[CLAMP/UA] Una taza de café

Tema en 'CLAMP' iniciado por Li Siegfried, 31 Julio 2013.

  1.  
    Li Siegfried

    Li Siegfried Iniciado

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    Título:
    [CLAMP/UA] Una taza de café
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1845
    Nota: Este fic es de un mundo alterno, por no decir que representado en nuestra propia realidad. Los personajes son más como se ven en el manga de TRC.
    Una taza de café
    Por Li, Siegfried®

    Es bien tarde en la noche cuando la puerta de un viejo edificio de apartamentos se abre para dejar salir a dos jóvenes a la calle.

    -¿Estás seguro, Syaoran? – pregunta uno de ellos, mirando al otro desde la puerta.

    -Estaré bien, tranquilízate – responde el otro, haciendo un movimiento con su mano. – ¿Qué me puede pasar? Nos vemos en la universidad.

    El chico se aleja poniéndose su mochila a la espalda. Es un joven alto y delgado, de ojos ámbar y cabellos castaños.

    Camina algo apresurado, mirando detenidamente el sector por el que va pasando. Se ve rodeado de muchos edificios viejos y la calle pareciera estar muy sucia, mientras algunos de los focos de luz pública apenas pueden otorgar luz, si es que siquiera logran estar levemente buenos.

    La brisa de otoño acaricia suavemente su rostro mientras su chaqueta de mezclilla lo abriga. Sus viejas zapatillas resuenan levemente por el vacío lugar, tratando de no pisar las hojas de periódico que vuelan por el suelo. Muchos graffitis tratan de llamar su atención en medio de la oscuridad, mas él sigue su curso en busca de la avenida por la que debería tomar el bus hacia su hogar.

    -¿No quieres pasar una buena noche? – le pregunta de repente una mujer de entre las sombras.

    Él la ignora. No estaría tan desesperado para usar esa clase de ‘servicios’, ni menos tiene el dinero para tener una velada ‘completa’.

    -Hola guapo… – insiste otra mujer, haciéndole un guiño con el ojo.

    Se ruboriza levemente, pero prefiere seguir caminando. Comenzó a sentir que haber insistido en ir a su casa a tales horas de la madrugada fue una pésima idea hasta que se fijo en una jovencita de aproximadamente su edad. Se veía más o menos vestida como cualquier universitaria, sólo que algo nerviosa.

    -¿No te parece ‘compartir’ conmigo? La primera noche es la más barata – se le insinúa la joven, tratando de no tartamudear de los nervios.

    Syaoran instantáneamente se petrifica ante las palabras que tal chica le dijo. Pensó lo más rápido que pudo en cuánto dinero tenía en su billetera y se acercó un poco más a ella.

    -¿Entonces vamos a compartir? – le preguntó, tratando de mantener la serenidad.

    Ella se sorprendió tanto como él lo había hecho y agachó la cabeza. Empuñó fuertemente sus manos y luego asintió con la cabeza.

    El castaño la tomó firmemente de la mano y se alejaron rápidamente de allí. No se dijeron palabra alguna, sólo caminaron hasta llegar a la parada del transporte público. Al llegar el autobús, el chico pagó por ambos y se sentaron en un puesto cercano al chofer, con tal de evitar la vista de cualquier maleante que pudiera ir sentado al final del vehículo.

    Finalmente Syaoran pidió al chofer que se detuviera en una parada y ambos bajaron. Cerca de allí, entraron en un edificio un tanto más lindo, seguramente construido hace un par de años, y subieron por el ascensor.

    -Disculpa el desorden – finalmente dijo el castaño a la chica, caminando hacia la puerta de su departamento.

    Cuando entraron, la muchacha quedó un tanto inspirada por la simpleza y belleza del departamento del joven. Tenía unas ligeras cortinas cubriendo el ventanal, mientras una alfombra cubría el piso flotante bajo la mesa central del living, rodeada a su vez por cuatro pufs. [N. de A.: los pufs son una especie de cojines enormes que sirven de asientos]. La cocina estaba a la derecha de la puerta principal, mientras que a la izquierda de la puerta estaba otra que dirigía al cuarto del chico.

    El departamento era un tanto chico. Quizás la cocina misma podría considerarse como comedor al no haber otra mesa que sirviese para ello. Las luces, además, resaltaban la simpleza y belleza del acogedor lugar.

    -¿Te encuentras bien? – le pregunta Syaoran, luego de dejar sus cosas en su cuarto.

    -Eh, sí, estoy bien – responde nerviosa la chica, luego de darse cuenta de dónde estaba. – ¿Y qué quieres hacer entonces? – pregunta, recordado la razón de por qué ella había salido de su propio departamento en primer lugar.

    -Quiero que tomemos un café juntos – respondió con sinceridad el muchacho.

    -¡¿Qué?!

    -Eso mismo – continuó él. – Tú me preguntaste por compartir, y eso quiero.

    La muchacha sonrió sorprendida y se sentó en uno de los pufs, luego de haberle entregado sus cosas al muchacho. Se relajó casi al instante al sentir cómo la tetera eléctrica comenzaba a hacer hervir el agua.

    -Bueno, ¿cuánto me vas a cobrar por tomar un café conmigo? – preguntó Syaoran, tratando de evitar una burlona ironía.

    -Quizás dependa de lo que decidamos – continuó ella, con dulzura.

    -O de lo que conversemos – concluyó el otro, sacando las tazas.

    Una vez el café estaba listo, Syaoran acomodó los pufs para que él y su acompañante se encontrasen frente a frente mientras toman sus tazas de café.

    Recién entonces se pudo fijar bien en ella. Era una chica de una altura levemente superior al promedio, delgada y de un rostro fino y aparentemente muy suave. Tenía unos hermosos y expresivos ojos color esmeralda, cubiertos levemente por un no muy corto cabello castaño. Estaba vestida con una polera roja y unos apretados jeans que resaltaban sus piernas, además de llevar unas simples zapatillas parecidas a las de él.

    -¿Cómo te llamas? – preguntó él, luego de tomar el primer sorbo de su taza.

    -Me llamo Sakura – respondió ella, mirando fijamente los ojos del muchacho.

    -Yo me llamo Syaoran, mucho gusto – continuó el otro, con una dulce sonrisa.

    Ella se ruborizó y agachó levemente la mirada, concentrándose otra vez en beber su taza de café.

    -Dime, ¿cuánto tiempo llevas en esto? – preguntó el castaño, manteniendo su mirada fija en los ojos de Sakura.

    -La verdad es que ésta iba a ser mi primera vez – dijo ella, desviando la mirada.

    -Entonces aún estás ‘limpia’ – afirmó el de ojos ámbar, tomando otro sorbo de café. – ¿Por qué querías hacerlo entonces?

    -Porque necesito el dinero… – concluyó ella, dejando la taza sobre la mesa y agachando la mirada con resignación. – Gasto mucho en la universidad y vivo sola…

    -¿Y tu familia?

    -No me queda nadie; bueno, nadie que yo conozca.

    El joven dejó su taza sobre la mesa para acercar su puf un tanto más a ella, con tal de poder tomarle la mano con tranquilidad. Ella subió nerviosamente la mirada para encontrarse con los ojos del muchacho.

    -Ánimo, no puede todo estar tan mal – le dice él, sonriéndo con calma. – ¿A qué universidad vas?

    -A la Tōdai – le responde, como si fuese algo normal.

    -Con razón, esa tiene muy pocos convenios para casos ‘especiales’ – pensó en voz alta el castaño, desviando la mirada unos segundos.

    -Y no he podido encontrar trabajos que me den el dinero suficiente… – continuó ella, tratando de ocultar su frustración. – Es entonces cuando oí de unas chicas que la manera más rápida de obtener gran cantidad de dinero era vendiendo el cuerpo. En un comienzo creí que se referían a modelaje o algo así, pero pronto me di cuenta que no era eso…

    Syaoran se acomodó bien en su puf, dejando suavemente la mano de Sakura, tratando de digerir todo lo que ella le dijo. Miró un par de veces a cada rincón del departamento cuando finalmente se le vino encima una idea.

    -Mira, voy en la misma universidad – comenzó, mirándola fijamente otra vez. – ¿Qué tal si vendes tu departamento y vienes a vivir conmigo? Trabajarías en algo ligero y no tendrías que preocuparte por conseguir demasiado dinero…

    -Pero cómo… ¿Qué opinarían tus padres? – replicó ella, preocupada por miles de cosas a la vez.

    -Pues a ellos no les importaría – respondió, haciendo un movimiento con su mano. – Este departamento es de la familia por lo que está pagado, y está arreglado para dos personas; mis padres siempre me han intentado convencer que busque pareja y viva con ella. Además, me dan bastante dinero para la universidad, consumos básicos, etc., y he acomodado mis gastos para que tenga bastantes ahorros.

    Hubo unos momentos de silencio. Ella no hizo más que acomodarse en su puf y tomar el resto de su taza de café.

    -Piénsalo – insistió Syaoran. – Estarías mejor que en esos barrios tan complicados y teniendo que tratar gente como lo planeabas hacer.

    Sakura parecía demasiado pensativa. Él le sirvió otra taza de café y se fue al cuarto. La chica seguía mirando al vacío mientras bebía el cálido trago. Finalmente se levantó y fue a ver qué hacía el muchacho.

    Se sorprendió al ver que el cuarto podía contener dos camas de plaza y media con total facilidad, aún cuando el departamento parecía no ser tan grande. Frente a la misma puerta del cuarto había otra que dirigía al baño y, a la izquierda de la inicial, se encontraba un gran clóset.

    -Vas a dormir en esta cama – indicó el de ojos ámbar, mientras terminaba de arreglar la cama. – Como te dije, este departamento está arreglado para dos.

    -Gracias – finalmente dijo ella, con una suave sonrisa. – Gracias por todo.

    -No te preocupes por ello – insistió el muchacho.

    Ella simplemente suspiró. No tenía palabras para seguir dándole las gracias o para debatir que no era algo que se le pudiera dar poca importancia. Simplemente sonrió otra vez y se dedicó a mirar cómo el joven terminaba su labor.

    La noche pasó sin gran novedad. Syaoran le pasó una camisa con la que Sakura pudiese dormir y ambos descansaron con tranquilidad. La mañana del domingo llegó con suavidad y una agradable temperatura. La chica se despertó con tranquilidad, como si nunca hubiese dormido en una cama así de acogedora, mientras intentaba recordar dónde estaba.

    Recordó con calma la noche anterior al ver al chico dormir en la cama de al lado, levantándose con sigilo. Encima de la mesa de centro del living había un sobre con su nombre. Ella lo abrió y vio unos cuantos billetes.

    “Espero que te alcance hasta cuando te puedas decidir” – decía un papelito dentro del sobre.

    Ella sonrió con dulzura, dejando escapar una pequeña lágrima, y apretó el papelito contra su pecho.

    Un tiempo después, se levantó Syaoran con total pereza. Miró la cama que había junto a la suya y vio que la chica no estaba. Se levantó apresuradamente para ver si estaba en la cocina, pero no tuvo suerte… hasta que se fijó que, en el lugar donde debía estar el sobre, se encontraba un papelito con su nombre.

    “Gracias por hacerme creer de nuevo en los milagros” – decía el papelillo.

    Él sonrió y caminó hacia el ventanal, mirando a través de él cómo los árboles se agitaban con la brisa de otoño, dejando caer las primeras hojas de la temporada.
     
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    Keilani

    Keilani Usuario popular Comentarista empedernido

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    No podía creer lo que leía, Sakura ofreciendo su cuerpo para vivir Dx, es algo muy diferente a lo que acostumbraba de ver cuando miraba a Sakura; sin embargo, todo quedo más claro cuando revelaste parte de las situaciones que orillaron a la joven a tomar esa decisión.

    Tal parece que esto es el comienzo de algo, pero eso me tocara esperar para leerlo.
     
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    Sakura Hanaby

    Sakura Hanaby Iniciado

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    simplemente fantástico, me encantó la trama, y sin duda el gesto de Syaoran de ayudarla me enterneció bastante...
    te felicito, escribes de maravilla, tu trabajo es excelente ;)
     
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    Loe Essen

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    Has revido muchos recuerdos con esta historia, porque está en fanficition ¿verdad? Y recuerdo que yo amé esta historia desde el momento en que la leí allí, siempre esperando una continuación (aunque no tuviera).

    Tiene una hermosa trama y has manejado a los personajes de una manera, haciendo que parecieran verdaderamente Sakura y Syaoran... aunque no veo a Sakurita haciendo ESO.
    Suerte!
     
  5.  
    Li Siegfried

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    ¿Eres de Fanfiction? Wow, no creí toparme con alguien de allí. Entonces debes ser quien pidió esa continuación, jaja.
    Bueno, es cierto que Sakura (no importa si es de CCS o TRC) jamás estaría en una situación como ésta, especialmente porque su padre y/o hermano la cuidarían, pero en su momento se me ocurrió esta historia y no sabía cómo o con qué personajes hacerla... por lo que, finalmente, recurrí a aquellos personajes que más manejo.
    ¡Muchas gracias por tu mensaje!

    PS: Pasé unos años pensándolo, y finalmente llegué a la conclusión de que puedo hacerle continuación. Me costará, pero haré mi mayor esfuerzo.
     
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  6.  
    Li Siegfried

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    [CLAMP/UA] Una taza de café
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    Romance/Amor
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    2
     
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    Capítulo 1: Café de Otoño

    El otoño de Tōkyō pasó relajadamente. Las lluvias cubrían la ciudad, registrando con facilidad la marca estándar de 163 mililitros de precipitaciones, sin olvidar que cada vez baja más y más la temperatura, anunciando el invierno con la parsimoniosa desaparición de los cálidos tonos ocre.

    Ese día en particular había llovido bastante durante la tarde. Las clases dentro de la prestigiosa Universidad de Tōkyō eran rigurosas como siempre, y la disciplina e inteligencia, pese a algunos pocos, seguía siendo la correspondiente a los ancestros nipones. Sin embargo, para Syaoran no era un día como cualquier otro; la lluvia, extrañamente, le traía muchos pensamientos y sentimientos encontrados, una rara mezcla de alegría y tristeza, de recuerdos y pensamientos vagos, de nostalgia y distracción.

    Había algo en él que quería invadir su mente y corazón… y sin importar qué, era incapaz de reconocerlo. Simplemente, de vez en cuando, miraba hacia el frío exterior por los ventanales del edificio, tranquilizando su mente con el calmo paisaje que llenaba sus ojos. Más de una vez le solicitaron mantener su concentración en la cátedra, mas no podía evitar preguntarse qué era aquello que estaba necesitando recuperar, qué era aquello que necesitaba para satisfacer su alma.

    Había una imagen tras su retina, mas no podía distinguirla… parecía infinitamente distante y borrosa. Sus manos añoraban sentir un tacto en específico, mas parecían haberlo olvidado por completo. Tiraba rayas al azar en un costado de un cuaderno que ponía debajo del cuaderno de la cátedra correspondiente, muchas veces cayendo en cuenta en dibujar hojas de otoño y pétalos de flor, tendiendo al intento de dibujar correctamente una flor de cerezo.

    En los recesos salía a caminar por el campus, como si estuviera buscando algo, pero no sabía realmente si estaba buscando o quería que lo encontraran. Cuando podía, iba hacia alguna máquina de refrescos calientes y compraba un café, como si algo en ese sabor le trajera alegría y paz, un sueño lejano como las fantasías de un dulce niño que mira las estrellas.

    La lluvia parecía no decidirse respecto a su intensidad: en la mañana fue la más suave de las lloviznas, pasando a una lluvia relajada, luego retractándose por completo como si se hubiera cerrado una llave, para luego terminar en fortísimas precipitaciones. Él seguía escuchando el viento y el agua golpeando los tejados y las ventanas, sacudiendo los árboles y llenando el campus, como si anhelara que todo ello le diera alguna respuesta; sin embargo, no obtuvo nada al final del día.

    Pese a estar tan distraído, logró terminar bien todas las cátedras del día y evitar ser regañado por cualquier cosa. Se abrigó, sujetó bien el bolso a su espalda y guardó su paraguas al notar que la lluvia había cesado por completo.

    Abrió la puerta de salida de la universidad y sintió el viento acariciarle el cabello; acomodó su bufanda y caminó por el gran campus hacia la salida. Con las manos abrigadas en los bolsillos de su chaqueta, caminó con calma y comodidad hacia su departamento, el cual se encontraba a varias cuadras de la Tōdai, creyendo que sería una excelente noche para caminar en paz y dar finalmente rienda suelta a su mente.

    No obstante, no caminó más de diez pasos cuando se interrumpió a sí mismo y miró hacia el oscuro cielo: aún caían algunas gotas. Cerró los ojos y dejó que la fría pero dulce sensación del agua rozando su frente calmara su alma; era un momento fugaz, mas bastaba para llenar su corazón de una manera totalmente inexpresable. Cuando se sintió lo suficientemente relajado, continuó su marcha.

    Las primeras ideas que llenaban su mente eran las de no haber caminado en tal paz desde hacía demasiados años, desde que era un niño quizás. El mundo ya no era como antes, y ciertamente esas caminatas lo demostraban. Su cuerpo, ya acostumbrado a moverse con cierta velocidad para evitar tanto a la multitud como ser objetivo de cualquier maleante, insistía en aumentar la velocidad, mas él mismo sentía la necesidad de ir con relajo, sobre todo conociendo el sector por donde iba y vivía.

    Sí, desde niño que no caminaba con calma, mirando los árboles de la vereda, los focos, los vehículos. Incluso llevaba puesto unos grandes audífonos externos, los que normalmente no los usaba para evitar un robo innecesario, los cuales llenaban sus oídos con una música suave y muy acorde al momento.

    No tarareaba ni pensaba en la música; tan solo se dejaba envolver por ella. No pensaba que estaba caminando, sino que pensaba en sus recuerdos y los diversos elementos que le parecían tan lejanos aunque hayan pasado sólo unos pocos años. De hecho, incluso se olvidó de su estado anímico, aunque caminaba con una tranquila y suave sonrisa.

    Sus pasos eran calmos, incluso hasta algo cortos, disfrutando de cada pisada que daban. El viento seguía acompañándole, mientras una que otra gota caía de lo alto para mojar un poco su pelo y rostro.

    Había recorrido un par de cuadras. Se detuvo en una esquina, esperando a que dieran la luz, mientras observaba a la gente. No podía comprender exactamente, menos en aquél momento, por qué las personas iban tan apuradas sin real razón, tan estresadas para consigo mismas, tan olvidadas de todo. ¿Serían los tiempos? ¿La época y las culturas que a través de ella surgen?

    Verde nuevamente. Cruzando la esquina, volvió a enfocar su atención a los árboles que marcaban el límite entre la calle y la vereda, volvió a enfocar su atención en su simple belleza y en cómo se agitaban con la suave brisa y el agua que los limpiaba de la contaminación de la ciudad.

    Después fijó su atención en los edificios. Muy rara vez se percata de la inusual belleza de las creaciones humanas, aunque prefiriera enormemente las casas; los edificios parecían tener un encanto especial aquella noche, como si fueran a verse más bellos y acogedores.

    A mitad de camino pasó frente a la entrada de uno de los templos sintoístas de la zona y pensó en la belleza de los cerezos… y entonces la recordó. Recordó su sonrisa y sus ojos esmeraldas brillantes y resplandecientes, cálidos y llenos de bondad y agradecimiento esa noche. Recordó el suave tacto de sus manos, la delicada figura que apenas se traslucía a través de la camisa que le prestó… Recordó la paz y alegría que transmitía mientras sostenía la abrigadora taza de café en sus manos.

    Miró un poco al suelo, sin detener su marcha, y enfocó sus pensamientos.

    Se preocupó, esperando que el dinero que le pasó le sirviera bien y alcanzara hasta que ella tomara alguna determinación. Anheló que evitara cualquier cosa peligrosa y que tuviera éxito en sus estudios. Deseó volver a verla, volver a ver esa sonrisa y esos ojos…

    Siguió caminando; no le quedaba mucho. Extrañamente sintió una ardiente necesidad, una juvenil urgencia, en sus labios. Comenzó a tratar de imaginar cómo sería besarla, abrazarla, apegarla a sí, acariciarle y tocarle… Anheló eso, aunque fuera imposible, aunque fuera un deseo casi prohibido.

    Sin embargo, al mismo tiempo que se detenía por otra luz roja, se percató de lo que estaba pensando. Para él no correspondía tener tales pensamientos, especialmente porque vio y conoció a la chica una única vez; no sabía quién era en realidad, qué clase de persona era en el fondo. Tan sólo eran conocidos, nada más, y por lo mismo ella no debería tener mayor relevancia. No obstante, ella tenía una viva imagen en su mente, y su corazón pareció darle importancia… ¿pero para ella él sería igual de importante?, terminó preguntándose.

    Es claro que ella tenía un problema y que él propuso una solución, un tanto drástica, sea dicho de paso, mas el no verla más daba la impresión de que todo estaba bien y que ella había logrado obtener una solución adecuada. Toda esa fugaz y tormentosa línea de pensamientos terminó en un abrupto suspiro, el cual le quitó la sonrisa.

    La nostalgia volvió a él y su mente se aletargó. Siguió caminando con tranquilidad, mas ahora sin pensamientos que bombardearan su cerebro; simplemente disfrutó del camino.

    Miró al cielo una última vez: daba la impresión de que la lluvia retomaría fuerzas. Mas ello no le importaba; con dicha o pesar en su corazón, estaba en paz. No obstante, cuando cruzó la última cuadra y volvió a bajar la mirada, una imagen interesante llamó su atención: parada junto a la entrada del edificio donde vivía se encontraba una muchacha.

    Veía cómo miraba en todas direcciones, como si esperase a alguien. Era delgada y bella, y su cabello le parecía extrañamente similar. Antes de comenzar a tener cualquier idea, ella le vio y, repentinamente, le saludó con la mano.

    Aceleró el paso; casi no podía creer lo que sus ojos le mostraban. Cuando finalmente llegó a unos pasos de ella, no tenía más dudas: era Sakura.

    -Buenas noches – le saludó, con una sonrisa.

    -Buenas noches – sonrió él, maravillado. – ¿Qué haces aquí?

    -La verdad es que quería preguntarte si…

    -La propuesta que te hice hace unas semanas, ¿verdad?

    -Sí… – respondió, ruborizada.

    Ambos se miraron en silencio unos momentos, hasta que él sonrió nuevamente.

    -Claro que eres bienvenida.

    -¡Gracias! – dijo, con la sonrisa más radiante que él jamás haya visto.

    La chica parecía a punto se saltar de alegría cuando se contuvo y le quedó mirando nuevamente.

    -¿No quieres subir por una taza de café? – preguntó él, con total naturalidad.

    -¡Claro!
     
  7.  
    Loe Essen

    Loe Essen Entusiasta

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    Creo que esta continuación es mejor de lo que hubiera imaginado...simplemente PERFECTA. Las descripciones intercaladas con acciones fueron tan hermosas...y los pensamientos de Syaoran fueron muy dulces (y atrevidos xD)
    Por cierto, soy de fanfiction desde hace muucho, pero me cree cuenta hace poco. No la usé mucho, por eso no te puedo decir si fui yo la que pidió la continuación (pero te juro que siempre la desee).
    Como escritor eres muy bueno, sigue así!
     
    Última edición: 12 Agosto 2013
  8.  
    Mary Shirou

    Mary Shirou Star Witch

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    Yay! Subiste la continuación!

    Bueno, ya la había leído, pero ahora tiene aún más detalles y me ha gustado bastante, en especial los pensamientos de Syaoran relacionados a esa búsqueda hasta dar con la necesidad de ver de nuevo a Sakura y luego encontrarla. Es casi romántico... Casi, porque falta mucho para que se de eso :P

    Sabes que como siempre te apoyo. Sigue adelante :D
     
  9.  
    Sakura Hanaby

    Sakura Hanaby Iniciado

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    muy buena la continuación, esta muy bien redactada te felicito, espero que no quede solo ahí, síguela por favor, bueno te deseo lo mejor!
    sayonara!
     

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