Ciudad Témpera

Mimi Honda

Abrí uno de mis ojos para mirarla y presté atención a esa tercera opción. Cierto. Había una gran posibilidad de que si los demás estaban masificados por la novedad y el lujo, el tercero no lo estuviese. Nunca había estado en un ryokan que no fuese lujoso pero ese era mi caso particular. Debían de existir, ¿no? Y si se ajustaba a nuestro presupuesto podíamos permitírnoslo y pagar el hospedaje a medias.

Lo que significaba... ¡que podría disfrutar de las aguas termales después de tanto!

—¡Liz, eres un genio!—la alabé con emoción en el semblante—. Apuntémoslo. Quizás puedas disfrutar de un genuino onsen en poco tiempo.

Un ryokan implicaba tres cosas: Aguas termales, yukatas y la ceremonia del té. No podía imaginarme a White bebiendo más de una vez de ese brebaje amargo sin una pizca de azúcar. Y había que hacerlo varias veces por protocolo despues de girar la taza dos veces en el sentido de las agujas del reloj.

Sabía ese tipo de cosas pero nunca las había practicado. Mi padre era de Sinnoh y mi madre de Galar, así que el té había estado siempre presente en mi vida pero no era algo tradicional. Quizás... protocolario.

—Pero me da vergüenza—repliqué con cierto tono orgulloso volteando el rostro cuando comentó que ella podría enseñarme—. ¿Qué clase de persona no sabe nadar con diecinueve años?

Repentinamente una almohada me golpeó en la cara.

>>¡Auch!—me quejé entre dientes y le devolví el golpe—. ¡O-oye! ¿Y eso a qué viene ahora?

Deja de recordarme que no estarás aquí mucho tiempo, ¿quieres?

Permanecí con los brazos cruzados y dirigí una mirada de soslayo a la estantería de CDS. Quizás el Centro Pokémon debería modernizarse y contratar plataformas como Pokéflix, pero ver películas en DVD tenía cierto encanto retro. Era el tipo de personas a la que le gustaba tener cosas físicas y poder tocarlas. Cuando compras algo físico era tuyo para siempre y nadie podría quitártelo sin constituir un delito de robo. Pero si lo que tenías era una subscripción en una plataforma de streaming para ver peliculas, ¿realmente tenías algo?

Not my cup of tea.

Mi mente regresó como un flashback repentino al día en que cocinamos profiteroles con Dante. Recordé su insinuación para recomendarle películas eróticas y mi corazón dio un pequeño brinco.

>>¿Alguna película que te llame la atención?<<

Ese... tipo de película. No, ¿qué estaba pensando? Me había podrido el cerebro.

Carraspeé.

—M-mhm... ¿alguna de terror, tal vez? ¿Recuerdas la película del Spinda psicópata que vimos en Gérie? Han sacado segunda parte: Spinsaw: La venganza. ¿Crees que será tan mala como la primera?

A mí me había dado miedo en su momento... ¡pero eso era porque era muy mala, obviamente!

>>El verdadero terror es la nefasta actuación de los protagonistas—bufé—. Cuando sea actriz jamás participaré en una producción tan pésima.

 

Liza White

Mi apunte pareció convencerle lo suficiente como para aceptar el plan y cerré los ojos, satisfecha, asintiendo cuando dijo que era un genio. Al menos no estaba tan ciega si podía percatarse de eso, heh.

Me encajó otro almohadazo, yo se lo devolví de nuevo diciéndole que era una pervertida e intercambiamos un par de golpes absurdos, discutiendo incoherencias y siendo esa clase de tontas que nos nacía ser cuando la otra andaba cerca. Al final el asunto quedó ahí y nos pusimos al rato, como si nada hubiese pasado, a discutir la película de turno que íbamos a ver juntas.

¿Acaso alguien nos entendía? Porque nosotras desde luego que no.

—¿Hm? —Me detuve un segundo a hacer memoria. ¿Spinsaw...?—. ¡Oh, esa película! ¡La del Spinda asesino! Arceus... casi parece una eternidad desde la vez que la vimos. Han cambiado muchas cosas desde entonces —Dirigí mi mirada al techo, con una sonrisa tintada de cierta nostalgia. Jugueteé con un mechón de cabello; en ese entonces aún lo tenía largo y odiaba siquiera tener que tratarlo, por eso lo ataba siempre con una coleta alta. Vestía cualquier cosa que pillase en el armario y aún creía que ser entrenadora sería lo mío... Casi parecía otra vida—. Me parece buena idea, veámosla. Si algún repartidor vuelve a asustarte al llamar a la puerta puedes refugiarte en mis brazos~.

Le saqué la lengua, claramente burlona, y con un impulso me erguí hacia delante. Bueno, tocaría día de relax en casa, pero no tenía por qué estar mal solo porque no estaba acostumbrada a estarme quieta. Mi cuerpo también necesitaba su dosis de descanso y lo había estado sometiendo a demasiada intensidad últimamente.

Podría... Podría lograrlo. Podría no hacer nada con éxito durante un día entero.

Creo.

—Mims, si me ves queriendo salir por esa puerta en lo que queda de día para algo que no sea buscar comida te permito que me ates a una silla —Le dije entonces, mirándola con determinación.

¿Una... silla? Me estaba tomando bastante en serio lo de cumplir mi confinamiento por ella, por lo que se ve.

 

Mimi Honda

Y tantas que habían cambiado. Realmente podían variar las cosas de forma dramática en un plazo de tiempo muy corto. Gérie me había dado una probada de la fama que tanto había querido alcanzar por años. Me había permitido descubrir lo que quería hacer y estaba esforzándome en ello desde entonces. Me habían independizado aún más de mi padre y de mi apellido que había sido prácticamente mi estandarte. Seguía siendo una Honda pero ya no era una parte tan importante de mi vida.

No era algo que me definía.

—Hmph—volteé el rostro y repliqué con cierto tono petulante—. No me asusté, me sorprendí porque no lo esperaba. Y además, sería ridículo que me asus-sorprendiese otra vez en la misma escena.

Ahora estaba preparada.

Su... curiosa sugerencia me hizo enarcar una ceja, suspicaz. ¿Atarla a una silla?

—¿Y luego la pervertida soy yo?—repliqué en un amago de risa—. Revisa esos estándares, Liz. Claramente están mal.

Me levanté de la cama para ir a por la película pero... no parecía estar entre los múltiples DVD's. ¿Por qué había pensando que una película que habíamos visto en Gérie estaría aquí? Drama. Drama. Oh, espera, ahí había una que parecía interesante. Drama.

Hice una mueca.

También había un vídeo recopilatorio de los combates acontecidos en los torneos de la región, algunos documentales sobre Pokémon y naturaleza y poco más que reseñar. Todas eran o películas muy antiguas o auténticos dramones. Salvo por un par de películas románticas no había nada más.

Por pura curiosidad miré en el fondo del estante pero tampoco había nada ahí. ¿Por qué debería haber algo siquiera? Que yo me hubiera encontrado con esa película de casualidad—de la que por cierto solo vi la primera mitad porque me quería morir—, no era una norma. En estas habitaciones se hospedaban entrenadores. Era un centro Pokémon, no un hotel del amor.

—Estas son las opciones que hay. ¿Te interesa alguna? La única película de terror es sobre un Hypno y no queremos ver eso.

Recordaba la descripción de la Pokedex sobre ellos.

"Lleva un péndulo en la mano. Una vez, hizo desaparecer a un niño al que había hipnotizado."

No gracias.