Club de cocina

Tema en 'Primera planta' iniciado por Yugen, 16 Abril 2020.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Inuoe y Shichimiya.

    Parecían buenas amigas y de hecho, daba la sensación de que eran de bastante ayuda la una para la otra. Es probable que sin Shichimiya, la tímida muchacha no estuviese allí. No había que ser ningún genio para verlo.

    —¿Verdad que suena bien? —Le respondió a la castaña, sin borrar la sonrisa de su rostro—. Son sencillas, pero saben bien con té, café o incluso con un simple refresco. Espero que les gusten.

    Apartó la vista de la muchacha, regresándola al cuaderno frente a ella y empezó a hacer garabatos en el borde. Soltó un pesado suspiro cuando sintió una daga atravesarle el cerebro, pero qué buen momento para que al tensión iniciara una migraña.
    Se retiró el flequillo de la frente con la mano libre y lo dejó casi inmediatamente después.

    La débil voz de Inuoe fue lo que la hizo levantar la vista y el bolígrafo se le resbaló de los dedos, cayendo sobre el cuaderno.

    ¿Que si se encontraba bien?

    No sabía responder eso, fue un instante, apenas una fracción de segundo en que la expresión calmada y amigable de su rostro estuvo por ceder a otra más contrariada.

    No ceder. Nunca. Solo moverse hacia el frente. Sin sentir nada. Prestarle atención al fracaso era igual a debilidad.

    Colocó las manos sobre su regazo, sus rasgos volvieron a suavizarse y asintió con la cabeza ante la pregunta de la muchacha. El cabello oscuro, atado en la coleta, se agitó a su ritmo.

    —Estoy bien, no te preocupes, Inuoe-san. —Volvió a sonreír, esa sonrisa maternal que buscaba encapsular cualquier emoción dentro de sí para proteger a los otros de algo tan vano e innecesario como la preocupación—. Son solo cosas que pasan, ¿no crees? Además es nuestro primer día, era raro que todo ocurriera sin percances.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Las palabras de Kurosawa no hicieron gran cosa por calmarla. Su sonrisa era dulce y suave pero sus ojos no la acompañaban. Alzó apenas la cabeza y acompañó su gesto con un pequeño asentimiento. Era incapaz de mirarla de forma directa sintiendo la tensión en el ambiente presionarla.

    Máscaras.

    No le gustaba esa situación.

    Dirigió su mirada alrededor, buscó a Satoko. Tan ajena, tan despreocupada como siempre. Le sorprendía la forma tan desenfadada con la que solía tomarse las cosas. Pero al mismo tiempo eso mismo formaba parte de su encanto. La admiraba, la quería, y aquellas emociones se reflejaban en su mirada al verla, incluso de lejos.


    "Satoko-chan".

    Precisamente porque sabía que sus sentimientos por ella eran genuinos, podía distinguir que los de la presidenta no lo eran. Al menos no su intento por forzarse en aparentar normalidad y evitar preocuparlas. Era natural, como si estuviese tan acostumbrada que la máscara se fusionaba como una segunda piel. Pero algo no se sentía del todo correcto. Y no podía decirle nada. No podía pedirle que no se forzase a sí misma por ellas porque no la conocía y rehusaba tomarse confianzas apresuradas con nadie. Menos con una superior. ¿Y si la molestaba? ¿Y si tiraba abajo todo su esfuerzo por mantener la normalidad? Las palabras simplemente no salían, atoradas como estaban a su garganta. De modo que, haciendo su propio esfuerzo, alzó la cabeza y la miró.

    Sus dedos aferraron el dobladillo de la falda de su uniforme buscando coraje, apoyo en sí misma.

    —S-siento no haber llegado antes, Kurosawa-senpai. Quizás...

    Sacudió la cabeza. No, no debía echarle más leña el fuego. Ya ardía lo suficiente. Su cabello esmeralda se agitó también con el movimiento.

    >>Me aseguraré de llegar puntual el próximo día—la voz le tembló ligeramente y abrumada, cerró con fuerza sus ojos. Los nudillos se le tornaron blancos en torno a la tela de la falda—. D-de verdad que sí.
     
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    Zireael

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    Era probable que se hubiese dado cuenta, le dio esa sensación. Sabía, además, que había gente más sensible a los cambios en los otros, era probable que la misma Honda fuese una de ellas pero se negaba a mostrarlo. Así como se aferraba con uñas y dientes a su propia máscara, aterrada de dejarla sobre la mesa.
    Si había tenido la energía para buscar a Watanabe, para gritar y ser tan malditamente ruidosa y fastidiosa también, es probable que pudiese hacer muchas cosas más con el mismo brío, pero estaba invirtiendo demasiada energía en su máscara como para usar la que le quedaba en otra cosa. Porque no todas las máscaras funcionaban igual y aunque ella podía hacer y deshacer a su antojo, a Honda parecía costarle mucho más trabajo salirse es un molde.

    La vio apartar la vista, pero ella no lo hizo, detalló su cabello de aquel tono tan particular y el prolijo flequillo. Estaba en ello cuando la muchacha volvió a posar la vista en ella, casi haciéndola dar un respingo, no esperaba encontrar sus ojos de nuevo.

    Se estaba esforzando.

    Esta vez la sonrisa sí alcanzó sus ojos y se permitió una risa suave. Bajó del banco y se acercó a la chica, tomando con cuidado sus manos, haciendo que dejara ir el dobladillo de su falda y descomprimiese los puños.
    Las presionó apenas, con un cuidado exagerado, como si estuviera tomando una muñeca de la más fina porcelana.

    —No apretes con tanta fuerza, Inuoe-san —murmuró casi con mimo para luego dejar ir sus manos—. Puedes hacerte daño. Además, ¿qué dices? Lo importante es que estás aquí, ¿o no? No importa a la hora que llegues.

    Allí iba de nuevo, el ave lira.

    Lo cierto es que la única precisión, ¿o perfección? Que era relevante era la propia, los demás podían ir cada uno a su ritmo y ella los acompañaría, incondicional, aunque a veces pudiera parecer que los estaba empujando o arrastrando con ella, de verdad no era su intención.
    Era una tonta, la tonta que quería el bien común porque en el fondo de sí guardaba un inmenso amor por los demás.
     
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    Kaisa Morinachi

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    La única indicación que llegó a comprender, entre todas las que dijo Kurosawa, fue la de amarrarse el cabello. Dicho y hecho, fue hasta su bolsa y sacó dos ligas, logrando con ella hacerse dos coletas con algo de maestría, tal vez era una de las pocas cosas que sabía hacer... Aunque, de todas maneras, era el único peinado que sabía hacer bien.

    Enarcó una ceja cuando escuchó a Honda dar indicaciones de quien debía hacer qué ¿Estaba bien que ella las diera? ¿No era aconsejable que aquello lo hiciera Shiori? Por algo era la presidenta. No puedo objetar nada, pues sus dudas se desvanecieron cuando fue la misma Shiori que le preguntó si podía encargarse del horno. Entre ensimismada en la mirada ajena y sorprendida por el hecho de que su senapi estuviera colaborando con Mimi.

    —Cla-claro, no hay problema.

    Dicho y hecho, se dirigió hasta el horno. Lo quedó mirando un rato, intercambiando "miradas", frunció el ceño y extendió su mano hacía la perilla: la giró, 180 grados, terminó haciendo un puchero.

    Era ridículo.

    Su sencilla tarea y el hecho de que un horno llegara a atemorizarla.

    Dio un suspiro. Al escuchar las indicaciones que le daba Shiori a Honda, Nagi aún estando de espaldas a ellas, se encogió de hombros. Si, definitivamente se veía incapaz de memorizar todas esas indicaciones, en el fondo agradecía que la rubia le hubiera indicado el trabajo más simplón, pero aún así se sentía... irrelevante, cuestionándose de cuanta ayuda estaba siendo en ese lugar.

    Volteó a ver la puerta cuando alguien pareció asomarse por esta... Si, definitivamente le conocía... ¡Era su compañera de curso! Volteó su vista nuevamente al
    horno y se palmeó el rostro, primero con Shirai y ahora con ella ¿Siempre había sido mala para recordar nombres?

    Ante la presentación de Kurosawa, Nagi logró escuchar lo que parecía ser la voz de otra chica; una voz sumamente baja, casi inaudible, pero eso no era mayor problema para ella, más aún cuando subió el tono para poder presentarse: Inuoe Yukie, seguramente una chica que estaba por detrás de su compañera de aula, tal vez hasta en el pasillo, pues no logró verle al mirar de reojo la entrada del lugar. Centró su vista nuevamente al horno, no estaba segura si saludar también, más cuando la amiga de Honda también pareció saludarlas, aunque fuera solo con una leve sonrisa... No, no sería necesario. Si quisieran hablar con ella ya; después le hablarían ¿no? Tampoco es que le surgiera entablar amistad con más personas.

    Y entonces ocurrió: Mimi Honda soltó una exclamación, haciendola sobresaltar, volteó a verla de inmediato, aunque sin moverse ni un centimetro de donde estaba; la "princesita" había salpicado algo de masa —para nada homogénea— por varias partes, exclusivamente en su rostro y torso. Nagi frunció el ceño, mirando directamente a la rubia. No era una mirada de desaprobación, más bien estaba preocupada de cómo iba a reaccionar.

    Como era de esperar, Shiori acudió de inmediato a ayudarle; de a poco la tensión se empezaba a formar en la sala. Aunque Kurosawa estaba ofreciéndole ayuda, Nagi pareció ver cierta actitud distante, tal vez precavida, en su senpai de hebras negras. Una actitud que, por un motivo que desconocía, se le hacía algo extraña, más aún con las palabras que, aunque sencilla, seguían provocando en Watanabe el sentimiento de que se perdía de algo.

    Honda tan solo le respondió que se iría al baño y se marchó, dejando a su senpai con las palabras en la boca.

    Nagi hizo un chasquido inconscientemente, cosa por la cual después se tapó la boca con ambas manos, avergonzada del sonido que acababa de hacer inconscientemente. Se sintió mal de haber hecho tal sonido desaprobatorio por la actitud de Honda-senpai.

    Dejó soltar un pesado suspiro, destensando los hombros, mientras oía como Emily iba a tras Mimi.

    De una vez por todas se volteó completamente, dándole la espaldas al horno, al escuchar lo que parecía ser la presentación de su compañera.

    Satoko Shichimiya... Y la otra era... ¿Inu...? ¡Inuoe!

    Por algún motivo, la vitalidad de la chica le hizo soltar una tenue sonrisa, más aún cuando parecía haber desviado de tema el incidente que volvió el ambiente del lugar tan pesado.

    Pero tan solo parecía, porque después, para su sorpresa, la de cabellos como lima se dirigió a Kurosawa, preguntándole si se encontraba bien.

    Le sentó mal, definitivamente le sentó mal, porque ni siquiera se le había pasado por la cabeza que el rechazo de la rubia hubiera influido en el estado de su senpai.

    Miró el piso apretando los puños mientras se respaldaba en la pared más cercana al horno, escuchando con atención. ¿A caso era tonta? Kurosawa era un ser humano, también podían afectarle las actitudes o palabras de otras personas, pero estaba tan acostumbrada a verle siempre calmada, cálida y estoica que olvidaba que nunca pensó en que tanto le influiría las acciones de otros sobre ella.

    Se le hizo lejana.

    Soltó un pesado suspiro mientras escuchaba como Kurosawa decía estar bien, que lo ocurrido eran cosas que pasaban, más siendo el primer día del club.

    Tomó otra bocanada de aire, exhaló nuevamente, abrazándose ligeramente así misma miró en dirección a Inuoe y Shiori.

    Al parecer ya habían cambiado de tema.

    Watanabe se acercó a ellas y tomó una de las hojas con la receta anotada, y mientras la doblaba le dirigió la mirada a Kurosawa.

    Sentía ganas de decirle algo, pero no sabía qué ni por qué.

    Al final volvió la vista a la hoja que había terminado de doblar, sin decirle nada a ella. Alzó el rostro, mirando Inuoe. Era una expresión neutral, algo nerviosa, no parecía especialmente triste, pero mucho menos feliz.

    —Ehhh... —vaciló, apretó los labios al mirar de reojo al suelo. Tomó aire para suspirar nuevamente, dirigiendo sus ojos oscuros como chocolate a los de la chica que parecía tener dos lagos en su rostro; un lago rodeado de brillante vegetación. Trató de sonreír, salió mal— Me... Me llamo Watanabe, un gusto conocerlas. Es genial tenerlas acá, en el club, a Shichimiya y a ti. —habló rápido, y al terminar hizo una leve reverencia a ambas chicas y no esperó respuestas para emprender rumbo al lugar donde estaba su boldo.

    Una vez al lado de esto: lo abrió y, con un cuidado algo ridículo, depositó la receta doblada entre las hojas de uno de sus cuadernos.

    El corazón le tamboreaba fuerte, aún no asimilaba como pudo decir esa frase de corrido sin trabarse completamente, más cuando aún no se había calmado del todo tras lo de Mimi.

    Miren, iba a releer esto para ver si haya una incongruencia, pero: flojera, así que... bueno, a la suerte y esperar que no esté tan mal hecho esto XD
     
    Última edición: 19 Mayo 2020
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    Amane

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    Satoko Shichimiya

    No pude evitar acercarme al frigorífico con pasos fugaces, las manos entrelazadas tras la espalda. Rodeé el electrodoméstico un par de veces, mirándolo con curiosidad, esperando a qué pasase el tiempo para sacar la masa. Ya que habíamos llegado algo tarde, ¡tenía ganas de participar en lo que venía después, jo!

    Acabé por volver a acercarme a la mesa donde estaban las demás chicas, apoyando los brazos sobre la superficie con un suspiro. Que mal que hubiésemos tenido que llegar justo cuando aquello tan extraño pasó, pero al menos Yukie parecía estar llevándose bien con la chica que había dicho ser la presidenta. ¡Ah, y también estaba aquella chica de mi clase! Watanabe-chan, parecía tímida también.

    Estaba a punto por preguntar quién era la joven que había apartada leyendo un libro, ¡se veía muy guay! ¿Pero no formaba parte del club? ¿Qué hacía ahí entonces? Mis intenciones, sin embargo, se vieron interrumpidas cuando la puerta del salón se volvió a abrir y aquellas dos chicas volvieron a aparecer por la misma.

    Me incorporé rápidamente, mirándolas con curiosidad. La morena entró primero, con una sonrisa tranquilizadora sobre sus labios y un pañuelo en sus manos que utilizaba para limpiarse el rostro. ¿Había acabado ella manchada también o había pasado algo en el baño? No sabía, pero ambas parecían mucho más calmadas. Parecía que la amistad de ambas se parecía un poco a la mía con Yukie.

    —Perdón por la interrupción~

    Su tono de voz era dulce, todo en ella exhumaba cierto aire a tranquilidad y no pude evitar intercalar miradas entre ella y Kurosawa-senpai. No habían dicho ser hermanas, ¿cierto? Pero se parecían bastante, a decir verdad.

    —¡Hola! —saludé, alegre, extendiendo una mano hacia el frente a modo de saludo—. Os habéis ido antes de presentarme, ¡soy Satoko Shichimiya! —me incliné en una reverencia.


    —Un placer, Shichimiya-chan~ Yo soy Emily Hodges, espero que nos llevemos bien~ —tras un asentimiento de cabeza por mi parte, la chica se giró entonces hacia la presidenta del club—. Kurosawa-san, ¿cómo sigue la masa?
     
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    Zireael

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    Watanabe.

    En medio del desastre había pasado prácticamente desapercibida, al menos no se había alterado tanto para que fuese notorio, sonaba raro pero era una buena señal o eso quería creer. No creía poder lidiar con Mimi huyendo, Watanabe cerca de un colapso e Inuoe esforzándose.
    Las únicas personas que parecían poder mantenerse más o menos centradas eran, Emily, Satoko, Kashya que no estaba en el club, y ella misma a medias. Esperaba que la morena y la castaña estuviesen dispuestas a ayudarle con el control de ese grupo tan variopinto.

    Emily entró por la puerta mientras se encontraba pensando en eso y no pasó desapercibida la mirada de Shichimiya, que pasó de la morena a ella. Cuando la vio presentarse, animosa, sonrió una vez más.
    De verdad que no le importaba que Honda le mordiera la mano una y otra vez, si eso significaba que podía quedarse allí con esas chicas y poder ayudarlas con lo que necesitaran.

    Volteó el rostro para ver a Hogdes y su vista se deslizó a Mimi un momento, casi involuntariamente, solo para comprobar que se había limpiado y parecía estar bien, bueno, lo que se entendía como bien para ella que era el simple hecho de que estuviera de regreso.
    Revisó la hora en el móvil una vez más. Faltaban unos cinco minutos, poco más, poco menos.

    —Bien~ está refrigerándose pero ya podríamos empezar a extenderla para cortarla. —Dio un paso hacia el refrigerador, pero se detuvo—. Shichimiya-chan, ¿podrías traerla y colocarla aquí?

    Retiró la mayoría de cosas que había colocado sobre la isla para ponerlas en otra parte, excepto la placa donde irían las galletas, y limpió la superficie con una toalla de cocina.
    Esculcó de nuevo entre los armarios, sacó un rodillo y lo colocó allí donde estaba lo que acababa de apartar.

    Espolvoreó harina en la superficie, la esparció uniformemente con la mano, hizo lo mismo con el rodillo y regresó su vista a las chicas.

    >>Bien, ¿alguien que quiera extender la masa? —Su mirada se posó con suavidad sobre Yukie—. ¿Quizás tú, Inuoe-san, con ayuda de tu amiga? ¿Qué dices? Hogdes-san, tú puedes cortarlas como dijimos al principio, si Honda-san y Watanabe-chan gustan ayudarte son bienvenidas. Deberían haber cortadores con diferentes formas en esa gaveta de allá.

    La señaló con la mano.
    Fue consciente de que se había dirigido de forma diferente a Yukie que a Satoko, no sabía muy bien por qué, pero tampoco era que le diera demasiada importancia en ese momento.

    Tenía que controlarse, no podía hacer lo que faltaba ella sola, la idea era que todas ayudaran aunque fuese un poco.


    whoosh! ya vieron cómo se pasa el tiempo? (?)
     
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    Kaisa Morinachi

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    Había vuelto las otras dos senpais a la sala. Apenas Mimi había ingresado Nagi pareció contener la respiración, al ver que Hodges saludaba con aparente naturalidad logró soltar un suspiro, relajándose totalmente. Honda seguía pareciendo algo indiferente a su mirada, pero dejó de prestarle atención cuando Kurosawa y Emily se pusieron ha hablar sobre la masa.

    —¿Saco los cortadores, senpai? — Se dirigió a Shiori, mientras se acercaba a la gaveta. En realidad, no le importaba su respuesta, porque ya se encontraba recogiendo algunos cortadores.

    Un círculo, una flor sencilla, un corazón y una aparente forma de conejo fue lo que recogió del mueble. Claro que habían más formas, pero esas fueron la que llamaron su atención. Cerró la gaveta empujándola con los puños cerrados, sin soltar los cortadores.

    Miró desde su lugar a Hodges y Mimi, tragando saliva de paso. Se acercó a ellas cabizbaja, bastante nerviosa, aunque lo único que lo expresara fuera no quererles dirigir directamente la mirada.

    —¿Cre-creen que estas estén bien? —Tendió hacia el frente los cortadores con diversas figuritas que sacó —. Si no les gusta, creo que habían más en la gaveta—murmulló al final, siempre con la mirada dirigida al piso.

    Tal vez le estaba dando demasiada atención a algo sencillo como los cortadores, suspiró.
     
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    Yugen

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    Las manos de Shiori se le antojaron cálidas, sorprendentemente suaves, maternales... o de algo de un aura similar. Su cuerpo se tensó de forma instintiva pero el cuidado y cariño que le trasmitía el gesto lograba destensarla y agitar su corazón de forma extraña.

    Era tan gentil y cuidadosa. Casi como si temiera apretar demasiado y quebrarla.

    Solo fue capaz de responder con un mudo asentimiento, las mejillas enrojecidas cuando finalmente liberó sus manos. No estaba particularmente acostumbrada a ese trato por parte de extraños. La calidez era un sentimiento que solo le transmitía Satoko y aquel día, sin embargo, la había recibido de dos personas distintas. Rachel con su pequeño regalo, la bolsita de golosinas; y Shiori con su particular aura maternal.

    Abrirse a ellas le costaba un mundo.

    Era una persona desconfiada por pura supervivencia. Solía ser un alma cariñosa, confiada, sumamente honesta con todo el mundo.

    Pero.

    Eso solo le trajo problemas.

    "Inuoe-san intenta demasiado agradar a todos ¿te das cuenta?"

    "¿Verdad? Es una falsa. Me da asco"
    .

    "Demasiado inocente. ¿No sabe que es malo hacer eso? En el fondo me da pena~"

    Risas. Risas hirientes. Risas que se le clavaban en el pecho como dagas imbuidas con veneno. Sembraron su corazón de miedo y desconfianza.
    Los propios humanos podían ser tan malos con sus semejantes. ¿Era una excusa válida ser demasiado inocente para recibir ese trato? Como si pretendiesen manchar la pureza. Como si estuviese mal y no encajase en el puzzle, en la jerarquía brutal de un salón de clases.

    Su mente pareció regresar a la realidad con la presentación de la otra jovencita de primero. Se veía similar a ella. Tímida, algo esquiva, procurando mantener las distancias.

    Pero... ninguna de ellas parecían malas personas. Ni siquiera la chica rubia de fuerte presencia que había formado todo un alboroto con la masa. Cuando entró por la puerta junto a su amiga se veía diferente. Desconocía el por qué pero algo en ella se veía menos tenso, como si estuviese mucho más abierta a cruzar el puente que la separaba de todas en el club exceptuando aquella joven de cabello azabache y ojos violetas. ¿Tendrían una relación similar a la de ella y Shichimiya?

    ¿No estaría bien si también lo hiciese? ¿Si tratara de dar ese paso?

    —Y-yo...—balbuceó. Instintivamente pretendió llevar sus manos a su falda pero se detuvo al recordar el tacto cálido de las manos de senpai. Debía dar el paso. Confíar. Se mordió el labio y cerró los ojos con fuerza—. ¡S-Satoko-chan y yo extenderemos la masa!

    Su voz sonó temerosa, exclamada, casi como un impulso. Ansiaba colaborar, quería abrirse, pero a diferencia de Mimi no era el orgullo lo que la detenía. Era el miedo. El miedo a cometer el error de confiar demasiado. El miedo de sentirse traicionada otra vez.

    La confianza era un regalo tan preciado y tan frágil. Una vez se rompía era prácticamente imposible recuperarlo. Pero Inuoe Yukie, estaba dispuesta a dar el primer paso.

    Había que gatear y arrastrarse por el suelo antes de empezar a correr.
     
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    Satoko Shichimiya

    En cuanto escuché la petición de Kurosawa, asentí con rapidez y me acerqué, quizás demasiado apresurada, hacia el frigorífico. Saqué la masa del lugar y, queriendo no hacer un lío el primer día, me dirigí hacia la mesa con paso lento. No quería tropezarme y destrozar aquello que tanto esfuerzo había requerido, por supuesto.

    Por fortuna, conseguí llegar al destino sin mayor dificultad y sin ningún accidente de por medio. Quedaba después repartir las tareas que quedaban, y parecía que Yukie y yo nos encargaríamos de extender la mesa y las otras chicas de cortarla en formas. ¡Luego solo habría que meterlas en el horno!

    Asentí con alegría hacia Yukie y esperé a que se colocase a mi lado para encargarnos de nuestro objetivo. No era una tarea muy difícil, ¡seguro que podíamos hacerla bien!

    —A ver~ —cogí el rodillo con curiosidad y comencé a extender la mesa, curiosa—. Ay, ¡esto es divertido, YUkie-chan! ¡Mira~!

    * * *

    Emily Hodges

    El ambiente se había destensado mucho más desde el principio, sobre todo con la llegada de aquellas dos chicas de primero tan lindas. Era una pena que ningún chico se hubiese apuntado, podría haber sido interesante. ¡Pero! Todas las chicas que había se veían como buenas personas y eso era lo realmente importante.

    Saludé a Kashya con una sonrisa cuando levantó la vista brevemente de su libro, volviendo a enfocarse en el mismo cuando me vio. Y en lo que las dos chicas de primero se encargaban de extender la masa, Watanabe apareció de la nada frente a Mimi y a mí, extendiendo unos cortadores y al punto del colapso nervios.

    —Estos están perfectos, Watanabe-chan~ —dije, cogiendo el que tenía forma de corazón con una sonrisa y colocando mi mano sobre la cabeza de la chica, con suavidad—. Gracias~ Y tranquila, no tienes que estar nerviosa, ¿sí~? —dije aquello con una voz baja, acercándome un poco más a ella para que sonase algo más confidencial.

    Al final me separé de ella y alejé un poco, no queriendo invadir demasiado su espacio personal. Con una sonrisa divertida, me giré hasta encarar a Mimi, colocando el cortado delante de mi rostro.

    >>Cariño, te voy a hacer unas galletas que te van a encantar y te vas a enamorar de mí, ya verás~ —dije, con tono burlón, antes de guiñarle un ojo.

    Al final, no pude evitar reír y mover la mano, quitándole importancia a la broma. Me acerqué entonces, con paso rápido, a la mesa donde estaban extendiendo la masa, con ganas de hacer mi tarea pero también para huir de Mimi.
     
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    Zireael

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    La forma en que Yukie se esforzaba por intentar salir de su cascarón era ciertamente sorprendente, aunque estuviera profundamente aterrada. Esperaba que pronto se diese cuenta que allí, entre las paredes de ese club e incluso fuera, si estaba con alguna de ellas, no tendría nada que temer. Shichimiya era la clave, por supuesto, era quien podía tomarle la mano y acompañarla.

    No era diferente de lo que intentaba hacer ella con Katrina, con Watanabe y con Hiroki. Tomarles la mano y acompañarlos, poco importaba adónde.

    Dejó a las chicas con la masa y se acercó Nagi, asomándose por encima de su hombro. Vio a Emily tomar uno de los cortadores, antes de volverse para bromear con Honda y el mismo pensamiento que había brotado respecto a Inuoe y la castaña, sobre sí misma y sus amigos, brotó respecto a Hodges y Mimi.
    Era obvio que si pretendía limar las asperezas que había entre ella y la rubia, iba a necesitar de Emily mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir.

    —Bueno. —Tomó con cuidado el cortador con forma de conejo de entre las manos de la menor y regresó donde estaban las otras dos chicas—. No hay demasiada ciencia en esta última parte, pero a veces pienso es que la más bonita de todo el proceso.

    Cuando le pareció que la masa estaba bien extendida, de un grueso apropiado, le tocó el hombro con suavidad a la castaña para que se detuviera y colocó el cortador encima de la masa, presionando suavemente. Lo movió un poco, para despegar la masa de los bordes y lo retiró, allí, separado del resto quedó el conejo.

    >>Cortamos una tanda, retiramos la masa sobrante, volvemos a extenderla y repetimos hasta que se acaba. Lo dejo en sus manos, ¿de acuerdo? —Cruzó los brazos bajo el pecho, dirigiéndose a ellas y sonrió una vez más. Posó la vista en Watanabe un momento y le guiñó el ojo.

    Empezó a recoger las cosas que habían ensuciado, que realmente no eran demasiadas, los recipientes, la taza de medida, las aspas de la batidora y alguna que otra cosa.
    Las colocó en el fregadero y empezó a lavarlas. Era mejor hacerlo ahora, así cuando estuvieran las galletas solo tendrían que lavar la placa, podría tomar cada una probar las galletas y tomar su porción, sin pensar en que faltaba ordenar la cocina.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mientras se afanaba en extender la masa no podía evitar dirigirle miradas cautelosas a Satoko por debajo del flequillo. Hacer algo juntas era muy reconfortante. Y sí, era divertido. De alguna extraña forma había logrado destentarse y disfrutar de aquel instante en compañía de otras personas. Incluso si aún necesitaba sentir cerca a Satoko para tener confianza y seguridad en sí misma, era un paso importante. En sus labios se dibujó una pequeña sonrisa.

    Y aquella jovencita que fue a por los cortadores realmente se veía tímida. ¿Cómo era su nombre? ¿Watanabe-san? ¿Tendría acaso un problema similar a ella? ¿Debía tratar de acercarse y conocerla mejor? Sentía el impulso, pero algo seguía reteniéndola. El corazón le latía con fuerza en el pecho. Quizás podría intentarlo más tarde.

    En ese momento debía centrar todos sus esfuerzos en amasar de forma correcta y apropiada la masa. Era su oportunidad para ayudar. Para despegarse un poco del ala protectora de Shichimiya y extender sus propias alas.

    Con el cabello prolijamente recogido en una coleta alta frunció el ceño, centrada en su tarea. Extendía la masa apretando con el rodillo lo suficiente para evitar abultamientos o grumos. Debía quedar fina y uniforme. No de forma excesiva para que se rompiese pero tampoco demasiado gruesa y que la masa quedase pastosa y apelmazada.

    Se apartó ligeramente cuando vio a Kurosawa tocar el hombro de Satoko y posteriormente colocar uno de los cortadores con la forma de un conejo, apretando un poco sobre la masa para lograr la figura. Instintivamente, de forma completamente inesperada, aparecieron en su mente las palabras "chica conejo" y sus ojos aguamarina buscaron los ojos de Satoko.

    Satoko-chan.

    A Satoko le encantaban los conejos. De hecho, tendía a llamarla "Yukie-pyon" y compararla con uno de esos animalitos porque eran tiernos, pequeños y esquivos. El rubor de sus mejillas se acrecentó repentinamente.

    —¡A-ah!—exclamó.

    Ah... Era casualidad ¿verdad?

    Mimi, por su parte, se había acercado nuevamente a la gaveta. No tenía nada en contra de los cortadores que había seleccionado Nagi pero quería escoger uno por sí misma. Después de la broma de Emily necesitaba alejarse al menos un momento.

    Le ardían las mejillas, joder. ¿Pero por qué tenía que hacer bromas tan inapropiadas y ridículas?

    Cómo si necesitase más razones para enamorarse de ella.

    No tardó en hacerse con uno en forma de estrella. Era perfecto. Flores, corazones, estrellas y animales. ¿Podían ser más cliché esas galletas? Igual podían venderlas como girls scouts. Se acercó a la masa y colocó el cortador frente a su rostro, guiñándole un ojo con cierta ironía.

    —Ya veremos quién se enamora de quién, Em. Después de todo seré una estrella. Puedes pedirme un autógrafo si quieres.

    Ese era su sueño después de todo. Le traía sin cuidado heredar o no la empresa de su padre. Su gran aspiración en la vida era ser actriz. Y a pesar de uno de sus mayores complejos en relación a su escaso busto, también quería ser modelo. No dudaba que Emily estaba mucho mejor dotada que ella para tal tarea, por eso en ocasiones no podía disimular su envidia. Su cuerpo curvilíneo y generosos atributos le hacían arder la sangre en las venas.

    Le molestaba.

    Le sonrió con cierta falsedad y burla y presionó el cortador sobre la masa con cierta brusquedad hasta obtener la forma de una estrella de cinco puntas.

    >>Parecemos niñas de kínder haciendo manualidades en el receso.
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Miró a Emily en el momento en que esta tomó uno de los cortadores, sin percatarse de que estaba conteniendo la respiración, expectante de la repuesta. Sonrió casi por reflejo en cuanto la morena dio el visto bueno, algo más relajada, pero volvió a encogerse de hombros en cuanto la chica reposó la mano en su cabeza. El acto inesperado logró sacarle un leve rubor, y algo de sorpresa se vio reflejada en su rostro.

    —S-si —tartamudeó en respuesta, sin quitarle los ojos de encima a su nueva senpai, aún cuando se alejó. Dejó escapar aire por la nariz, en un intento de calmar el corazón que se le había acelerado, cosa que le causo algo de gracia. La buena intención de la chica había tenido un efecto... algo contrario, pero no estaba molesta por el repentino acercamiento, y entendía las buenas intenciones en las acciones de su senpai.

    Aunque frunció el ceño, en una expresión algo insegura, en el momento que la chica empezó a molestar a Mimi. ¿Se tenían la suficiente confianza para eso? La forma en como Honda le siguió la broma, más el hecho de que ella fue en búsqueda de la rubia cuando se marchó, se lo confirmaban.

    Pero no había tiempo para divagaciones irrelevantes, aunque si le tranquilizaba ver que Honda estaba más... ¿Tranquila? ¿Alegre? ¿Sin ganas de darle una mordida a alguien? Bueno, que estuviera ahí. Miró como Kurosawa sacó el cortador de conejito entre los que tenía, miró a Kurosawa, y decidió seguirla al momento que partió de nuevo a donde estaban las otras dos chicas de primero.

    No importaba que fuera algo predecible o en extremo sencillo, Watanabe escuchó con gusto la explicación de Shiori mientras apoyaba sus brazos en una parte desocupada de la mesa, recargándose en ellos tras haber dejado los cortadores a un costado. Al final terminó centrándose más en la voz de la chica que en su explicación, la voz de su ex-tutora siempre le había parecido relajante. Al ver de reojo el movimiento de cabeza de Shiori, Nagi terminó mirando directamente el rostro de ella. Intercambiaron miradas, y Watanabe solo atinó a sonreír cuando esta le guiñó un ojo, dejando escapar una leve risa nasal, algo sonrojada.

    Se percató de Kurosawa lavando los trastes, así que antes de dirigirse a cortar masitas se posó al lado de Shiori un momento; llevaba en mano izquierda los cortadores con forma de flor y circulo.

    —Hey, Kurosawa-senpai ¿Qué opinas sobre unas clases de como lavar loza? —comentó en cuanto se asomó a su lado —. Supongo que esa también cuenta como tarea al momento de cocinar ¿no? — Siguió hablando mientras veía como Shiori limpiaba los implementos, Nagi definitivamente era de los que dejaban acumular la loza —. Di-digo... Tú hablaste sobre repartirse el trabajo ¿No? — Guardó silencio por un momento, para después sacar un suspiro —. Sería algo injusto que tú estés lavando loza todo el tiempo... Ay, tal vez solo estoy asumiendo cosas que no son—. Decidió mirar a la ventana por un momento. Era recién el primer día del club ¿Por qué andaba asumiendo que al segundo Kurosawa también lavaría los implementos? —. Bu-bueno, supongo que tendré que ir a cortar galletas —dijo tras voltearse a mirar a las chicas que ya habían parecido iniciar con la labor.

    Se acercó a donde todas estaban aglomeradas. Notó que Inuoe y Shichimiya aún no tenían cortador, aunque el del conejo parecía libre.

    —¿A-alguna les interesa uno de estos? — Tendió ambos cortadores hacia el frente, con una pregunta que parecía al aire, esperando que Satoko o Yukie respondieran.

    Aún después recordó que ellas eran las encargadas de estirar la masa... ¿Iban a seguir estirando la masa mientras ella con sus senpais la cortaban? Se rostro expresó clara confusión, algo preocupada.

    —¿O... O van a seguir estirando la masa? — Terminó soltando un suspiro pesado, aún con los cortadores tendidos. Se creaba líos sola.
     
    Última edición: 25 Mayo 2020
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  13.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Lo cierto es que la princesa tenía razón, una parte de hacer cosas como esas era bastante parecido a regresar al preescolar y hacer manualidades. Quizás por eso, en el fondo, había cierta tranquilidad en cocinar cosas como esas, que necesitaban el uso de las manos sin tantos instrumentos de por medio.

    Watanabe se había acercado para decirle que lavar las cosas también era parte de las tareas y que era ella misma quien había repartido trabajo. No era que no tuviera razón, pero la idea era que ellas tuvieran tiempo de trabajar directamente cocinando.
    Sin embargo, la menor no le había dado tiempo siquiera de responder antes de regresar sobre sus pasos y dirigirse a las demás chicas.

    La sombra de una sonrisa se formó en sus labios mientras se dedicaba a lavar las cosas. Una vez hecho eso, secó cada una y la colocó de nuevo en su lugar.
    Finalmente se acercó de nuevo a las chicas, empezó a pasar las galletas ya cortadas a la placa.

    La pregunta de Watanabe se respondió sola, realmente, al continuar el proceso. Se cortaba, se volvía a extender, se cortaba y se volvía a extender.
    Al final siempre quedaba un excedente al que prácticamente había que darle forma con las manos.

    —¿Listas? —Tomó la placa, abrió el horno y la colocó dentro.

    Doce minutos.

    Sacó el móvil una vez más, puso el cronómetro y volvió a sentarse en uno de los bancos.

    .

    .

    .

    Apenas el aparato sonó indicando que el tiempo había terminado, tomó un grueso guante de tela, abrió el horno y sacó la placa, para ponerla de nuevo sobre la isla.

    —Recuerden siempre colocarse algo en la mano para sacar cosas del horno, suena lógico pero a veces uno está distraído o haciendo varias cosas a la vez y lo olvida. —Les hizo un gesto con la mano descubierta—. Pueden estarlas revisando luego de diez minutos, a veces están antes o después del tiempo indicado.

    Estaban calientes, lo sabía, pero aún así se atrevió a tomar una con un movimiento rápido y colocarla sobre el guante, de nuevo de las que tenían forma de conejo.
    Amarilla y apenas con los bordes dorados, si las hubiese dejado más tiempo no se quemaban pero hubieran tomado un color más oscuro.

    >>Solo queda esperar a que se enfríen un poco para probarlas y pues… supongo que habremos terminado por hoy. Cada una puede llevarse algunas, incluso Thornton-san si gusta.

    Se llevó la galleta que había tomado a la boca, ya un poco más fría, y se quitó el guante para regresarlo a su lugar.
    Lo único que quedaba sucio era la placa, pero esa podía quedar en el horno y lavarse mañana, para dejarla enfriarse. No quería que nadie se quemara.


    Dudé que hubiese más drama que añadir, so sorry si me adelanté a la idea o post de alguien (?) Les cedo la batuta si quieren interactuar más, yo supongo que no postearé más con la loca por este día xD o lo haré para cerrar idk.
     
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  14.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    —¿Eh~? Se supone que me ibas a dejar cosas tuyas para poder venderlas por una fortuna cuando te hicieses famosa~ —dije, con tono quejumbroso cuando Mimi se acercó, para finalmente volver a reír ligeramente.


    Observé entonces a Kurosawa parando a Satoko, y a esta mirando el cortador con ojos brillantes, claramente emocionada. No pude evitar sonreír con ternura cuando comenzó a exclamar que ella quería todas las galletas de conejo porque los adoraba.

    Cuando Kurosawa se fue a lavar las cosas, nosotras aprovechamos para prepara las figuras de todas las galletas, extendiendo la masa después para seguir haciendo formas, hasta que acabamos con la misma. Suponiendo que era la segunda que mejor podía ayudar después de la presidenta, me encargué de ayudar a las que tuviesen alguna duda o problema y de vigilar que todo iba bien, pero por suerte, aquello era lo suficientemente fácil para que nada sucediese.

    Antes de darnos cuenta, estábamos esperando a que las galletas se hiciesen en el horno, momento en el que aproveché para acercarme a Kashya y comprobar cómo estaba. Seguía leyendo, y sorprendentemente había avanzado bastante. ¿Cómo podía concentrarse con todo el ruido que estábamos formando? Realmente lograba encerrarse en su propio mundo.

    Volví junto a las demás cuando Kurosawa avisó que las galletas estarían listas y, cogiendo unos guantes como también había indicado (¡aunque por supuesto había aprendido eso! Quizás por las malas...), saqué una de las galletas con forma de estrella para probarla, sin dejar de soplar.

    >>Uhm... ¡Están muy ricas! —exclamé, asintiendo con la cabeza.

    Volví entonces a acercarme a Kashya, que abrió un poco la boca en cuanto lo hice, permitiéndome así darle a probar un poco. Me quedé con la cabeza ladeada, esperando a que terminase de comer.

    —No están mal.

    Sonreí emocionada cuando escuché su veredicto, girándome de nuevo hacia las chicas con el pulgar en alto. ¡Eso era bueno! ¡Primer receta: pass!
     
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  15.  
    Amane

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    ¿Que se harían más llevaderas por haber comido? Vaya mentira más grande había soltado. Una vez la campana tocó y me tuve que separar de los demás, la pesadez de la clase hizo que toda la alegría se me fuese y volviese a ser una odisea atender.

    Pero tenía que hacerlo, porque lo último que podía hacer era dejar de lado los estudios. Jamás me lo perdonaría.

    Al final, cuando la campana que indiciaba el final de clases sonó... estaba tan cansada que ni siquiera pude emocionarme por ello. Pero ahí estaba, tras haberme prácticamente arrastrado por los pasillos, en el club de cocina.

    Me dejé caer sobre una silla y apoyé la cabeza sobre una mesa, entrecerrando los ojos mientras miraba por la ventana. No había club, pero Kashya sí se había quedado en la biblioteca por el suyo así que había decidido hacer tiempo ahí en lo que acababa. Por supuesto, podía haberme ido a casa directamente sin problemas pero... a pesar de todo, no me apetecía del todo volver aún.

    Y el club estaba tan tranquilo ahora...

    Hold my relleno once again(?
     
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  16.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Se había encontrado con Kohaku cerca del tablón de anuncios. El muchacho iba a colgar su convocatoria para el club de música cuando vio que Anna andaba con un papelillo entre manos, algo indecisa. Se lo arrebató en un instante de distracción y, con su sonrisa inocente de siempre, lo enganchó él mismo sobre la amplia superficie de corcho. Cuando se giró hacia Hiradaira lo hizo erguido de orgullo y la muchacha le lanzó un puñetazo sin fuerza, arrancándole una risa.

    —¿Qué harás ahora? —encuestó la menor, mientras caminaban por los pasillos. Llevaba una paleta en la boca y le había dado otra a Kohaku.

    —Nada, realmente. ¿Ir a casa? —La miró—. ¿Tú?

    —Iba a pasarme por el club de cocina, sé que no hay reunión pero... ni idea, ¿quizá haya alguien? Luego me marcho a casa —Se encogió de hombros, subiendo las escaleras, y vio a Kohaku cuando notó que la seguía—. ¿Vienes?

    —¿Por qué no~? Morgan tiene club, puedo esperar a que salga.

    Venían charlando de trivialidades cuando Anna cruzó la puerta y reparó en la silueta de Emily. Estaba echada sobre la mesa y la morena se acercó con precaución. ¿Estaría sólo cansada? ¿O se sentiría mal? Kohaku, detrás de ella, se movió con la suavidad usual hasta recostarse contra una de las mesas de trabajo, observando a ambas chicas con su sonrisa de siempre.

    —¿Emi-chan? —la llamó Anna, en voz baja—. ¿Te encuentras bien?
     
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  17.  
    Amane

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    Emily Hodges

    La voz de Anna me sacó del estado de somnolencia en el que estaba entrando, consiguiendo que no me durmiese por completo casi de milagro. Por fortuna, su tono fue suave y no tuve un despertar brusco. Más bien, levanté la cabeza con lentitud y algo de confusión, frotándome los ojos con la mano mientras intentaba recuperar la consciencia.

    —¿Huh? Estoy... bien~

    Pasaron varios segundos hasta que finalmente me di cuenta de lo que estaba sucediendo y en aquel momento sí que reaccioné con algo más de brusquedad, poniéndome en pie con las manos apoyadas sobre la mesa y una clara mueca de preocupación en mi rostro.

    >>¡Anna! ¡Ishikawa-kun! ¿Ha pasado algo? ¿Qué hacéis aquí?
     
    Última edición: 5 Septiembre 2020
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  18.  
    Gigi Blanche

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    Se tuvo que erguir de golpe, realmente para que Emily no la chocara en el proceso, y la risa suave de Kohaku a sus espaldas le arrancó una similar.

    —Sé que no había club, pero quise pasar a ver qué onda —se justificó, encogiéndose de hombros—, y el senpai metiche de allá sólo está aburrido.

    —Corrección —intervino Kohaku, con el índice en alto—, estoy esperando a una amiga.

    —Ah, como sea~ —Anna agitó la mano, restándole importancia, y apoyó ambas palmas sobre la mesa para sonreírle a Hodges—. ¿Tú qué hacías, Emi-chan~? Te veías bastante dormidota, ¿por qué no fuiste a casa?
     
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  19.  
    Amane

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    Emily Hodges

    Sentí como las mejillas comenzaban a arderme al escuchar las risas de los dos y no tardé en dejarme caer de nuevo sobre la silla, avergonzada. Jugueteé con la falda, inflando las mejillas, durante unos segundos hasta que finalmente liberé el aire de golpe y poco a poco el rubor fue descendiendo.

    —También estoy esperando a una amiga~

    Y no tengo ninguna excusa para mis padres del porqué estoy tan cansada, así que ahí no puedo echarme ninguna siesta.

    Repentinamente, sin embargo, sentí una ola de emoción apoderarse de mí y levante la vista, mirando a la chica con ojitos brillantes.

    >>Eh, Anna, ¡no me digas que querías unirte al club de cocina! ¿Sí, sí? ¿Es eso~?
     
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  20.  
    Gigi Blanche

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    Anna vio cómo Kohaku sonreía desde su lugar y su voz se replicaba sobre el silencio, con la suavidad usual además de cierta nota divertida y fresca.

    —Ah, bienvenida al club de los que esperan a quienes tienen club~

    Hiradaira estuvo por replicarle cuando Hodges llamó su atención. La vio primero con los ojos abiertos, por la sorpresa inicial, y luego extendió amplios los brazos y su sonrisa le atravesó el rostro de oreja a oreja.

    —¡Sorpresa~! —exclamó, contenta, y soltó una risa breve—. Realmente mi idea era aparecerme en medio de la reunión y asustarte, pero los planes no me salieron como quería, bu~

    —Igual podrías haberla asustado, enana.

    —¡Kohaku! —se quejó, casi indignada, y señaló a Emi mientras veía al muchacho—. ¿No viste cuán plácidamente estaba casi durmiendo? ¿Cómo podría asustarla así? Es que tú no tienes corazón.

    Ishikawa se encogió de hombros, entretenido, y miró a Hodges.

    —Es verdad, puede que no lo tenga. —Ladeó apenas la cabeza y le guiñó un ojo—. Agradece que fue Anna quien te despertó y no yo, Hodges-san.

    Anna se acercó a Emily, a su oído, y no bajó la voz pero sí armó toda la escena como si quisiera confiarle un secreto.

    —Ten cuidado con ese, Emi-chan, parece buenito pero en el fondo es un diablillo. Después de todo, tiene en el patio del santuario toda un-¡Ah!

    Anna se interrumpió de repente cuando vio, por el rabillo del ojo, cómo le lanzaban un guante para horno por la cabeza. Se agachó, esquivándolo, y arrugó el ceño. Ahí estaba Kohaku, con su sonrisa angelical de siempre.

    —Los secretos en reunión son de mala educación, An-chan~
     
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