Ciudad Témpera

Liza White

—¿Me estás diciendo que patearle el trasero a un dios Pokémon no es la manera más segura y legal de solucionar todos los conflictos? —cuestioné, impostando la sorpresa en mi voz. Me vi venir otro golpecito con la carta y me preparé a conciencia—. Piénsalo, tiene una tasa de éxito del 100%. Por algo será.

Su tono adquirió cierta seriedad repentina y no vi motivo para seguir bromeando sobre eso. Tampoco quise hacerlo. Aunque las pesadillas se habían reducido con el tiempo aún se mantenían allí, agazapadas en algún lugar de mi mente, y comprendí demasiado tarde que nunca se irían del todo.

Todo se reducía en aprender a convivir con tus demonios.

Seguí con aire distraído los movimientos del mesero, hasta que la voz de Dante captó mi atención de regreso. Alcé las cejas a medida que enumeraba todos los puntos buenos que le veía a mi situación. Era... un chico bastante optimista, ¿no es así? Pero había algo en la forma con la que transmitía las cosas que resultaba conmovedora.

Saber que se estaba esforzando por mí relajó mis gestos en cierta medida y dejé de fruncir el ceño.

Solo un poco.

—...Puede que tengas razón —reconocí finalmente , en mitad de un suspiro—. No son situaciones que me disgusten en realidad. Y siempre terminas aprendiendo algo. Es un pueblo tranquilo y variopinto y su gente es muy cercana con nosotros, ¿sabes? A veces nos regalan cosas, y por más que lo intento es imposible rechazarles ningún regalo. Son un amor.

>>Pero luego llegan los estúpidos de rangos superiores a alardear sobre sus misiones, y terminan por mandar mi buen ánimo por el desagüe —Musité entre dientes. Noté que me desviaba de nuevo de los esfuerzos de Dante por suavizar la situación y negué con la cabeza, restándole importancia—. Tiempo al tiempo. Ya les alcanzaré en algún momento.

>>Me interesa más tu propio progreso —cuestioné, reflejando interés—. ¿Has estado añadiendo cosas nuevas a la carta? ¿Ya empezaste la fase de sacarle fotos a todo lo que ves en otras tiendas por si puedes lograr replicarlos? —teoricé, y entrecerré los ojos con suspicacia.

 

Dante Miles

Sonrió momentáneamente para reconocer que se estaba tratando de una broma, pero aun así mantuvo aquel tono tranquilo y medianamente serio para contestarle todavía siguiendo esa línea bromista —Aunque suene difícil de creer, ir a patear traseros a dioses para resolver conflictos no va a valer la pena ese 100% de taza de éxito. —Al ya no tener el menú con el cual darle un golpecito tan solo se inclinó hacia el frente para darle un leve golpe con su dedo índice sobre su frente.

Y estaba seguro de que ella sabía las razones por las cuales no valía la pena.

Porque podían morir, y algunos habían muerto o estado cerca de morir en realidad.

Por un momento se encontró hundiéndose mentalmente en pensar todo lo que eso había implicado en su momento, lo poco presente que estuvo por sus propios problemas y casi amenazaba con desconectarse del todo hasta que sintió a Mawile sacudirlo un poco, haciendo que se anclara de vuelta a la conversación y le terminara agradeciendo con una discreta caricia en su cabeza.

—Aquí es donde debería decirte en un consejo responsable que ignores a esos superiores que solo buscan presumir que sigas con lo tuyo, pero... creo que si te afecta de vez en cuando no creo que esté mal simplemente regresarles algo con guante blanco, ¿no? Un "¿Podrías decirme más de cómo fue hacer tal cosa? Es que cuando yo vi a Arceus preferí hacer esto..." o algo así, no lo sé, quizás logras que bajen un poco a su alardeo, pero de nuevo, este es un mal consejo y "técnicamente" no deberías de hacerlo... —Se alzó de hombros como tratando de enserio deslindarse de aquello que acababa de decir, pero vamos, si bien a Liza le quedaban muchas cosas que aprender estaba seguro de que ellos también podrían aprender mucho de ella y sus experiencias.

—Lo que más me acepta Magi es agregar postres nuevos, en comidas... bueno, todavía tengo mucho que probarle y empaparme de cosas que sabe hacer para incluir eso, en cuanto a fotos... —Se interrumpió un momento para girar un poco sobre su silla y llamar la atención de su Starapator, quien los seguía vigilando tranquilamente desde un árbol a la distancia, una vez que pareció entender lo que le indicaba inició su vuelo hacia ellos —No tomo muchas de cosas que quiero recrear, no es muy discreto así que opto mejor por pedir lo que me gustaría recrear para llevar y así tengo más oportunidades de analizar lo que necesito en casa.

Staraptor aterrizó a una distancia prudente de ellos, lo suficiente lejos para no levantarles una nube de polvo al estar en la mesa, pero lo suficientemente cerca para que no tuviera que caminar demasiado para acercarse. Al llegar a su lado no tardó en saludar de manera afectuosa a Liza, frotando su cabeza en su hombro mientras Dante aprovechaba para sacar un par de cajas envueltas en papel de decoración azul y rosado que dejó frente a ella.

—Esto es para ti, es un regalo atrasado, pero prefiero explicar qué es hasta que lo abras.

 

Liza White

Abrí mucho los ojos, con una mezcla de incredulidad y genuina diversión en mis gestos.

—Dante Miles, ¿me acabas de conceder permiso para alardear como me venga en gana de ahora en adelante? —Quise asegurarme, como si lo que acababa de escuchar fuese obra de un sueño febril. Aunque se negase ya era muy tarde; lo iba a recordar hasta el día de mi siguiente muerte—. Oh, Arceus. Ya tengo una docena de respuestas preparadas.

Entonces me respondió al tema de las comidas y los postres y asentí, satisfecha. Tan solo con escucharle podía notar lo realizado que le hacía sentir su trabajo, o al menos ese gusto adquirido por la cocina. Le estaba aportando, a su vez, cierto boost de confianza que quizás le faltaba. Y me alegraba tanto por él.

Estuve por añadir algo, pero su gesto me tomó desprevenida. Pareció llamar a alguien, y cuando reconocí a Staraptor aparecer sentí la misma mezcla de ilusión y nostalgia que me produjo volver a ver al resto. Rodeé su cuello con mis brazos, frotando mi mejilla contra su plumaje y cerré los ojos.

—Cuánto tiempo sin verte —murmuré—. Me alegro mucho de verte.

El pokémon se frotó contra mi hombro, feliz, y al separarnos fue cuando reparé en lo que tenía Dante entre las manos. Me costó procesar por un momento que se había tomado la molestia de traerme un regalo por mi cumpleaños. Había sido hacía un tiempo, pero nos había sido imposible vernos hasta ahora.

Su compañía era el mejor regalo que me podía proporcionar.

—No hacía falta, lo sabes, ¿verdad? —le dije, buscando sus ojos, pero para ese entonces tenía varios pares de ojillos observándome y la incertidumbre por averiguar su contenido me pudo. Hasta Inari se había asomado, curioso, desde debajo de la mesa.

Abrí con cuidado la tapa, y lo primero que descubrí fue un álbum de fotos. Lo saqué con delicadeza, como si cualquier movimiento brusco pudiera hacerlo desaparecer, y al abrirlo descubrí sus páginas repletas de fotografías.

—¡Dante...! ¿En qué momento hiciste estas fotos? —cuestioné, presa del asombro y la emoción del momento. Me reconocí en todas ellas, sola o acompañada por todos mis seres queridos. Escenas que, gracias a él, perdurarían para siempre en mi memoria. Solté una risa baja al pasar una de las páginas—. ¡Me pillaste hasta dormida! ¿De verdad pongo esa cara...?

Enmudecí al notar que había algo más en la caja. Reconocí aquel objeto prácticamente al instante. Cómo no hacerlo, cuando había estado siempre presente durante todo nuestro viaje. La inseparable cámara de Dante ahora había sido forrada con mi nombre, un pequeño dibujo de Oshawott, y decorada con un papel de color verde.

Mi color favorito.

Sentí los ojos humedecerse y tuve que hacer un esfuerzo por pronunciar las siguientes palabras. Lo miré a los ojos, recuperando la seriedad ante lo trascendente que era algo así para él.

—Dante... Tu cámara... —Rocé su superficie con los dedos. Lo miré con duda, pero también con profundo cariño—. Cielo, sabes que no podría aceptarlo. Es... Siempre ha sido muy especial para ti.

 

Dante Miles

—Hazlo solo cuando lo creas necesario, quien sabe, quizás solo una vez es suficiente para que dejen de ser de esa forma. —Por mucho que supiera que podía no ser exactamente lo mejor responder fuego con fuego, pero podía aceptar que había ocasiones donde quizás algunas personas solo iban a calmar un poco la manera en la que se aproximaban a otro solo si les regresabas su misma energía.

Staraptor esponjó sus plumas cuando Liza lo abrazó, si bien probablemente también le hubiera gustado correr con los otros a saludarla, sabía de las intenciones de Dante y que iba a tener un momento para poder saludarla sin que hubiera alguna pelea de su atención y de una forma un poco más tranquila. Una vez que se separó y los regalos fueron puestos en la mesa, volvió a alejarse con un par de pasos para emprender vuelo nuevamente de una manera más cómoda a su posición inicial.

—Yo sé que no, pero es algo que me daba mucha ilusión darte con todo esto nuevo que estás haciendo, creo que merecía la pena. —Sonrió y antes de tomar asiento se aseguró que Mawile pudiera estar también en su regazo para que tuviera su primera fila a la reacción de Liza con esos obsequios que le habían ayudado a envolver con el papel que escogieron.

Era un regalo que le había tomado mucho tiempo pero que en cierta forma había logrado por decidir despejar su casa, solo así había podido encontrar todos sus álbum de fotos a través de su camino como holder y las aventures que había estado siguiendo de los demás. Cada uno de ellos fue revisado para tratar de encontrar fotos que había compartido con Liza, de sus aventuras con los demás, momentos que hizo de paparazzi de todos o momentos que en general había vivido y en su momento había creído oportuno sacar una foto para recordarlo.

Sus fotos seleccionadas habían sido escaneadas y reimpresas para poder colocar sus copias en aquel nuevo álbum, la gran mayoría acompañadas por alguna que otra notita comentando lo que había sucedido o cosas que quería decir de esa memoria en especial y lo mejor es que no estaba acabado. Había dejado bastantes hojas en blanco para que luego Liza pudiera llenarlo con lo que deseara con su segundo regalo, su cámara.

—Creo que desde el incidente donde perdí mi memoria me comprometí a sacarles a todos la mayor cantidad de fotos posibles, no quería que hubiera una posibilidad en la que nuevamente no pudiera recordar quienes eran las personas importantes para mí u olvidar cuáles fueron momentos memorables en mi vida. Así que, se me ocurrió hacerte esto bajo el mismo concepto...

>> Quería que tuvieras algo donde pudieras recordar a toda la gente que te quiere y con los que has compartido buenos momentos a lo largo de tu viaje de una manera un poco más tangible, más ahora que estás avanzando en nuevos caminos y muy seguramente te encontrarás con más personas que serán cercanas a ti y con los que vivirás nuevas experiencias. Lamentablemente ya no puedo ser un ojo en el cielo para ti o ya no te puedo seguir tan de cerca para capturar esos momentos, así que por eso también te estoy dando mi cámara.

Tuvo que respirar hondo porque sentía cómo se le llenaban sus ojos de lágrimas y en ese momento tampoco deseaba iniciar a llorar porque nada de lo que quería seguir diciendo tendría sentido.

—Estoy más que feliz de dártela porque estará con una de las personas más especiales para mí, porque eres parte de mi familia, Liza. Por favor, acéptala. Incluso en uno de mis viajes hice que hicieran un adaptador por si no quieres llevar las fotos a revelar puedas imprimirlas una vez que las tomas, se que le darás mucho uso y la disfrutarás tanto como yo.

 

Liza White

Enmudecí, incapaz de encontrar las palabras. Cada página que deslizaba traía a mi memoria escenas y recuerdos que creí olvidados. Me encontré haciendo un concurso de beber Frizz! con Ukita, haciendo una guerra de almohadas con Destiny o riendo con Nikolah y Talía. En algunas de ellas posaba hacia la cámara, sonriente, consciente de que me estaba grabando. Podía notar en muchas de ellas los rasgos aniñados que había perdido con el tiempo, y comprendí que el álbum recogía también mi propia evolución como persona.

Era... Era el mejor regalo que me habían hecho jamás. Algo que se había cocinado a fuego lento durante años, que cargaba un valor sentimental que ni todo el dinero de Destiny y Mimi juntos podrían llegar a comprar jamás.

Sostuve la cámara con un cuidado cirujano. Si el anterior obsequio me resultaba invaluable, este lo era aún más. Era la seña de identidad de Dante, algo que lo había acompañado por tantos años que parecía una extensión de su persona. No recordaba un solo día que no se la hubiese visto colgada en el cuello. Y ahora... ¿quería dármela? ¿Podría siquiera hacerle justicia?

Comprendí todo cuando me confesó lo que verdaderamente escondían sus acciones. El nudo en mi garganta se recrudeció y parpadeé, pues notar cómo luchaba contra las lágrimas había tenido un efecto espejo en mí. Era la tristeza de un hermano al ver que el pequeño amagaba por extender sus alas y abandonar el nido. La impotencia de saber que no podría velar por mi seguridad desde la distancia.

Nunca me había detenido a pensarlo, y la culpabilidad por no haber reparado en sus sentimientos hasta ahora me golpeó con contundencia.

Estábamos demasiado ocupados por crecer que olvidábamos a quién dejábamos atrás.

Acerqué la cámara hasta posicionar el ojo en la mira, y busqué la opción del temporizador. Con una resolución renovada la posicioné en el lado contrario de la mesa, y correteé hasta abrazar a Dante por la espalda, apoyando el mentón en su sien. Tenía los ojos aguados, pero mi sonrisa era genuina.

—Vamos a coronar este encuentro como el primer recuerdo en las siguientes páginas del álbum —resolví. Era mi propia forma de aceptar su ofrecimiento como él se merecía. Había puesto el tiempo suficiente para llamar a Staraptor y a Inari para que también se unieran a la foto—. ¡Corred! ¡Le quedarán quince segundos!

Inari trepó hasta mi hombro, dirigiéndole una mirada apenada a la cámara. Cuando el flash nos avisó de que la foto había sido tomada, me dirigí hacia la cámara. Con el adaptador del que hablaba Dante pudimos imprimir la foto en ese mismo momento, y saqué un bolígrafo de mi bolso para escribir una anotación en el pie de la foto.

"Tal vez no tenemos todo, pero juntos tenemos todo lo que necesito."

—Quizás no podamos viajar juntos como lo hemos estado haciendo todos estos años —Alcé la cabeza, extendiéndole la foto para que pudiese verla. Abrí el álbum por la primera página en blanco y me puse a su lado, para colocarla juntos en el hueco que le sucedía—, pero eso no quiere decir que no os lleve conmigo allá a donde vaya. Me aseguraré de enviarte copias a menudo, para que puedas sentir que me sigues de cerca, ¿sí?

Volví a abrazarlo, transmitiéndole con el gesto lo mucho que agradecía todo lo que había hecho y seguía haciendo por mí. Dante había hecho mucho mejor de hermano mayor que mi propio hermano de sangre.

Siempre lo había sabido.

>>No podría estar más orgullosa de mi querida familia —Al separarme de él tomé la cámara, y me la coloqué finalmente en el cuello. La ilusión de portar algo así me cosquilleó en el cuerpo—, así que me esforzaré por transmitirte lo mucho que me importáis con este pequeño gesto. Tu cámara estará segura conmigo, te lo prometo.

 

Mimi Honda

Isamu aterrizó suavemente en un parque cualquiera de Ciudad Témpera. Pisaba mucho esa ciudad... después de todo era allí donde estaba mi agencia y la mayoría de mis trabajos habían sido realizados allí. Quizás porque era una ciudad bastante cosmopolita siempre estaba muy concurrida, y no sabría decir si la más grande de Galeia, pero definitivamente debía ser una de ellas. Si la comparaba con Gérie me recordaba a Ciudad Libertad y a Ciudad Jubileo en mi natal Sinnoh. El centro de apogeo del comercio y de la vida urbana.

Me acerqué al paseo marítimo que discurría junto al río. La noche empezaba a caer y el sol del ocaso arrancaba destellos dorados de la superficie del agua. Imaginaba que Liz aparecería pronto... pero mientras esperaba decidí simplemente disfrutar del paisaje. De las calles concurridas, de la gente que paseaba con sus pokémon, de las pequeñas cafeterías y restaurantes que se preparaban para la jornada de la tarde. Y entonces, en una marquesina de la parada de autobús, algo llamó mi atención por el rabillo del ojo.

''Centro Pokémon de Ciudad Témpera: su bienestar, nuestro compromiso.''

Oh, era uno de mis últimos anuncios.

Doctora Honda... bueno, era una salida laboral si todo iba mal. No me quedaba nada mal la bata blanca.

Contenido oculto: Mimi en el anuncio uvu (?)

 

Dante Miles

En ningún momento luego de decir sus explicaciones esperó que Liza decidiera que iba a tener su primera foto en ese momento, se asustó un poco de verla de repente correr hacia él, pero en el instante en que reconoció lo que estaba haciendo, sonrió como nunca, aunque sintiera que algunas lágrimas ya se le habían escapado por la mera sorpresa.

En ese momento sintiendo a Liza detrás suya y la cercanía de todos sus pokémon presentes tratando de apachurrarse para poder salir en la fotografía, probablemente fue uno de los momentos de su vida donde se sintió más cálido.

Era un excelente recuerdo para conservar.

—Sabía que la cámara iba a estar en manos excelentes, pero mira lo bien que te ha salido tu primera foto, pareciera que lo llevas en la sangre. —Sonreía viendo la fotografía con mucho orgullo, ternura y felicidad sabiendo que en efecto había tomado la mejor decisión de obsequiarle la cámara a Liza. La colocó junto a ella con el debido cuidado y todo el peso de sus emociones volvió cuando siguió escuchar a Liza dirigirle esas palabras antes de que lo abrazara.

Lo hizo con fuerza, meciéndola suavemente de lado a lado, dejando que las lágrimas restantes salieran y repartiendo uno que otro beso sobre su coronilla.

—Estaré esperando las copias junto con tus anécdotas. —Limpió el rastro de sus lágrimas con la palma de sus manos y volvió a respirar hondo para tranquilizarse un poco —Yo también estoy muy orgulloso, y quiero que sepas que siempre transmites lo mucho que nos tienes presentes, esto solo va a ser un pequeño extra en todo lo que ya haces.

Asintió ante su declaración de que estaría segura y ver que ahora ya ella portaba la cámara reafirmaba en él el hecho de que ya una nueva época oficialmente comenzaba, por mucho que ella estuviera ya en ese camino, su mente ya lo hacía oficial ahora que le entregaba aquel regalo.

En un timing perfecto, el mesero finalmente pareció llegar con lo que habían ordenado, lo ayudó un poco a ordenar los platos en la mesa y le agradeció antes de que tuviera que marcharse.

—Creo que el azúcar a los dos nos hará mucho bien a ambos en este momento —Comentó entre un par de risas, entregándole unos cuantos pokochos a Mawile que no alcanzaba —. Provecho, Liza.

 

Liza White

Después de ese emotivo momento nos separamos, ambos hechos un desastre. Se limpió las lágrimas y yo hice lo mismo, soltando un risa nasal ante la estampa que debíamos estar mostrando. A pesar del torbellino de emociones primaba en nosotros el alivio y la felicidad. Y eso era lo que importaba.

El mesero llegó en el momento justo para darnos el subidón de azúcar que necesitábamos y regresé a mi asiento con celeridad. Incluso Inari se mostró impaciente sobre mi hombro al olisquear sus adorados pokochos de cerca. Dejé que tomase asiento en mi regazo y le tendí uno de sus dulces, alcanzando con la mano libre la bebida de vainilla.

Alcé el vaso, fingiendo un brindis con el resto de presentes y les guiñé uno de mis ojos, oficializando formalmente el inicio de la esperada merienda.

—Qué aproveche~.

Hice un sonidito satisfecho al probar la bebida. Era cremosa y evitaba el problema usual de saber demasiado aguada. El gofre aún estaba caliente y la masa se deshacía con facilidad en la boca. Si aquello era el paraíso, aceptaba gustosa quedarme en él para siempre.

Inari, al igual que Mawile, disfrutó de su merienda en su propio asiento VIP. Enternecida por lo feliz que se veía jugueteé distraídamente con sus orejitas, sin resultar demasiado invasiva.

—¿Sabes? Me gustaría que este pequeñín hiciese más amigos —Le comenté a Dante mientras comíamos—. A pesar de su carácter tímido y huidizo sé que debe sentirse solo. ¿Quizás Mawile podría ayudarle? —Alcé la mirada hacia la pokémon, rumiando la idea en silencio—. Siento que le tendría la paciencia suficiente para permitirle ir a su ritmo. Sin presiones de ningún tipo.

El zorua no pareció reparar en lo que decía, y si lo hizo no le concedió la suficiente importancia. También le vendría bien algo más de contacto con otros humanos, para reducir lentamente su miedo. Pero lo mejor sería ir paso por paso, si no quería llegar a abrumarle.

Mi videomisor vibró en mi muñeca en ese instante, y supe que Mimi me había respondido. Había estado planificando... ciertas cosillas tras bambalinas, pero aún debía abrirme camino sin levantar sospechas, antes de pasar a la siguiente escena. Y teniendo en cuenta que no se me daba bien mentir...

Esto no podía salir bien.

—Dante, ¿sabes qué me apeteció de repente? ¿Así, de la nada? —dejé caer, como quien no quiere la cosa. ¿Era necesario ese lenguaje no verbal tan exagerado? ¡No, para nada! ¡Pero no podía evitarlo!—. Ya que estamos con esta temática de la nostalgia en nuestro encuentro de hoy... ¿Y si recuperamos la tradición de cocinar juntos de nuevo? ¡Por nada en específico, ya sabes!

...Qué falta me hacían unas buenas clases de interpretación. Pero seguro que ni con eso tenía salvación.

 

Dante Miles

Tomó de su malteada y casi de inmediato sintió el azúcar levantarle el ánimo, además claro de la satisfacción de distinguir claramente el sabor a la vainilla cuando la probó, cosa que en serio lo ponía feliz porque a veces podían llegar a saber tremendamente plano y perdías completamente la satisfacción de seguir tomando esa bebida. Luego su cheesecake estaba también bastante cremoso, el tenedor prácticamente se deslizaba sin problemas y prácticamente se deshacía en su boca con cada mordida que daba.

Sus pokémon también parecían estar disfrutando de los pokochos que había pedido para ellos, quizás también algo más agradecidos de que no se tratara de sus experimentos para buscar qué sabores combinar y podían simplemente disfrutar algo que ya se sabía que estaba bueno sin ninguna clase de sorpresa.

—Creo que podrían ser un buen par, sí —Recordaba como ella le había ayudado a adaptar poco a poco a sus pokémon de Udan a una nueva rutina y muchos nuevos escenarios y muchas veces también actuaba de agente de paz en desacuerdos internos —. Creo que podría ayudarle a ganar un poco más de confianza, soltarse un poco... ¿no crees? —Preguntó mirando hacia Mawile, quien tenía una pequeña sonrisa por la conversación que estaba teniendo y se limitó a mirar a Liza y mostrarle un "pulgar arriba" con un sonido de aprobación para que supiera que estaba de acuerdo.

Mientras terminaba su platillo ladeó su cabeza un tanto curioso de la repentina pregunta de Liza e intercambió un par de miradas curiosas con Mawile antes de limitar a asentir tranquilamente a su hipotética pregunta —¿Cocinar? Sería lindo, sí. Podríamos dividir y conquistar en cierta forma, tu podrías ir a conseguir permiso en el centro pokémon y yo podría ir a buscar lo que tengas antojo de cocinar, aunque tendré que dejarte encargada con Ches para que te siga ocultando de la ley... solo por si caso.

 

Liza White

—¡N-no hace falta, no hace falta! —agité una de mis manos, restándole importancia a mi pseudo estado de prófuga. Le dirigí a Ches una mirada de disculpa; no era nada personal, pero mi plan amenazaba con irse al traste si lo llevaba conmigo—. Ya pasó mucho rato igual. Seguro que esa señora tiene mejores cosas que hacer que perseguir rangers imprudentes, ¿verdad?

Inari me dirigió una mirada suspicaz. Ese tonito agudo en mi voz no indicaba nada bueno, pero él no quería saber nada. Capaz hacía contacto visual conmigo y lo mandaba a alguna misión de las mías, no gracias.

En cualquier caso, quitando la sugerencia de tener guardaespaldas, su idea era perfecta. Si dividiamos el trabajo tendría la oportunidad perfecta de ir al encuentro con Mimi. ¿La finalidad de aquel plan tan extraño? Poder disfrutar de la compañía de dos buenos amigos al mismo tiempo. Era una apuesta arriesgada y egoísta, pues sabía que no querían verse ni en pintura...

Pero hoy me sentía con ganas de tirar la casa por la ventana.

—Me parece un plan excelente. Podrías enseñarme a hacer alguno de tus dulces y los guardamos como postre para después de la cena, o para otro día —asentí con convicción, dándole otro bocado al gofre—. Seguro que Joy no tiene reparos en dejarnos la cocina de nuevo. ¿Tienes alguna sugerencia de postre que puedas enseñarle a esta novata?

 

Dante Miles

Ches se cruzó de brazos, entrecerrando sus ojos para ver a Liza de una manera un poco más sospechosa de lo que Dante quería parecer indagar en general de su reacción bastante fuera de lo normal. —Estoy seguro de que Ches estaría más que contento de cubrirte, pero si dices que no es necesario tan solo trata de evitar a tu supervisora hasta que en serio se canse. —A fin de cuentas, no se podía saber si regañarla fuera probablemente lo más interesante que podía pasarle a esa supervisora en el día, así que no estaba de más dejar ese punto al aire a recordar.

En todo caso se puso a pensar qué clase de postres pudieran hacer para la cena o que sirvieran para poder comer otro día y después de unos segundos de silencio finalmente una idea pasó por su cabeza.

—Quizás pueda sorprenderte un poco, se me ocurren un par de cosas que pudiéramos hacer y estoy muy seguro de que te gustarán bastante tanto hacerlos como probarlos —Sonrió bastante seguro de su decisión y luego de bajar a Mawile de la silla se fue levantando —. Iré a pagar nuestro desayuno y me pondré a ello, ¿te parece?

 

Liza White

Fingí demencia ante la mirada desconfiada de Ches, poniendo una expresión de no haber roto un plato en mi vida. Cuando todos terminamos de merendar le tendí mi parte del dinero a Dante, y me quedé en la mesa para colocar el album y la cámara en la caja. Si íbamos a cocinar, por mucho que quisiera, no sería adecuado llevarla en el cuello. Y Mimi sospecharía.

—Voy a dirigirme al centro Pokémon, entonces —Cuando Dante regresó le dirigí una sonrisa tranquila, abrazando la caja contra mi pecho. Revisé la hora con disimulo en mi muñeca—. Dejaré el regalo en la habitación que tengo reservada allí, y de paso hablaré con la enfermera Joy.

>>Nos vemos en cosa de media hora, ¿te parece?

Con todo resuelto, separamos nuestros caminos por el momento. En realidad media hora era un tiempo absurdo, porque el centro Pokémon se encontraba al lado y ya había pedido permiso a Joy antes de salir. No era un plan improvisado a fin de cuentas. De modo que Inari y yo nos pasamos por el lugar solo para guardar a buen recaudo el regalo de Dante, y salí disparada hacia el paseo fluvial, donde Mimi ya debía encontrarse esperando.

El sol ya comenzaba a desaparecer en el horizonte cuando divisé su cabellera dorada en la distancia. Se encontraba de espaldas, contemplando las vistas con calma, y fue entonces cuando reparé en una de sus imagenes promocionales, en una parada de autobús cercana.

Me sonreí, divertida con mi propia idea.

—Disculpa —Alcé la voz, captando su atención desde atrás. Había sacado papel y boli de mi bolso, y sujetaba el folio con las dos manos, alzándolo frente a mi rostro de modo que me cubría del todo—. Eres Mimiko Honda, ¿verdad? ¿Me darías un autógrafo?

Bajé entonces el folio, haciendo que mis ojos se encontrasen finalmente con los suyos. Inari alzó una de sus patitas, subido en mi hombro, reconociéndola al instante.

Le dirigí una expresión desenfadada, guiñándole uno de mis ojos.

—Soy tu mayor fan.

Contenido oculto

Yugen *gritito*

 

Mimi Honda

Se respiraba tanta paz. Ni siquiera me importaba que Liza estuviese por pasarse de la hora. No solía tener tiempo para detenerme a disfrutar del paisaje de esa forma. Tampoco era como si cuando tenía tiempo no tuviera cosas mejores que hacer, pero me resultaba relajante simplemente contemplar el ir y venir de la gente en sus vidas rutinarias. La señora mayor que cruzaba la calle agarrada del brazo de su esposo, ambos acompañados por un Herdier. El grupo de niños que regresaban entre charlas y risas de jugar en el parque... Un joven entrenador cruzando el río sobre su Lapras.

El alumbrado público apenas había empezado a encenderse cuando escuché una voz a mi espalda. No pude evitar rodar los ojos con cierta gracia. ¿De verdad creía que no reconocería su voz después de tantos años conociéndonos? Le dirigí una mirada de soslayo antes de voltearme del todo. En cuanto lo hice pude ver que Inari estaba allí, con sus curiosos colores como Zorua de Hisui variocolor. Era un pokémon muy tímido y esperaba que la vida en la ciudad no le hubiese resultado tan chocante. Mozukai y el resto aún eran incapaces de salir de sus pokéballs en plena calle si no era en un parque.

Solté un suspiro de circunstancias y le quité el folio de las manos.

>>Dame eso—apoyándolo en un árbol cercano lo firmé antes de devolvérselo.

''Para mi mejor fan- pero mala actriz-, Liza White''.

—Mis fans también suelen pedirme abrazos—le dije e inmediatamente la estreché entre mis brazos. Una sonrisa plagada de felicidad brillaba en mis labios—. Te he echado de menos, Liz.

Contenido oculto

I'M NOT CRYING YOU ARE

 

Liza White

Era evidente que no iba a engañar a nadie (y mucho menos yo, vistas mis pésimas dotes de actriz), pero no seríamos nosotras si no hacíamos ese tipo de cosas. Las buenas costumbres no tenían por qué perderse.

La rodeé con mis brazos con genuina ilusión. Aunque estuviésemos siempre en contacto extrañaba mucho poder verla más a menudo. Era parte de las desventajas de ser adulta, pero también volvía esa clase de momentos mucho más especiales que antes.

—Yo también, mi niña —La estreché con un poquito más de fuerza, y al apartarme sostuve sus manos entre las mías, echándome hacia atrás para poder verla bien—. Me alegra que no me mintieses acerca de la alimentación. Me preocupaba que al volverte modelo dejases de comer o algo, ¿sabes? —Apreté sus manos entonces, con un ademán cariñoso—. Estás preciosa.

Sabía de primera mano las mierdas que se cocían detrás de su carrera, con el uso de retoques y filtros innecesarios a la carta, y aunque manejaba mejor sus inseguridades que antes sentí la necesidad de recordárselo. Suponía que captaría mis intenciones al vuelo.

Nos habíamos vuelto bastante predecibles la una con la otra con el tiempo.

—Igual la que no me hablará en un mes serás tú, porque no te traje tus preciados éclairs —Al devolverle su espacio tomé al Zorua entre mis brazos, quien observaba la escena con ojillos curiosos. Le tenía pánico a las pokéballs, de modo que se había terminado por acostumbrar al cambio de aires con el tiempo. Muuucho tiempo—. Pero estás tan feliz de verme que no me lo echarás en cara, ¿verdad que no?

¿Era necesario ponerle esa mirada de Lillipup degollado? Definitivamente.

>>En cualquier caso tenemos que ponernos al día con muchas cosas —señalé el camino con un movimiento ligero de mi cabeza—. ¿Qué tal si damos un paseo?

 

Mimi Honda

—Como siempre—bromeé con diversión cuando me dijo que estaba preciosa y le guiñé uno de mis ojos, aunque no podía disimular la sonrisa aunque quisiera—. Tú si que estás preciosa. Mírate, al final lo hiciste. Te queda genial ese corte de cabello. Yo no me atreví a teñirme por completo pero me hice una pequeña mecha rosa... Mi nueva agencia no me permitió firmar el contrato si no me deshacía de ella.

Chasqueé la lengua. Estaban intentando controlar mi vida pero no iba a permitírselo. Los términos de mi contrato estaba claros. Yo decidía lo que comía y como vestía detrás de la cámara y nada de retoques estéticos. Sus filtros podían metérselos donde no les daba el sol. Para mí, mi profesión era un tipo de arte no una mentira compuesta y perfeccionada.

—Sabes que siempre he sido cuidadosa con mi alimentación... pero lo que hay en algunas agencias es extremo. No pienso dejar de comer éclairs. Anda y que se pudran.

Acaricié a Inari entre las orejas solo para disimular mi enojo. ¿Primero querían que no comiese pastelitos y ahora querían que me operase el pecho? Y un cuerno de Tauros. Ni aún perdiendo mi trabajo haría algo así.
Enarqué una ceja cuando me dijo que no había comprando los éclairs, pero no estaba molesta. Y tampoco era como si pudiera molestarme cuando usaba Ojitos Tiernos contra mí.

Era muy efectivo.

—Te perdonaré esta vez. Pero que sepas que estoy decepcionada—me crucé de brazos y la miré con solo uno de mis ojos abiertos—. Bueno... ¿qué tal con ya-tú-sabes-quién? ¿Algún avance nuevo?

 

Liza White

—Gracias por darme el empujoncito para hacerlo —Le agradecí con honestidad. Solté una risita nasal, rememorando ese día en concreto—. El día que me lo corté me pasé toda la mañana llorando. No me acostumbraba al cambio y ya no había vuelta atrás. Pero es normal, nunca me había tocado el pelo para nada —Tomé el mechón teñido y asentí tras unos segundos, aprobando también el cambio—. Tú a diferencia de mí eres más prudente. Siempre puedes empezar con algo pequeñito y atreverte al cambio grande más tarde. Así vas acostumbrando también a tu agencia de paso.

Inari se tensó un poco al inicio ante el contacto físico, de forma inconsciente, pero para mi sorpresa se relajó al poco tiempo, soltando un arrullo feliz. A diferencia del caso de Dante con Mimi ya había convivido, de modo que se había acostumbrado en cierta medida a su presencia. Darme cuenta de que se encontraba cómodo con otro humano a parte de mí me hizo mucha ilusión.

Tomándome las libertades que quise me enganché a su brazo, como un Komala a su tronquito, y empezamos a caminar mientras charlábamos. Aún había tiempo para el encuentro con Dante, y tenía muchas ganas de pasar el rato con ella, aún si fuera haciendo nada en concreto. No me iba a privar de algo así.

El paseo se encontraba bastante tranquilo, y las vistas eran hermosas. Los últimos rayos de luz arrancaban destellos dorados al agua, y las nubes cargaban consigo todo tipo de colores pastel. Me distraje con las vistas durante un instante, buscando las palabras adecuadas para responder a su pregunta.

—Retrocedí con el tema de Nikolah —fue todo cuanto dije. La sentencia podía parecer lapidaria, pero mi expresión tranquila parecía transmitir lo contrario. Dejé de mirar al frente y busqué sus ojos entonces; no quedaba ningún rastro del tono jocoso y jovial que cargaba siempre conmigo—. No me malinterpretes: sigo enamorada de Nikolah, y sé con certeza que él es el indicado. Pero también sé que no es el momento. ...Todavía no he sanado del todo, Mims.

Suspiré. Sabía que era un proceso lento, muy lento, pero a veces me agobiaba pensando que no avanzaba lo suficiente. Que me había estancado de nuevo. Me sentía inestable, con días buenos y otros muy malos, y no quería volver a pagarlo con él. No quería volver a gritarle así de nuevo. Él no se merecía algo así.

>>Cuando me sienta mejor conmigo misma, se lo diré —Le aseguré, con una sonrisa ligera—. Pero de momento prefiero ser un alma libre, no me quiero atar a nada —Desvié la mirada, rascándome la mejilla disimuladamente—. Peeero eso no quiere decir que me cierre a todo. Cambié un poco esa mentalidad también. Culpa a la base ranger, es injusto que haya tanta gente mona en el mismo lugar, ¿bien?

 

Mimi Honda

La dejé engancharse a mí, no tenía ningún motivo para no hacerlo. En el pasado solía tensarme de forma muy parecida a Inari cuando alguien se me acercaba demasiado. Arceus, que poco cariño había recibido después de la muerte de mamá.

—¿¡Huh!?

Eso fue lo primero que salió de mis labios cuando dijo que había retrocedido con Nikolah. La miré con los ojos muy abiertos, en estado de shock. En mi cabeza simplemente no cabía algo así después de todo el esfuerzo. Pero cuando comenzó a explicarse, mi expresión pasó del impacto a la comprensión y solté un pequeño suspiro de indulgencia.

—Tranquila, te entiendo bien—convine—. Siempre digo que para atrás ni para tomar impulso, pero a veces es simplemente necesario. Lo estás haciendo bien, Liz. Sé que las cosas se darán cuando deban darse.

Estaba muy orgullosa de su progreso. No solo con Nikolah, si no consigo misma. Sentía que ambas habíamos crecido mucho en muy poco tiempo. Ambas habíamos encontrado nuestra vocación y aunque pasamos por altibajos, seguíamos allí, sobreponiéndonos a ellos.

A pesar de que éramos personas muy diferentes.

Solté una pequeña risa.

—Bueno, piénsalo. Los Ranger son personas que están todos el día de arriba a abajo salvando el día como un holder. Solo que en vez de pokéball llevan un capturador... el ejercicio de más es lo que tiene, ¿no?

 

Liza White

Mis facciones se suavizaron al escucharla y me apretujé con cariño, agradecida por la comprensión. No comprendí hasta ese momento lo mucho que necesitaba oír un "lo estás haciendo bien". Cuando te sentías perdida como yo por tanto tiempo, palabras así eran mi propio faro en la penumbra.

Al menos ahora sabía hacia dónde quería ir.

—Uf, no te haces una idea —le aseguré, y palpé mi teléfono en el bolsillo con una sonrisa cómplice—. Luego te enseño fotos y me das tu opinión.

Sabía que Mimi lo había pasado mal con esas cosas y era mucho más selectiva, y podía entenderla. Éramos mundos opuestos pero podíamos llegar a entendernos, y esa era un poco la clave de todo. Me incliné con curiosidad desde mi lado, entrecerrando los ojos.

—¿Y tú? ¿Dejaste de darle de comer tus sentimientos a Raiden? —bromeé con ligereza. Ni estaba siendo hiriente ni tenía intención de serlo—. Si no soy la primera en enterarme cuando suceda me voy a poner bien triste, ¿eh? Que aquí vivimos por y para los chismes.

 

Mimi Honda

—Faltaría más—bromeé por toda respuesta y rodé los ojos—. Cuando suceda serás la primera en saberlo. Tienes pase VIP para el estreno de ''La loca vida amorosa de Mimiko Honda''; el drama del año.

Repentinamente oímos un grito de júbilo y cuando quise darme cuenta se nos había acercado una niña de unos once, quizás doce años. Me recordó a mí misma cuando tenía su edad. Tenía el cabello suelto, pero a su vez recogido con dos coletas como yo solía llevarlo. Ahora estaba segura de que era Miria quien lo llevaba así.

—Eres Mimiko Honda, ¿verdad?—preguntó con unos ojitos verdes llenos de ilusión. A sus pies un pequeño Vulpix de Alola ladró un par de veces— ¡Wow, eres mucho mas guapa en persona!

Rebuscó rápidamente entre sus cosas y sacó una de mis fotografías y un bolígrafo. Esa en particular había sido de hace un par de sesiones, una de la que estaba muy orgullosa.

>>Puedes... ¿puedes firmarme un autógrafo?

Asentí con una sonrisa resuelta.

—Por supuesto.

Tomé la fotografía y la firmé con una caligrafía regia y burbujeante. Estaba acostumbrada a realizar los mismo trazos una y otra vez... pero simplemente lo amaba. Por cosas como esas, mi profesión merecía totalmente la pena. La niña la tomó con manos ligeramente temblorosas y la miró antes de soltar un gritito y llevársela al pecho para abrazarla en un gesto que me resultó tan adorable como tierno. ¿Ayuda? ¡Me estaba muriendo allí!

—¡Me encantaría ser como tú cuando sea mayor!

Bueno, no iba a ser un camino de rosas.

—Estoy segura de que lo conseguirás—convine y basándome en mi propia experiencia, añadí—. Solo recuerda: solo tú puedes decidir como vivir tu vida. Nadie más que tú tiene derecho sobre ella, ¿está bien?

La niña asintió un par de veces y tras dirigirle a Liza una sonrisa y un gesto algo tímido con la mano se marchó corriendo por donde había venido. Cuando me volví hacia Liz pude ver sus ojos brillando y esa sonrisa boba y orgullosa de quien se está muriendo de ternura. Enrojecí ligeramente ante la intensidad de su mirada y me crucé de brazos.

—¿Qué?—murmuré.

 

Liza White

Contra todo pronóstico, una voz interrumpió nuestro paseo. Se trataba de una niña y su pequeño pokémon, quien había reconocido a su ídolo y había correteado hacia nosotras, en busca de un autógrafo.

Observé el intercambio con la misma mezcla de ternura y orgullo que tendría una madre. Ahora que podía verla de cerca, notaba lo mucho que había cambiado. A pesar de que había disfrutado enormemente el furor del público y el cariño de los fans en Gérie, tenía un brillo distinto en la mirada. Era algo que de verdad le llenaba, se notaba en kilómetros a la redonda.

Me alegraba tanto por ella.

Despedí a la niña con una expresión amable y me volví inmediatamente hacia Mimi, tapándome la boca con una de mis manos.

—Era como ver a una mini tú —dije, con una vocecilla aguda e infantiloide por la emoción—. ¿Has visto esa carita? ¿Cómo abrazó la foto? ¡Dónde está mi cámara cuando se la necesita...!

Me frené al ser consciente de lo que había dicho. ¿Podía controlar mejor mi bocota? Confié en que la emoción del momento barriese ese dato tan nimio bajo la alfombra y me puse a juguetear con el Zorua, reanudando distraídamente la marcha.

>>Tienes el poder de dejar huella en quienes te siguen —comenté al aire. Inari intentó atrapar mis dedos entre sus patitas, mientras los apartaba de su alcance—. Pero confío en que serás un buen referente para todos ellos. Se trata de ti, después de todo.