Ciudad Témpera

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 27 Agosto 2013.

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    Nyxbel

    Nyxbel ♣ El Orgen ♣ Game Master

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    Volví a Ciudad Témpera luego de completar la misión del tablón de anuncios.
    Me acerqué hasta el café del lugar y le pedí al mesonero que me traiga un sandwwich y un hamburguesa para Ches. Comencé a leer un periódico mientras esperaba mi almuerzo.
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Me despegué de forma violenta de la almohada, como si me hubiera despertado un sacudón súbito. Miré nervioso a mi alrededor, con la respiración irregular. Sin embargo, allí no había nada raro. Tan solo la típica habitación de un Centro Pokémon. Me froté la mente, intentando hacer memoria. ¿Qué había ocurrido? Habíamos llegado al final a Témpera después de un viaje largo con Talía, habíamos al fin logrado encontrar al Machoke, al cual había llamado Florencio, y luego me había desmayado, una vez alcanzado la ciudad. El resto estaba en una nebulosa. ¿Había sido todo un sueño? Me senté al borde la cama y me froté el rostro, intentando recordar. Cupcakes y muffins. Sí, eso había ocurrido. Habíamos comido muffins con Talía, y de ahí me fui a hacer varios recados a la ciudad. Me había comprado algo. ¿Un reloj creo? ¿Para qué diantes necesitaba eso?

    Miré mi muñeca, extrañado ante el aparatejo. Lo toquetee un poco, y en la pantalla, apareció un nombre, varias veces repetido. ¿Liza? Fruncí el ceño. ¿Por qué estaba su nombre en el reloj? La andanada de recuerdos me pegó con tanta fuerza que tuve que sostenerme al borde de la cama para no caerme hacia atrás. Sí, había estado con Liza. Había preparado muffins para nosotros, y yo había hecho todas esas compras para compensarla. Había cocinado muchísima comida. Solté una sonrisa débil al recordar todo. Después de eso habíamos decidido salir a caminar, dejando a la pobre de Tali durmiendo. A partir de allí las cosas eran algo borrosas. Recordaba...chocolate. Sí, eso lo recordaba. También...una explosión. Fuerte. Muy fuerte. Fruncí el ceño una vez más. ¿Un pikachu gigante? ¿Eso me lo había imaginado? Después de eso todo era negro. Tan solo un destello blanco invadía mi memoria una vez más.

    ¿Me había vuelto a desmayar? Mis mejillas se colorearon ante la idea. ¿Me había desmayado frente a Liza después de ver un pikachu gigante? ¿Que pensaría ella de mí? Valiente holder estaba hecho. Agité la cabeza. ¿Por qué me venían esos temores a la mente? Además, ella no pensaría de esa manera. Sentí un poco de calor en el pecho, al recordar su sonrisa mientras conversábamos y tomábamos chocolate caliente. Me froté la mejilla. Tenía la sensación de que ella me había acariciado allí, pero no recordaba nada por el estilo. Me encogí de hombros. Tal vez fuera una simple sensación fantasma. O tal vez un fantasma me lo había hecho. ¿Me lo podría haber hecho un fantasma? ¿Había un fantasma viviendo aquí? ¿Fue desconsiderado de mi parte dormir en el cuarto en donde vivía un fantasma sin pedirle su permiso? Quizá por eso tenía esa extraña sensación de frío alrededor de mi cuerpo. La ventana estaba abierta. Por eso podía ser, también. Muchas incógnitas y ninguna respuesta.

    Mi pokédex sonó, sorprendiéndome como siempre. No me acostumbraba que nos pudieran enviar mensajes por allí. Adormecido, leí lo que se nos comunicaba, e incliné la cabeza, algo confundido. ¿Una nueva región? ¿Gérie? ¿Teníamos que ir hasta allá? ¿Cómo íbamos a llegar? Ah, un avión. Hice una mueca de desilusión. Me hubiera gustado volver a volar en Rayquaza, pero hacía bastante tiempo que no escuchaba de Alpha. Probablemente estaba resolviendo sus propios asuntos. Bueno, yo no iba a resolver ninguno de los míos si seguía remoloneando en la cama. No sabía que asuntos tenía que resolver, pero seguro tenía alguno. Todo el mundo los tenía.

    Brinqué de la cama y me cambié rápidamente. Busqué con la mirada a Talía, y la encontré todavía dormitando en una cama contigua. Pensé en despertarla, pero no me atrevía. Se veía demasiado en paz. Se me iluminó la cara con una idea. Tomé varias sábanas, envolví a mi hermanita en ellas, y me la até a mi espalda. Me puse la mochila sobre el pecho, y así bajé las escaleras del Centro. Saludé con una mano a la enfermera que me miraba con cara de extrañeza, en especial al pequeño bulto rubio que llevaba detrás, y salí a las calles de Témpera.

    Inhaló profundo, puse los puños en mi cadera, y miré hacia todos lados, triunfante. No tenía ni la más pálida idea de a dónde ir.

    Un poquito de retcon de lo que pasó en Témpera con Liza y demás yerbas (? Es canon hasta lo que pasó con el gordochu. Luego de eso, fue una ilusión, un mesmerismo :O
     
    Última edición: 3 Septiembre 2020
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    Volver a casa había sido algo sumamente refrescante y tranquilizador. Era lindo estar en las termas de Lavacalda, sumergiéndome hasta el cuello mientras pensaba en que dirección quería llevar mi vida. Fueron meses tranquilos, recordando mis aventuras, compartiendo experiencias con mis padres y presentándoles a los compañeros que yo misma había hecho en mi aventura, también habíamos tenido oportunidad de aclarar otras cosas y realmente estaba completamente agradecida de saber que las personas que desaparecían y aparecían de mi visión no era algo de lo que alarmarme. Pero por más cómoda que me encontrase en Hoenn, seguía extrañando la región de Galeia y a los amigos que había conocido allí. Así que al final había tomado una decisión, quería volver a la región de Galeia, quería ver a mis amigos y continuar con lo que había dejado a medias en la región.

    ---

    Volar sobre Altaria siempre era algo muy relajante, rescostarme ligeramente en el esponjoso plumaje, sentir el viento en el rostro y abrazar a Drifloon que siempre me acompañaba a todos lados. Pero la mejor parte de volar sobre Altaria era el aterrizaje y hacerlo en Témpera siempre era un sentimiento nostálgico, traía recuerdos de cuando comenzaba mi aventura, el tener batallas a las afueras del centro pokémon y luego ir por algo de comer, quizá tomar una siesta.

    Tampoco había sido una persona muy enérgica en esos tiempo, si estaba llena de la ilusión de comenzar mi viaje en una región desconocida, pero realmente no estaba tan interesada en los combate y lo que realmente buscaba era descubrir, tener un equipo propio, formar las mismas relaciones que mis padres tienen con sus compañeros, supongo que intentando aquello me había quedado un poco atrás en comparación a otros holders, pero ahora estaba de vuelta, con los ánimos a tope y emocionada por lo que me podría traer el destino.

    Acaricié la cabeza de Altaria antes de regresarla a su pokéball, Drifloon como siempre buscando un espacio sobre mi cabeza donde descansar. Sonreí un poco por su acción, simplemente feliz de tener su compañía. Le hice una caricia y me encaminé al famoso centro pokémon de la ciudad, necesitaba comer algo y prepararme correctamente antes de comenzar esta nueva aventura.

    Esto no era lo que quería, pero es lo mejor que pude sacar xd. Aunque realmente me gusto la idea general, no sé. Tomen la primera parte como una pequeña introducción sobre que cucha paso con la pendeja y la segunda parte ya es tiempo actual (?????. No sé si tiene sentido y la verdad tengo sueño y no me importa lo suficiente (?

    Ya bueno, si me importa, pero no sé escribir y realmente lo intente, perdón por existir
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    No me había movido del lugar por treinta minutos. Seguía parado en la misma posición, los puños en la cadera, la sonrisa en el rostro. La gente ya me evitaba, directamente. En un principio les había dado curiosidad, pero luego no me prestaban más atención que a una estatua que ha estado allí durante años. Algunos incluso habían dejado algo de dinero en el suelo, por motivos que desconocía completamente. Obviamente lo dejé allí. Ese dinero no era mío.

    Tan concentrado estaba en intentar descifrar que hacer a continuación y en que dirección comenzar a andar que no le presté atención a la persona que acababa de bajar de los cielos a lomos de un pokémon tan mullido como una nube, y con un globo fantasmagórico sobre su cabeza. Después de unos minutos, pestañeé un par de veces y la observé con curiosidad, mientras ingresaba en el Centro. ¿La había visto con anterioridad? Se me hacía conocida. Me rasqué el mentón, haciendo memoria. Creo que había sido en la isla, allí donde ocurrieron cosas muy malas de mucha muerte. Le había hecho una grulla de papel, creo. Y luego había estado acompañando a Talía cuando tuve mi... episodio en la Pradera, con Liza. ¿Eliana era su nombre? ¿Emilia? Empezaba con E, de eso estaba seguro.

    Bueno, no iba a poder sacarme la duda si me quedaba todavía allí parado, así que me di media vuelta y volví a entrar al Centro, con una sonrisa.

    — ¡Hola, E.... liana? ¿Emilia? ¿Eileen? ¿O eras Eulalia? No, creo que eras Elfrida. Bueno, E. ¿Qué andás haciendo aquí?— pregunté, alegre, acercándome por sorpresa a la muchacha.
     
    Última edición: 6 Septiembre 2020
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    Ciertamente el centro pokémon de Témpera era uno de los más grandes que había visto, con un mostrador alargado donde la enfermera Joy recibía a los viajeros exhaustos, donde podíamos pedirle una habitación o simplemente que cuidara a nuestros pokémon después de una batalla. Saludé a la enfermera Joy cuando pase por el lado del mostrador en mi camino a la zona de la cafetería, mostrando una sonrisa que ella encantada devolvió, primero comería algo y luego vería si pedir una habitación en el centro, aunque esta vez no quería quedarme mucho tiempo en la ciudad, tener un lugar donde dormir y descansar nunca sonaba del todo mal.

    "— ¡Hola, E.... liana? ¿Emilia? ¿Eileen? ¿O eras Eulalia? No, creo que eras Elfrida. Bueno, E. ¿Qué andás haciendo aquí?"

    El bullicio me tomó desprevenida a pocos pasos de la entrada de la cafetería, no pude evitar dar un pequeño salto en el sitio, voltee confundida, era la voz enérgica y alegre de Nikolah, un chico que recordaba haber visto un par de veces. Rodeado siempre de esas pequeñas luces que ahora si tenían un significado, sentí un escalofrío subir por mis piernas hasta la punta de mi cabeza. Giré la vista para confirmar mis sospechas, el chico rubio estaba parado detrás de mí con una enorme sonrisa y rodeado de esas pequeñas luces. Cerré los ojos para tomar un gran bocanada de aire antes de voltear completamente en su dirección, una ligera sonrisa en mis labios.

    —Elisa —fue lo primero que dije un poco avergonzada, recordaba haberme presentado en su momento, pero quizá había estado tanto tiempo fuera que realmente no era alguien para recordar —, Elisa Daroch —completé un poco más segura.

    >>Y realmente, nada en especifico me trae aquí —sonreí un poco avergonzada por mi falta de planeación —, simplemente creo que Témpera es un buen lugar para estar cuando no se sabe bien a donde ir, ¿verdad? —solté una risa un tanto incomoda —. ¿qué hay de ti?

    AAAAA, no se que tan bien quedo, volver a rolear es extraño xdxdxdxdxd, perdoooooooon
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Nikolah Cruz

    —Oh, Elisa, cierto.— dije, golpeándome en la frente.— Me lo habías dicho en la playa. Perdona, es que soy horrible para los nombres.

    Me moví a un costado, dejando pasar a un par de entrenadores que querían salir de la zona del café. Estaba tapando la puerta, y eso no era muy cortés de mi parte. Miré curioso a la muchacha, mientras me explicaba lo que hacía allí. O más bien, lo que no hacía, ya que no parecía tener ningún plan.

    — Sí, Témpera es un buen lugar para eso. Ya lo siento como mi segundo hogar, la verdad. Casi no conozco otra parte de la región que no sea esta ciudad y la Pradera Arte.— reí, animado. Me llevé una mano a la mejilla, de manera inconsciente.— Y también... siento que tengo muy buenos recuerdos guardados aquí. Siempre termino gravitando hacia Témpera, la verdad. Vaya, gravitando, esa es una buena palabra.

    Reí por lo bajo, y de pronto, la cara se me iluminó.

    >> Oye, si no tienes nada que hacer, ¿te importaría acompañarnos?— comenté, moviendo los hombros para atraer su atención a ella y hacia el bulto rubio envuelto.— Con Tali iremos a esa nueva región que el tal Irving había mencionado, Genosecuanto. Al parecer, necesitan ayuda allí con algo, y seguramente todo el resto ya fue para allá. El tema es que no sé donde diablos vamos a poder ir, mencionaron una ciudad Acuarela, pero no tengo idea de a donde queda. En fin, ¿quieres venir con nosotros?
     
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    Una sensación de alivio se alojó en mi pecho cuando Nikolah admitió no ser horrible con los nombres, me regresaba una sensación de que no era alguien olvidable, simplemente había sido un malentendido por su parte, una pequeña sonrisa se formó en mis labios, ahora más tranquila y amable, mientras le escuchaba hablar, siendo junto a él cuando hablaba sobre lo poco que conocía la región, compartía aquello, yo tampoco había sido alguien que se moviese mucho, aunque si podía decir que había estado en otras ciudades, pero simplemente siempre regresaba a Témpera en algún momento.

    Pero de repente, la cara de Nikolah se iluminó, como si una gran idea le hubiese llegado, eso me puso un poco nerviosa, no conocía de mucho al muchacho, pero si algo que había llegado a saber de él era que podía llegar a tener unas ideas alocadas. Así que cuando pregunto si me gustaría acompañarles he hizo un gesto a quien dormía en su espalda no pude más que sorprenderme, ¿cómo no había notado a Talía durmiendo plácidamente en la espalda del rubio?

    "Con Tali iremos a esa nueva región que el tal Irving había mencionado, Genosecuanto. Al parecer, necesitan ayuda allí con algo, y seguramente todo el resto ya fue para allá. El tema es que no sé donde diablos vamos a poder ir, mencionaron una ciudad Acuarela, pero no tengo idea de a donde queda. En fin, ¿quieres venir con nosotros?"

    Parpadee un poco confundida, intentando entender de que estaba hablando el chico, ¿nueva región?, comenzaba con ge, quizá podía hacer memoria y ver si recordaba haber leído sobre ello.

    —Ge, ge, ge... —dije pensando un poco, tratando de recordar —mmmm... tenemos Galeia, que es ge a, Galar, que también es ge a... ¿te refieres a Gérie? —pregunté al final tratando de hacer memoria sobre las regiones que había conocido por nombre —. Bueno, respondiendo la pregunta —traté de volver a la propuesta, ya un poco más decidida con la respuesta —, Encantada de acompañarles, suena interesante conocer otra región, en especial si los otros están en ella.

    >>Aunque creo que lo tienes mal —comenté con una pequeña risa —, si vamos a viajar de región deberíamos ir hasta Ciudad Aerosol, allí es donde se encuentra el aeropuerto, por suerte Altaria sabe el camino, ha pasado un tiempo, pero estoy segura de que aún recuerda como llegar.


    Ya, perdón, es que estoy super molesta porque mi extensión que revisa la ortografía ya no me quiere, y no quiero otro porque ese era el único que me daba bola en ingles y español.

    Perdón la demora, pero es que eso de verdad me molesto y no me daban ganas de nada >:c
     
    Última edición: 13 Septiembre 2020
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Nikolah Cruz

    — ¡Sí, así se llamaba! ¡Gérie!— exclamé, golpeando una palma con mi puño.— ¡Y genial que nos acompañes! Mejor tres que dos. Oh, ¿y era Aerosol? Vaya, un día de estos voy a terminar en el medio del mar.

    Solté una risotada. Sin embargo, luego me rascó la nuca. No tenía idea de como llegar a Aerosol. Por suerte, al parecer, Elisa ya había hecho el camino, o al menos, su Altaria lo conocía. Eso simplificaba un poco de cosas.

    >> Oh, menos mal que tu Altaria sabe el camino. Entonces, ¿quieres guiarnos, El? ¿Te puedo decir El, no? Va a ser más fácil que recuerdo eso que todo tu nombre. Nosotros iremos detrás tuyo, Dewho nos cargará.

    Perdón por el minipost de porquería, pero lo hice super apurado en el tiempo libre que tenía xD
     
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    Solté una risa mientras escuchaba a Nikolah hablar, notando como él seguía mi gesto con una mucho más estruendosa y potente, por un momento me preocupe que no llegase a despertar a Talía, pero al mirar bien por sobre su hombro ella seguía placidamente durmiendo, me dio curiosidad saber que habrá agotado tanto a la chica como para tenerla en esas condiciones.

    "Oh, menos mal que tu Altaria sabe el camino. Entonces, ¿quieres guiarnos, El? ¿Te puedo decir El, no? Va a ser más fácil que recuerdo eso que todo tu nombre. Nosotros iremos detrás tuyo, Dewho nos cargará."

    —Claro, no hay problema, nosotras lideramos el camino —respondí comenzando a caminar a la salida del centro, buscando nuevamente en mi bolsa la pokéball de Altaria —, y no hay problema, puedes llamarme El, si dejas que yo te diga Niko—reí un poco, ya afuera lancé el esférico y Altaria sé manifesto frente a nosotros, le acaricie con cariño.

    Drifloon había volado ya hasta el pokémon Dragón/Volador, acomodándose mientras la alada se agachaba un poco para dejarme subir con más facilidad. Cuando estuvimos arriba y terminé de revisar que todo estuviese asegurado en su lugar me gire al muchacho.

    —Síguenos de cerca —le mostré una sonrisa un poco divertida —, Altaria es fácil de mezclarse en las nubes y no queremos que terminen en el medio del mar, ¿verdad? —y tras decir eso Altaria despego camino a Ciudad Aerosol.

    +¿Te tomo una semana escribir esa kk de post?
    -Sip, así fue
     
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    Bruno TDF

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    Hubert

    Recorrí la última página con calma, mirando las palabras casi sin leerlas. Cerré el libro con suavidad entre mis manos y me quedé un largo rato mirando hacia la ventana, hacia el día que pasaba en absoluto silencio. Dentro de mi cabeza seguían deslizándose las palabras de las enfermeras; frases que no quería seguir teniendo presente pero allí reaparecían, como hojas traídas por el viento de la aventura. Me incliné hacia adelante hasta apoyar los antebrazos en mis piernas, pensativo y triste. Mi rostro debía verse con mucha seriedad en ese momento, pero era una expresión con la que buscaba ocultar todas las dudas que tenía, pues sentía la atenta mirada de Serperior desde un rincón de la habitación.

    “Ella no querría esto para ti.”

    Giré la cabeza hacia un costado. Junto a mí había una cama, y sobre ella reposaba Effy. Estaba cubierta hasta el cuello por frondosas frazadas y el tubo de un suero se perdía entre los pliegues de la tela. Dormía. Tan solo dormía. Desde hace mucho tiempo. Su rostro seguía viéndose igual de hermoso que la primera vez que nos vimos, pero ahora no decía nada. No podía decir si era un sueño plácido o lleno de dolor. Sólo sueño.

    “Tienes que continuar lo que ella no puede.”

    Su mano sobresalía por un costado de las frazadas. La tomé con cariño para darle calidez, aunque mi espíritu estaba desprovisto de la misma. Desde que supe que había caído por culpa de una enfermedad de la que nunca me habló, abandoné la región de Gérie y nunca se me volvió a ver por allá. Ni por Udán. Ni siquiera en Galeia. Todo ese tiempo permanecí al lado de Effy para cuidarla y acompañarla, porque no podía dejarla sola en ese estado. Mi corazón enamorado me lo impedía. Ella estaba estable, estaba viva. Pero nada más.

    “Querrá que le cuentes todo lo que hiciste este tiempo”.

    Las frases seguían invadiendo mi mente. Habían pasado un par de días desde que su madre y su hermana vinieron a hablar conmigo. Estaban preocupadas por mí, porque me había olvidado del mundo y de mi objetivo. Sostenían que Effy se sentiría culpable si despertaba y veía que no había hecho nada por quedarme junto a ella. No era algo de nuestro estilo, siempre estábamos en movimiento y eso nos caracterizaba. Lo cierto es que desde que supe la verdad sobre mi origen como creación de Tau, no podía evitar sentir crisis existenciales cada tanto, y la enfermedad de Effy fue un duro golpe… Pero aquí seguía, ¿no?

    Me incorporé con lentitud y me coloqué, sobre la polera negra, mi saco oscuro. Dejé el libro recién leído junto a una enorme pila a los pies de la cama de Effy, como testimonio de mi presencia. La volví a mirar… Deseaba mucho poder encontrarme de vuelta con el profundo azul de sus ojos… Me pasé la manga del abrigo sobre los míos.

    Finalmente, me incliné sobre ella y le di un beso en la frente.

    —Sea lo que sea que espere en Gérie, triunfaré en tu nombre —prometí, apresadumbrado.

    Me costaba mucho tener que separarme de ella. Pero las enfermeras tenían razón. Effy no desearía que me quedara quieto, lejos de los desafíos.

    Al pasar junto a la entrada del baño de su habitación, pude verme un instante al espejo. Creo que mis mejillas habían perdido un poco de volumen y mi rostro denostaba falta de brillo. Estaba más serio de lo que nunca me había visto.

    —Regresemos a Gérie, Serperior.

    Mi Pokémon asintió y me siguió. Me giré para mirar una última vez a Effy. Me quedé un buen rato allí, hasta que finalmente me retiré del Centro Pokémon.


    Mimi, Emily, Ian… ¿Qué estaría siendo de los demás Holders? ¿Me los encontraría en Gérie? Despegué hacia Aerosol con Reshiram.

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    Andysaster

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    Liza White

    Deslicé un mechón de cabello tras la oreja, dignándome a releer por quinta vez aquella tortuosa página. Tal y como sucedió en las veces anteriores, y para sorpresa de nadie, fui incapaz de retener nada. Los estúpidos tecnicismos se me estaban atragantando, pero era terca como un Mudbray; definitivamente iba a seguir intentándolo.

    Inari, mi pequeño Zorua Hisui de tonalidades extrañas, volvía la cabeza en mi dirección de tanto en tanto. Quizás buscaba alguna respuesta favorable de mi parte, o bien estaba hasta las narices de mis resoplidos y del movimiento ansioso de mi pie bajo la mesa. Cualquier opción era más que aceptable.

    —Una herida es una lesión que rompe la integridad normal de la piel —Traté de repetir, cerrando los ojos. Inari alzó las orejas con expectación—. Se clasifican en heridas agudas, si el periodo de cicatrización es corto, y graves, si duran más de un mes. Pueden ser heridas… —Alcé mis dedos uno a uno, enumerando las opciones que recordaba—, incisas, punzantes, lacerantes, por abrasión… —Abrí uno de mis ojos, claramente haciendo trampa por un segundo de nada—, quemaduras, heridas desgarradas y contusas.

    >>Para las heridas agudas se recomienda aplicar un antiséptico como la cristal… metal… ¿Cómo mierda era? —Tras unos segundos apoyé la frente sobre la mesa, frustrada y rendida a partes iguales—. Arceus. Vaya horror de examen me espera.

    A pesar de la nube negra que flotaba sobre mi cabeza, hacía un hermoso día en ciudad Témpera. Si bien había experimentado recientemente lo que era regresar a mis raíces, aquella región y en concreto esa ciudad me transmitían la misma nostalgia y calidez, como si volviese a mi segundo hogar. Se volvía aún más simbólico si tomábamos en cuenta que había quedado aquella tarde con alguien que había estado presente en mis inicios. Alguien a quien, a pesar de mantenernos en contacto con relativa frecuencia, hacía mucho que no veía en persona.

    Mi querido Dante.

    Recordar la razón por la que había reservado mesa en aquella popular cafetería disipó cualquier emoción negativa y cerré el Manual de buenas prácticas, dejándolo sobre la mesa.

    —No le he dicho nada acerca de… esto —Jugueteé con varios mechones entre mis dedos. El cabello, rebelde y castaño, caía libre ahora, rozando apenas mis hombros. Sonreí para mí misma—. Quizás sea demasiado abrupto. Tal vez tuve que probar a alisarlo primero.

    No me arrepentía de nada, en cualquier caso. Muchas cosas habían cambiado, tanto fuera como dentro de mí, y me sentí en la necesidad de expresarlo. Los cortes de cabello para cerrar etapas eran demasiado cliché, lo sabía. Pero me veía bastante mona, ¿así que a quién le importaba?

    En lo que el chico llegaba decidí distraerme con la carta. Ver las muestras de los diversos dulces me hizo la boca agua. Ahora que debía seguir una rutina de ejercicio intenso probar una de esas bombas calóricas debía ser delito, pero me saltaba las normas como me venía en gana porque contaba con un factor decisivo de mi parte: la genética. Comer en exceso no me afectaba demasiado porque no dejaba de quemar calorías con mi culo inquieto, y el ejercicio solo me abría más y más el apetito.

    ¡Era un win-win con todas las de la ley!

    —Mira, cielo —Reparé en la sección de comida Pokémon y le mostré la carta desde arriba—. También tienen los pokochos que te gustan.

    El pequeño soltó un arrullo feliz. Era un pokémon muy, muy tímido, pero dado sus orígenes tenía sentido. Con el tiempo me había ganado su confianza, permitiéndole salir poco a poco de su burbuja. Reparé en el pequeño bolsito amarillo que llevaba siempre a cuestas y sonreí. No podía desear mejor ayudante que él.

    Estuve por tomarlo en brazos y dejar que jugase con la carta cuando un grito nos alertó. Al girarme sobre el asiento vislumbré una señora que señalaba uno de los edificios cercanos, y agudicé la vista. En el alféizar de una de las ventanas del cuarto piso, un Litten parecía haberse quedado atrapado, y amenazaba con hacer un peligroso movimiento en cualquier momento.

    Fue como una reacción instintiva. Cuando quise darme cuenta estaba de pie, ante la mirada escéptica de Inari. Casi parecía decirme con la mirada “No se te ocurrirá ir y dejar la mesa sola, ¿verdad?”.

    —Sé que no estoy de servicio —Le garanticé, con la voz ligeramente contenida, sin apartar la mirada de la escena. El corazón me bombeaba con fuerza, presa de una emoción desbordante. El brillo que tenía en los ojos parecía hablar por sí solo—. Pero nadie tiene por qué enterarse.

    >>Es una de nuestras máximas, ¿no?

    El flamante capturador que descansaba en mi cintura brilló, reforzando mis palabras.

    “Un Ranger debe estar siempre preparado, equipado y en alerta para proteger a los pokémon y su medio ambiente.”

    El zorua no parecía especialmente convencido, y mucho menos lo estuvo cuando decidí subirlo a mi asiento sin su permiso, acuclillándome a su lado, mirándole con intensidad. El pequeño tragó saliva; se venía venir una de mis numerosas imprudencias.

    —Transfórmate en mí y espera a Dante aquí —Sus ojillos se abrieron con temor—. Tranquilo, es muy buen amigo mío. Como un hermano para mí. No necesitarás hacer nada; te reconocerá y vendrá a ti.

    Le brindé una caricia amorosa que pareció reducir su ansiedad en parte. Le costaba mucho confiar en humanos, pero había comprobado con el tiempo que escogía a mis amigos sabiamente.

    Con el pacto sellado me erguí, haciendo un pequeño estiramiento de mis articulaciones antes de girar sobre mis pasos.

    >>Estaré aquí en breve —Le guiñé uno de mis ojos antes de salir corriendo—. ¡Deséame suerte~!

    Inari se limitó a suspirar y su forma cambió hasta replicar con exactitud mi identidad. Apoyó con resignación la mejilla sobre la palma de su mano, haciendo un pequeño berrinche, pero me encontraba ya lejos para reparar en algo así. En ese instante solo podía pensar en una única cosa.

    Y es que por momentos como esos, merecía la pena vivir.


    Nekita *rueda por el piso*

    Sé que hay muchas cosas que procesar así que para que no tengas que leer el tocho que publiqué el otro día, resumen: Liz tuvo una crisis existencial heavy y tras mucho drama terminó encontrando su vocación: ser una ranger.

    Me gusta creer que mantiene una comunicación medio asidua con su círculo cercano, así que podemos decir que Dante supo de la mala época que ha pasado, y que había empezado a entrenarse para ser una ranger.

    Adjunto dibujito del nuevo look, aunque ahora mismo no tiene puesto el uniforme:

    IMG_20250409_004555.jpg
     
    Última edición: 12 Abril 2025
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    Nekita

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    Eso de que el tiempo podía ser el mejor maestro era algo que había aprendido que podía ser cierto.

    Tener un tiempo de calma y reflexión en las playas de Udan, volver a su hogar y poder trabajar las cosas difíciles que había estado posponiendo había sido bastante bueno al final del día y podía decir que finalmente, después de mucho tiempo, se sentía bastante en paz. Ciudad Lienzo era una ciudad bastante tranquila (otros podrían decir aburrida, pero no era su caso) que lo mantenía entretenido de una manera bastante linda.

    La gran mayoría de su tiempo lo terminaba pasando en la cafetería de la Señora Magi, a veces ayudaba en cocina y cuando ella se lo pedía ayudaba a atender las mesas como mesero, cosa que le daba algo bastante de gracia porque la gran mayoría de las veces que se lo pedía era cuando venían sus amigas, pero no se quejaba, terminaban siendo turnos llenos de halagos y buena propina.

    Fuera de eso su tiempo libre lo pasaba en casa, paseando por los alrededores con sus pokémon o poniéndose al corriente con sus cercanos, no podía pedir más... O eso pensó hasta que se vio con la oportunidad de tener una salida con alguien que hace mucho que no veía: Su preciada Liza.

    A decir verdad, lo emocionaba verla en esas circunstancias porque no era lo usual, lamentablemente parecía que siempre terminaban encontrándose en persona luego de alguna desgracia y como le había dicho en su momento, estaba seguro de que podían existir otras formas de ponerse al día y parecía que Arceus finalmente estaba siendo piadoso para permitirle reunirse con ella de una manera totalmente normal.

    Además... las fechas lo ameritaban.

    Hace tiempo que había estado trabajando en algo para ella y era el momento justo para poder entregárselo así que, se aseguró de que todo estuviera bien envuelto y guardado en su mochila antes de que Starptor lo ayudara a llegar a la ciudad acordada, irónicamente...la misma ciudad donde la había despedido hace bastante tiempo ya.

    —Okay pequeños, voy a estar en esa cafetería de allí para cualquier cosa que necesiten —Se puso en cuclillas para hablarle a los miembros más curiosos de su equipo: el pequeño Trapinch, Shinx, Deino y Archen —. Ches, Ty y Maw quisieron acompañarme así que no podrán estar con ustedes explorando los alrededores de la cafetería, pero los demás estarán con ustedes. —Sonrió y a todos les dio una afectuosa caricia en su cabeza antes de levantarse y mirar a su equipo con una sonrisa conciliadora y que supieran que podían iniciar su pequeña aventura sin problema.

    No terminaba de acostumbrarse a ver sus equipos combinados, pero le agradaba la dinámica que tenían entre todos ellos, le parecía lindo.

    Una vez hecho esto, finalmente se encaminó con sus pokémon hacia el lugar acordado, donde ya su Staraptor esperaba en un árbol cercano observando hacia el lugar con sus plumas esponjadas probablemente por emoción. Y si bien, se le hizo algo extraño que no se le acercara primero a la chica, asumió que esperarían a que él lo hiciera primero.

    —¡Liza! —Saludó desde lejos con emoción, apresurando su paso cada vez más hasta que pudo acortar por completo la distancia y lanzarse hacia ella en un gran y largo abrazo —¿Cuándo te cortaste el cabello? Te queda bien el corte, me gusta el cambio. —Dijo una vez que se separó de ella, aun manteniendo contacto al tener las manos posadas sobre sus hombros.

    Yo tambien incluyo outfit de Dante <3 WhatsApp Image 2025-04-12 at 8.15.51 AM.jpeg
     
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    La silueta de Liza se desdibujó en la distancia y me cuestioné en los siguientes minutos mis decisiones para haber acabado en una situación así. Los humanos eran criaturas… extrañas. Destruían, pero también creaban cosas imposibles, como esas montañas de acero que adornaban sus aldeas. Se peleaban entre ellos, pero también eran capaces de brindar un amor incondicional, como el que Liza me demostraba cada día.

    Los había temido desde hacía mucho. A los Zorua como yo, desde pequeños, nos relataban cómo los humanos nos habían perseguido y echado de nuestros hogares durante siglos, por temor a nuestras ilusiones. Nos convirtieron en prófugos, haciéndonos creer que éramos unos monstruos. Nuestra manada era todo cuanto teníamos. Pero yo jamás encajé en ella tampoco.

    Había nacido con distintos colores, y los rumores se esparcieron como la pólvora. Que estaba maldito, que no era un Zorua como los demás. Acabé completamente solo, vagando sin rumbo en una isla atemporal. Hasta que apareció ella.

    Y me demostró que, tal vez, podía llegar a confiar.

    Sumergido en mis pensamientos, di un brinco en la silla al escuchar a alguien pronunciar su nombre. Me volví, inquieto, y fue entonces cuando lo vi. Un humano alto y castaño, con una sonrisa… ¿feliz? Correteó hacia mí y tuve que luchar contra mis ganas de huir, quedándome estaqueado en el sitio. Encima venía con pokemon que no había visto nunca, para más presión. Me rodeó en un abrazo que casi hizo que me diese un mini-infarto.

    ¡E-Espacio personal, por favor!

    Cuando se separó colocó sus manos en mis hombros, impidiendo cualquier clase de huída. Ah, este sería mi fin. Hasta aquí llegué. Habló sobre el nuevo cabello de Liza y asentí con vehemencia, dándole la razón. De vez en cuando intercambiaba miradas atemorizadas entre los otros pokémon. En ese momento se me encendió la bombilla y me solté rápidamente de su agarre, tomando la carta entre mis manos. A los humanos les entretenía esta cosa y tenía que hacer tiempo, ¿no?

    La extendí hacía él, con movimientos rígidos. Quizás pudiésemos hablar de algún plato que nos gustase en específico, para pedirlo, y señalé sin pensarlo los pokochos que me gustaban.

    Caí demasiado tarde en mi error. Los humanos no comían esas cosas.

    Mierda.



    Liza White

    El perímetro se encontraba atestado de personas para cuando llegué al edificio. Chasqueé la lengua con disgusto; siempre era la misma historia. Viandantes preocupados o curiosos que, atraídos por el morbo, bloqueaban el espacio para que pudiésemos operar con efectividad.

    —Paso, paso, disculpen —Me abrí hueco como mejor pude, recibiendo miradas de todo tipo. Las ignoré deliberadamente—. Señora, si no se aparta el Litten va a acabar hecho fosfatina. Espero que pueda cargar con eso en su conciencia.

    La mujer farfulló algo pero la rebasé rápidamente. ¿Que quién me creía que era, decía? ¡Pues una futura top ranger, señora! Por suerte no traía el uniforme puesto, porque en él aparecía mi rango actual dentro del cuerpo y podría usarlo en mi contra. E-Eso no era más que un número, ¿bien? ¡La actitud es lo que importa!

    Detuve mis pasos cuando estuve lo suficientemente cerca. Quizás el rango fuese solo un número, pero limitaba en cierta medida el poder de mi capturador. Solo podía volverme afín a pokémon de ciertos elementos, por lo que mis opciones se reducían considerablemente. Repasé la zona con ojo crítico, apartando toda clase de estímulos que pudiesen interferir con mi tarea. Cada segundo era de vital importancia. Y el Litten se encontraba cada vez más inquieto.

    Meowths, Pidoves, Trubbish, Rattatas…

    Mierda. ¿No había pokémon salvajes cerca que fuesen compatibles…?

    Mi mirada se detuvo en un callejón cercano. Dos Purrloins rebuscaban en un contenedor de basura cercano, donde otro pokémon parecía haberse metido dentro. Cuando reparé en las enredaderas que lo cubrían supe que había encontrado la respuesta. Ese Tangela era todo cuanto necesitaba.

    Preparé el capturador, y con movimientos fluidos activé el enlace. Con aquella herramienta les hacíamos llegar nuestros sentimientos, acelerando el proceso de amistad natural que solían otorgar las capturas. A pesar de la sorpresa inicial, el Tangela no tardó en comprender la gravedad de la situación, y pude respirar con alivio de nuevo.

    —¡Por favor, préstame tu poder!

    El grupo de personas soltó una exclamación ahogada al ver a una joven reducir la distancia con el Litten desde el aire. Las enredaderas me sostenían de la cintura y de los hombros, impulsándome hacia arriba gracias a su látigo cepa. La adrenalina del momento era todo lo que estaba bien en este mundo. El Litten erizó su pelaje cuando me vio llegar, con el susto aún metido en el cuerpo.

    Extendí los brazos a una distancia prudencial, sin ser invasiva. Le dediqué una sonrisa conciliadora.

    —Lo has hecho muy bien, pequeño —Le garanticé. Sus ojillos parecieron aguarse por un instante—. Déjame que te lleve de vuelta a casa.

    Con un poco de esfuerzo y paciencia, el pequeño terminó considerando que aquella particular extraña era su única vía de escape, y terminó subiéndose a mis brazos. Lo estreché con cuidado, y me giré para hacerle un gesto afirmativo al bueno de Tangela, quien se estaba esforzando mucho desde abajo.

    —¡Bien! ¡Puedes bajarn… Achoo!

    El camino de regreso fue sencillo. O todo lo que podría serlo teniendo alergia al pelaje de ciertos felinos. El Litten, agradecido, terminaba refregándose contra mí, haciendo que varios estornudos se sucediesen, uno tras otro. Ah… Suponía que no se podía tener todo en esta vida.

    El dueño del pokemon no tardó demasiado en aparecer. Me agradeció entre lágrimas, pues había dejado la ventana abierta para salir a comprar, dejando al Litten solo en casa. Algunos aplausos se sucedieron, pero mi atención se la llevó el verdadero héroe de aquella historia. El Tangela soltó un sonidito orgulloso y acaricié su cabecita antes de desactivar el enlace, agradeciéndole por todo. Los rangers buscaban preservar el equilibrio de la naturaleza, y por esa razón no capturábamos, si no que pedíamos prestado su poder.

    Arceus, cómo me gustaba este trabajo.

    O ese pensé, hasta que una agente Mara apareció en escena, alertada por uno de los transeúntes. Preguntó por mi escuadrón y número de ranger, los cuales le concedí sin mayores problemas.

    —¿Y tu rango? Los rangers de rangos inferiores siempre deben ir acompañados de un superior.

    —Ah, pues… Tengo un rango aceptable, agente —Ahí iba de nuevo, esa vocecita aguda que me salía cuando intentaba mentir sin éxito—. Del uno al diez tengo el rango más bajo, pero todo ha salido a pedir de boca, ¿no es así?

    Le dirigí una sonrisilla inocente, recibiendo una mirada de circunstancias como respuesta. Bueno, si la vía diplomática no servía, tan solo me quedaba hacer bomba de humo. Me llevé dos dedos a la frente, haciendo un saludo militar, y despedí a los presentes como quien no quiere la cosa.

    >>En fin, ha sido un placer, pero tengo cosas que hacer. ¡Cualquier queja diríjanla a mis superiores, gracias!

    Y eché a correr, lejos de los vítores, de las exclamaciones de sorpresa y de la molestia de la agente Mara, quien terminó por resignarse a volver a su trabajo, viendo que no tenía remedio.
     
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    Nekita

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    Quizás tuvo que haberse dado cuenta que el primer indicativo de que algo estaba mal en la situación era no haber sentido que Liza correspondiera su abrazo o le dijera algo, o el hecho de que sus pokémon todavía no se acercaban a la chica y pareciera que mantenían una distancia... prudente y cuidadosa, por ponerlo de alguna manera.

    Pero la emoción del encuentro era mucha como para pensar bien las cosas y también estaba el hecho de que quizás su repentina la tuviera en shock ¿no?

    Sonrió cuando le mostró la carta del lugar y de nuevo trató de no darle mucha importancia a que no le estuviera diciendo nada, quizás tan solo miró de reojo hacia los costados de su amiga para tratar de averiguar si había algo extraño que también la pudiera estar incomodando, pero al no encontrarlo tan solo decidió prestar atención a lo que le señalaba.

    No quería hacer la situación más extraña.

    —¿Quieres que ordenemos estos? Creo que es una buena elección, no han probado de estos allí en Lienzo... —Dijo analizando los ingredientes de los pokochos, no porque creyera que no pudieran resultar ricos para sus pokémon pero para poder memorizarlos y quizás tratar de recrearlo cuando volviera a casa si terminaban por gustarles —Sabes, en la cafetería hemos estado intentando agregar más cosas para pokémon, debería intentar más sabores así.

    Volvió a dirigir su mirada hacia Liza y, antes de que pudiera agregar cualquier otra vio cómo sus pokémon de pronto corrían en una dirección completamente distinta. No, no una dirección distinta, se dirigían hacia alguien con bastante emoción.

    ¿Qué es lo que...?

    Miró a la Liza que tenía al frente y a la Liza que sus queridos pokémon estaban rodeando para tratar de acaparar su merecida atención repetidas veces, turnándose tan solo un par de segundo entre ambas con clara confusión y extrañes antes de dar un pasito hacia atrás para darle más espacio a la "Liza" que había saludado.

    —¿Qué está pasando?
     
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    Con todo hecho corrí de vuelta a la cafetería, sin pretender hacerlos esperar mucho más tiempo. Estaba empezando a notar una mejoría física considerable, y ya les valía, con lo tortuoso que era el entrenamiento de las mañanas. Al menos ya no sentía que los pulmones me ardían tras recorrer quinientos metros haciendo sprint.

    Vislumbré los toldos rosados de la cafetería en la distancia y reconocí a Dante a lo lejos, llenándome de emoción el cuerpo. Estaba lidiando aparentemente con una versión de mí mucho más tímida y asustadiza y tuve que tragarme la risa si no quería cansarme más de la cuenta. De pronto le perdí la vista a esos dos y su extraña interacción, pues tres siluetas me cortaron el paso y se abalanzaron con entusiasmo hacia mí.

    Frené en seco, presa de la sorpresa. Pero la sorpresa mutó en una profunda alegría al ver que mis niños también estaban allí para recibirme.

    —¡Yo también os extrañé, pero me hacéis cosquillas! —reí, repartiendo caricias y efusivos abrazos en mitad de la calle, ajena a lo demás. Recordaba a la perfección dónde mimar a cada uno, y escuchar sus exclamaciones felices tuvieron el efecto de un manto espejo sobre mí—. ¿Cómo estáis? ¿Es cosa mía o Mawile ha crecido uno o dos centímetros?

    Era broma porque sabía que los Mawiles adultos ya no crecían más, pero no me resistí en soltar la tontería al envolverla en un cálido abrazo, levantándola del suelo y cargándola conmigo de vuelta. Ches y Thyplosion me siguieron como dos guardaespaldas, uno a cada costado de mí, y la imagen me causó cierta gracia.

    La Liza falsa sonrió con nerviosismo hacia el chico, rascándose la mejilla con culpabilidad, y lentamente fue perdiendo su tamaño hasta resultar ser un pequeño Zorua de lo más extraño. Retrocedió unos pasitos prudenciales, ocultándose detrás de la pata de la mesa en lo que llegaba.

    Dejé a Mawile en el suelo con cuidado cuando estuve lo suficientemente cerca, y di un saltito para lanzarme a abrazar a mi hermanito mayor.

    —¡Dante! —exclamé, y recordé en medio del enardecimiento del momento que el pobre debía estar más perdido que el barco del arroz. Me separé un poco, con mis brazos aún rodeando sus hombros, y señalé con la cabeza a la criaturita que le observaba con temor desde abajo—. Parece que ya conociste a Inari. Me salió un percance y necesité que alguien... pseudo-humano se quedase a cargo de la mesa.

    Volví a estrecharlo con cariño. Había perdido la cuenta de cuánto hacía que no podía abrazarlo así.

    >>¡Me alegro mucho de verte!
     
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    Mawile, Tyhplosion y Chesnaught no podían ocultar la emoción que les provocaba volver a tener esos cariños de Liza, aunque la mayor competencia parecía ser entre Ty y Ches quienes se empujaban mutuamente para recibir uno que otro cariño extra e ignoraban como Mawile se escabullía hasta colarse a que Liza la cargara, alzando su cabeza con orgullo cuando fue mencionada su aparente nueva altura (Typlosion y Chesnaught la miraron con incredulidad pero ni siquiera eso le quitaba la satisfacción a la pequeña Mawile de ese reconocimiento) y que el hecho de que fuera cargada "ganaba" esa mini competencia entre los tres por su atención.

    Mientras tanto Dante tan solo pudo observar con impresión como. aquella Liza falsa iba perdiendo cada vez más tamaño hasta que simplemente fue un pequeño Zorua. Parpadeó una, dos, tres veces tratando de comprender lo que estaba pasando hasta que escuchó una voz familiar llamándolo y no le dio tiempo para procesar más, tan solo alcanzó a girarse y extender sus manos de manera automática para recibir el abrazo de Liza con emoción y confusión al mismo tiempo.

    —¡Liza! —La abrazó con más fuerza esta vez, casi como asegurándose que esa vez si fuera real, incluso también apretando un poco sus manos para terminar de cumplir ese propósito —Sí...creo que quiere unos pokochos, creo que nunca vi a un Zorua en acción así que...hola Inari.—Le saludó desde el nuevo abrazo hacia Liza donde la hizo girar brevemente.

    —A mí también, me da mucho gusto volver a verte en persona, extrañaba esto. —Sonrió separándose un poco para revolver un poco su cabello —Ya que Inari lo escuchó, lo repetiré de nuevo, me gusta tu nuevo corte, te queda muy lindo.
     
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    Andysaster

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    Inari se puso nervioso cuando Dante lo saludó, pero quedó expectante al escucharle mencionar algo sobre los pokochos. Era un buen punto de partida para pulir su relación, y me guardé la información para más tarde. Le vendría bien tener más amigos humanos.

    El chico me revolvió el cabello y sentí una mezcla de nostalgia y calidez. Lo hacía desde que era una enana, cuando aún tenía que quitarme la gorra que cargaba a todas partes. Cuando mencionó que le gustaba mi nuevo e improvisado look alcé el mentón, en un gesto entre orgulloso y juguetón. Me había vuelto un poco presumida con el tiempo, pero eso solo indicaba que me sentía más cómoda y confiada con mi imagen.

    —Es cosa de familia, Dant. Llevamos el estilo en la sangre —Me separé, con las manos aún en sus hombros, y señalé su outfit con una expresión de aprobación—. ¿Tú te has visto? Los veinte te sentaron de miedo.

    Le devolví al chico su espacio personal e invité a todos los presentes a tomar asiento junto a la mesa. Por suerte al ser solo dos sillas, los pokémon podían hacerse hueco con relativa facilidad. Inari se escondió bajo mi silla y le dejé ser, permitiendo que siguiese sus propios tiempos.

    —Me alegra que Magi te permitiese tener el día libre, cielo. ¿Cómo está marchando todo por la cafetería? —Quise saber, apoyando los codos sobre la mesa con genuino interés—. Tienes que llevarme algún día. Así pruebo de primera mano si esos dulces de los que hablas son tan buenos como dices —Le guiñé un ojo, risueña—. No acepto un no por respuesta~.

    Mi expresión mutó cuando noté al otro lado de la acera a la misma agente Mara patrullando la zona. ¿Esa señora no tenía mejores lugares que revisar? Tomé la carta y me tapé disimuladamente con ella, sin dejar de atender al chico.

    >>¿Te enfadarías si te digo que volví a usar mi capturador fuera de servicio?
     
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    No esperó en lo absoluto que de pronto Liza también le tirara un cumplido de vuelta, pero no pudo evitar reír un poco para pasar la pena. Se podía decir que tenía un estilo un poco más... ¿cuidado? ¿más pensado? Y en cierta forma agradecía saber que también gustaba a los demás para reafirmarse que había hecho un buen trabajo en ir desarrollando un nuevo estilo propio.

    —No podía quedarme atrás, había que estar a la altura de estos nuevos tiempos. —Sonrió bastante entretenido y tomó asiento cuando se lo indicó y sus pequeños se acomodaron donde vieron más cómodos, aunque sabía que cuando llegara la comida iba a compartir su lugar con Mawile porque eso ya era costumbre cuando salían para que se sintiera incluida en todo lo que estaba pasando y no se perdiera nada importante mientras comía.

    —A decir verdad, no es muy estricta con eso, mientras le avise ella está más que contenta. Además, se emocionó cuando le mencioné que iba a verte así que casi casi me prohibió asistir el día de hoy —Volvió a reír con cierta ternura, si bien desde niño apreciaba a aquella señora, ahora que estaba más tiempo con ella la veía como parte de su familia —. Claro que puedes ir cuando gustes, personalmente cocinaré para ti y los puedas probar recién salidos y juzgues por ti misma que tan bien he progresado en el aspecto de la cocina~

    Miró de reojo hacia donde Liza estaba mirando y cuando dijo al aire su pregunta no pudo evitar negar con suavidad su cabeza todavía manteniendo su sonrisa, le hizo una señal con su cabeza a Ches al intuir fácilmente que no se trataba de una suposición y era algo que ya había hecho, así que tan solo con esa señal Ches se quedaba posicionado de tal manera que fuera cubriendo a Liza para que fuera más difícil de ver.

    —No me enfadaría contigo por algo así, estoy seguro que lo hiciste por un buen motivo pero.... ¿te van a regañar? ¿eso se penaliza?
     
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    Ches y Dante compartieron un vistazo significativo que no me pasó desapercibido, y el grandullón se posicionó de tal forma que hacía de barrera contra miradas indeseadas. Dejé la carta sobre mi regazo y junté las palmas de mis manos, agradecida, cerrando uno de mis ojos hacia el inicial.

    "Te debo una".

    —Probablemente se lo digan a mi superior. Spenser a estas alturas tiene mi nombre hasta en la sopa —le comenté con hastío, rodando los ojos—. Los rangers de rango inferior solo pueden usar su capturador con un superior que los vigile, y de todas formas se supone que estoy de vacaciones. Pero las normas están para romperse, y qué demonios, ya hemos salvado al mundo varias veces. Eso debería ser suficiente acreditación para subir mínimo al rango nueve.

    Lo cierto es que mi superior había sido bastante flexible conmigo, y si me pasaba un poco la mano era porque sabía perfectamente quién era y lo que había hecho en otras regiones. Los rangers debían acudir a una academia durante varios años antes de pasar el examen oficial y sin embargo me habían permitido saltarme ciertos procesos, si bien el examen teórico y el psicotécnico fueron ineludibles.

    Aún tenía pesadillas con el primero.

    >>Además —proseguí en mi seguidilla de excusas. Noté por el rabillo del ojo al camarero pasar por la zona y alcé la mano, captando su atención. Vendría en un momento—, las misiones que nos dejan a los rookies son demasiado aburridas. Estoy hasta las narices de patrullar la misma ciudad y de escoltar a ancianos en sus quehaceres matutinos. ¡Necesito un poco más de emoción, Dante!

    Igual estaba siendo una impaciente de mierda, pero al menos le echaba ganas. Resoplé, recargándome con indignación en el respaldo del asiento, y fue entonces cuando el camarero apareció en escena, brindando luz a mi día. No había cosa que me devolviese más rápido el humor que los dulces.

    >>Yo voy a pedir un gofre con sirope de chocolate y un milkshake de vainilla —Casi podía imaginarme la mirada de horror de Mimi con tanto azúcar de por medio. La imagen me sacó una sonrisa—. Para Inari unos pokochos amarácidos. Por mi parte eso sería todo, ¿qué hay de ti?
     
    Última edición: 14 Abril 2025
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    Si bien tenía una sonrisa divertida en su rostro al escucharla hablar del tema, tuvo que retomar su papel de hermano responsable y darle un sueve golpecito en su cabeza con el menú como reprimenda de querer saltarse tantos rangos de golpe.

    —Recuerda que, aunque seas una reconocida salvadora de Galeia todavía te falta experiencia en hacerlo probablemente de una forma más segura —Dijo en un tono más serio al recordar todas las cosas que ella junto con los demás habían vivido de una manera bastante peligrosa, poco entrenada y probablemente muchas veces fuera de la ley —. Además de que en su caso seguro las reglas son más bien para que tengan un estándar de cómo responder a situaciones y todo pueda salir bien en la mayoría de las situaciones, se paciente con lo que te van enseñando...

    Luego, mientras más seguía escuchando lo que Liza le contaba más le daba gracia imaginar la situación de todas sus ganas de aventura y exploración obligadas a ser contenidas con cosas que realmente no le llamaban mucho la atención o en tareas repetitivas que podrían parecer no tener sentido para alguien como ella que había experimentado más que seguro cualquier ranger.

    —Yo te pediré un cheesecake de frutos rojos también con una malteada de vainilla, y para mis niños te pediré unos pokochos dulceácidos, secoamargos y picandulce, por favor. —Le entregó los menús al mesero y una vez que se retiró volvió a prestar atención a Liza para tratar el tema del que estaban hablando.

    —No hay tareas pequeñas o poco importantes en el rubro donde estás, quizás si puedas sentirlo tedioso tener que estar en la misma ciudad una y otra vez, pero... conociéndote darás la mejor patrulla que esa ciudad haya visto y esos ancianos que escoltas tendrán la mejor compañía mientras hacen sus quehaceres. Pensemos a futuro, probablemente mientras vayas subiendo de rango, el hecho de patrullar la misma ciudad una y otra vez te haga experta en saber que rutas serán más eficientes para asistir a un desastre lo más rápido posible o qué será mejor para una evacuación y acompañar a los mayores en sus quehaceres te ayuda a construir más la confianza en la comunidad y saber dónde podrían estar tus personas vulnerables en caso de que algo vaya mal.
     
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