—Nos salía más rentable poner el puré en una nave y acercarlo al sol que meterlo al microondas —reboté todavía indignada. Una vez caí en mi pequeño pozo de dudas existenciales me quedé dando algunas vueltas mentales incluso luego de responderle a Sasha, pues también había que admitir que no era que me estuviera aproximando a las personas más demostrativas del mundo y era posible que si no aparecía con un regalo diera exactamente lo mismo, incluso con el tremendo idiota que sí había preguntado con descaro si iba a regalarle algo. Hubo un instante de duda, una fracción de tiempo diminuta en que me pregunté si me estaría esforzando de más, y al final respiré a conciencia y me convencí de que una cosa no tenía que ver con la otra. Que el gesto provenía del desinterés, que me sabía natural y por ello quería hacerlo. De cualquier forma, su respuesta hizo que parara la oreja incluso mientras me encargaba de ir cortando el chocolate y en vez de juzgarla, la honestidad de su respuesta me brindó algo de tranquilidad que en cierta forma se reflejó en mi cuerpo. Respiré más tranquila y me percibí menos rígida; pues no es que fuera inconsciente de lo que hacía, de la manera que revoloteaba alrededor de las personas ahora que me sentía más libre para hacerlo, simplemente no me detenía a pensarlo a profundidad. Si lo hacía acabaría mirando el vacío que existía debajo. —Creo que si pones un corazón en cada uno se disimula más —reflexioné aún concentrada en mi tarea y su pregunta me sacó una risa—. No, no tengo objetivo concreto. Siquiera sé si a los objetivos en cuestión les quite el sueño la posibilidad de recibir algo, pero sea como sea supongo que quiero hacerlo porque me nace, so that's it. Igual debería escuchar mi propio consejo de poner un corazoncito disimulado entre los otros y ya. ¿Tú crees que tus... objetivos sí estén esperando que les regales algo? Al formularlo de esa manera volví a reírme, ya más tranquila, e incluso con lo de la temperatura procuré no angustiarme de más. Acaté a la indicación de Sasha de cortar más chocolate, se lo dejé cerca y repetí ese proceso para los otros dos dejándolos para luego de que hiciéramos el primer batch para asegurarnos de, bueno, de no cagarla. Estaba en medio de picar más chocolate cuando me pidió las cucharas para el dulce de leche y pesqué dos de las que había traído al principio con los bowls. También tomé el frasco del dulce, me acerqué a ella y le alcancé una de las cucharas, luego me puse a abrir el recipiente, curiosa con el asunto. Tenía un color acaramelado que de por sí antojaba, pero lo que hice fue olerlo un momento y percibí un aroma lácteo, pero sí acaramelado o tostado de cierta manera. Extendí el frasco hacia Sasha para que ella tomara primero, luego hice lo mismo y me llevé la cuchara a la boca, aunque a la vez me había quedado esperando su reacción. Decir que quedé realizada fue poco, de nuevo en realidad no era dulcera ni nada, pero el sabor que tenía esto me llegó al corazoncito. No fui del todo consciente de que di un par de botes en mi lugar, contenta. —No está envenenado y está riquísimo —anuncié como si fuese la mejor noticia del universo—. ¿Cómo vivía antes sin esto? ¿Podemos usarlo de primero? Then peanut butter! Por mucho que el dulce de leche me hubiese cambiado la vida, pronto volví a enfocarme en lo que nos correspondía y esperé la señal de Sasha para añadir el chocolate en trozos para bajar la temperatura. Lo que seguía era volver a subirla, así que me quedé pendiente del asunto hasta que estuvo listo y pudimos continuar con el siguiente paso. Me dio un poco de nervios la parte de verterlo en los moldes, así que le pedí a Sasha si podía hacerlo ella primero esta vez y yo ayudaba con la parte de verterlo de regreso para dejar la capa que nos permitiría hacer los bombones. En el proceso también le pregunté si podíamos usar los moldes estos de animalitos. —Imagino que vamos a ponerlos a enfriar, por el factor tiempo quiero decir —comenté mientras que con una cuchara limpia y de forma para nada disimulada, me robaba un poquito más de dulce de leche—. Wait! ¿Y cómo es la cosa con el ingrediente contrabandeado?
A pesar de sus constantes quejas, Fred me ayudó a subir los dulces al club de cocina, tal y como le había pedido que hiciera. Pierce-senpai me devolvió las llaves de la sala el mismo viernes, así que no tuve ninguna complicación a la hora de entrar y dejar todo lo que había preparado en la nevera. Quizás... era posible que me hubiera pasado un poco de la raya y hubiera preparado demasiado chocolate. ¡Pero, pero! Todo había sido planeado muy minuciosamente, ¡no era mi culpa que hubiera tanta gente a la que quisiera darle! Definitivamente no era que hubiese calculado mal las cantidades ni nada por el estilo, qué va. Sea como fuere, acompañé a Fred hasta el exterior para despedirme de él y luego correteé hacia el aula, llegando justo a tiempo gracias a que habíamos llegado muy rápido con el coche. Las clases no tuvieron nada de especial, aunque se me hicieron algo pesadas por la expectación que tenía de que por fin llegara el receso. Cuando la campana finalmente sonó, recogí con rapidez todas mis cosas y me dirigí a la misma velocidad a la primera planta. Lo primero que hice al llegar fue asegurarme de que los bombones de Annie siguieran con buen aspecto, pues eran los que más cuidado requerían, y una vez hecho eso, dejé salir un suspiro aliviado mientras me sentaba y sacaba mi teléfono móvil. Annieeeee ¿Puedes venir al club de cocina? Tengo algo para ti~ Contenido oculto Gigi Blanche heyo my pretty wife uwu imagina que le puso un emoji de esos que sonríen sonrojaditos en el último mensaje, es que el foro no me deja pegarlos :<
La campana del receso me había pillado derretida sobre mi pupitre, completamente aburrida, exhausta, agotada, cansada... Esperen, esos eran todos sinónimos. Más o menos. Bueno, que tenía mucho sueño. Siempre había un duro precio a pagar por maratonear series, pero, oh, cómo lo disfrutaba. Nada le ganaba a bajar a la cocina de puntillas a las dos de la madrugada para llenarme un tazón de cereales lo más rápido posible, porque me cagaba de hambre pero necesitaba averiguar si Ginny y Marcus se encontrarían durante el baile escolar y qué pasaría entre ellos. Pero mi celular vibró y sabía que tenía una misión. Gruñí, girándome hasta apoyar la mejilla en mi brazo, y con el rostro ladeado revisé que, efectivamente, se trataba de mini Ishi avisándome que ya estaba en la sala del club, que me esperaba, y que fuera rápido porque tenía cosas importantes que hacer. ¡Qué demandante! ¿Desde cuándo esta larva despreciable tenía cosas importantes que hacer un lunes a la una de la tarde? ¡No le creía nada! ¡Ni una palabra! ¡No, señor! Me eché la guitarra al hombro y subí, arrastrando los pies. Estaba dejando el instrumento a buen recaudo dentro del club cuando me entró la nueva seguidilla de mensajes, y esta fue mucho, pero muchísimo más entusiasmante que la anterior. ¿Existía esa palabra? ¡Daba igual, Emi tenía algo para mí! Me despedí de Ko a la velocidad de la luz y bajé los dos pisos que me separaban de la sala de cocina prácticamente deslizándome por las barandillas. El parkour era una de las grandes pendientes de mi vida, pero era muy joven para morir y, además, llevaba falda. Una vez en el primer piso, lo recorrí casi corriendo y abrí la puerta del club de golpe, un poco agitada. —¡Emi! —exclamé, con una sonrisa de oreja a oreja al verla. Ella estaba sentada y muy tranquilita, por supuesto. ¿Cuánto habría tardado en llegar? ¿Treinta segundos? La idea me hizo gracia y, a partir de ese punto, me moví con más calma. Caminé hasta la isla frente a la cual se encontraba y apoyé ambos antebrazos, usándolos de soporte para despegar los pies del suelo y balancearme sobre la mesa, acercándome y alejándome de ella. Por supuesto que había pensado en la White Week apenas recibí sus mensajes e iba a ponerme muy triste si se trataba de otra cosa, ¡pero confiaba en Emily! —Me contó un pajarito que tenías algo para mí —arriesgué, poniendo sonrisa de niña buena porque sí—. ¿Será verdad~? Contenido oculto un regalito de mi novia, qué emoción uwuwu
Trae enviarle los mensajes a Anna, abrí Instagram con intención de distraerme viendo vídeos mientras ella legaba. Claro que por un segundo había olvidado que era Anna de quién hablábamos, por lo que apenas tuve tiempo de ver un reel antes de escuchar la puerta del club abriéndose de golpe, asustándome un poco en el proceso. Di un respingo de nada, fue inevitable, pero al segundo me percaté de que no podía ser otra más que mi propia invitada y sonreí en su dirección, contenta. Anna estaba... bueno, llena de energía, como siempre. Me llamó en una exclamación, sonriente como nunca, y al alcanzar la isla central, se balanceó sobre la misma mientras me hablaba. Observé toda la sucesión de movimientos con una sonrisa enternecida plantada en los labios, sin poder evitar sentir algo de calidez extra al saber que estaba tan emocionada por algo que yo le iba a dar, y al final se me escapó una risilla divertida mientras asentía un poco con la cabeza. —Algo me dice que fue un pajarillo que no suele mentir, así que... —contesté, haciéndome la inocente al respecto—. ¿Podrías cerrar los ojos un momento? —le pedí, pestañeando un par de veces por la pura gracia. Esperé a que la chica me hiciera caso y me bajé de la silla, dirigiéndome de la manera más silenciosa posible a la nevera. Me fue muy fácil dar con los chocolates para Anna pues, al ser para ella, había decidido hacer un esfuerzo extra y las había empaquetado en una caja especial para bombones, con su color rojizo, lazo bonito y todo. Los saqué del congelador, pues, y me acerqué a la posición de la chica para colocarme a su espalda, extendiendo después los brazos hacia delante para colocarle la caja frente al rostro. >>Ya puedes abrirlos~ —murmuré, sin poder esconder el ligero tinte de emoción en mi voz. Contenido oculto para annie-chan traemos estos bombones, que es básicamente helado de fresas cubierto de chocolate and you know what? vamos a decir que se guardaron bien en el viaje en coche y que la potencia del congelador del Sakura es de más de 9000, thank you very much (?)
—Y que es muy bonito, también —completé casi sobre sus palabras a la descripción del pajarillo, aprovechando su atención momentánea para guiñarle un ojo. Luego me pidió que los cerrara y me erguí de un salto, asintiendo firmemente y obedeciendo a la exclamación de "¡sí, señor!". El mundo se fue a negro y me quedé pendiente de los sonidos que lograra pillar, aunque entre el sigilo de Emi y el ruido de afuera no logré mucho. Mentira sería decir que me quedé quieta, pues el cuerpo me repiqueteaba con la expectativa contenida y sostuve un balanceo suave de lado a lado, golpeteando las manos a los costados de mi falda. La sonrisa no quería abandonarme el rostro. El corazón me latió un poquito más fuerte al notar que cerraba la nevera y se aproximaba. La sentí tras mi espalda, hubo un sonido muy sutil delante mío y, entonces, me habilitó a abrir los ojos. Lo que apareció ante mí era tan bonito e impecable que perfectamente podía pasar por algo comprado, pero conocía a Emi y sabía que un huracán tendría que arrancar el techo de su casa para impedirla de prepararlos ella misma. ¡Y puede que ni eso! Sostuve la caja entre mis manos, la inspeccioné desde todos los lados y, antes de siquiera abrirla, la deposité sobre la isla y me di la vuelta. La envolví en un abrazo, bastante sereno para la energía que había traído hasta ahora. Fue firme, sin embargo, la estrujé con ganas contra mi cuerpo y solté el aire por la nariz, recorriendo su espalda con ambas manos. —Eres la cosa más preciosa del mundo, ¿lo sabías? —murmuré desde allí, con la mejilla aplastada contra su cabello. Mi voz se tintó con la sonrisa que me estiraba los labios y cerré los ojos, mimándola aún más. Apenas era lunes y ella ya me había convocado para regalarme sus chocolates, honestamente no podía pedirle más a... a nada, ni a la vida misma. El pinchazo de culpa quiso ganar terreno, pero me empeñé en abrazar a Emi con fuerza y quizá fue mi manera de mantenerlo silenciado. Pasados varios segundos, me separé un poquito, busqué su mejilla con la punta de la nariz y le dejé allí un beso. —Gracias, mi vida —susurré en español, contra su piel; la suerte de travesura me estiró la sonrisa y me pregunté si lograría entenderme, y le dejé otro beso—. Te quiero muchísimo.
Me reí un poco ante el añadido de Anna, intentando disimular con ello el ligero sonrojo que inevitablemente me alcanzó las mejillas por el mismo. Ella cumplió con mi petición, claro, aunque fue evidente que a la pobre le costó mucho más controlar la energía que parecía tener dentro. La imagen me resultó algo graciosa, así que no me reprimí de sonreír con algo de diversión tras mirarla, aprovechando que no me veía para hacerlo durante un par de segundos antes de dirigirme hacia la nevera. Sabía que era un poco estúpido, pero estaba algo nerviosa por su reacción. Así pues, me quedé a la expectativa de la misma nada más posicionar la caja frente a sus ojos, sintiendo como el corazón empezaba a latirme con más fuerza por la tensión. Anna observó la caja desde todas las direcciones posibles y al poco rato la dejó sobre la isla central, algo que por supuesto interpreté de la peor manera posible. No le había gustado la caja, estaba convencida; ¿o quizás tenía que haberle preparado otra cosa en lugar de bombones? Era una idea bastante básica, a decir verdad... —Oh. El abrazo de Anna me pilló por completo desprevenida, ensimismada como había acabado por mis propias dudas, y aunque me costó un poco asimilar lo que me estaba diciendo, mi cuerpo reaccionó con la rapidez necesaria, haciéndome alzar los brazos para rodearla de vuelta al instante. Negué un par de veces con la cabeza, en un gesto apenas imperceptible debido a nuestra posición, y sorbí un poco por la nariz antes de sentir como ella se separa un poco. Se me escapó una nueva risilla al notar sus labios sobre mi mejilla, aunque al poco rato mi semblante se tornó en uno de absoluta confusión. >>No he entendido la primera parte... —admití, girando la cabeza lo justo para buscar su mirada, y el ceño que había tenido fruncido hasta ese momento se me relajó, hasta que le dediqué una nueva sonrisa animada—. ¡Pero he visto las suficientes series españolas como para entender la segunda! Yo también te quiero, Annie, mucho, mucho. Eres mi mejor amiga y... si está bien contigo, me gustaría poder regalarte dulces todos los años que vengan de aquí en adelante.
—¿Entendiste que te quiero pero no que te di las gracias? —cuestioné, ahora sí en japonés, y una risa se me coló en la voz—. ¿Qué clase de series estás viendo? ¡Suenan muy desagradecidas! Le imprimí un apremio claramente exagerado al reclamo y lo acompañé de una breve zamarreada por los hombros. Solté el aire por la nariz, suavizando mi semblante, y murmuré un sonido afirmativo. Le corrí el cabello tras la espalda, que se le había alborotado un poquito con mi sacudida, y aproveché para también acomodarlo en su oreja. Busqué sus ojos, le sonreí y reafirmé mi punto moviendo la cabeza en un asentimiento. —Puedes atiborrarme de lo que tú quieras —respondí, y tomé sus manos entre las mías; les di un apretón y comencé a acariciar su piel con los pulgares—. A veces pienso que haces demasiado por el resto, pero en esa entrega también te encuentras a ti misma, ¿cierto? Te hace feliz, quizá de formas que yo nunca entienda. Puedo verlo en la forma que nos miras y nos sonríes. Siempre... quiero hacer por ti lo que tú haces por mí, y parte de eso es aceptar todo lo que quieras darme. Las comidas que cocinas, los postres que horneas. Además, siempre está todo riquísimo. —Me reí, en voz baja, y suspendí un breve silencio sólo para mirarla y sonreírle. La culpa insistía, golpeaba la puerta—. Gracias, Em. De verdad eres una persona preciosa. Y si tanto lo era, entonces ¿por qué le mentía? ¿Por qué seguía sin decirle lo de Altan? Le di otro apretón y la solté, girando sobre mis talones. En aquel instante, lejos de su mirada, me permití respirar diferente. —¡Muy bien! —exclamé de repente, renovando los ánimos, y di una palmada frente a mi pecho—. A ver, a ver, ¿qué tenemos aquí~? Abrí la cajita con cuidado de no estropear nada, y lo primero que llamó mi atención fue que los bombones se sentían fríos al tacto. Ah, los había dejado en la nevera, ¿cierto? Pillé uno entre dos dedos y me reí, girándome hacia Emi. Vaya, vaya, ¿acaso contaba por fin con información que la gran chef Hodges no~? —Si están bien templados no hace falta el frío, Em —comenté, aún riéndome, y le di un mordisco sin ningún tipo de precaución. En mi defensa, jamás habría imaginado que estaban rellenos de... helado. El escalofrío se propagó desde mis encías hasta el centro de mi cerebro, cerré los ojos con fuerza y me estampé la mano contra la frente, retorciéndome como un pescadito afuera del mar. Acabé de cuclillas, lo más comprimida sobre mí misma que pude, hasta que la sensación mermó y pude volver a ser un ser humano. —¡Casi muero! —exclamé, dramática, y miré a Emi desde abajo—. ¡Tengo sensibilidad dental, Emiliana, y nunca uso la pasta de dientes adecuada! ¡¿Querías matarme?!
—¡Son series románticas! —repliqué con un tono quejumbroso—. A lo mejor se dan las gracias, ¡pero no es eso lo que más me interesada entender! Perdona por ser una romántica empedernida, ¿eh? Solo estaba bromeando, por supuesto, y clara muestra de ello fueron las risas que dejé salir mientras ella me zarandeaba e increpaba por ello. Nos relajamos a los pocos segundos, eso sí, y dejé que Anna me acomodara el cabello sin una pizca de incomodidad en el cuerpo. Le dediqué mi atención más absoluta cuando retomó la palabra, correspondiéndole al apretón que me dio en las manos, y sentí como mi expresión se fue suavizando cada vez más a medida que la escuchaba. Había algo realmente reconfortante en escuchar cosas tan bonitas de boca de alguien más, incluso si esa persona era una amiga cercana, y si bien sabía que no debía recaer demasiado en ello, pensé que podía permitirme disfrutarlo un poco delante de Anna. Ella lo había entendido mejor que nadie, después de todo. >>No lo soy —afirmé con certeza, aun si mi semblante se mantuvo tranquilo al hacerlo—. Lo que dices es cierto, pero también lo es que a veces soy egoísta. También me puedo poner muy celosa, ¿sabes? Incluso con mi propia familia. Y muchas veces no digo lo que pienso, porque me da miedo que me dejen de lado si descubren que no soy tan buena como creen. Sé que hay más cosas que me estoy dejando, pero... lo que quiero decir es que no lo soy, y eso está bien. Yo lo tengo asumido, pero necesito que tú también lo sepas, porque no quiero decepcionarte. Había empezado con mucha más valentía de la que había acabado sintiendo hacia el final de mi discurso, y fue por ello que a mitad del mismo tuve que apartar la mirada, demasiado avergonzada por todo lo que le estaba confesando como para sentirme capaz de mantenerle la mirada. No había pretendido sonar engreída, como si quisiera insinuar que Anna me tenía en un pedestal, pero sentía que siempre me halagaba y era justo el miedo que había mencionado lo que me había incitado a decirle aquello. Quería hacer lo posible para evitar perderla. >>De todas formas, no tienes que justificarte tanto... puedes admitir que solo quieres tomar comida casera el resto de tu vida —busqué bromear, liberando una mano de su agarre para darle un toquecito de nada en la nariz. Después de todo aquello, por fin llegó la hora de la verdad. Ella se giró y yo solo di unos pocos pasos hacia el lado, para tener una vista más o menos amplia de sus posibles reacciones. Alcé una ceja cuando escuché su comentario, pero no fue hasta que vi el mordisco que le dio al dulce que me di cuenta de mi error: se me había olvidado decirle que eran de helado. El "espera" que quise decirle se me quedó a medio camino y me quise tapar los ojos al saber lo que se vendría, pero de nuevo las intenciones se me quedaron a la mitad. Me comí la escena de lleno y cuando escuché sus quejas... me reí. No quise hacerlo, en realidad, pero la reacción simplemente salió y no pude hacer nada para evitarla. >>¡Lo siento, lo siento! —exclamé, inclinando la cabeza para poder mirarla desde arriba—. Aunque no sé cómo es mi culpa que no te cuides los dientes lo suficiente —me quejé con los mofletes inflados, con tal de unirme a su teatro; después me acuclillé hasta quedarme a su altura, a un lado—. ¿Pero al menos estaba rico~? Contenido oculto no sabía que en teoría el chocolate no se debe guardar en la nevera, pero en mi defensa diré que en mi casa siempre lo hemos hecho y nunca ha perdido el sabor ni nada (?) also como fun fact random, casualmente el otro día le dije a mi madre que mejor dejara unos bombones en el mueble y se nos empezaron a derretir al poco rato JAJAJAJ creo que tengo trauma por culpa de este infierno en tierra llamado España en verano (?)
—¿Y dices que la gratitud no es romántica? —le cuestioné, llevándome una mano al pecho y mostrándome francamente indignada. Sostuvimos la broma hasta que ella trajo los chocolates y el resto se decantó. Su negativa me pilló algo desprevenida y captó mi atención, detalle que se reflejó en mi semblante. Poco a poco una sonrisa brotó de mis labios, y sobre el final de sus palabras la acompañé de una risa nasal sumamente floja. —Ya lo sé, Em —murmuré, acariciándole ambos brazos—. Ser una linda persona no significa que seas perfecta. No eres un ángel bajado del cielo ni una santa, nadie lo es, pero la idea de no serlo te preocupa más que a otros. Dan igual los motivos, quieres ser buena y te esfuerzas todos los días por ello, ¿cierto? Así sea callando tus pensamientos feos, prestándole atención a los sentimientos de los demás, poniéndote en su lugar o preparándoles regalos. Entiendo que... la imagen que das se convierta en una responsabilidad para ti, pero no es que amaneces todos los días diciendo "¡qué maravillosa mañana para engañar al mundo!". —Lo dudé un poco, al final exhalé y regresé a sus ojos—. ¿Sabes? Mini Ishi suele decir que lo que vemos de nosotros mismos sólo es una versión incompleta, que... que los ojos ajenos también sirven de espejo, o algo así. No recuerdo la frase tal cual, él habla más bonito cuando le da la gana. El punto es que está lo que ves en ti, y también está lo que yo veo en ti, y ambas Emis no son incompatibles. Se completan entre sí. No era necesario ser un alma profundamente abnegada y desinteresada para ser una buena persona. Emi se preocupaba mucho más que otros por no lastimar, no estorbar, no incomodar, y eso de por sí era un acto de amor inmenso hacia los demás. Sólo esperaba que se tratara a sí misma con un cuidado similar. Al final, ella soltó una broma para aligerar el ambiente y tomé la posta. Me reí y alcé las manos, en señal de rendición y de culpabilidad. —¡Oye! No es mi culpa si cocinas tan rico. ¡Vas a dejarme como una vaca! La cata de bombones acabó convertida en un intento de asesinato, ¡habrase visto! La escuché reírse, reacción que profundizó mi ceño fruncido, y cuando se quejó de mi higiene dental abrí la boca, lista para replicar... sin éxito. Se acuclilló a mi lado y solté el aire por la nariz como un toro cabreado, detenida en sus ojos. El teatro se me disolvió, no podía decirle que no a esa carita, y acabé suspirando. —¿Que si estaba rica el arma homicida? Pues sí, estaba deliciosa, claramente —solté, y se me aflojó una risa. Me senté en el suelo, apoyé la espalda en la columna de la isla y observé el trozo de bombón que seguía en mi mano, manchándome levemente los dedos. Le di un par de vueltas y lo extendí hacia Emi. —Necesito recuperarme de este trauma emocional y se está derritiendo —justifiqué, muy convencida, y luego esbocé una sonrisilla torcida—. Y no podemos echar a perder algo tan rico, ¿verdad~? Contenido oculto dw bebi JAJAJA hay chocolates que no les pasa nada, los más industriales y tal. Los artesanales son los delicaditos. Además, en condiciones extremas de calor sí que necesitan refrigeración para no morir
A pesar de la vergüenza que llegué a sentir tras mi discurso improvisado, la realidad era que no estaba nerviosa ni preocupada por la reacción de Anna ante la misma. Sabía que ella no me juzgaría por nada de lo que le había dicho y, a decir verdad, muy en el fondo también me imaginaba que fuera consciente de mis faltas. Aun así, escuché su respuesta con atención, y a pesar de todo le sonreí con suavidad, asintiendo de vez en cuando con la cabeza a medida que ella iba hablando. La mención de Kohaku me pilló por sorpresa, aunque no dejé que se me notara, y cuando ella terminó de hablar, me incliné para dejarle un beso sobre la mejilla. —Gracias por recordarme siempre lo bueno, entonces —le dije en voz baja, habiéndome separado solo unos pocos centímetros para hablarle—. No sé si te lo he dicho lo suficiente, pero es gracias a ti que me siento mejor conmigo misma. Hay partes de mi forma de ser que ni siquiera conocía, porque no había tenido oportunidad de expresarlas, ¿sabes? Pero he podido hacerlo contigo, porque sé que no me vas a juzgar o que me vas a dar libertad para ello. Tienes algo muy especial, Annie, espero que lo sepas. Me inspiras de muchas maneras diferentes y parte de lo que hago también es para agradecerte por ello. Aproveché la unión que nuestras manos mantenían para acercarlas a mis labios, lo que me permitió dejarle un beso sobre los nudillos antes de que nos pusiéramos a bromear para aligerar el ambiente. Me reí apenas cuando pretendió hacerse la inocente por mi acusación, pero decidí no añadir nada más al respecto en pos de la cata de bombones. La misma acabó siendo lo contrario a lo que había esperado, aunque la reacción tan exagerada de Anna hizo que me resultara más divertido de lo que hubiera podido ser en otra situación. Me confirmó que los bombones estaban buenos, al menos, y seguí con la sonrisa plantada en los labios incluso cuando la seguí con la mirada mientras se sentaba en el suelo. Al final, me ofreció lo que quedaba del bombón alegando que ella todavía debía recuperarse del trauma que acababa de pasar. Se me escapó una risa nasal divertida y cedí a su petición, por supuesto, inclinándome lo suficiente como para comer el dulce directamente desde su mano. Lo saboreé en silencio durante unos segundos y, una vez terminé de tragarlo, avancé hasta poder sentarme a su lado. >>Perdona, no sabía que tenías sensibilidad. Te prepararé otros sin helado, te lo prometo —murmuré, justo antes de dejar caer con suavidad la cabeza sobre su hombro—. ¿Y tú? ¿Planeas traerle algo a Sonnen-senpai esta semana? Seguro que le hace ilusión... Contenido oculto ups
Las palabras de Emi eran suaves y cálidas, y aunque me costara encontrar algunas de esas cosas en mí misma, no dudaba que así fuera a sus ojos. Me alegraba que sintiera la tranquilidad de comportarse como le viniera en gana conmigo, y que confiara en mí y pensara que jamás la juzgaría, pues era lo que intentaba hacer siempre. Quería ser una mejor persona y así ser una mejor amiga para Emi, pues ella lo merecía. La vi dejarme el beso en los nudillos y esperé a recibir sus ojos de vuelta, sin perder la sonrisa. —Te quiero mucho —repetí en un susurro, como si fuese una suerte de confidencia, y le apretujé las manos—. Mucho, mucho, mucho, mucho. Mucho amor, sí, pero ¿y mi vida qué? ¡Casi la pierdo! ¡Era muy joven para morir! Mal que me pesara, y por fríos que estuviesen, los bombones estaban riquísimos. Si me los lanzaba enteros a la boca y los aplastaba con la lengua podría dejar que se derritan, ¿no? En vez de morderlos y... y fallecer. En cualquier caso, le di lo que quedaba del mío y la recibí a mi lado. En cuanto dijo que me prepararía otros asentí, acercándome el reverso de la mano a la frente. —Sí, te lo imploro, o jamás podré recuperarme —me lamenté, dramática. Recibí su cabeza en mi hombro y la imité sin siquiera pensarlo, apoyándome entre su cabello. Me alcanzó el aroma de su shampoo, a lo que cerré los ojos con gusto, pero poco me duró la tranquilidad. Apenas oí a Altan provenir de su boca sentí el corazón contra las costillas y clavé la vista al frente, tensa. Era... Era una pregunta normal, lo sabía. No significaba que Emi supiera nada y me estuviera sacando el tema adrede. Pero... ¿y si sí? Habíamos montado el show en medio del patio norte, al fin y al cabo. ¿Y si nos había visto y seguía esperando a que le dijera? Noté la velocidad de mis pensamientos e inspiré por la nariz, intentando regularme. Era una pregunta normal, tenía que serlo. Murmuré un sonido afirmativo y agradecí que no pudiera verme. —Lo pensé, sí —completé, de forma algo escueta, y estiré el brazo para picarle la mejilla a tientas—. Y a ti también, por supuesto. Sólo... Supongo que lo procrastiné durante el finde y aún no decido bien qué hacer, si intentar prepararlos yo misma o rendirme y comprarlos. Ni siquiera sé si darles chocolates o algo un poco más ingenioso, aunque no tengo idea qué. Solté una risa floja, pretendiendo disimular mi verguenza. No era sólo estar ocultándole lo ocurrido con Altan, era también la idea de que Emi se había plantado aquí el mismo lunes con todo hecho y yo... yo seguía dándole vueltas como estúpida. Había tenido tiempo de ocuparme durante el finde, por supuesto, sólo había elegido quedarme tirada viendo series. Y me hacía sentir bastante culpable. —Pero ¡no debería estar debatiendo esto contigo! —agregué, repentinamente alarmada, y empecé a sacar el móvil de mi bolsillo—. Haz de cuenta que no oíste nada, ¡pierde la memoria! Lo agité para encenderle la linterna y la apunté hacia Emily sin ningún resquicio de piedad. Contenido oculto No es un cierre, pero va a tener que serlo jsjs. Me habría gustado rolearlas más, im sowwy :( Pero estuvo super bonito, i lov my little girls
—Y yo, Annie. Te quiero un montón —volví a murmurar en respuesta, devolviéndole el apretón con una sonrisa encantada, y el pequeño momento que creamos no tardó en ser sustituido por uno más cómico, que me hizo sentir genuina diversión incluso hasta después de confirmar de Anna había sobrevivido a mi supuesto intento de homicidio—. Y tenemos que hacer lo posible para que te recuperes del todo, ¿verdad? Si tienes alguna petición especial, ahora es el momento de hacérmela, señorita Hiradaira~. Oh, y... ¿supongo que estos los puedes compartir con alguien más? Tu familia o... ¿tus otros amigos? El primo de Ko y los demás, quiero decir... —añadí, aquello último con un tono de voz algo tímido. La pregunta que le hice sobre Altan no pretendió ser más que simple curiosidad, claro. Me había vuelto un poco más consciente de mis acciones desde que recibí su pregunta la última vez, aquella de que si el chico me caía muy mal, y si bien mi opinión sobre él seguía siendo algo negativa en algunos aspectos, no podía dejar de ser una buena amiga para Anna por ello. Esperé su respuesta con paciencia, pues, y aunque la primera parte fue bastante predecible, la segunda no tanto, y esa me hizo reír con algo de ligereza antes de responderle. >>Estoy segura de que a Sonnen-senpai le gustará cualquier cosa que le traigas con tal de que seas tú —le dije, apoyando la mano sobre su regazo para juguetear distraídamente con la tela de su falda—. Puedo pasarte alguna receta sencilla, si quieres, y... bueno, podría ayudarte a prepararlos, también. Seguirían siendo tuyos, porque harías todo el trabajo, pero quizás te sientas más tranquila con alguien de apoyo. Ah, pero no hay nada de malo si al final decides comprarlos, de todos modos. Después de aquello, sin embargo, sentí como la muchacha de repente se ponía alerta y giré la cabeza para mirarla, sorprendida; pensé que quizás había visto algo o a alguien, pero... no. Volví a reírme con ganas cuando vi que me apuntaba con la linterna de su móvil, levantando las manos para protegerme del haz de luz, y esperé a que bajara tan peligrosa arma para hacer lo mismo con los brazos, hasta que pude mirarla con una expresión de total confusión en el rostro. >>¿Huh? ¿Dónde estoy? ¿Y quién eres tú? Y... ¿quién soy yo? Contenido oculto esto tampoco fue un cierre, pero hagamos de cuentas que sí JAJAJAJ that's okay, bebi, me alegra al menos haberlas podido rolear un ratillo uwu la verdad es que incluso si las roleamos tres semanas seguidas, siempre me quedo con ganas de más con ellas, so unu i love them so dearly <3