Ciudad Témpera

Mimi Honda

Enrojecí aún más por mucha razón que tuviese, y estaba por ignorarla y seguir caminando cuando sus palabras tuvieron un pequeño desliz.

—¿Tu... cámara?—aquello me llamó tanto la atención que descrucé los brazos. La sorpresa fue tal que rápidamente tomé sus manos entre las mías y la miré, suplicante— ¡Oh, cielos! ¡Dime que has decidido hacerte un huequito profesional en el mundo de la fotografía y que puedo prescindir del estúpido de mi fotógrafo!

Recordaba las fotos que me había enseñado en Ciudad Libertad. La composición, su forma de captar imágenes y colores... era una fotógrafa increíble. Tanto, que me parecía una completa pérdida de tiempo que no se centrase profesionalmente en ello. Junto a ser Ranger, quizá, pero que no lo dejase totalmente a un lado. Si quisiera, podría vivir de ello.

Pero... no parecía ser el caso e inmediatamente cambió el tema de la conversación. Mientras hablaba dirigí mi mirada a ningún lugar perdida en recuerdos del pasado. Tenía el poder de dejar huella en la gente... ¿pero qué tipo de huella? Alpha había vivido aterrado por años por mi culpa. Mi relación con Emily nunca había vuelto a ser la misma desde que me obsesioné con ella. Dante... a Dante no le había vuelto a ver el pelo desde la última vez. Todo a mi alrededor era una espiral catastrófica.

Tenía demasiadas manchas en el expediente.

—Me gustaría que esa huella fuera algo bueno—desvié la mirada hacia el río. Mi voz fue un vacío plano de emociones—. Creo que es lo menos que merecen.

 

Liza White

Su exabrupto nos tomó por sorpresa a ambos; Inari tuvo que dar un saltito al suelo y fue entonces cuando Mimi tomó mis manos, haciendo que la mirase sin comprender.

¿E-eh...? ¿Fotógrafa, yo?

—¡L-La cámara del móvil! ¡Me refería a la cámara del móvil! —Me excusé torpemente. Pero entonces las piezas hicieron click en mi cabeza y le dirigí una expresión de circunstancias—. Arceus, ¿hay alguien que te caiga bien en tu trabajo?

No esperaba que recordase esas fotos. Yo no las había notado tan especiales; tan solo me dejé llevar por lo que sentí que era lo más apropiado. No había estudiado nada acerca de composición e iluminación, simplemente me dejé fluir, sin más. Recordé que Dante también halagó la foto de antes, pero lo interpreté más como el halago orgulloso de un hermano mayor y dejé el tema estar.

Noté que Mimi se perdía un poco en sus pensamientos, y tomé una de sus manos para devolverla a la Tierra. Había visto un parque solitario justo a nuestro lado, y decidí arrastarla conmigo hacia allí porque... ¿Por qué no?

No había niños por allí, después de todo. Podíamos permitirnos ser unas crías por un rato más.

—Venga, la última que llegue a los columpios es un Exggecute podrido.

 

Mimi Honda

—Tú—dije simplemente cuando preguntó si había alguien en mi trabajo que me cayese bien. Aún estaba mirando hacia el río y mi voz fue baja y carente de fuerza. Tenía... demasiadas cosas en la cabeza—. Podrías estar ahí si quisieras. Solo piénsalo.

Parpadeé cuando la sentí tomar mi mano y traté de traer mi mente al momento presente. ¿Qué... acababa de decir...? Antes de poder reaccionar afianzó su agarre y tiró de mí dirigiéndose rápidamente hacia un parque cercano. Solté una exclamación ahogada. La noche había caído casi en su totalidad así que no había nadie alrededor.

—¿H-huh?—exclamé torpemente— ¡O-oye, se supone que si me llevas de la mano llegaremos las dos a la vez!

 

Liza White

Tiré de ella un par de metros, hasta que volvió en sí y abandonó esa espiral de pensamientos nefastos, y justo en el momento en el que hizo su brillante observación... la solté. No planeaba tirar de ella mucho más.

—¿Perdón? ¡No te escucho desde tan lejos! —bromeé y sprinté hacia los columpios. Aunque Mimi hubiese estado centrada dudaba que pudiese superarme en una carrera, el entrenamiento de los ranger me estaba matando por algo.

Me subí sobre el asiento y me sujeté de las cadenas, balanceando mi cuerpo lentamente de delante hacia atrás. Las luces de las farolas se encendieron hacía no mucho y corría una brisa refrescante por el lugar. No sabía cuánto tiempo hacía que no me subía a uno de estos cacharros, pero siempre merecían la pena.

El silencio se extendió entre nosotras por espacio de unos segundos, solo interrumpido por el quejido de las cadenas. Inari se había subido al castillo infantil y se hizo bolita, recargando un poco su escasa batería social.

—¿Sabes? —murmuré en determinado momento. Me había mantenido callada hasta entonces, reflexionando en silencio acerca de algo—. Existen más personas a las que les dejaste una huella positiva, más de las que crees. ¿Recuerdas a Nim? Ese niño conflictivo y rebelde que según me contaste asaltó a un grupo de personas y todo. Fuiste un ejemplo a seguir para él, uno bueno, y terminó reconduciendo sus pasos hacia una vida mejor. Era lider de gimnasio ahora, ¿cierto?

>>También... Ayudaste a Shai a superar sus miedos —La miré de soslayo, con una sonrisa suave en los labios—. Sí, vi retransmitido ese combate. Me pareció precioso lo que lograste en ese niño, aún si ni siquiera había sido tu intención en primer lugar. Desde entonces retransmite sus combates para todo el mundo y logró salir de su propia burbuja. Deberías sentirte orgullosa por eso.

>>Y... También me ayudaste a mí —finalicé. El rubor me alcanzó las mejillas; me daba vergüenza admitir algo así, aún si eran cosas que se sobreentendían en nuestra amistad—. Aunque no lo parezca he aprendido mucho de ti. Aprendí a defenderme en cierta medida, a no quedarme callada en según qué situaciones, y me pegaste un poquito tu gusto por la moda —Ah, mierda. Si me proponía de la nada ir a un centro comercial, con lo poco que me gustaban, me lo tenía más que merecido—. Me has ayudado mucho en todo este tiempo, de mil maneras distintas. Así que anima esa cara, ¿sí?

>>Si la gente te quiere es porque estás haciéndolo bien. No lo olvides nunca.

 

Mimi Honda

—¡H-hey!—me quejé cuando me soltó y echó a correr.

¡Era más rápida que un Arcanine usando velocidad extrema y yo no tenía ningún interés en ser un Exeggcute podrido! De modo que eché a correr detrás de ella... pero no le gané. A nadie le sorprendía, ¿verdad? Cuando alcancé finalmente el columpio me senté en él y el silencio se hizo después de eso. Sabía por qué lo había hecho, porque era esa boba. Y al verme perdida en mi propia mente no había encontrado nada mejor que cambiar radicalmente el rumbo de mi tren de pensamiento... con algo que se nos daba muy bien a ambas.

Ser un par de crías tontas.

En algún momento de la carrera había empezado a reír solo por eso. Porque quizás, en el fondo y a pesar de todo, seguíamos siendo unas niñas. Me hacía feliz esa sensación de libertad. De la brisa rozando mis mejillas y de la adrenalina de la propia carrera. Era... catártico.

Poco después de aquello me limité simplemente a sentarme en el columpio y cerrar los ojos. La noche había caído y el único sonido que perturbaba la paz era el chirrido de las cadenas mientras Liza se columpiaba. Y, poco después, su propia voz. Solté un pequeño ''¿Mhm?'' animándola a seguir hablando cuando decidió romper el silencio. Y entonces, abrí nuevamente los ojos.

Nim... ahora era líder del gimnasio de Aqualia y sustituía a Cory mientras este se encargaba del Alto Mando que podría haber ganado yo. Roxy, mi patrocinadora, me había encargado tratar con él y en un inicio lo hice simplemente porque no iba a dejar que estuviese causando problemas por ahí. Pero después... algo en él despertó en mí compasión y lo traté como a un hermano menor un poco perdido mientras trataba de reconducir sus pasos. Shai era un niño muy tímido, líder del tipo Bicho en Gérie. Lógicamente, lo había pasado horrible en su gimnasio y solo quería salir corriendo de allí. Pero Shai, a pesar de su timidez intentó comprenderme, incluso se disculpó conmigo cada vez que sacaba uno de sus pokémon de tipo Bicho a combatir. Cuando vencí, le prometí que superaría mi entomofobia y que lograría estar junto a un insecto sin sentir que moriría.

Y por último...

Sus palabras tuvieron un gran efecto en mí. Si lo comparaba con algo, debió ser con la música del piano en una sala vacía. El sonido profundo haciendo eco y reverberando en la pared.

—Tú también me has ayudado, ¿sabes?—admití tras un breve silencio. Mi voz fue pequeña y sonó ligeramente quebrada—. Principalmente a ser más honesta, tanto con los demás como conmigo misma. Es difícil serlo cuando has vivido toda tu vida en tu propia burbuja, siendo incapaz de hablar de tus verdaderos sentimientos porque nunca había nadie para escucharlos. De alguna forma... te acostumbras a guardártelo todo.

>>Que esté donde estoy ahora tiene mucho que ver contigo, Liz. Quizás si no me hubieras ayudado a hacer frente a mis inseguridades en Aqualia, jamás me habría decidido a ser modelo. Y... mírame ahora— bajé del columpio. Las cadenas chirriaron cuando las solté y me giré para mirarla con una sonrisa honesta—. Estoy viviendo uno de mis grandes sueños. Tengo la fama que siempre ansié y ya no me preocupa tanto lo que la gente piense de mí. Antes lo fingía, ahora lo siento de verdad. Esta es Mimiko Honda. Y por primera vez en mucho tiempo puedo decir que estoy genuinamente orgullosa de ello.

 

Contenido oculto

Ambas sabemos que la representante de estas dos musicalmente es Ariana Grande, y dado que estoy OBSESSED con una canción del disco nuevo, procedo a añadirla a esta nueva temporada de las niñas (?)

Es perfecta, porque es una canción de desahogo de Ariana, pero también transmite empoderamiento y esperanza. Habla de una ruptura, pero en este caso siempre podemos interpretarlo como un "adiós" a la antigua etapa de ambas. I think it fits so good.

Liza White

A pesar de la vergüenza, sentí que todo mereció la pena en el momento en el que Mimi abrió los ojos. Lo hizo de forma literal, pero también de manera metafórica. Había cosechado todo lo necesario para darse cuenta, tan solo bastó un pequeño empujón de mi parte para que las piezas encajasen por completo. El mérito no debía atribuírselo a otra que no fuera ella misma.

Habíamos pasado por una época convulsa. Las dos, en realidad. Los nuevos inicios daban vértigo; un día eras un niño que caminaba bajo el ala protectora de los adultos, y al siguiente te sentías completamente solo, perdido, en un mundo caótico que avanzaba a un ritmo desenfrenado. Éramos demasiado jóvenes para escoger el camino que queríamos seguir toda nuestra vida. Necesitábamos experimentar, fracasar. Caernos, levantarnos con más fuerza, sabiendo qué decisiones no volver a tomar. La presión había amenazado con quebrarnos: por no encajar, por no ser suficiente.

Pero seguíamos aquí. Seguíamos en pie, y con más fuerza que nunca.

Iban a necesitar mucho más para derribar a estas dos cabezotas, desde luego.

Me balanceé con un poco más de fuerza al escucharla. Mentiría si dijese que al conocerla me había caído bien. Habíamos mantenido una relación distante durante mucho tiempo, si bien habíamos vivido juntas todos y cada uno de nuestros traumas. Fue la vida quien nos colocó en el momento correcto, en el lugar adecuado. Sin saberlo fui la única persona con la que pudo desahogarse acerca de su historia de desamor con Emily, y fue ese el punto de inflexión que nos llevó a vernos con otros ojos. Las aventuras en Gérie nos proporcionaron la excusa perfecta para simplemente intentarlo, tratar de acercarnos algo más a la otra. Ser amigas, suponía.

¿Quién iba a decirme que esa tonta se volvería una pieza tan importante en mi vida más tarde?

—La vida tiene un sentido del humor muy extraño —convine. Mi sonrisa también lucía honesta, plena. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan feliz en un mismo día—. Podríamos simplemente haber hablado antes, pero quizás es así como tuvo que ser. Fueron las versiones correctas de nosotras mismas las que nos llevaron a este instante. Y un puñado de cupcakes, también —puntualicé, con una risa baja que me vibró en el pecho.

La brisa nocturna me refrescó las mejillas y cerré los ojos, tomando una amplia bocanada de aire. Por primera vez en mucho tiempo me sentía dueña de mi propios actos. Ya no era una sombra de mi madre, no perseguía un sueño manchado por alguien más. Yo decidía equivocarme, yo decidía con quién me relacionaba. Mis errores y mis victorias eran mías, y de nadie más.

Tomé impulso, y sintiéndome con energías renovadas me aferré a las cadenas, dispuesta a soltarme. Decidida en ver cuan lejos llegaba con mi salto. De nuevo era algo literal, pero también metafórico si se miraba con la lente correcta. Era un movimiento arriesgado; podía saltar mal, podía tropezarme o caer de boca al suelo, hacerme daño. El riesgo estaba ahí, y era precisamente el miedo el que nos impulsaba a avanzar.

Abrí los ojos, y en el momento adecuado salté. Aterricé con los pies juntos, si bien no calculé del todo la trayectoria, y a pesar de extender los brazos a ambos lados para conservar el equilibrio, di un par de pasos mal dados hacia el costado. Agité los brazos cómicamente, luchando contra la gravedad, pero terminé cayendo de culo contra el suelo. Parpadeé, sobreponiéndome al susto inicial, y al volver la vista hacia atrás y ver la sorpresa en el rostro de Mimi, me eché a reír.

>>Bueno, eso no salió tan bien como creía, ¿no crees?

A pesar de haber tropezado, la distancia había sido digna de elogio. El columpio quedaba ya lejos de mi posición, chirriando con cada balanceo, perdiendo fuerza con cada movimiento. La paz se sentía suma, y en mi mente tenía una única certeza.

No me arrepentía de haberlo hecho.

 

Mimi Honda

Toda mi vida había estado orgullosa de mi jaula de oro. De mi mansión, de mis lujos y de mi estatus. Pero no importa como de decorada esté la jaula, sigue siendo una jaula. Cuando fui consciente de que mi padre nunca había sido un buen padre y que desde la muerte de mi madre había intentado comprar mi cariño porque era un inepto, mi visión del mundo dio un giro de trescientos sesenta grados.

Yo no era mejor que nadie. Solo era una chiquilla tonta con problemas de abandono que se había acostumbrado a una vida de lujos y comodidades que podría haberle tocado a cualquier otra persona. No era más especial que nadie. No tenía derecho sobre nadie. Y la fama que toda la vida creí que me pertenecía por derecho, era algo que debía ganarme.

El camino había sido largo y lleno de obstáculos y tropiezos. Nada de rosas. Estas estaban repletas de espinas y me las había clavado todas. Pero todo por lo que pasé, todo lo que ambas habíamos vivido, nos había convertido en lo que éramos ahora.

La mejor versión de nosotras mismas.

La miré completamente anonadada durante unos segundos, como si mi cerebro no pudiera comprender que acababa de saltar desde un columpio. Que se había lanzado sin restricciones y sin miedos al vacío, alejándose varios metros del punto de partida.

Era... una metáfora de nuestras vidas, ¿verdad? Algo que ambas habíamos hecho.

Aterrizó de pie, pero entonces no pudo mantener el equilibrio y tras hacer un par de aspavientos cayó de forma bastante cómica al suelo. Parpadeamos, ambas sobreponiéndonos al susto inicial, y entonces reímos.

Reímos porque... no siempre caíamos de pie.

—¿Estás bien?—le pregunté aunque aún con pequeñas risas. Me puse a su altura y le extendí la mano para ayudarla a incorporarse—. Vamos, arriba mi mayor fan. Aún tenemos cosas que hacer.

Pero no por eso dejaríamos de saltar.

 

Liza White

Mimi se acercó y tomé su mano, compartiendo una risilla escueta. Creo que ya había hecho la idiota lo suficiente por un día, pero me sentía liberada. No siempre teníamos la oportunidad de hacer esa clase de cosas.

Miré la hora en mi videomisor, y de repente recordé que había alguien más que debía estar esperando. El tiempo pasaba a la velocidad de la luz cuando te divertías, pero ahora tenía que concluir con el plan que había estado urdiendo a sus espaldas. Aquello podía salir o muy bien o muy mal.

Pero estaba dispuesta a arriesgarme.

—Mimi, el golpe me ha dado una idea —anuncié, haciendo un pausa dramática y todo. Me limpié el pantalón y terminé por colocar una de mis manos en mi cintura, resuelta—. Te debo dulces, ¿verdad? ¿Qué tal si los preparamos nosotras mismas?

>>Aún es temprano para cenar, pero sería un buen añadido como postre para más tarde —Busqué sus ojos, conteniendo la tensión en el caso de recibir un no por respuesta. Había llegado lejos con mi plan, pero esta era la última barrera a superar—. ¿Qué me dices?

¡No me defraudes, Honda!

 

Mimi Honda

—¿Eh?

Sí, eso resumía bastante bien mi reacción.

No tenía nada en contra. De hecho, aprender a cocinar sin quemar la cocina hasta los cimientos estaba entre mis planes. Y claro que quería esos éclairs. Pero la situación resultaba de todo menos espontánea.

¿Que el golpe le había dado una idea? ¿No sé decía eso cuando los golpes eran en la cabeza? Y esa pausa dramática que había hecho... ¿era realmente para añadirle tensión a sus palabras o para tener el tiempo suficiente para escoger bien qué decir a continuación?

Alcé una ceja con suspicacia. Debió ser bastante similar a cuando una madre pilla a su hijo metiendo la mano en el tarro de las galletas antes de cenar.

—Tenías esto planeado de antemano, ¿verdad?

Vamos White, te reto a mentirme.

La miré durante unos segundos más, esperando una excusa por su parte y esa voz aguda que le salía sin pretenderlo cuando mentía. Pero antes de que pudiera siquiera abrir la boca, le resté importancia.

—No me importa—acoté—. Una de las última veces que cocinamos juntas estaba también Dante, ¿recuerdas? ¿Seré tu sous chef? Quiero aprender a hacer bien una pasta choux.

 

Liza White

Todo mi cuerpo se tensó como un resorte cuando exteriorizó lo que sospechaba: me había calado por completo. Ya había empezado a ponerme nerviosa con aquel extraño silencio y su mirada analítica... Pero suponía que la había subestimado. A su capacidad de observación y lo mucho que me conocía en realidad.

Tragué saliva con esfuerzo, y estuve a punto de abrir la boca, sabiendo perfectamente las consecuencias a las que me exponía si emitía sonido alguno. Sería el equivalente a cavar mi propia tumba, pero mi orgullo me impedía simplemente huir de mi destino.

Pero, cuando todo parecía estar perdido... Mimi simplemente dejó de indagar. La miré sin comprender, los ojos muy abiertos, y finalmente dejé salir un suspiro de alivio, destensando los hombros en el proceso. Arceus, eso había estado cerca. Y que rememorase justamente la escena con Dante no ayudaba a tranquilizarme del todo. Pero podía agarrarme a ese clavo ardiendo para salir del paso.

—Sí, claro, pasta choux... —asentí, como si estuviese de acuerdo en un tema super trascendental. No, no recordaba qué mierda era eso ni cómo se hacía—. P-Podemos ir barajando las opciones mientras vamos al centro pokémon. De hecho, justamente había comprado los ingredientes para hacer un dulce en concreto, y ya los dejé por allí. Tenía intención de hacer... Eh... —¿Qué demonios iba a hacer Dante? ¡No me había llegado a decir el postre que íbamos a hacer! Le dirigí una sonrisa nerviosa en respuesta—. Bueno, no tendría caso quitarte la sorpresa así de fácil, ¿no? Ya lo verás cuando lleguemos.

>>Inari, cielo, ¿vienes?

El pequeñín, medio adormecido, soltó un ligero bostezo y se sacudió el pelaje, echando a correr tras nosotras. A veces me preguntaba en qué líos me metía yo sola.

Contenido oculto

Aquí tienes dos opciones: o cierras y esperamos la llegada de Dante en la cocina, o te aprovechas de la situación y seguimos con el comic relief JAJAJA. Neki llegaría el viernes, así que si tienes algo en mente aún hay tiempo. Si no, todo bien

 

Mimi Honda

Suspiré.

—Éclairs no, eso seguro—dije caminando a su lado—. Si no sabes lo que es la pasta choux.

No podía ocultarme nada. Ya fuera porque la conocía muy bien o porque después de la CSG me había acostumbrado a reparar en los detalles más superfluos.

¿Había dicho ya que era muy mala actriz? Suponía que los corazones honestos simplemente no sabían mentir.

Podía ser divertido, en cualquier caso. La última vez había sido... bueno, un desastre, pero la experiencia me había gustado. Incluso si los cupcakes acabaron un tanto más crujientes de lo esperado por trozos de cáscara de huevo que habían aparecido en la masa sin invitación.

...

Ugh.

Estúpidos huevos que no se rompían como debían.

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Me encantaría seguir, pero mi inspiración está agonizando lentamente ;-;

Aún así si me das material, aquí voy a estar xD Aunque sean posts tamaño mini (?)

 

Dante Miles

Miró un momento el dinero que Liza le daba y, para evitar una pequeña posible discusión sobre por qué no la quería dejar pagar cuando era un desayuno de reencuentro, mejor simplemente guardó el dinero para regresárselo cuando volviera de las compras y partió a su destino después de pagar en la cafetería.

Mientras caminaban escuchaba atento las pseudo quejas y mímicas de sus compañeros con una sonrisita divertida por la situación —Se que está actuando algo extraña, y sé que debí haber preguntado un poco más sobre eso, pero a decir verdad no creo que sea nada malo o se trate de alguna clase de sorpresa o algo similar.

Asintió bastante seguro de lo que decía pese algunas miradas de desaprobación de sus pokémon, era un casi "Confíen, todo estará bien".

Su tiempo en el supermercado fue bastante preciado, más porque allí había muchas más cosas disponibles que en Lienzo y sabía perfectamente que gracias a esta oportunidad presentada iba a comprar cosas que traer de regreso a casa, no hubo pasillo que no recorriera o muestra que no probara para estar cien por ciento seguro de que le gustaba lo suficientemente para comprarlo y así de poco a poco se armó sus bolsas de compras.

Había elegido unos ingredientes que, si su memoria no le fallaba, podía convertir en unos cinco o seis postres más así que podía llegar a presentar la idea y lo que más le llamara la atención a Liza sería lo que terminarían haciendo. Por suerte había tenido 10 minutos de sobra para llegar al Centro Pokémon, saludar a Joy y charlar con ella un rato antes de dirigirse a la cocina y empezar a preparar lo que necesitaban desde las sacar las bandejas hasta acomodar las cosas que había comprado de manera bonita.

—Bueno, ahora solo debo de ir por los mandiles y creo que ya tendremos todo, ¿no? —Miró hacia sus pokémon, bastante orgulloso de que parecieran aprobar lo que había preparado —Creo que Joy dijo que podían estar en el almacén, así que mejor vayamos por ellos antes de que venga Liza...

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Dont mind me, acabando un post antes de irme a dormir lol

 

Liza White

Caminamos con tranquilidad hacia el Centro Pokémon, compartiendo charlas triviales varias. Mimi había dejado de indagar, y eso me permitió recuperar en mayor medida la normalidad usual. Era un alivio que no fuese tan entrometida, porque si lo quisiese me habría destrozado el plan de un plumazo.

Saludamos a Joy al entrar y la enfermera nos avisó, con una sonrisa cómplice, que estaba todo preparado en la cocina y que teníamos libertad total, pues la cena del centro ya había sido preparada con antelación. Le agradecí, notando una mezcla de ansiedad y emoción revolotearme en el pecho, y apuré la marcha hacia la cocina, con energías renovadas.

—Venga, Mims. ¡Esos dulces no van a hacerse solos!

Que los ingredientes estuviesen preparados de manera prólija en la encimera solo quería decir que Dante ya estaba allí. Me preparé mentalmente para la seguidilla de explicaciones que tendría que dar, pero para mi sorpresa, al entrar en la sala, no había nadie más. Me frené, dudosa, tratando de imaginar en dónde se habría metido el chico. ¿Se le habría olvidado algo en el supermercado y había vuelto para atrás?

Me rasqué las raíces del cabello, soltando un suspiro, y recuperé el entusiasmo al volverme hacia Mimi. The show must go on, suponía.

—Pues… Voilá. Como no me decidía, traje un poquito de todo —Eso lo fui improvisando al echar un vistazo a los ingredientes. Dante parecía haber tenido esa idea, porque había traído demasiado consigo. Pero eso nos daba más libertad, a fin de cuentas. Me subí de un saltito a una zona despejada de la encimera—. Puedes curiosear tranquilamente. Tenemos todo el tiempo del mundo.

A mí me daba bastante lo mismo lo que fuésemos a hacer, así que me dejaría fluir sin más. Mi trabajo, en realidad, estaba más que hecho ya. Tan solo faltaba alzar el telón de aquella extraña obra.

 

Mimi Honda

"Traer un poquito de todo" era un eufemismo. Cuando entramos en la cocina, me encontré una serie de muy variopintos ingredientes dispuestos ordenadamente sobre la mesa.

Obviamente lo había preparado todo con antelación. Y era... tierno de alguna forma. ¿Tantas ganas tenía de quemar la cocina conmigo?

Me acerqué para curiosearlos.

—Leche, mantequilla, sal, harina y huevos...—enumeré. Una emoción repentina me embargó y no pude ocultarla aunque quisiera—. ¡Ah! ¿Sí que vamos a preparar éclairs?

>>Pero hay bayas, galletas, eso de ahí no sé lo que es... —me volví hacia Liza para dirigirle una mirada de circunstancias—. ¿Quieres que preparemos postres o abrir nuestra propia pastelería?

 

Dante Miles

Tardó más tiempo del que creyó dentro del almacén solo por la cantidad de cajas que tuvo que revisar solo para encontrar donde habían guardado los mandiles, probablemente porque en general realmente la gente no los utilizaría en su día a día a cocinar pero es que si se iban a meter en el papel de ser cocineros sentía que debían hacerlo lo mejor posible y para eso debían usar lo más cercano a su uniforme.

—Miren, en mi defensa no creí que fueran a estar en las cajas de más arriba...—Se excusó mientras caminaba por el pasillo del centro pokémon con los mandiles en brazos —Me parecía mucho más lógico que estuviera más a la mano pero tan siquiera lo encontramos, ¿no?

Giró por el pasillo que lo llevaba para la cocina y apenas cruzó la puerta se detuvo de manera automática casi sin creer lo que estaba viendo, dirigiendo una mirada rápida hacia Liza y a su inesperada invitada con clara confusión. Sus pokémon lo rodearon para entrar a la habitación y, en el instante que la vieron empujaron ligeramente a Dante con una pequeña sonrisa que claramente se podía interpretar con un "Te lo dije".

Ellos habían acertado en que era algo extraño y él en que definitivamente era una sorpresa.

—¿Puedes ir por un mandil extra, Ches? —Preguntó en voz baja hacia su pokémon antes de volver a prestar su atención a las chicas —Creo que pueden ver cómo me emocioné en las compras, pero a decir verdad aquí hay muchas más cosas interesantes en cuanto ingredientes y demás así que... tuve que aprovechar.

Sonrió y se acercó a ellas a un ritmo quizás lento gracias a la sorpresa y, si bien en su mente le traía los recuerdos de su última conversación con Mimi trató de mantener toda esa confusión e incertidumbre lo más controlado posible para que tampoco pudiera malinterpretarse con que le desagrada verla, porque si bien era una situación en la que hubiera preferido estar sobre aviso, no le transmitía un desagrado o enojo automático como para no ser cortés.

Su incidente había pasado hace años y además, sabía que era gran amiga de Liza así que se esforzaba en pensar en que las cosas iban a salir decentes.

—Hace tiempo que no te veía —Extendió su mano hacia Mimi para saludarla un poco más formal —, pero se por todos los anuncios y revistas que me he topado que te ha ido muy bien, me alegra.

 

Mimi Honda

Con la enorme cantidad de ingredientes que teníamos podíamos preparar postres muy variados. En mi caso, podía reconocer algunos de aquellos que se hacían con pasta choux, en especial los éclairs y los profiteroles. O el croquembouche, que era una tarta de estos. Tenía un paladar fino, pero me encantaba el dulce. Si iba bien con el amargor del té era bienvenido en mi mesa.

En determinado momento una figura que no veía desde hacía años entró en la cocina. Venía acompañado por sus Pokémon, pero no pude fijarme realmente en eso, porque inmediatamente descubrí que era lo que Liza había pretendido todo este tiempo.

La miré como si dijera "así que este era tu plan. Un remake de esa vez." Y me pregunté por qué no había sido honesta desde el principio. Lo habría aceptado. No tenía ningún motivo para no hacerlo.

En ese momento hubiera pensando que se trataba de una encerrona contra mí, si no fuese porque Dante parecía tanto o más sorprendido que yo.

Ah, la audacia.

Extendió la mano en mi dirección y me recordó a la formalidad de mi propio trabajo. Y aunque aquello no era mi trabajo, Dante y yo no teníamos una buena relación. En realidad no teníamos ningún tipo de relación.

Quizás era momento de cambiar eso.

Tomé su mano y le sonreí.

—Gracias— respondí con cierto orgullo genuino y mis siguientes palabras fueron tanto en broma como en serio—. No fue fácil, pero ya era hora de que alguien apreciara mi talento.

Solté su mano en ese momento y me encaminé a la mesa. Chesnaught había regresado con un mandil y me lo anudé a la espalda. Marie solía llevar uno todo el tiempo.

>>Estamos a tu orden, chef. ¿Qué vamos a preparar con todo esto?

 

Dante Miles

Asintió a sus palabras bastante seguro de que en efecto había tenido qué esforzarse para poder hacerse un espacio de la industria, luego siguió su ejemplo y se colocó el mandil, se acomodó su cabello y se arremangó para poder estar un poco más cómodo.

Quizás si ambos seguían con esa cordialidad genuinamente tendrían una buena sesión de cocina.

—Bueno, primero que nada creo que tú más que nadie podría intuir que una de las cosas que pudiéramos hacer son éclairs, pero también podríamos escoger entre profiteroles, un paris-brest, religieuse o un croquembouche en cuestiones más tradicionales por decir algo —Mientras hablaba se dirigió hacia uno de los lavabos para comenzar a limpiar sus manos por todo el desastre de polvo que había en aquel almacén —. Pudiéramos también salirnos un poco de las cosas e intentar hacer una especie de churro o beignets. Hacer cualquier cosa estaría bien por mi, es dulce y entretenido.

Cerró la llave del agua cuando terminó de lavar sus manos y, como acto de venganza, decidió salpicarle un poco de agua de sus manos a Liza en su rostro por arreglar esa situación sin consultar probablemente a ninguno de los dos.

—Pueden estar a mis ordenes como dices pero mi deber está para sus paladares, ¿hay algo que les llame la atención para hacer el día de hoy?

 

Liza White

Alcé las cejas con curiosidad cuando Dante llegó, conteniendo un poco la gracia en mis gestos. Ambos se miraron, perplejos, y el primer pensamiento de Dante fue resolver la problemática de los mandiles. Solo pude pensar en lo mucho que le pegaba una respuesta así.

Esperaba que me increpasen la osadía de hacerles una encerrona de ese tipo, cuando posiblemente si hubiese sido franca desde el inicio hubiesen aceptado, con mayor o menos facilidad. Pero yo nunca me había caracterizado por ser fan de la vía fácil. En cualquier caso se saludaron con cordialidad y le dirigí una mirada significativa a Mimi cuando fue consciente de la situación. Había hablado antes sobre dejar una huella positiva en los demás.

"Ahí tienes tu oportunidad".

—Yo no tengo ninguna preferencia —aclaré con liviandad, dando un salto de vuelta al suelo. Me coloqué el mandil restante y anudé mi corto cabello en una pequeña coletita que me cosquilleó ligeramente en la nuca—. Ya cumplí mi cuota de caprichos pasando el día con ambos, así que seguiré sus órdenes sin oponer resistencia~.

Me dirigí al lavabo para limpiar mis manos de igual forma. Dante me salpicó al pasar por mi lado y arrugué mis gestos, pero no repliqué. Solté una risa nasal en su lugar, secándome con el mandil al reponerme de la sorpresa inicial; me lo merecía, ¿verdad?

Mientras Mimi se tomaba su tiempo de escoger los dulces que íbamos a hacer decidí agregar algo más, de espalda a ellos en ese momento.

>>Sé que vuestra relación es... complicada —inicié, tentativa. Quizás complicada era un eufemismo, a saber—, pero yo mejor que nadie os conozco y soy consciente de vuestras semejanzas. Estoy segura de que, si os dais una oportunidad, no puede salir tan mal.

La seriedad acabó ahí. Al dar media vuelta les dediqué una sonrisa genuina, un poco inocentona también. ¿Iba a seguir aprovechandome del Ojitos Tiernos para que no me reprocharan demasiado por lo que hice? Sí, completamente.

>>Muy bien, pues. ¿Empezamos?