Shibuya Club5ive [Club privado]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Gigi Blanche, 13 Julio 2021.

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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    De verdad que era una chica de lo más simple, ¡me emocionaba por cualquier cosa! Ni siquiera era como si un club privado fuese algo super extraño para mí, yo también sabía moverme entre círculos exclusivos aunque no lo pareciese, pero quizás era por todo el ambiente misterioso que rodeaba a ese club en concreto o quizás, y solo quizás, era por estar metida en todo ese asunto con Kou.

    La cuestión es que estaba genuinamente emocionada y juraría que el corazón me latió con un poquito más de fuerza mientras nos adentrábamos finalmente en el sitio; posiblemente como respuesta había acabado afianzando más el agarre del brazo del chico y todo. Le eché entonces un vistazo general al sitio, fijando la vista en distintos puntos que fuesen llamando mi atención o algo por el estilo. El club de por sí no parecía estar muy lleno y casi todos los clientes que había de por sí eran hombres, cosa que suponía tenía cierto sentido, pero a decir verdad tampoco era algo que me importase mucho.

    Cobró más sentido lo de que los clientes fuesen hombres cuando distinguí las barras que había dónde el escenario, ¡las reconocía por alguna película que había visto! Y me pregunté si no tendríamos la suerte de ver algo por el estilo aquella noche. Sería divertido, ¿no? Si total estábamos ahí metidos siendo menores de edad, ¿qué más daba otro poco más de actividades ilegales? ¡Podía ser una noche temática basada en eso!

    En fin, tonterías aparte, Kou terminó por guiarme hacia una de las mesas y no tardé en tomar asiento en el sofá en cuanto me indicó que lo hiciese, acomodándome el vestido con cuidado y tomando la postura de una señorita de lo más delicada. Levanté la vista en cuanto lo escuché hablar de nuevo y ladeé la cabeza, dirigiendo la mirada hacia el techo en un gesto pensativo.

    —Uhm~ ¡Venga, va, elige tú! Este es tu territorio y ya he visto que tienes buen gusto, así que me fío~ —sentencié después de unos segundos, sonriente y con una asentimiento de cabeza, convencida por haber tomado un buena decisión.

    Esperé a que se alejase para encargarse de eso y, sin poder resistirme, me eché hacia atrás hasta dar con el respaldo del sillón, desechando por completo la imagen de señorita delicada en algo menos de un minuto. Ups~. Ya mejor acomodada volví a echarle un vistazo al lugar, fijándome un poco más en las personas que había repartidas por ahí, y fue en ese momento que di con el chico rubio aquel que parecía tan a sus anchas hablando con gente objetivamente mucho mayor.

    Ladeé la cabeza, frunciendo el ceño en el proceso, y pestañeé un par de veces mientras intentaba enfocarlo mejor. Su cara me sonaba mogollón, y de hecho no tardé casi nada en recordar de dónde lo ubicaba, pero venga ya, no tenía ni el más mínimo sentido que un pandillero de turno estuviese en un sitio tan exclusivo como aquel por mucho que la pandilla perteneciese justamente al territorio de Shibuya. Negué un par de veces con la cabeza y volví la vista al frente, borrando la contrariedad que había acabado sintiendo por la idea.

    Qué va, tenía que estar equivocada o algo.

    Decidí entonces abrir el bolso que, por supuesto estaba llevando conmigo, y saqué el móvil para revisarlo en lo que Kou venía con las bebidas.

    Uh~
     
    Última edición: 21 Julio 2021
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    Gigi Blanche

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    De veras que Riamu parecía estar bastante emocionada, si hasta había tenido el cuidado de sentarse como una auténtica señorita y me hizo gracia. Aguardé con toda la paciencia del mundo a que se decidiera por una de las opciones y apenas tuve su respuesta me erguí, girando sobre mis talones para dirigirme a la barra. Fui tranquilo, echándole un vistazo al grupo de allá, y apoyé un codo en la madera para echarle algo de peso encima. Uno de los barman, que ya los conocía de sobra, me sonrió y se acercó. Era un muchacho joven, si acaso rozaría los veintitrés, aunque sus rasgos se habían mantenido algo aniñados. Digamos, como mucho le daría dieciocho y eso porque se le notaba la edad en la voz.

    —Eh, Kou. Lindas compañías.

    Su cabello, largo y lacio, se agitó suavemente al indicarme a Riamu con un movimiento de barbilla. No me hizo falta girarme, me limité a esbozar una sonrisa y pasar de su comentario, echándole un vistazo concienzudo a la cristalería.

    —Hazme dos martinis, ya sabes, como siempre los tomo.

    Sus ojos de ébano me recordaban al color de la madera carbonizada, se posaron en mí y permaneció serio apenas un segundo antes de suavizar el semblante y disponerse a cumplir mi pedido. El tío era bastante majo, de hecho, y si su cara de poker daba miedo era una mera cuestión genética. Igual sí que se aprovechaba, el cabrón, cuando le apetecía gastarle una broma a alguien o conseguir algo a secas.

    Me quedé tranquilo, tamborileando los dedos en la barra, y recordé la estupidez de la sorpresa que, según Teruaki-san, había preparado. Vi que un par de hombres más entraron al club y se dispusieron hacia la izquierda, pero dejando una mesa de distancia con la nuestra. Eh, qué considerados. En esas estaba cuando Eguchi se levantó de su asiento y se acercó también a la barra, alzando las cejas en plena sorpresa al reconocerme.

    —Hombre, ¿y tú desde cuándo estás aquí? —Su voz era fresca y ligeramente rasposa, me palmeó la espalda y se acomodó en el taburete a mi lado—. No te había visto, ¿viniste con los chicos? Ah, Atsucchi, ¿me alcanzas más cervezas?

    Atsuya le guiñó un ojo sin desatender los martinis y yo meneé la cabeza apenas recuperé la atención de Eguchi, medio girando el torso hacia él.

    —Llegué recién.

    —Vino con una señorita —intervino Atsuya, acomodando las aceitunas—, la de allá~

    Me quedé quieto en lo que el rubio satisfacía su curiosidad, regresando mi atención a las bebidas que ya Atsuya estaba trayendo. No noté, por ende, la expresión de Eguchi al identificar a Riamu, aunque la forma en que habló después tensó un par de hilos.

    —Eh~ Pero qué muñequita más bonita, ¿de qué escaparate la sacaste?

    Hubo algo extraño, desde claro, como si se anduviera regodeando en una broma interna, pero nunca le daba crédito a las estupideces ajenas y esa no fue la excepción. Recogí ambos martinis, Atsuya ya se había ido a una nevera para buscar las cervezas y empecé a caminar.

    —Nos vemos luego.

    No respondió como tal y tampoco me molesté en comprobar nada. Ni siquiera estaba molesto, sólo era mi manera natural de lidiar con lo que no me interesaba. Llegué junto a Riamu, pues, deposité ambas copas en la mesa y tomé asiento a su lado, deslizando la suya hasta quedar frente a ella.

    —Martinis —aclaré, por si no era obvio—. Ojalá te guste~

    Recogí mi copa y la alcé en su dirección, porque pues me gustaba brindar, claramente, ¿había algún problema en ello?


    el five de belu al ataque

    Atsuya (el rubio a la izquierda), el dude de la barra, y Eguchi, el lobito (?
     
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    Amane

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    Como ya venía siendo costumbre, acabé centrándome tanto en lo que tenía en el móvil que prácticamente desconecté de lo que pasase a mi alrededor. No había mucha diferencia, de todos modos no solía ser el tipo de persona de fijarse mucho en esas cosas si no llamaban mi atención de alguna manera, pero por ese motivo no me di cuenta de los tipos que se sentaron no muy lejos de nuestra mesa ni de Kou hablando con los otros dos chicos de mí. Una pena, eso último me hubiese gustado especialmente~

    Aun así intenté estar atenta para cuando Kou volviese con las bebidas, y ciertamente no mucho después noté las copas apareciendo en mi campo visual. Aparté la mirada del móvil, guardando el aparato de nuevo en el bolso mientras seguía con la mirada al chico, y asentí con la cabeza al escucharlo.

    —De hecho me has leído la mente, en realidad me apetecía un Martini~ —admití, con una risilla, antes de inclinarme lo suficiente para recoger la copa que había dejado justo delante de mí.

    Qué chico más considerado~

    Me giré un poco para poder verlo mejor y alcé la copa para brindar con la suya, sin perder la sonrisa en ningún momento. Le di un trago justo después y cerré los ojos, tomándome un tiempo para saborear la bebida, haciendo un gesto de aprobación en cuento abrí de nuevo los ojos. Estaba muy rico, sí que sí.

    Me crucé de piernas, entonces, y de nuevo me eché un poco sobre su cuerpo, descansando el brazo sobre su hombro mientras acababa jugando con un par de mis mechones entre los dedos. Todo era para que me escuchase mejor por la música, eh, nada más que eso.

    >>¿Y vienes mucho por aquí o qué? Oye, espera, una cosa. Si eres hijo de una capo de la mafia o algo así, creo que no hay mejor momento para decírmelo que ahora mismo. Y tranquilo, no me voy a asustar ni nada~
     
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    Gigi Blanche

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    No sabía si hablaba en serio o me estaba siguiendo el rollo de puro gusto, pero ya que estábamos alcé las cejas y me mostré sorprendido, porque si encima de todo lo que ya había atinado también le había acertado a la bebida de su preferencia, pues, me recibiría de brujo o algo. Como mínimo su brujo personal. No sonaba mal, qué sé yo, vete a saber cuánto me duraba el capricho pero de momento genuinamente me divertía consentirla. Ni que me doliera en el bolsillo, vamos, y elegir ropa siempre me había entretenido. No sería un puto pesado con mi aspecto de otra forma.

    —¿He acertado? —repliqué, en tono suave, conservando la sorpresa—. Vaya~ Casi suena a que me merezco un premio o algo.

    ¿Así por la cara? Pues sí, ¿qué más? Le estaba prestando a nuestros alrededores la atención justa y necesaria, probablemente ni en mis mejores sueños fuera capaz de enfocarme en lo que yacía frente a mis ojos y sólo eso. Era una manía arrastrada con los años o los genes, vete a saber, como si estuviera programado para buscar fallas y amenazas detrás de cada esquina. Precavido, cuanto menos, me ayudaba a salvarme el pellejo pero también se podría decir que me imposibilitaba de relajarme del todo. Incluso ahí, en un puto club privado atestado de lobos y amigos de mi tío. Bastaba una cara que no asociara a nombre, apellido y oficio concreto para mantener las antenas paradas.

    Brindamos, el tintineo de las copas fue suave y bebimos al mismo tiempo. Repasé su expresión hasta que demostró aprobación y ensanché apenas la sonrisa, recibiendo el peso de su cuerpo sin ningún problema. Deslicé la vista a su cabello, allí donde sus dedos se entretenían, y le di otro sorbo al martini antes de depositarlo sobre la mesa. Sus presunciones me arrancaron una risa suave.

    A ver, muy errada no estaba.

    —No hijo, tampoco de un capo. Sí sobrino, y de un... pez gordo. —¿Qué diferencia haría que no lo supiera? Vamos—. Y sí, vengo bastante seguido. Casi cada fin de semana, de hecho, para beber algo o quedar con determinadas personas. Es bastante útil y me gusta el ambiente~

    Además las tías que solían bailar me daban bastante igual, ya me las conocía de memoria y bueno, estaba visto ya que con determinadas cuestiones no era... un hombre de manual, se diría. Medio un bicho raro, de esos que podían destacar si no se cuidaban, así que de tanto en tanto bebía un poquito más de la cuenta y me fundía con la media neurona funcional de muchos imbéciles. Para mantener el teatro y no mucho más.

    Volví el rostro hacia ella luego de haberle echado un vistazo al escenario y detallé su expresión, risueño.

    —¿Y bien? ¿Asustada~?

    Y eso que no sabía nada de los putos lobos.
     
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    Amane

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    Asentí con cierta energía cuando me preguntó si había acertado, con una chispa divertida en la sonrisa por la sorpresa que había mostrado al respecto. Podía parecer que lo estaba diciendo por comerle la oreja o algo, pero de verdad de la buena que no era el caso en absoluto. Eso sí, no sabría decir si estaba acertando con todo porque era medio brujo o porque yo era demasiado básica, pero de que lo estaba haciendo pues lo estaba haciendo.

    Me sonreí un poco al escuchar lo del premio, pero entre una cosa y otra acabé dejándolo pasar... por el momento, claro.

    Alcé las cejas con su respuesta, sin poder evitar mostrarme un poco sorprendida, y acabé soltando el aire por la nariz en una risa floja. ¿De qué me sorprendía realmente? Si le había preguntado, así fuese de broma, era porque un ligerísima sospecha debía tener al respecto, ¿o no? Pero supongo que una nunca se espera escuchar ese tipo de cosas directamente de la boca de otro.

    —Así que tu tío, eh~ Tendré que tener cuidado de no ofenderte a ti o a tu familia entonces... o algo así, ¿no?

    Obviamente seguí hablando con el mismo tono de broma, y no era que no me tomase en serio eso de que su tío fuese alguien super importante, es que simplemente no podía evitarlo. Eh, tampoco era como si me pillase desprevenida, si Kou tenía que tener las pintas de estirado por algo, ¿verdad? En fin, seguí bebiendo un poco de la copa mientras el chico continuaba respondiendo y ensanché la sonrisa cuando se giró para soltarme la pregunta.

    Estiré el brazo para dejar el vaso sobre la mesa y, al volver a la posición de antes, pasé las caricias de mis dedos a su propia melena de nuevo. Me quedé en silencio un rato, adoptando una expresión pensativa y todo, para finalmente negar con la cabeza con suavidad.

    >>Todo lo contrario~ —murmuré, echándome un poquito más contra él y prácticamente presionándome sin ninguna clase de vergüenza—. Pero volvamos a lo importante, ¿te parece? El premio que decías antes... creo que sí te lo mereces. ¿Hay algo en específico que me quieras pedir~?
     
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    Lo dicho, era una tontería pero aún así cargaba cierta satisfacción la idea de complacer a otra persona con semejante... naturalidad. Sin perturbar mi aliento, venga, con semejante facilidad estaba para explotar el bug hasta drenarlo. De la forma que fuera, aunque seguramente algo sospechaba mi respuesta siguió sorprendiéndole y tampoco la culpaba al respecto. No era lo que se diría una contestación de manual. Igual no le costó nada regresar a la ligereza de antes y volví a preguntarme, así como con el rollo del antifaz, si esta tía no tendría algún tornillo flojo.

    Me permití una risa floja y podría haberlo negado, pero por la pura gracia me hice el interesante y paseé la mirada por el club, metiéndole suspenso a la mierda.

    —Hmm, veamos... Intento recordar qué fue de la vida de la última persona que nos ofendió. —Me sonreí, divertido, y deslicé la mirada de regreso a ella—. Pero vaya, no lo recuerdo~

    No me molesté en ocultar la chispa de oscuridad que se me coló en el semblante al soltar aquello, pues bien que podría haberlo dicho totalmente en serio en otro contexto, frente a otro cabrón, y lo sabía. Lo sabía como que me apellidaba Shinomiya.

    Seguí sus movimientos con calma y, otra vez, me quedé quieto al recibir sus caricias en el cabello. Si acaso solté el aire por la nariz suavemente y entorné la mirada, repasando sus facciones. Me respondió, se acercó a mí y distinguí sin la menor dificultad sus curvas contra mi cuerpo. No se me iba a volar la pinza por un detalle así, pero tampoco negaría que contribuía a... ir acumulando fichas~

    —¿Algo en específico? —repliqué en un murmullo quedo, sin quitarle la vista de encima. Me concedí el placer de detenerme en sus labios antes de subir a sus ojos, y mantuve las manos quietecitas por la pura gracia—. No, no. Te cedo el honor de elegir~
     
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    A decir verdad, no importaba cuanta sinceridad le echase encima a sus palabras ni si de verdad resultaba que era un tipo de lo más peligroso; no importaba porque simplemente no podía temerle o estar preocupada con un chico que se montaba teatros para todo y me seguía las bromas con la facilidad que él se manejaba. Así lo hizo con la estupidez que solté sobre ofender a su familia y pues, ni modo, me sacó una risa ligeramente incrédula con ello.

    —Vaya, no me hubiese gustado estar en su lugar~ —murmuré, negando un par de veces con la cabeza y con una ligera mueca de desaprobación.

    ¿Que si noté la chispa de oscuridad de su rostro al responderme? Pues hombre, no la disimuló y estábamos a tres centímetros de distancia, sería medio estúpida de no notarla. La cuestión es que... ¿no le di mayor importancia? Podría ser más o menos cierto en otro contexto y la verdad es que me daba igual, por algún extraño motivo mis alertas no lograban dispararse con Kou ni aunque lo intentase.

    Noté también todas sus reacciones, así fuesen mínimas, a mis caricias... ya había dicho que estábamos a tres centímetros, ¿o no? Y me sonreí con una satisfacción estúpida con cada una de ellas, especialmente cuando bajó la vista a mis labios. La respuesta que me dio, por cierto, no me sorprendió en absoluto, y lo único que hice fue deslizar el dedo índice desde su pelo hasta su barbilla, acariciándole la mejilla en el proceso.

    >>Te encanta hacerte de rogar, ¿eh? —murmuré, prácticamente contra sus labios, y me sonreí de nuevo con cierta chispa burlona antes de acortar las distancias y besarle al fin.

    O quizás yo era demasiado lanzada, ni idea~

    Diría que mantuve la compostura y que fue un beso superficial, hasta decente, pero lo cierto era que llevaba ya algo alcohol encima y nadie me podía negar la tensión sexual acumulada entre nosotros así que, sí, más bien le comí la boca como si no hubiese un mañana o algo. Uy, eso no era muy de señorita, ¿verdad? Ni modo~
     
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    A ver, básicamente estábamos siguiendo un guión de lo más predecible y me importaba de poco a nada. Nuestra relación se limitaba a eso, pasar el rato, montarnos el teatro, decir estupideces y comernos la boca. No pretendía mayor cosa y estaba seguro que ella tampoco, por la ligereza con la cual se comportaba tanto allí, como en los baños de la escuela y en la mascarada misma, donde alternó entre Kasun y yo sin una pizca fe vergüenza. Por mí que hiciera lo que le saliera del coño, la verdad, si estábamos para divertirnos y no me interesaba desperdiciar tiempo juzgando actitudes ajenas.

    La tenía pegada a mi cuerpo, la música rebotaba suavemente y las conversaciones eran tan sutiles que apenas y alcanzaban mis oídos. No tuve mayor problema en suprimir el resto del mundo, el resto del club, y enfocarme en las sensaciones inmediatas que Riamu me estaba facilitando. Las curvas de su silueta, el sonido del roce de los flecos, su mano en mi cabello y su voz, convertida prácticamente en un susurro. Bromeó, primero, y no le concedí mayor importancia. Luego se sonrió, alegando que me encantaba hacerme de rogar, y no pude más que soltar una risa floja por la nariz. A ver, sí, ¿y quién iba a juzgarme?

    Si haciéndome de rogar y todo conseguía lo que quería~

    Y me besó, de una puta vez. Que, bueno, yo también podría haberlo hecho, pero ya habíamos establecido que era un poquito cabrón, ¿no? Recibí sus labios con una naturalidad absurda y tardé cero segundos en ladear la cabeza, anclando una mano en su cuello para arrastrarla entre las hebras rosadas. La ajusté a la altura de su nuca, deslicé los labios y la presioné hacia mí, afirmando el contacto que dio gusto. No que el alcohol ya hubiera hecho efecto como tal, o quizá sí, honestamente me daba igual. La seguí besando con ganas y poco a poco la insté a inclinarse encima mío, a medida que le echaba mi peso al espaldar del sofá. Mi otra mano viajó a su cintura y la rodeó sin mayor fuerza, era una mera búsqueda de contacto.

    Y me quedé allí un rato, simplemente disfrutando del beso, sin pretender acrecentar el ritmo ni que se me vuele la pinza. Eventualmente interrumpí el contacto, repasándome los labios, y respiré por la nariz al buscar sus ojos. No pretendía decir o hacer mucho, la verdad, me limité a esperar por sus cuarzos para concederle una sonrisa traviesa y estiré el cuello, presionando los labios en su barbilla. Luego otro, y otro, trazando la línea de su mandíbula, hasta descender a su cuello y allí me detuve, recostando la cabeza en la pared. La mano que había permanecido en su nuca relajó el agarre, se deslizó y con movimientos suaves rocé la piel tersa de su cuello. De arriba abajo, de abajo arriba.

    —Qué bonita estás, Ri-chan —susurré por la pura gracia, afirmando el agarre en torno a su cintura para pegarla un poquito a mí—. Y tienes una piel super suave~

    Venga, ya parecía el lobo feroz. La idea me arrancó una risa que murió en mi garganta y estiré el cuello, buscando rozar el lóbulo de su oreja con los labios.

    —Como para comerte toda~

    Y sin mucho anuncio, ladeé el rostro y volví a atrapar sus labios, presionándola contra mí con fuerzas renovadas.
     
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    Nada que ver pero es que llevo un par de días escuchando esta canción y pensando en lo mucho que les pega a ellos, so la adjunto porque sí, porque puedo (?)


    Riamu 2.png

    No había realmente universo posible en el que imaginase a Kou rechazándome, no a aquellas alturas de nuestra relación al menos, pero aun así siempre iba a existir esa ligera chispa de satisfacción cada vez que me correspondía. Era bastante simple el asunto; tonteábamos un poco por la gracia de seguir el teatro de la mascarada y eventualmente alguno decidía cortar el mismo lanzándose a la boca del otro, momento en el que ya empezábamos a calentarnos como estúpidos. Era bastante simple, pero era exactamente eso lo que había pretendido en todo momento de él, así que cumplía bastante bien con la expectativas.

    A ver, quizás en el fondo sí que esperaba llevarlo a un poquito más en algún momento, pero podía esperar hasta que pasase~

    Cuestión de que se acopló con una naturalidad estúpida a mis labios, no era como si fuese la primera ni la segunda vez que nos besábamos, y aflojé la mano que había dejado en su barbilla hasta dejarla apoyada sobre su pecho. Estaba completamente relajada, como para no estarlo, y principalmente centrada en seguir el ritmo del beso, así que fue realmente fácil dejarme llevar por él hasta acabar prácticamente echada encima de su cuerpo. Más, quiero decir.

    Dejé escapar un suspiro en cuanto se separó, algo tembloroso, pero no tardé en volver a formar una sonrisa sedosa al recibir sus ojos en primera instancia nada más abrir los míos. Lo seguí con la mirada al estirarse y acabé mordisqueándome el labio inferior al sentir el roce de sus labios sobre mi mandíbula, aumentando la presión cuando me alcanzó el cuello y acabando con otro suspiro, algo más ligero, al separarse.

    Bueno, pero que desvergonzados, que estábamos en público y haciendo ese espectáculo~

    Sus palabras de después me hicieron entornar la mirada, e incluso acabé ladeando un poco la cabeza, rozándole los dedos con el cabello en el movimiento. Estúpida sería si en algún momento no me regodeaba en los halagos que recibiese, venga. Es decir, podía actuar como si me creyese la más bonita del lugar, pero la realidad era que no siempre me lo acababa de creer, así que bien podía ser mentira que yo me iba a quedar con aquellas palabras bien grabadas en la cabeza cada vez.

    El susurro sobre la oreja me lanzó un chispazo a lo largo de la espalda, joder como estaba ya, y apenas me dio tiempo a soltar una risilla floja antes de recibir sus labios de nuevo. Prácticamente estábamos pegados el uno al otro, y al deslizar la mano que había tenido sobre su pecho hasta alcanzar su cuello, eliminé todo posible obstáculo entre nuestros cuerpos. Enganché esa a un lado de su cuello, pues, y ladeé la cabeza para profundizar la unión en ese mismo instante. Mientras, la otra manó viajo hasta queda apoyada sobre su hombro, por la simple necesidad de contacto.

    —Echa el freno, fiera —susurré prácticamente sobre sus labios, ya al separarme después de un buen rato—. O voy a hacer que nos echen por conducta indecorosa~

    Hubo diversión en mi tono de voz, pero la chispa que decoró mis ojos ya había perdido el toque burlón y había tomado un aspecto más oscurecido. Tampoco pretendía esconder en ningún momento las ganas que le tenía ya al chico y, lo dicho, ya había quedado claro que estaba un poquito loca. Sea como fuere, le dejé un beso fugaz sobre los labios y me acomodé un poco, lo suficiente para apoyar la cabeza sobre su hombro y poco más.

    En definitiva, no me separé ni un centímetro de su cuerpo, ups~

    >>Entonces dime, ¿a quiénes conoces de los que hay ahora mismo aquí? ¿Hay algún político corrupto o algo por el estilo? Dame algo de material jugoso~

    Por qué seguía tomándome todo el asunto a broma era algo que, de verdad, ni yo misma comprendía realmente. Nada que hacerle, sin embargo, estaba como una niña en una tienda de dulces y no había manera de controlarme.
     
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    Gigi Blanche

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    Sus reacciones seguirían siendo un poema probablemente todas y cada una de las veces. El suspiro tembloroso que abandonó su pecho, el recorrido de sus manos, y la clara chispa de oscuridad que ya había empañado sus cuarzos tan bonitos al mirarla. Ups~

    No llegué a verla mordiendose el labio, una lástima, o probablemente me habría puesto más de la cuenta. La besé sin meterle mucho apuro a la mierda y en cuanto se alejó, me sonreí de inmediato. ¿Que le echara freno o nos iban a echar? Solté el aire por la nariz y navegué el contorno de su rostro con la mano, alcanzando a presionar el pulgar en su labio inferior. Lo repasé lentamente, observando el movimiento.

    —¿No te lo dije ya? Soy un Shinomiya, bonita. —Subí a sus ojos y descubrí la dentadura en una sonrisa amplia, de lobo—. Hago lo que me salga de los cojones.

    Y ella estaba conmigo, así que los beneficios se extendían~

    De la forma que fuera, tampoco había tanta prisa y en eso tenía razón. Al acomodarse en mi hombro la dejé hacer y paseé la mirada por el club, notando que habían cerrado las cortinas del escenario. Eh, ¿estarían preparando el show de esta noche? Así de repente recordé la tontería que me había dicho Teruaki-san y me pregunté si no tendría que ver con eso. Digo, ya que andaba hecho un brujo.

    Su pregunta me arrancó una risa ligera por la nariz y le di un trago al martini antes de regresarlo a la mesa. Estiré un poco el cuello para chusmear las otras mesas y relajé el cuerpo. Habían llegado un par de personas más.

    —A ver, a ver —murmuré, aprovechando que estaba recostada en mi hombro para flexionar ese mismo brazo y acariciar su cabello en movimientos vagos, hundiendo apenas las yemas de los dedos, recorriéndolo y alzando algún que otro mechón—. Aquí a la izquierda no estoy muy seguro, creo que hay un abogado, un asesor de seguros y un... ¿era abogado también? Creo que sí. De la barra los conozco a los dos. El rubio es Atsuya, también ha trabajado en muchos eventos de mi familia. Y allá, a la derecha, ¿ves al rubio joven, rodeado de viejos? Ese es un amigo mío. Se llama Eguchi.

    ¿Y a qué venía darle tanta información? Pues me salió del culo y ya, tampoco que pudiera hacer mucho con eso.

    Removí la mano de su cabello, deslicé los dedos a lo largo de su brazo y me afiancé en su cintura, pegándola aún más a mi cuerpo. Observé el escenario.

    —Al parecer habrá show hoy~
     
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  11.  
    Amane

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    Me había esperado unas cuantas reacciones por parte Kou después de habernos cortado el rollo en lo más interesante, pero desde luego que aquella que tuvo no entró en ningún momento en las posibilidades. Lo seguí de soslayo cuando deslizó la mano por mi piel hasta alcanzarme el labio inferior y tuve que hacer un esfuerzo titánico por quedarme quieta cuando lo repasó con el pulgar, porque ganas de llevármelo a la boca no me faltaron.

    Para colmo, escucharle decir aquello con el tono de voz que utilizó y la jodida sonrisa de depredador lo único que consiguió fue calentarme aun más de lo que estaba. Por suerte me permitió acomodarme justo después y más o menos pude disimularlo, aunque fui incapaz de controlar el ligero gemido quejumbroso que me vibró en la garganta cuando toda la escenita acabó.

    Bueno, si no acabaría de descubrirme un nuevo kink o algo con la tontería.

    Se tomó su tiempo para mirar alrededor del club y responderme a la pregunta que le solté por la gracia, cosa que agradecí bastante porque me sirvió para recolocarle algunas neuronas y poder así prestarle atención como debía. No era como si se me hubiesen pasado desapercibidas sus caricias en el pelo en ningún momento, todo lo contrario —las tenía bien presentes en todo momento—, pero fui capaz de empujarlas a un segundo plano para centrarme en la conversación.

    Miré de reojo a las mesas que iba indicando mientras me explicaba de quienes se trataban, barra incluida, con la chispa de curiosidad de vuelta a mis ojos. Eh~ ¿Abogados y asesores de seguros? ¿Yendo a un club de mafiosos exclusivos? Qué interesante~

    ¿Eh? ¿Que si me había sacado lo de 'mafiosos exclusivos' de la manga? Nada de eso, ese club era de mafiosos exclusivos y no había más que discutir al respecto, hmpf.

    El camarero era bastante lindo, por cierto, y no me quedaba claro si parecía mayor o de nuestra edad, a decir verdad, pero de todas formas no era algo que importase en ese momento. Es decir, estaría un poco feo ir pensando en posibilidades con otros chicos cuando estaba en una cita con uno tan bonito~. Luego me nombró al rubito del otro lado y pestañeé un par de veces cuando lo hizo, con cierto deje de confusión que no tardé en borrar de mi semblante.

    —¿Un amigo de Shino-kun? Qué honor tiene que ser ese~. ¿Y de dónde lo conoces?

    Ser sutil no era mi especialidad, ya había quedado más que claro en un par de ocasiones, pero genuinamente pensaba que las posibilidades de que se conociesen de dónde se me había ocurrido eran tan ínfimas que no tuve mucho reparo en soltar la pregunta sin más.

    Sea como fuere, solté otra risilla cuando lo sentí pegándome aun más a él si es que eso era posible y deslicé la mirada hacia el escenario justo en ese momento, con las cejas ligeramente alzadas. Había dejado una de las manos sobre la pierna del chico en todo momento, dedicándole caricias distraídas con el pulgar, y la otra se había quedado apoyada en mi regazo sin más. Al escucharle mencionar lo del show, sin embargo, levanté aquella última y me la llevé a los ojos, pretendiendo tapármelos aunque, por supuesto, dejé un hueco entre los dedos para poder seguir mirando entre el mismo.

    >>Ay, no. ¿Pero va a ser ilegal que yo lo vea? Porque la verdad, estoy un poquito emocionada de que sea el caso~

    De nuevo, si no estaría pasándomelo de puta madre ya aquella noche.
     
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  12.  
    Gigi Blanche

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    Bueno, bueno, pero si no sería esa una expresión de lo más interesante que acababa de ver~ ¿Qué había pasado? ¿Acaso fue la tontería del pulgar? Vaya, no se me ocurría otra opción y honestamente... iba a tenerlo bien presente para la próxima, que entre su carita y el quejido que soltó luego la niña se había convertido en todo un poema.

    Checked.

    De a poquito me iba armando su lista de kinks o algo y no podía resultarme más divertido, de verdad. No que alguna vez me hubiera preocupa especialmente por satisfacer a alguien, pero ya tenía bien claro que tampoco me molestaba en absoluto si con ello conseguía zafarle uno o dos cables, para que me siguiera echando encima de esos suspiros o gemidos tan bonitos.

    Se quedó con la última porción de información para preguntar al respecto y, la verdad, no le vi lo raro. Había sido el único que califiqué de amigo y qué sé yo, si me apuraban posiblemente hubiera tirado por el mismo lugar si me interesaba mantener en ritmo la conversación. Por la misma razón, tampoco tuve problema en aclarar sus dudas. Visto estaba ya que estaba un poquito loca, si no se había espantado antes no iba a espantarse ahora, ¿cierto?

    Y si lo hacía, pues ni modo.

    —Pues... se podría decir que trabajamos juntos. —Ensanché brevemente la sonrisa, como si me regodeara en una broma interna, e inhalé por la nariz antes de agregar—: A ver, Ri-chan, pregunta de cultura general: ¿alguna vez oíste hablar de los Lobos de Shibuya?

    Una risa inocente vibró en mi garganta y ladeé la cabeza, buscando hablarle más cerca para bajar el tono.

    —Si respondes bien, pasas de nivel~

    Por supuesto no me habían pasado inadvertidas sus caricias en mi pierna, así como yo no le había dejado el cabello quieto en ningún momento. Seguí sus movimientos de soslayo en lo que se tapaba los ojos, aunque dejara una abertura, y soltaba la tontería. Reí apenas, intentando vislumbrar algo detrás de la gruesa cortina del escenario.

    —Pues no lo sé, si el instinto no me falla diría que esta noche habrá algo diferente, así que toca esperar y ver con qué nos sorprenden~

    Y viniendo de Teruaki-san, la verdad, el abanico era sumamente amplio.
     
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    Amane

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    ¿Que trabajaban juntos, decía? Eso era... ¿extraño? A ver, no era como si en realidad conociese en profundidad a ninguno de los dos así que no podía ir por ahí juzgando ni esperando nada de nadie, pero tampoco podía evitar sorprenderme por la información que estaba recibiendo, ¿verdad? Sobre todo cuando Kou me preguntó si conocía a los Lobos y, venga, ni siquiera pude disimular mucho la risa que se me escapó.

    Recibí su voz más cerca sin ningún problema y me sonreí, repentinamente interesada en el cauce que había tomado aquella conversación. Entre que me estaba causando ya hasta genuina curiosidad todo el rollo y el secretismo, y que Kou había dicho lo de pasar de nivel... no había mucho que pudiese hacer. Si ya se sabía que era una chiquilla en el fondo. Giré un poco la cabeza, dejando la barbilla apoyada sobre su hombro, y busqué su mirada con una ingenuidad de los más convincente.

    —¿Los Lobos de Shibuya? Eh, suena peligroso~ —murmuré, haciendo un pequeño puchero—. Pero, venga, voy a tener suerte y todo, porque resulta que sí he oído hablar de ellos. Y, bueno, ¿qué? ¿Qué clase de trabajo tienes tú con una pandilla? ¿O por qué los traes a colación~?

    Pero si no le estaría haciendo un interrogatorio de repente o algo.

    Igual no tardé mucho en recuperar la posición de antes, vino toda la tontería de hacerme la menor inocente que no quería inmiscuirse en ilegalidades, y seguí su mirada hacia las cortinas con una nueva ola de curiosidad cayéndome encima.

    >>¿Eh~? ¿Algo diferente? ¡Eso es porque he venido yo, seguro! —que poco sabía que, de hecho, ese era el caso—. Pues, mientras esperamos, dime... ¿he pasado de nivel~?
     
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  14.  
    Gigi Blanche

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    Un poco predije que la forma de encarar la conversación iba a picarle la curiosidad, más de lo que ya le interesaba, quería decir. Me lo comprobó notar que reajustaba la posición para verme, apoyando su barbilla en mi hombro y todo el rollo, y yo volví el rostro en su dirección con la satisfacción disfrazada de calma. La calma de toda la vida, vaya, que al final del día seguía siendo una pantalla de humo que hasta yo me había creído.

    Ya estaba clara mi afición por el teatro, ¿verdad?

    La inocencia no me la tragué ni medio segundo, así que aguardé hasta que dejó atrás su broma inicial y me respondió en serio. Sabía que el nombre resonaba en muchos rincones de Shibuya, es decir, no hacía falta ser de la calaña o haber nacido en cuna corrupta para conocernos. Muchas veces los rumores se expandían, especialmente en las escuelas, donde muchos mocosos imbéciles se creían que pertenecer a una pandilla era una mierda cool de la que estar orgullosos y aspiraban a ello, así fuera más broma que otra cosa. Algo similar a lo que ocurría con las niñas y las princesas, si se quiere, puros estereotipos nefastos. Pero bueno, nada que me interesara.

    Yo ya había nacido con el azufre contra la nariz, después de todo.

    Solté una risa nasal, porque sus preguntas me recordaron cuán poca pinta tenía de pandillero. Al menos del prototípico, claro, de esos insectos que no entendían una mierda de decencia y buen gusto, y se creían que llevar media cabeza rapada y ahogarse hasta el cuello de tatuajes les proporcionaba cierta identidad, cierta protección para sobrevivir. Quizá tuvieran razón, ni idea, de ahí a que los reconociera había un océano de distancia.

    Si me urgía lavarme las manos luego de tocar a los omegas.

    —Pues... —Solté el aire suavemente y me acomodé contra el espaldar del sofá, sin moverme demasiado para no ir a molestarla—. Coordinación, supongo.

    Ensanché la sonrisa.

    —Coordinación, organización y toma de decisiones~

    Más claro, echarle agua, ¿verdad?

    Luego regresó a la posición inicial, la recibí sin mayor problema y me enfoqué en la última tontería, si había pasado de nivel. Oculté la sonrisa tras la copa al beber de mi martini, acabármelo, más bien, y me erguí un poco mientras me relamía los labios. La traje conmigo en el proceso, y me removí lo suficiente hasta instarla a erguir el cuello. La mano que ya estaba en su cintura la mantuve allí, con la otra sostuve su barbilla y me acerqué despacio, bien despacio.

    —Claro —concedí, rozando sus labios—. Bienvenida al nivel dos, Ri-chan~ Amerita una celebración.

    Alejé el rostro sin concretar nada y alcé un brazo, captando la atención de Atsuya de inmediato. El muchacho abandonó la barra y se acercó, diligente, con una sonrisa cordial. Su uniforme era blanco y negro, como casi todo el club.

    —¿Nos pedirías un cóctel, Atsuya? —le pedí en tono amable, y regresé mi atención a Riamu—. ¿Te gustan los camarones, Ri-chan?
     
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    Amane

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    Fruncí de nuevo el ceño, bastante contrariada ante la respuesta de Kou, y era bastante probable que, si el chico se concentraba lo suficiente, escucharía mis neuronas quemándose intentando comprender. Es decir, venga ya, ¿en qué universo pegaba este niño con una jodida pandilla? No cualquiera, ya de paso, que los lobos tenían fama de ser un poquito demasiado violentos para ser sano.

    Aunque... ¿no que habían tenido no sé que lío con su alfa o algo así? Dios, ni idea, iba a tener que sacarle información más concisa, ¿eh?

    No me dio tiempo a ello, sin embargo, porque de repente lo noté irguiéndose, levantándome a mí en el proceso, y tampoco se me podía pedir pensar mucho en pandilleros cualquier cuando tenía a este chico tan lindo encima, casi besándome. No pude evitar sonreírme, notando como me rozaba los labios al hablar, y entorné la mirada para fijarme en el movimiento de los mismos justo antes de que se alejase para llamar al camarero.

    Aproveché el momento para acomodarme mejor en el sofá, haciéndome con mi copa de Martini después de un buen rato sin beber, y me crucé de piernas mientras le daba un sorbo. Todo eso pasó mientras el tal Atsuya se acercaba, así que le eché un vistazo por encima de la copa en ese momento. Le dediqué una sonrisa sedosa mientras apartaba la copa ahora vacía y giré entonces el rostro hacia Kou, haciendo una mueca pensativa con los labios.

    —Síp, claro~ —concedí finalmente, asintiendo con la cabeza y todo.

    Esperé pacientemente a que Kou terminase con el pedido y que el rubio se alejase hacia la barra para colar rápidamente una mano entre nosotros y picarle un par de veces el costado al castaño, divertida.

    >>Eh, oye~ ¿Eres un malote o qué? Porque sabes, eso haría que me gustases un poquito más~

    si tenías planeado algo más con Kou y Atsuchii, ignora pues la última parte de mi post uwu
     
    Última edición: 29 Julio 2021
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    Gigi Blanche

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    Ya iba siendo repetitivo pensar en el asunto, pero ciertamente no me cansaba de notar cuán gustosa recibía Riamu mis aproximaciones. La forma en que entornaba la mirada, se sonreía y detallaba mis labios. A ver, que si fuera un poquito menos cabrón y no tuviera la cabeza bien anclada al cuello quizás y ya me la habría arrastrado a una de las salas privadas, pero aquí estábamos para ser elegantes y mantener el teatro, ¿a que sí?

    Dijo estar bien con los camarones y Atsuya retiró las copas tras asentir, de paso le pedí que nos trajera otros iguales. No, si entre el champagne y los martini quizás y terminaba un poco en la mierda, pero que me preguntaran si me importaba. Honestamente no me salía de los huevos preocuparme por una mierda en ese momento, en ese lugar y con ella. Eran las restricciones que había aflojado en la mascarada y seguía arruinando desde entonces, entre toda la tontería con Kasun y la chica esta. Y no me pesaba, en verdad. Era divertido, me ponía y, lo mejor de todo, me apagaba el puto cerebro un rato.

    Noté que me picaba el costado y di un respingo de nada, soltando una risilla traicionera. Mierda, mira si esta niña descubría que era un cosquilludo de cuidado, íbamos a estar en un problema~ Soltó la tontería de si era un malote, que así le gustaría más, y no pude evitar la risa ronca que vibró en mi pecho, cargada de sorna. Joder, si tan sólo supiera las cosas que había hecho ni siquiera se atrevería a calificarme de "malote".

    Tendría que usar una palabra mucho peor.

    —Eh~ ¿Te gustan los malotes, Ri-chan? —Desvié los tiros por la pura gracia, no porque pretendiera no responder, y con la de mierdas que ya tenía en la cabeza acabé inclinándome hasta echarle el aliento en la curvatura del cuello—. Fuertes revelaciones, ¿no?

    Presioné los labios, fue un beso casto y luego subí a su oreja, sonriéndome.

    —Dime, ¿qué requisitos debería cumplir para pasar el examen~?

    nopi, dw uwu

    Me lo disculpas, el niño está horny
     
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    Amane

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    No había manera posible de que me pasase desapercibido el respingo que pegó cuando le piqué el costado, al igual que la risilla que obviamente se le escapó con lo mismo. ¿Eh~? ¿Acaso era sensible a cosquillas por esa zona o algo? No me quedaba claro, a decir verdad, había sido super fugaz el gesto. ¡Pero me iba a entrar sí o sí, eso seguro!

    Eso sería en otro momento, sin embargo, porque en ese instante teníamos cosas más interesantes entre manos, ¿o no? Me encogí apenas de hombros al escuchar su pregunta, justo un instante antes de notar como se me echaba de nuevo encima y de notar su aliento sobre el cuello, erizándome un poco la piel con el gesto. Joder, es que entre su calentura y la mía no íbamos a llegar a ningún lado decente aquella noche, ¿eh?

    Bueno, mejor que mejor~

    —¿Tú crees? Eso significa que mi fachada de niña buena cuela, ¿no? —bromeé, en voz baja.

    La verdad era que directamente no le hacía ascos a nada, en tanto me resultase mínimamente atractivo o interesante... o simplemente me apeteciese tontear en ese momento. Aun así, también se había visto que era muy tonta y que me emocionaba mucho por esa clase de cosas, así que era bastante que tuviese especial debilidad por los 'malotes'.

    >>¿Requisitos? —repetí, prácticamente en un murmullo, teniendo que tomarme mi tiempo para centrarme en la conversación y no en los sitios a los que mi cabeza se estaba yendo ya—. No sé~ ¿Que es lo peor que alguien como tú podría hacer? ¿No dejarle propina a Atsu-kun o algo así~?


    Obviamente solo estaba jugando con él, tampoco se le podía pedir mucha más seriedad a mis neuronas en ese momento, y si me apuraban, había una pequeña voz que me decía que quizás Kou sí era capaz de hacer cosas mucho peores de las que podría imaginarme. De ahí a que me interesase lo más mínimo en ese momento, sin embargo, había todo un mundo.

    Bueno, que se una al club nuestro y de nuestros personajes, you know
     
    Última edición: 30 Julio 2021
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    Gigi Blanche

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    El tono de broma que cargó su voz me llegó como desde una dirección diferente, ocupado que estaba jodiéndola en su cuello. En eso estaba, escuchándola, claro, pero distrayéndome en su piel aquí y allá, cuando las luces del club prácticamente se extinguieron. No me corrí de mi posición, si acaso deslicé la mirada para notar que las cortinas del escenario se corrían a cámara lenta al ritmo paulatino de unos cuantos reflectores rojos, palpitando intermitentes. Era un rojo pesado, me recordó al color de la sangre, incluso su jodido olor me alcanzó la nariz y me sonreí.

    En el escenario había sólo una chica que empezó a cantar sobre la base electrónica que rebotaba por todo el club. En las mesas, contra las paredes, nuestros cuerpos. Respiré con pesadez, echándole mi aliento encima a Riamu, justo en la curvatura del cuello. Todo se había empañado de rojo, hasta el último de los tonos claros, y me dio por suponer que esa debía ser la sorpresa de Teruaki-san, ni idea. De por sí era extraño que en sábado no hubiera chicas bailando.

    —No, no, siempre le dejo propina a Atsu-kun —repliqué, sedoso, replicando el apodo que ella había usado por la pura gracia. Subí a su mejilla, le dejé un beso y luego me relamí antes de rozar la piel de su oreja con los labios. Su cabello me hizo algo de cosquillas en el rostro—. Puedo ser muy malo, Ri-chan, ¿lo sabes? Muy, muy malo.

    Pestañeé con parsimonia, tensé la mandíbula un instante y anclé una mano al otro lado de su rostro, hundiendo los dedos entre las hebras rosadas. Daba igual el color, todo se veía malditamente rojo. Tragué saliva, solté el aire por la nariz y la insté a girar el rostro con movimientos suaves. Me prendí de sus ojos apenas encontrarlos.

    Rojo.

    Rojo, rojo, rojo.

    Joder, era como estar en casa.

    —Pero a ti no te importa, ¿o sí?

    el mood que me cayó encima es amazing, like ni puedo explicarlo, but its amazing *vibing hell*
     
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  19.  
    Amane

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    Fue un momento de lo más extraño, a decir verdad, porque justo en ese instante las luces de todo el lugar cambiaron a un color rojo intenso, una voz femenina se extendió desde el escenario, pero yo no aparté la atención de Kou en ningún momento, ni siquiera con toda la ilusión que había mostrado apenas hacía unos minutos por el posible espectáculo.

    La música rebotaba por todo lados, envolviéndonos con insistencia, y aun así la voz de Kou me llegó con una claridad estúpida. Solté una risilla de nada, regodeándome un poco en el hecho de que me había imaginado que sí era de dejarle propina al chico, pero la respiración se me atoró en la garganta justo después, cuando siguió hablando. Pestañeé con cierta lentitud cuando recibí su mirada, y no supe si fue por el rojo que le cayó encima o por el tono de voz que usó, pero no dudé ni un segundo de que sus palabras fuesen completamente ciertas.

    De que podía ser un cabrón de cuidado, quizás hasta peligroso para quien tuviese la mala suerte de tocarle los huevos.

    Pero ni siquiera dudé un segundo en responderle cuando me preguntó si me importaba. De nuevo, fue una cosa de lo más rara, porque la voz no llegó a salirme y acabé por tragar saliva para intentar disimularlo. Así que terminé por negar con la cabeza, en un par de movimientos cortos y suaves, y, una vez más, tan siquiera me paré a pensarlo algo antes de inclinarme hacia delante, buscando sus labios de nuevo.

    Él podía llegar a ser todo lo malo que quisiese, que yo parecía no ir a cansarme nunca de las ganas de comérmelo que tenía.

    Pobrecita la cantante, eso sí, porque su existencia pasó a un completo segundo plano para mí en ese instante, y mira que seguro cantaba super bonito. Aunque a decir verdad, todo el jodido club pasó a un segundo plano, porque no me importó lo más mínimo sabernos ahí para acabar irguiéndome hasta pasar la pierna por encima de las suyas y acabar sobre su regazo.

    Lo que llevábamos diciendo toda la noche, estaba un poquito loca y ya había quedado más que claro.

    Llevé las manos hacia las solapas de su chaqueta, enganchándome a ellas mientras seguía besándolo con prácticamente las mismas ganas que hacía un rato, y cuando me digné a separarme al fin, me di cuenta que lo había estado empujando hasta dar con el respaldo del sofá de nuevo.

    —Kou~ —murmuré, contra sus labios—. ¿Me llevas a tu casa cuando acabemos aquí~?

    ¿Y lo soltaba así, sin más? Bueno, no que a aquellas alturas importase ya mucho, ¿verdad?

    >>Solo quiero ver donde queda, te lo prometo~

    Sí, claro.

    is it weird si creo que entiendo y siento el mood que dices (?) also *sorbito*
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Ya habíamos definido que esta chica debía tener un par de tornillos flojos, porque de cualquier otra manera no me explicaba su capacidad de seguir fluyendo tan ligera teniéndome ahí, frente a su jodida cara, diciéndole sin máscaras ni tapujos que era un hijo de puta. Y ¿qué decir? Entre los tragos que ya llevábamos encima, la de tonterías que nos habíamos marcado desde la fiesta, las luces rojas palpitantes y su absoluta falta de sentido común, estaba malditamente puesto.

    Como para sacarla de ahí y quitarle el puto vestido.

    Apagarle la cabeza.

    Comérmela entera.

    Me mantuve prendido de sus ojos, en parte porque disfrutaba como un cabrón de tenerla ahí, casi obnubilada, entre el rojo y el negro, y en parte porque prácticamente acababa de lanzarme de cabeza. Era el momento perfecto para que Riamu conectara neuronas, hiciera lo prudente y se largara de allí, se lo había dejado en bandeja. Repasé sus facciones, me pareció que atinó a decir algo y acabó por sacudir la cabeza. Fue lento, al menos así se sintió bajo los reflectores opacos, fui consciente del calor que sentía y lo siguiente que supe, de un segundo al otro, era que la idiota me estaba besando.

    Y la satisfacción que me cayó encima no tuvo nombre.

    La mano que tenía anclada al costado de su rostro permaneció allí, presionó con fuerza y la otra le ayudó a subirse a mi regazo, totalmente amoldado a sus intenciones y movidas. La seguí besando con una profundidad ridícula, me imprimí sus labios, la humedad de su boca, su aroma y suavidad. Dios, hacía un calor insoportable, sentía que iba a ahogarme y la música seguía rebotando, insistente, contra mis oídos. Era como estar metido en un puto viaje de ácido, ni idea, se me ocurrió que debía ser algo similar. La liviandad de la cabeza, los sentidos amplificados y el impulso instintivo, casi animal, de sólo oír al cuerpo.

    Y obedecer.

    Se enganchó de mi chaqueta, la dejé hacer y la arrastré conmigo al relajar la espalda de nuevas cuentas. Le puto comí la boca, joder, no me detuve ni un instante y acabé por deslizar ambas manos a sus caderas. Allí le clavé los dedos, insistente, los flecos me cosquillearon y le permití alejarse sólo porque me pilló desprevenido. La cabeza ya me funcionaba medio espesa y solté el aire pesado, por la nariz.

    Kou.

    Su voz me alcanzó por encima de la música, aún así se amalgamó con el beat palpitante, con el rojo sangre y pestañeé lento, enfocando los contornos de su cuerpo que estuvieran a mi alcance. Los mechones irregulares de su cabello, la curvatura delgada de su cuello, sus hombros y el nacimiento de sus pechos. Sólo era mi nombre, joder, mi puto nombre pero de su boca me lanzó un chispazo por la columna.

    ¿Me llevas a tu casa cuando acabemos aquí?

    Su pedido me sorprendió y al mismo tiempo no. Mentiría si dijera que no se me había cruzado por la cabeza, si en relámpagos de delirio no la había ya figurado encima de mi cama, hecha un desastre. Podía ser ese cerdo también si me daba la jodida gana, seguía teniendo diecisiete años y siquiera me molestaría en disimular las putas ganas que tenía de comerme a esa chica, arrancarle la ropa, hundirme en su cuello.

    Follármela.

    Hacerla gritar.

    Era un frenesí extraño, nacido precisamente de los vicios que utilizaba como válvulas de escape. Era puro humo, del más delicioso de todos, no más que una costilla de la violencia que descargaba sobre los omegas y las piezas flojas cuando me daba la puta gana. Pero también era diferente. No buscaba arrollar, moler ni quebrar. No buscaba provocar sufrimiento ni forzar el olor de la sangre, el rojo sobre el mundo.

    Era placer.

    No dolor.

    Así fueran dos caras de la misma moneda.

    Su tontería de después me la trajo floja. Busqué sus ojos de nuevas cuentas, irguiendo el cuello lo suficiente, supuse que los míos estarían absolutamente oscurecidos y me importó una mierda. Estaba ido, ido como un imbécil, y acaricié su cabello con suavidad inusitada. Relajé el semblante, incluso, porque era el puto rey del teatro, y de un segundo al otro afirmé el agarre en su nuca. No fue agresivo, sí bastante repentino y la traje hacia mí hasta alcanzar su oído. Repasé el lóbulo con la punta de la lengua, lo mordisqueé y mi otra mano, la que había permanecido en sus caderas, se deslizó hasta su muslo.

    —¿Lanzándote de pura voluntad a la boca del lobo, Ri-chan? —murmuré, echándole el aliento en la piel, y tracé el contorno de su mandíbula con los labios hasta regresar a su boca. No la besé, sólo me quedé allí y sonreí como un jodido depredador—. Adelante, bienvenida seas~

    Si acaso llegué a montarme la tontería antes de volver a comerle la boca. Me hundí con fuerza, colé la lengua e insistí, una y otra, y otra vez, arrancándome hasta la última gota de oxígeno de los pulmones. La mantuve presionada contra mí con una firmeza ridícula, impidiéndole alejarse ni un centímetro, y jalé de su cabello para descubrirle el cuello. No busqué lastimarla ni nada, sólo fue un tirón algo repentino pero bueno, quizás algo de fuerza se me escapó.

    Ups.

    Me hundí en su cuello con la ansiedad de un puto animal, le clavé los dedos en el muslo y recorrí la piel con la lengua, de punta a punta, antes de besarla aquí, besarla allá, morderla y seguir bajando, tirando de su cabello lentamente para obligarla a arquear la espalda. Repasé sus clavículas, presioné los dientes en su hombro y deslicé los labios húmedos hasta topar con el frío de la cadenita de plata. El jade me rozó la barbilla y solté una risa floja, algo agitada, antes de erguir el rostro y notar, de refilón y por obra divina, que uno de los mozos se acercaba con los tragos y el cóctel.

    Ah, cierto.

    —Ri-chan —la llamé, divertido, y a pesar de lo caliente que sentía la sangre en las venas fui capaz de suavizar el tono—. Mejor hacemos una pausa, ¿sí~?

    Igual no la bajé de mi regazo ni de puta coña. Separé apenas el torso para concederle un mínimo de atención al mozo en lo que dejaba las cosas, para sonreírle e indicarle que podía retirarse. Me desinflé los pulmones de golpe, estiré el brazo y nos alcancé las copas, alzando la propia para brindar. ¿Era buena idea seguir bebiendo? Ni idea, hombre, pero me apetecía y ya.

    —¿Te parece brindar por algo en particular, preciosa?

    holy hell
     
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  1. Gigi Blanche
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