soplé un poco para enfriar el cafe y dale otro sorbo.

 

Entré en la cocina con paso firme. Apagué la música que estaba escuchando al notar que se encontraban presentes algunas personas, entre ellas Rin y Nix.
Se encontraba con ellos una chica a la que hasta entonces no había visto. Tanto sus ojos como los cabellos recogidos eran de un color rojizo y vestía ropa deportiva, bastante holgada. Tampoco parecía ser una mala persona.

Estaba a punto de saludarlos y presentarme debidamente con la joven, cuando noté la cuarta presencia, al muchacho de uniforme escolar que me había enfrentado en otra ocasión en esa misma cocina.

—¡Ah! —exclamé, mirándole fijamente. Todos se voltearon hacia mí— Eres el sujeto que vi aquí mismo, antes de lo de la Biblioteca. Me habías preguntado quién era yo, ¿no? Pues me llamo Alexander. Alexander Valenti —mientras decía esto, me acomodaba los lentes de aviador.

 

Miré a los presentes, y coloqué mis brazos en la nuca, observándolos.
Medité por un momento y me di cuenta de algo.
Hasta ahora, había conocido a trece personas; y Monokuma dijo que no hablaría con nosotros hasta que los quince que debíamos estar no estuviesen en la Academia. Pero en total, somos catorce...
¿Quiere decir eso que hay alguien en la academia a quien no conocemos?

--¿Alguno conoce al chico o chica número 15? Somos catorce... falta uno --pregunté.

 

Miré al que se acababa de presentar como "Alexander Valenti". No sé por qué, pero me transmitía extrañas vibraciones ese chico.

--Crow es mi nombre --le dije--. Y, si no recuerdo mal, también te pregunté que "de dónde sales". ¿Cómo has llegado aquí, qué hay de tu "Súper Talento"?