Ciudad Témpera

Mimi Honda

Abrí uno de mis ojos para mirarla y presté atención a esa tercera opción. Cierto. Había una gran posibilidad de que si los demás estaban masificados por la novedad y el lujo, el tercero no lo estuviese. Nunca había estado en un ryokan que no fuese lujoso pero ese era mi caso particular. Debían de existir, ¿no? Y si se ajustaba a nuestro presupuesto podíamos permitírnoslo y pagar el hospedaje a medias.

Lo que significaba... ¡que podría disfrutar de las aguas termales después de tanto!

—¡Liz, eres un genio!—la alabé con emoción en el semblante—. Apuntémoslo. Quizás puedas disfrutar de un genuino onsen en poco tiempo.

Un ryokan implicaba tres cosas: Aguas termales, yukatas y la ceremonia del té. No podía imaginarme a White bebiendo más de una vez de ese brebaje amargo sin una pizca de azúcar. Y había que hacerlo varias veces por protocolo despues de girar la taza dos veces en el sentido de las agujas del reloj.

Sabía ese tipo de cosas pero nunca las había practicado. Mi padre era de Sinnoh y mi madre de Galar, así que el té había estado siempre presente en mi vida pero no era algo tradicional. Quizás... protocolario.

—Pero me da vergüenza—repliqué con cierto tono orgulloso volteando el rostro cuando comentó que ella podría enseñarme—. ¿Qué clase de persona no sabe nadar con diecinueve años?

Repentinamente una almohada me golpeó en la cara.

>>¡Auch!—me quejé entre dientes y le devolví el golpe—. ¡O-oye! ¿Y eso a qué viene ahora?

Deja de recordarme que no estarás aquí mucho tiempo, ¿quieres?

Permanecí con los brazos cruzados y dirigí una mirada de soslayo a la estantería de CDS. Quizás el Centro Pokémon debería modernizarse y contratar plataformas como Pokéflix, pero ver películas en DVD tenía cierto encanto retro. Era el tipo de personas a la que le gustaba tener cosas físicas y poder tocarlas. Cuando compras algo físico era tuyo para siempre y nadie podría quitártelo sin constituir un delito de robo. Pero si lo que tenías era una subscripción en una plataforma de streaming para ver peliculas, ¿realmente tenías algo?

Not my cup of tea.

Mi mente regresó como un flashback repentino al día en que cocinamos profiteroles con Dante. Recordé su insinuación para recomendarle películas eróticas y mi corazón dio un pequeño brinco.

>>¿Alguna película que te llame la atención?<<

Ese... tipo de película. No, ¿qué estaba pensando? Me había podrido el cerebro.

Carraspeé.

—M-mhm... ¿alguna de terror, tal vez? ¿Recuerdas la película del Spinda psicópata que vimos en Gérie? Han sacado segunda parte: Spinsaw: La venganza. ¿Crees que será tan mala como la primera?

A mí me había dado miedo en su momento... ¡pero eso era porque era muy mala, obviamente!

>>El verdadero terror es la nefasta actuación de los protagonistas—bufé—. Cuando sea actriz jamás participaré en una producción tan pésima.

 

Liza White

Mi apunte pareció convencerle lo suficiente como para aceptar el plan y cerré los ojos, satisfecha, asintiendo cuando dijo que era un genio. Al menos no estaba tan ciega si podía percatarse de eso, heh.

Me encajó otro almohadazo, yo se lo devolví de nuevo diciéndole que era una pervertida e intercambiamos un par de golpes absurdos, discutiendo incoherencias y siendo esa clase de tontas que nos nacía ser cuando la otra andaba cerca. Al final el asunto quedó ahí y nos pusimos al rato, como si nada hubiese pasado, a discutir la película de turno que íbamos a ver juntas.

¿Acaso alguien nos entendía? Porque nosotras desde luego que no.

—¿Hm? —Me detuve un segundo a hacer memoria. ¿Spinsaw...?—. ¡Oh, esa película! ¡La del Spinda asesino! Arceus... casi parece una eternidad desde la vez que la vimos. Han cambiado muchas cosas desde entonces —Dirigí mi mirada al techo, con una sonrisa tintada de cierta nostalgia. Jugueteé con un mechón de cabello; en ese entonces aún lo tenía largo y odiaba siquiera tener que tratarlo, por eso lo ataba siempre con una coleta alta. Vestía cualquier cosa que pillase en el armario y aún creía que ser entrenadora sería lo mío... Casi parecía otra vida—. Me parece buena idea, veámosla. Si algún repartidor vuelve a asustarte al llamar a la puerta puedes refugiarte en mis brazos~.

Le saqué la lengua, claramente burlona, y con un impulso me erguí hacia delante. Bueno, tocaría día de relax en casa, pero no tenía por qué estar mal solo porque no estaba acostumbrada a estarme quieta. Mi cuerpo también necesitaba su dosis de descanso y lo había estado sometiendo a demasiada intensidad últimamente.

Podría... Podría lograrlo. Podría no hacer nada con éxito durante un día entero.

Creo.

—Mims, si me ves queriendo salir por esa puerta en lo que queda de día para algo que no sea buscar comida te permito que me ates a una silla —Le dije entonces, mirándola con determinación.

¿Una... silla? Me estaba tomando bastante en serio lo de cumplir mi confinamiento por ella, por lo que se ve.

 

Mimi Honda

Y tantas que habían cambiado. Realmente podían variar las cosas de forma dramática en un plazo de tiempo muy corto. Gérie me había dado una probada de la fama que tanto había querido alcanzar por años. Me había permitido descubrir lo que quería hacer y estaba esforzándome en ello desde entonces. Me habían independizado aún más de mi padre y de mi apellido que había sido prácticamente mi estandarte. Seguía siendo una Honda pero ya no era una parte tan importante de mi vida.

No era algo que me definía.

—Hmph—volteé el rostro y repliqué con cierto tono petulante—. No me asusté, me sorprendí porque no lo esperaba. Y además, sería ridículo que me asus-sorprendiese otra vez en la misma escena.

Ahora estaba preparada.

Su... curiosa sugerencia me hizo enarcar una ceja, suspicaz. ¿Atarla a una silla?

—¿Y luego la pervertida soy yo?—repliqué en un amago de risa—. Revisa esos estándares, Liz. Claramente están mal.

Me levanté de la cama para ir a por la película pero... no parecía estar entre los múltiples DVD's. ¿Por qué había pensando que una película que habíamos visto en Gérie estaría aquí? Drama. Drama. Oh, espera, ahí había una que parecía interesante. Drama.

Hice una mueca.

También había un vídeo recopilatorio de los combates acontecidos en los torneos de la región, algunos documentales sobre Pokémon y naturaleza y poco más que reseñar. Todas eran o películas muy antiguas o auténticos dramones. Salvo por un par de películas románticas no había nada más.

Por pura curiosidad miré en el fondo del estante pero tampoco había nada ahí. ¿Por qué debería haber algo siquiera? Que yo me hubiera encontrado con esa película de casualidad—de la que por cierto solo vi la primera mitad porque me quería morir—, no era una norma. En estas habitaciones se hospedaban entrenadores. Era un centro Pokémon, no un hotel del amor.

—Estas son las opciones que hay. ¿Te interesa alguna? La única película de terror es sobre un Hypno y no queremos ver eso.

Recordaba la descripción de la Pokedex sobre ellos.

"Lleva un péndulo en la mano. Una vez, hizo desaparecer a un niño al que había hipnotizado."

No gracias.

 

Liza White

Arrugué la nariz sin comprender. ¿Pervertida? ¿Qué problema había con la silla? ¿Acaso no se acordaba de lo que pasó la última vez que intentaron mantenerme recluida contra mi voluntad? Porque yo sí. Me enfermé en la Isla Milagro y necesité no de una, si no de DOS personas para vigilar que no me escapaba a explorar por mi cuenta.

Claramente la cuerda era necesaria.

Me reclamó con un tono petulante que solo se sorprendió y no se asustó cuando vio la película y agité mi mano como quien aparta una mosca, soltando un "Ya, ya~" claramente sin creerla ni un mínimo. Pareció tener suerte cuando fue a buscar la película y solo encontró puro y duro drama.

Rodé los ojos. Si estaba intentando mantenerme en la habitación no lo estaba consiguiendo con esas elecciones.

—Ah~ Te ahogas en un vaso de agua —Me levanté de la cama con un suspiro. Tendría que intervenir, qué remedio. Me acerqué a la televisión y la encendí, buscando posteriormente en mi teléfono una aplicación en concreto. Ladeé mi sonrisa entonces—. Ya que me antojaste ver la secuela, y que supuestamente estarás bien con eso, porque para nada te dará miedo... ¿Qué tal si me dejas hacer mi magia?

Conecté la cuenta de Pokéflix de mis padres a la televisión desde el teléfono. Quizás los centros Pokémon no se hubiesen modernizado lo suficiente, pero al menos los televisores no eran tan antiguos y me permitían hacer esta clase de cosas. Navegué por mi cuenta (mi foto de perfil tenía un Oshawott monísimo sonriendo hacia la pantalla) y no tardé demasiado en encontrar Spinsaw y su dichosa secuela.

>>¡Anda, pero si está aquí! Qué suerte, ¿eh, Mimi? —La miré de soslayo, con toooda la intención del mundo. Solté una risita baja y regresé a la cama después de cerrar las cortinas, palmeando el colchón a mi lado. Mejor con más oscuridad, para entrar bien en el mood—. ¿Vienes? Voy a darle al play.

Al menos las películas de terror sí mantenían mi atención en la pantalla lo suficiente como para no aburrirme. Ojalá fuese incluso mejor que la primera, le tenía fé.

 

Mimi Honda

Me cuerpo se tensó ligeramente, fue como si un rayo me hubiera caído encima. Eso... ¿eso se podía hacer? Ah, la audacia de esta mujer.

Liza cerró las cortinas para acomodar la habitación al ambiente y se sentó en la cama palmeando su lado para que yo hiciera lo propio. Jugueteé con un mechón de cabello tratando de demostrar que no me preocupaba tanto esta estúpida película como ella creía.

Una gota de sudor frío se deslizó por mi mejilla y esbocé una sonrisa ciertamente forzada.

—Muy bien.

Nada que hacerle.

Me senté a su lado con los músculos tensos preguntándome por qué había tenido que sacar el tema. Por supuesto que me había dado miedo en su momento. Las actuaciones eran malísimas, pero aún así la primera me asustó.

La trama era muy simple. Un grupo de personas desconocidas terminan siendo sometidas a un juego de escape room mortal por un... Spinda. ¿Por qué por un Spinda? Eran las criaturas más bobas del planeta, ni siquiera sabían dónde estaban parados. Literalmente se movían como si se hubieran pasado con el moscato.

El caso es que el Spinda de esta película se llamaba Zero, hablaba con una voz robótica e impersonal y tenía un particular y retorcido sentido del humor; cosas tan pequeñas como encerrarte con un contador regresivo y envenenarte con un gas tóxico si no te cortabas la mano para obtener una llave. Bromas muy normales y que cualquiera podía hacer.

Recogí mis piernas y le dirigí a Liza una mirada de soslayo en la oscuridad. La única luz que teníamos era la del televisor.

Me preguntaba si hubiera sido mejor haber aceptado su idea de ir a la playa.

 

Liza White

La película inició, una vez más, con otro juego macabro organizado por un Spinda. Esta vez le habían puesto un sobrenombre distinto: Zero. Y lo más curioso de todo es que a los desafortunados jugadores les habían colocado un tétrico reloj que de alguna forma los ataba para siempre a aquella nave en la que habían sido encerrados: si escapaban o se arrancaban el reloj de la muñeca, este inyectaría un veneno letal en sus venas, matándolos en el acto.

Me entró un escalofrío de solo pensarlo, y acaricié mi muñeca sin apartar los ojos de la pantalla. ¿Qué... haría yo en una situación así? Probablemente me arrancaría el reloj, presa de alguno de mis estúpidos impulsos mucho antes de que informasen de lo que sucedía si hacía algo similar. Sería la primera víctima, por idiota, y ahí acabaría mi recorrido por la película.

C'est fini.

La película llevaba un cuarto de hora y los chicos estaban tratando de resolver la primera escape room macabra cuando giré el rostro para ver qué tal iba mi valiente acompañante. Me sorprendí al atraparla observándome sutilmente de soslayo.

Independiente del motivo que tuviese detrás, me gustaba cuando hacía eso. No podía culparla, tampoco; me pasaba más veces de las que deseaba admitir. A veces me gustaba reparar en sus facciones, u observar su carita mientras dormía sin ninguna razón en particular.

Bueno, realmente sí había una.

Cuz she was very cute.

Había apoyado mi mejilla en la palma de mi mano y el codo sobre mi muslo, con las piernas cruzadas sobre el colchón cuando le dirigí una sonrisa suavecita y sedosa, como toda respuesta.

—Las fotos duran más.

 

Mimi Honda

La película era... horrible en todos los aspectos y sentidos de la palabra. Mala actuación, mala dirección, malos diálogos... y escenas predecibles que aún así me tensaban todos los músculos del cuerpo.

Tsk.

Después de haber visto cantidades ingentes de sangre real aquello no debería ser la gran cosa, pero sentía la imperiosa necesidad de esconderme debajo de la cama. Sin embargo y como eso sería patético, permanecí allí, tan tensa como una ramita a punto de partirse en dos.

Calma Mimi, respira. Puedes hacer esto.

¿Qué haría yo en una situación como esa? ¿Luchar por mi supervivencia o resignarme a aceptar un destino cruel? Tenía la certeza de algo. Jamás jugaría el juego ni sería el entretenimiento personal de Zero. Buscaría alguna forma de desmontar su teatro desde dentro y probablemente moriría intentarlo hacerlo.

En un escena particularmente tensa mis ojos volvieron a desviarse de la pantalla. Liza no parecía ni la mitad de asustada que yo. Estaba sumergida en la trama sin aparentes signos de temor con ojos despiertos y atentos.

Estaba sentada a mi lado, muy cerca y podía oler ese calmante perfume de lavanda en su cabello. Si me inclinaba un poco hacia el costado tocaría su hombro. Nuestras manos estaban cerca también. Sus dedos casi tocando los míos sobre la sábana en un roce fantasma y superficial, apenas la leve caricia de una pluma... pero podía sentir la electricidad recorriéndome la piel y terminando en la punta de mis propios dedos.

Era una atracción difícil de describir con palabras.

—¡¿H-huh?!—repliqué rápidamente ante su innecesario comentario y me sentí enrojecer tan rápido que agradecí la semioscuridad para poder disimularlo. Aparté el rostro hacia el costado y tensa, me llevé el dorso de la mano a los labios—. No sé de lo que hablas.

 

Liza White

Se tensó rápidamente y apartó la mirada, ensanchándome la sonrisa hasta cerrarme los ojos. La risa baja que me vibró en el pecho me descubrió los dientes.

Debía ser ilegal ser tan linda.

Volví el rostro de regreso hacia la película. Una de las chicas parecía tratar en ese momento de salvar desesperadamente a su amiga, y los gritos inundaron la habitación cuando algo la atacó de improviso, encogiéndome en mi lugar con un ligero espasmo. Parpadeé tras recomponerme del ligero susto, divertida. ¿Eh~? Nada mal. La sangre era bastante cutre, y la producción dejaba que desear, pero al menos me provocaba algo, y eso estaba bien. Era un tanto adicta a la adrenalina, a quién iba a engañar.

A pesar de observar nuevamente con ojos despiertos la película, era más consciente de la presencia de Mimi que antes. De su cercanía, más bien. Sin despegar la vista de la pantalla, mi mano libre se movió ligeramente hacia el costado, aparentemente distraída. Estiré el meñique hasta rozar el suyo, en un roce delicado y tentativo, apenas existente. Sentí su propia mano reaccionar ante mi repentino tacto, sacudida por un ligero chispazo; era pura electricidad la que nos recorría. Tenía la capacidad de acelerar ligeramente mi corazón en el pecho, mucho más que con la propia película.

Lentamente fui ascendiendo sobre su dorso, deslizando mis dedos con delicadeza. Al ver que no me apartaba elevé la mano hasta colocarme sobre la suya, y con dos de mis dedos tracé figuras sin importancia sobre su dorso, con caricias ligeras y relajantes. Una parte de mí buscaba infundirle confianza y seguridad; la otra, poder sentirla más cerca. Era un acto tan íntimo pero tan inocente, que reflejaba una complicidad silente entre ambas.

Pura química.

En determinado momento dejé de trazar siluetas, cuando la tensión en la escena y en los músculos de Mimi fueron palpables. Sentí su miedo como mío y entrelacé nuestras manos, sin girarme a mirarla en ningún instante. Apreté suavemente, y me mantuve al filo del asiento, deseosa de ver quién resultaba ser la siguiente víctima.

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Post patrocinado y basado en esta escena tan linda de Dandadan cuz estas dos son igual de cuties idgaf

https://x.com/rejwingdragon11/status/1951040843856650377?t=ZrB5GHlq1BrP_n64Sc5CjQ&s=19

 

Mimi Honda

Nuestra situación actual me hacía ser demasiado consciente de su presencia. Estaba en un estado de hipervigilancia sin notarlo y cualquier roce por su parte era un pequeño chispazo eléctrico en mi piel.

Incluso cuando se trataba de algo tan inocente como su meñique rozando el mío.

Mi corazón dio un pequeño brinco y me sobresalté, mis ojos regresaron a su mano brevemente antes de desviar la mirada de nuevo. ¿Qué... qué estaba haciendo? ¿Amagar por causarme un infarto? De verdad que era idiota.

Abrumada momentáneamente sentí la necesidad de apartar mi mano pero no lo hice. Simplemente me quedé allí sintiendo el roce circular de su índice y su dedo corazón sobre mi dorso. Era un roce inocente y superficial, casi... dulce, pero lograba erizarme la piel. Quizás porque había sentido esos mismos dedos y movimientos circulares en otro lugar antes. Oh santo Arceus, ¿qué estaba pensando ahora? ¿Qué era? ¿Una pervertida de verdad?

Quizás era yo la que debía revisar sus estándares.

No sabía exactamente qué estaba buscando pero si era calmarme estaba lejos de conseguirlo. Mi atención se había desviado de las escenas de terror porque se había desviado de la película en su totalidad. Al menos no iba a asustarme así, ¿no?

Todo mi rostro estaba en llamas.

Debería ser legal si mi corazón estuviera latiendo más alto.

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*gasp* Really? Uncensored handholding right in front of my pizza?

 

Liza White

Mantuve mis dedos tiernamente entrelazados con los suyos el resto del tiempo. Creyendo, ingenuamente, que le estaba reconfortando de alguna forma cuando la realidad era bastante distinta. De haber sabido lo que en realidad estaba pensando, ¿habría permanecido así mucho más tiempo?

No. Probablemente le hubiese asestado otro almohadazo, de hecho. Pero por suerte para ella no era un pokémon psíquico para leer su mente. Tampoco deseaba hacerlo.

Me recosté aún más sobre mi palma, sintiéndome de lo más cómoda y entretenida con el rumbo que tomaba la película. El gore había incrementado con el tiempo y, los sustos, mejoraron. La película me pilló en más de una ocasión con la guardia baja y decidí, sin siquiera acabarla, que era bastante mejor que la primera. Curioso, porque las segundas partes no solían ser buenas. Pero para alguien acostumbrada al cine de terror como yo, que me generase algo ya era digno de elogio.

Apenas le quedaba menos de media hora a la película y empezaba a dudar de si el final sería tan predecible como había imaginado en un principio. Solo esperaba que al menos los niños sobrevivieran, pero esos solían ser términos que no solían aparecer en una misma frase en esta clase de géneros...

Pobres Stan e Ichigo, jo.

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Mimi, cariño, cómo te me vas a poner a pensar en cerdadas con una escena tan inocente y bonica? ;----; Te pongo un sad porque así me siento ahora mismo *se va a llorar*

 

Mimi Honda

En determinado momento sus dedos entrelazaron los míos y permanecimos allí, tan cerca, con su mano sobre la mía. No había sido capaz de mirarla en ningún momento, ni de moverme y sentía incluso las orejas enrojecidas.

Era difícil decirlo en la penumbra y no la estaba mirando, así que me pregunté si ella también estaría ruborizada. En qué estaría pensando ahora. No había dicho una sola palabra desde entonces y mi mente iba y venía a ningún lugar, dando vueltas en espiral hasta marearme.

Ugh.

Cuando regresé la atención a la película la escena había dado un giro brusco. La iluminación era mucho más oscura, tétrica, mientras el grupo de supervivientes corrían a lo largo de un pasillo bajo luces blancas que titilaban. Entonces se oyó una sierra eléctrica y ante el shock de los presentes, el brazo de uno de ellos cayó al suelo como el de un muñeco.

La sangre salpicó.

Chillé aterrada y no pude seguir mirando.

Cerrando los ojos con fuerza como si quiera escapar de esa situación mi primer impulso fue buscar refugio en el hombro de Liza.

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Pinche tsundere hormonal *le pisa un pie*

 

Liza White

Estaba tan concentrada en el clímax, en la recta final de la película, que el grito que Mimi profirió justo a mi lado me asustó lo suficiente como para soltar una exclamación ahogada. Di un brinco sobre el colchón, tratando de calmar el desaforado latido de mi propio corazón cuando la noté esconder su rostro en mi hombro, cerrando los ojos con fuerza.

Si quise reprocharle en algún momento su intento de ocasionarme un infarto el pensamiento desapareció de golpe. En su lugar ni siquiera lo pensé; la rodeé con mis brazos y la atraje hacia mí con suavidad, motivada por ese estúpido sentimiento de protección que me nacía al notar el más mínimo indicio de vulnerabilidad en otros.

Sus músculos se tensaron por inercia al continuar escuchando el estruendo de la propia película de fondo, de modo que le puse mi mano sobre su cabello, notando cómo mi presencia la calmaba un poco a pesar de todo.

—Te has tomado muy literal mi oferta de lanzarte a mis brazos, por lo que veo —Bromeé, sin ninguna clase de malicia detrás. Le permití acurrucarse mientras volvía los ojos a la pantalla, solo para percatarme de que ya solo quedaban dos personas vivas en escena. Oh, vaya—. ...Le queda muy poco a la película. ¿Puedes aguantar un poco más? —Murmuré, conciliadora—. ¿Por mí?

No sabía qué me hacía exactamente, pero era absolutamente débil a su faceta más vulnerable. De por sí volcaba ese lado maternal en todos, pero que fuese ella quien buscase protección en mí casi por reflejo a pesar de mostrarse usualmente tan compuesta y segura de sí misma frente a todos me hacía sentir... ¿especial? Como si estuviese viendo un lado de ella al que solo tenían acceso unos pocos.

No era una persona egoísta, pero en ese momento deseé que aquello solo sucediese conmigo. Fue un pensamiento estúpido y traté de espantarlo como si de una mosca se tratase, pero en su lugar la abracé con algo más de fuerza, sin apartar mis ojos de la pantalla.

Últimamente estaba actuando un tanto extraña alrededor de ella. Esperaba que aquellas emociones contradictorias y atolondradas remitiesen pronto.

 

Mimi Honda

Había sido un impulso, no lo pensé. Necesitaba esconderme y ese fue el lugar más cercano que encontré. Podría haber usado una almohada pero ella estaba demasiado cerca. Solté un ruidito quejumbroso por lo bajo, un "nnn~gh" agudo y alargado mientras luchaban por mantener mi orgullo al mismo tiempo que temblaban de cabeza a pies por una estúpida película de terror.

—Ahora no es buen momen- ¡Eeek!—comencé a replicar pero mi voz se cortó bruscamente cuando un estruendo procedente del televisor me hizo ahogar una exclamación contra su hombro. Quería pedirle que se callara y dejara de molestarme y aunque no lo hice, pareció pillar la indirecta. De modo que solo me quedé allí hundida contra su hombro, sintiendo la imperiosa necesidad de huir del mundo. ¡Se suponía que no tenía miedo, que esto no era la gran cosa para mí...!

Qué equivocada que estaba.

Liza intentó calmarme. Sentí su mano entre mis mechones dorados y su presencia y el aroma a lavanda impregnado en su cabello y su ropa me resultó conciliador. Era su olor, uno que relacionaba inconscientemente con cosas buenas y momentos felices. Era... absurdamente cálido.

Cuando dejó ir mi mano para rodearme con sus brazos y atraerme más hacia sí la dejé hacer sin oponer resistencia y asentí tenuemente contra su hombro sin encontrar las palabras para nada más.

Era patético pero no podía evitarlo. Estaba temblando incluso.

Esa... película estúpida no podía acabar lo suficientemente rápido.

 

Liza White

Se dejó hacer, ocultándose en mi hombro y yo dejé de molestarla. La sentí temblar incluso y me ajusté un poco mejor, internándome algo más en el centro del colchón para que pudiese acogerse a una postura un poco más cómoda para ambas.

La película se sucedió soltando todo lo que se habían guardado hasta entonces en un despliegue de sangre, vísceras y plot twists forzados, prácticamente salidos de la nada. La narrativa realmente no era lo suyo, y se notaba.

En cualquier caso a veces podía ser más simple que el mecanismo de un botijo, así que para mí estuvo bastante bien. De vez en cuando me estremecía con algún que otro susto, o soltaba una exclamación bajita y ahogada, abriendo la boca como si no creyese lo que veían mis ojos.

¿De verdad acababan de...? ¡Pero qué repelús!

El apogeo de los cutres efectos especiales y la narrativa cuestionable llegó a su fin cuando descubrieron la identidad de Zero. Tan solo lograron escapar dos personas, pero eran las suficientes para hacer justicia y poder correr la voz de lo que había acontecido en aquel macabro y tétrico juego. Se notaba que la parte de terror en sí había remitido, aunque la película no había llegado a su fin. Quedaban las despedidas y los cierres pertinentes en cada historia.

—Ya ha pasado todo —La llamé entonces a media voz, aguardando a que saliese de su pseudo-escondite. Los protagonistas paseaban por un jardín en ese instante, haciendo memoria de todo lo que habían vivido, y la música invitaba a la calma después de la montaña rusa de emociones que había supuesto todo lo demás—. No suelen poner jumpscares en esta parte, así que ya puedes mirar.

 

Mimi Honda

¿Por qué de todas las películas había tenido que elegir una gore? Yo misma había visto a una mujer de verdad destripada en una mesa de metal. La zorra de Ellie McRoy había estado entre rejas por eso y después había muerto en la Prisión Boceto tras la locura que causó Erwin por su relación con el P.A.M.

Pero la imagen de Nina, abierta en canal, jamás se borraría de mi mente. Aún tenía pesadillas con eso. Un instante había estado hablando con ella buscando pistas sobre la desaparición del niño y al siguiente la veía muerta, abierta en canal y con mi nombre escrito con su sangre en la pared contigua. A veces me despertaba en mitad de la noche con el estómago vuelto del revés y corría al baño para vomitar.

Por supuesto que esa estúpida película me causaba terror.

Liza parecía muy interesada con el desarrollo de los acontecimientos. De vez en cuando la sentía tensarse o ahogar exclamaciones de sorpresa, pero en ningún momento me soltó o relajó su agarre hasta que lo peor pasó.

Negué con la cabeza con labios tensos.

—Claro que no, tonta—murmuré con una voz muy bajita, casi un hilo frágil—. Las películas de terror no terminan hasta que salen los créditos. Al final seguro aparece el asesino de forma inesperada para dar pie a una tercera parte...

 

Liza White

Quizás Mimi se preguntase en algún momento cómo había estado tan relajada durante el transcurso de la película. Después de todo, habíamos vivido las mismas experiencias traumáticas. Había pasado, incluso, por un episodio muy severo hacía un año, del que aún a día de hoy me estaba recuperando.

¿Entonces? ¿No se suponía que tenía todas las papeletas para revivir mi trastorno de estrés post traumático viendo una película tan sanguinaria como esa? Mi expresión de asombro y de interés se veían muy genuinos. ¿Qué... se le estaba escapando?

Quizás en algún momento uniese los puntos. Cuando reviviésemos recuerdos compartidos de nuestros años como holder y se percatase de que solo ella recordaba algunos. Quizás entonces notase las lagunas y lo rota que se encontraba mi psique en realidad.

La forma que mi cabeza tenía de lidiar con la intensidad de mi trauma, o al menos eso me comentó la psicóloga al inicio de nuestras sesiones. Enterrarlo hasta olvidar que había existido uno en primer lugar. Sonaba cobarde y absurdamente repulsivo, ajeno a todos mis ideales. Pero la mente funcionaba de formas impredecibles.

"Amnesia disociativa"​

—Eso sería demasiado... —repuse, o al menos hice el intento. Entonces un Spinda shiny apareció en pantalla, con una máscara igual a la que había tenido Zero, dejándome con la palabra en la boca. Tras un fundido a negro, vinieron los créditos—. Okay, eso ha sido demasiado preciso. ¿Estás segura de que no quieres que vayamos a por un cupón de lotería o algo así?

 

Mimi Honda

Por supuesto que no lo sabía pero incluso si lo supiera jamás la llamaría cobarde. Las cosas que vivimos y vimos con nuestros propios ojos... no debería haberlas visto nadie. La CSG había buscado nuestra colaboración pero éramos un grupo de niños que jamás debieron haber sido sometidos a nada de eso. Yo no había estado en el futuro, de modo que tan solo conocía de oídas los horrores que acontecieron ahí... pero sabía de la muerte, de la sangre y del odio. Si supiera que Liza lo había olvidado lo dejaría así. Me esforzaría para que no lo recordase.

Suspiré.

—¿Es la primera película de terror que ves?—cuestioné apartándome de su abrazo lo suficiente para dirigirle una mirada de circunstancias—. Era obvio que iba a pasar eso. Tienes que tener mucho cuidado con las películas de terror, especialmente con las malas.

Me crucé de brazos y abrí vagamente tan solo uno de mis ojos.

>>Crees que todo está bien y que lo peor ya pasó y se regocijan sádicamente en su mediocridad con un último detallito que te dará pesadillas. Quizás haber visto el documental sobre la interesante vida de los Magikarp en libertad hubiera sido mejor que esto.

Hubo un breve silencio después. La película había terminado, pero aún era apenas media tarde. Y no había gran cosa que pudiéramos hacer. Salvo, tal vez... ¿seguir ayudándola a estudiar para el examen Ranger?

>>Entonces, ¿cuál es el plan ahora?

 

Liza White

Le estiré las mejillas cuando se apartó lo suficiente para poder mirarme, devolviéndole la mirada de circunstancias como si de un manto espejo se tratase.

—Eres una dramática —mencioné, y la liberé más pronto que tarde. Apagué el televisor y me tumbé sobre la cama, desconectando la película de mi propio teléfono mientras hablaba—. Las películas de terror son las mejores. Que no sepas apreciar su encanto y prefieras ese muermo de colección de películas dramáticas que querías hacerme ver no es mi problema —La miré desde abajo y estiré mi párpado hacia abajo, sacándole la lengua al mismo tiempo—. Miedica.

Posibles almohadazos después vino la pregunta de rigor. Eran casi las tres de la tarde, y decidí que mientras discutíamos lo que haríamos a continuación, podría pedir el almuerzo a domicilio. Accedí a la aplicación de turno mientras conversábamos sobre eso.

—Debería seguir estudiando. No toco el libro desde hace dos días, cuando cierta persona me distrajo —Como suspendiese ese examen significaba un retraso significativo en obtener mi segundo rango... ¡Y estaría aún más lejos de mi objetivo de mudarme a Galeia!—. Podríamos seguir con la mecánica de aquella vez, la de contar algo que la otra no conozca. Estaba divertido —Le puse morritos entonces, divertida con mi propia tontería—. O podrías recompensarme con besitos cada vez que acierte. Así seguro que me motivo~.

Pobre Mimi. La que le había caído conmigo.

 

Mimi Honda

Las películas de terror son las mejores decía. Me gustaría saber cómo exactamente. ¿Causando a la gente terror a dormir por la noche? ¿Qué clase de sadomasoquista disfrutaría algo así? Alguien sádico al que le gustaba ver sufrir a otros y alguien que gozaba siendo partícipe de que le hicieran sufrir a él.

—¿Ah sí? Las películas dramáticas al menos tienen un peso argumentativo más sólido que sangre por acá y tripas por allá—repliqué cruzando los brazos—. No es puro morbo, es arte. Conmover a alguien con una historia tiene mucho más peso que asustarlo. El miedo apela a la supervivencia, el drama es una llamada al alma—le dirigí una mirada de soslayo. La vena me saltó en la frente cuando se burló de mí—. Hah. Hay que ser masoquista para que te guste algo así.

Después de un intercambio de almohadazos muy maduros por nuestra parte, Liza volvió a acordarse de estudiar. La noche pasada no terminamos la sesión porque... b-bueno, pasaron cosas. Y ese examen era importante para ella. Si no alcanzaba el tercer rango no podía trasladarse desde Almia, no podríamos compartir piso y apenas nos veríamos las caras debido a la exigencias de la vida adulta.

No... no quería eso.

Ya que no íbamos a hacer nada en particular ese día, bien podíamos aprovecharlo en algo productivo. Podíamos seguir la mecánica y aprender más de la otra.

Pero por algún motivo o porque sencillamente era esa tonta que disfrutaba poniéndome nerviosa, tuvo que mencionar aquella estupidez.

La almohada voló y se estrelló directamente en su cara.

Rechazado.

—Beso dulce fue muy poco efectivo—bufé airada. Me ardían las mejillas pero lo ignoré como una profesional—. Ve a por ese libro. Ya pido yo algo de comer.

Tomé su móvil y estuve un rato repasando las opciones sobre qué pedir. Habíamos comido sushi la noche pasada y pasta la anterior a esa. No me gustaba la comida picante ni tampoco aquellas demasiado pesadas. Y pedir en el Mime Donald's era un rotundo no.

>>¿Quieres pad thai?—inquirí al cabo de un tiempo. Hubo un breve pero muy obvio silencio y alcé la mirada de su teléfono cuando no respondió. Suspiré—. Es carne de ave, generalmente Pidgey, con fideos de arroz y tofu salteada en un wok. También lleva lima y tamarindo.

Y volteé el teléfono para que viera la imagen.

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Me hace gracia porque tanto que te guste el terror como que te guste el drama es bastante masoquista JAJAJA

La hipotenusa-

PD: Como fan del terror confirmo que masoquista se nace, no se hace-

 

Liza White

—No intentes pintarlo bonito. Quizás a mí me gusta que me asusten porque soy una adicta a la adrenalina, pero a ti te gusta que te hagan llorar —Solté el aire por la nariz enarcando una ceja a su vez, escéptica—. ¿Quién es la masoquista aquí en realidad?

Me levanté del colchón habiendo recibido otro almohadazo de regalo bastante innecesario, y fui a buscar el libro a regañadientes, sobándome la zona afectada con el ceño ligeramente fruncido y soltando quejas y gruñidos por lo bajo. Estúpida mujer. ¿Por qué me tenían que gustar las difíciles? ¿Quizás Mimi tenía razón y era la verdadera masoquista de las dos?

Rebusqué en los cajones hasta que hallé el libro y las tarjetas, recogidas con una goma del pelo. Entonces me preguntó si quería comer otra de sus cosas raras y le dirigí una mirada significativa. ¿Otra vez probando cosas nuevas? Esto no eran vacaciones, era una reclusión culinaria y me estaban reteniendo contra mi voluntad.

—Quiero pizza —Me quejé, tajante, cruzándome de brazos sin apartar mi mirada de ella al regresar a su lado. Muy bonita la imagen que me mostró y todo lo que tú quieras, pero me habían privado de mi comida favorita anoche con aquel estúpido motín y tenía un antojo muy grande—. Si no como pizza en la siguiente hora moriré y tú serás la responsable. Espero que puedas vivir con eso en tu conciencia.

¿Podía dejar de ser exagerada por cinco minutos? Claramente no.

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Yo estoy de acuerdo con Mimi, estúpidas películas de terror-