—Espera un momento, ¿Qué hacemos con ellos, les pedimos que nos acompañen? —pregunté señalando a los Pokémon, Hawlucha se levantó tranquilamente y agradeció—
Liberé a Blastoise y me acerqué a Hawlucha y Lopunny —Eh, ¿Nos acompañan a una casa cerca de aquí? —les pregunté—
Hawlucha asintió de mismo modo y Blastoise se metió al pantano, en seguida me monté en su caparazón —Vale, es suficientememte grande para todos —les dije a todos, Hawlucha se sentó a mi lado y esperé—
Sonrei --Genial, vamos--Dije mientras Typhlosion salia de su pokemon y sonrei --Jaja, Typhlosion ¿Quieres venir?--Le pregunté sonriendo y este asintió--Bien....pero no vale asustarse como tu sueles hacer ¿vale?--Le dije sonriendo y este suspiró y aparto la mirada--Vamos--Dije mientras empezaba a caminar
Lopunny sonrio y se sento en blaastoise y esta espero todo --...bueno tan siquiera esta bien--Dije sonriendo mientras veia a lopunny irse con los demas--Espera...si mas recuerdo...eso alterara a lopunny...bueno ya se enteraran jaja--
—Vale, ¡Suerte atravesando el pantano! —les dije a Mizuki y Typhlosion, y le ordené a Blastoise que fuera a éste—
Escuche lo que me dijo Rojo y me voltee --¿Eh? ¿no me vas a acompañar?--Le dije a Rojo antes de que se fuera
Blastoise llamó a Mizuki con un estridente bramido y le indicó que se subiera a su caparazón para atravesar el pantano e ir a la mansión
No habia dormido, eso apenas me habia dado cuenta ya que mis pensamientos llegaban y llegaban....era raro..pues nunca habia pasado por eso
Lluegue volando sobre Flygon y aterrice en el claro, logre ver a Mizuki a unos metros mios y le grite. —Oye Mizu! Te gustaría una batalla 3 a 3?—
—¡Cottoneeeeee! —vociferé con toda la fuerza que permitía mi capacidad pulmonar. Como venía sucediendo hace más o menos unas horas, mi llamado no recibió respuesta. El Claro Pincel se mostraba calmo; los pokémon salvajes que deambulaban cerca de nosotros miraban con curiosidad mi semblante preocupado, pero no podían ofrecer ayuda alguna puesto que, cuando me acercaba a los mismos para preguntar si habían visto a la tímida tipo planta/hada, se alejaban alarmados o negaban con la cabeza. No me rendí a pesar de lo infructuosa que estaba resultando la búsqueda, por lo que continué gritando el nombre de la pokémon fugitiva. Serperior erguía su cuerpo de tres metros y medio lo más alto que su fuerza le permitía, para tener cobertura visual más amplia del Claro; pero yo leía en su mirada que todavía no veía a la bola de algodón. Maractus iba de aquí para allá con sus maracas sonando rítmicamente; sin perder su sonrisa, se volteaba para encogerse de hombros. Sentía mucha pena por no poder encontrarla. Recordé lo que me había hecho entender su amiga, la Combee del Bosque, que había tenido una vida muy solitaria a causa de su timidez, y que era frecuentemente molestada por los demás pokémon; y que, sin embargo, quería cambiar esa situación para ser alguien fuerte y respetable… De ninguna manera podía permitir que eso no se cumpliera. Quería mucho a mis pokémon y deseaba lo mejor para ellos. Seguí buscando durante el transcurso de una hora más, hasta que… —¡Bingo! Me encontré frente a lo que parecía ser una pequeña bola de algodón. Serperior y Maractus se acercaron al escuchar mi exclamación. Con mucha gracia, el pequeño nopal rocó con un dedo la bola, para después colocársela sobre la cabeza, de modo que parecía tener una blanca cabellera albina; mi inicial le dirigió una mirada reprobatoria. Pero aquella no era la única bola de algodón: se abría frente a nosotros un camino hecho de bolitas de algodón, clara señal de que por fin habíamos dado con el paradero de Cottonee. —¡Vamos! —animé a mis tipo planta, siguiendo apresurado ese rastro.
Finalmente la encontramos escondida en lo que parecía ser una madriguera en el suelo, un poco oculta con hojas y ramas muy finas. Logramos escuchar su voz sobresaltada cuando estuvimos a unos pocos pasos de distancia, por lo que salió rápidamente haciendo volar los hierbajos que ocultaban la entrada de su escondite. Nos miró con tristeza, pero yo sonreí. —No hagas eso otra vez, nos has dado un susto de muerte —al escuchar eso, la mirada del pokémon cambió, como si mi comentario hubiese sido inesperado. Puse mis brazos en jarra, con el ceño fruncido— ¡Estás entre amigos, ya te lo dije! No tenemos nada contra ti, pero tampoco sentimos lástima —extendí un brazo en dirección a Serperior y Maractus—. Aquí te consideramos una igual. Te protegeremos y nos protegerás. No tienes nada que temer: ya no estás más sola. Una pequeña lágrima asomó a sus ojos, pero fue absorbida por su propio algodón. Entonces sopló un leve brisa que arrastró su cuerpo hasta mi pecho; un poco confundida se acurrucó en mis brazos, apenada. Yo dejé escapar una sonrisa y la acaricié. Por dentro me pregunté por qué se había marchado de esa manera. Supuse que se sintió abrumada por el tremendo poder de Serperior, lo que la llevó a sentirse incapaz de encajar en nuestro equipo. Cuánto se había equivocado: tenía grandes planes para ella… Cuando por fin logró calmarse, Cottonee se asomó sobre mi hombro para dirigir una mirada de disculpas a Serperior, quien respondió con su elegante reverencia en señal de que las aceptaba, ya que también se había preocupado. Cuando hizo lo propio con Maractus, se echó a reír al ver el “peinado” que llevaba, con la bola de su propio algodón en la cabeza. El cactus tocó sus maracas, divertido. Cottonee, entonces, dejó por un instante a un lado su timidez y se acercó al pokémon del desierto, volando rítmicamente a su alrededor. —Bueno… —suspiré con alivio y mirando a Serperior. Ambos nos sonreímos— Es momento de continuar…. Así, los cuatro seguimos avanzando por el Claro.
—Eh? Hubert? Que haces por aquí amigo?— le preguntaba con una sonrisa desde la rama de un árbol medio dormido con Swampert debajo del árbol comiendo unas bayas que rápidamente ofreció a Serperior, mi inicial tenia quizá hasta mejores modales que un humano.