Ciudad Témpera

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 27 Agosto 2013.

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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Inari pareció pensativo durante un breve instante como si sopesara los pros y los contras del aquel ofrecimiento improvisado. Casi podía ver las ideas revoloteando en su cabeza como un enjambre de Combee. La comida siempre era una gran idea, especialmente cuando se trataba de negociaciones de paz con Pokémon.

    Devoró las galletitas con fruición, emocionado, y una pequeña sonrisa satisfecha o tal vez enternecida se dibujó en mis labios. Se me daban bien los asuntos diplomáticos, al parecer. Parecía que sería una paz firme.

    Ignoré como toda una profesional el hecho de que Liz nos sacaba fotos a escondidas—no era muy disimulada al respecto—, pero parecía tan feliz que no tuve ni cómo quejarme. Además era modelo, ¿no? Estaba acostumbrada a ser el objetivo de la lente de una cámara.

    Podría hacerme aún más fotos si tan solo accediera a trabajar como mi fotógrafa.

    —¿No has leído el chat grupal?—inquirí como si nada dirigiéndome al microondas para preparar té—. Miki perdió su bajo y las chicas la estaban ayudando a encontrarlo. Al final, el bajo estaba en el primer lugar que miró.

    Hice una breve pausa antes de enarcar una ceja y dirigirle una mirada de circunstancias.

    >>¿Crees que el chat grupal ha sido buena idea?
     
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    Andysaster

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    —Me quedé frita y hasta ahora no he tenido oportunidad de revisar —Le expliqué cuando me cuestionó el hecho de no haber leído el grupo con anterioridad. Comencé a teclear, enviando un par de mensajes mientras Mimi se dirigía hacia el microondas. Solté una risa nasal cuando recibí de inmediato una respuesta—. Conozco a Miki desde hace dos días, pero eso que dices suena demasiado a ella.

    Me disculpé con la chica por no haber podido responder sus llamadas y pronto le restó importancia a su manera. Intercambiamos un par de mensajes, dejé de atender la pantalla cuando Mimi me transmitió su inseguridad al respecto del grupo y en ese momento recibí (o recibimos, en realidad, aunque su teléfono estaba sobre la mesa) las fotos del concierto.

    Eran fotografías... bastante mal hechas, en realidad, pero desenfadadas. La mayoría estaban cortadas; mostraban a Poly en un cómico contrapicado, tocando el triángulo subido en una percha, o a Miki concentrada en su bajo, solo que con un zoom exagerado hacia el instrumento. Contemplarlas me dolía en el alma de fotógrafa en ciernes, pero no creía que hubiese mejor forma de mostrar al mundo su mensaje:

    Ser ellos mismos.

    —Creo, de hecho, que fue una idea brillante —afirmé, con cierto aire petulante, suavizado por la jocosidad de la situación. Le mostré la pantalla con las imágenes mientras hablaba—. Son personas particulares, pero siento que le añadirán cierto encanto a nuestros planes. Además —Me llevé una mano al mentón, cerrando los ojos con solemnidad—, tener un grupo en común nos ayudará a no caer en la rutina.

    Al abrir los ojos de nuevo le saqué la lengua, claramente bromeando, y volví a centrarme en el teléfono con una sonrisa en los labios. ¿Yo, aburrirme de ella? Ni en un millón de años. Para el poco tiempo que nos veíamos, además, resultaba ciertamente difícil algo así.

    >>Me estás haciendo un tecito también a mí, ¿verdad?
     
    Última edición: 7 Diciembre 2025 a las 4:52 PM
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Éramos personas muy diferentes. No solo Liza y yo, todas lo éramos. Tener un grupo de chat grupal podría terminar por resaltar aún más esas mismas diferencias... o por el contrario, disolverlas como quien disuelve un azucarillo en una taza de té, pero no me sentía particularmente optimista.

    Aika no tenía salvación, Miki era un misterio y Ai era un Seviper en el cuerpo de una mujer. Quería conocerlas más, que dejaran de ser desconocidas, pero me preocupaba los choques inevitables que nos traería un acercamiento periódico.

    Iba a ser interesante, eso sin ninguna duda. Tuve la certeza cuando White me mostró las fotografías que acababa de enviar Miki. La mayoría desenfocadas, cortadas o con un zoom exagerado. Ninguna se salvaba, pero transmitían una sensación de familiaridad y desenfado, era divertido mirarlas.

    Y Poly de verdad que tocaba el triángulo.

    Creía que estaba bromeando.

    Vertí el agua caliente en la taza mientras la escuchaba hablar de fondo. Cierto encanto a nuestros planes, decía... No lo calificaría como encanto, especialmente teniendo a alguien como Mamiya en la ecuación.

    >>Me estás haciendo un tecito también a mí, ¿verdad?<<

    Hah.


    —No. Porque siempre le pones una cantidad obscena de azúcar—había cerrado los ojos pero abrí uno solo de ellos al poco tiempo, interrogante—. ¿Quieres uno también?
     
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    Andysaster

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    —Creí que había hecho suficientes méritos el día de hoy para ganarme ese té con azúcar —Le recordé, poniéndole ojitos. Regresé al teléfono cuando escuché otra notificación, respondiendo su pregunta sin mirarla—. Sí, porfa. Si no sigo mi rutina no podré dormir por las noches.

    El resto de la noche se sucedió con calma. Nos acurrucamos para ver una película cualquiera a petición de Mimi, dejando nuestras tazas en la mesita para darle sorbos de tanto en tanto. La suavidad de las sábanas, la comodidad del colchón y el calor que irradiaba el cuerpo de Mimi fueron devastadores, y tardé apenas unos minutos en quedarme profundamente dormida. Yo no lo sabía, pero los párpados de Honda se cerraron al poco tiempo, y terminamos por caer rendidas después de un día tan agitado, en la seguridad que nos confería la presencia de la otra.

    La televisión siguió funcionando de fondo, bañando la habitación con sus colores. Cuando la película llegó a su fin la televisión se apagó, fundiendo a negro la habitación con ella.


    ***​


    Transcurrieron apenas dos horas cuando Mimi notó movimiento a su lado. Las sábanas se deslizaron sin hacer movimiento alguno, pues alguien más lo estaba haciendo por ella. Liza se había sentado en la orilla de la cama, observando un punto fijo de la habitación con detenimiento durante extensos segundos.

    Si le habló, no pareció escucharla.

    Se levantó de repente, con movimientos extrañamente ralentizados. Tenía la mirada perdida y una expresión ausente. Caminó por la habitación, desorientada en apariencia, y tras unos minutos se dirigió hacia el armario. Encontró el pomo y tiró, comenzando a hurgar por prendas sin ninguna clase de sentido.

    ¿Qué... Qué estaba haciendo? ¿Pretendía salir a alguna parte, quizás? ¿Pero a dónde a esas horas?
     
    Última edición: 10 Diciembre 2025 a las 4:20 AM
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    Yugen

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    —Nadie dijo que no puedas tomar té con azúcar—suspiré descruzando los brazos y puse una segunda taza dentro del microondas—. Pero si valoras tu salud deberías cuidar la cantidad. Te pondré tres cucharadas como máximo.

    Cuando la tazas estuvieron servidas no sentamos en la cama para ver alguna película sosa y sin gracia. Y digo sosa y sin gracia porque el argumento era desabrido y falto de gusto en su totalidad. Era una de esas películas lentas, sin giros de trama inesperados y con una progresión completamente predecible. Además, los actores eran malos hasta decir basta. Yo haría mejor trabajo que cualquiera de ellos con lo ojos cerrados y sin saberme el guion.

    Mis párpados empezaban a pesar y observaba la televisión con aburrimiento cuando sentí un peso repentino en mi hombro.

    —Pero Alfred, ¡debiste decírmelo!—tronó una voz femenina desde el televisor— ¿Qué voy a decirle ahora a mis hermanas?

    ¿A quién demonios le importaba? Las hermanas de Alice odiaban a Alfred menos de lo que yo empezaba a odiarlo. Menudo palurdo.

    Me acurruqué más bajo las sábanas y estaba empezando a quedarme dormida cuando dirigí mi mirada a la repisa. Allí había dejado a Amber Junior, aquel pequeño peluche de Shinx con su lacito rojo, y un pensamiento tan infantil como ridículamente tierno me punzó en el pecho.

    ¿Cuando había sido la última vez que me habían regalado un peluche? ¿Había sido papá? En algún momento entre mis ocho y mis diez había decidido que era demasiado mayor para ellos y había rechazado recibirlos. Pero en el fondo me moría por tener una habitación llena hasta arriba de peluches.

    Dirigí una mirada a Liza para asegurarme de que estaba dormida y lentamente me deslicé fuera de la cama y caminé hasta la repisa, recuperando rápidamente a Amber Junior y regresando al calor de las sábanas. El corazón me latía acelerado, desbocado casi, como si estuviera haciendo algo malo o prohibido.

    —Buenas noches, Liz—murmuré en voz baja apretando el peluche entre mis brazos—. Buenas noches, Amber.

    No hubo una respuesta vocal, tan solo una respiración profunda y acompasada. Pero el calor de las sábanas y el cuerpo ajeno me resultaron tan reconfortantes que con el rumor de la película de fondo y aquella sensación de familiaridad y paz, no tardé en quedarme dormida.

    Me mente se sumió en un sopor profundo y sin sueños, o al menos no logré recordarlos al despertar. Inesperadamente desperté al cabo de unas pocas horas al sentir movimiento a mi lado. Los muelles chirriaron ligeramente bajo el peso de un cuerpo.

    —Liz...—rezongué con pereza. Aferré mis dedos a la sábana que tenía encima al sentirla deslizarse fuera de la cama. Su movimiento había descubierto su lado y traído el frío consigo—. No me destapes, idiota...

    Aún mantenía los ojos cerrados y el ceño fruncido, debatiéndome entre el sueño y la vigilia. Cuando la película terminó, la televisión se había apagado automáticamente y sumió la habitación en sombras.

    No hubo respuesta.

    De hecho, todo lo que recibí fue un silencio pesado y extraño. Sentía su presencia en la oscuridad, el peso de su cuerpo sentado al borde de la cama, pero no dijo nada. Y eso era inusual porque hubiera respondido de estar despierta.

    ¿H-huh?

    —¿Liz?—repetí. Esta vez no era una queja si no una interrogante tintada de contrariedad.

    Estaba por acercar mi mano y tocar su espalda cuando se levantó repentinamente, sobresaltándome, y vi su silueta deslizarse hacia el armario en la oscuridad. Empecé a escuchar ruido y movimiento y mi mano buscó el interruptor de la luz de la mesita.

    Cuando la iluminación cálida inundó la instancia, White no pareció inmutarse. Parecía rebuscar en el armario de forma frenética, dándome la espalda, sacando ropa convenientemente doblada y arrojándola al suelo sin cuidado.

    >>¿Qué... qué estás...?—farfullé. La situación estaba tan fuera de lugar que había desgarrado las neblinas del sueño. La falta de una respuesta clara hizo que la inquietud anidara rápidamente en mi pecho y me hizo incorporarme de la cama y acercarme a ella—. ¡O-oye!
     
    Última edición: 10 Diciembre 2025 a las 9:25 PM
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    Andysaster

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    La exclamación de Mimi pareció alcanzarla durante un breve instante. Sus manos se detuvieron, la avalancha de prendas cesó su descenso y su respiración se aceleró en consecuencia. Se veía... agitada. Presa, tal vez, de una misteriosa urgencia.

    —Tengo... Tengo que... salir... —musitó. Arrastraba las palabras, fue difícil comprender lo que decía, como si estuviese hablando en sueños hacia una entidad invisible para Honda. Volvió a enterrar las manos en el interior de su armario, lanzando ropa a diestro y siniestro como si su vida dependiese de ello—. Va a venir... Sabe... dónde estoy...

    Una de las camisetas aterrizó en el rostro de Mimi, nublando momentáneamente su visión. Frustrada con la situación y la aleatoriedad de los hechos se aproximó hasta encararla del todo, y fue consciente al ver a Liza a los ojos que no la estaba enfocando en realidad. Su mirada se encontraba perdida, nublada por la bruma del sueño. Intentar hablarle o ponerle las manos encima tan solo incrementaba su visible tensión, haciendo que comenzase a temblar y a estremecerse como un cachorro asustado.

    >>Ngh... —La castaña retrocedió, abrazándose a sí misma hasta que su espalda encontró con brusquedad la superficie del armario—. N-No... ¡Suéltame...!

    Era evidente que no le hablaba a ella. Había algo, o alguien, que la estaba torturando en sueños. Mimi desconocía acerca de los episodios de sonambulismo de Liz, y mucho menos que estos se originaban más a menudo de lo que ella creía. Las pesadillas eran el aliciente perfecto, y Darkrai, por desgracia, la visitaba con una tortuosa frecuencia.

    Pero... ¿Por qué ahora? ¿Por qué no mostró señales antes?

    De repente se deslizó hasta acuclillarse en el suelo, adoptando la misma posición que había usado en el interior del ascensor, y Mimi lo comprendió todo. Sea lo que fuere que estuviese pasando, parecía estar viviendo una mezcolanza del suceso de aquel día junto a algo más, tal vez sus propias y recurrentes pesadillas. Su claustrofóbica experiencia debió haber removido lo suficiente a los demonios que habitaban en su propia psique, liberándolos del todo de sus cadenas.

    Sus labios se separaron, boqueando por aire con insistencia, y entonces pronunció un nombre que no esperaba volver a escuchar. Ese nombre que había formado parte de las propias pesadillas de Mimi y el resto de Holders hacía ya tanto tiempo.

    El nombre de su creadora.

    Tau.


    >>Ya... Ya viene... —Cubrió su cabeza con los brazos. Se veía tan pequeña y vulnerable en ese estado que a Honda se le arrugó el corazón. ¿Pero qué podía hacer contra una amenaza que se gestaba en su propia mente, tan lejos de su alcance?—. Necesito... salir de aquí... No quiero... No...

    Comenzó a sollozar, aterrada. Y se acurrucó más sobre sí, negando una y otra vez con la cabeza. Sus palabras proyectaron un miedo visceral que llevaba incrustado en su corazón quién sabía cuánto tiempo.

    Fue como si Liza abriese en ese instante las puertas de un sótano que había cerrado a conciencia bajo siete llaves, impidiendo que nada ni nadie pudiese asomarse jamás.

    Al menos, hasta ese entonces.

    >>No quiero... No quiero morir otra vez.
     
    Última edición: 11 Diciembre 2025 a las 4:43 AM
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