Contenido oculto: With my hand down her waistband (8) Mimi Honda Enloquecerme era un eufemismo. Probablemente no existía una palabra apropiada para lo que sea que me hacía sentir, pero estaba segura de que sobrepasaba los límites de la locura. Era crudo y visceral. Me hacía temblar desde dentro, me hacía querer gritar, me hacía desear empujarla contra la cama, sentarme sobre ella con mis muslos a ambos lados de sus mejillas y que me devorase como lo estaba haciendo hasta que perdiese por completo la razón. —C-cállate—le recriminé en un jadeo tembloroso, casi un siseo, completamente fuera de mí. No podía contener mis gemidos ni el volumen de mi voz—. Esto es tu culpa. Sigue llamándome "princesa" y vamos a tener problemas graves, Liz. Si quieres que termine por atarte las manos al cabecero de la cama esa es una gran forma de lograrlo. Pero sí, era caprichosa. Era estúpidamente egoísta, especialmente cuando se trataba de ella. Y lo quería todo. Quería toda su atención. Quería sus más y sus menos. Quería que me llevase al cielo y al infierno al mismo tiempo. Le había dicho que le pondría un collar, pero honestamente me importaba bastante poco si quería ponerme uno ella y atarme con una bonita correa a juego con mis ojos. La idea era humillante, de hecho, pero al mismo tiempo increíblemente estimulante y me erizaba la piel el pensar en darle una patada a mi trono y mandarlo a la mierda. Luego lo recuperaría con más fuerzas que antes, retomaría mi orgullo y mi corona y me sentaría en él, devolviéndole con creces hasta el último orgasmo. Pero tendría que ganárselos primero. No podía repetir mi nombre las veces suficientes. No había un suficiente. Si realmente quería jugar con el poder no tenía intención alguna de negárselo. Pero debía ser consciente de las consecuencias. Había límites muy peligrosos en juego. Sin embargo, no podía pensar en límites, ni en el poder, ni en mi estúpido orgullo de plástico cuando tenía sus dedos dentro de mí y mi cuerpo se apretaba a su alrededor reclamando más y más, negándose a dejarla ir. Cuando su lengua parecía haber encontrado su entrenamiento particular en mi clítoris y mi cuerpo sofocado y en llamas no podía procesar nada más. Estaba abrumada, sobrecargada de sensaciones. Nunca había experimentado nada igual. Mis momentos de autodescubrimiento no podían compararse. ¿Siempre era así? ¿Era tan jodidamente intenso todo el tiempo? ¿O había alguna otra variable porque... era ella y nadie más? Mis piernas se apretaron en torno a sus hombros rodeándola y negándose a permitirle apartarse de mí. La necesitaba casi con desesperación y no había un solo centímetro de mi cuerpo que se lo negase. —Liz... N-no puedo...—mi voz se cortó bruscamente cuando volví a gemir, mi respiración era un desastre pesado y turbulento. Todo era tan intenso que podía sentir lágrimas acumulándose en mis ojos—. Tu boca... n-no, maldita sea... se siente increíble. Voy a... ¡Voy a...! Incluso los dedos de mis pies se curvaron cuando mi espalda se arqueó en un arco casi perfecto. Mis caderas se elevaron de forma involuntaria y el último cable que ataba mi raciocinio se cortó. Casi grité. Puro éxtasis recorriendo mi cuerpo. Contenido oculto DESHO? Jokes on you si piensas que no está en la playlist ya uvu. Esa y las dos de Zolita que te pasé. Aquí vivimos for the sapphics-
Liza White Sus piernas se tensaron en torno a mis hombros y su espalda se arqueó, presa de una descarga eléctrica sin precedentes. Me sonreí contra su piel, satisfecha y victoriosa, pero seguí insistiendo un poco más. Hasta que el agarre de sus piernas se aflojó lo suficiente y sus brazos se desplomaron sin fuerza sobre el colchón. Me relamí, algo más acostumbrada que antes a ese sabor dificil de definir y me erguí del todo, sintiendo los músculos algo entumecidos. Acaricié sus muslos con suavidad y los sostuve hasta dejarlos con una delicadeza absurda sobre las sábanas, permitiéndome observarla durante unos instantes. Se le habían cristalizado los ojos y respiraba con dificultad, saturada de neuroquímicos y sensaciones viscerales. Distaba tanto de la imagen que le daba usualmente a los demás que se sentía casi prohibido. Entonces reparé en que temblaba ligeramente y el corazón se me encogió en el pecho, dominada por una inusitada ternura y sentimiento de protección. Había cambiado en muchas cosas, pero seguía siendo esa clase de tonta después de todo. —Ya, ya —Me recosté a su lado y la atraje hacia mí, cerrando los ojos con una ligera sonrisa. Estaba ardiendo, su cuerpo perlado en sudor pero yo no distaba mucho de su situación. Estábamos hechas un absoluto desastre—. Estoy aquí. No voy a irme a ningún lado. No es como si hubiese transmitido algo así per se, pero recordé las intensas sensaciones que simularon ahogarme cuando yo estuve en su lugar. Te dejaba en un estado de vulnerabilidad tal que te sentías completamente desprotegida, como un recién nacido dependiente de su progenitor. Era vergonzoso, te dejaba a merced de las circunstancias y quise que al menos me sintiese cerca. Era lo que ella me había permitido hacer antes, al fin y al cabo, en un arranque de excesiva consideración y amabilidad por su parte. Acurrucarme junto a ella el tiempo que hiciera falta. >>¿Me... he pasado un poco? —cuestioné al cabo de un rato, cuando su respiración se fue calmando lentamente y los temblores disminuyeron en intensidad. Acaricié su cabello como solía a hacerlo, soltando el aire por la nariz en una risa baja—. Ni siquiera sabía que se podía hacer eso. Solo... s-solo se me ocurrió sobre la marcha. ¿Algo así? Contenido oculto Excelente servicio miss uvu
Mimi Honda Solté un sonido entrecortado y casi mimoso cuando me abrazó sosteniéndome entre sus brazos y buscando calmarme. Me acurruqué contra su cuerpo con la respiración pesada buscando el refugio de su tacto. En medio de mi vulnerabilidad, de alguna manera, siempre encontraba refugio en ella. Era irónico. Era mi perdición y al mismo tiempo la solución a todos mis problemas. Hundí mi rostro en su cuello y dejé un pequeño beso allí, casi un agradecimiento mudo mientras mi mente en órbita regresaba a la tierra. Sentía que había tocado la morada de Arceus con los dedos. —Te has pasado siete pueblos—le reproché a media voz, agitada aún. Había fruncido el ceño ligeramente pero el gesto no duró. No tenía absolutamente nada que reprocharle. En lugar de eso mi voz fue apenas un murmullo contra su cuello cuando continué—: Me sorprendió, pero... ha sido increíble. Nunca había sentido nada igual. Me gusta... mucho la forma en la que me tocas. Incluso mis orejas estaban enrojecidas. —La próxima vez te lo devolveré con creces, ¿me oyes? Más vale que te prepares. Aún me temblaban las piernas y no creía que pudiera sostenerme de pie aunque quisiera. De modo que cerré mi mano en un puño sobre su pecho y apoyé mi cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro. Froté mi nariz contra su piel en un ademán ridículamente tierno y abrí los ojos, entrecerrados por las intensas sensaciones. El corazón se me iba a salir del pecho. >>Pero ahora, ¿puedes quedarte así y abrazarme un poco más? Solo... un poco más será suficiente. Contenido oculto uvu7