—Pues, me gustó pasar tiempo genial contigo —sonreí, con unas cuantas flores en mis manos, para ella—
Las flores que tenía en mis manos se las dí a ella, como regalo, mientras sonreía tontamente y enrojecido
Comencé a sonrojarme, a pesar de todo, ya no usaba guantes sin dedos, ni gorra por los momentos, mientras seguía acariciándole una mejilla